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Número 169-170

Serie XVII

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Frantz Fanon y la fobia revolucionaria

FRANTZ FANON Y LA FOBIA REVOLUCIONARIA
POB.
ENRIQUB DÍAZ ARAUJO
«Entonces los rufianes, los granujas, los de­
sempleados, los vagos, atraídos, se
lanzan a
la
lucha de liberación... El hombre colonizado se
libera en y por la violencia. Esta praxis ilumina
al agente porque le indica los medios y el fin».
«Los ~ondenados de la tierra», págs. 119 y 77.
La fobia es una obsesión compulsiva que deriva en una neu­
rcl6is de angustia y cuyos contenidos son varia.clísimos. Así como
se dan
las claustrofobias, las hidrofobias, las agorafobias, etc.,

cuan­
do un individuo siente un miedo
irrefrenable a

una
normal inser­
ción en una sociedad dada, se puede provocar, por reacción, un
odio tenaz y una incoe jeto de sus patológicos temores. Los especialistas en psiquiatría (1)
no vacilan en incluir
estas neurosis dentro del campo de las anor­
malidades típicas
del pensamiento. La pugnacidad del caso que
específicamente nos interesa considerar concurre, generalmente, con
un fanatismo ideológico de obvio signo revoluciooario. Además,
en estas personalida.cles anormales se suelen combinar estos fac­
tores con un desarrollo
paranoico de
tipo querellante, en
~ cual,
el delirio de «injusticia» ---aónico y sistematizado---adquiere una
dinámica notoriamente peligrosa para sus congéneres. Este somero
cua.clro clínico

que
trazamos lo
juzgamos indispen­
sable
para adentrarnos en el conocimiento de la conducta y obra del
(1) (Por ejemplo: Juan Antonio Vallejo-Nájera, lntróduG"dón a la P.ri­
quiatria,
Barcelona, 1968, págs. 114-116; y Honorio Delga.do, Curso de
Psiquialria, Barcelona, 1963, pág. 52).
12))
Fundaci\363n Speiro

ENRJQUE DIAZ ARAU/O
más afamado de los teóricos contemporáneos de la violencia revo­
cionaria:
Frantz Fanon. Porque
si sinceramente queremos hacer
un esfuerzo comprensivo de las motivaciones de este genuino pro­
f eta del odio de nuestro tiempo, teneruos que intentar aproximar­
nos
a esa fuente oscura de

sus
angustias compulsivas.
Si de entrada
no advertimos
que estamos en presencia de

un
hombre desesperado
-desde

niño-, por el color de su piel y
atormentado por
su
ob­
jetivo apatridismo, no podreruos entender nada del envenenado men­
saje intelectual que legara a
sus coetáneos. ¿De dónde, si no, brota
este
«nacionalismo tercermundista.»
sañudamente antioccidental?
Pero,
para que el lector se ubique en las circunstancias eleruen­
tales
de su vida, veamos, antes qll'<; nada; sucintamente su biografía.
Frantz Fanon nació en
Fort-de-Frant:e, capital
de la colonia
francesa de la Martinica,
20 de julio de 1925; y murió, de 11,;u­
cemia, en el Hospital de Bathsesda, en Washington, Estados Uni­
dos, ei 6 de ,dicierubre, de 196i. En 1943 se enganchó en el ejér­
cito gaullista para
cornbatir en la Segunda Guerra. Mundial. Be­
cado como ex-<:ornba:fiente ingresó en 1946 a la Facultad de Me­
dicina de Lyon, donde
se graduó 'ie,, 1952. Desde 1953 a 1956
desempeñó como jefe del servicio de psiquiatría del hospital de
Blida en
Argelia. Por entonces, colabora con el «Frente de Li­
beración Nacional», hasta que
su actividad clandestina es descu­
bierta

y tiene que reounciar,
!marchándose a Túneo: donde se .une
al
«Gobierno Provisional Argelino» que preside

Ferhat
Abbas. Allí,
a . más de trabajar como médico en los hospitales de Túnez y Ma­
nuba, se erigió .en editorialista de_ «El Moudjahid», órgano perio­
dístico

de
la guerrilla argelina. Sus últimas labores fueron de cor­
te diplomático en Ghana y
en Guinea hasta que la enfermedad lo
obligó a internarse. Durante
ese trayecto vital ha escrito: «Peau noire,
masques blancs .•. » (Plel negra, máscaras blancas» ( también traducida
como:
«¡Escucha, blanco!»); «Sociología de la Liberación» (también
traducida

como: «Sociología de la Revolución») ;
«Los condena­
dos
de la
tiemt», y «Por la_ revolución trfricanm>; obras que lo
convierten

en
d mayor peosador ~ soci•lismo tercermundista.
Examinada
la ficha, vayamos al caso.
1256
Fundaci\363n Speiro

FRANTZ FANON Y LA FOBIA REVOLUCIONARIA
Enfocada un poco más analiticamenre, esta vida nos presenta
los
siguientes rasgos. De la etapa martinicana juveni~ su principal
biógrafo,
Peter Geismar, extrae '<;Stas, conclusiones: «Fanoo pasó
parte de su juventud holgazaneando y hablando con otros estu­
diantes»; sus
padres son funcipnarios civiles
de
la colonia y perte­
necen a «las capas superiores de la clase media»; recibe una edu­
cación francesa esmerada, aunque él
evite «habitualmente las clases
de

educación religiosa de los
sába influido por
el poeta
negro
Aimé Césaire, miembro del Partido Comunista, alcalde de
Fort-de,France y

diputado al Parlamento
francés, quien, en 1956,
funda

el «Partido Progresista»
para luchar el
Caribe». Con Césaire, su profesor del Liceo, Fanoo se adhiere
sucesivamente el comunismp, a la «negritud» y al márxismo hete­
rodoxo (2). Es decir, que en él se dan las notas tipicas de casi
todos los lideres revolucionarios: una ubicadón
social muy alejoda
del

,proletariado, una irreligiosidad
completa y
una
prematura in­
$e.CCÍÓn
en el izquierdismo. Estudiando medicina

en Francia aumen­
ta esa. inclinación: «constantemente asistía_ a debates, frecuentaba
las reuniones de izquierda»; activismo que redundaba en «las la­
gunas que babia dej•do en su preparación cientifica». Junto a las
omisiones en los estudios
profesionales específicos despunta el gus­
to por las locturas desordenadas de Frend, Marx, Nietzche y Sartre.
De
ahí que

sus
primeros escritores .sean «pi<;zas de wi izquierd:isma
existencialista melodramáticas» (págs. 54-56).
Todos los da.tos ya apwitados pueden producir wia imagen

tri­
vial del izquierdista vulgar,

o, si están alimentados por un fuego
más oculto, de la de Wl revolucionario más notable. En Fanon se
da

la
segunda situación. Y

la
razón --0 sinrazón- está en la ano­
malía de su
personalidad. Es

él mismo quien lo confiesa en su
primer libro:
«Yo
me
rebelo contra
toda. comprensión patemalista ...
lo

importante es saber si
'1e "" posible al negro superar su
setimiento de disminutión, de expulsar de

su
vida el carác­
ter

compulsivo que le
asemeja tanto al comportamiento del
(2) Fanon, Granica, Bs. As., 1972, págs. 19, 20, 23, 29, 30, 31, 40.
1257
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r
ENRIQUE DIAZ AJIAUJO
fóbfro. En el negro ha,y una exacerbación ,tfectiva, una rabia
de sentirse pequeño ... es un objeto fobígeno, angustiógerio ...
Ante el blanco, el negro .tiene un pasado que valorizar, una
revancha que tomarse ... Iba a probar mis incisivos ... ¿Cómo?
¿De manera
que

teniendo
todas fas razOtlleS del mundo para
odiar y de/estar se me rechazaba? ... Delimitado el campo de
batalla,
entré en liza... ¡ Iban a ver!... Sentí nacer en mí
ta, bojar del cuchillo. Decid! defenderme ... Vergüenza y des­
precio de mi mismo... Aqul y allá soy prisionero del circulo
infernal
...

¿Dónde
situarme? ¿Dónde, si ustedes prefieren,
me meto? Martiniqués, originario de «nuestras» antiguas co­
lonias,
¿dónde
podrla esconderme? ...

En vista de que en el
plano de la
razón no habla acuerdo posible, me lancé hacia
/" iMacionaliddd
... Quería ser tlpicamente negro, no me fue
posible. Qnise luego ser blanco, más valía relrse» (3 ).
Las palabras transcritas valen por sJ solas para probar cuál
era el estado mental de su autor; no obstante, y a mayor abunda­
miento, lo confirmamos
. con

la
información de

su biógrafo. Dice
Geismar que

el
Hbro fue escrito len un estado de «situación límite»
entre
la
cordura y la locura, con una «profunda confusión» por
«las depresiones agudas q. inclusive en las· crisis nerviosas»; que
se
traduce en un
estiló poético-prosaico usado «irracionalmente,
casi
sensualmentó>. E

indagando
por las circunstancias de la gestación
de la
obra, da

con
el drama

del
racismo negro
que
vivla Fanon.
Al
embarcarse en La Martinica en su buque de guerra para el
Africa del Norte
parece que

sorprendió
a unos

oficiales blancos
haciendo
el amor con unas voluntarias negras; ali! «se produjo
una crisis».

Luego en Tolón,
cuando 1a celebraclón de la victoria
aliada, vio ( italianos; eran las mismas mujeres que hablan rechazado a los re­
clutos negros franceses». Por

tal motivo, Comenta Geismar,
«en el
momento

que regresó a su
tierra natal, algunos de sus más amargos
sentimienlus
hablan madurado ya». La fobia seguirlan creciendo,
al punto de suponer que en Lyon «ni siquiera las prostitutas que­
rlan
a los clientes
negros».
La verdad es que .él mismo, en esa
(3) Piel negra, máscaras blancas, Bs. As., Abraxas, 1973, págs. 25, 27,
186,

95, 94, 97, 96,
93, 101,

109.
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FRANTZ FANON Y LA FOBIA REVOLUCIONARIA
ciudad, tuvo una <~liaison» con una estudiante blanca, y cuando
ella

quedó embarazada no sólo no se casó sino que se negó a
reco­
nocer

a
la hija nacida de ese enruentro. Lo llamativamente para­
dój cu, esie asunto es la conclusión q® tanto él como su bió­
grafo sacaron: «Lleno

de vergüenza y de
o sí mismo, se
apartó
del

mundo blanco, donde resulta
evidente que si algoien lo apre­
ciaba no era por su
color» ( 4). Esta ap=iación es absurda, como
lo es la del propio Fanon cuando le imputa a la novelista negra
Marorte Capécia el acto < personaje de
una negra atraída por hombres blancos. La < tud», en él, no es sino odio racial
y venganza se:rual, «fobia», en
definitiva.
¡Escucha, blanco! es, «en realidad, el diario de un intek:ctual
que

está recobrándose del
trauma producido por

una tardía intro­
ducción en el mundo occidental», afirma
Geismar (5). Lo cierto
es
lo contrario: su acceso a la cultura latina había acontecido tem­
prano,
y el trauma psíquico empezaba a desarrollarse, sin recupe­
ración posible, tardíamente. Lo que sucede es que la fobia anti­
blanca se orienta
y polariza luego en otros tópiooo. Así, la «S ()­
ciolo gía de la liberación» (6) >,i¡ ya, 4Cgún Geismar, «un estudio
sociológico del nacionalismo
tett:ermundista... una
elaboración de la
idea de que el poder de la revolución residía en una mutación
ra­
dicaA de la sociedad argelina a partir de 1954 ... La anterior preo­
cupación
del autor por las cuestiones raciales se ha disuelto en un
vigoroso movimiento
hacia la revolución». Y
para corroborarlo, trae
la cita del
«diario» de

Fanon donde éste
expresa que ha pasado a
< ban lo contrario: el odio rada:! sólo se ha sublimado y transfor­
mado en la
fobia revolucionaria.
Acá
ya tenemos como telón de

fondo la rebelión
argelina, cuyos
hechos reales,

lamentablemente, por
razones ck, espacio, no pode­
mos detallar. En todo
caso, el lector puede acudir a obras bien
( 4) Op. cit., págs, 57, 28, 29, 41, 48, 53, 55, 57.
(5) Pág. 14.
( 6) Bs. As., Testimonio, 1970.
(7) Op. cit., págs, 118, 14, 167.
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ENRJQUE DIAZ ARAUJO
documentadas, tales tomo «La ~peranza traicionada» de Jaa¡ues Sous­
telle, la «Historia del Frente de Liberación Nacional» de Jaa¡ues
C.

Duchernin,
< rra moderna y la lucha contra las guerrillas» del jefe de paracai­
distas Roger Trinquier,

«Autopsia de
l:a guerra de Argelia», de Ph.
Tri'pier o -las apasionantes novelas de Jean Larregny sobre los «cen­
turfones» y «pretoria.nos» -que tuvieron que enfrentar esa guerra
revolucionaria. En

síntesis, se
trata de la «gnerra sucia» propuesta
por los guerillerós fellaghas (violaciones, castrarnientos, degollacio­
nes
y terrorismo a granel) qué dfo COl!l el contraterrorismo de los
fran=és ( en el que se destacaron las tropas de Bigeard, Trinquier,
Massu y el «V Burea.u» de Goddard). Violencia. por violencia., triun­
faba la segunda, cuando De Gaulle traicionó a la -Argelia francesa
en Evian,
dando, así pábulo a la teoría de «la invencibilidad de la
rebelión».
¿Cuá:l era el papel de Frantz ""'10J1 en medio de esta guerra
sucia? Sus apologistas pretenden que al comienzo 'era un simple
médico
psiquiatra quei, ante el espectáculo de la lucha anticolonia­
lísta y las torturas físicas o psíquicas de sus parii:ntes Arabés,
se enciende de indignad~ se pasa at! FLN. No hay tal cosa.
«Yo abandoné
Argel

e
ingresé al Hoopital Psiquiátrico

de Blida,
que
!ella la reputación de ser un nido de fallaghas)>, nos informa
el
propio Fanon en su «Sociologia» (8).
Allí,
por fo menos, se
puso
en contacto directo con

la guerrilla
a través de intermediarios
como Luden Guerrab, _ Charles Geromini, Lacaton y

Pierre
Chaulet.
Desde

1955
escribe pa.ra los diarios clandestinos del FLN y «después:
de
su encuentro coo Chaulet, prestó asistencia. médica al adminis­
trador
máximo del FLN en -1, zona de Argel ... , también guardó ar­
mas
y
municiones en [os ¡,abellones del este>>_ Pero lo extraño,
como agrega

Geismar,
es saber «por qué Fanon escapó a la prisión
durante su permanencia en Blida

... ,
es curioso que Fanon se haya
librado

de
los castigos más severos» (9). La e!xplicación tiene un
nombre
propio:
Frdncis Jewmm. Este profesor de filosofía, prolo-
(8) Pág. 145.
(9) Op. cit., p4gs. 85, 86, 88, 99, 102_
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FRANTZ FANON Y LA FOBIA REVOLUCIONARIA
guista del ¡Escucha, blanco,!, era la cabeza de una red de espio­
naje descubierta y caraw!lada luego corno la «red Jeans=>, que ope­
raba en la metrópoli -'ron las ben,ditiones de Jean·Paul Sartre y
su conocido séquito de la «nouvelk; g¡auche»-, con conta<:to5 con los
sucesivos gobiernos fraoceses y que constituía una auténtim quinta
columna («VIII Wilaya» era su rótulo ~tre fos fal.laghas), a la
que no
eran ajenos ni el propio Ja.cques Chevalier, ministro resi­
dente
en Argelia y luego mirustro de Guerra. Es decir: el clásico
emboecamiento de los ,intelectuales instigadores de las g¡uerrillas re­
volucionarias en todo el mundo, que desde sus parapetadas posi0
ciones org¡anizan el sabotaje, el espionaje y la traición, sin correr
=yoces riesgos.
Descubierto, Fanon pasa a Túnez a trabajar con Yazid y Abane
Ramdane, secuaces de Ben Keddha, el lider ultraizquierdista del
G.P. R. A., y enemig¡os de Ferhat Abbos, quien «representaba. una
poderosa tendencia que Fanoo. aborrecía». Dentro mismo de ese sub­
grupo,

la viok,,cia artera
era una regla· establecida. Anoto, Geismar:
«Fanon 1era consciente de las serias diferencias de opinión que exis­
tían
en el seno de la revolución; sabía que las camarillas de poder
rivales no hablan vacilado en ordenar eliminaciones, Pero no creía
que fuera

útil
da,r a conocer públicamente
los
f(atricidios politicos
...
,Loo amig¡os de

Fanon, que en
Ita actualidad viven ..,_ Arg¡elia,
sostienen
que después de

1960,
éste se sentía, cuando menos, an­
gustiado al hablár de ¡,. revoh,ción» {10). Vemos aquí cómo el odio
es un «boomerang» ra:uttente que abraza a los revolucioo.arios y
que, en el caso de nuestro persona.je, agrava sus originarias an­
gustias fóbicas. Por lo ¡demás, corno lo narra Renate Zahar, «la muer­
te de
Abane Ramdane, su compañero de lucha política y su amigo,
debió ser un

fuerte
golpe para Fanon, máxime que en «El Moud­
jahid» tuvo

que dar la versión oficial,
falsa, sobre su muerte. Abane
Ramdame fue asesinado sobre la frontera argelino-marroquí por
manos argelinas» ( 11). M.ayor aún debe haber sido su preocupación
(10) Op. cit., págs. 170, 172.
(11) Colonialismo y enajenación, Contribución a la teoria po./ltica de
Frantz Fanon, Bs. As., Siglo Veintiuno, 1972, pág. 6.
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ENRIQUE DIAZ ARAU!O
ruando ,Je volaron el jeep que. conducía, como «parte de un in­
tento

de a. las propias filas de la revolución», lo que le
obligó a
internarse en

un
hospitwl de Roma, lejos de sus queridos
fellaghas.
Sin emb
esto
habla Fanon en su «Soci<>­
logía».
Este libro, ni es un « estudio» sobre el colonialismo ni una
descripción objetiva

de la
lucha orgelina. Es, lo dice Geisma.r, «un
mam:raJ
para uso de los cuadros del l'. L. N.» (12). Y, como pan­
fleto que es, empieza por el slogan de que «ninguna rebelión ha
sido
jamá& venciw> (13 ), justamente en el momento en que el
general

Challe, con una
serie de

operaciones,
destruía Wila,'as en­
teras del

A. L.N.,
brazo '!1'll)arlo

del FLN.
Desenvuelve luego
Fanon el

objetivo central de su escrito: justificar el terrorismo fe­
llagha
y condenar el contraterrorismo francés. Para lo primero, en­
comia
la figura del «fidab>, el terrorista argelino, quien «tiene una
cita con la wla de la Revolución y con su propia vida», por lo cuail
no debe va<:ilar en matar a quienes «representan un obstárulo para
el proweso de la Jl<,volución». En~a, así, a la «joven, con una
maletita en

la
mano», que «lleva Ja muerte al enemigo y la vida a
la Revolución».

Además de la
«mujer-arsenal», elogia al «asesinato
de
algunoo médicoo en Argelia»; «el médico muerto en Argelia
aisladamente -dice--, -es siempre un criminal de guerra». Pero,
al. tratar del segundo tema, sus criterios se invierten. Para referirse
a
Jos
a<:tos de. B¡,llounis y sus formaciones de nativos «harkis», re­
rurre al concepto jurídico

de «criminales de
~. «Los ch..:aies
no se
a.Jirn la
sangre y el crimen se ha insblllado ten:a2llllente en el corazón mismo
de esas criaturas que, debe también decirse, son matecia digna de
ser
estudiada por. Jos alienisrns» ( «sociología», págs.

40,
36, 110,
111,

124).
Eo verdad, aquí queda resaltada la tendencia a la esqui­
zofrenia, de
desdoblamiento de fa facuiltaxl. juzgativa, que se da en
muchos revolucionarios. Como Marcuse, Fanon sostiene impávida­
mente
que hay un «terrorismo bueno» y un «terrorismo malo»; de
manera tal que ruando los franceses matan son unos chacailes se-
(12) Pág. 124.
(13) Pág. 16.
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FRANTZ FANON Y LA FOBIA REVOLUCIONARIA
diento< de s.agre, mientras que cuando .Jo.s argelino& colocan bom­
bas o castran son uno., héroes de la liberación ... ¿En qué categoría
ubica,ría, por ej
un
Ben Tobbal, llamado «el Beria del FLN»
( autor de unas instrucciones, para guerrillero5, cuyo número dos bis
preveía la castración sisttllllática de lo., <:adáveres de 106 soldados
concriptoo franceses sin

excluir la posibilidad
de Ia previa violación
y
abuso deshonesto)? Fanon no
lo resuelve, aun cuando no ignore
que
se le

tenía
por inspirador de Ias «-desapariciones» de Abane Ram­
dane y del jefe de la «Zona Autónoma.» de Argel, Azzedine.
Ütr06 tópicos que aderezan esta obra son los de la «pedagogía
revolucionaria>>, mediante la corrupción de las costumbres de las
mujeres musulmanas, y el de > del frente civil francés.
Esta
segunda materia la conocía muy bien por dentro; y puede así
elogia, a

los
«políticoo europeos y funcionarios de

la
admiru.,,tración,
(

que) proporcionan a las
células del
FLN
pasaportes, faisa,¡ cartas
de

identidad, credenciales de trabajo
falsificadas»; a las «clínicas
amigas» que atienden a los moudjahids;

a
los colonos
que «ayudan
finmciera.mente a Ia Revolución argelina¡ aunque sean tlldadoo de
«comunis,tas»; a Ja «prensa democrática>> ( «L'Express», «Le Monde>>,
«L'Humanité» ... ) que informa con «objetividad» sobre la guerra;
etc. (14).
Objetividad que el trasunta

en este
pó,rrafo: «Hoy,
no
hay un
muerto en Argelia que no sea la

víctima
de!l codoniafümo
frantés
... y más aún: no hay un solo deceso de argelino fuera de
Argelia que no se
atribuya al colonialismo francés»
(
15). As,i de
grosera, es su esqU tender, en

su
desai.rgo, que

Fanon con esto no hacia sino
seguir Ias
instrucciones tácticas de los fellaghas, Argumento que contiene su
cuota de
verdad; ya que,

vgr.,
en 1957, el líder

del FLN,
atl tiempo
que
desataba una feroz campo.ña terrorista, rogaba «a todos ooestros
amigoo
que rmlicen toda
la
campo.ña que sea necesaria a fin

de que
la legalidad sea restablecida. En caso contrario estaremos perdidoo»
(cit. por R. Trinquier, op. dt., pág. 91). Mas tal duplicidad opera­
tiva,
en el
caso de nuestro personaje, se encontraba

abonada por un
(14) P"@!. 56, 60, 111, 131, 133, 135.
(15) Pág. 95.
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ENRJQUE DIAZ ARAUJO
material fóbiro que lo llevaba a a mentiras
propagandísticas.
El apogeo de

la
anormalidad psíquica de Fanon queda docu­
mentado
en su tercer libro: «Los comlenadus de la tierrtt>> (16).
Se configura aquí su más encendido y rechinante· alegato antlcolo­
nialista,

que
resulta más notable por cuanto él mismo ha escrito
antes
en

«¡
EOCU<:ha, blanco!»:

«Yo
soy francés.
Estoy
interesado en
la

cultura francesa,
do. la civiilización francesa, en el pueblo fran­
cés ... Me interesa personalmente

el
destino francés, los

valores fran­
ceses, fa-nación francesa.. ¿Qué me va o me viene a mí con un im~
perio ,regro?» (17). Ahora, en cambio dirá: «No penlarnos el tiem­
po en estériles letanías o en mimetismos n1lllseabundos. Dejemos a
esa Europa... Podemos hacer cualquier cosa a:hom a condición de
no
imitar a Europa... Tratemos de inventar al hombre total que
Europa
ha
sido incapaz de hacer triunfar ... La humanidad espera
algo más de
nosotros que

esa
imitacfón caricaturesca y en general
obscena ... El Tércer Mundo está ahora frente a Europa» (18). Es
él, obviamente,
más que 1os africanos, quien se ha zambullido en
el tod,ellino de la pasión anticultura!l. Pasión desord,,nooa que le
hace faltar a toda lógica ya que · comienza oponiendo cultura euro­
pea a cultura nacional, para mnninar negando a la nación. En efec­
to: si iniciailttrente -y con razón-pide ,que se tenga presente «la
necesidad
de una eicistencia nacional ~ lo que cueste», y recuer,
da que <~luchar por la cultura nacional es, en primer lugu, luchar
por la liberación de la nación, matriz material a partir de la cual
resulta posible la cultura», luego afirma que: «El nacionalismo no
es una doctrirut pwítica, no es un programa... hay que pasar rápi­
damentre de la conciencia naciona!l a la conciencia política y social.
La nación no existe en ninguna parte, sl no es un programa elabora­
do
por una dirección revolucionaria» . (19). ¿Qué explícaclón pue·
de tener esto? En primer término la de la. ideología hege1iano-ma:r-
(16) México, Fondo de Cultura Económica, 3-ª reimpresión, 1972.
(17) Op, cit., págs. 187, 167.
(18)
Págs, 191,

282, 291, 290.
(19)
Págs. 223,

214,
185,
1264
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FRANTZ FANON Y LA FOBIA REVOLUCIONARIA
xista dcl autor que le hace creer que la nación, es sólo _conciencia
nacionail, de fom,a tal

que ella no
tendría existencia propia fuera
de la cabe2a de loo ideólogos. Otra. explicación la proporciona el
folklorismo telurista que, confundido con

el
genuino -nacionailismo,
lo

lleva a
caer en extremos de imensate,: antieuropea,; fenómeno
muy

frecuente entre
los tercermundistas

que
o&:ilan entre la xeno"
filia y la xenofobia, sin pasar nunca por el sentido común. Y el
tercer factor

es el antes
apuntado del yista.
Geismar mismo -indica que esta obra contiene < autocrítica», y que < que

el
impulso revolucionario

de Fanon
se nutria del odio a si mis­
mo» (20). Y así es en realidad.
Donde la compulsión irreprimible que lo afectaba queda más
de manifiesto es en la parte en la que ""P""" su teoría de la vio­
lencia.»

¿Cómo
pasaremoo de la atmósfera de violencia a la vio­
lencia
en acción?», comienza por indagarse. Y se responde con el
ejemplo
de fos Mau-Mau

de Kenya,
quienes, «eitigíÍlll que

cada
miembro del

grupo
golpeara a la víctima». Es decir, que Fanon
plantea
-o replantea la tesis de Engels del «Anti•Dühring»-, la
doctrina del odio colectivizado. Nos-dice al respecto:
«La violencia
es entendida como la mediación real... Para
el pneblo colonizado esta violencia... revisté ca,racreres posi,
tivoo,
formativos, Esta praxis violerua. es totalizadora, puesto
que
cada uno se convierte- en un eslabón violento de la. gran
cadena... Iluminada por la viOlleucia, la conciencia del pueblo
se rebela contra toda pacificación... es uua expresión de
1111a agresividad por fin socidiziM> {21),
Conforme a la expresión fanonia.na, sería ésta una real teoría -del
«chac'alismo>> ; uua convocatoria a lo peor de cada ser humano; al
monstruo que duerme en carla uno de nosotros, según lo dijera
Pascal; el
«homo

homini
iupus» de Hobbes, transfigurado en el
Mr. Hyde del tercetmundismo. La tesis de una soci~lización del
(20) o¡,. cit., págs. 185, 164.
(21)
Págs. 63,

77,
85, 84,
283.
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ENRJQUE DIAZ ARAU/O
rencor, que glorifica. la tirania de la puñalada ailevosa, del homi­
ciwo polítiC!) proiclitorio e insidioso. Y, como él bien sabe, que la
gente
con un minimo de sentido moral se

rebela
ante esa perspec­
tiva, pasa a enumerar aquellos otros entre los allliles podria tener
acogida su teoría:
«es evidente que en los países coloniaJ!es sólo el campesi­
nado
es revoluciona.rio. No tiene nada que peroer y tiene
todo
que
ganar. lll campesino, el dedasado, el hambriento,
es
el explotado que descubre más prooto que sólo vale la
violencia...
que el colonialismo no cede sino cou el cuchillo
1 cu.ello

... es en
esa masa, en

ese pueblo
de los. cioturones

de
miseria, de las
casas de lata, en el seno del l11mpenprole­
tariat donde la insurredón va a encontrar su punta de lanza
urbana
... los ¡óvenes gr""11jas que perturban el oroeo estable­
cido... Ese lumpenproletariat, corno una jauría de ratas, a
pesar de las pata.das, de las pedradas, siguen royendo las
raíces del árbol.... signifim la probreidwnbre irreversible, la
gangretia ... También las prostitutas ... las desesperadas, todas
y todus los que oscilan entre la l(J(ura y el suicMiu ... Todo
movimiento
de libéración nacionaJ! debe prestar ,1 máximo
de atención, ,pues, a ese lumpenproletari ponde a la llamada a la insurrección» (22).
«El proletariado de
la ca,oalla», la «golfocracia», de fa que
hablara Carlos
Man:, despectivamente, en «Bl Manifiesto Comu­
nista» y en la «Lucha de clases en Francia»; los «declassées», reci­
ben aquí el espaldarazo de la teorización revolucionaria, P""ª ser
promovidos a
genuinos reidentores de

la Humanidad.
Enfrente de
estos
la
periferia», Fanon coloca a los obreros orga­
nizados:
«el proletariado tiene

mucho que
perder». Porque, además,
«son esos elementos ( obreros) los P""tidarios más fieles de los
partidos
nacionalistas» (23).

No tanto
cnanto obreros sino por na­
cionalistas; porque: «¿Qué es el nacionalismo? ¿Qué ponen uste­
des
detrás de
esa palabra? ¿Qué contiene ese vocablo? ¿Indepen­
diente
para qué?», se interroga --- (22) op. cit., pá~. 62, 110, 100, 113, 118, 119, 120,
(23) Pá~. 125, 54.
(24) Pág. 114.
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FRANTZ FANON Y L4 FOBIA REVOLUCIONARIA
Bl martiniqués afrancesarlo y renegado no podía entender la reli­
gación que se establece ootre el hombre y la. tierra en que ha
nacido. De ahí estas preguntas insensatas, que sólo un paria podía
formularse Y como no entiende que .Jos árabes o loo africanos se
juegen la
vida por su patria, él, que die.e acompañarles en su
empresa de «liberación», en

realidad
se dedica a

criticarles y censu­
rarles.
«La furia

de
Fanon -observa. Geismar-se dirige contra las
nuevas
burguesías que esperan gobemar después de la independen­
cia»
(25). «La traición no es nacional, es una traición social»,
grita
tratando de desviar la luma planteada hacia el socialismo. Pi­
de que !os
«activistas» controlen y orienten el movimiento «trans­
formándolo
así

en guerra
•revolucionaria>>; que se erijan «tribuna­
les revolucionarios» y «legiones de comisarios políticos», y que las
masas sean encuadradas por «los intelectuales altamente conscientes
y armados de principios revolucionarios». Esta es la faz más utópica
de
su alegato. Este <, como lo llamara Fran~ois
Bondy,

en plena
vorágine bélica quiere suprimir a los dirigentes na­
turales de los pueblos que lucban por su emllllcipación. Para ello
sienta
otro dogma sociallista: «la burguesía nacional de los países
subdesarrollados
es incapaz de cwnplír ninguna misión» (26) ; y
aconseja un mecani•mo dernocrático-utopism: «las masas deben po­
der reunirse, discutir, proponer, tecibi:r iostrncciones... El combate
colectivo

supone una
responsabilidad colectiva en la base y una res­
ponsabilidad colegiada en la CÍ!na>> (27). Si se recuerda la entidad
del lumpen
al que están destinadas estas e:xhortaciooes de < sabrl.idad», se terulrá una idea aprooclmada de la quimera contradic­
toria que enf ebrecía su imaginación. El coronel Boumedienne, en la
Argelia
«liberada>>, encarcelando a

Ben Bella de
por v,ida por el
delito de «charlatanismo», y eliminando a los otros «jefes históricos»
(Ben Keddha, Kirim Belkacem, Ferhat Abbas, etr.), há proporcio­
nado una respuesta adecuada a las ilusiones de Fanon.
Presintiendo, quizás,
el fracaso de sus esperanzas argelinas, Frantz
(25) o¡,. cit., pág. 188.
(26) Pág. 156.
(27) ·Págs. 177, 182.
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ENRJQUB DUZ ARAUJO
Fanon vuelca sus últimas energí1'S en trabaja.e a favor de un moví.
miento socia:lista panafricano. De esto da buen11 cumta su libro
«Por la ,-gvr,/ud6n '4ricant1>>-(28). En Guiuea y en Ghana se vin­
cula a Sékou Touré y .a Kwrune Nkrumah y a otra serie de pollticos
marxistas, y sus destempladas opinfon:es, tajantes y ca.cgadas de ira;
las va llevando a:! papel. Es Geismar, nuevamente, quien 1100 comu,
irica
que se trata de uu «""til de combdt>>, uu acto de < propagandista revollicionario, con

el que
quería despertat la

furia
de loo explotad06)>, pa,ra convertirlos al socialismo (29). Pero el
diplomático Fanon es otro fracaso: adquiere «farna por su violenta
hostilidad social», por sus «acostumbrados accesoo de furia», y, so­
bre. todo, «Fonon subestimó '1os factores capaces de deteriorar el ra­
dica!lismo supranacional : .el egoíS!DO de ciertos lideres, la profuuda
influencia de fas distintas tradic;ion,,s coloniales, la hootilidad entre
los puebloo musulmanes y lors no musulmanes, etc.» (30). Sólo que­
da como saldo de esa gestión y del libro _que la relata el retomo, uu
eterno-retomo, ala <(llegritud» que desde niño lo atorm,ntaha.
Y viene el illtimo acto, en.vuelto, como todos los suyos, en la
paradoja. El panegirista del lumpen, que encargaba su ropa de me'
dida a Europa, el enemigo jurado de Norteamérica ---{(el pa!s de
loo linchadores»--, cuarulo se siente enfermo, busca el auxilio de
Roberto Holden; para que a tra-vés de tll la CIA lo salve. Consegui­
da su
internación en EE. UU, excfarná: «Lo que me irrita. .. es que
me
estey muriendo en Washington de leucemia ... podría haber muer­
to
en el campo
de bata.lla, luchando contra di enemigo>> (¡¡ ! !). Lo
que
sucede es

que a
Ja enfermedad del cuerpo le ha ganado a la de la
psiquis. En
el hospital -basta donde lo sigue su devoto Geisma.r-'­
«pensó que las fra:uent complot para convertirlo en blanco». El trauma racial, como el cán­
cer,
lo había devorndo.
Su obra, dice

uu
discípu1o a.cgentino, adolece

de una
«perturl>a-
(28) México, fondo de Cultura Económica, 1965.
(29) Op. cit., p,lg. 195.
(30)
P.

Feismar,
Op, cit., págs. 130, 168.
(31) Págs.

182, 181.
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FR.ANTZ FANON Y LA FOBIA REVOLUCIONARIA
dora falta de unidad»; no obstanre lo cual, su meollo =irle en
«destacar el papel educador y moralizador de la violencia» (32). Ese
es, en efecto, su mensaje definitivo a sus partidarios tercermun­
distas: el de la ira homicida. Como él deprociaba a las religiones,
que

no
hacen sino «ofrecer la otra mejilla» (33), y como según
las fotoo presentaba desde joven ún 'profundo corte en ~ mejilla,
quizás
por eso tarl,iéti prefirió tajearse su alma. con un cuchillo
ideológico.
Odiaodo sin

límites,
no hacia, en el fondo, sino odiarse
a
sí mismo. Una trágica
y amarga Jocción la suya.
(32) Carlos A. Fernández Pardo, Frantz Fanon, Bs. As., Galerna, 1971,
pág. 89.
(33) «Los condenados de la tierra», pág. 59.
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