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Número 181-182

Serie XIX

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La doctrina social de la Iglesia Católica

LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA. CATOLICA
La Iglesia no está ligada a eistema politwo alguno, pero tiene
un
patrimonio ~doctrinal y práetieo-desarrollado al con­
tacto con las
eituaciones cambiantes de

este mundo,
bajo el
impulso

del
Evangelio. ·
«T ompoco la Iglesia es extrai/Q o compewáo,,., "L,, Iglesia -dice
''la Gaudium et spes-, q11B por razón de su ~sión y de su compe­
•·tencia
no se confunde en m,;do alguno con la CfJml!nidad polhica ni
''está ligada
a sistema polhico alguno, es a la.vez signo y salvaguar­
,, dia del carácter trascendente de la persona humand'
( núm. 76, 2).
»Al abro-. al hombre hacia Dios,./;,. Iglesia lo Jib,,. de encerrarse
"en el sistema ideológico que sea,.lo abre hacia sí mí.rm,; y hacia los
"otros,
y lo hace d,;sponible " creár cosas nuwas según las e,,igencias
"presentes de la evolución de la humanifiad.
»Con
el don central de Jesu«isto, la Ig/.esia no aporta a la wea
''común un modelo prefabricado, sino un pr,trimonio -doctrinal y
''práctico- dinámico y que se ha ido des,.,,D/landQ al contact "las situaciones cambiantes de este mundo, ba¡o el i,mp,dso del Evan­
" gelio, como fuente de renovación, cDn una voluntad desinteresada
''de serviciD
y una dlención a lt>s más f?Ohres (cfr. Octogesima ad­
"veniens, 42).
JUAN PABLO II: Alocución a la Pontificia
Comisión lustitia et Pax, 11 de noviembre de
, 1978, L'OS~ervatore Romano. Edición semanal
en lengua española, año X, núm. 48 (517), do­
mingo 26 de noviembre de 1978.
La doctrina social cristiana.
«Sabéis, ademá.r, cóm,; la Iglesia, siguiendo el ejemplo del di11ffiD
''Maestro, siempre ha estimado, proteg;.do
y defendidr, al hombre y
"su 1raba¡o, desde la condenación de. la esclavitud, hasta la expD­
,. sic<ón sistemática de
/.a "Doctrina sDoial cristiand', desde la ensec­
"flanzt, de la caridtlfi evangélica c01TU> precepto supremr>, hasta las
v gr,mdes Enddic,,s sociaks, como la Rerum novamm de León XIII,
~
Fundaci\363n Speiro

''la Quadmgesimo Anno de Plo XI, la Mairet et Magistra de Juan
"XXIII,
l,, Pqpulorum progress.io de Pablo VI. L,, Igles;,., en re/,,ción
"a los trabflios peno,os
y a las tribtt/,;ciones de la historia humana,
"en
el proceso d,amático de la sistematización socúd y política de
"los pueblos, ha defendido siempre al kábfliddor, propugn,mdo la
"urgencia de ,ma auténtica justicia sooial,, unida a la caridad cri1tüma,
"en ún clhna de tibertdd, de respeto reciproco, de fraternidad.»
JUAN ·PABLO 11: Alocución a diversos grupos
de obreros italianos, 9 . de diciembre de 1978,
L~OsservQtóre Romano. Edición semanal en len­
gua española, año X, núm. 52 (521), domingo
24 de diciembre de 1978.
La doctrina social de la Iglesia eomporta prin01p1os de re­
flexión, normas de juicio y directrices de acción, para los
rniales es garantía de autenticidad.
«Cuanto hemos record«do -es consPitwye un rico y comple¡o
"patrimonio, que la
Evangelii nuntiandi denomma doctrina social o
"enseñanza social de la Iglesia (

cfr.
ib., 38). Esta nace a 1,, luz de la
"Palabra de Dios
y del Magis#erio au;émico, de la presencia de los
''cristianos en el seno de UH situaciones cambiantes del, mundo, a
"contacto con las desafios que de éstJS pr011ienen. Tal doctrina social
"comporta, por
lo tanto, prindpios de reflexión, pero también nor­
''mas de iuida
y directrices de acoión (cfr. Octogesima adveniens, 4).
»ConfMr respansablememe en
esta doctrina sooial, aunque algu­
"nos waten de sembrar dmkr
r desconjümzas sobre ella, estudMrla
"con seriedad, ,procurar aplicarla, enseñarla, ser fiel a ella es, en- un
"hi¡a de la IglesM, g"'-"' de 1,, autemiddad de su compromiso en
"fas delicadds
y exigentes taretJS sociales, y de sus esfuerzos en f,n;or
''de
la überaci.6n o de la promoción de sus hermanos.
»Permitid, pues, que recomiende " 11ttestra especúd atenció"
pas­
,, toral la urgencia de sensibilizáf " 1111estras fieles acereá de e,1,, doc­
'·'trina sacia/ de la Iglesia.
»Ht>y que poner particular cuidfldo en la formaci6n de """
,, concienci~ social a todos los 11tivele! y en todo! los sectores. Cuando
"arre&Mn las iniusticias y crece dolorosameme la distancM enlre po­
,, bres y ricos, la do.trina social, en forma creáffl/d y abierta a los
"amplios campos de ·la presencia de la Iglesia, debe ser preci ,, wumemo de formación
y de acción. Esto vale particuk.rmenle en
"relaci6n
con las laicos: "Competen" los laúos propiamenle, aunque
"no exduswameme, ltJS táreas
y el dirwmismo secul11res" (Gaudium
4
Fundaci\363n Speiro

"et spes, 43). E.r necesario mtar s~s y estudiar sef'Ú>m-e
"cuándo ciertas
fomuis de sfl/_Jle,,eú, mantiene,, su razón de ser.-¿No
"son len la;cos /,os. llamados, en wttld de su 11ocacilm en la Iglesia,
'' a dar su apo,rte en las dimensiones políticas, econ6m«:as, y a estar
"eficazm-e pres-es en la tutel,i
'Y promoci61' de lf>s de.-echos hu­
"manos?»
JUAN PABLO II: Alocución en la apertura de
las sesiones de la 111 Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano, en el seminario
palofoxiano
de
Puebla de los Angeles,
L'Os­
servatore Romano. Edición semanal en lengua
española, año
XI, núm. 5 (527). domingo 4 de
febrero de 1979.
La enseñanza social de la Iglesia, su e.xper:iencia y las Dll:evas
vías.
«El movimi-o obrero, al que la Iglesia y /,os cnstianos han
"r,po,rtado wu, cxmtribución original y diversa, par#cularmente en
"este con#o-e, reivindica su iusta parte de responsabilidad en la
"comtrucci6n de_ un nuevo orden mundial. El ha ,ecogkit,
las aspi­
" raciones
Cf>m#MS de Uhertad 'Y de digmddd. Ha des,;rrollado /,os
"valo,res
de solidaridad, frdternidad 'Y ámistad. En la experiencJ,, com­
" partid,,, ha suscitado_
fo,rmas de org,mizaci6n f>rigmdes, me;orando
'",ustancialmente la suerte de mnnerosos trabaind()fes,
y contribu­
" yendo, p ...
más que no J'iempre se quiera decirlo, a dej,;r r,na huella
"en
el mundo industrial. Apoyándose en este pasndo, deberá com­
'' p,ometM .ru ex,pniencio en
la búsqNeda de nuevas-vía.r-, ren01Jarse
''a sí mismo y contribuir de manera M más decisiv" a (;(Jmtruir la
"América Latina del maf/ana.
»Hace diez diíos que mi predecesor, el Papa Pablo VI, estuvo en
'ºColombia.
Queria traer a los pueblos de América IdliMa el consuelo
"del Padre com,;.,.
Querla abrir a la Iglesia un:wersal las rique,:as
'ºde
las Iglesias de este contin-e. Algunos años después, celebrando
"el oaogésimo t1T1Wersarlo de
la primera Enciclica soci,Ñ,, la Rerum
"novarum, escribia: "La enseñanza sQcial de la Iglesia acompañ.,
con
"todo su dinamismo a los hombres en su búsqueda. Si bien no inter­
" viene p,;ra
dar aut-ioidnd a una estructura determinad,, o para
''proponer un
modelo prefabricado; ella

no se
limila simplemente a
"recordar unos principk,s generales. Se desarrolla por medro de una
"reflexión madtHatla al, conttJCtO con .rituae10nes et1mbiantes de e1te
"mundo, baio el impulso del Evangelio cómo fuente de renovación,
"desde

el
momento que su mema;e es aceptndo en su totalidnd y en
Fundaci\363n Speiro

",u, exigendds. Se deuwrolúi. can la Jemibi/;dtld p,opi,, de la lgle,i,,,
"marcada por una 110/Jmlad deJ/nterestlda de servicio, y una alención
"a los más f!o·bres. FitrM/,mente,. _se ttlimrmtJJ en una. experiencia rica 11de muchos .siglos, lo que ·JJ!M"Tl1,#e m11rmi,r, en la contbmddttd de rus
''preocupaciones permtmente¡, la innovación a/revida y cretldora que
"requiere la
situación presente del mando". Son palabras de Pablo VI.»
JUAN PABLO 11: Alocución a los trabajadores
en Monterrey, 31 de enero
de 1979, L'o88er­
vatore Romano. Edición semanal en lengua
española, año XI, núm. 6 (528), domingo 11
de febrero de 1979.
La doctrina social de la Iglesia se tiene como profunda pre­
misa, en que la actividad _política encuentra su propio sen­
tido en la solicitud por el bien del hombre, bien de natu­
raleza ética.
«.. . hemos pooetrtldo profunrkmenPe en el ámbito de las rarones
"éticas, que constitu,yen la dhnemwn fundt»nemal, de la vida huma­
"na, incluso en el campo de la actwidtld que suele llamarse política.
"En oonformidtld con
la wtldiown del pensamiento eurapeo, que se
"remonttJ a la, obras de lo, más importantes filósofos de la antigüe­
,, dtld, y que ha encontrtldo su plena t()nfi,mación y su profundización
'J en el Evangelw y en el crlstidl'#smo, incluso --e.1 más, sobre todo-­
"la aotividad política encuemra su propio ,emido en la solicitud por
"el bien del hombre, que es un bien de nalura/,eza ética. De aquí
"saca
,u, profundas premisas toda la así llamada doctrina socM de
"la Iglesia, que, pa-rticularrmente en :.ff.Ui!stra época, comenzando- desde
"finales del siglo XIX, se ha enriquecido enormemente con toda la
"problemática contemporánet<. Esto no significa que la doctrina so­
" cial de la Iglesia haya surgido ,6/o a caballo de los do, úl#mos
n siglos; exis#a ya desde · el inicio; C "y de la viJMn del hombre que del Evangelio lleva a las relaciones
"con otros hombres, y particularmente a la vida c011'/4/,1Ulatia y IQcial,.>
6
JUAN PABLO 11: Alocución a la Conferencia
Episcopal polaca con motivo de celebrarse su
169 asamblea plenaria el martes 5 de junio en
el
Santuario de Jasna G6ra, L'Osservatore Ro­
mano. Edición semanal en lengua española, año
XI, nÚmi 24 (546), domingo 17 de junio de
1979.
Fundaci\363n Speiro

La doctrina social católica y la actividad del hombre, incluida
la organización indnstriál y del trabajo.
«La Iglesia, ,e dice, se preocupa de los 11alor,s tn{)rales y religio­
"
sos, 'Y s, desinteresa de los valores económicrn y tern,porales, &0111{)
"si no comprendiera la realidad en que se en&tle'lllra el obrero. Y
"asi se duda o

se
desconfía de las palabras 'Y de los gestos benévolos
"de la Iglesia.
Más aún, alg,mqs se preguntan: ¿Qué liene que ver
"la reUgión con
la induslrM?, ¿no son dos realidades heterogéneas?
"¿No
vienen a mezcla, lo sagrada con lo profano?»
«Queridisimos hermanos
'Y hermanas, os responderé con toda
"franqueza que estas objeciones
no lienen razón de ser, cuando se
"considera vuestra aclwidad como parte
de una actividad más am­
,, plia, que es la propia ac#vidad del hombre, la moral, 'Y cuando se
"tienen pre,entes las finalidades a las que quiere llegar 11t1estro tra­
"bajo, esto es, a k, vidt,, del hombre en su totalidad, en su dignidad,
'1 en JU deslin,o
suj)erior e i,nma,ta/,, Más aún, os diré que estas ob­
" jeaones podrlan cerrar la ent,atlt, en 1/#estro ,eao,-a los factores
"e,pirituales, cuya falta
es cauu, de verdaderas deficiencias, desór­
,, denes, peligro, y daños. El elemento cristiano, en vez de sus atar
"inquietudes, las
hace superar mejor, porque llB11a " la /ábri&4 paz,
''jusPiaa
y unidad. Por esto en las grandes encíclicas sociales, como
"la
Rerum novarum de León Xlll, la Quadrag,esimo oono de Plo XI,
"la Mater er .magistra 'Y la Pacein in terris de Juan XXlll y la Popu­
'IJorum progressio de Pablo VI, loi Sumos Pontífi&e, no ,e han c,,,._
"sado
j,.,nás

de
afirmar que es nec9!ario el coefkiente religiow para
"solucionar mejor las re/ac,ones humanas que
se derivan de la orga­
"nizaaón industrial,
'Y esto, no ya para emplear el elemento religioso
"como elemento alienante, dno para descubrir, en Ctltlnbio~ a su luz,
'' la .,.,.,,,.,, fundamental de todo sistema que pretend,, comiderar
''como purmnente económicas las relaaones humanas en los lugare,
"de trabajo,
y para sugerir que otras ,elaciones deben integrarlas,
"más aún regenerarlas, según
la vidón 'cristiana de la vida: primero,
"el
hombre, después lo demás.»
JUAN PABLO II:- Alocución ell la tarde del
jueves 13 de septiembre de 1979, con más de
12.000 obreros italianos en la ciudad industrial de Pomezia, L'Osservatore Romano. Edición
semanal en lengua española, : aiio XI, nwn. 38
(560),
domingo 23
de
séptiémbre de
1979.
7
Fundaci\363n Speiro