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Número 183-184

Serie XIX

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Jean Jacques Rousseau estudiado por Jules Lemaître

JEAN JACQUES ROUSSEAU ESTUDLADO
POR JULES LE'MA1TRE
Frani;ois Eli• fules Lemaltre, conocido por fules LB1IUIÍl1'e, tklCió
en
V ennec:)' el 27 de abril de 1853. Fue profeso,- de raóricá ~ el
Instituto del Havre en 1875, profesor de l#erattHVJ en la Facultad de
Argel en 1880; en la de Besani;on en 1882, y en la de Gt-enoble en
1883. Abandonó el profesorado, en 1884 y se deJicó excl,,swameme
" la l#eratur". Pronto se hizo famoro por su mordaz e1tudio sobre
Renán, ,;parecido en 1885. Colaboró en la Revue Bleu, fue tritico en
el Journal des Debats y en Le Temps, escribió en Le Fígaro, Le Gau­
lois, L'Echo de

Paris, Revue des
Deme Mondes, eta. Sus trab~s
principales, aparecidos hast"
1886, fueron recogidos en siete volú­
menes con el titulo
Les Ccintemporains (1886-1899), en las que ,o.
bresalen los estudios dedicados a Victor Rugo, Zola, Maupassant,
Ohnet, Dt volúmenes,
Les impressions de Théiitte (1888-1898). Publicó dos
volúmenes de
poesías Les medaillons ( 1800) y Les Petires Orientales
(1883),
que muestran su esphitu delicado. Escribió par" el teatro
Revoltée (1889), Le député Leveau (1891), Mariage blanc (1891),
Flipote (1893), Les Rois (1894), L'age difficile (1895), Le patdon
(1895), L'ainée (1895), La
bonne Hélene (1896), La massiere (1904),
La princesse de Oéves (1905), Berttade (1905), además, otra sin es­
trenar Amitié; así com-0, una comeditJ lírica en tre.J actos, en col4bo­
racMn con Maurice Donn,ry y música de T erras.re, Le maria ge de
Télémaque,
""" oompilación de cuentos Dix cantes (1889) y una
no-vela Les Rois (1893). Tiene algunas abras juridicas, como Des
rapports juridiques qui existent entre les journaux et leurs redacteurs
(1908),
La protection des propiétaires de titres au porteur (1911),
Añadt,mos La Francma<;onnerie (1899), Un martyr sans la foi (1909),
Et si la guerre arrivait (1905), Letres a man
ami (1910).
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Fundaci\363n Speiro

JEAN /ACQUES ROUSSEAU
Pero las ol»-as que mayor fama le proporcionarrm fueron las de
Cf'ÍUCd, como son: La com.éaie apres Moliere et le théitte de Dan­
court ( 1882), Quomodo Cornelius noster Aristotelis poeticam sit in­
terpreta tus (1882), Serenus (1886), Corneille et la poétique d'Aris­
tote (1888},
Myrrlla (1894], En

marge
des vierucs libres (1905-7),
Jean
Jacques Rousseau (1907), Jean

Racine (1908), Fenelon (1910),
Chateaubriand (1912).
La viellesse de Hélene (1914).
ful.es LemaltTe durante casi lado su vida fue republicano. demó­
c,ata
y entutiasta · de lo, «grandes principios del 89». En 111,(Jteria
::-~tigiosa estuvo aq11ejado de Un gran escepticismo que le mantuvo alt>­
¡ado de la Igle1ia hasta poco dnle's de su muerte, en que recobró la fe
de su infanpia. En su testamento de ,eptiembre de 1913 decía textual­
mente: «muéro en la religión catOlicá>>, y pocos dlm anter de su
muerte, por propia iniciativa, recibió todos lo,s últimos sacrdmen-tos
de la Iglesia,
Fue el caffáire Dreyfus», y las campañas difamatorias, dúo/ventes
y anárquicas, que con e,rte pretexto se organizaron en Fran,,i,,, lo que
obligó a
Lemaitre a aband,mar su apoliticismo. En

defensa de
su
Patria
y del honor de su Ejército, pisoteado por los se·ctarlr,s, fules
f.em<Ñfre ftte uno
de I os primeras alistddo, y directores de la Llgue dt
~ Patrie Fi-an~aise, cuya presidencía llegó a ostentar y cuya cretJ.Ctón
había despertado el más esperanzado optimisma emre Jo, elementos
de orden de Francia.
Publicado
el manifiesto de fundación, en veinticuatro haras aflu­
yeron
más de cien mil ddhesianes, entre las que figuraban la flor J
nata
de la inteleaualidad y de las clases altas de la sqcieJdd; También
llegaron importantes aportaciones económicas. Al conocerse la aco­
gida ,:asi apoteósica de la naciente Liga, uno de sus mds conspicuos
fundadores lam:6 esta lerrible exclama&ión: « Y al,o,r,., p,,ra uti/.i,:a,
todo esto sería preciso-tener ideas>>. Y la Patrie Fran~aise, carecí~ de
un ideario homogéneo. Habla sentimientios y deseos oomune,, pero le
faltab,i un programa y objetivo común. Las ideas no. se im,provi,an
y para et/11car políticamente a los mejores ciutfadan.o.r, ai los «varo-nes
preciaron> qlie deben c,mstituir el espíritu de la nación, es indfrpen­
sable

contar
COII una doctrina política, bien decantada par la razón,
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Y JULES LEMAJTRE
la Historia y la experiencia. Lemaitre, neófito en ldJ lides políticdJ,
aceptó
la presidencia del nuevo Movimifflto, ap«tando a éste, aon
generosa entrega, su prestigio y su persona. Pero· el éxito no-acampa·
ñó a .rus esfuerzos, y en 1904 desaparecía, Irás un fracaso electoral,
y. el asesinato· por la policía de su secretario·, el diputado por París;
Gabriel Syveton. «Esta Liga -----escribió Lemaitre en 1908-, a pesar
mio, t accidentales, sino
la esencial corrupción del sistema político del poder
electivo».
(En 1850, Donr,so Cortés había escrito: «el régimen elec·
tivo es, de suyo, tan corruptor que todas las sociedades en que ha
prevalecido han m11ert0 gangrenadan>.)
La experiencia dela Liga de la Palria Francesa 'hizo· meditar muy
hondamente
a fules Lemaitre y estudiar la doctrina polftica de Char­
le! Maurras y sus compañeros de la naciente Actión Fran\aise. Fruto
de es...-meditaciones fueron las siete cartas que, en 1903 y en < de París», escribió Lemaitre bajo el tíftllo de «Un nuevo estado de
espíritu». Maurras réprodujo con entusia.rmo estas cartas en «La Ga­
zette de France» con unas aco-taciones qué Lemaítre calificó de «mag­
nificdJ».
En unas declaraciones de 1908, en que fules Lemaitre .re dec/a,ra
partidario de la monarquia tr«dicúmal hereditdria, antiparlamentaria
y de.rcentralizadora, añade textual-mente: «la doctrina de Maurrar eJ
admirable. En tiempos en que no se nos cae de la bo-ca. la ciencia, la
experiencM, lo positivo, lo ,eal, se ,,. demostrado que la formad, la
monarquía tradicional es la más apropiada a ldJ cmdiciones de la
presente realidad polftica. ¿Y

no es
también el gobierno nrá.r con.­
forme
al

orden
natural?».
Incorporado Lemaítre a la Acción Francesa, colabO'fa activamente
en numerosos actos pollticos organizados por las diferentes institucio­
nes del Movimiento neo-monárquico .que enumera detaJ.ladamente
Roger Jrmph en su concienzudo e importante libro editado en 1969,
con el título «Pour Les fideles de /u/es Lemaitre».
El trabajo de Lemaitre «Un nouvel eta/ d'esprit», constituye un
precioso itinerario del camfflo rec01'ri-f/o por una itrteligencia prócer
y honesta en busca de la verdad poUtica 'Y que le hace exclamar, ~
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/HAN JACQUES l/.OUSSEAU
dr, por fin la ba hecho sflya, INVENI POR:TUM (be hallado el
pflerto), qfle .ht11á fig11rt11 en Sfl ex-librís. Qllienes deseen leer este
magistral trabajo

lo
encontrarán en la «Encflesta wbre la Monarquía»
( ediciones frances,¡ y españala), de Charles Maurras, y también en
lr,s númer(Js 37 al 42, ambos inclusive, de la revista «Acción Espa­
ñola», publicados desde el 16 de septiembre al 1 de diciembre de
1933,
En 1895 ingresó en la Academia francesa. Falleció en Tavers
(Loiret)

el
5 de agasto de

1914.
S11 vacante en la Academia francesa
fue cubierta
en 1919. por Henry Bordeaux, cuyo discurso de ingreso
versó exclusivamente sobre su flnlecesor. EJ.te discur.ro,. notablemente
ampliado, fue public,,do en librerlas en 1920, con el. #tulo «Jule.r
Lema/tre>>,
por

la
Editorial Pion

de
París.
* * *
Tenemos sobre la mesa un ejemplar de la 46 edición de su libro
«Jean
Jacq11es Rousseau», editado en París por Calmann-Lévy Edi­
leurs, sin

indicación
de fecha de public,lfión.
La obra se distribuye en diez conferencias. Previamente, el mismo
Lemtlitre advierte al

lector
que no
se
trata de una «bio grttfia critica»
de Roussea11, sino que SIi principal objeto ha sid(J «la historia de sus
sentimientuS>>. Cierlaménl'e la 11/dá
de Jean /aceptes y iu obrá son di­
fíciles

de
comprender sin segúir, tal

como hace el
autor, las varia­
cionef de los sentimientos del giÍi·ebrino, ya sea al trtNJés de .sus «Con­
fesiones», o bien de las <<.MemOridS>> dé r¡tiienes convivieron con

él.
Lematlre és riguroso en sú -crítica de ·ta obra de Roussea11, _que
«seduce " fa tonter/a humana,>, por estimarla de «un hombre genial
que
ha tomado en serio, por vez primera, antiguos mentus o fanta­
siaS>>
(pág.

87 ). Pero es
piaduso, con
la
persona del autor, que «f11e,
efectwamente, toda su vida, un enfermo
y un achacoso y de 11n =do
cruel
y humillante» (pág.

143), en especial al coiztemplarlo
en sus
últimos años, cuando; casi a·/a vez que era .condenado su Emite por
el anobispo de Pt11/s, fue perseguido por los protestantes en su
país,
a causa de 'SIi obra La profession de foi du Vicaire Savoyard, y
obligado a s11cesivos des#error; y, finalmente, cu,mdo a los achaq11es
de su salud se sumó una per.mt1nente manía persecutoria.
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Y fULFS LBMAITRE
Siempre contradictorio, Rousseau «escribió el Discurso contra lar
arles, en
el 11Wmenl<> en que he1ela obras de ltl;IJro; la Carta a d'AJam.
bcrt inmediaJarnente después de haberlo hecho; el Discurso sobre la
desigualdad en el momento en que era protegidu por to, poderosus,
y su tratado de la Educación algunos años después de haber abando·
nado su quinto hi¡o
.. :» (pág. 160} -antes, también, había deiado,
sue81Wamente, en
111M 1ncluse, a los olros ctk/ko--,, Si bien cera, a los
o;os de lodos los inquietos, el profe,M público de wtud, el refor­
mador de
la sociedad» (pág. 215 ).
Ciertamente, Rousseu fue un gran escritor, de «muy bello estilo»
que «realzó
el

tono
a fa prosa francesd>) (pág.

340),
que reavivó el
sentimiento de

la
naturaleza y fue el padre del romanticism/J y de la
democracia moderna.
Al
hablar del senHmiento de

fa
natuarleza expresado por fean
facq«es conviene distinguir.
De 11na parte,

siente
y loa la vida rural,
sencilla, el c-ttmpo y sus paisajes, expresa «el .rueño en la naturaleztr:1>
(págs. 343 y sigs.). De otra parle, más profundamente y con referen­
cia al hombre -según sintetiza Lemaitre (págs. 221 y sigs.)-, en­
tiende

por
naJuraleza «fa disposición para buscar lo que nos es agra­
dable, lo que nos conviene y lo que creemos constiÍttye el bienestar y
la perfección, y para huir de lo crmlrario de ésto». Aptitud q11e pa.
rece contradictoria
con

lo
que dice en las primeras líneas del Emile:
«Todo es bueno al salir de las. manos del Autor de las cosas». «Todo
degenerá entre

las
manos del hombre».

Del hombre
que vive en so­
ciedad --aclara
Lema1tre, siguiendo el pensamiento del ginebrino-;
pues, para éste! < inofensivo

mientras el hombre
vive aislado, en estado· .salvaje. Pero
este inocente egoísmo se convierte en dañino cuando los hombres
vwen ;untos: ya que, entonces, el egoísmo de cada uno tropieza CMZ
el de los Jemás y se transforma en amor prupio, vanidad, orgullo,
ttvaricia, odio, endivia. Y así, la naturaleza es co"ompida por la. so­
ciedad» (pág. 222). Para Rousseau no es natural ni lo que es obra
de
la sociabilidad del hombre, ni de
su razón ( recordemos s11 ,¡;,.
curso acerca de las ciencias y las artes). Lo naJural es lo primitivo,
lo

originario, eso
es Jo bueno para .él.
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JEAN JACQUES ROUSSEAU
Junto a este· sentimientfT, R,,11sseau lega a las generaciones sig11ien­
tes el . romantü:ismo, «et individualismo siempre, el individlltllismo
/ilerari,,, Z,, exhibici6n del yo; " el _sueflo i,,uúü ji soli#ario; 1 el de,,eo
y
el

orgullo;
y el espíritu de rebeldía» -precisa Lemdltre-( pá­
gmas
347 y sigs.J.
Y, especialmente, legó la idea de la democracia moderna y, con
e/Z,,,
la de la Revoluciún. Oigamos lo que a este respecto escribe iLe­
malwe (págs. 346 :y sigs,):
«No son ni Voltaire ni Montesquieu y 111s dirdpt1los quienes han
dado
forma a la Revol11dón, es Ro11sseau. La teoría de la democracia
absolma
ji del derecho divino del . número d.,,.,,,,,, de él» .. • brev,arlo del ;acobimsmo, es siempre el Contrato social» --cRous.­
f11e
el

dios de la
Revolución» ... «La jerga revo/ucionaritJ, es el len­
gt1aje

de
Rousse"fl mttJ hablado. Rousse"fl encanta ttJ ¡,ueblo por s11
rrfirmáción
de la bondad de los. pobres y de la mezquindad de los
ricos y de los poderosos. Se le rinde cu/Ir,» ... «Se cr,mprueba /() que
p11eden llegar
a ser ltfs ideas de Ro11sseau en el cerebro de un imbé­
CÜ» ... «Sin él, sm tdgunas frases de este extranjerc en S1' Discurso
sobre
la. desigualdad, y sobre tr,do en s11. Contrato social ( ttJ que por
tan
pocr, estimaba), es

posible
q11e en 1792 no se hubiere pensado
en· constituir la re'príbl!cd'i>.
Y concluye Lemaitre ( págs. 356 y sigs.): «He adorado el roman­
ticismo
y he creído en la Revolución. Mas ahora pienso con inquie­
tud q"' el hombre que, no él tólo, sir, duda,· pero sí más que nadie,
oreo yo, hi:ro enke nosotros o prepr,r6 fa Revoludón ji el romantwismo,
fue un extr~jero, ,,11 perpetua enfer,l,o y, _ttJ finttJ, un laco.
»Pero ha sido ltmtldo. Y muchos aún le aman; una.s, ,porque fJ1
un maestro de ilusiones y fin ..p6stol de lo ,.1,,,,,.do; otr'os, pai-que
entre lós escritores ilustres fue tina criatura de nervio1 de pasión de
pecado, de dolor ji de ensuen(}. Yo mismo, después de este largo
contacto, del q11e he obtenid() ·más de un placer, quiero dejarle sin
odia por su persona, con
la más 1/Wtl ,ep,obe1ei6n por ,igunas de
s11s más notables idetJJJ con /ti-admiración- má.J verdadera fror sn arte,
que ftte ütn extraordinariamente nuevo, coti la tnJs' sincera piedad
por su pobre vida, ji con horror sagrado (en su sen#do latino) ante
la grandeza y
el

misterio
de ,u acción sobre los hombres».
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Y JULES l.P.MAITRE·
Con esta mtrixh,cción, que hemos ere/do, tÍIÜ, 11dm en castellano, dado su extrordinario y acl11alísimo interés -entre ·nos­
oJros, lo.s comentarios que /11/es Lemditre dedica a Le Discours· sur
l'inégali1:é (primer" pMte de su c.,,,,.ta conferencitJ, págs. 10.5-124)
y a Le Conttat social ( primera parte de q; ocltltla conferen&ú,, pflgi,­
,.,., 249-274). Vale lt, P""" Iee,los y meditarlos ...
La pregunta de la Academia de Dijon eta ésta:
¿Cuál
es el

origen de
la desigualdad entre los hombres?
¿Está autorizada por la ley natural?
La respuesta de Rousseau, en :lo que se refiere ditectamente a
la interrogante de la Academia, es ésta: l.º 'Bl origen de la des­
igualdad es
la propiedad, establecida y mantenida por la vida so­
cial; 2.º La desigualdad es reprobada por la ley mrural, porque los
hombres,

en estado de
nanµaleza, son i~es, aislados
y buenos:
Es la sociedad quien los ha corrompido.
Peto
el "Discurso" de Rousseau se tituló, simplemente: Discurso
sobre el origen y los ftmtiarnentos de lt, desiglklld,,d f/1't1'.e ki, hom­
bres. Este titulo mismo indica que no responde metódicamente a las
dos orestiones de la Academia de

Dijon. No
,:responde por definicio­
nes ui por razonamientos, sino por afirmaciones, desa-ipciones y cua­
dros. Responde haciendo, a su maneta, la hisroria de la humanidad
desde
las primeras edades,

un
poro como Lucrecio, en el libro
quinto de su
poema, o romo Buffon, en

la "Séptima
época de la
naturaleza", aunque con
más desarrollo y con otro espíritu. Su
"Discurso"
es, en suma, un
poema, la novela de la humanidad ino­
cente, después
petvertida.
Comencemos,

dice Rousseau, por descartar
todos los hechos {¡qué
tranquilizador
es

esto!), porque no atañen
en absoluto

a la cues­
tión.
No es necesarúJ toma,-las investigaciones que se pueden hacer
sobre

este
tetna por verdades hist6riC'1s (esto si que es bueno),
sino solamente por razonamientos hipotéticos y condicionales, más
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