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Número 197-198

Serie XX

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El principio de subsidiariedad y la educación

EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD
Y
LA EDUCACION
PóB,
M.! Cli.RMBN L1.OREN1'E
Comienzo justificando el enfoque que he dado al foro que me
ha sido encomendado. No me voy a mover en el plano filosófico
para mostrar la relación esencial que existre entre los conceptos
subsidiariedad y educación. Esta relación esencial es evidente para
todos ustedes.
La educación, por entrañar desarrollo, promoción, exi­
ge ayuda, subsidium, die la familia, de la sociedad, del Estado, de
Li Iglesia.
Partimos, pues,

de
la relación esencial que hay entre educación
auténticamente concebida y
subsidiariedad. Como, por otra parte,
las conferencias-de ayer
nos dejaron bien informados y convencidos
de la esencia de
la subsidw.'iedad, voy a volar más bajo. Voy a
partir de un hecho
histórioo que

me
resulta conocido,

en el que
se ha aplicado a la educación este principio de subsidiariedad, prin­
cipio de sentido común. Me refiero a la educación romana en· sus
primeras épocas. Acudo a la ei dad
emanado de
sus resultados

valiosos. Dejaré
inconclusas muchas
cosas, y buena pane de ~s conclusiones se ir~ dejando: caer para
ordenarlas entre todos en el coloquio consiguiente.
Me refiero, en primer lugar, a !la educación en fa primitiva
. Roma. Sus resultados sorprendentes los contemplamos aón hoy día.
Vivimos en 'buena parte de

la cultnra de aquellos hombres.
Cicer6n da una importancia extraordinaria a los prinieros -afios
de la vida, sobre todo para la pureza de! 'lenguaje. "Importa mucho
-- personas a
las que

oye
hablar diariamente en su casa, con las

que
habla
desd madre, porque las ·mujeres conservan mucho mejor 1a. pureza antigua
de la lengua".
Tengo que aludiri sin querer, a las situaciones presentes, a
nuestra eduaición en 'la Europa occidental, a la educación que es-
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Fundaci\363n Speiro

M.• CARMEN LLORJJNTE
tamos impattiendo como padres o madres de familia, desde la es­
cuela o la cátedra, desde revistas o desde la
pantalla. Y aludo a
nuestra situación,
,rl brindarles el pensamiento de Tácito, que ya
en
el Imperio atribuye la deoadencia de 1a oratoria y en general de
todas las artes a la
desidia de. la

juventud, a la negligencia de los
padres, a

la ignorancia de los
maesttoo y al abandono de las cos­
tumbres antiguas. "Porque antes, cada uno criaba a su hijo, nacido
de una madre casra, no en la habitación de una nodriza mercena­
ria, sino en el regazo y en el seno de la madre; cuya mayor gloria
era guatdac la
casa y

atender a los hijos.
A io sumo, se elegía una
parienta mayor,

de virtudes y costumbres ptobadas,
y a ella se con­
fiaba
'la atención de 'los hijos de la familia, en presencia de los
cuales, nadie pronunciaba una palabra malsonante, ni se hacía un
gesto menos delicado. Esta persona de la familia no sólo atendía a
·los niños en sus trabajos
y deberes, sino que les acompañaba en sus
juegos y

diversiones, que regulaba con prudencia y
decoro ...
"
(Tá­
cito, Diál., 28).
Plinio, abundando en 'la misma idea, dice que agradece a su
madre el que 1e educara y acompaña-ra siempre en su niñez y ju­
ventud.
Qumtilúmo: "Pata

que no se malogre
1a obra educativa de la
madre
'hay que

tener mucho cuidado con
Ia nodri>a o la niñera
que se
busca para el

niño. Que sea buena, y hable sin defectos, y
jo mismo
hay que

decir de los niños que
-le sirven
de compañeros.
;Las aficiones

y sentimientos hay que infundirlos al niño desde la
primera infancia."
Hacia los siete años de edad, el niño pasaba a los cuidados in­
mediatos del padre, que le enseñaba a leer, si no lo había aprendido
de fa madre, a escribir,-a contar, a ser duro consigo mismo, a cul­
tivar el c,amJ:X>, a interesarse por sus asuntos y a sentir altamente
de la patria.
En
casa recibe
el niño el fundamento
de la
educación, lecciones
teóricas y
ptáctic\ls, dadas con

sumo
in;erés por fa madre y por el
padte, directamente o mediante un buen preceptor, siempre bajo la
mitada del padre, buscando

para
el niño 1a educación en los tres
ámbitos:
,alud fírica, vigor intelectual y fff'mezt1 1'!Wral. La ense­
ñanza que

el niño recibe
de fuera

viene
a incorporarse

a la educa­
ción doméstica
para perfeccionarla y entrenar al joven en el ejer­
cicio
de su
profesión. En

esto los
romanos discrepan de -los gtie­
gos.
No

tiene
nada de particu1at que
los resultados obtenidos sean
diferentes.
PARA LOS ROMANOS LA FAMILIA ES EL FUNDAMENTO DE LA SO­
CIEDAD, Y EL NIÑO VA A SER UNA PIEZÁ FUNDAMENTAL EN LA FAMI-
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Fundaci\363n Speiro

EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD Y LA EDUCACION
LIA, LA AUTORIDAD DEL PADRE ES TOTAL, Y NO CAMBIA NI POR LA
EDAD DEL HIJO NI POR su SITUACIÓN POLÍTICA. Podrá ser cónsul, si
quiere, pero en el fuero de la Domus, sigue siendo un
fili111 familias.
Es natu.ral que en una situación semejante el padre no hubiese
tolerado
la ingerencia del Estado en la educación de sus hijos, ni
se

le ocurrió
al Estado tal cosa hasta la mitad de la época imperial.
De este sistema pedagógico emanan dos efectos generales:
I. El pueblo
romano resulta menos

entregado
.a la literatura,
a las bella:s artes que el griego. La educación recibida en el hogat
w dirigida

a las realidades prácticas de 'la vidia, las instituciones
romanas, la religión, la moralidad, el trabajo del campo, la admi.­ nistración de la hacienda, prescindiendo de
lo que se consideraba
como objeto de pura
cw:io,sidad: la erudición,

las
artes, 1a filosofía.
Se
pretende hacer

un hombre que se desenvuelva
ágilmente en
la

vida, imbuído de principios
morales, respetuoso con

la religión,
de conducta intachable
y cabal, sobrio y templado, duro y resistente
a la fatiga. El padre le inculcaba las
virtudes ancestrales
con la
convicción de su ejemplo, el amor a la propiedad
y el culto del
nombre romano. Le bastaba esto para la vida. Surgieron ciudada­
nos admirables,
íntegros, disciplinados y acosrumbrada.s a la obedien­
cia por
la latga snmisión a la patria potestad, pero aetas igualmente
para

el mando, por el
sentimiento profundo

de
sus derechos y de
su autoridad
apoyada en

las leyes civiles
y religiosas. Desconocían
las exquisiteces de
las formas, las aventu;as de ideas, las

charlata­
nerías de escuelas, pero había hombres buenos
y fuertes, dispues­
tos
al sacrifidio por los suyos y por la patria.
Catón nos dice: "Y cuando alababan a un hombre bueno lo en­
salzaban como buen labrador
y buen colono ... Y el que obtenía
esta alabanza se daba
por bien alabado ... , porque de 'los campesi­
nos
salen los

varones íntegros
y los soldados aguerridos, y la ga­
nancia que de su labor procede es snmarnenre justa, firmemente es­
table,
y sin motivo ninguno de envidia. Los que se dedican a estos
trabajos ---concluye-jamás tienen malos pensamientos."
No cabe d'Uda que, en gran parte, la unión indisoluble de las
fuerzas políticas y ei anhelo unánime del engrandecimiento de la
patria común, que siempre inspiró el quehacer de Roma, se debe
a que los poderes públicos DEJARON A LAS FAMILIAS LA TOTAL IN-
DEPENDENCIA EN LA FORMACIÓN DE SUS MIEMBROS. . . .
II. La independencia de que gozan los padres en la educación
de los

hijos como "verdaderos magistrados domésticos", en acertada
frase de Séneca, dio a la mujer romana un
PAPEL ,SINGULAR EN LA
HISTORIA DE LA ANTIGÜEDAD. En R.oma la madre no se contenta
con dar a luz al hijo, ~ino que continúa su obra de criarlo física
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Fundaci\363n Speiro

M.e CARMEN LLORENTE
y moralmente. Como nos recuerda Tácito en la cita que hemos re­
producid9 poco antes (Diál., 28). Cop.cluye el mismo aut1>r: disci­
plina
y
severidad que

sincera e
incontaminada de
toda especie de
depravaciones, buscaba

que la
naturaleza de cada cual recibíera cori
toda generosidad las

artes
honestas, y ya le inclinara a lauros mili­
tares, o a la ciencia del derecho, o a las _lides de la elocuencia, se
embebiera totalmente en ellas.
Cicerón,
repetidamente, insiste
en la misma idea.
Cicerón (Bru­
tus): "La madre dedicaba toda su atención al hijo en sus primeros
años.
Y si
la. madre no podla se buscaba a

una
señora venerable,
que procedía, en

todo, de
acuerdo con

la
madre. Y
dentro
y fuera
de
la casa, tenía el niño sobre sí los ojos cariñosos de la madre."
Cicerón ( De dwhzatione): "La esposa, basta el tiempo de las guerras
púnicas,
poseía los mismos

conocimientos que su marido, un-as
,cuan­
tas noticias tradicionales de la casa, y el ansia de honradez y la in­
tegridad, normas que transmitía al hijo." De ahí procede el ascen­
diente que tiene la madre sobre el hijo, que la obedece y respeta
durante toda la vida."
·
Es notable el caso legendario de Coriolano accediendo a los
ruegos de su
madre, él
que había rechazado
las embajadas
del pue­
blo roma.no. Tenemos en Roma mujeres célebres, como Cornelia, madre de
los hermanos Graco. Levantaron una estatua en su honor. Las car­
ta.e; dirigidas a sus hijos, se lieían en tiempos de Cicerón, como él
mismo nos cuenta en el Brutus.
Algunas conclusiones.
Habrán .podido observar que tras estos retazos de la historia de
la educación familiar en Roma, hay
UN PESO DE SEGURIDAD EN EL
MÉTODO EDUCATIVO, que conduce a unos objetivos claros, y de los
que nadie osa dudar. Seguridad, peso, claridad, que en la mayoría
de nuestros
padres y educadores de hoy están ausentes. So pretexto
de dejar en libertad, en democracia, no se educa. Es más cómodo,
al
principio; después

se paga caro. No nos imaginamos a aquellos
honrados romanos discutiendo sobre
la edudación, y la crisis edu­
cativa. Más bien, los vernos educando sencillamente, como ellos
y
sus abuelos y demás antepasados educa.han.
¿Nos van a tener que

moralizar aquellos romanos prim:itivos?
¿Van a ser ellos los que nos recuerden el insustituible papel de los
padres
y especialmente de la madre, en la educad&,? Sin conocer
estadlsticas de psicólogos
y pedagogos estuvieron muy acertados en
980
Fundaci\363n Speiro

EL PRINCIPIO· DE SUBSIDIARJEDAD Y LA EDUCACION
tomarse el cuidado y 'la educación de sus hijos en serio. La Cons­
titución no decía que los
nilíos tenían

derecho a una educación, no
hada falta que lo dijera, porque a
nadie se

le ocurría lo contrario.
Hoy figura en todas las declaraciones internacionales, nacionales, en
cualquier columna de
'la prensa no especializada, y no digamos en
las revistas de pedagogía ... , pero, ¿realmente se
sabe educar?, ¿se
tiene algún modelo _al que imitar?, más bien no se cree en nada,
no se educa para nada, o en otros casos se educa para la autodestruc­
ción revolucionaria. ¿Creen que exagero?
Más noticias sobre la educación romana.
También los romanos admitían el concurso de otras personas
para la educación de 'los hijos de la familia. En los primeros años
de fa monarquía romana tenemos noticias, si bien indirectas y le­
gendarias, sobre la educación de los fundadores: Rómulo y Remo,
de Numa, Tarquinio el Viejo, sus sucesores. La_ mayor parte de los
romanos en aquellas épocas sabían leer
y escribir, aunque su ins­
trucción

resultará demasiado pragmática, en tomo a unos cuantos
principios de derecho, de agricultura, de historia militar. Se edu­
caba para la honradez e integridad moral de la vida familiar e in­
terfamiliar.
A mediados del siglo v a. de C. encontrarnos un testimonio de
la existencia de
centros escolares

en Roma:
Vitgínia iba
acompañada
de su nodriza a una escuela de
las establecidas entre las tiendas

del
foro (año
446 a.

de
C.). En tiempos de Camilo parece que hay es­
cuelas
incluso en las aldeas
más pequeñas, adonde asisten los hijos
de
las familias

principales. También conocían los
esco'lares los
via­
jes de esrudio. Cicerón cuenta que en tiempos muy tempranos el
senado había tomado la resolución de mandar a diferentes pueblos
de la Etturia a

diversos j6venes de la
noblez.a para que se familia­
rizasen con la ciencia de los etruscos-, a fin de que un arte tan. trans­
cendental no se desviara de la inicial gravedad religíosa.
Como la educación familiar,
propiamente dicha,
acaba a !os 16
o 17 años con
la toma de

la toga
vir11 y fa pteseiltaci6n del nuevo
ciudadano en
el foro introduciéndose en la vida pública, . el padre
confla el hijo a una persona mayoc de la familia con más experien­
cia militar y polfrica, que
le amaestra en

la forma de proceder en
la vida
púJj!ica y · en los .estamentos del gobierno. Contamos con
experiencias muy interesantes del· propio · Cicerón,-.que no viene al
caso detallar. El joven era preparado· en la téorfa y en la ¡,táctica
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Fundaci\363n Speiro

M,e CARMEN LLORENTE
del foro. Escuchando las defensas del foro y aoarando de defender
y argume.iltar fas causas.
En una palabra tenían, como nuestros profesores, uno o más años
de prácticas. Aquéllos bajo la vigilancia de un maestro en el arte
de la oratoria.
También hay que hablar de la formación profesional. El roma­
no ordinario es
labrodor, y para ello debe poseer las virtudes de un
hombre de campo. Para ayudar a que adquiera estos conocimientos
escribe Catón su
tratado de Agricu'.lrura, como

siglos más rarde
ha­
rán Virgilio, V arrón y Columela.
Una preparación seria tuvieron los romanos en el conocimien­
to del derecho. Su sistema judicial era sumamente formalista, de ahí
que desde
los primeros documentos literarios que se conocen, exis­
tan los comentarios jurídicos. Piénsese en el Ius Parpirianum, en las
Doce Tablas, sus comentarios por Sextas Aelius. Peto, los comen­
tarios de Apio Qaudio el Ciego, de Lucio Estilón, etc. En tiempos
de Cicerón todavía se aprendían los chicos de memoria la Ley de
las Doce
Tablas.
Difícilmente

podremos superar a Plinio resumiendo los elemen­
tos
fundarnentoles de

la educación romana. En su Natnralis His­
toria aludiendo a la Oración Fúnebre qne pronunció Cecilo Metelo
Macedónico en honor de su abuelo Lucio: "Había logrado conse­
guir los diez bienes superiores que buscan los sabios afanosamente
en su vida, había querido ser un gran so'ldado, un excelente orador,
un valiente
getieral, tener la responsabilidad de grandes empresas,
revestir la magistratura suprema, poseer la más alta sabiduría ocu~
par el primer rango entre los hijos, ser una célebre persona para la
patria".
"Superarnos a todos los pueblos y gentes por la piedad, por la
religión y por el sabio conocimiento de que la voluntad divina lo
rige
y lo gobierna todo" (Cic).
"Nuestros antepasados fueron los hombres
tnás religiosos del
mundo" (Salustio,
C. C4t,).
No podemos ·.decir .que no. hafan existido romanos que no se
portaran indignamente,
pero oafirmamos que 1a educación romana
tendía a formar temperamentos y personas ejemplares. El romano
está convencido de que en premio a su piedad, los dioses le han
concedido el imperio universal. Y la piedad es
para ellos,
cumplir
con
pnreza los

ritos y ceremonias tradicionales de la
religión romana.
Hasra

aquí hemos desracado lo genuinamente romano. Pero bien
saben todos, que a
-partir de la segunda guerm púnica entra en Ro­
ma una fuerte corriente de culrura
helénica. En este período medio
de 1a· historia de Roma, la edtlCación sigue su carácter privado, y
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Fundaci\363n Speiro

EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD Y LA EDUCACION
la autoridad paterna es duefia absolutamente de la educación de los
hijos,

pero la instrucción primitiva
se va ampliando

con influjos
no
siempre benéficos

de la cultura griega.
"La Grecia conquistada, se adueñó del fiero vencedor" (Hor.,
Ep., 21).
La primera ensefianza teórica de la gramática y de la elocuencia
entró en Roma por un embajador del rey Atalo, de
Pérgamo: Crates
de Malos. Por un accidente tuvo que permanecer varios meses en
Roma,
durante los
cuales consiguió una buena clientela entre
los
hijos de la nobleza romana. Este hecho junto con otros formaron
época. Si bien ,es verdad, que ya desde el siglo III a. de C. la gente
culta hablaba
y escribía en griego, incluso en el siglo IV Apio Clau­
dio el Ciego
lo aprendió, al igual que loo analistas escribieron en
buena parte eo griego, con
la escuela de Cmtes de Mhlos se abre
la puerta a la cultura
helena.
Tenemos noticia.s de las oposiciones que recibió esta cultura
griega por los continuos
decretoo de
expulsión de rétores,
y filóso­
fos. _Catón consiguió

un
decreto del

senado
para e,cpulsar a esos
hombres que "podían fácilmente persuadir
y hacer creer todo lo
que querían". Bajo el caudillaje de Catón los viejos romanos fueron
decretando el
año 173,

a. de
C., 154 a. de C. y sucesivamente nuevas
prohibiciones. Por esta repetida oposición de ciertos sectores conserva­
dores nos hacemos cargo de la fuerza que iba cobrando el influjo
griego en todas las clases
socirues y a través de los medios cultura­
les y religiosos.
Son incontables los griegos esclavos, libertos, o libres que abrie­
ron escuela en Roma, comenzando por el primer poeta que escribió en latín Livio Andrónico
y que con otros colegas organizó el Colle­
gium poetarum con sede en
el Templo de Minerva, en el Aventino.
También los generales romanos trajeron obtJas de arte entre los
despojos de las guerras griega., y orientales. Paulo Exnilo trae de
su
campaña por
Oriente la biblioteca del rey Perseo como botín. Hace
venir a filósofos para enseñar a sus hijos. Se conoce la existencia
de varios círculos helenizantes e incluso de mujeres, como el de
Cornelia m.adre de los hermanos Graco, que tenía, un salón literario
abierto a todo influjo y novedad griega. Sempronia, la madre de Bru­
to, era "versada

en letras romanas
y griegas". Junto con los filóso­
fos
y rétores entran escultores, pintores, adiestradores de perros. La
música y la danza tan propia de la vida helenística encontró más
resistencia, por considerarla los romanos más. opuesta a la gravita!
romana. En las mujeres se tokraba un poco más, pero no era muy
visto el que las mujeres
bailaran demasiado
bien.
Esta presentación del influjo
griego en

Roma
y su., gentes, tiene
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M.• CARMEN LLOR.ENTB
un objetivo: estudiar el grado de asimilación, y el punto de imita­
ción así como el desbordamiento a que se ve sometida la gente sen­
cilla. Hubo ejemplos ¡,ara todos los gustos. Algunos sintieron en
exceso el señuelo de la ilustración griega. Otros se resistieron a caer
en la imitación servil de ideas, modas, formas de vida, y finalmente
hemos de confesar que· parte, aunque quizá no muy numerosa, su­
cumbió ante este influjo y perdió lo genuinamente romano.
Es
digno de leerse
el discurso que Salustio pone en boca de
Mario (Sal., B. Y.):
"Mis ¡:,o.labras carecen

de arte, pero no importa.
La virtud se manifiesta por sí misma. Ellos ( aludiendo a los nobles
helenizantes, quizá a Sila) necesitan del artificio de la elocuencia,
para encubrit sus torpezas. Yo no he estudiado griego. No me pre­
ocupo de estudiar lo que a los maestros no les sitve para amar la
virtud; pero yo he aprendido lo que sitve mucho más
para el

bien
de la patria: a herit el enemigo, a montar guardia, a no temer nada
más que
el deshonor, a sufrit iguolmente el calor que el frío, a
dorinit en la tierra
dur.a, y a soportar a un tiempo el hambre y la
fatiga".
.
Renunciamos a continuar con la educación romana en el Imperio.
Tenemos idea de cómo se desmoronó y los bárbaros irrumpieron
por todas las
-fronteras del
mismo.
Resumiendo mucho:
Hemos contemplado

la realidad de un pue­
blo que

es él mismo,
y que se abre a lo nuevo haciendo en gran me­
dida
síntesis y llegando a cotas de eleveda grandeza. Cuando indis­
criminadamente acepta todo lo nuevo y se agiganta -monstruosa­
mente no tiene más remedio que derrumbarse por· la corrupción
interior. Ha .perdido su identidad, no sabe qué es, qué hacer y lograr.
Se ha perdido.
Tránsito a nuestros día-s.
Dejamos atrás a aquellos prunmvos romanos de Iós que nos
separan veinte

siglos largos.
Y ciertamente que quedan atrás sus
heróicas virtudes, su pietas, su grávitas, su amor a la patria y a los
dioses. Nosotros, hombres del siglo xx, nos hallamos muy lejos de
su Sentido común y tenemos que reunirnos en asambleas interna­
cionales, Congresos y Senados, Claustros de maestros y profeso­
res ... , para no ponemos-de acuerdo en lo que es la' educación, o
para. manipularla. arteramente.
Mucho. y -bien ha hablado ·don Angel González Alvarez, entre
otros, de la
educación, de la subsidiariMad justa que merece. Para
el insigne

profesor
.'1edutar es despertar 'Y encauzar las virtudes, ¡,er-
984
Fundaci\363n Speiro

EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD Y LA EDUCACION
fectivas que dormitan en el espíritu incorporado, es -decir, en la
persona humana. El niño es persona desde el momento de su exis­
tencia en la comunidad familiar, pero no
ha recibido el ser persona
totalmente hecha y desarrollada".
"La esencia de la educación hay que ponerla en el desarrollo
de la persona hasta
lograr la personalidad

plena.
La personalidad
con todo el cortejo de sus virtudes se encuentra encerrada en el
espíritu del niño. La llave de oro que abre la puerta de su libera­
ción precisamente el

amor
familiar y, particularnente el amor ma­
ternal, la más alta
participación del

amor creador de Dios".
(Carta
übert. Edical. A, González Alvarez. Y
El hombre, pues, es y se está haciendo. Es sujeto de educacióo
porque

es perfectible en todas sus facetas. Caben en él educación
física, intelecrual
y moral. El hombre tiene derecho a ser hombre,
en el pleno sentido de
la palabra, y por tanto a la educación, según
su religión, su sexo,
y conforme a las posibilidades de su patria y
sociedad. Una
vez que
consideramos la realidad del hombre, su
dignidad, comprendernos su inalienable derecho a la educación. Al concepto que se
tenga de

hombre
corresponde, o
debería
corresponder la idea de educación.
Ahora bien

para comprender
la
realidad del hombre hay que conocer a Dios. Sólo Dios descubre al hombre qué es el hombre. Sólo el Hijo del Hombre nos lleva a
Dios y sólo en El somos total y realmente hombres. Léase
la encíclica Redemptor Hominis de Juan Pablo II.
EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD Y LA EDUCACIÓN
Subsidiariedad, esto es, ayuda, defensa, apoyo, para que la labor
educativa pueda llegar a su plenitud. Esta ayuda la esperamos de los
padres, de
loo maestros,

de la Iglesia, y en su medida, del Estado.
Pero todos deben aportarla en
el modo y medida conveniente. Ni
abusar, ni omitir. Parece que el sentido común acepta esta realidad
sin vacilaci6n. A pesar de ello constatamos en nosotros y en nuestras
sociedades que se van a uno u otro extremo fácilmente.
Por exceso.
Todas las sociedades, desde la misma familia basta el Estado,
pueden absorver · -excesivamente a la· persona. La sociedad, se ahte­
pone a la persona, y no se subordina a ella: , Le resta libertad, res­
ponsabilidad. Viola, en definitiva, sus derechos.
985
Fundaci\363n Speiro

M.• CARMEN LLORENTE
Todo sistema totalitario pretende monopolizar la educación, pre­
sentando un único tipo de escuela. Puede llamarla escuela pluralista, o
neutra, o libertaria, o pública, pero impone un tipo de educación.
El Estado impone ideología, o lo que es peor, su fulta de ideologfa,
y obliga a ocho años de escolaridad. Después a cuarto de bachille­
rato, y finalmente a una universidad por fa que tienes que pasar,
quieras o no, .para obtener un título sin el que no puedes colocarte.
¿C6mo

puede
ser lógico y coherente que un Estado que reconoce
los derechos humanos obligue a una determinada escuela? ¿Es que
todos tenemos que salir cortados por el -mismo patrón? Peor .aún,
salir como sea, sin patrón, sin cortar, sin ser. Y ¿qué diremos de
lo que pasa en los paf.ses socialistas del otro lado de telón de acero?
Por defecto.
Si cabe, se cae en mayores errores, de más trágicas consecuen·
das cuando omitimos por desidia, que no ·es otra cosa sino egoísmo,
los trabajos y desembolsos que exige la sagrada ta.rea de educar.
Estos defectos

podríamos
agruparlos en
dos clases.
· a) Desatención por parte de la sociedad, del Estado. Estoy pen­
sando en los chicos que viven en aldeas y pueblos pequeños, que
se ven obligados a trasladarse muy temprano y regresar muy tarde
a casa.

O peor
·aún los que

viven
fuera de

su
casa toda la semana
en Escuela-Hogar. Están en clara desventaja respecto a los que viven
en núcleos urbanos grandes. Pienso también en los muchos que no
tienen opción
entre una
escuela u otra, entre un maestro u orro.
No olvido a los deficientes físicos y psíquicos, que requieren unos
cuidados
especiales para desarr-0Ilarse e
integrarse en la sociedad.
Mucho
hay que hacer en

este punto de
la omisión.
V o-¡ a referirme a la Escuela de Barbiana, pueblo de Florencia.
Sus
Wumnos, recuperados
por
el párroco-maestro de este pueblo
gracias a un método activo ·muy original, critican la ·escuela estatal
que habf.an soportado anteriormente. En algunos puntos les apoyo.
El prototipo de chico
desencajado se llama Glanni. Las críticas de
ese montón

de Giannis recogidos en
Barbiana apuntan sobre todo
a la discriminación reai en la ,escuela. "La escuela. ti,ene un único
problema --dicen a la maestra-, los niños que pierde". ..Vuestra
escuela obligatoria pierde por el camino 462.000 niños al año".
"Llegados a este punto, los incompetentes sois vosotros, que los
perdéis y no os preocupáis de buscarlos". "Lo.s problemas de fu es­
cuela los ve la madre de Gianni, ella que no sabe leer. Los entiende
cualquiera que tenga métido en el corazón a un mtichacho suspen·
986
Fundaci\363n Speiro

EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD Y LA EDUCACION
dido y tenga paciencia de echar un vistazo a las estadísticas". ( Car­
tas ,. una Maestr,:,. Escuela de B[arbiana).
La

mayor desventaja de estos alumnos
campesinos es la lengua.
No

es
la urbana, no es la cu.Ita, es la de padres isnoranres, y con
dificu.ltad entienden

las
explicaciones; y a pesar de ello, se les exige
lo mismo que

a los
demás niños.

De esta
forma sólo el uno o dos
por cien sale a flote.
Las clases de recuperación, previstas por la
ley de educación italiana quedan en letra muerta ( también en la
escuela española ocurre).
So pretexto de las muchas horas que los
chicos permanecen en

el Centro, no se
alarga la jornada escolar.
Ni se les dedica la atención esperial que precisan. Los maestros se
disculpan: el bajo sueldo,
las agowloras horas de clase, la desastro­
sa Ley de
F.ducación ...

Pero
la realidad es

que
f.:Jta ayuda auténti­
ca de
padres, ,educadores, y del

propio Estado. Fa:lta de
,ubsiddum.
b) Deficiencia interna que ya está apuntada.: Falta de ver·
dadera dedicación de los
llam;ados a
educar. Falta de
preparación
en

unos casos,
y en muchos más falta de generosidad y ,eotrega. El
maestro
tiene que
tener ciencia
y virtud. Ha de tener siempre diá­
fanos los objetivos inmediatos,
y el objetivo último de la educación;
la perfección, la salvación de sus alumnos a la que tiene que apun­
tar. Ciencia teórica y práctica sobre los métodos que ha de seguir.
En una paf,abrJ!: Seguridad en su misión, y entusiasmo por ella.
Vamos a leer lo que dice otro alumno de Barbiana sobre la es­
cuela estatal: "En
la clase de al lado había una sección de inglés. Qué
manera de
tomar el

pelo a la
gente. Hay que saberlo, no basta cha­
purreado como
hacéis vosotros".

Sigue criticando: "Dejé vuestra
escuela, me despreciásteis, no valía para estudiar, era un cretino
o un apático, pero en Barbiana el párroco nos recogió a todas. Hizo
verdadera escuela, sin fiestas, ni vacaciones. Nos encantaba ir a
aprender y también a enseñar a lus más pequeños . . . y ahora, soy
un chico influenciado por mi verdadero maestro, y estoy orgulloso
de ello. También él lo está. Si no es así ¿en qué consiste la escuela?
El
maestro da

al
chico todo
aquello que quiere, ama
y espera. Al
crecer
el chico añade algo
más, y así la humanidad avanza··. (füc.
Barb.)
¿No les parece una buena crítica a nuestras posiciones neutras
en la escuela, en la cátedra, en la polltica? Ese muchacho está or­
Roso de parecerse a su maestro.
Sigue un muchacho de Barbiana proponiendo a los educadores
refor!ru3S. Nos echa en cara una enorme deficiencia.
"Uno se tira tres
años estudiando malas traducciones de poetas
antiguos, otros tres con Dante, y ni un minuto solo con el Evange­
lio. No digáis que el Evangelio les roca s61o a los curas. Hasta pres-
987
Fundaci\363n Speiro

M.• CARMEN LLORENTE
cindiendo del .problema religioso, sigue siendo el li_bro que_ debe
estudiarse en

cada escuela
y cada clase. En clase de Literatura el
mayor
capítulo debería

coriesponder al libro que ha dejado
más
huella, que ha traspasado toda frontera. En clase de geografía el ca­
pítulo más detallado
tendría que
ser Palestina.
En clase de historia,
los hechos

que precedieron. acompañaron
y siguieron la vida del
Señor.

Incluso haría falta una asignatura
,ex.profeso: Repaso
del
Antiguo Testamento, lectura del Evang~lio con una sinopsis crítica
del texto, cuestiones lingüísticas y arqueológicas". "¿Cómo no ha­
béis pensado nunca en ello? Quizá para quien trabajáis, (Estado,
programa,

Inspección, un título) Jesús resulta un individuo
sos­
pechoso."
Decíamos. deficiencias, falta de entrega, creo que se confirman
con las palabras de otro Gianni "Aquí en Barbiana el que se en­
cuentra
sin base,
el lento, el apático, se siente el
preferido. Es
acogido
como vosotros, los maestros oficiales, acogéis al primero de 'la clase.
Parecía que la escuela fuese para él solo. Hasta que él no lo había
entendido no se adelantaba."
El Concilio Vaticano II y la eduraeión.
En -el Decreto gravissimum educationis, el Concilio habla de la
función subsidiaria del
Estado en
la educación. "Por consiguiente
el mismo
Estado debe: f>r<1teg.,. el derecho de los niños a una educa­
ción escolar adecuada,
vigilar la aptitud de los maestros y la eficacia
de los estudios, mirar por la
salud física de los alumnos, y promover
en general toda la obra de las escuelas, TENIENDO EN CUENTA EL
PRINCIPIO DE LA FUNCIÓN SUBSIDARJA y EXCLUYENDO
por ello cual­
quier monopolio escolar, el cual es contrario a los derechos naturales
de la persona humana, al progreso y a la divulgación de la propia
cultura, a
la convivencia pacífica de los ciudadanos y al plurrelismos
t¡ue
hoy

predomina en
muchas sociedades.
Poco

después, hablando de la sociedad civil afirma: "Obligación
de la
sociedad civil

es proveer de varias formas
a la educación de
la

juventud, tutelar los derechos
y obligaciones de los padres, y de
quienes intervienen, eri la educación y colaborar con ellos, comple­
tar la obra educativa según el PRINCIPIO DE LA ACCIÓN SUBSIDIARIA,
cuando· no basta el esfuerzo de los padres y de las otras sociedades,
atendiendo a los deseos paternos, y además crear escuelas e institu­
tos propios, -seg6n lo exija el bien comwi".
Pero el concilio al referirse al cristiano: "todos los cristianos,
pueilto que en virtud de la regeneración por el agua y e'! E. Santo
988
Fundaci\363n Speiro

EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARJEDAD Y LA EDUCACION
han llegado a ser nuevas criaturas, y se llaman y sou hijos de Dios,
tienen derecho a la educación cristiana, la cual no persigue solamen­
te la madurez de ia persona humana, sino que busa,_ .sobre todo,
que
los bautizados

se hagan
más conscientes .del don recibido de la
fe
... ,
y así lleguen al hombre perfecto, en la edad de la plenitud
de

Cristo,
y contribuyan al crecimiento del Cuerpo Místico."
Juan
Pab'.o II.
''En esto se resume la educación, esto es
el sen,
tido

de la vida: conocer a Cristo"
(J, P. II en New York).
Continúa
el Papa: "Cuando os
preguntéis por
el misterio de
vosotros mismos mirad a Cristo, que es quien os va a dar el sentido
de la vida . . . cuando os ,preguntéis lo que siguifica ser una persona·
madura, mirad

a Cristo, plenitud de humanidad".
"La iglesia no tiene un .programa de escuela, d-e sociedad, sino
que tiene un programa de hombre .. De hombre nuevo, renacido de
la gracia".
Con estas
palabras del
Concilio
y del Papa quiero ,pasar a la
misma fuente que las
inspiró, al

mismo
Jesús-Maestro. ¡Cuántas
veces llamaron a Jesús jtnaestro!, ¡rabonni!, y con qué intenciones
tan difererentes. Los fariseos para tentarle, Maria Magdalena, des­
pués de resucitado con inmenso amor
y fe. Todos hubiéramos que­
rido escuchar al joven que se a-cerca a Cristo para llamarle ¡ maestro.
bueno! Toda la lectura del Evangelio rezuma la dulzura de Cristo
Maestro. Las palabras del maestro no admiten calificativos,
son. pa­
labras

de Dios, o mejor, El Verbo Unico de Dios. Pero,
más elo­
cuentes resultan

los silencios del Maestro en
el establo de Belén,
en
la huída a Egipto, en el trabajo costoso del taller de Nazaret,
los silencios triunfales ante Herodes,
y los .silencios milenarios des­
de el Sagrario.
De la contemplaci6n de cualquier escena de su vida podernos
aprender qué
es educar, romo hacerlo, qué dignidad tiene cualquier
persona
para Jesús, ,particularmente los
pobres,
los enfermos, los
pecadores, y cómo es la ayuda, el subsidio de Cristo Dios para con
cada hombre. S6lo siguiendo
su re,:Jizar
por

su amor
y por amor al prójimo la tarea de educar según
el principio de la acción subsidiaria., y esto hasta consumimos.
-Dios es amor,

pero este
amor, cuando
se entrega a
fos hombres,
criaturas radicalmente necesitadas se llama miserimrdia. Miseri­
cor.dia es la acción subsdiaria de Dios.
La ayuda de Dios se nos
ofrece siempre, con solicitud, pero no restándonos libertad. Esta es
la
auténtica subsidiariedad en materia educativa. Jesús es el subsidio
de Dios a fos hombres.
El educador cristiano, llámese .maestro, o padre de familia ha de
prolongar esta acción subsidaria de Dios, ha de llevar la ayuda a
989
Fundaci\363n Speiro

Mft CARMEN Ll,ORENTE
todos, y él mismo ha de ser ayuda. ¿Qué otra cosa ha sido y siga,,
siend_o
la Iglesia en el mundo? Subsidio para la humanidad, para las
sociedades, porque !o ha sido de cada una de las personas, de su ínti­
mo

ser,
perdonando, ayudando,

apoyando,
fortaleciendo, enseñando,
curando,

salvando.
Les invito a contemplar la escena de Jesús y la Samaritana. Jesús­
Maestro cansado, agotado, por el calor, la sed. Se cansaba para llegar
a tiempo
al pozo de Jacob, para hablar con aquella mujer, que era
precisamente enemiga de

su pueblo,
samacitana. y Jesús Maestro
creador del mismo principio de
la subsidíaríedad, comienza pidiéndo­
le algo. Se abaja
hasta pedir, mendigar de

una mujer. Se
bace todo
a

todos para ganar a todos
- diría
San Pablo-, y Jesús
también ofrece su

ayuda, le brinda, si quiere ella aceptarla, un agua
misneríosa que

quita la sed,
y que salta a la vida eterna. La mujer
acoge lentamente las palabras divinas que le tocan
el corazón "Sí
conocieras

el don de
Dio.s, su ayuda, y quién es el que te dice dáme
de

beber-··, le
pedirlas tú ..• El

te
daría un agua que salta hasta la
vida eterna ... La mujer se va llenando de ese don divino misterioso
y se deja ayudar, convertir, se abre al subsidio de Dios. Todos sabe­
mos . que ella
misma va la ciudad y llama a todos para que vean al
profeta.
La mujer ayudada se convierte en ayuda para los demás_:
"Venid y ved".
Jesús Maestro es el subsidio de Dios al hombre. El mismo quiso
ser educado,

ayudado, por María, por José, por los doctores en
el
templo. ¡ El, que es maestro de educadores! Pasó haciendo el bien.
Hace oír a los sordos, hablar a los mudos, saltar a los paralíticos.
Limpia la lepra, expulsa los demonios, pero sobre todo perdona pe­
cados, suprime esclavitudes interiores. "Vete, tus pecados están per­
donados". "'¿Nadie te ha condenado? Yo tampoco te condeno". Subsi­
dio siempre, cuando todo está aparentemente perdido. "Acuérdate
de mí cuando llegues
a-tu reino". "Te \o aseguro, hoy mi.smo estarás
conmigo
en
el paraíso".

También hasta lo inverosímil
ha de
llegar
la ayuda del educador cristiano, prolongando la caridad del Maestro
que mora en
el satmiento. Tan sublime es la misión del educador
cristiano.
¿No es verdaderamente revolucionaria esta visión, vivida hasta
sus últimas consecuencias? Grandes reformas se precisan, comenzan­
do cada uno por sí mismo. Ustedes tienen la palabra para completar
y sacar conclusiones prácticas.
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