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Número 179-180

Serie XVIII

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La soledad de Jesús. Discurso de clausura de la XVII Reunión de amigos de la Ciudad Católica

LA SOLEOAD DE JiFSUS
DISCURSO DE CT.AUSURA DE LA XVII REilll!ON DE AMIGOS
DE LA CIUDAD CATOUCA
POR
ABEL.AlIDO DE AliMA5
Queridos wnigos de la Ciudad Católica:
En vez de cuartillas, acabo de rolocar aquí una re!liquia de una
religiosa que mañana hará cuatro años que comenzó a vivir, car­
mel.ita descalza rontemplativa, Madre Maravillas de Jesús. Un ins­
trumento elegido por el Corazón de Jesús para llevar al mundo
vida contemplativa
y vida activa, porque, a lo Santa Teresa, fue un
modelo
de vida activa salido de
la contemplación. Y

pongo
esto
aquí y me encomiendo a la Madre Maravillas, a quien me suelo en­
comendar todos
los días muchas ,.-eces, para que

me saque
del apuro
en que me
na vuelto a meter Juan Valler de Goytisolo, después del
que me metió en Torrente.
Este encuentro, diecisiete encuentro de amigos de la Ciudad
Catéilirn, no

puede
terminarse aquí.

Ahora
es cuando
comienza
y
si nos hemos reunido estos días para escucliru-unas conferencias
preciosas,

para discutir en algunos
foros, sobre todo en los diálo­
gos,
nuestros puntos de vist'a, en

lo que estamos
todos de acuerdo,
en

un común
acuerdo, es en que ahora !hay que llevar esto a la
acción, tlenemos que actuar. Una acción ¡positiva, una acción cons­
tructiva, una acción
eficaz; pe~ io importante en ella ,es ser per­
severantes, y precisamente para poder ser perseverantes en ella es
por
'1o que más que un discurso de clausura, querría hacer oquí
unas reflexiones contemp.la.tivas.
En el momento ,en que rnda una de las personas que integran
este

encuentro se determine
a actuar por la Ciudad Cat61ica, por
1311
Fundaci\363n Speiro

ABELAJWO DE ARMAS
la Iglesia, por Jesucristo, por su &.ntísima Madre, inmediatamente
a esa armonía de amor que va ra. llevar a:l mundo, se va a contra­
poner 1a dialéctica del enemigo: Mundo, Demonio y Carne. Y de
estos tres enemigos, los tre$ van a ser comunes ,en Ja actuación. Pero
fundamentalmente me voy a acoger a una en
la :prlimera semana de sus Ejercicio,;, en las reglas de discerni­
miento
dé espíritus, nos dice -en su seguncla regla-"que

en aque­
llas
alma,; que van de bien en mejor subiendo, usa el enemigo con­
trario modo que en la primera, que era 1a de aquellos que van de
peoado en pecado mortru cayendo. En este caso, dice, acostumbra
comúnmente
el enemigo proponer placeres aparentes, pero en Jo,;
que van de bien mejor subiendo, usa ronttario modo, porque en­
tonces es propio del mal espíritu morder, tristar, poner impedi­
mentos, e
inquietar con · falsas ra20nes para que no se pase ade­
'iante". De mana-a que la táctica que el enemigo va a seguir como
fruto
de este
encuentro, que
en
alguno,; de
los
foro,; he escuchado
decir a algón sacerdote que ha snpuesto para él casi como un retiro
espiritu.a1,
va
a ser
la: de intentar transformar el buen deseo en
desalientos. Oí en una
ocasión una anécdota en

la que se decía que
el de­
monio sacó en una ocasión sus armas a subasta del.ante de innume­
rables demonio,;, -como cdloca San Ignacio 1a meditaeión de 006
Banderas,

'innumerables
dernonios-. Sacó sus armas
a
subasta y
Sa­
tanás decía:

"¿Cuánto dais por esta piedra?
Esta es la piedra de
la lujuria, infinidad de a:Imas rengo sumergidas en el infierno por
esta
piedra". m resto de los demonios snbast,ba. Después, sacó
otta
piedra "¿Qué dais por
esta
piedra:? Esta es 1a piedra de la so­
be,,bia, tened en cnenta que en el infierno hay vírgenes pero no
hay humildes, por lo tanto esta piedra de la sobe incak:ulable". Pujaban

los
demonio,;, y después de sacar una serie
de
,piedras, de repente dijo:

"¡ay!,
ahora aquí tengo

una
piedra,
pero

ésta no
1a saco a subasta. Esta es la piedra con •la que más
aimas he metido en el infierno, no hay nadie en el infierno que
no esté
por ella".
Y entonces
!os· demás diablos

pujaban y decían:
"¡sácala
,a precio! ¿qué piedra es esa? ¡dfnoolo! ¡comunícanos tu
secreto! ". No os comunico nada, decía él. "Pero, ¿qué piedra es
1312
Fundaci\363n Speiro

LA SOLEDAD DE /ESUS
esa?, le replicaban. ¡Ah!, dijo él, esta es Ia ¡piedra del desaliento.
El

desaliento. No se trata de
empezar a trabajar -,por la paciencia
salvaréis vuestras almas--, se trata de- ser constante.
Ahora bien, ayer escuchaba ai Padre Gonzá,lez Quev,edo unas
palabras en

una
charlita que

tuvimos aquí
y · me contaba una pe­
queña controversia habida entre Frar Luis de Granada y Juan de
Avila. El tema era: en virtud de qué
había amado Francisco de
Asís
la
pobreza. Fray

Luis de Granada decía:
¡ah!, Fraocisco de

Asís
amó la pobreza pon¡ue al ver sus valores, a:! sentirse desprendido
de
todo por ella, .. eía que aquello, desasido de todo lo terreno, se
levantaba a

la contemplación mística de Jesús
a quien
tanto amaba.
Y Juan de Avlla le dijo: no, no;
Francisco de

Asís
contemplaba la
sacratísima

humanidad de Jesús -de la
que nos
hablaba ayer el
proJiesor Canals en

su preciosa conferencia, con
palabras de
Santa
Teresa- y
contemplando a

Jesús
pobre, viendo
a Jesús
pobre, él
9acaba fuerzas y amor para

vivir
la pobreza.
Pues 'bien, para no desalentarnos, nosotros vamos a contemplar
aqu(, en esta taroe, en 'la clausura, a Jesús solo, la soledad del Cora­
zón de

Jesús.
Pon¡ue es p
Dios
en San Pablo, que todos
los

que quieran vivir
piado9ailente según Cristo, han de padecer
persecución. Y si nosotros estamos determinados a sacar una acción
Constructiva, una acción eficaz, una acción pacífica, una acción que
tiene que nacer de la contemplación, -pon¡ue si no e9a acción es
infecunda, no

es una acción unida
al Verbo, y

sin
MI nada podéis
hacer-,

si nos
determinamos a esta unidad con

Jesús, con el
Verbo
para aetuar, inmediatamente vamos a padecer persecución, y en esa
persecución

irernns quedando
,poco a

poco
aislados, solos. Y aquí
entran en juego el desdiento 'y ese pesimismo que nos acaba de
decir magníficamente Enrique Zuleta al tetminar su conferencia,
porque no tenemos derecho a ser pesimistas
ni a dejarnos desalen­
tar. Pero las
fuerzas las

sacamos contemplándole a
'El.
La soledad del Corazón de Jesús. Idlo contemplando, y no ahora,
sino cada día de nuestra

vida
durante un
buen espacio de
tiempo.
Que

nuestra
contemplici6n no sea de televis'ión sino de teledivina­
visión y podamos contemplar 'rodos los dfas el Corazón de Jesós,
núestro modelo.
1313
Fundaci\363n Speiro

ABELARDO DE ARMAS
Sokdades del Omizón de Jesús. Vamos a empezar por la soledad
en Belén.
Vino a loo suyos y loo suyos oo le recibieron. La soledad
de Jesús, nacido,
dice San Ignacio, en

suma
pobreza. Es impresio­
nante

que en
[a noohe de Belén el

Esperado,
el Mesías,

el Ansiado,
aquél por el que clamó Isaías: "destilad, cielos, el rocío de lo alto,
lluevan
las nubes al Justo, ábrase la tierra y germine ail Salvador",
venga a
la tierra y nazca en una soledad total y absoluta en pre­
sencia del corazón de
1a Santísima Virgen y del corazón de San
José, a los cuailes Dios beneficiaba inmensamente con esta pobreza
en que nacía el
Verbo, potqu.e los preparaba así para pooet los ojos
y el corazón
solamente en aquel niño

que nacía,
y oo poder po­
nerlo en ninguna otra criatura Pero empieza a nacer en soledad
y a formar en la madre un corazón solitario. ¿Qué mujer habrá
habido en el mundo que haya dado a luz sin
tener nadie
que la
asista,
y que después de dar a 'luz no haya venido alguien, otras
mujeres, a ayudarla, a felicitarla
por el
niño que ha
tenido?
La soledad de Jesús y de la Virgen. Soledad del Corazón de
Jesús con su propia madte. Para
formar. el Corazón de

la Virgen
en soledad a
loo doce

años Jesús
. abandona

a
su madre por

ttes
días, quedándose en
Jerusalén al

finalizar
la fiesta de la Pascua.
En . estos ·ttes días, nos dicen ll.lguoos comentaristas del Evangelio,
la
Santísima Virgen
ha sufrido
más que en la Pasión, porque en
la Pasión tenía la presencia del Hijo, por lo menos el consuelo
de estar junto a EL En estos
tres días ignoroba dónde

estaba Jesús.
Pero
fa Virgen sabía que aquel niño era Dios y la Virgen clamaba,
y
en estos ttes días oraba y 5"bía que vivo o muerto la escuchaba,
¿cómo no respondía el Hijo de sus entrañas,
el Hijo de Dios, el
todo bien, y toda bondad? Por eso cnando lo eocuentra le pregun­
ta:
"pero, Hijo, ¿cómo lo has hecho :así con nosotros? ¡Mira que
ru
padre y yo, angustiados, te estábamos bu=ndo! " Y Jesús les
dice: "¿Por qué
me buscabais? ¿No sabíais que yo había de estar
en las cosas

de
mJ Padre?" Ellos no entendieron nada de lo que
les había dic!ho. Jesús preparaba a la Santísima Virgen para vivir
su ooledad. Fue el primer desgarrón fortísimo he zón de

la Virgen, potque
el Corazón
de la Virgen
tenía que
co­
rredJmirnos con

un corazón
solitario. Y ll.l hacer
este
desganón,
1314
Fundaci\363n Speiro

LA SOLEDAD DE JESUS
que ni siquiera la madre en prinap10 comprendió, la llevaba de
pobreza espirirual, en el cual escalón se bahía quedado la Virgen
el día de [a Purificación al entegrar al hijo al Padtle de los Cielos
y ofrendarlo ya en el templo, a pobre>a actrud de quedarse sin
Jesús, y ,entender, ponderando estas cosas en su corazón, que lle­
garía un día en que el Hijo de
sus entrañas la dejaría en una sole­
dad total y absoluta. Mayor soledad para la Virgen después de la
Ascensión que la espada que taladra su corazón al pie de la Cruz.
Es un milagro que la Santísima Virgen continúe en la tierra sin la
presencia de su Hijo. Todos [os autores y todos los místicos nos
ponen después de
la .Ascensión de Jesús consuelos para seguir man­
teniendo
a
la Virgen mediante contactOs con Ella en la tierra para
que
Ella pudiera seguir alentando, y dando [uz a la Iglesia, en me­
dio de un
pruro, que

ése sí que
bacía sangrar lágrimas de dcJlor,
much!simo más que las lágrimas de soledad al dar a luz a Jesús en
Belén. Ha preparado
así a
la
Virgen para vivir en soledad, lleván­
dola a la pobreza
actual.
A estas soledades nos tiene que llevar Jesús, mis queridos ami­
gos, y si no, no es que no seamos santos,. es que no podemoo ·ser
ni cristianos. Por tres veces anuncia Jesús la Pasión en el Evangelio,
en
el capítulo

IX de San Lucas dos veces y en
el X
una tercera
vez. De
estas tres

veces, dos añade el Esplritu
Santo cuando les
dice:
"Mirad que subimos a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre
va · a ser escarnecido, va a caer en manos de los doctores, va a ser
azotado, va a ser abofeteado, va a ser crucificado, pero al tercer
día resucitará", añade: "y ellos no entendían nada de Jo que les
había dicho"
y añade más el Esplritu. Santo, "y era éste un lengna­
je
encubierto para

ellos"
y no querían pensar en aquello y les i..
dicho: "mirad que subirnos a Jerusalen", no mirad que subo, sino
que subirnos. Y
estas palabras

nos
repite Jesús

a
nos no subo, subimos. Si tú quieres santificarte y quieres virvir en ais~
tiano tiell.es que subir conmigo a ila Cruz. Esto nos cuesta trabajo,
no 1o entendemos. Con razón el Espíritu Santo dice que era un
lenguaje enigmático, nó lo comprendieron, no oomprendemos que
tenemos que sufrir, mis queridos amigos, que si realmente noso­
tros queremos ser útiles ,a la gloria de Dios, salvar a la Iglesia en
1315
Fundaci\363n Speiro

ABELARDO DE ARMAS
estos momentos, salvar a · España, nuestra querida patria, no pode­
mos ir por caminos distintos que por los que fue el .Maestro. Y nos
elige
a
cada uno de nosotros porque estrunos aquí, porque, como ha
didho el Padre Gonzáiez Quevedo hace uo rato ,eo el furo, no so­
mos pueblo

menudo los que
estamos aquí
asistiendo, sino pueblo
selecto. Dios nos tieoe que llevar a
fa santidad !' "° tieoe otro
camino para llevamos a ella que ése, su propia
soledad.
Soledad del Corazón de Jesús con Ios suyos. Sus familiares, nos
dice
San Marcos, que veoían a buscarle en cuanto salió a la vida
pública
y querían llevárselo porque dedan que estaba como fuera
de sí, como loco.
Soledad
de'! Corazón de

Jesús
en Nazaret, su

pueblo. Ya
había
dioho

El que ningún profeta
Jo es en su ·patria. Peto llegó a Na­
zaret y los nazarenos quisieron precipitarlo por un barranco. Jan
Dobraczynsky en
ese libro "Cai,as de Nicodemo" describe
a Je­
sús; El, nos

dice el Evangelio, pasando
por el medio se retiraba y
alejándose del pueblo - ciudad a 1o aejos, se sentó en el suelo, comeru:aron a convulsionarse
sus hombros, agachó la cabeza -Jesús ,estaba llorando--. Vino a
los
su!yos y los suyos no le recibieron, !os de N a7Jlret, los íntimos,
con
los que
había estado treinta años de su vida, y a los que ama­
ba, porque
cl desgarrón

de
la soledad de Jesús es que cada uno de
los que le produce soledad, es
amado por EL
· Soledad

de Jesús con
las masas: no lo entendieron. Tuvo que
decirles: "vosotros me buscáis porque os he dado de
comer"; Pero
en

cuanto se quedó solo y
empezó a pregonar él Sermón de la Eu­
caristía,
"dura doctrina

es ésta", le
dejaron solo, "1:ambién vosotras
me

dejaréis solo".
Las masas le llevaban multitudes de enfermos,
peto

solamente una vez leemos en el
Evangelio, y también era un
enfermo, le llevaron

.pecadores que era lo que había venido a
bus­
"""· Las masas eotend1an como nosotros una salvación de lo tem­
poral, en •lugar de una salvación de abundancia de vida divina
en el
alma. Soledad del CoMzón de Jesús ante las masas.
Soledad del
Comzón de Jesm con los te61ogos de la época. No
nos extrañemos ahora cuando nos hacen sufrir ciertas teorías, "vo­
sotros escudriñáis las Escrituras y no me habéis 00<10cido", Soledad
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Fundaci\363n Speiro

LA SOLEDAD DE JESUS
del Corazón de Jesús con los fariseos, que debieron de haberle re­
cibido

enrre aplausos
y vítores, y los ruvo que llamar "raza de ví­
boras,
sepul
Pero los
amaba, amaba
Jesús a aque­
llos fariseos
y los ruvo que hacer rostro, decirles abiertamente lo
que
hacían porque
ponían cargas que ,ellos no eran capaces de so­
portar, aunque dijese al pueblo en cuanto a ellos: "haced lo que os
dicen, aunque no hagáis lo
que ellos hacen".
Soledad del Cora.z6n de Jesús con
los más íntimos. A Pedro
le ruvo que decir "aparta de Mí Satanás", porque Pedro no había
entendido el dolor de
la Cruz

y le quería separar de que
subiese a
Jerusalén.
En la noche de la Cena todavía les tendrá que decir:
"tanto tiempo Con vosotros, Felipe, y aún no me habéis conocido".
Soledad del Corazón de Jesús en Gerasa. Fue preferido a dos
mil cerdos después de hacer 'la curación del endemoniado, tras
haber sepultado en una piara de doo mi:! cerdos a una multitud de
demonios
-"nuestro nombre es legión"--. Vinieron después aque­
llos ciudadanos griegos del territorio de la Decápalls para decirle
"márchate de aquí, creemos que eres un gran bombre, pero nos
has infringido un gran daño".
Sdledad del Corazón de Jesús.
Los íntimos en el momento de
la agonía en Getsemaní se
quedaron dormidos. Poco

después nos
dice
el Evangelio: "entonces sus discípulos, abandonándole todos,
huyeron". Soledades del Corazón de
Jesús. En la Cruz. No tenemos pala­
bras para expresar el misterio de h soledad de Jesús. Maldito el
que cuelga
de'! madero,

quedó abandonado, aun
del Padre de los
Cielos: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". No
podemos llegar a oomprender este misterio, y así es como Jesús
ha realizado nuestra salvación. Y después de fa Cruz, nos dice San
Juan
de Avila que, si repitió:
. "todo

se
ha aa>Jbado", dice Juan de
Avila todo se ha acabado
,en cuanto a:I padecimiento que no en
cuanto a1 amor, porque nos sigue amando.
Soledad del Corazón de Jesús que mantiene hoy. Hoy hay tam•
bién H~odes. Jesús ante Herodes, ¡qué soledad tuvo el Corazón, de
Jesús! Ante Herodes Jesús callaba, no dijo ni una sola palabra.
Habló con

Pilatos, habló
wn Caifás, con Anás; Con Herodes el
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Fundaci\363n Speiro

ABELARDO DE ARMAS
lujurioso, el que vivía con la mu¡jer de su herma,¡o, ante Herodes,
Jesús callaba. ¿Qué sentirá el Corazón de Jesús hoy, cuando una de
las peHculas de

más taquillaje
·lleva por

nombre
Eonnanuelle, su
propio nombre, Emmanuelle, que significa Dios con nosotros, co­
mo si el Dios del mundo actual fuera la carne? La sdledad del Co­
razón de Je9ÚS, y Ollla.
Soledad

del Corazón de
Jesós con la injusticia de Pilatos, que
seis veces. -seis veces dice que es inocente y lo entregó.
Y nosotros hoy, ¿no dejamos solo al Corazón de Jesós? porque
sigue
prolongando el amor, que
no ya el
padecimiento, pero
se
ha
quedado
en la Eu=istía, memorial de su Pasión. Está en los Sa­
grarios, ¿Cuánto tiempo
acompañamos nosotros
a J
es6s diariamente
ante

un
S•grario? Vemos

que
Olda vez

nos quejamos de que algunas
disposiciones en algunas Iglesias han
arrinconado los

Sagrarios
y
los han puesto a un 1ado, pero nosotros con fos Sagrarios que te­
nemos a nuestro alcance, ¿qué hacemos? ¿a.comipañamos a Jesús en
la Eucaristía?
Me escribía una religiosa·
Carmelita, priora
de
·un convento
di­
ciéndó!Ile: "Abelardo,

llevo recibidos dos
sobres con hostias con­
sagradas

dentro, En
las mismas hostias escritas palabras blasfemas,
y me dicen: no lo dudes, esrán consagradas, ¿Por qué me mandan
a mí
estas Hosrias, porque me llamo Adoración del Santísimo Sa­
cramento?
Esr.ba yo en una casa religiosa ·hace unos aiíos, y había
en aquella
casa religiosa,

donde estuve
pasando unos días de verano,
unos Sacerdotes detenidos, y comentando con ellos, uno de aque­
llos Sacerdotes
vascos dij'o que

en una discusión
en u.na
parro­
quia de la 20na en que él estaba, discutieron un párroco y un coad­
jutor sobre h. presencia real de Jesús en 1a 1Eucaristía, se acalora­
ron y al ifinal el coadjutor se fue a la mpilla, abrió el Sagrario,
cogió
e'! copón y tiró las formas por la taza del water. Fui hace
años a pasar el día a un pueblo que no tenia sacerdote y entré en
la Iglesia. Nos fuimos a busca. a otro Párroco de un pueblo cerOl­
no,

aquí en
Madrid, -4pt1edo decir el nombre,--nos fuimos a
Manzanares el

Real
para buSOlr a!l Párroco y que nos celebrase Misa
en
Boolo.

Cuando el Párroco en
la Misa abrió el Sa!l"ario, las for­
mas estaban

corrompidas, no
había corporales debajo

del
Copón,
1318
Fundaci\363n Speiro

LA SOLEDAD DE JESUS
sino unos papeles de periódicos amarillentos. ¡Cuánta soledad sufrió
Jesús en aquel Sagrario!
Soledad del Corazón de

Jesús en nosotros
mismos. Somos
de
sus predilectos, de sus íntimos, DOS anis. y le tenemos durante el
día como
,en el olvido. Nuestra propia alma se ha convertido para
El en un hospedaje en que es ei gran ausente. 'lfay tantas cosas que
nos preocupan
y no DOS pceocu!pa el Coramn de Jesús.
Mis

quetidos amigos, ¿qué
ha.ternos nosotros al

finalizar este
encuentro? ¿No
tendretnOS que tomar como emblema del encuentro,
el
reformar mi vida para que mi acción en adelante pueda set fe­
cunda, pueda ser pacífica, amorosa, constructiva, armó.n.ica, no dia-
1.éctica? .Miradle a EL Juan Pablo II nos ha didbo a los jóvenes, en
una de sus
tres audiencias

que
ha ten.ido para loo jóvenes: "Buscad
a Jesús, amad a Jesús, dad testimonio de Jesús'".
Vayamos a ,la Santísima Virgen, acompañémosla en la soledad,
amvirtamos nuestra

vida en
una sonrisa para la Virgen. Af Padre
Bidagor

'le oí
un día esra anécd<>tlL ¡ Qué duda cabe que cuando
María se encontraba destrozada
con Jesús, entre sus brazos muetto,
y se a<:etcaron Nicodemo y José de Arirnarea para decirle: Señora,
aquí tenemos un sepulcro nuevo donde poder enterrarle, Ella mira­
ría
agradecida! Era una preocupación para la Virgen dónde depo­
sitar
a su Hijo, porque el Talmud ¡prescribía que los ,ajusticiados
tenían

que
ser sepultadoo en la

fosa
común, tendría que ir
allí a
la
fosa, donde estaban ya los cadáveres de malhechores anteriormente
ejecutados. Aquello
era un drama para la Santísima Virgen, pero
también el Talmud prescribía que se le podría enterrar en un se­
pulcro sin estrenar. Cuando José de Arimatea ofreció cl sepulcro y
dijo:
Señom, aquí tengo un sepulcro nuevo, si queréis podemos de­
positarlo

ahí, ¡qué duda
cabe que
de
entre cl dolor de la Virgen
arrancaría una sonrisa,
miraría agradecida! Hoy hay que ofrecerse
a la Virgen y decirle: Madre, mira, soy un sepukro, de mí no se
puede esperar .nada más que oorrupción, pero si mis miserias sir­
ven de algo a la misericordia infinita de Jesús ponlo dentro de mí,
por lo menos que aquí descanse, que encuentre un Jugar de refu­
gio. "Busqué quién me consolase y no lo hallé, quise encontrar con­
solador,
no. lo

hubo." ¿No
hahr& aqul unas almas para ofrecerse a ser
1319
Fundaci\363n Speiro

ABELARJ)O DE ARMAS
consoladoras del Corazón de Jesús? Nos va a ·tratar duro si nos
ofrecemos, nos

va escoger
por equilibradores de su dolor, .y nos
ya a

hacer sufrir
terril,lemente como

está
haciendo sufrir

a tantas
almas en España y en el mundo, pero no hay otro camino para
hacer la salvación. El nos escogerá as~ tiene que hacernos seme­
jantes

a
El, es 11a única forma_ de santifücarnos.
Y o he visto a uno de mis muchachos morir ron un cáncer de
vejiga, y este chico ofreció su enfermedad. La descubrió antes que
sus propios padres. Sus padres se
la ocu'ltaban. Cuando al final

le
fueron a manifestar
ya decididamente a través de

mí que
tenia un
cáncer,

no hizo falta porque
lo sabía mu ofrecido
todo. Y

cnando
ya no

podía
ni siqui""a resistir la anestesia,
pues no

se la
podían poner

porque le provocaba la
asfixia, aquel
muchacho con el
cna:l su

padre me
dejaba a solas para que pu­
diéramos hablar íntimamente, me decía: "Abelardo, quisieria amar,
quisiera ofrecer esto, peto no puedo, qniero •hacer oración, no puedo.
Mi padre me lee algunas rosas, pero no las 01pto, yo quisier,
hacer
rugo úril, pero

no puedo
nada, no
puedo
n.da". Yo
veía
ahí a un Cristo vivo, cla'Vado en 'la Cruz, en su lamento del tengo
sed,
amando sin sentimiento,

pero haciendo
el amor más pum que
se puede

hacer, que es
el de morir !por los demás, y decía: "real­
mente Señor, cuando
escoges a

un
alma para identificarla contigo,
¡cómo la haces sufriir! ". Y a nosotros Jesús nos escoge, para inva­
dirnos. también con un cáncer, pero no es un cáncer con ,el que
pretenda
aniqulfarnos, sino un cáncer con el que pretende trans­
formarnos
en m y una vez que se haya hecho esa transformación
en

Jesucristo, entonces nosotros
estamos salvando al mundo, enton­
ces es cuando
estamos .rea'lmente siendo eficaces en nuestra acción.
Una
anécdota posiciva, Se dice que

cuando
Jesús tnorla en la
Cruz,

Dios. Padre
y Satanás estaban jugándose la Redención del mundo
en
un ta-Mero de 1'jedrez. Dios

Padre
dejaba a
Satanás manejar
el
ta1,lero de la historia f le dijo: "juega, tienes ,el tablero a ru dis­
posición,
rpon las ~ichas donde quieras" y Satanás iba colocando
aquí

un
peón, aquí se servía de la ignomimia humana, de los
celos, de 'fas · envidio.s, de

los
rencores, de la carne,. y poco a poco
iba preparando el jaque. Cuando ya colocó a Jesús en la Cruz,
1320
Fundaci\363n Speiro

LA SOLEDAD DE JESUS
cuando ya estaban aquellos que meneaban la cabeza para decir: "bá·
jate de la Cruz", cuando Jesús estaba aparentemente contemplando
el triunfo más aplastante, que era ver· el triunfo de sus enemigos
en la soledad tota1 y absoluta, entonoes colocando las piezas sobre
el
tablero, Satanás miraba a los ojos de Dios y Dios le decía: ¿no
cambias?,
y él dijo: Ya 110, mate. Y dijo Dios Padre, ¿seguro?, mate
-replicó

él- ¿De
verdad? -vdlvió a

preguntar,
puedes rodavía
corregir tu jugada, y Satanás, viendo todo tan perfectamente pla­
nificado
respondió:
no, definitivamente mate. Entonces Dios Padre
volteó el tablero y por debajo se estaba jugando otra partida en la
que
cada una

de las
piezas que el demonio. había ido colocando, •ha·
bía

dado lugar precisamente
al acogotamieoto suyo final. Se hacía
la

Redención de los hombres
clawndo a Cristo en la Cruz, como
había hecho Satanás,
y era él el que quedaba hundido para siempre
en

la
eternidad.
La única manera de hacer salvación de •loo hombres es dejarle
a Jesús que nos
invada como un cán<:er. Si el grano de trigo no cae
en
la tierra, se pudre y muere, no da fruto y esto lo tiene que hacer
con

nosotros.
¿Seremos capaces de ofreoernos a

esto? Pero
,es que
saoarás fuerzas para no desalentarte

cuando
escribas carras y las
cartas no se puMiquen, cuando mrbaj es como ha dicho Federico, este
mejicano, dieciséis años pacientemente hasta obtener un triunfo y
no desalennarte, porque cuentas de antemano con. que un cristiano
no ha. venido a la cierra ni para canrar -victorias, ni para llorar de­
rro•as, ha veoido para dejarse hacer. El abandono, dice San Agus­
tín, es el frum del amor. Así como un manzano no puede da.r peras
y el
frum del manzano es

la manzana,
el amor

no puede dar
otro
fruto que el ooandono y el alma que rerumente ama se abandona,
y se deja hacer y deshacer por Jesús. Pues con esm termino, mejor,
con aquello que
nos decía
el año pasado un Santo Obispo,
don José
María
García Laltlguera, cuando noo puso en contemplación

la
soledad de Belén
y allí, nos dijo, hay un juego de miradas. La Vir­
gen
mira a Jesús y a la Virgen San Jooé, ra los dos ,mira Jesús y se
sonríen los
tres. Esta es

la
sdledad de nuestra vida,

tener los ojos
clavados
en la Virgen, clavados en Jesús, identificamos con

El,
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4JJELARJJO DE ARMAS
de dos corazones
· haoer un latir
y morir condgo
morir
contigo
para ea ti vivir.
lis una ooledad que fortalece, es una soledad oonsoladora, es
una
soledad que llena de alientos, ante !a cw,J. no tiene el desa­
liento
entrada, es la

soledad de
compartir la Cruz con Jesús y poder
decir
ron San Pai>lo: "con

Cristo
esroy clavado en fa. Cruz y vivo
yo, más ya no yo, es Cristo quien vive en mí". Pues terminemos
con esas palabras ron que Juan Pablo II comienza o termina sus
intervenciones ¡Alabado sea Jesucristo!
JUAN VALLET DE GOYTISOLO
QUlE SOM\OS Y CUAL ES
NUlESltlRA T AlRlEA
l. Qué somos:
l. Por nuestra fe.~2. Por nuestra específica
labor de «caridad política>
.-3. Por nuestras
convicciones naturales ..
JI. Cuál es nuestra tarea:
a) Formaci6n de una• élites.
b) Acción cultural.
22 págs. 28 ptas .
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