Índice de contenidos
Número 177
Serie XVIII
- Textos Pontificios
- Noticias
-
Estudios
-
Cien años de la Aeterni Patris. Actualidad y vigencia de la encíclica
-
La revolución en el lenguaje político
-
Contribución a una crítica sobre el derecho al error
-
Libertad, liberalismo y tolerancia (II)
-
La mariología marxista de Leonardo Boff
-
Los presos de conciencia en la URSS
-
Rousseau, de las conjeturas al mito y del mito a la ficción
-
- Actas
- Información bibliográfica
Autores
1979
Cien años de la Aeterni Patris. Actualidad y vigencia de la encíclica
CIEN AROS DE LA "AETElRNI PATRJS"
ACTUALIDAD Y VIGENCIA DE LA ENCICLICA
POR
BERNARDO MONSEGÚ, C, P.
Se cumplen ahora, concretamente el 4 de agosto, los c:;:ien años
de· la promulgación de la encíclica Aete,-ni Patris en 1879, con la
que aquel gran Pontífice, León
XIII, trató de rescatar el pensa
miento
cristiano de la-s
mallas de
una
filosofía a
ras de
tierra, JX>si
tivista, - inmanentista, monista, ciencista y racionalista a ultranza,
incapaz de salir del propio
yo y de la multiplicidad de los seres para
trascend.erse a sí misma, reconociendo
el primado
del ser
sobre el
conocer, y desde los seres abrirse al Ser ·por excelencia, a Aquel que
es
principio primero y fin último de todo lo creado.
La Aetemi. P taris no vino a enfrenta-rse con el progreso de fas
ciencias,
oponiendo los
da.ros de la revelación a los de la · razón,
sino
ai contrario, haciéndose cargo
del estado de los conocimientos
ciendfiros y filosóficos de su hora, a enseñarnos, tomando ejemplo
del Aquinate
(el
doctor comunis de la Iglesia), a asumirlos todos,
repensarlos
y hacer con ellos una gran síntesis, iluminada por los
destellos de la fe
y basada en una investigación profunda sob,e el
ser y desde el sc·r, que diría Sciacca. Síntesis filosófica y tec,lógica a
la vez, con física y antropología, pero también con metafísica y on
tologfa.
Lo que Santó Tomás supo hacer, utilizando los conocimientos de
su época, época no menos crucial .para la cultura cristiana. que lo era
la del momento en que vio luz la Aeterni PaPris, y lo es nuevamente
hoy la nuestra, eso eS lo que León XIII venía a pedir con ,su en
cíclica, cuyo subtlrulo es sobradamente expresivo: "Sobre la restau-
765
Fundaci\363n Speiro
BBRNARJJO MONSEGU, C. P.
ración de la filosofía cristiana, conforme a la doctrina de Santo
Tomás de Aquino".
En contra de una acepmción mostrenca y de una oepetición me
cánica de lo dicho por el santo (cosa que desgraciadamente
acaecía
a
la
hora de la Encíclica Aetemi Patris en la mayor pam, de los
Seminarios
y Universidades católicas, que habían convertido el to
mismo en una flor de artificio o disecada), León XIU lo que re
clama, con su grito de
vuelta a
Santo
Tomás, no
es la vuelta a uoa
cultura muerta, sino
viva
y capaz de vita!izar la cultura presente con
las aportaciones de un saber que, :aunque supera, no contradice los
otros saberes,
sino que
los asume y_ perfecciona, abriéndoles nuevos
horizontes.
Incorporando los priocipios y el método de Santo Tomás, prin
cipios
y método que, como dice la Aetemi Patris, se corresponden
perfectamente con
el bien de la fe y la dignidad de las mismas cien
cias humanas, noS01!rOS hemos de estudiar los problemas de nuestro
mundo de. hoy con el mismo talante con que el Angélico estudió
los del suyo. Y las luminosas orientaciones de la encíclica, tan opor~
tunas y ran eficaces en .su hora (de esa eficacia hablan bien alto los
numerosos centros de invescigiación y renovación surgidos al calor
de la encíclica que trajeron un neotomismo pujante y nada hosco
pata con las otras filosofías), pueden servimos de
mucho.
Por
eso sigue teniendo validez
y actualidad la encíclica, como
válida y =ual sigue siendo la vuelta a fa doctrina y al método del
Doctor Angélico a fin de logra: superar la crisis que padecemos, en
lo de la filosofía lo mismo que en Jo, de fa fe.
Filosofía y fe son necesarias para supera,r-esta crisis, como
León XIII dice en su encíclica que lo eran para superar la de su
tiempo. En efecro: "Si alguno fija la consideración en la acerbidad
de nuestros tiempos, y abraza con el pensamiento la condición de fas
cosas
que
pública
y ptivadrunente se ejecutan, descubrirá, sin duda,
que la
causa
prolifera de ,los
males, tanto
de
aquellos que
hoy nos
optllMII, como los que tememos, consiste en que los perversos prin
cipios
sobre
1as cosas divinas y humanas, emanados hace tiempo de
las
escuelas de
los filósofos, se han introducido en todos
los" órdenes
de la sociedad, recibidos por el común sufragio de muchos" (n. 2).
766
Fundaci\363n Speiro
CIEN AROS DE LA «AEI'ERNI PATRJS»
Y es que, fallando la inteligencia, falla también la voluntad -aíía·
de-, y una sana filosofía. es p
ordenamiento
de
la vida.
Mas no se piense que con solas la filosofía y la razón tengamos
ya
asegurado el acietto
y el éxito en la vida; necesitamos también la
luz de la fe y la ayuda de la gracia. Bien entendido, sin embargo,
que la filosofía, si se usa rectamente, en vez de ·dificultat "ayuda y
facilita de algún modo el camino a la verdadera fe, p
venientemente
los
ánimo,; de
los
alumnos a recibir la revelación'",
de donde
se sigue que para una buena teología. es de necesidad. una
buena filosofía; lo mismo que la fe reporta utilidad a la filosofía..
Lo de Dios ayuda a lo del hombre y nunca la suficiencia humana
ha de set tal que quiera sustraerse a la autoridad divina. Y el filó,
sofo
católico -son palabras casi·
textuales de la encíclica- debe
tener
p
a la razón. Por tanto, va contra fo y mzón, si acepta aigo contrario
a la revelación.
Si
para la
restauración de
la filosofía cristiana apelamos, pues,
a
Santo Tomás, es porque este agregio y mmún doctor de J. Igle
sia arenó, como ningún otro, a conjugar en uno lo que halla la
razón y lo que trae la revelación, para llegar al más alto conocimien
to
de
la verdad.
Pensamiento
que
hizo
suyo Pablo VI en la Ltlmen Ecdesiae, con
motivo del
séptimo
cenrenatio de la muerte
del Angélico,
. al de·
cimos
que si se
oos pide'ª "vuelta," a Santo Tomás, es porque, sin
duda
ninguna,
él está
de modo
tan alto y serio romo guía de los
estudios filosóficos y teológicos, que no puede ser sustituido por
ningún otro.
Si grande fue la audacia del santo en la búsqueda de la verdad,
y
si muestras dio de un
gran espíritu de libertad para ttatat los
más
'1tduos p,oblemas, no
menor fue siempre su probidad
cien
tífica,
la
que
debe set patrimonio de todos cuantos quieren, por
un lado, mantener
intac1'a la pureza de la docttina cristiana sin con
taminarlas con falsas filosofías; y, por otro, no quieten rechazar, a
priori, ninguna filosofía.
"Además -leemos en la Aetemi Palris-, distinguiendo muy
767
Fundaci\363n Speiro
BERNARDO MONSEGU, C. P.
bien la .razón de la fe, como es justo, y asociando ambas, sin em-
11,argo, amig,,blemente, conservó '.los derechos de una y otta, proveyó
a su dignidad de tai suerte, que la
razón, elevada a
la mayor altura
en
alas de Tomás, ya casi no puede levantarse a regiones más su
blimes, ni la fe puede
casi esperar de la ,razón más y más poderosos
auxilios que los
que ha
conseguido hasta aquí por Tomás" (núm.
10).
O>n razón, pues, pedimos la vuelta al Angéliro, pata asegurar sobre
base firme y con método recto el gran edificio de la filosofía cris
tiana, que nunca está acabado.
Razón y revelación, fi'iosof ía y reología no han de excluirse sino
au.x!iHairse y completarse mutuamente para conseguir la auténtica
filosofía cristiana. Como también filosofía. y fe 'han de tener en
cuenta
los
daros de las cienci
por el barbarismo) sobre ellos. También en esto Santo Tomás puede
servirnos de ejemplo.
Ningón género de ronocimiento fue
para él
desdeñable en
on:len .a una mayor profundización en el conocimien
to
de la verdad, de toda verdad.
Lo que no hizo jamás rel santo fue, en nombre de la ciencia, ne
gar sus deredhos a la fi'losofía; de fa, autosuficiencia humana ne
garse a la transcendencia y a la autoridad divina; de la sectilaridad,
romper ron la sagrada dactrina. Lo oapital y como el quicio de roda
su
cristiana
filosofía, en la que de modo tan maravilloso se conj u
ga lo de la fe y lo de la revelación, estableciéndose sus relaciones
ínutuas, hay que ponerlo ,:_según leemos en la Lumen Ecdesiae de
Pablo-VI-en que Santo Tomás supo componer maravillosamen
,te la seculariáad o autonomía de Jo profano ron los arduos y seve
ros posru)ados del Evangelio,
sustrayéndose
por un
lado a
la ten
dencia,
poco natu:ml, de despreciar eJl mundo y -sus bienes y, por
otro,
librándose de caer en 1a tentación de apartarse de los supre
mos e indeclinables principios del orden sobrenatural
(Lumen Eccle
siae, núm. 8).
A l!a luz, pues, de la Aeterni Patris, Santo Tomás no interesa
tanto como un hombre de ayer, dentro del contexto socio-cultural
de su éj)OOa; un Tomás, por tanto, "fechado" en su tiempo, por
valerme de una expresión de M. F. Sciacca, sino, sobre todo, como
un doctor, que sigue
siendo el doctor communis de la Iglesia "y
768
Fundaci\363n Speiro
CIEN A&OS DE LA «AETERNI PATRJS»
con el que es necesario contar en nuestro tiempo y en todo tiempo".
Para ·enteruler por qué y en qué sentido la vuclra a Santo To
más,
postulada por
la Aetemi Patris, en 1879, signe teniendo ac
tua.lidad y vigencia en 1979, aconsejo la lectura del preliminar
puesto por
M. F. Sciacca a su libro Perspectiva de la metafísica
de Santo Tomás, que aplica a nuestro tiempo lo que, pensando
en el suyo, dijera en su encíclica León XIII. Valen maravillosa
mente sus palabras como homenaje al Doctor
Angélico y corno ho0
menaje también a la encíclica cuyo centenaiio transcurre.
Porque (y me permitio cerrar este recordatorio de la Aetemi
Pawis recogiendo y haciendo mío lo ,allí di
go),
h•y que rerulir tributo a la mente más excelsa, e,:presiva de la
cultura católica, en un momento como el· .nuestro, cuando una. fácil
"contestación", que dicen desatra'lizadora y desmitificado.qa, no la
respeta o se sirve de ella para fines antitétiros a los que son pro
pios
del pensamiento teológico y filosófico de Santo Tomás.
Nuestros novísimos filósofos cristianos hacen poco sitio, hoy,
al más grande de los filósofos cristianos, po.tque ceden con exceso
al pensamiento "crítico" hasta la médula, e hidrófobo, para toda
cfa.se de "dogmatismo", cayendo en la secularización y al vaciamien
to metafísico de la filosofía.
A lá desvalorización tomista, "muy propia de lOS ejércitos tra
dicionaies del liakis:mo, se han unido, en los últimos decenios, los
·batallones del laicismo más o menos marxista ... , y los guerrill-Eros
de un deteriorado progresismo llarnrulo «atólico», los cnales todos,
no pudiendo sufrir una
0,utoridad que los obliga a pensar,
se dejan
llevar,
por loo más fútiles pretextos, de loo vientos de un aggiorna.
mento que 'les hace juguetes del cambio de los tiempos y del «diá
logo abierto»; y ya sólo miran a disminuir su prestigio, a fin de
verse libres de un monumento que les .apabulla y, sobre todo, re
sulta molesto, relegándolo al desván o cuarto trastero".
"No
seré yo quien defienda ciertas fatigosas rq,eticion.es· de· un
tomismo de tercera o de ruarra mano, ni ciertas presentaciones del
pen$amienro de
Santo Tomás, ni la
pretensióri de impónétnoslo «por
decreto» y menos el uso que a menudo de él se ha hecho: eso que,
justamente, ha sido deD.ominado « paleotorriismo» · o «tomismo· de
769
Fundaci\363n Speiro
BERNARDO MONSEGU, C. P.
rigurosa obsetvaneia.-., profesado por los que se atan a la letra de
las doctrinas del dux studiomm; eso, repito, está ya muerto. De
jemos, pues, que los muertos entierren a sus muertos.
Pero sí seré yo quien sostenga, eu mi pequeñez, que el Aqui
nate goza de una p,esenda altísima, aunque no exclusiva, dentro de
la
filosofía del
ser, la sola verdadera filosofía; presencia siempre
actual en eJ
sistema de
la
verdad, siempre capa,: de
enriquecimiento
y de profundización con nuevas verdades, según el mismo Santo
Tomás
nos
da de ello la
prueba, pues
nunca
pretendió, precisa:
meute ,porque eta un filósofo y un teólogo cumbre, Set infalible, y
menos aún. haber entregado a la humanidad la revelación filosófica
definitiva, convencido como
estaba (él que juzgaba Set «paja> cuan
to había
escrito) de
las debilidades y de las imperfecciones, de las
lagunas de
su peusamieuto".
Proponieudo la vuelta a
Santo
Tomás, una vuelta a las fuentes,
no se trata de dat maroba atrás, "sino de hacer que el pasado vuelva
a nosotros, penetre en nuestra situación histórica de manera que se
haga «presente» en nosotros, «actwd» y «contemporáneo»; y así esté
proyectado
siempre
hacia el futuro ... Un presente con vistas
al fu
tmo, pero sin pasado, no tiene donde apoyat el pie. De aquí la
fuerza innovadora y renovadora de la tradición, de la que Santo
Tomás es una de
las piezas
fundamentales, la que hace posible este
·nuevo presente, que, en
cuanto tal, es. un elemento vivo y operante.
Nada más infecundo que el querer
comenzarlo todo de
nuevo,
ex
nova. En la cultura, sólo la tradición es ,por sí misma un progreso,
sólo ella tiene fututo".
Con estas
palabras, tan claras y penetrantes, del sutilísimo &iac
ca ( conocedor como
pocos de todos los vericuetos o los caminos
reales de la
filosofía moderna, crítico y metafísico eu una pieza,
filósofo verdaderamente
integrador, él, el
filósofo de
la integta
lidad)
cerramos esta breve nota de atención
sobre la
fecha
cente
naria
de la
apatidón de Aetemi Patrn, eu la seguridad de que en
ella se recoge lo más inteucionado y medulat de una encíclica que
vuelve a
Set de actualidad,
Para conmemorar
dignamente
tanto
la promulgación de la en
cíclica como de la Academia de Santo Tomás de Aquino, obra tam-
770
Fundaci\363n Speiro
CIEN AFIOS DE LA «AEI'ERNI PATRJS»
bién de León XIII, esa misma Academia Romana de SMto Tomás
resolvía, con
fecha 1 de febrero del presente año de 1979, por medio
de un comunicado de su Cardenal Presidente, monseñor
PiolMti,
que
los estudios todos
del VIII
Congreso Tomístico Internacional
( que tendrá lugar en Roma, del 8 al 13 de septiembre de 1980)
converjan en tomo a la encíclica Aeterni Patris, poniendo de relieve
la trnscendencia y actualidad de la misma. Buena ocasión, pues, ·para
reconocer cuánto la filosofía cristiaoa debe al protagonista de la
Encíclica. El Congreso está puesto bajo la protección del mismo
Papa, Juan Pablo II, formado en la escuela tomista.
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ACTUALIDAD Y VIGENCIA DE LA ENCICLICA
POR
BERNARDO MONSEGÚ, C, P.
Se cumplen ahora, concretamente el 4 de agosto, los c:;:ien años
de· la promulgación de la encíclica Aete,-ni Patris en 1879, con la
que aquel gran Pontífice, León
XIII, trató de rescatar el pensa
miento
cristiano de la-s
mallas de
una
filosofía a
ras de
tierra, JX>si
tivista, - inmanentista, monista, ciencista y racionalista a ultranza,
incapaz de salir del propio
yo y de la multiplicidad de los seres para
trascend.erse a sí misma, reconociendo
el primado
del ser
sobre el
conocer, y desde los seres abrirse al Ser ·por excelencia, a Aquel que
es
principio primero y fin último de todo lo creado.
La Aetemi. P taris no vino a enfrenta-rse con el progreso de fas
ciencias,
oponiendo los
da.ros de la revelación a los de la · razón,
sino
ai contrario, haciéndose cargo
del estado de los conocimientos
ciendfiros y filosóficos de su hora, a enseñarnos, tomando ejemplo
del Aquinate
(el
doctor comunis de la Iglesia), a asumirlos todos,
repensarlos
y hacer con ellos una gran síntesis, iluminada por los
destellos de la fe
y basada en una investigación profunda sob,e el
ser y desde el sc·r, que diría Sciacca. Síntesis filosófica y tec,lógica a
la vez, con física y antropología, pero también con metafísica y on
tologfa.
Lo que Santó Tomás supo hacer, utilizando los conocimientos de
su época, época no menos crucial .para la cultura cristiana. que lo era
la del momento en que vio luz la Aeterni PaPris, y lo es nuevamente
hoy la nuestra, eso eS lo que León XIII venía a pedir con ,su en
cíclica, cuyo subtlrulo es sobradamente expresivo: "Sobre la restau-
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ración de la filosofía cristiana, conforme a la doctrina de Santo
Tomás de Aquino".
En contra de una acepmción mostrenca y de una oepetición me
cánica de lo dicho por el santo (cosa que desgraciadamente
acaecía
a
la
hora de la Encíclica Aetemi Patris en la mayor pam, de los
Seminarios
y Universidades católicas, que habían convertido el to
mismo en una flor de artificio o disecada), León XIU lo que re
clama, con su grito de
vuelta a
Santo
Tomás, no
es la vuelta a uoa
cultura muerta, sino
viva
y capaz de vita!izar la cultura presente con
las aportaciones de un saber que, :aunque supera, no contradice los
otros saberes,
sino que
los asume y_ perfecciona, abriéndoles nuevos
horizontes.
Incorporando los priocipios y el método de Santo Tomás, prin
cipios
y método que, como dice la Aetemi Patris, se corresponden
perfectamente con
el bien de la fe y la dignidad de las mismas cien
cias humanas, noS01!rOS hemos de estudiar los problemas de nuestro
mundo de. hoy con el mismo talante con que el Angélico estudió
los del suyo. Y las luminosas orientaciones de la encíclica, tan opor~
tunas y ran eficaces en .su hora (de esa eficacia hablan bien alto los
numerosos centros de invescigiación y renovación surgidos al calor
de la encíclica que trajeron un neotomismo pujante y nada hosco
pata con las otras filosofías), pueden servimos de
mucho.
Por
eso sigue teniendo validez
y actualidad la encíclica, como
válida y =ual sigue siendo la vuelta a fa doctrina y al método del
Doctor Angélico a fin de logra: superar la crisis que padecemos, en
lo de la filosofía lo mismo que en Jo, de fa fe.
Filosofía y fe son necesarias para supera,r-esta crisis, como
León XIII dice en su encíclica que lo eran para superar la de su
tiempo. En efecro: "Si alguno fija la consideración en la acerbidad
de nuestros tiempos, y abraza con el pensamiento la condición de fas
cosas
que
pública
y ptivadrunente se ejecutan, descubrirá, sin duda,
que la
causa
prolifera de ,los
males, tanto
de
aquellos que
hoy nos
optllMII, como los que tememos, consiste en que los perversos prin
cipios
sobre
1as cosas divinas y humanas, emanados hace tiempo de
las
escuelas de
los filósofos, se han introducido en todos
los" órdenes
de la sociedad, recibidos por el común sufragio de muchos" (n. 2).
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CIEN AROS DE LA «AEI'ERNI PATRJS»
Y es que, fallando la inteligencia, falla también la voluntad -aíía·
de-, y una sana filosofía. es p
de
la vida.
Mas no se piense que con solas la filosofía y la razón tengamos
ya
asegurado el acietto
y el éxito en la vida; necesitamos también la
luz de la fe y la ayuda de la gracia. Bien entendido, sin embargo,
que la filosofía, si se usa rectamente, en vez de ·dificultat "ayuda y
facilita de algún modo el camino a la verdadera fe, p
los
ánimo,; de
los
alumnos a recibir la revelación'",
de donde
se sigue que para una buena teología. es de necesidad. una
buena filosofía; lo mismo que la fe reporta utilidad a la filosofía..
Lo de Dios ayuda a lo del hombre y nunca la suficiencia humana
ha de set tal que quiera sustraerse a la autoridad divina. Y el filó,
sofo
católico -son palabras casi·
textuales de la encíclica- debe
tener
p
a la revelación.
Si
para la
restauración de
la filosofía cristiana apelamos, pues,
a
Santo Tomás, es porque este agregio y mmún doctor de J. Igle
sia arenó, como ningún otro, a conjugar en uno lo que halla la
razón y lo que trae la revelación, para llegar al más alto conocimien
to
de
la verdad.
Pensamiento
que
hizo
suyo Pablo VI en la Ltlmen Ecdesiae, con
motivo del
séptimo
cenrenatio de la muerte
del Angélico,
. al de·
cimos
que si se
oos pide'ª "vuelta," a Santo Tomás, es porque, sin
duda
ninguna,
él está
de modo
tan alto y serio romo guía de los
estudios filosóficos y teológicos, que no puede ser sustituido por
ningún otro.
Si grande fue la audacia del santo en la búsqueda de la verdad,
y
si muestras dio de un
gran espíritu de libertad para ttatat los
más
'1tduos p,oblemas, no
menor fue siempre su probidad
cien
tífica,
la
que
debe set patrimonio de todos cuantos quieren, por
un lado, mantener
intac1'a la pureza de la docttina cristiana sin con
taminarlas con falsas filosofías; y, por otro, no quieten rechazar, a
priori, ninguna filosofía.
"Además -leemos en la Aetemi Palris-, distinguiendo muy
767
Fundaci\363n Speiro
BERNARDO MONSEGU, C. P.
bien la .razón de la fe, como es justo, y asociando ambas, sin em-
11,argo, amig,,blemente, conservó '.los derechos de una y otta, proveyó
a su dignidad de tai suerte, que la
razón, elevada a
la mayor altura
en
alas de Tomás, ya casi no puede levantarse a regiones más su
blimes, ni la fe puede
casi esperar de la ,razón más y más poderosos
auxilios que los
que ha
conseguido hasta aquí por Tomás" (núm.
10).
O>n razón, pues, pedimos la vuelta al Angéliro, pata asegurar sobre
base firme y con método recto el gran edificio de la filosofía cris
tiana, que nunca está acabado.
Razón y revelación, fi'iosof ía y reología no han de excluirse sino
au.x!iHairse y completarse mutuamente para conseguir la auténtica
filosofía cristiana. Como también filosofía. y fe 'han de tener en
cuenta
los
daros de las cienci
servirnos de ejemplo.
Ningón género de ronocimiento fue
para él
desdeñable en
on:len .a una mayor profundización en el conocimien
to
de la verdad, de toda verdad.
Lo que no hizo jamás rel santo fue, en nombre de la ciencia, ne
gar sus deredhos a la fi'losofía; de fa, autosuficiencia humana ne
garse a la transcendencia y a la autoridad divina; de la sectilaridad,
romper ron la sagrada dactrina. Lo oapital y como el quicio de roda
su
cristiana
filosofía, en la que de modo tan maravilloso se conj u
ga lo de la fe y lo de la revelación, estableciéndose sus relaciones
ínutuas, hay que ponerlo ,:_según leemos en la Lumen Ecdesiae de
Pablo-VI-en que Santo Tomás supo componer maravillosamen
,te la seculariáad o autonomía de Jo profano ron los arduos y seve
ros posru)ados del Evangelio,
sustrayéndose
por un
lado a
la ten
dencia,
poco natu:ml, de despreciar eJl mundo y -sus bienes y, por
otro,
librándose de caer en 1a tentación de apartarse de los supre
mos e indeclinables principios del orden sobrenatural
(Lumen Eccle
siae, núm. 8).
A l!a luz, pues, de la Aeterni Patris, Santo Tomás no interesa
tanto como un hombre de ayer, dentro del contexto socio-cultural
de su éj)OOa; un Tomás, por tanto, "fechado" en su tiempo, por
valerme de una expresión de M. F. Sciacca, sino, sobre todo, como
un doctor, que sigue
siendo el doctor communis de la Iglesia "y
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CIEN A&OS DE LA «AETERNI PATRJS»
con el que es necesario contar en nuestro tiempo y en todo tiempo".
Para ·enteruler por qué y en qué sentido la vuclra a Santo To
más,
postulada por
la Aetemi Patris, en 1879, signe teniendo ac
tua.lidad y vigencia en 1979, aconsejo la lectura del preliminar
puesto por
M. F. Sciacca a su libro Perspectiva de la metafísica
de Santo Tomás, que aplica a nuestro tiempo lo que, pensando
en el suyo, dijera en su encíclica León XIII. Valen maravillosa
mente sus palabras como homenaje al Doctor
Angélico y corno ho0
menaje también a la encíclica cuyo centenaiio transcurre.
Porque (y me permitio cerrar este recordatorio de la Aetemi
Pawis recogiendo y haciendo mío lo ,allí di
h•y que rerulir tributo a la mente más excelsa, e,:presiva de la
cultura católica, en un momento como el· .nuestro, cuando una. fácil
"contestación", que dicen desatra'lizadora y desmitificado.qa, no la
respeta o se sirve de ella para fines antitétiros a los que son pro
pios
del pensamiento teológico y filosófico de Santo Tomás.
Nuestros novísimos filósofos cristianos hacen poco sitio, hoy,
al más grande de los filósofos cristianos, po.tque ceden con exceso
al pensamiento "crítico" hasta la médula, e hidrófobo, para toda
cfa.se de "dogmatismo", cayendo en la secularización y al vaciamien
to metafísico de la filosofía.
A lá desvalorización tomista, "muy propia de lOS ejércitos tra
dicionaies del liakis:mo, se han unido, en los últimos decenios, los
·batallones del laicismo más o menos marxista ... , y los guerrill-Eros
de un deteriorado progresismo llarnrulo «atólico», los cnales todos,
no pudiendo sufrir una
0,utoridad que los obliga a pensar,
se dejan
llevar,
por loo más fútiles pretextos, de loo vientos de un aggiorna.
mento que 'les hace juguetes del cambio de los tiempos y del «diá
logo abierto»; y ya sólo miran a disminuir su prestigio, a fin de
verse libres de un monumento que les .apabulla y, sobre todo, re
sulta molesto, relegándolo al desván o cuarto trastero".
"No
seré yo quien defienda ciertas fatigosas rq,eticion.es· de· un
tomismo de tercera o de ruarra mano, ni ciertas presentaciones del
pen$amienro de
Santo Tomás, ni la
pretensióri de impónétnoslo «por
decreto» y menos el uso que a menudo de él se ha hecho: eso que,
justamente, ha sido deD.ominado « paleotorriismo» · o «tomismo· de
769
Fundaci\363n Speiro
BERNARDO MONSEGU, C. P.
rigurosa obsetvaneia.-., profesado por los que se atan a la letra de
las doctrinas del dux studiomm; eso, repito, está ya muerto. De
jemos, pues, que los muertos entierren a sus muertos.
Pero sí seré yo quien sostenga, eu mi pequeñez, que el Aqui
nate goza de una p,esenda altísima, aunque no exclusiva, dentro de
la
filosofía del
ser, la sola verdadera filosofía; presencia siempre
actual en eJ
sistema de
la
verdad, siempre capa,: de
enriquecimiento
y de profundización con nuevas verdades, según el mismo Santo
Tomás
nos
da de ello la
prueba, pues
nunca
pretendió, precisa:
meute ,porque eta un filósofo y un teólogo cumbre, Set infalible, y
menos aún. haber entregado a la humanidad la revelación filosófica
definitiva, convencido como
estaba (él que juzgaba Set «paja> cuan
to había
escrito) de
las debilidades y de las imperfecciones, de las
lagunas de
su peusamieuto".
Proponieudo la vuelta a
Santo
Tomás, una vuelta a las fuentes,
no se trata de dat maroba atrás, "sino de hacer que el pasado vuelva
a nosotros, penetre en nuestra situación histórica de manera que se
haga «presente» en nosotros, «actwd» y «contemporáneo»; y así esté
proyectado
siempre
hacia el futuro ... Un presente con vistas
al fu
tmo, pero sin pasado, no tiene donde apoyat el pie. De aquí la
fuerza innovadora y renovadora de la tradición, de la que Santo
Tomás es una de
las piezas
fundamentales, la que hace posible este
·nuevo presente, que, en
cuanto tal, es. un elemento vivo y operante.
Nada más infecundo que el querer
comenzarlo todo de
nuevo,
ex
nova. En la cultura, sólo la tradición es ,por sí misma un progreso,
sólo ella tiene fututo".
Con estas
palabras, tan claras y penetrantes, del sutilísimo &iac
ca ( conocedor como
pocos de todos los vericuetos o los caminos
reales de la
filosofía moderna, crítico y metafísico eu una pieza,
filósofo verdaderamente
integrador, él, el
filósofo de
la integta
lidad)
cerramos esta breve nota de atención
sobre la
fecha
cente
naria
de la
apatidón de Aetemi Patrn, eu la seguridad de que en
ella se recoge lo más inteucionado y medulat de una encíclica que
vuelve a
Set de actualidad,
Para conmemorar
dignamente
tanto
la promulgación de la en
cíclica como de la Academia de Santo Tomás de Aquino, obra tam-
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CIEN AFIOS DE LA «AEI'ERNI PATRJS»
bién de León XIII, esa misma Academia Romana de SMto Tomás
resolvía, con
fecha 1 de febrero del presente año de 1979, por medio
de un comunicado de su Cardenal Presidente, monseñor
PiolMti,
que
los estudios todos
del VIII
Congreso Tomístico Internacional
( que tendrá lugar en Roma, del 8 al 13 de septiembre de 1980)
converjan en tomo a la encíclica Aeterni Patris, poniendo de relieve
la trnscendencia y actualidad de la misma. Buena ocasión, pues, ·para
reconocer cuánto la filosofía cristiaoa debe al protagonista de la
Encíclica. El Congreso está puesto bajo la protección del mismo
Papa, Juan Pablo II, formado en la escuela tomista.
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