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Número 201-202

Serie XXI

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Vittorio Mathieu: Cancro in occidente: le rovine del giacobinismo

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Vittorio Mathieu: CANGRO IN OCCIDENTE: LE ROVINE
1/EL
GIACOBINISMO (*).
· En -mi último viaje a Roma cayó en mis manos este libro, es­
crito por el Catedrático de Filosofía Moral de la Universidad de
Turín y miembro del «Institut . International de Philosophie poli­
tique>>,
colaborador
del
«Giomale Nuovo»,
autor de numerosos
es,
critos

de historia de la filosofía y ensayos, entre
los qt1e
destacan:
La speranza ne/Ja rivol«zione, Dialettica della liberta, Perché pu­
nire?
Ha sido miembro del «Consiglio naúonale delle Richerche» y
Vicepresidente del Consejo Ejecutivo de la UNESCO.
La contracubierta contiene un impresionante -resumen de la obra,
difícil de superar. Por eso, vamos a transcribirlo:
«Occidente ha
llraiciooado su propia vocación: ha

convertido en
propio un principio no suyo, que le devora desde dentro como un
cáncer; ha asumido una esencia enemiga de su existencia.
Este prin­
cipio autodestructivo es el jacobinismo: o sea, el concepto --deri­
vado del profetismo calvinista y puritano, transmitido por Rousseau
y Robespierre---de que sólo el «~iversal», no el «singular», como
tal, está autorizado para querer.
El individuo es libre
cuando su
voluntad se conforma con ese querer presunto del «absoluto», im­
puesto por el profeta que arbitrariamente se hace su intérprete,
llamándolo coo diversos nombres:
«salvación pública», «socialidad»,
«bien común>>, «historia», «futuro», etc. Presentando como intérpre­
te de lo absoluo, el arbittio pisotea la ley, la responsabilidad in­
diividual se

pierde,
y el poder legítimo e institucional se anula frente
al
poder
profético de partidos, sindicato6, lobbis y otros semejantes.
El contraste entre público
y privado no es sino una consecuencia de
tal
situaci6n. Con

un impresionante instinto mortal,
el Esado occi­
denal
preconiza

y
exfüa todo

lo que lleva a su ruina.
La salvación
está en reconocer el carácter forma'l de la ley: corresponde a los in­
dividuos llenar esa forma universal del contenido escogido por ellos
con voluntad res¡xmsable".
("') Milano, Editorial Nuova, 1980, 294 págs.
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INFORMACION BIBIJOGRAFICA
Es de adverbir que el autor no emplea el término universal en
el sentido fi:losólico utilizado en
la denominada querella

de los
«lllliversales», sino

en el, muy
diverso, empleado

por Hegel que
lo refiere a la
vollllltad del

«Todo» ( o
lo «Universa:!», frente

al
cu"1 el individuo particular

no tiene derecho de querer. Prodúcese
en éste lo que
al mismo

Hegel, en su
Fenomenología del espíritu,
denomina «conciencia infeliz», que es la del individuo que se sien~
te pecaminoso al querer algo diferente de lo que en el «universal»
prev"1ere.
En suma, la problemática se centra en el tema del agere, del
hax:er; y ¡,lantea la triple al~ativa de si el principio de éste se
encuentira: a) en los individuos singulares; b) en el todo, o e) en
ninguna parte. Sensatamente, la solución se encuentra en que cada
cual decida en la esfera que es propia de su acción, y en que los
individuos,
agrupados en
diversos cuerpos sociales, vayan formando
esferas de acción complementarias, superpuestas pero no contrapuestas. Sin embargo, el planteamiento,
digamos moderno,

es
otro. He­
gel, en su referida Fem;menot(Jgía, señala que en el Té"or se vinll
a afirmar que sólo el < para
actuar. El filósofo alemán quiso asignar su fl!llción al indivi­
duo, aunque subordinado al Estado, confiando en una conciliación.
Con
diverso
instrumen1to dialéctko, también la intentó Marx. Pero
en los dos intent05 se ha llegado, aun s.in confesarlo, a una mÍI·
tittJ spi:roniana del Todo. En ambos, la historia es el vestido que el
Todo asume como principio originario y exclusivo de acción, ocu­
pando el higar del «Dios como natur"1eza» de Spinoza. Así llega­
mos a la
renuncia de nuestra facultad de actuar, que dec!llnamos en
favor de la historia. En este punto, esa. mística se convierte en re­
volucionaria, · y pretende cambiar el mundo.
Rousseau había subsumido todas las voluntades individuales en
la volonté génértlk. As! se excusa la voluntad individual --<¡ue, con­
forme
el pesimismo de la
«Reforma», no
puede sino
pecar-, so­
metiéndola a la voluntad generaJ, que ocupa
el lugar de Dios. De
ese
modo se
Individualiza el cuerpo colectivo y se le da una «más­
cara» qu~ la

hace
persona jurldica.
Sin embargo, en
realidad,. la
voluntad general no existe; sólo puede haber una suma numér.ica,
más o menos mayoritaria, de voluntades individuales. Y ocurre,
siempre, que del monopolio de la invocación de la voluntad
gene:
ral
se

apodera alguna voluntad
l"'.'"ticular, sea
la de una
perso~a
individual

o la ronsensuada de algun
grupo-Esta voluntad,

ademas
de
monopolizar el

sentido que,
,en. cada
momento,. se
~tribuye a la
voluntad general o la opinión publica
-<¡ne a nadie mas

se le
per-
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INFOR.MACION BIBUOGRAFICA
mite invocar,---domina el Estado y se impune a las voluntades de
todos los individuos, anulando la de quienes osen discrepar.
BI índice

del libro no
puede ser
más sugestivo. I)
«La enfer­
medad

de Occidente». II) «El
profeta de
lo universal». III) «El
Estado
providencia». IV)

«Público contra privado». V) «La santa
expoliación (con el pretexto de la igualdad)». VI)
«La gran fae­
na».

VII)
«La pérdida de la responsabilidad».

VIII)
«El asalto
a
la
diligencia». IX) «La mística de la infracción». X) «Instinto mor­
tal»,

y XI)
i Diagnostica el autor que la enfermedad de
Oa:.tdente no es
una infección. No se trata de una invasión de virus ni' bacterias. Su
smtomatología es una inhibición de defenderse, una incapa,-idad de
autodefensa, que coincide con la
«barbarie del refinamiento» tec­
nológico,

y
«lleva " adaptar las propias fuerzas para propiciar lá pro·
pia
destrucción». Ello le permite asimilarla al cáncer, que «es una
neoplt!Xia que extrae su fuerza de la voluntad vital del organismo que
destruye».
No hay
enemigo
externo que destruir, sino,
el «enemigo
que está
en. nosorros». Está

en nuestra
interioridad, y tiene por cau­
sa que «un principio enemigo, sin
serle exterior, ena¡ena el orga­
nismo 'de sí mismo». Sin -duda, «el enemigo exterior puede también
intervenir y espiar la situación, pá.rá preválerse: pero el decisivo
es -el enemigo interior, que nos produce ese aliénarnos dé nosotr05
,. nosotros mismos. Nuestra última· inhibición es uua inhibición de
defendemos de nosotros mismos». Por eso, sintiendo lo
que. ahora

leo en
este libro, he repetido, ·
muchas

veces, que no podremos defendemos del
comunismo sovié­
tico

si no nos liberamos de los principios revolucionarios del 89.
El libro tennina advirtiendo que
la actual dirección política de
Occidente es, sin duda, muy expresiva del significado de la situación
en que nos hallamos; y, añade:
«Muchos partirulares y alguna orgá­
nización privada se Salvan. Pero esto, -aunque itnp~~~~, no basta. La
ruina pulítica lo destmirá todo». El «todo es política» acabará con
imponerse como verdad incontrovertible cuando se convertirá en < es ruina». Entonces será imposible salvarse individualmente. Y, con­
cluye", «para salvarse, Occidente

debe
reconquistar su
conciencia
y
valor>>.
J. V ALLET DE GoYTISOLO
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