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Número 195-196

Serie XX

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Discurso de Leonor Vegas Latapie [San Fernando 1981]

si no asumimos en nosotros esa doble llamada hacia lo alto de la
santidad y la
caballer05idad. No
hay otro camino ni programa».
El trazado de
ese camino

lo expresó con los versos en que Jorge
Manrique hizo
la semblanza de su padre con ocasión de su muerte.
Cierto
es, explica
a continuación Francisco
José, que
hoy, el
ca·
ballero

no va a ser tenido por la consideración en que fueron teni­
dos el Rey San Fernando y el Maestre de Santiago don Rodrigo Man­
rique. Por eso, con un ¡no importa!, invocó a Don
Quijote con so­
noras estrofas de Rubén Darío, y mostró, descrita en versos de Ga­
briel y Galán, la España dolorida, que tanto necesita hoy de caballe­
ros
y sant05. ¡Qué bien recita Fernández de la Ogofia!
Eran

más de las doce
pero los
concurrentes no tenían prisa
al­
guna en abandonar una reunión que a todos resultaba extraordina­
-riamente grata.
Begofia García-Conde.
DISCURSO DE LEONOR VEGAS--LATAPIE
Queridos amigos y correligionarios:
Un año más nos reunimos para celebrar la fiesta de San Fernando,
hoy
más que
nunca santo Patrón de la Ciudad Católica.
En efecto, nuestra labor se ha convertido en una verdadera
recon~
quista

de la Ciudad Católica,
ya que
desgraciadamente la actual ha
de­
;ado de

serlo.
A la hora de llevar a cabo esta reconquista, que no es otra que re­
cuperar y restablecer la
civilizaci6n cristiana,

la
ciudad católica,
debe­
mos tener siempre presente lo que
decía San

Fernando:
"Tú, Señor, sabes

que no
busco mi
gloria
sino· la
tuya, y que
no
deseo

tanto el aumento de
mis reinos,
cuanto el aumento de la fe ca­
tólica y la
religi6n ·cristiana." ¡Qué meior modelo

a imitar que el de este
valiente
y santo

guerrero que fue San Fernando!
No.s da
un claro
ejemR
plo

de
actuaci6n por
su catolicismo
mílitante, su prudencia y su

caridad
y justicia. Le consideramos hoy más que nunca nuestro patrón, que uno
de
nuestros objetivos
es reconquistar la unidad
religiosa, pues
como bien
decia Aparisi i Guijarro: "La religi6n cat6l-ica no ha sido solamente la
luz y grandeza de

España, es, en
cierto modo, nuestra nacionalida,r.
Respecto

a la unidad
religiosa, ca-sustancial a

la
política española,
quiero
enlazar con

lo dicho por don Marcelino
Menéndez Pe/ayo
en el
Epílogo de los Heterodoxos:
"España, evangelizadora

de la mitad del
orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna
de
San Ignacio

... ; esa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tene­
mos otrd.

El día en que acabe de perdese, España volverá al
cantona,.
lismo

de los Aré-vacos y _de los Vectores, o de los reyes de Taifas.
A este thmino vamos caminando

más o menos apresuradamente, y cie­
go será quien no
lo vea. Dos siglos de incesante y sistemática labor para
producir artificialmente la
revoluci6n, aquí donde

nunca podía ser or­
gánica, han conseguido no
renovar el

modo de ser nacional, sino
vi~
ciarle,

desconcertarle y pervertirle. Por lo cual,
para que nuestra patria
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Fundaci\363n Speiro

vuelva a ser la España que San Fernando fue liberando taifa a taifa y
posteriormente acabaron de liberar los Reyes Cat6licos, tenemos que
luchar fuerte y resistir, Como lo hizo don Pelayo en Covadonga, ast
corno tantos Otros.
Sin -embargo, nuestra lucha tiene que ir dirigida a combatir las ideas
de_

la Revolución, actualmente vigentes en_
la sociedad; porque son las
ideas la9 que gobiernan -a los pueblos, y, cdmo decía Federico Le Play:
'"El error, más que el vicio, es quien pierde a las naciones."
Pero, a

estas ideas no se las destruye a cañonazos, por lo que nuestra
labor es de propaganda intelectual.
Y_ para ésta, es indispensable una
sólida formación que habrá que proyectar en una acción concreta.
Nuestra
misión, en

primer lugar para nosotros, los j6venes de
Speiro,
es proveernos de una s6lida formación -no para engordar en sapien­
cia-, sino que nos marque
las líneas ·que debemos seguir en nuestra ac­
tuación .. Para ello, además de estudiar y leer libros doctrinales --que no
nos
faltan-, debemos seguir las pautas de aquellos que nos antecedie­
ron en la lucha por ·el Derecho Público Cristiano y que iniciaron en
España la labor de la Ciudad Cat6lica. Una
vez formados, nuestro

deber es buscar
y propagar la Verdad
por doquier. No en valde
Speiro, nuestra editorial, significa en griego
"sembrar".
Nuestra

divisa, tomada del hermoso poema de Cristina de Arteaga,
es "sembrad'':
"Sin saber

quien recoge, sembrad_
serenos, sin prisas,
las
buenas palabras,

acciones, sonrisas ...
Sin saber quien
recoge, dejad
que

se
Ueven la siembra las brisas."
Esta

estrofa de Cristina de A,rteaga, tan llena de contenidO, resume
nuestra
misi6n: sembrar _sin esperar recoger

el fruto de nuestra labor.
San
Fernando no

recogió
todos los frutos de sus esfuerzos; sin embargo,
a su muerte, dejaba asegurada la reconquista, que aún duraría dos siglos.
Del siglo
XIII, en el que reinó San Fernando, Menéndez. Pe/ayo es­
cribió:
"Aquella edad

fue completa, aunque no fuese perfecta.
La. vida ex­
terior se desarroll6 pr6spera y fecunda, - por lo mismo que la vida in­
terior y
espiritual eran

tan
intensas. A quien busca el

reino de
Dioo
todo Jo· dernds le será dado pOIT añadidura. No hay medio tan seguro
de caminar por la
tlerra co_mo

llevar puestos los ojos en el cielo.
Los santos nos dan la clave. de los sabios
y de los héroes; quitad
del

mundo a los que rezan y habréis quitado a los que
piensan, y a los
que pelean por causa justa, y a los que saben morir." Además, el reinado de San Fernando con su poder no absoluto
sino que limitado por la
Iglesia, por

los cuerpos intermedios y por la
ley · natural, es un claro testimonio en favor de la monarqufa cat61ica
y

tradicional. Finalmente, nuestra táctica para
omnia instaurare in Christo -res­
taurar todo en Cristo-- ha de ·ser la forrnaci6n de élites, ya que úni­
camente la élite
--dijo Paul

Bourget- es apta
para conducir
a los
hombres. En esta formación de élites, de un núcleo selecto de resistencia, es
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Fundaci\363n Speiro

donde reside nuestro futuro triunfo. El hombre cat6lico no ha de ser
sólo te6rico sino práctico
en -su campo

propio. Concretamente, a-
nos­
otros,

j6venes
y estudiantes,
nos corresponde la Universidad, ya que
así es

como lograremos un éxito seguro.
Para terminar, deciros que nuestra
acclón, _a

ejemplo de la de nues­
tro santo patrón,-
ha de tener una visi6n trascendente y sobrenatural
de
la lucha. Ya decía Carlos VII: "Dios quiere
salvar a
España, pero
quiere que vea que -es El quien la salva".
Por otro lado, el recuerdo de la España del
s1"glo Xlll,

de la que
habla don Marcelino, no debe inducirnos al desaliento
y a ta inacción,
sino

que, por el contrario, debe alentarnos, junto a San Fernando, a
luchar por
e~e gran.

ideal
que es "Adveniat REGNUM WUM".
DISCURSO DE J.i\.VIER URCELAY
Queridos correl(gionarios y amigos dé la Ciudad Católica:
Escribía

Sánchez Muniain que "San
Fernando parece
puesto en
la historia para tonificar el
espíritu de los · españoles en

cualquier mo­
mento de depresi6n
espirituál";
Y

depresi6n espiritual,
más quizas que

otra
cosa, es lo

que. sen­
timos hoy,
irilpotentes espectadores ·de un orden moral,

social y po­
lítico basado
en la

ley _divina
y la naturaleza de las cosas, mortalmente
herido por
el" liberalismo, y que entre estruendos se derriba.
Se ha desechado

a Cristo, piedra angular, y es todo el edificio
el que
se nos viene abajo:
la familia y la escuela, el clero y la milicia, la
Universidad y
la parroquia, las artes, la cultura ••• , tambaleantes o con­
vertidos en escombros, mientras una
legión de
gusanos y
ma/,M hierbas
próliferan y

asoman debajo de cada
piedra y entre

los márgenes de
cada grieta.
¡Comamos y bebamos, se
nos dijo

entonces,
embo"achémonos y
dancemos

toda la noche hasta el
alba, pues
nos
hem'os liberado
de las
cadenas que

nos· ataban y el
yugo que
nos oprimfa, porque
hemos juz­
gado

la ley divina y la hemos encontrado necia, porque hemos
era­
minado

la
ley natural. y

decidido repudiarla. Somos pueblo emancipado
y estirpe de
soberanos!
Y, sin embargo,

en medio
de. los brindis

y las
risotadM, la
huma­
nidad y los españoles empezamos a notar que un
escalofrío nos

recorre
la médula y la risa se ha helado en nuestro rostro
y Converti_do en
mueca trágica de dolor: atentados,
terrorismo, inseguridad,
·paro,
an•
gustia

de vivir
sin saber para

qué, discordias civiles, hambre.;.
Como en aquella
famosa pellcula,

quisimos ser eternos saliéndo­
nos de los límites que se nos
habian seflalado,-

y vemos ahora con
horror c6mo la
eterna juventud no. era

un derecho, sino un regalo,
y
cómo al

despreciarlo, nuestro rostro
horriblemente enveiecido al

per­
der
el privilegio, se transforma en. una llaga corroído por el paso del
tiempo y la muerte.
La historia se repite.
La tentación a nuestros primeros padres es
la tentación a toda la
humanidad, de
todos los
tiempos: ser
como. dioses.
Asi como

ellos fueron arrojados del paraíso y desprovistos de los do­
nes que les fueron
dados, teniendo

que parir con dolor y
gan~r el
pan
con el sudor de
la frente, así también los hombres de hoy, que qui­
simos tocar el cielo· con nuestra babel de
ddclaraciones universales,
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