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La Iglesia, la evangelización, el mundo y la acción política

LA IGLESIA, LA EV ANGELIZACION, EL MUNDO Y LA ACCION POLITICA
El deber primordial de la Iglesia es la evangelización
«Queremos recordar a toda la Iglesia r¡ue su deber primordial es
"la evangelización, cuyas línea.r maestras ntte.rtro predecesor PtJblo VI
"condensó en un d()Cument'Q memorable; animada. por '" fe, alimen­
"tada
por
la
caridad y sostenida por
el
alimento celestial de la Euca­
"ristía, la IgleJia debe buscar todos los caminos, empliear todos los
"medios, < "Palabra, proclam"' el men,a¡e, anunr:i"' la salvación r¡ue despierta
"en los espíritus k, inr¡uietud por indag"' la verdad y, con la ayuda
"de lo Alto, los ,o,tienti en
ese afán. Si todo, los hijos de la Iglesia
"fueran misioneros incansables del Evangelio, florecerían con nuevo
"vigor !"'-.rdlfltidad y renovación en este mundo .rediento de amor y
"de verdad.»
JuAN PABLO I: Primer mensaje a la Iglesia y
al mundo, 27 de agosto de 1978, L'Os.rervatore
Romano. Edición semanal en lengua española.
Año
X, núm. 36 ( 505), domingo 3 de septiem. bre
de 1978.
lnadmisiM'lidad de interpretar la vida teologal como una or­
ganización de la sociedad de
este mundo,
que la reduzca
a una acción política, y confunda el mensaje trascendente
de Cristo con
ideologías negativas
de
esa trascendencia.
« ... no admitimos la actitud:
»-de cuantos interpretan la vida teologal como una organiza­
"ci6n de la Jociedad de este 'TTl111'1llo, máJ aún, U reducen a 11,u ac­
,, ci6n poUti,;,,, adoptando a este fin ,,,. e,pmtu, método, 'Y prác#&m
"contraria,
al Evangelio; y se llega a,l a confundir el mensaje tra,­
"cendente
de Cri1to, su anuncio del reino de Dios, ,., ley de amor
"entre los hombres, fundado en
la inef,,l,le paternidad de Dios,
"con ideologlas que esencialmente niegan dicho memaje sus#tuyén­
"
dolo con una postura doctrinal absolutamente antilé#ca, propug-
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"nand,, "" connubio hlbriáo emre dos mtmdos ;nconciliables, como
"lo reconocen los mi-smos te6ri&os de
la otra parle,
»Es verdad que tal-e1 crisJianos no son nNmerosos, pero hacen
"mucho ruúlo, C01Wencid<>s demt,s;,,,Jo fácilmente de h#erpretar las
"necesidades de todo el p#Shlo cris#.mo o el sen;;do mever,;ble de
"la bistorirJ. Ob,-dfldo de me modo, no ks es lúito rec#N'H' al C01>­
,, oiüo
V dlicano II, porf[#B la inlerpretación y llf_)Ucadón de éste no
"se presttm a abusos de ;al orden; ni f_Jtleden ree#N'H' a las e:dgem:ias
"del llf_)osk>lad<> para atr,.,,.. a los ale¡ddos o a los ~,,s: el llf_)6s­
"tol verd es enviado po-r la Iglesia para dar teslimonJo de la
"doctrina y de la v;d,, misma de la Iglesia. La levadura debe penetrar
"en toda la masa, pero debe permanecer levadura evangélica. De lo
"contrario, t,mibién ella se C01'1'0mf_)e con el mundo.»
PAULO VI: Alocuci.ón en el Consistorio, de 24
de mayo de 1976, L,Ouer-vatore Romano, edi~
ción semana! en lengua española; afio VIII, nú.
mero 22 (387), domingo 30 de mayo de 1976.
Nivel religioso y nivel polítieo: ineompatibilidad eon el
cristianismo de las ideologías ateas minimizadoras de la
fe y de las práiotioas soeiales económicas y políticas que
mutilan al homhre y le niegan sus derechos fundamentales.
«Lá misión de los obúpos consiste en velar para que la Iglesia
"sea,
imle todo, testigo del, &,,mgeUo.
»Hoy, en la vida social, tal como ha evolucionado, algunos no
"saben ya abordar un problema, cualquiera que sea, me/uso corcer­
"niente a
la famiUa, " la educaoi6n, a determinada realidrld profesio­
"nal, s;n situarlo ensegllkia a nivel poli#co, limitándose a esta pers­
" pectwa,
Uw reducci6n así, ya criúc,;b/e intelectuahnente, es per­
" judicial a U, sociedad y abre el oamino a muchos sectflrismos.
»Los cristúmos temhán que ser los fY!imeros en denunciar estos
"riesgos. Con ma,yor ,az6n es de kmentar que ciertas personas <>
"ciertos gr,q,os, demro de la m;sma Iglesia, tengan igualmeme la
"tendencia a juzgar las cosas desde un punt<> de vista ,mte todo y
"esencialmente poUtlco.>
«A
ÚI l,,z del Evangelio se peroibB, po-r encima de los sofismas
"falaces
y tranquüizadores, la mcompatibllidrld de t,mtas úleologías
"ateas
y minimizadoras con la fe; de ahl nace la necesidrld renovada
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"de forttilecer y de purificdt' la fe y de ayuddt' 4 todos los hombres
» a abrirse a su fuerz4 de liber »Apt1rece
también la incomp,iJi,biüdaJ, con una vida cristi "cob6f-ente,
de muchas prácticas srxiales, económicas y políticas qflB
"mutilan al hombre y le niegan sus derechos ftmdamentales; de ahl
"surge ,,,. llamamiento a
,ma acción decidida, en primer lugar sobre
"sí mismo.»
PAULO VI: Alocución del 6 de junio de 1977
en
el encuentro con los obispos de Francia me­
ridional presentes en Roma para la visita «ad
Limina Apostolorum»; L'O.rservatore Romano,
edición semanal en lengua española; año IX,
núm. 25 (442), domingo 19 de junio de 1977.
La Iglesia y el mundo
«Superando lá! tensiones internas que se han podido crear aquí
"y allá, venciendo las tentaciones de acomodarse a las gustos y cos­
"tumbres del mundo, así como a las .reducciones del aplauso fácil,
"unidos con el único vínculo del amor que debe informar !a vida
"íntima de la Iglesia, como también las formas externas de su dis­
" ciplina, los fieles deben es/ar dispue1tos a dar testimonio de la
"propia fe ante el mundo: «Estád siempre prontos para dar razón
"de vuestra esperanza a
todo el que

os la pidiere» (1 Pe. 3, 15 ).
»La Iglesia1 en este esfuerzo común de responsabilización y de
11respuesta a los problemas acuciante.s del momento1 está llamada a
"dar al mundo ese <> que tant'r,s reclaman y que
"es

el único
capaz de traer la sal,vación. Esto espera hoy el mundo:
"él sabe bien que

la
perfección sublime

a la
que ha llegádo con
sus
11investigaciones y con sus técnicas ha alcanzado una cumbre más aUá
"de la cual aparece ya áterrádor el vértigo del abismo; la tentación
"de sustituirse a Dios con la decisi6n tmtónoma que prescinde de
"las leyes morales, lleva al hombre moderno al riesgo de reducir la
"tierra a un desierto·, la persona a un ctutómd.ta y la convivencia frc1-
"terna a una colectivización planificada, introduciendo no raramente
"la muerte
all! donde, en cambio, Dios quier-e la vida.
»La Iglesia, llena de ádmiración y simpátia hacia las conquistas
"del ingenio humano, pretmde además sa/,var al mundo1 sediento de
"vida y de amor, de los peligros que le acechan. El Evangelio llama
"a
todos

sus hijos
a poner las propias fuerzas, y la misma vida, al
"servicio de Jos hermanos, en nombre de la caridad de Cristo·: < " die tiene amor _"mayor que éste de dar uno la vida por sus amigoS>>
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"(Jn. 15, 13}. En este rnomento solemne, pretendemos consagrar todo
"lo que somos y podemos a este fin supremo, hasta el último aliento,
"consciente
del
encargo q11e Cristo mismo nos

ha confiado: «Confi,·­
"ma a tus hermanos» (Le. 22, 32).»
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JUAN PABLO I: Primer mensaje a la Iglesia y
al mundo, 27 de agosto de 1978, L'Osservatore
Romano. Edición semanal en lengua española.
Año X, núm. 36 (505), domingo 3 de septiem~
bre de 1978.
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