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Número 173-174

Serie XVIII

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La recta concepción cristiana de la liberación

LA RECTA CONCEPCION CRISTIANA
DE LA
LIBERACION
Libertad, ¿en qné sentido?; liberación, ¿de quién, de qué con­
dicionamiento?, ¿ de qué eB"claVitud? Ea un "volver a en­oontrarse" en Cristo, que es "el camino, la verdad y la vida".
« ... vu,otros sois ¡,articularmente sensibles al grdl'I ¡,roblema de la "«libertad», (/e la <
yo:
"«libertad», c"en qué sentida?; «liberación», r:"de q,;Mn, de qué, de
"cuál condirionamiefllo, de cuál esclaivitud?»
".
«Evangelizar significa hacer todo lo ¡,osible, según nuestras cá­
"¡,acidades, para que
el hombre «crea», para que el

hombre se
vuelva "a encontrar a sí mism0< en Cristo, par~ que en El encuentre el sen­"tido ¡,leno y la dimensión justa de la pro¡,ia vida. Este «volver a
"encontrarse» es, al mismo tiem¡,o, la fuente más profunda de la !i­" beración del hombre. <
libres»,
nos dice San Pt>blo (Gál 5,

1).
Ciertamente, la.libe­
"ración es 1111a reali4ad de fe, .inserta prof1111damente en la misión
"salvífica de Cristo, en s11 obra, en sus- enieiútnzat.» ,,
< "verdad: «C y la verdad os librará>> (Jn

8, 32).
"En
esta afirmación se halla la significación íntima. de la libertad· que "Cristo nos da. LtJ liberación es una lranrformación interior del hom­
,, bre, en cuanto, con.sec11mcia_ dimanante del conocimiento de la verdad; "se trata de un proceso espiritual de maduración, mediante e! cual el n hombre se convierte .en representante y p01'tavoz de Ita «justicia y "santidad verdaderas» (Ef 4, 24) en los distintos niveles de Pa vida "¡,ersonal, individual y sodd. Pero esta verdad no es la sim¡,le verdad
"de carácter- científico' o histórico,-es Cristo mi.smo -Palabra del "Padre encarnada-, que puede decw de Sí mismo: «Yo soy el ca­
"ri-úno, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). Por ello, durante su vida "ten-en.a, Jesús se opmo ,reiteradamente_ y con fuerza, oon firmeza y
,, decisión, a la «no verdad», si bien era consciente de lo que le e.s­"p-eraba.
287
Fundaci\363n Speiro

»Este servicio a la verdad, ¡,artici¡,"ción en el servido pr1>fético
"de Cristo,
es tareá de k, Iglesi<>, :, procura cumplirla en los diferentes
"c0ntexlos históricos. Hay que denomind!f' claramente por stt nom·bre
"a /" injusticia, a la expfotadón '!le/ hombre ¡,or el hcnnbre, a k, ex­
"plotación del hcnnbre ¡,or el Estado o ¡,or organismos encuadr "en
los sistemas o

reglmenes.
Hay que llamar por ;11 nombre a todas
"las injusticias soct'ales, a toda discriminación, a toda violencia contra
"el hombre, sea en -el cuerpo
o en el espíriw., en la conoi,e~ o en
"la dignid »IA liberación ..,.,.anc", .incluso en su significación social, del
co­
"n1>cimiento y ¡,roe/amación ,mdaz de /(J verdad, sin manipulaciones
"ni falsificaciones
de ninguna clase.
»Jóvenes y muchachos: Estad intensamente unidos siempre tam­
"bién voso·tros a Cristo-Verdad;
sed testimonios de /,J Verdad que
"es
El mismo y su mensaje, frágil y fuerte al mismo ;iempo, CMJ­
"fiado al ,J,ombre. ¿Recordáü ¡,. medit,.ción llena de lllZ de Pascal
"sobre
el hcnn•bre? «El hombre es sólo una caña, la caña más.débil
"de la naturaleza; ¡,ero es una caña que piensa. No pace falta que
"llegue " arm el-universo entero para a¡,lastarlr,; un vapor, una
"gok>
de agua, bastan para -maMrlo. Pero aun er, ,/ caso de que el
"universo lo aplastara, el hombre seguirla siendo más noble que
"aquello que
le había ¡,rqducida la muerte, porque sabe que debe
"morir 1 cono-ce lea superioridad del uni-verso ,sobre él; pero e/, rmi­
"verso no sabe nada» (B. Pascal, Pensamientos, 347 ).
»Pues bien, esta caña frágil, precñamente parque «piensa», se ru­
"pera a
si

misma;
lleva dentro

de si
el misterio trascendental y ;,.
"«inquietud cread!>fa>> que de aquél diman". Y, sin embargo, jusla­
"mente

en
estos tiempos se anuncia que la premist1 de la «liberación
11 del hombre>> sería. su liberación «de Cristo», de su mensaje, de su
"ley de ;amor; es decir, de /ti religión, a la que se califict1 de < " dón
del

hombre».
»Queridisimo,: Cristo os espera para liberaros del mal, del pe­
" cado, del error,
o sea, de k,s verdaderas rdÍces de /.,, que brotan
"las miserias que degradan
y envilecen al hcnnbre. Sed siempre ¡,ro­
"fetas
y testigos de la verdad.»
288
JuAN PABLO Il: Alocución a los jóvenes en
la Basllica Vaticana, 21 de febrero de 1979,
L'Osservatore Romll1W. Edición semanal en len­
gua española. Año XI, núm. 8 (530). Domingo
25 de

febrero de 1979.
Fundaci\363n Speiro

La verdad que viene de Dios trae consigo el prinmpm de la
auténtica liberación.
De su conocimiento vivo depende el
vigor de la fe. Este es el único evangelio que ha plasmado
lo mejor de los valores de nuestros pueblos.
<<. •• como Partores tenéis la viva cf7'fJcienda de que vuestro deber
''principal es el de ser maestros de la verdad. No de una verdad hu-
11 mana y racional, sino de la verdad que viene de Dios; que trae con­
,, sigo el principio de la auténtica liberación del h(Jlnbre: «Cono'Ceréis
"la verdad
y¡., verdad os hdrá libres» (Jn 8, 32); esa verdad que es
"la única en <7frecer
und base sólida para una «praxit» adecuada.
»Vigilar por la pureza
de la doctrina, base en la edificación de
"la comtltddad cristiana et.r, pues, junto con el anuncio- del Evangelio,
"el deber primero e insustituibk! del Pastor, J.11 MaeJ'/ro de la fe.
»De vosotros, Pastores, los fié/es de vuestros pdses esperan y re­
,, claman, ante todo,, una cuidadosa y celosa transmisión de la verdad
"sobre Telsucrisfo, Esta
se encuentra en ~ centro de la evangelización
"y constituye su contenido esencial: «No hay evangelización verdaderá
"mknlra.r n(I-Je t1nunCle el nombre, }a vida, las p,romeitAr, el rema,
"el mi!terio de !elsús de N,r,;aret, Hiio de Dios» (ib., 22).
»Del
co11(JCimiento vivo de eJ'la vhdad dependerá el

vigor de la
"fe de mil/011,s de hombres. Dependerá también el valor de su ad­
" hNión a
Id Iglesia y de s11 pres,encia detivá de cristianos en el mundo.
"De eJte conocimiento derivarán opcioneJ, valoresJ delitudeJ y com·­
"portamientos cap=s de orientar y definir nuestra vida cristid11a, y
"de crear hombres nuevos y luego' una humdttldad nueva por la con­
"versión de la conciencia indlvid11al y social.»
" . . . . . . . . . . . . . .
«Remo,, pues, de confesar a Cristo d11te la historia y ante el mun­
" do con convicción profunda, sttntida, vivida, como lo confesó Pedro:
"«Tú "'1é"S el Crist", el Hiio de Dios vivo» (Mt 16, 16).
»Esta es la B11ena N utici;,, en un ciert" 1entido única: 1,. I gleda
"vive por ella y P"'ª ella, así com" sdea de ella /(ldo lo que tien,J para
"ofrecer a los hombres, sin dt!tinción alguna de nación, C11!turt:1., raza,
"tiemp(), edad o c011did6n. Por eso, «desde esa confesión ( de Pedro),
"la historia
de la salvación sagrada y del Pueblo de Dio, debía ad­
" quirir una nueva dimensión»
( homilía de Ju..n Pablo II en el co­
"mienzo S(lMmrle del p011tificado,
22

de
octubre de
1978).
»Erte es el único Evangelio, y «aanque nosotro-s o un ángel del
"cielo o,s an1111ciare otro evangelio distinto ... , ¡.rea anatema!», como
"Ncribla c011 paJabrar bien claras el Apóstol (Gál 1, 6) .»
" . . . . . . . . . . .
< 289
Fundaci\363n Speiro

"lo mejor de lorvtN'OreJf de vuestro-.r pueblos y tendrá que seguir ani•
"mandtJ, con todas las energítAs, el dinamismo de .ru futuro. Es ésta
"la
fe que re1Aela Ja vocación de concordia y unidad que ha de deste­
"rrar los peligros de guerras en este continente de etrperanza, en el
"que la Iglesia
ha

sido
tan p,otente factor de

integración.
Esta fe,
en
"fin, que con tdl1lta vl,ta/idad y de tan variados mo-do'S expresan los
"fietes de América !Latina a traevés de la reUgio,idad o piedad popular.
»D,sde esta
fe en Cristo,

desde el
seno de la Iglesia, somos capa­
,, ces de servir al hombre, a n11est'fo1s pueblos, dé penetrar con el Evan·
"gelio J'1t cultura, t,ransformar los co'fazone.s, humanizar sistemt:Ar y
'' estructurtl.f.
»CualquJer .ri{'encio, o,/vido, mutilación
o inad,cuada acentuación
"de ltJ integridad de,/ misterio
de Jesucrifto que se apart, de

la fe de
"la Iglesia, no puede, ser contenido váHdo de

la
evang,lización. «Hoy,
"bajo el pretexto de 11na piedad que es falsa, b"fo la ap,,,,.;encia enga­
"ñosa
de una pre&caci6n e1iangélica1 se ·int_enta negar ,a/. SeñM _Jesús»,
"escribía un gran obispo, en
medio

de
las duras .crisis del siglo W.
"Y agregaba: «Yo digo, la verdad, para que sea conocida d, todos.
"la causa
de la de.sorlentación que sufrimos. Ne> fltledo ca,t/arm(!)> (San
"Hilarlo de Po,ilters, Ad Au~entium, "1-4). TdmpO'co 1J01,Jo1tros, obis­
"pos de hoy, cuando '*" confusiones se dieren, podéis callar.»
JuAN PABLO II: · Alocución en la apertura
de las sesiones · de la ID Conferencia -General
del Episcopado· Latinoamericano en el· semi­
nario palafoxiano de .Puebla de los Angeles,
VOsservatore 'Romano. Edici6ri semanal en
lengua española. Año XI, núm. 5 (527). Do­
mingo 4 de febrero de 1979.
¿ Qué es evangelizar? Cristo mismo vincula el mod·o particular
de liberación con el conocimiento de la verdad. Liberación
significa transf'or:mitcióil interior del hombre consecuente al
·conocimiento de la verdad.
< "hombre en cuanto person", y al m/smr, tiempo, en la vida de la so­
" áedad. Evang,lizar quiere deár hacer todo,
lo posible, según nuestra
"capacidad, para que
el

hombre
«crea»; para que el h'1mbre se des­
,,cubra a
si mismo· en Cristo, p'/Jf'a qu:e descubra en El el sentido y la
"dlmensi6n adecuada d, la propia vida.
Este d,rcubrimiento es, al
"mismo tiemp,o, la fuente, más profunda áe la liberación del hombre;
"San
Pablo
lo
expresa cuando escribe: «Para que gocemos de Uber-
290
Fundaci\363n Speiro

"tad, Cristo nos ha hecho libren> (Gál 5, 1). Así, entonce,, la libe­
'·'ración eJ, ciertá111ente, '""' realidad
de

fe,
11110 de w,s temas bíblicoJ
"fundamentales, inscritos profundamente en

la
misión salvífica de
,:Cristo, en la obra de redención., etr su enseñanza. Este tema nunca
"ha cesado de constituir el contenido de la vida espiritual de los cris­
''tianos.» ,,
«Cristo mismo vincula de mado particular la liberación con el
"conocimiento de la verdad: «Conoceréis la verdad, y la verdad os
"librará>>
(Jn 8, 32), Esta frase atestigua, sobre todo, el significado
"íntimo de
la libertad {'or la que Cdsta nos libera. Liberación sig­
"nifica tranrformarión interiOt' del hombre, que es consecuencia del
"conocimiento-de la verdad. La transformación es, pue'!, un proce'So·
"espiritual en el que el hombre madura «en ¡usticia y santidad ver­
" daderas»
(Ef 4, 24). El hombre así maduro, húernamente, viene a
"ser repesentante
y part@oz de tal «¡usticia y santidad verdadera.r»
"en
los

diversos
ámbitr,s de l" vidt> social. La verdad tiene im{'ortancia
"no Jó/o, para
el crecimientl) de

la
sabidurla humana, profundizando
"de

este modo
la vidá interior del

hombre;
la verdad tiene también
"un significado
y 11na fuerza profética. Ella constituye el contenido
"del testimonio· y exige t1n testimonio. Encontramo'S esta fuerza pro­
"fética de la verdad en la enseñanza de Cristo. Coma Profeta, como
"testigo de la verdad, Cristo se opone repetidamente a la no·verdad;
"lo hace .. con gran fuerza y decisi6n, y frecuentemente no duda en
"condenar lo falw. V O'lvamos a leer . cuidadosamente el Evangelio'¡
"alll encontraremo,s no p(}'(;(M expresiones .reveras, PM ejemplo-! <<.re­
"flulcros blanqueados» (Mt 23, 27 ), «guias ciegas» (ib., 23, 16),
"«hipócritas>> (ib., 23, 13, 15, 23, 25, 27, 29), que Cristo pronuncia, 11 consciente de las consecttendat que le esperan.
»Por lo tanto, este servicio· a la verdad, como participación en ,l
"servicio profético de Crhto,, es un deber de la Iglesia, que Irá/a de
"cumplirlo en· diversos contextos históricO's. Es necesario llamar por
"su {'ro{'io nombre a la m;ustlcia, a la explotación del hombre sobre
"el hombre,
o bien, a la ex{'lotaci6n del hombre por parte del Estado,
"de MS· instituciones, de lo:r mecanismos de sistemas y regímenes que
"actúari algunrJ.r
veces sin sensibilidad, Es necesario· llamar por su
"nombre a toda in¡ustida sodai, discriminación, violencia infligida al
"hOmbrd' ccmtra el cuerpo o el espíritu, contra su conciencia y sus
"convicciones.

Cristo nos
enseña una sensibilidad particular hacia el
"hombre, hacia lá dignidad de ¡,. perwna humana, ht>cia la vida hu­
_., mana, hacia el espíritu y el cuerpo humano. Esta sensibiliddd da
"testimonio del conocimiento de aquella «verdad que nas hace libres»
291
Fundaci\363n Speiro

"(Jn B, 32), No está permitido al hombre ocultar esta verdad ante
"sf
mismo. N(J le
está
permitido «falsificaritl>>. N(J le

está permitido
"hacer de esta. verddd un (JbjeJo de «subasta,>, Es necesario hablar
"de ella de modo claro y sencilJo·. Y no para «condenan> ai lo_s hom­
" bres, sino para servir a la cattstJ del hombre. La liberación, tdtmbién
,, en _el sentido social, comienZtJ por el cono-cimiento de la verdad.»
JUAN PABLO 11: Catequesis en la audiencia
general del miércoles 21 de febrero do 1979,
VOsservatore Romano. Edici6n semanal en Ien­
gna española. Año XI, núm. 8 (530). Domingo
25 de febrero de 1979.
La recta concepción cr:i,stiana de la liberación en su sentido in­
tegral que filllpuja cou la energía de la caridad a la comu­
nión

en cuya plenitud
!hallamos al Señor.
«Hay que alentar lo'S compromisos. pastorales en e11te campo· con
"una recta concepci6n cristiarna de · la liberación. La Iglesia siente eJ
"deber de tJnuncia:r ta liberadón de niillones de sére'S humanos, el
"deber de ayudar a que se cünsolide esta liberación ( cf. Evangelii
"nuntiandi,
30); pero siente también el deber correspondiente de
"pr(J(/amar la liberación en su sentido integral,, pMftmd(J, como

lo
"anunció y realizó fesús (cf. ib., 31). «liberación de tod(J Ita que
"cprime al hombre, pero que es, ante tüdo, salvación del pecddu
y
"del maligno, dentro de la akgrfa de conocer a Dios y de ser cono­
" dd(J por El,»
(ib., 9). liberación hecha de r,C(Jntiliaciónl y p "liberaci6n que arranca
de la realiddd de ser hijo, de Dio,, a quien
"S(Jm(Js capaces de, llamar
Abba!, ¡Pddre! (cf. Rom 8, 15), y por la 11 cJl.tl! recmwcemos en todo hombre a. nuestro hermano-, cap'CIZ de ser
"trtmsformado
en su corazón fJ "que· nos empuja,
con Id energía de la caridad, ai la comunión, cuya 11 ct1mbre y plenitud encontramós en el Señor. Uberdeión como supe­
;,ración de las 4iversas servidumbres e ído,/os que el hambre se füfja
"y como crecimiento de,! hombre nuevo.
»liberación que dentro de la misión propia de la Iglesia no se
"reduzca a la simple y estrecha dimensí6n económica, política, social
"o cultural,- que no
se sacrifique a !~ exigencias de una estrtNegia
"cualquiera, de una prtiris o de un éxito a corto pla:zo ( cf. Evangelii
"nuntiandi, 33).
»P,,,-a salvagua,-dar la originaliddd de la liberación cristiana y fas
"energías que eis ctJ..frdtZ de desp.Jegar,
es necesario-, a toda costa, como
"lo pedía el Papa Pablo VI, evitar reductionismr;s y ambigüedddes:
292
Fundaci\363n Speiro

"«La Iglesia perdería su significación más profunda. Su mens@ie de
"libe1'ación no tendría ningrma originalidad y se p-restarrítt a ser acr:1-
"parado y manipulado por los sistemas ide(}/ógicos y los partidos
"políticos»
(ib., 32), Hay muchos signos que ayudan a discernir
"cuándo
te! trata de una liberación ,cristiana y cuándo,. en cambio, se
"nutre más bien de ideologías que le su.ttraen la coherencia con una
"visión evangélica deiJ hombre, de !tDS co'.ftJS, de loS acontedmiertto1
"(cf. ib., 35 ). Son signo-s que derivan ya de los contenidos que an1m-
11cian o de lat actitudes conC't'etas que asumen fos evangelizadores. Es
"preciso, observar, a nivel

de contenidos,
cuál e, la fidelidad a la Pa,
"labra de Dio-s, a la Tradición viva de la 'Iglesia, a su Magisterio. En
,, cuanto a las actitudeJ, hay que ponderar cu!J es su sentido de comu­
"nión cr.m los abi.rpQ.f', en primer lugdtt', y con los demás sectores del
"Pueblo
de

Dios;
cuál es el aporte que se da a la construcción efec.:iva
"d, la co,muntdad, y cuál la forma de votcar con amor su solicitud
"hdeia los
pobres, los enfermo,s, lr>s despo-sefd/Js, lo, desamparados,
"Ms ag/Jbiadr>s,
y cómo descubriendo en ello, la imagen de T esús
"«pobre
y paciente .re esfuerza en remediar sus necesidades y servir
"en ello!S a Cristo» (Lumen gentium, 8). No nos engañemos: los
"fieles humildes y sencillos, como por instinto e-vangéfko, capt"" es­
"pontátreanzente cudndo se sirve en la Iglesia al Evangelio y cuátrdo
"se
lo vada y asfixia con otros intereseis.
>>Como veis, conservtA toda su validez el conjunto de obse-rvaciones
"que sobre el lema de la liberación ha hecbo la Evangelii muntiandi.»
JuAN PABLO 11: Alocución en la apertura de
las sesiones de la m Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano en el seminario
palafoxiano de Puebla -de los Angeles, L'Os­
servatore Romano. Edición semanal en lengua
española.
Afio XI,
núm.
5 (521). Domingo 4
de febrero de 1979.
Sólo se libera al hombre con el Evangelio, que coloca en el
centro el amor y no el odio.
«Evangelizar quiere decir '1nunciar el Evangelio, y el Evangelio
"se

resume en
la persona de ¡esucristo; en /o, que El ha dicho y

hecho
"o, me¡or, en !,o que significa El' personalmente para nosotrrn como
"liberación radical de /o,da forma de mal;» . '
«Queridos muchachos: Tarde o temf>rano, tend,réis que pensat
,,también vo.rotro.r en cómo, htJCeros ,ítile.r par-a me}orar ltJ sociedad
"humana
y el mundo en que vivimos. Entonces pensaréis también en
Fundaci\363n Speiro

"lo q11e podrá ser más eficaz y mejor a este fin. Pues bien, recordad
"que
sólo con el Evangelio de ¡esur:risto seréis capaces de liberar de
"verdad al hombre

de toda
escla,;itud y darle la felicidad más honda.
"Pues, en efecto, el Evange!ia co,to,ca en el centro el amor y no el
"cdio, la igualdad de todo, y no la opresión ejercida por unos pocos,
"el diálogo
de la paz y no el choque de la lucha, la persona humana
"y no una ideología abstracta, el impulso a la vida en todas sus m<>­
"nifestaciones
y jamás la vejación de la

vida.»
JUAN PABLO 11: Alocución en la audiencia
general en la basflica de San Pedro, 14 de fe­
brero de 1979, L'Osservatore Romano. Edición
semanal en lengua española. Año XI, núm. 7
(529). Domingo 18 de febrero de 1979.
La Iglesia no necesita recurrir a sistemas e ideologías p,ara amar,
defender y oelehrar en la liberación del hombre.
«Si la Iglesia se hace presente en la defensa o en la promoción
"del hombre, lo hace en la lfl1ea de su misión, que a11n siendo de
"C'arácter religioso y no social o-político, no puede menos de consi­
"derar al, hrmzbre en la integridad de SIi ser. El Sewor delineó en la
"parábola del buen samaritan·o el

modelo de
tNención a todas las
"necesidades h11111anas (cf.
Le 10, 29 ss.), y declaró que en último
"término se identificctrrá con los desheredados --errferm'Os, encarcela­
".dos, hámbrient"s, solilariO's-, a quien se haya tendido, lt> mano (cf.
"Mt 25, 31 ss.). La Iglesia ha aprendido en estas y "tras páginas de/
"Evangelio
(cf. Me 6, 35-44) que su mrsión evangdizadora tiene
"como parte indispensable la acción
por

la
justicia y tas tareas de

pro·
"moción del hombre ( cf. Documento· final .del Sínodo .de tos Obispos,
"octubre de 1971,' L'Osservatore Romano, Edición en lengua española,
"12 de .diciembre de 1971, págs. 6-9), y que entre evangelización y
11p:rrm1odón humana hay lazo-s muy fuertes de orden antropoMgico, teo·­
"lógico y de caridad ( cf. Evangelii nuntiandi, 31); de manera que «ta
"e11angelizació11 no, Jeria completa si no tuviera en cuenta la interpela,­
,, ci6n recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el
"Evangelio y la vida concreta personal y social del hombre» (ib., 29).
"Tengamos presente, P'º' otra parte, que la acción de la Iglesia
,, en terrenos como los de la promo'Ctón humana, del desarrollo-, de la
11 j1t.1ticia1 de los derechos. de la pe'rf'sona, quiere estar siempre' al_ ser­
"vicio del hombre,-y al hombre tal como ella lo ve en la visión cris­
"tiana de la antropoiogía que adopta. Ella no necesita, pue<-s, recurrir
"a sistemas e ideologías para amar, .defender y colaborar en la libera-
294
Fundaci\363n Speiro

"ción del hombre: en el centro del mensaje del cual e'S depo-siiaria y
"pregonera, ella encuentra inspira'Ción paira actuar en favor de lt1i fra--
11lernidad1 de la j11sti-cia1 de la paz, contra todas las dominaciones, es­
,, clavitudes, discriminaciones, violencidf, atentados a la fibertad reli­
" posa, agresiones contra el hombre y cuan.to aten/a a la vida ( cf.
"Gaudium et spes, 26, 27 y 29).
»No es, pues, por oportunismo ni pof' afán de novedad que la
"Iglesia, «expt!rta en humanidad» (Pablo VI, discut "de octubre de 1965), es
defensora de
los derechos
humános. Es
por
"un auténtico compromiso evangélico, el cual,, como sucedió con
"Cristo, es compromiio con lo'S más necesitados.
»Fiel

a
este co1mpromiso, la Iglesia quiere mantenerse libre frente
"a lo, "puesto, si!temas, para optar sólo por el hombre. Cualesquiera
"settn
¡,., miseritlf o su-frimiento, que tl[Njan al hombre; no a través
"de la violencia, de los_ juegos de poder, de los sistemas politi-cos,
"sino -por
.medio de la verdad sqbre' el hombre, camino· h«ia un fu­
"tttro
mejor.» -
JUAN PABLO II: Alocución en la apertura de
las sesiones de la III Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano en el seminario
palafoxiano de Puebla de los Angeles, L'Os~
servatore Romano. Edición . semanal en leilguá
española. Año XI, _núm. 5 .(527). Domingo 4
do febrero de 1979.
Las falsas releeturas del E..-angelio que corren hoy, olvidando
que para Jesús era una tentación lo que alterara su misión.
«Corren hoy por much'as partes -el fenómenO' no es nue·vo-«re­
"lecturan> del
Evt1ngelkl, resultado de e!peculaci(Jftes teóricas más
"bien de auténticá medit«i6n de la Palabra de Dios y de rm verda­
" derfJ compromiso evangélico, Ellas ctNtSan confusión al apartarse de
"los criterio, centrales de la fe de l.i lglesia y se cae' en fa temeridad
"de comunicarlas, a manera de catequesis, a las comunidades cris­
"tianas..
»En algtmo's casos, o stf. silencia la divinidad de Cristo, o se in­
"curre, de hecho, en formtlf de interpretación reñidtlf con lt, fe de la
"Iglesia. Cristo-seria solamente un «profe'ta>>1 un dnunciador del reino
"y del amCl1' de Dios, pero no el verdadero Hijo de Dios, ni seria,
"por tanto, el centro y el objeto del mismo mensaje evangélico.
»En
otros casos se' pretende mo-sfrar a fesús-como co,mprometido
~'políticamente, C(JtnO un l11chado-r contra la dominación romana y
"ctintra los ·p-oJeres; e, incluso, imfrlkado en !-a lucha de clcise'S. ·Es;a
295
Fundaci\363n Speiro

"concepción de Cristo ct>mo político, revolucionario, como el subver­
"sivo
de N~et, no se compagina con la catequesis de la Iglesia.
"Confundiendo el pretexto mJidioso de

los
amsadores de
Jesús
con
"la actitud de Je.sús mismo -bien diferentll'- .se aduce como CdllSd de
"su muerte el desenlnce de un conf/Jcto político, y se calla la voluntdd
,,
de entrega del Señ01' y aun la conciencia de {ti mi.sión redentora. Los
"Evangeli-0i muestran claramente
cómo pdt'a /esús era una tentación
"lo que alter(lra su misión de Servidor de

Y
avé (
cf.
Mt 4, 8; Le 4, 5).
"No acepta la polfición de quiene.s mezclaban la.r cosas de

Dios
con
"actitudes 'meramente políticas
(cf. Mt 22, 21; Me 12, 17; Jn 18,
"36). Rechaza inequívocamente el 'recurso a la violencia. Abre sumen­
"sa¡e
de conver.sión a todos, .sin excluir a lc-s mismo-s publicano. La
"perspectiva de su misión es macho más profunda. ConsiJte en la
"salvación integral por un anwr transformante, pacificador, de perdón
"y reconciliación. No cabe duda, por otra parte, que todo· esto es muy
"exigente P"'" I" nctitud del cristiano que quiere servir de verdad
,, a
los herm·anos más pequeños, d los pobre.s, a los nece!Ítados, a los
"mt1tginddos ,-en una palabra, a to·d-0s los que reflejan en JtlI vidas
"el

rostro doliente del
Señor (cf. Lumen gentium, 8).
»Contra tales «relecturas>>, p11es, y contra sus hipótesis, brillantes
"quizás, pero frágiles e inconsistentes, que áe ellas derivan, «la
evan­
" gelización en el presente y en el futuro de América LJllm~> no puede
"cesar
de afirmar la fe de la Iglesia: Jesucristo Verbo e Hiio de Dios,
"se hace ho,mbre para ncerc(lrse al hombre y brindarle, por Id fuerza
"de su misterio, la salvación, gran don
de

Dios (cf.
Evangelii mm­
"tiandi 19 y 27) .»
JUAN PABLO II: Alocución en la apertura de
las
sesiones de la m Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano en el seminario
palafoxiano de Puebla de los Angeles, r:os­
servatore Romano. Edición semanal en lengua
española. Año XI, núm. 5 (527). Domingo 4
de febrero de 1979.
La evangelización y la liberación sustancial del hombre "Je­
sucristo
es el mismo ayer y hoy y por loo siglos"; la Iglesia
no puede romper con, la tradición.
«Jesucristo es el mfrmo ayer y hoy y por los siglos» (Heb 13, 8).
" «La Iglesia, como Cuerpo de Cristo y fiel Espüsa suya; la Iglesia,
"como Pueblo
de Dios, na puede romper ¡amás con el pasádo, con
"la trádición, pero tampoco puede contentarse con mirar sólo al p~
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Fundaci\363n Speiro

"sado: la Igl.sia («retrooaili,ta: mh-ando atrás») debe ser d mismo
"tiempo

siempre la
Iglésia que mira al futur() (Ecclesia «anteoculata:
"Iglesia mirando adelante»). A este futuro, a los hombres que ya
"existen
y a los que vendrán, la Iglesia debe revelar siempre a Jesu­
,, cristo, misterio de salvación, pleno y no mermado. Este misterio es
"un misterio eterno en Dio1, que quiere que todo-s los hombres se
"salven y lleguen al t()nqcimiento de la verdad. El misterio que en el
"tiempo ha venúk a ser _,, ReaUdad Divioo-Humana que se llarua
,, Jesucristo.
»El es una realidad histórica y al mismo tiempo está sobre la his­
"toria, «es el m/,mq
"Y" y hoy y por los siglo,» (Heb 13, 8).
»Es una realidad que no queda fuera del

hombre; la
razón de
su
,, existir, ser y obrar en el hombre,' conttruir lá fuente y el fermento
"de la vida nueva en cada hombre.
»Evangelizar significa actuar en esta dkecdón para que l" fuente
"y el fermento de vida nue,,a brillen en los hombres y en lt>S generar
"ciones siempre nuevas.
»Evangetizar nq quiere decir sólo hablar «de Crist,,». Anunciar a
"Cristo significa obrar de tal manera que el

hombre
-a quien se
,, dwige este anuncio-«crea>>, es decir, se vea a sí mismo en Cristo,
"encuentre en El la dimensión adec11ada de s11 propia vida; sencilla­
"mente, que
se encuentre a si mi.smo en Cristo.
»El hombre que evangeliza, que anuncia a Cristo, e! el ejecutor
"de esta obra, pero, sobre todq, lo es el Esp!rit11 Santo', el Espíritu de
"Tesucristo. ú Iglesia que evangeliza permanece sierva e instrumento
"del Espíritu.
»El hecho de encontrarse a si mismo en Cristo·, que es precisa,­
"mente
el fruto de
la
wang-elización, viene a ser la liberación susta.n­
"cial del hombre. El servido al Evangelio es servido, a la libertad
,, en el Es,pm,lu. El hombre que se ha encontrado a sí mi-.rmo en Cristo
"ha encontrado el camino de la con1ig11iente liberación de la propia
"hutn'dnidad ~ través de la superación de 111s limitaciones y debili­
"d«des; a través de la liberación de la prqpia siluación de pecado
"y de las múltiples estructuras de pecado, que pesan sobre la vida de
"la wdedad
y de /Qs individu,,s.
»Cm
no

menor
clarid«d debemo, referkno, a esta verdad tan
"fuertemente expresada por San Pabfo, en

la
misión evangelizadora
,, en el continente americano· y en tadaJ partes.»
JUAN PABLO II: Catequesis en la audiencia
general del miércoles 14 de febrero de 1979,
L'Osservatore Romano. Edición semanal en len~
gua española. Año XI, núm. 7 (529). Domingo
18 de febrero de 1979.
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