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Número 195-196

Serie XX

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El dominio prepotente de los extraviados (San Pío X)

EL DOMINIO PREPOTENTE DE LOS EXTRAVIADOS
(SAN Pío X)
POR
J. GONZÁLEZ-QUEVEDO MONFORT, S. J. {*)
A quien piensa sobre la actualidad tan sombría y tan llena de
gravísimos
males, que

por todas
partes enoontramos, sobre

sus
causas
u

orígenes
y posibles remedios, lo primero que le llama la atención
es la confusión universal, que
parece ser la característica principal
de nuestra época. El a1uvión de dichos y hechos que nos cercan, los
acontencimientos
tan graves y llamativos que sin cesar ·se suceden,
los errores y las doctrinas verdaderas a ellos opuestas, que circulan
libremente en rodas los campos: religión, cultura, politica, ·socio­
logía, economía ... , aturden, desorientan y desmoralizan al hombre
moderno. Llaman
la atención unos días y se olvidan prontamente;
pero muchos ·son sintomáticos y necesitan ser aclarados, analizados
y valorados. Es lo que voy a hacer con algunos según me vayan
saliendo.
(*) Escrito este artículo hace un año largo, leí en el Boletín de la dió­
cesis de Cuenca (febrero de 1980) y en Iglesia-Mundo (primera quincena de
abril),
el documento, superior a toda ponderación, de Mons. Guerra Cam­
pos: «Las cosas extrañas de la Iglesia Espafiola». Aunque varios periódicos
lo han
resumido y comentado, su
repercusión pública
ha sido inmensamente
inferior a lo que merece: por los males que señala,
las omisiones

que apunta
y el remedio que insinúa. Si los «extraviados>> hubieran tenido
algo algo semejante, en el acto se
habrían movilizado
y no dejarían de machacárnoslo a todas horas. Verda­
derament_e,
«los hiios de este mundo son más prudentes que los hiios de la
luz» (Le., 16,B).
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Fundaci\363n Speiro

f. GONZALEZ-QUEVEDO MONFORT, S. J.
Religiosas norteamericanas.
El 8 de octubre de 1979 en la primera página de la Hoja del
Lunes de Santander se decía: "Washington. Medio centenar de mon­
jas permanecieron de pie durante el discurso que ayer pronunc10
-el Papa a las religiosas norteamericanas, como protesta porque la
Iglesia prohíbe su ordenación sacerdotal
Varias de ,ellas declararon a la prensa, al terminar ia. ceremonia,
que de 1esa forma quisieron demostrar su disconformidad con el
hecho de que la mujer esté d¡iscriminada en la Iglesia católica.
Estas monjas señalaron
también que se oponen a vestir el hábito
religioso rradicional, tal como Juan Pablo II les pidió en su
alocu­
ción".
No salgo de mi asombro. ¿Qué habrá que ·hacer con esas reli­
giosas que
"contestan" al
mismo Vicario de Cristo? Si
"el que a
vosotros desprecia, a mí me desprecia" (Le., 10,16), el que a vosotros
"contesta, a
mí me
contesta".
¡Qué horror! Cuando el mundo entero
ha seguido con admiración creciente los viajes de Juan Pablo II.
Puebla,
Polonia, Irlando, Estados
Unidos; cuando cada recibimien­
to superaba
al anterior, aunque pareciese increíble; cuando no se
sabe qué admirar más, sin fuerza de atracción del Papa o el fervor
de las multitudes, que en Estados Unidos eran de todas las razas,
de todas las lenguas
y de todas las religiones die la tierra; cuando
la profecía de Nuestro Señor Jesucristo que atraería a todos a sí
(Jn., 12,32), se ha visto cumplida en la persona de su Vicario, "el
dulce Cristo en
la tierra",
como le
llamaba Santa
Catalina de Sena;
cuando las
muchedumbres nuevamente han ido tras Cristo, como
en los días die su vida terrestre, ahora muchÍSiimo más numerosas,
pero ahora como -entonces con fe muy distinta: muchos entonces
veían
a un hombre y creían que era Dios; como muchos ahora veían
a un hombre y creían que era el Vicario del Hombre-Dios; y, por
tanto, creían que al verle y oÍ1"1e a él, veían y oían al mismo Dios
en la ·persona de su Vicario. Pero muchos ,entonces, como ahora,
le veían y le oían con ninguna o escasísima fe. Cuando sucede todo
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EL DOMINIO PREPOTENTE DE LOS _EXTRAVIADOS
esto, que se levanten cincuenta religiosas a "contestar" .ai Romano
Pontífice a su misma cara, parece increíbl,e.
La culpa no la tienen ellas. Es de esos teólogos (así los llaman)
que
las enseñan. El sacerdocio de la mujer _dicen y repiten con el
consentimiento
de
lo1S obis_lX)S: qui tocet oonsenti1'11 videtm, es irre­
versible. ¿Pruebas? Ninguna. Ni de la Escritura, ni de los Padres,
ni de los Concilios, ni de :la Liturgia, ni de 1os Teólogos ... Se afir­
ma
y basta. "¡Como todo cambia ... !".
Que la fe sea inmutable, que "el cielo y la tierra pasarán, pero
mis

palabras no
pasarán" (Le., 21,33), que "de los sagrados dog­
mas se ha de retener perpetuamente el seotido que declaró una vez
la Santa Madre Iglesia" y que por mucho que crezca la inteligencia
de la
fe siempre ha de set "en su propio género, es decir, en el
mismo dogma, en el mismo sentido y en la misma sentencia" como
definió el Concilio Vaticano I (Denz-Sch. 1.800 y 3.020), son cosas
desfasadas.
Estas verdades

inmutables de la fe nos enseñan que todos los
sacramentos los instituyó Jesucristo, como definió
el Tridentino
{Denz-Sch,, 844 y 1.601); que 1i sustancia de los sacramentos es in­
mutable, mmo definió el mismo Tridemino (Denz-&h.,

931
y 1.728)
y repitió la Constitución Apostólica, Sacramentum Ordmis (Deoz­
Sch.,
2.301
y 3-875). Ahora se pregunta: ¿pertenece a la snstancia
del sacramento del orden que el sujeto de este sacramento sea un
varón? Así lo creo: la mente de Jesucristo la conocieron los Após­
toles, que se 1a trasmitieron a los Padres Apostólioos y éstos a los
Santos Padres, ruyas enseñanzas sistematizaron en la Edad Media
los grandes
teólogos, como Santo Tomás, San Buenaventura, Ale·
jandro

de Ha•lés ... en sus
Sumas maravillosas, que comentaron en
el siglo XVI Suárez, Soto, Vázquez, Báñez... y sigueo exponiendo
los teólogos sanos de nuestros días. Ahora bién, en tantas circuns­
tancias, tan difíciles, tan variadas y complejas, por las que ha pa­
sado 'la Iglesia durante dos mil afios, jamás aparece el menor rastro
de que pueda ser una mujer sujeto del sacramento del Orden. Luego
se deduce que no puede ser.
Dicho sea sin la menor desestima de la mujer, que está más
dotada para la vida espiritual que el hombre,
-CO'ffiO notó Santa
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J. GONZALEZ-QUEVEDO MONFOKI', S. J.
Teresa de Jesús, y lo consultó con San Pedro de Alcántara, el cua:l
dice:

"daba de ello excelentes razones ... , todas
,en favor de las mu­
jeres"
(Vida, 40,8). Otra cosa serí• hablar de diaconisas, como hace
San Pablo,
escribiendo a
los romanos, según el texto griego (16,1),
aunque sin precisar .su ministerio, y pkiieron algunos padres en el
primer período del Vaticano II.
Teólogos españoles.
Más escandaloso todavía es el caso de cincuenta teólogos espa­
ñoles, de ios que "doce de ellos, doce nada menos, son jesuitas",
según la Gaoeta Ilustrada (13 de enero de 1980), quienes acaban de
contestar
la Declaración de la Sagrada Congregación para la Doc­
trina de la Fe (del 15 de diciembre de 1979), aprobada directamente­
te por
el Papa, en la que se dice: "Hans Küng ha faltado en sus
escritos a la inregridad de la verdad de la
fe católica, y, por tanro,
no puede ser considerado teólogo católico ni puede, como tal, ejer­
cer la tarea de enseñar".
Estos teólogos, en "enérgica protesta", ·hablan de "los derechos
humanos" "claramente violados" por "la autoridad eclesiástica"; le
ruegan "reconsidere el caso Küog' "se nombre una comisión in­
ternacional de

teólogos que ,estudien el caso"
y expresan su ''sin­
cera lealtad evangélica" al Magisterio de la Iglesia, pero no "una
lealtad fácil",

sino "la de hombres responsables que disciernen, se
alegran, cuando pueden decir 'sí' y se atreven a decir 'no' frater­
nalmente cuando, en conciencia y en nombre del Evangelio, creen
tener que hacerlo" (El País, 23 de diciembre de 1979; Vida Nueva,
5 de enero de 1980.) Allí pueden verse los nombres de los firman­
tes,
ad perpetuam rei mrmwriam). ¡"Hombres responsables que dis­
ciernen ... y se atreven a decir 1no' cuando en conciencia y en nom­
bre del Evangelio ... "! Grandia verba, qué palabras tan grandes y
qué osadía atreverse a acusar a la autoridad eclesiástica de violar
claramente los derechos humanos... Esas palabras tan grandes y su
"enérgica -protesta" traen a la mente por conttaposici6n las del
Señor:
"Si no os hiciéreis como niños no entrairéis en el reino de los
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EL DOMINIO PREPOTENTE DE LOS EXTRAVIADOS
cielos" (Mt., 18,3), y Ias de San Pablo: "Quien piensa que es algo,
siendo
nada, se engaña a sí mismo" -(Gal., 6,3). ¿Se tendrán por
algo esos señores? Y al dar "en conciencia y en nombre del Evan­
gelio su 'sí' y su 'no' contra la autoridad eclesiástica, ¿tendrán por
norma el libre examen protestante? ¿O se creerán con los liberales,
independientes de toda autoridad, sin admitir más soberanía que la
de su razón autónoma o la de la voluntad mayoritaria del pueblo?
Obligaciones doctrinales.
¿Qué idea tendrán de la Iglesia de Cristo estos teólogos? ¿Cree­
rán, con San Agustín, que la Iglesia es el "Cristo total", "cabeza
y miembros" (1), o con Bossuet, que es el mismo Cristo prolongado
y extendido que sigue ejerciendo a través
del espacio
y del tiempo su
función salvadora?
-(2). ¿Creerán

que Cristo, Maestro, Rey
y Sa­
cerdote transmitió a su Iglesia su misma misión. y su triple po­
testad de enseñar, dirigir y santificar, y la prometió su asistencia
divina para que cumpliese su función plena y adecuadamente hasta
el fin de los tiempos? ¿Admitirán
el Magisterio infa/,ible de la
Iglesia, esto es, del
Romano Pontífice solo y del Colegio Episcopal
con el Romano Pontífice; y el magisterio ordi11tllfio de la misma, es
decir, del Romano Pontífice
y de los obispos consecuentes con él?
¿Admitirán la autoridad de las Cangrega#ones, Tribun.Ua Officia,
per quae idem Romanus P,amifex negoti p.edi1'e solet
(Canon, 7), cuyas resoluciones con la aprobaci6n común
o específica del Papa han de ser obedecidas, sean doctrinales o dis­
ciplinares? ¿Admitirán la Iglesia monárquica
y jerárquica como la
instituyó J es-ucristo, o la creerán anárquica en ia que todos. tengan
por igual
la ,potestad de ,enseñar, r-egir y santificar? Porque aun en
( 1) De las innumerables veces que habla del tema el santo, quizás sean
lai, más luminosos: Sermo, CCCXLI, todo él; In Ps., CXLII, 3; Epist., 105;
Pl 39, 1494 y sigs.; 37, 1845; 33, 401,14 sigs.
(2)
Lettres a une demoisel/e de Metz sur l'amour de Dieu, Lettre IV,
O€uvres Completes,

vol. 27, pág.
310.
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J. GONZALEZ-QUEVEDO MONFOR.T, S. J.
las democracias, la triple potestad legislativa, judicial y ejecutiva no
la tienen todos
y hasta se habla de la independencia del podet ju­
dicial, aunque, a veces, como ahora en España, quede tan mal pa·
rada como aparece en la obra extraordinaria de Adolfo de Miguel:
Jaque a la justicia.
Si creen en todo esto, tienen que admitir las obligaciones que
de
ahí se despreden: en primer lugar la obligación gravísima que
tiene
la autoridad eclesiástica de :exponer y rnstodiar el depósito de
la revelación, como ordenaba San Pablo: Exponer:
Praedica verbum,
insta opportune
e,t impportune; argue, 01bsecra, increpa in omni pa­
tientia
et doctrina (2 Tim., 4, 2). Custodiar: Dep•ositum custodi
(1 Tiro., 6,20; 2 Tim., 1,14; 2, 2). Y enseño Pío IX en su epístola
Gravissimas infer: "La Iglesia, por su divina institución, debe cus­
rodiar diligentísimamente

íntrego
e inviolado el diepósiro de la fe
y vigilar continua.mente con todo empeño
por la salvadón de las
almas, y con sumo cuidado ha de
apartar y

eliminar cuanto pueda
oponerse a la
fe o poner en peligro de cualquier modo "la salud de
las almas.

Por
tanto, la, Iglesia, por la potestad que le fue encomen­
dada por su divino fundador, tiene no sólo el derecho, sino sobre
todo el deber de no tolerar, sino proscribir
y condensar todos los
errores, si
así lo reclamaren la

integridad de la
fe y la salud de las
almas;
y a todo filósofo que quiera ser hijo de la Iglesia ... le in­
cumbre

el deber
dle no
decir _nunca nada contra lo que enseña la
Iglesia y retractarse de lo que la Iglesia le avisare" (3).
Doctrina que volvió
a inculcar

el Vaticano I
en su Constitución
dogmática sobre la fe católica., aprobada por unanimidad en la Sesión
III:
"La Iglesia que recibió juntamente con ·el oficio apostólico de
enseñar, el
mandato de custodiar el depósito de la
fe, tiene también
el deroho y deber de proscrubir ta cier,cia del falso nombre {1 Tim.,
6,20), a fin de que
nadie sea

engañado por
la fü,,,ofía y ta vana
falac;a
(Col., 2,8). Por eso no sólo se prohíbe a todos los fieles cris­
tianos defender como
legítim~s conclusiones
de
la ciencia las opi-
(3) Denzinger-SchOnmetzer: Enchiridion Symbolorum, 1.675 y siguien­
tes y
2.860 y sigs. Schünmetzer suprime en su edición el primer párrafo. En
anteriores ediciones y en
la traducción española de Herder puede verse.
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EL DOMINIO PREPOTENTE DE LOS EXTRAVIADOS
niunes que se conocen contrarias a la doctrina de la fe, sobre todo
si han sido reprobadas por la Iglesia, sino que están absolutamente
obligados a tenerlas más

bien por
errores, que
ostentan
la falaz
apru,iencia de

la verdad" (4).
Y en segundo lugar han de admitir la
obligación no

menos
grave que tenemos los católicos de admitir tales enseñanzas, no
sólo del Magisterio infalible, sino también del ordinario de la Igie­
sia.
El
mismo Pío IX en la epístola
T uas /ibenter dice a los teólogos
que capitaneados por
Diillinger habían

tenido un
congreso en
Mu­
nich :
Querernos persuadim06 que

no han querido reducir
la obliga­
ción que tienen los. maestros y ·escritores católicos solamente a aque­
llas materias propuestas por el juicio infalible de la Iglesia para ser
creídas por
todos como
dogmas
de fe"
{5). Pues "cuando se trata
de aquella sujeción que obliga en conciencia a
tcd06 los católic06 ...
no
basta se

reciban
y veneren I necesario se

sujeten a las decisiones doctrinales de
las Congrega­
ciones

Pontificias
y a las doctrinas admitidas por el consentimiento
común y constante de 1os cat6licos, como 1a:s verdades reológicas y
las conclusiones de tal manera cioertas que las doctrinas contrarias
aunque no puedan llamarse heréticas merezcan sin embargo otra
censura teológica" {6).
Obligación que volvió a inculcar el Vaticano I: '·'Pero como no
basta
evitar la herejía, si no se evitan también con diligencia ios
errores

que más o menos se
acercan a ella, a todos avisamos del deber
de observar las Constituciones y Decretos 59n los que la Santa Sede
-prohíbe esas opiniones extraviadas, que aquí no se enumeran ex­
presamente" (7).
Y de nuevo la
Httmani generis: "Ni hay que creer que las en­
señanzas de las encíclicas no exijan de suyo el asentamiento, por
razón de que 106 Romanos Pontífices no ejercen ,en ellas la suprema
(4) D.-Sch., 1.798 y 3.018.
(5) D.-Sch.,
t.683 y 2.879.
( 6) D.-Sch., 1.684
y 2.880.
(7) D.-Sch., 1.820
y 3.045. Otros documentos parecidos en los números
1.698
y 2.895; 1.722 y 2.922; 2.007 y sigs. y 3:407, etc:
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J. GONZALEZ-QUEVEDO MONFOR.T, S. f.
potestad de su magisterio. Pues son enseñanzas del Magisterio ordi­
nario, del cual valen también aquellas palabras: El que a vo,otros
ayea
Mi me oye (Le., 10,16); y la mayor parte de las veces, lo que
se propone e inculca en
las encíclicas
pertenece al patrimonio de
la doctrina católica. Y si los Sumos Pontífices en sus ,escritos de
propósito pronuncian una sentencia en materia disputada hasta ahora,
es evidente que según la intención y voluntad de los mismos Pon­
dfices, esa cuestión no
se puede tener ya
como de libre discusión
entre los teólogos" (8).
Citemos finalmente al Vaticano II, del que tanto se
habla, tanto
se

pondera y tan
pooo se
conoce. El Magisterio ordinario de
la Iglesia
y :la obligación de asentir a él que tienen todos los católicos, fue
ensefiada e inculcada por la Constitución, Lumen gentium del Va­
ticano II (n., 25), como jamás lo había hecho concilio alguno:
"Los
Obispos son los pregoneros de la fe . . . los maestros auténticos, es
decir, dotados de la autoridad de Cristo, que predican al pueblo,
que les ha sido encomendado la
fe que ha de creerse y ha de apli­
carse a la vida ... Los obispos, cuando enseñan en comunión con. el
Romano Pontífice, deben ser respetados por todos como testigos
de la verdad divina
y católica; y los fieles tienen. la obligación de
aceptar y hacer suya la sentencia de su obispo en materia de
fe y
de cosnunbres, con religiosa sumisión de espíritu, cuando él la ex­
pone en nombre de Cristo. Esta religiosa sumisión de la voluntad
y del entendimiento de modo
particular se
debe
al magisterio del
Rt mano

Pontífice, aun cuando no hable
ex &athedra; de tal manera
que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sin­
ceridad -se haga suyo el _parecer expresado por él según el deseo
que

haya
manifestado él mismo".
(8) D.-Sch., 2.313 y 3.885.
(9) Nótese que la Lumen Gentium citada es una de las dos Constitu­
ciones Dogmáticas del Vaticano II; por tanto su valor doctrinal es mucho
mayor que el de los 14 -documentos restantes: Decretos, Declaraciones y la
Constitución Pastoral Gaudium et Spes.
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EL DOMINIO PREPOTENTE DE LOS EXTRAVIADOS
Dilema ante el doble caso de Hans Küng.
Por tanto, ante el doble caso de Hans Küng, tan acertadamente
señalado en L'Hamme Nouveau (3 de fobrero de 1980) por Mar­
ce! Clément, el personal suyo y
el de cuantos le han cor,eado y han
protestado

contra
la autoridad eclesiástica, se impone preguntarles:
admiten

o rechazan esta doctrina clara
y tajante de Papas y Con­
cilios, enseñada
y admitida por los teólogos y los fieles católicos
unánimamente.
Repito y resumo: "Al que quiera ser hijo de la Iglesia 1e in­
cumbe el deber de no decir nunca nada contra lo que enseña la
Iglesia y de retractarse de lo que la Iglesia le avisare".
La obligación que tienen los maestros
y escritores católicos y
la sujeción que les obliga en conciencia, no só1o exige "-se reciban
y veneren los dogmas de la Iglesia, sino que es necesario se sujeten
a las decisiones doctrinales de las Congregaciones Pontificias y a
fas doctrinas admitidas ,por -el consentimiento común y constante
de los católicos, como las verdades teológicas y :las conclusiones, de
tal
m-ª1lera ciertas que las

doctrinas contrarias aunque no
puedan
llamare

herétias
merezcan, sin

embargo, otra censura".
La
obligación es

grave, pues se
trata de "'la integridad de la fe
católica",
es decir, -para el católico y para. la misma Iglesia se trata
de ser

o no ser, pues
"la fe ··es el ,comienzo de fa saílvación huma­
na, el fundamento y la raíz de toda justificación, sin lea cuail es im­
posible
agradar a Dios (Hbr., 11,6) y llegar al consorcio, de sus hi­
jos" como definió
el Concllio de Trento (10); y la Iglesia, que es
la sociedad de los fieles bautizados, cuya cabeza es el Papa y los
Obispos en comunión con él, sin
fe no puede darse. Sabido es que
h fe se pierde por la infidelidad positiva o herejía.
¿Admiten, pues, o
rec~azan esta
doctrina? Si
1a admiten, lo
honrado es retractarse públicamente, como público ha sido el es­
cándalo.
Si la

rechazan, es decir,
si atttem Ecclesiam non audierit!
sit

tibi sicut elhnicus
et publicanus! como gentiles y publicanos de­
ben ser tenidos (Mt., 18,17).
(10) D.-Sc., 801 y 1.532.
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J. GONZALEZ-QUEVEDO MONPORT, S. ¡.
Con -el divino Maestro coincide, como no podía ser menos, el
discípulo amado. En sus escritos no se cansa de ponderarnos la ca­
ridad fraterna; en su predicación, como cuenta San Jerónimo, do­
mingo tras domingo repetía: Hijitos, amaos los unos a los otros;
sin embargo, ante casos ·como éste, nos prescribe: Si alguno viene
a V hast~ el saltldo. Nec AVE ei dixeritis (2 Jn., 10). San Pablo dice:
Con esos nec cibum J'U1nere, ni '()S sentéis a la mesa {1 Cor.,, 5,11).
Y a los que digan: Duro e, esM /e1'guaje y quién podrá sofl tarlo (Jn., 6,61), como, dijeron muchos cuando oyeron al Señor la
promesa del banquete eucarístico, 'les diremos como e1 Señor a ios
doce: ¿T11mbién vosotros q-éis marcharos? {Jn., 6,68). Y de los
que se marchen diremos con San Juan en 1a primera de sus epísto­
las: De nosotros salieron! pero no eran de los nuestros,- porque si
fueran de to, nues/!ros, con nosotros hubieran permaneddo oierta­
mente; pero (salier nosotros (Jn., 2,19). Hace tiempo el canlenal Hoffner, arzobispo
de
Cdlonia, pidió a
los que
no tienen
ila fe verdadera tuvieran la
nol,leza de

salir
ele la Iglesia, pues de hecho no pertenecen a ella.
Rocientemente ha

dicho más: Iglesia que no
sabe defend!erse de la
herejía, no es Iglesia cat81ica. Así acabaríamos con "la opostasía
inmanente"

de que habló Maritain en
Le Pi,rysan de 1" Garone; y
así empezaríamos a remediar "la revol!udón clerical, que empieza
en la disciplina
y termina eo la doctrina", como se ha dicho sabia­
mente.
Y que se trate de fe salta a la vista en los 'libros de H. Küng,
!lo han dicho grandes te&ogos como Urs von Ba1thasar, Luis Bouyer,
Karl Rahner y, sobre todo, la declaración de la Congregación para
la Doctrina de la Fe, como dijimos al principio. Para datos más
concretos,
véase e!! magistrai artículo del padre Victorino Rodrí­
guez, O. P., 30 e"ores doctrinales de Hans Küng, en '1Roca Viva",
febrero de 1980.
Hay que empezar, porque los escándalos se suceden, o se amon­
tonan y aun se juntan. Contemporáneo del "caso Küng" fue el do­
cumento, también con firmas abundantes, de quienes defendían el
divorcio aun entre católicos, porque
"'la doctrina de Jesús" "debe
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EL DOMINIO PREPOTENTE DE LOS EXTRAVIADOS
proponerse como un ideal!"; y el artículo en favor del divorcio en
Pueblo del. P. Lamet, S. J. Es él mismo quien pone ei S. J. contta
lo que suele hacer la
Vida Nueva, como notaba El Imparcial del
7 de diciembre
de 1979; y e1 documeoto firmado por 25 sacerdotes
y religiosos de Valladdlid, pidiendo
111 dispensa del celibato para
!los sace'rdotes que fo deseen en atención a los derechos humanos;
y el. II Encuentt_o de Curas Jóv,enes de Maddd, que empiezan di­
ciendo: "No estamos de acuerdo con
la forma de actuar ddl. Papa"
y ,le 1anzan a continuación una larga serie de reproches llenos de
de
insolencia; y el ,escándalo de los cinco

curas de Córdoba con sus
novias en
la misa concelebrada por siete sacerdotes; y fos de Astu­
rias; y los de Santander, etc.
El dominio prepotente de los extraviados.
El doble caso de Hans Küng es muy antiguo y sus causas muy
conocidas. Las reducía a dos San Pío X ruando se admiraba de que
ei método histórico y la crítica de 1os modernistas tuvieran tanta
autoridad entre los católicos, a pesar de estar fund-adas sobr-e una
filosofía que partía de 'la negación de Dios. Estas causas eran 1a
estrechísima unión que mantenían entre sí todos los extraviados
por diferentes que fueran sus patrias y diversas sus religiones, y la
audacia máxima para exaltar a una sola voz las fantasías de cuá!l­
quiera de ellos y vituperar del mismo modo y con toda acritud a
quien se atreviese ~ juzgar de otra manera.
De donde se sigue, continúa el
Papa, un dominio prepotente
de los extraviados y un incauto asentimiento de tos Hgeros, que
origim 'la contaminación del ambiente, que todo fo penetra y todo
lo infecta
(11). Así es ciertamente, pues de'! campo religioso, pasa
a otros campos, sobre todo al de
fa cultura y a:! de la política.
Por este tiempo, poco más o menos, padecía España este .. pre­
potente dominio de los extraviados" con las campañas de silencio,
(11) Denzinger, 2.100; SchOnmetzer suprime el pasaje resumido por
mí y algunos otros de la misma encíclica
Pascendi,
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J. GONZALEZ-QUEVEDO MONFORT, S. J.
difamación y desprestigio que intentaron anular a Balmes, Donoso
Cortés, Menéndez Pelayo, Vázquez de Mella, Alarcón, tras
la pu­
blicación de su gran novela, El Escándalo; Pereda, y tantos otros,
como el P. Colo.roa, ,en quien reconocía Menéndez Pefayo "1as altas
dotes de novelista con que Dios quiso favorecerle"
y, "lo que es más,
"una verdadera genialidad de novelista que sería· aplaudida por
todo el mundo, si entre nosotros el criterio-literario llegara a eman­
ciparse de toda preocupación extraña al mismo" (12).
Campañas que, de una u
otra manera,
han seguido hasta nues­
tros días.
Mons. Vizcatra

denunció, en
Ecdesú, (20 de febrero de
1954, 8) la consigna dada ya duranre nuestra Cruzada:
"Valerse de
fa táctica de exaltar en toda ocasión los va:lores intelectuales de los
izquierdistas y guardar silencio acerca de los intelectuales católi­
cos".
A
1a que hobría que unir la ceguera y el complejo de inferio­
ridad (ligereza diría Pío X) de no pocos católicos españoles, que
les lleva a "aplaudir por iroparcialidad a los de enfrente y
censurar
'implacablemente
por

justicia a 'los de casa",
y se comprenderá
cómo después
del 2 de May-0 y del 18 de Julio, palpitaciones ge­
nerosas
de todo un
puel,lo, sin °igual en

la historia de
la humanidad,
los

vencidos con 1as armas resultan vencedores con
:las ideas.
Pemán

que, pese a sus frivolidades de
última hora, tan bene­
mérito ha
sido de

la causa católica
y española, habla en su C onfe.
sión
General-Juicio de

Juicios
de la "ancha discrepancia entre la
resonancia
popular y colectiva de mi obra y su v.Jnración o aprecio
en ciertos medios de sentido crítico
y selectivo". Y narra a conti­
nuación que en unos seis meses :
ttPronunció en
Lisboa el discurso
inaugural
del Congreso de Fátima, al que asistían ministros de todo
el mundo".
Publ:ic6, "entre
otros muchos artícu'los ... , dos o
tres,
de ios que

guardo
cartas y comentarios muy expresivos de su re­
percusión
extensísima". Estrenó "en
el reatro Lata la comedia Ca­
llados oomo muertos, cuya infrecuente estadística y asistencia está
en balances
y papeles con ese refrendo de sinceridad enmsiasta que
(12) Citado por R. de Hornedo, S. J., en Ensayo biográfico y critico,
que sirve de introducción a las Ob,,.as completas del P. Luis Coloma, S. J ..
en «Razón -y Fe», 4.ª edición, pág. Ll.
728
Fundaci\363n Speiro

EL DOMINIO PREPOTENTE DE WS EXTRAVIADO,
suponen 'las cuarenta pesetas de nna butaca ... ". "Y, sin embargo ... ,
todo ese volwnen de obra de seis meses ... no tiene nunca la corre­
lativa repercusión en los grupos y capillas rectoras del pensamien­
to ... " (13). Son los habituales silencios que siguen a
1a orden del día. ¿No
estam.os viendo a Bias
Piñar arrebatar

continuamente al auditorio,
donde quiera que se presenta, llenar [ocales hasta !la
bandera, aun­
que

sean plazas de coros, y presidir manifestaciones de 500.000
y 800.000 personas de toda España, con el silencio más completo
unas veces, o unas medidas referencias otras, en nuestra sectaria
prensa
y más sectaria tdlevisión? Y hasta se habila de la ilega.Jiza­
ción de Fuerza Nueva,
atropello que

si se
rea!lizara sería
semejante
al asesina.ta de
Callvo Sore:o, y sus consecuencias serían imprevisi­
bles (14). ¿Cuándo se escribirá la historia d.:'.1. sectarismo españoJ.,
llena de vilezas? (15).
Volviendo
al terreno estrictamente religioso, se ha dado en él la
misma táctica, en -estos últimos tiempos, con la llamada
Purga en
la Iglesia, no fa estaliniana, que quita ia vida física, sino 1a eclesiás­
tica,

más sutil, que quita
¡a vida civil -e intenta arrinconar ,e inutili­
zar

a hombres de ciencia
y de virud despojándoles, sin diálogo de
ninguna
clase y sin consideración a!Lguna, de sus puestos y de sus
(13) Obras completas~ Escelicer, V, págs. 1.799' y sigs., también pá­
gina 1.768. (14) Véase, en
Fuerza Nueva (núm. 686, 1 de marzo de 1980), el
discurso de Bias Piñar, en Illescas,
y el artículo de Luis F. Villamea, y se
encontrará a algunos de los autores de esta turbia operación, que tienen el
tejado de vidrio.
(15) Habría

que empezar desde el siglo
XVIII, el más impío de la his­
toria hasta entonces según Menéndez Pelayo, y la extinción de la Compa­
ñía de Jesús, el mayor crimen de la hum.anidad después del Deicidio, se­
gún
el mismo gran historiador, antes del cual «nos desconocíamos», como
dijo Valera. Al lado de Voltaire, D'Alembert, Choiseul, Tanucci y Pamba!,
no se quedan chiquitos los españoles: el Conde de Aranda, Azara, Roda Moñinos, Campomanes...
La Anatomía del Informe de Campomanes, del
padre jesuita Fr. Isla, con prólogo y notas del
padre Conrado

Pérez, S.
J.,
notabilísimas por su amplísima cultura y asombrosa penetración, editada re­
cientemente po.r la Institución Fray Bernardino de Sahagún, de la Diputa­
ción de León,
sería un

buen punto de partida.
729
Fundaci\363n Speiro

J. GONZALEZ-QUEVEDO MONFOR.T, S. J.
cátedras, o sin asignarles clases si fos mantienen en pllantilla; sin
invitaiJ:es jamás a conferencias, novenarios o tandas de ejercicios,
aunque sean especia).istas y buenos predicadores.
En septiembre de 1971 asistÍ a una reunión sacerdotal, en la
que un gran profesor de teología, como prueban sus
valiosos es­
critos,

dio una conferencia con ese título, que después se imprimió.
Los aplausos no se ac,baban. .Afgunos de los presentes habíamos
padecido dicha purga. La conferencia
siguiente la tuvo

el conocido
P. Antonio Peinador, gran hombre, gran mora.Hsta y gran religioso,
como es sabido. Por haber fallecido ya, y estar ya libre de toda re­
presalia, diré

en
público lo que en público dijo él. Empezó así:
"Como

ustedes
saben a

mí me quitaron la
cátedra de Teología
moral
de

la
Universidad Pontificia

de Sa,lamanca. Y después me qui­
taron
la dirección de la revista Vida Religiosa. Para oontentarme
me dieron
e'] Superiorato de nuestra casa de Sevilla. Pero estoy dis­
puesto a jugarme
el Superiorato de Sevilla, como me jugué la cá­
tedra de Salamanca y IJa dirección de .la revista por servir a la Igle­
sia. Y es lo que debían hacer los obispos, jugarse sus mitras, pero
no lo hacen."
Si a esta
purga de personas competentes y virtuosas se añade,
como
estamos viendo en España, que te6'logos, como
!los SO fir­
mantes en favor de H. Küng y tantos otros, contagiados de "racio­
nalismo coloreado con un poco de existencialismo y un mucho de
marxismo", "se van adueñando aun de ,las cátedras de las Univer­
sidades Edlesiásticas de Roma y fuera de Roma", ¿nos vamos a
extrañar de
la subversión clerical que hoy padeeemos? 0m razón
e'l P. Cornelio Fabro, renombrado profesor de 1a Universidad de
P.erugia, cuyas palabras acabo de entrecomillar, en un valiente ar­
tícufo pub.licado en Studi Cattolici (núm. 140, octubre de 1972) y
en otro publicado en
1l Tempo, de Roma (10 de enero de 1973),
escribió que "estos profesores de teo)ogía,
más que tedogos son
enterradores
de la Teología", y los llamó "pornoteólogos", por la
moral que enseñan (16).
(16) F. P. de Chanteiro, en Contra-Posconciliarismo, en «Roca-Viva»,
núm. 63, marzo de 1973,
págs. 172-76,

amplía estos datos. En parecidos
730
Fundaci\363n Speiro

EL DOMINIO PREPOTENTE DE LOS EXTRAVIADOS
Remedio. Empezar por reconocer la gravedad de la situación. Por octu­
bre de 1966, en
mi ensayo Tensiones-Actua/,;dt,d Católica Española,
después

de recordar
la manifestación cluical dcl 11 de mayo en la
Vía Layetana y
la "Acción Moisés", del 25 de julio al 17 de sep­
tiembre ddl mismo año, y de reconocer su gravedad, porque "grandes
efectos no pueden provenir de causas pequeñas", y porque a esos
extremos "no se llega de
la noche .a la mañana", opinaba yo, en­
tonces, en 1966, "que las rake.s del mal ... no pueden ser muy pro­
fundas ... , porque
en pocos

años no han podido calar hondo en e)
alma de un pueblo como el nuestro de tanta cordura y tanta his­
toria".
Vino después, el año 71, la Asamblea Conjunta, calificada por
Iglesia-Mundo (núm.
9,
págs. 24-31)
como
"el mayor
escándalo
ocurrido en la historia eclesiástica en los últimos tiempos", y pro­
bando ta1l ca1ificativo con la "información que no se ha pu~icado
sobre ,la asamble1 ... ", con datos gr.aví.simos de primera mano. Si­
guió el Documento de la Sagrada Congregación del Clero, cuya re­
cepción o no recepción y subsiguiente valoración por allgunos de
nuestros obispos constituyó también una de las págim,s más tristes
de nuestra historia, hasta esa hora, siempre fidelísima a Roma. Y
por si fuera poco, la "contestación" .:1 Documento de )a Sagrada
Congregación por profesores de las Universidades Pontificias de Salamanca, Comillas-Madrid y Facultad Teológica de Granada, como
puede verse en los números 22 y siguientes de dicha revista.
Puestos en la pendiente, los desórdenes se sucedieron.· Los enu­
meran más de 60 sacerdotes montañeses, basándose ·en
1a necesidad
de opinión púl,lica en 'la Iglesia, enseñada por Pío XII (A. A. S.,
términos publicó en Civilta Cristiana, núm. 11, el año 1977, Mons. Arri­
go Pintorella, antiguo Vicario General Castrense, una carta abierta a los
obispos italianos;
y tantos otros como el citado P. Peinador: en Ro,ca-Víva,
núm. 23 (1969), págs. 55 y sigs.; 42 (1971), págs. 425 y sigs.; 63 (1973),
págs. 153 y sigs.
731
Fundaci\363n Speiro

J. GONZALEZ-QUEVEDO MONFORT, S. /.
42, 1950, págs. 251 y sigs.), en carta pública al Cardenal Primado
del
11 de diciembre
del mismo

año.
Después de ias manifestaciones de la Vía Layetana y de !a "Ac­
ción Moisés", ya citadas, viene otna de Bilbao; 1as huejgas de las
Universidades Pontificias de Salamanca y Comillas-Madrid; la en­
cerrona de los cuarenta
y tantos de Derio; los cinco de 'la Curia
Diocesarui. de Bi:1b;;,o; fos siete primeros y seis después de Barcelo­
na ... A los que precedió fa sentada de unos ciento cincuenta cléri­
gos y siguió Otra manifestación de trescientos entre clérigos y se­
glares de Barcelona; la

ocupación del
vestíbulo arzobispal de

Ma­
drid por simpatizantes
de'.i P. Gamo, con la participación d~ padres
y estudiantes
jesuitas;
la huelga dominical de misas en Asturias; las
encuestas sacerdomLes en las que se ·Les pregunta: "si son o no mar­
xistas, si creen que el País Vasco debe indeperulizarse de España,
y si teniendo
prol>lemas de
castidad los
so_:ucionan de
algún modo".
¿Para qué seguir? Los datos de
estas páginas

prueban eviden­
temente que

la subversión clerical, que estamos padeciendo,
la peor
de todas las subversiones, porque
si sal evanuerit, in quo stdietur
(Mt., 5,13), es de una gravedad extremada. Su remedio ha de ser
radica;!, si

puede sufrirle
el paciente,
como yo creo. Con
paños ca­
lientes

ni
se ha rorado, ni
se curará nunca
el cáncer.
Y no hay que
inventarlo. Es

conocido
y se ha aplicado con éxito.
En
la reunión sacerdotai mencionada, la mayor preocupación
de aquellos excelentes sacerdotes
y religiosos, unos setenta de todJ
España, fue e'.l estado ,lamentable de nuestros seminarios. Hoy sería
mayor. Son unas treinta las diócesis que los tienen cerradas. Y "un
pueblo sin
sacerdotes acabará
adorando a
t1as bestias",
como dijo
ei
Santo Cura

de
Ars. Pero la situación de [os que quedan, repito,
es
lamentabi-lísima. Las
excepciones son
_pocas.
Un gran padre escolapio, con admiración y aplaudido de todos,
sostuvo que el remedio era
el dado

por San Pío X,
cuando la crisis
modernista:

Cerró todos
1os seminarios de

Italia
para vdlver a

em­
pezar. Y un
jesuita propuso

restaurar el Seminario Pontificio de
Comillas para restaurar todos
los de

la Hispanidad.
Si además se suprimiesen revistas, que se llaman
r~ligiosas, y
no son in aedificationem (red) in dertruct'ionem (2 Cor., 10,8). v
732
Fundaci\363n Speiro

EL DOMINIO PREPOTENTE DE LOS EXTRAVIADOS
dimitiesen los superiores eclesiásticos, cuya gestión, juzgándola por
su.s frutos (Mt., 7,16) ha sido desacertada, imitando a 1os directivos
I:IONRADOS de todas las asociaciones humanas: cu!lturales, económi­
cas, políticas, filantrópicas... y hasta deportivas, que cuando fra­
casan se retiran para que vengan otros a
arreglarlo, se
habría dado
un gran paso. Es evidente que ma'1es tan graves como padecemos
no los remediarán los responsables de· los mismos. Si· no dimiten,
habría que cesar!oo.
Así, en los eclesiásticos, se remediaría en el a~to "¡a falta de
vida interior, que proviene de la vida disipada
y mundana, y ésta
de la ruina de la observancia regular debida a la falta de autoridad
y obediencia", como acabo de escribir en un pequeño .artículo, "Re­
novación de la vida religiosa" (17). Pues la fe produciría estos
cinco preciosos frutos, ya que sin :tas obras sería muerta (Sant., 2,17).
La importaocia del problema es superior a toda pondedación,
porque
sólo con la reforma de fos eclesiásticos será posible la re;
forma
de

la
Iglesia, y sólo con la reforma de la Iglesia será posible
la reforma de la sociedad y de la humanidad, hoy desechas, como
todos vemos
y dijo Pío XII: "F., todo un mundo lo que hay que
rehacer desde sus cimientos" (
MemtJje por un mundo mejor, 10 de
febrero de 1952).
(17) La Vida Sobrenatural, núm. 488, · marzo-abril de 1980, págin~
108-123.
Fundaci\363n Speiro