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Los peligros de la inteligencia

LOS PELIGROS DE LA IN'l1ELIGENCIA
POR
De modo atillogo a la criminología conremporánea, que tiende
a
orderuu:se en

escuelas
amagónicas: nna,
que
podemos Jhimar cir­
cunsrancialista, según la cual delincuente y delito son tan sólo el
resultado de las condiciones sociales, económicas, etc., an6roafas en
que .vive un individuo, y la otra, biologista, versión más sutil (apo,
y,,da principalmente en las investigaciones genéticas) de las viejas
teorías criminoantropológicas de Lombroso y sus discípulos; de mo­
do análogo
-decimos-se

delinean dos
tendencias frenológiais con­
nrarias.
Dererminar el origen de la inteligencia por factores heredita­
ri<>s o determinarlo por la acción del mundo ciromdante, constitu­
yen

dos
tesis que
se
combaren ferozmente entre sí, y no sólo debido
a

los celos y competencia narorales de
los científiros, sino a causa
de
las consecuencias de roda índole, principalmente políticas, de
ambas teorías; Así, por ejemplo, la etología del austriaco Con:rado
Lorenz

(galardonado coo el premio Nobel) choca frootalmente con
la creencia en la igualdad mdical de los hombres, en su educabili­
dad indefinida, en su capacidad inagotable de perfeccionamiento.
Y

no obedeció a
distinto motivo
que esta heterodoxia,
la cólera coo
que fueran impugnadas

las conclusiones del
psicólogo Arturo Jen­
sen, profesor de

la
universidad de Berkeley. En contra de esta
e.scuela, que defiende la herencia psicológica, el circunstllncialismo
biológico pretende que la comprensión de la realidll des mentales que pata ello se necesitan, son producto de la acti­
vidad del mundo
exterior .. La iriflnencia del medio ambiente puede
modificar
ilimitlldamente la estrnctuta del cerebro y del sisrema
nervioso central,
de

igual
manera qrie la "verdad" es la expresión
en conceptns de la situación y los int"""ses de cada hombre y el
resultado de un aleccionamiento continuo. Si la teoría primera se
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Fundaci\363n Speiro

MARIO SORJA
apoya en el abate Médel y en una especie de neodarwinismo, oon
la otra renacen las desaoro:litadlsimas tesis de Trófimo Lisenko,
científico favorito de StaliA,
No vamos a fijarnos aquí en las contradicciones, peticiones de
principio,
sofismas, extrapolaciones de ambos sistemas, pues habría
que

exponerlos
con una mayor extensión. Pero sí observamos que
las dos escuelas conciben la inteligencia como mero productx> de la
matecia, l¡aciéndose oon ello vulnerables a todos los reparos filosó­
ficos pertinentes. Ade,¡¡ás, los antagonistas ro:lucen por igual el
amecer psíquico, incluido el discurrir intelectual, a epifenómeno
de los sucesos biológicos,
con lo cual la mente deja de ser autóno­
ma y activa, para convertitse en registradom pasiva de procesos.
Estas especulaciones contradicen la experiencia íntima normal, pero
también contradicen otra hedio probado cotidianamente: El hom­
bre, a difer""°a de los animales, y precisamente gtacias a su razón
siempre despierta e

imaginativa,
no está ligado de forma inescin­
dible al medio ambiente donde
. vive, ni a lo que podemos llamar
su espacio interior. No es una caja cerrada de tendencias, peculia­
ridades, destinos; tiene
el atributo-de-estar-abierto-al-mundo (W el­
toffenhe#, como dice .Aroaldo Gehlen); pero es al propio tiempo
independiente
del mundo, absolutamente dispar de las rosas visibles
y tangibles. Tal como lo defiÍúeron los griegos, participa de la
naturaleza común y la supera: animal racional, ser activo, hen­
chido de fantasía artístiol y utilitaria, capaz de usar de modo im­
predecible la realidad que Jo rodea.
El

biologismo y
el citcunstancialismo son incapaces de explicir
las caraccerísricas más notarias. del ser humano. Cuando intentan
hacerlo, conviértense en lrohos de Piocusto. Por ot1to lado, lo que
uno pi'ueba minuciosamente, no menos minuciOsamente el otiro lo
refuta: para todas las conclusiones hay experimen tadisticas, · teorías y hasta argumentos de auroridad. El guirigay es
ensordecedor. En verdad, la discusión sólo puo:le zanjarla la filo­
sofía. · La ciencia !ia demostrado al respecto la impotencia de sus
presupuestos, métodos y ""'11itados. Incluso la ciencia, teliida de
oonsideráciones filosóficas

y
po1lricas, tal como en el oaso del ci­
tado Lorenz y de orros etólogos y antropólogos.
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