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Número 207-208

Serie XXI

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José Morales Mancera: Filosofía social de la propiedad

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
José Morales M~era: FILOSOFIA SOCIAL
DE LA PROPIEDAD(*)
Nos encontramos ante un ensayo en el que su autor, teniendo
como hilo conductor la propiedad privada, pasa revista a una
serie de cuestiones más amplias y relacionadas con aquélla, que
le permite titular su ensayo como filosofía social de la propiedad. En efecto, es el aspecto plenamente social
de la propiedad
y las cuestiones de organización y funcionamiento de
la sociedad
ligadas a ella, lo que el autor destaca en su estudio y no
tan sólo
el aspecto privativo, personal y excluyente
de la propiedad.
José Morales Mancera parte en su análisis de una concep­
ción cristiana del hombre y del mundo y, por tanto, de la pro­
piedad; concepción cristiana que
le sirve tanto de fundamento
en la exposición, como de fiel contraste en la crítica a determi­
nadas concepciones.
En primer lugar, el autor señala algunos de los errores de la
pl'opiedad por
parte del pensamiento liberal y del de
Marx. Así,
al liberalismo le reprocha el haberse desentendido el hombre de
Dios;
la ruptura con la teología y la metafísica; la separación de
la moral; el pensar que el equilibrio social se logra de modo
automático dejando actuar a las solas fuerzas naturales, en las que el liberalismo sólo veía las económicas; la separación de es­
feras sociales estancadas entre sí: económica, política, religiosa, la
moral, el arte etc. Así, el concepto de propiedad elaborado por
el liberalismo resulta «natural, laico, materialista, individual y
atomizable, sin sentido social y
deshUlll'allÍZado» (pág.
12 ).
Por su parte, Marx no hace nada nuevo; sencillamente, trans­
fiere los conceptos inhumanos de la propiedad liberal a la pro­piedad colectiva, le da a la colectividad, o sea, al Estado lo que
el liberalismo le concede al individuo:
«el derecho de gozar y
de disponer

de las cosas de la manera más absoluta, con tal que
no haga uso prohibido por las leyes y los reglamentos» (pág. 27). Seguidamente, José Morales se refiere a las relaciones entre
propiedad y justicia. Tras referirse a las diversas especies de jus­
ticia; índica

que
el liberalismo sólo se ocupa de la justicia con­
mutativa, olvidando
la distributiva, mientras que
el socialismo
tan sólo se acuerda de la justicia distributiva. Así, según el autor,
«el ertor del liberalismo y del comunismo, por tanto, es que ha
tomado cada uno la mitad de la verdad. La justicia conmutativa
es verdadera como también la justicia distributiva lo es; pero lo
(*) Trillás, México, 1980, 107 págs.
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que también es verdadero es que ambas· son inseparables» (pá­
gina 33). Para el autor, la fórmula de la justicia social tendtía dos par­
tes, que enuncia del siguiente modo. «Realizar tanta justicia dis­
tributiva como permita a todos entrar en la justicia conmutativa;
no más. Dicho de otra manera, lograr mediante la justicia dis­ tributiva que todos los que quieran y participen, ayudándose a sí mismos, pueden alcanzar en el plazo más breve posible la jus­
ticia conmutativa» (pág. 34 ).
La segunda parte, inseparable de la primera es que no se
puede separar la justicia social de dos eslabones que son la ética
y el bien común (dr. págs. 36 y sigs).
A continuación, el autor se refiere al sentido no materialista
de la

propiedad, capítulo en
el que desarrolla la concepción to­
mista de la propiedad, señalando que hoy en día la
potestas pro­
curandi et dispensandi
se podría traducir como «la obligación
anexa a la propiedad, de cuidar los bienes y de hacerlos producir
eficazmente» (pág. 43 ), señalando la legitimidad de la propiedad
tanto de los bienes de consumo como de los de inversión ( dr.
paginas 44 a 51).
En el capítulo siguiente desarrolla las relaciones existentes
entre la economía, el Estado y la propiedad en el proceso pro­
ductivo. Para José Morales, entre otras funciones en la economía,
el Estado tiene la de construir las bases y crear las circunstan­
cias que permitan la
potes tas procurandi et dispensandi (pág. 53 ),
Alejado tanto del liberalismo como del socialismo, el autor se
muestra partidario de un sistema en el que ni el Estado se haga
cargo de todo, ni se le sustraigan sus funciones propias: «tanta
sociedad como sea posible, tanto Estado como sea necesario»
(página 65), donde el principio de subsidiariedad sea una realidad
efectiva.
Concluye el libro con un capítulo dedicado a la empresa y
a su finalidad, en el que como a lo largo de toda la obra, critica
tanto la concepción liberal como la marxista, y del que cabe des­
tacar la empresa como obra humana donde han de existir unas
relaciones de concordia entre sus miembros.
Como ya se ha indicado, es el aspecto social de la propiedad
privada y la importancia de la misma para el bien común lo
que continuamente aflora a lo largo de las páginas, poniendo de
relieve
que la propiedad privada es necesatia, imprescindible en
una sociedad de hombres libres, y que esa propiedad privada se
enruentra sujeta a las prescripciones que el bien común exige.
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