Índice de contenidos
Número 217-218
Serie XXII
- Textos Pontificios
- Noticias
-
Estudios
-
La nueva idolatría
-
Psicología del aborto
-
Acción Española: una aproximación histórico-ideológica
-
Karl Marx, el ideólogo de la revolución comunista
-
El pensamiento político de Louis Veuillot
-
Forjadores de México (I)
-
De la concepción cristiana del mundo en San Agustín a la doctrina de «las dos potestades» del Papa Gelasio I
-
Dios excluido del ser, de Jean-Luc Marion
-
- Actas
-
Información bibliográfica
-
Eugenio Vegas Latapie: Memorias políticas. El suicidio de la Monarquía y la Segunda República
-
AA.VV.: La enciclopedia y el enciclopedismo
-
Mário Saraiva: Outra democracia. Uma alternativa nacional
-
Salvador Borrego: Metas políticas
-
Rigoberto López Valdivia: La quiebra de la revolución mexicana
-
Juan Sáinz Barberá: España y la idea de la Hispanidad
-
- Ilustraciones con recortes de periódicos
Autores
1983
Forjadores de México (I)
FORJADORES DE MEXICO
POR
NEMESIO RODRÍGUEZ LoIS
Licenciado en. Derecho.
Editorialista de El Heraldo de México.
SUMARIO: I. Inrtoducci6n.-IJ. El imperio de Huichilobos.-III. Una
cruzada misionera se pone en marcha.-IV. Tres obispos.-V. El huma
nismo cristiano.-VI. Nueve semblanzas edificantes.-VII. El renacer de
Eapaña en México.-VIII. El tejedor de calumnias.-IX. La Bula Su-
blimis Deux.-X. Un rayo de esperanza. '
l. Introducción.
Este trabajo nació con la definida intención de rebatir una te
sis absurda que de unos años a esta parte vienen difundiendo
con ahínco clérigos, monjas
y obispos progresistas; la falacia de
que la Iglesia de Iberoamérica se encogió siempre de hombros ante la suerte de los humildes, que se alió con los poderosos, ben
diciendo sus ambiciones
y que solamente empezó a preocuparse
de-.Jos pobres cuando irrumpieron con violentá soberbia en el es
cenario elementos como un Caffiilo Torres, un Sergio Méndez
Arcea o un Samuel Ruiz.
Aparte de tendenciosa, dicha tesis es falsa
y no hace falta
escarbar mucho para demostrarlo. Basta con echar una ojeada a una época de nuestra Historia
que ha sido menospreciada
y a la cual ninguna atención se le
presta. En una
de sus últimas obras, -el_.maestro Octavio Paz nos
dice que, «aunque .los mexicanos estamos preocupados -mejor
dicho, obsesionados-- por nuestro pasado, no tenemos una idea
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clara de lo que hemos sido. Y lo que es más grave: no queremos
tenerla. Vivimos eotre el mito y la negación, deificamos a ciertos
períodos, olvidamos a otros. Esos olvidos son significativos; hay
una censura histórica como hay una censura psíquica. Nuestra his
toria es un texto de pasajes escritos con. tinta -negra y otros es
critos con tinta invisible. Párrafos pletóricos de signos de admi
ración, seguidos de párrafos tachados. Uno de los períodos que
han sido tachados, borroneados y enmeodados con más furia ha
sido el de la Nueva
España» (*).
Sucede que cuando el ammte de la verdad histórica decide
penetrar en lo relativo a la época de la Nueva España, le ocurre
lo mismo que a aquel explorador que, hallándose perdido eo el
monte, enci.lentra sin proponérselo la entrada de una mina que
ha sido abandonada desde mucho tiempo atrás; quita la maleza
que cubre el acceso, penetra con sumo cuidado y va adeotrán
dose en túneles que él mismo creía llenos de fango y alimañas.
Y cuál no será su sorpresa al encontrar una espaciosa galería
en la cual se encueotran -en perfecto orden e iluminados por
brillantes lámparas- tesoros fabulosos, tales como oro, plata, dia
mantes, obras de arte
y demás piedras preciosas que, sin duda al
guna,
fueron abandonados
por sus propietarios de modo rápido e
inesperado.·
·
Un
tesoro de valor incalculable del que nadie imaginaba su
existencia.
Igual ocurre con la que consideramos como la época decisi
va en
la integración de. la nacionalidad mexicana: la Nueva.Es
paña, conocida
:por los
historiadores liberales como la época de la
dominación colonial.
Tomás
Girlyle, histo.riador británico del
siglo pasado, nos
dice que la Historia no es el fruto de las masas, sino. de
la acción.
de
los héroes;. afirma
que
son estos
individuos excepcionales -los
héroes- quienes; señalan los rumbos a los demás.
Por su parte, San Agustín sostiene que la Historia humana no
(*) Sor Juana'Inés de_la Cruz· o· las Trampas de la Fe, Pondo de Cul-'
tura lloonómicn; 1., ed., Méodco, 1982, pág; 23. ·
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FORJADORES DE MEXICO.
es otra cosa que una lucha entre dos reinos, el de Dios y el del
mundo. Según el obispo de Hipona,
la. llegada. de Cristo -o sea, la
Redención- es el punto central. porque, gracias a ella, la Ciudad
de Dios se levanta sobre la dudad terrena; por lo
tanto, el
ob
jetivo
final en la historia dt!l mundo no será otro más que el triun
fo de los. bienaventurados. ,
La
Historia es una labor tanto de la Providencia como del
hombre. Solamente
.la idea
de Dios podrá ,darle un
autéptico sen
tido
a
la vida y el mundo sólo estará bien encauzado cuando se
oriente hacia
la Ciudad de Dios.
Pues bien, al estudiar, con
.cierto detalle,
esa interesante
eta,
pa
de nuestra. historia, etapa que correspondió a
la forja de la
nación mexicana, coincidimos tanto con Carlyle como con San
Agustín. Si Tomás Carlyle nos dice que
la Historia es el producto de
la acción de los héroes, llegaremos a
la conclusión de que México
fue forjado por hombres de talla .excepcional.
Y, si San Agustín nos dice que el concepto de Historia •sólo
encuentra su verdadera explicación en la lucha entre los reinos de
Dios y del mundo, llegaremos a la conclusión de que los héroes
que forjaron a México llevaban, como propósito primordial,
ex,
tender
hasta los más alejados confines
el Reino de Dios cuyos
fundamentos se hallaban en el Evangelio. De todo esto concluimos algo muy importante: nuestro
Mé
.xícO fue forjado por héroes, pero' no por héroes- comunes y co
rrientes de los que se encuentran en libros de caballería, en no
velas de capa
y espada o en películas del Oeste.
Nuestro México fue forjado por
héroes que
también fueron
santos.
Varones de talla excepcional que· -poseídos de un sublime
afán- dejaron atrás patria y familia, cruzaron
el Mar Tenebro
so, se -adentí:-aron en tierras desconocidas1 -cotiVivieron con seres
rudos y_ salvajes y se dedicaron; en cuerpo y alma,' a comunicarles
la
Feliz Noticia de que ya el Hijo de Dios había redimido nues
tras culpas:
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V aron es de talla excepcional que amaron a las gentes con las
que se iban
encpntrando y que hicieron esfuerzos sobrehumanos
para incorporarlos al mundo occidental
y cristiano.
Una labor ardua, tenaz -pletórica de sacrificios
y de marti
rios-. Y, al
final, fue
coronada por el
éxito.
Uno
de los fenómenos que más angustian al hombre de nues
tros
dias es
que, a toda costa, busca modelos dignos de ser imi
tados.
Esto provoca que la propaganda consumista le presente una
serie de tipos extraños, que manejan el revólver con destreza, que
poseen un gran atractivo físico o que visten elegantemente, a la
moda. Esos son los héroes que se le venden al hombre de hoy. Y al ver que el hombre se cansa, incluso, de esos seres fan
tásticos que no pueden ser reales, la propaganda consumista llega
aún más lejos, presentando, incluso, a un extraterrestre --el fa
moso E. T.-, al cual se le adorna con cierta ternura e ingenui
dad que, por hallarse tan escasas dichas virtudes entre nosotros,
hacen que el público se le entregue por completo.
Hubo un tiempo en que
los: modelos de nuestra juventud fue
ron héroes que luchaban por causas nobles y santas.
Pero el liberalismo despreció la santidad y exaltó únicamen
te la destreza
física de
los protagonistas de una gesta; fue así
como nos quedamos con los vaqueros de Oeste, que mataban in
dios corilo si fuesen moscas o con espías que se jactaban de te
ner varias amantes~
Total, que se llegó a la aberración de admirar y aplaudir a
tipos cínicos y viciosos a los que todo se les
disculpaba porque
eran diestros y apuestos.
Pero también de ellos se· cansaron las gentes;· quizás esto ex
plique la predilección por seres pertenecientes a otras galaxias y
que· no
están manchados con nuestras faltas.
Por todo lo anterior, es
qrie consideramos
de justicia el re
calcar que este México nuestro, y con él
el resto del mundo, so
lamente lograrán salvarse si hacen que
de su seno surjan héroes
dignos de acometer empresas grandiosas.
Pero no héroes diestros
y apnestos que se queden en me-
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FORJADORES DE MEXICO
ras hazañas superficiales. Necesitamos héroes de talla excepcional.
Necesitamos
héroes que
sean santos.
Si este
México nuestro,
de nuestros pecados y de nuestra es
peranza fue forjado gracias a la obra benemérita de héroes que
también fueron santos, lógico será concluir que solamente podrá salvarse cuando acudan en su auxilio héroes
que también estén
poseídos
por el sublime ideal de la santidad.
De lo contrario todo esfuerzo será inútil.
Y será inútil porque esta noble nación guadalupana es mere
cedora
de la mejor de las suertes. Y si santos héroes la forjaron,
sería un atentado a su vocación el pretender que cualquier
figu
rín de pacotilla -pudiese redimirla.
Para alcanzar
la salvación de México se requiere de varones
excepcionales, que sepan estar a la altura de aquella intermina
ble constelación de mártires
y misioneros que un feliz día cruza
ron
el mar para traernos el Evangelio.
En las páginas siguientes
-'--de un modo somero y sin pre
tender agotar
el tema-resaltaremos las cualidades más relevan
tes, así como
la obra principal realizada por varones_ excepcionales,
cuyas hazañas no tienen parangón en la Historia universal.
11. El imperio de los Huichilobos.
A finales del siglo xv el Océano Atlántico se llamaba Mar
Tenebroso, y era considerado como algo misterioso e
impene,
trable. Tras
el horizonte se veía morir el sol día tras día, se oculta
ban profundos misterios para los europeos de la Edad Media.
Y esos misterios atraían, interesaban y provocaban a los bus
cadores de aventuras. Pero un denso velo ocultaba celosamente
un mundo nuevo y fantástico que muy pronto saldría a
la luz.
Eran aquellos los años en que el navegante Cristóbal Colón
recorría los caminos de Europa tratando de convencer a los mo
narcas de que era posible llegar hasta el lejano Oriente nave
gando hacia Occidente. Eran los años en que los Reyes Católicos,
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NEMESIO RODRJGUEZ · LOIS
don Fernando y doña Isabel; estrechaban el cerco del reino moro
de Granada e intentaban
poner.fin a la Reconquista,
·
Al
respecto. nos
dice·· el
historiador norteamericano
J oseph
Schlarman: «Si
a
Cristóbal.Colón. por
esa época
le-hubiera sido
posible
correr el velo, que
fue. atrancado treinta.
años más tarde,
habría podido mostrar'-a .]a reina .isabel .una escena tan sangrienta,.
tan repugnante y
tan inhumana, como precisamente aquel año de
1487 se desarrollaba en México, que
la soberana se hubiera des
mayado de espanto» (
1 ).
Muy
lejos de allí -a miles de kilómetros y meses de
nav"'
gación-,
en una ciudad rodeada por lagos
y que por fondo tenla
dos majestuosos volcanes ocurría algo --impresionante.
En el fatídico año de 1487, en Tenochtitlán, el rey Ahuízotl
se disponía a inaugurar un templo gigantesco en
honor.de Huitzlo
pochtli,
el siuiestro dios de la guerra.
En su construcción habían trabajado durante cuatro años
mi
llares de indios · esclavos. Y también, durante esos cuatro años,
guerreó Ahuízotl contra
muchos pueblos
vecinos con
ún definido
propósito: capturar-·priSioneros' par.a sacrificarlos en el estreno
del gigantesco santuario.
Y llegó el gran día. El templo se abrió al culto público y los pr1S1oneros captu
rados -cuyo número excedía de los 68.000- fueron ordenados
en cuatro filas, que comenzaban al pie de las gradas del templo
y seguían,cada una de ellas hacia los cuatro puntos cardinales.
A la cabeza de cada fila había un sacrificadero. Fueron subiendo las víctimas hacia los mataderos. Allí,
cua,
tro
sacerdotes sujetaban al prisionero .por los brazos
y los pies,
otro
le aseguraba la cabeza, y un topiltzin o sacerdote le desear,
gaba
sobre
el pecho un golpe con el cuchillo de pedernal, le sa
caba el corazón, lo ofrecía al sol; y
~aún palpitante-,. lo
arrojaba
a los pies del implacable Huitzilopochtli.
A continuación se arrojaba el cadáver escaleras abajo
y, allí,
(1) México, tierra de volCanes (traductor;· Carlos ·de María y Cam
pos), Eclitorial Porrúa, 7.• eclic,, México, 1965, pág. 21.
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FORJADORES DE·MEXICO
la multitud luchaba desesperadamente entre si para lograr cortar
algún
pedazo
y comérselo en el acto, aunque fuese crudo.
La sangre
corrió a
raudales sobre las gradas del templo.
Los
sacerdotes
la
recogían ron jícaras,
untando después las paredes,
los ídolos y sus propios rostros. El hedor que se .extendió por
toda la
ciudad era insoportable.
Cuatto días duró esta· horrenda carnicería.
:Oesde que
el sol
salia hasta
·que el
sol se metía
y,, según doctos historiadores, se
calcula que murieron en tan
tétrica ceremonia
más de 80.000
hombres. Según el historiador Mariano Cuevas, S, J.: «Este fue, sin
duda, el acto más culminante de barbarie, no
·sólo en
la historia
mexicana, sino en :la historia universal»
(2):
Y ese fue sólo el comienzo ya. que, una vez inaugurado el san
tuario, no había mes en que --con un pretexto o con otro- no
se repitiesen tan dantescas escenas.
Se calcula que más de 20,000 personas perdían la vida anual
mente en aras del sangriento
dios de
la guerra.
Todo esto propició que Justo Sierra -famoso historiador me
xicano de tendencias anticlericales- se espantase por tal crueldad
y afirmase horrorizado:
«... Los sacrificados fueron matanzas de pueblos enteros de
cautivos que tiñeron de sangre a
la ciudad y a sus pobladores; de
todo ello se escapaba un vahó hediondo de sangre. Era preciso
que ese delirio religioso terminara; bendita la Cruz o la espada
que marcasen el fin de los ritos sangrientos»
(3 ).
Era un imperio de terror el que existía sobre el pueblo azteca.
Huitzilopochtli
-la deidad caníbal de Tenochtitlán- era in
saciable, y los humildes habitantes de sus dominios vivían en un
continub · sobresalto esperando que, de un momento . a otro, cayera
sobre ellos el filoso pedernal de los sacrificadores.
· Esa
horrible· deidad que tan espantado y embrutecido tenia al
(2) Historia de la naci6n mexicana, Editorial Porrúa, .3.ª edic., México,
1967, pág, 69.
(:3) Evoluci6n polltica del pueblo mexicano, Universidad Nacional Autó
noma de México, 2.• edic,, México, 1957; ¡;ág, 44.
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
pueblo azteca era un dios de aspecto tan horroroso que los espa
ñoles lo llamaron Huichilobos. Huitzilopochtli representaba al dios del Mal.
Según la leyenda, era hijo de Coatlicue -mujer muy devota
de los ídolos-. Cuando los hijos de esta mujer intentan matarla
para evitar el deshonor que
supon,lría el
nacimiento de un her
mano de padre desconocido, salió Huitzilopochtli del vientre de su madre, hizo aparecer una serpiente de pino, se arrojó sobre sus
hermanos y los mató. Huichilobos nació matando. El cronista Berna! Díaz del Castillo
llegó_ a
ver dicho ídolo y
dijo, de
él, que
«tenía la
cara y
rostro muy ancho y los ojos dis
formes y espantables» ( 4 ). Pues bien, ese ídolo sucio, espantoso, cruel
y con olor perma
nente a sangre humana era el dios principal de los aztecas. La serpiente que se enroscaba sobre su pecho bien podría
re
prenentar
a la serpiente infernal que tentó a nuestra madre Eva
en el Paraíso Terrenal. Por todo ello, bien pudiera pensarse que los aztecas, al adorar
a Huichilobos, estaban adorando al
·demonio, o
sea, al Mal hecho
autoridad presente entre ellos. Los topiltzin bien pudieron haber elegido otro dios para que
fuese el favorito; por ejemplo, Quetzalcoatl
-el blanco
y bon·
dadoso anciano de la canosa barba-, pero no, los hechiceros
eli
gieron al sangriento Huitzilopochtli y, ante su repugnante figura, sacrificaron miles de víctimas en medio de ritos bestiales y sa
tánicos.
San Buenaventura nos dice que «es tanta la crueldad del de
monio
que nos devoraría a toda hora si la providencia divina no
nos guardase». Y, por su parte, San Agustín afirma que, «si
el diablo por
su iniciativa pudiese algo, no quedaría un hombre sobre la
tierra».
Odio terrible el
que Satán siénte por
el linaje humano, lina
ie formado
por seres inferiores a él, que están destinados a ocupar
(4) Historia verdadera de la· conquista de la -Nueva España, Fernán·
dez, Editores, S. A., 8.• edk., México, 1972, pág. 199.
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en el Cielo los lugares que un día. los ángeles rebeldes. perdieron
por su soberbia. Corrado Balducci, experto en cuestiones demonol6gicas, sos
tiene que «Satanás odia terriblemente
a:l género humano, sea por
la voluntad obstinada en el mal, y, por lo mismo, enemiga irrecon
ciliable de Dios y de todos los que pueden unirse a El con un
amor recíproco; sea porque
el hombre, viviendo en gracia, puede
merecer aquella salvaci6n eterna por él miserablemente perdida; sea, por fin, por la preferencia que Dios demostró por la natura
leza humana con motivo de la Encarnación»
(5 ).
El demonio odia al hombre por dos razones principales:
a) Por odio a Dios, bajo .cuya imagen y semejanza fuera el
hombre creado.
b) Por envidia, pues sabe que ese débil barro lastrado por la
concupiscencia está destinado a salvatse,
lo cual
Satán y sus án
geles rebeldes jamás podrán alcanzar.
«Esta posición de privilegio convirtió al hombre en blanco
y
víctima de un odio y envidia implacables, que se desahogan por
un trabajo constante
y tenaz para separarlo de Dios o, al menos,
en todo cuanto pueda acarrearle un daño,
.un sufrimiento»
( 6 ).
Si hubiera que presentar una imagen
fiel de Satán, quizás la
más cercana
a la realidad sea la de un grabado hecho por Gustavo
Doré: presenta un demonio gigantesco mirando a un grupo de
seres humanos no con odio, sino con un sentimiento lastimero
que explica ese odio: Tristeza.
Sí, la tristeza que se siente ante la vista del bien ajeno y que
conocemos como envidia.
Y esa envidia causa el odio con que Satán ve al humano lina
je que fuera creado a imagen
y semejanza de Dios.
Con estos antecedentes no es, pues, descabellado pensar que
(5) Los endemoniados, hoy (versión española por José Zahonero Viv6),
Editorial Marfil, S. A.; L' edic., Valencia, 1965, pág. 59.
(6) Ibld., pág. 60.
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la foria con que eran tiranizados los· pueblos del Anáhuaé era una
furia de origen satánico, ya que tanto odio, tanta saña contra
gentes
inermes sólo.
puede tener una explicacion metafísica: un
odio que traspasa
las barreras del tiempo y del espacio y que tuvo
su origen en aquel primer pecado, cuando el ángel rebelde excla
mó con altanería: «¡Non serviam!».
El P. Rafael Ramfrez Torres, S. J., en una obra magnífica,
que
en
forma
poética canta
las gestas y desventuras de nuestro
pueblo, hace hablar a Satán, qujen, con un deje de amargura re
conoce:
936
«Hubo un tiempo en que fui reverenciado
como supremo dios omnipotente
en cada ciudad, cada poblado,
por la
.. ancha
faz de todo el Continente
con
muy. dh:ersos nombres.
Trono empero
tan firme y absoluto y permanente
por más que recordar mis tronos quiero
nunca jamás en otro suelo tuve
desde que en lo alto fui limpio lucero
y me daban el nombre de querube».
«¡Y
fui Huitzilopochtli! Cómo añora
mi pecho el tiempo aquel de ídolo torvo
en que
.la tribu
humilde nos adora.
No hay
enemigo que
mi culto altere,
ni sentimos el pie · de la Señora
ni del alto Y avé la ira nos hiere» .
. «Huitzilopochtli fui. Melancolía
me causa el recono,erlo. Porque cierto
en todo . .el Continente no, no había
pueblo más dócil a mis leyes. Yerto
de omino~a: t~rror., todos los meses _
me ofrendaba un magnífico concierto
de gemidos de víctimas. Las heces
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FORJADORES DE MEXICO
bebió en mi cáliz de odio ,que envenena
sus gozos, sus dolores y sus preces» (7);
El atribulado pueblo azteca gemía día y noche bajo tan infer
nal· tiranía y no hallaba la manera cle liberarse de su tétrico des
tino.
Ese era el· siniestro misterio que el Océano Atlánrico ocultaba
celosamente
a los piadosos ojos de la cristiandad europea de
fi
nales del medioevo.
· Esa era
la escena tan sangrienta y repugnante que, al decir de
Schlarman, si la reina Isabel la hubiera contemplado «se hubiera
desmayado de espanto,,.
«Los
demás pueblos de Anáhuac tenían también
sus sacrifi
cios
humanos. Los· tarascos sacrificaban esclavos; las
víctimas de
loS niay8s eran de otdinário ·niños. y caUtívos, a quielles queina
ban en tin ídolo hueco· que tenía forma de bómbre; los zapotecas
inmolaban hombres a' sus
dioses
y ·mujeres a sus diosas: en uiia
palabra,
estaban las nacionés
y· razas todas. de Anáhuic entrega
das
"á potestad de las tinieblas", y víctimils de la más es
pantosa esclavitud, la del demonio, que es carnicería, desolación
e iniquidad.
»Pero Dios, Nuestro Señor, en el tiempo fijado por su mise
ricordia iba a poner fin a tanias atrocidades, con
un golpe maes
·ttO de su diestra y qué había de repercutir en todos los tiempos,
como· testimonio de amor prderente para con todos los reinos
del Anáhuac» ( 8 ).
Es curioso pero, antes de seguir adelante, prudente será po
ner de realce un detalle muy singular. Fray Bernardino de
S.hagún, en sn libro
XI de
su monu
mental
Historia de lr;s cosas de la Nueva España, nos cuenta
cómo; años antes de
la llegada de los conquistadores españo
les al Valle
de" Anáhuac,
se,pródujeron en
la Gran TenochtitláiJ.,
, (7) La trilog/t< ,del pueblo mexicano, Editorial Tradición,-1.• edic.,
México,
1977, págs. 275, 289 y 292. .
(8) Bernaidó Bergoend, S. J., La naciónalidád mexicana y la Virgen
de Guadalupe,'
Editorial Jus, 2.• eélic.; México, 1%8, pág. 21. .
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unos sucesos misteriosos que los adivinos calificaron de funes·
tos augurios que ensombrecían
el ánimo de Moctezuma y de
sus cortesanos.
No tiene caso tratar con profundidad este asunto. Lo que sí
conviene resaltar fue que, uno de esos augurios funestos --con
cretamente
el sexto--consistió en que, en las noches, se oía el
gemido lastimero de una mujer que con llanto desgarrador ex
clamaba:
«¡Oh, hijos míos, que ha llegado ya vuestra destrucción!
¡Oh, hijos míos! ¿A dónde
os llevaré
para que no os acabéis de
perder?».
Durante la época colonial el llanto de esta mujer siguió es
cuchándose en las calles y,
expertos en
temas de la época
-<:orno
don
Luis
González Obregón, José
María Marroquí y Artemio
del Valle
Arizpe--hablan de una
misteriosa mujer de hábito
blanco que gemía de un módo desgarrador y que acababa per diéndose en las aguas de la laguna. Este inexplicable suceso dio
origen a la famosa leyenda de «La llorona».
Nosotros le damos una interpretación muy personal. ¿Quién era la mujer que con tanto dolor aullaba pocos años
antes de la llegada de los conquistadores españoles?
¿Quién era la mujer que se sentía tan adolorida pocos años
antes de que santos misioneros llegasen portando una cruz?
¿Por qué, en el ardor de sus quejidos, decía que ya
tenía
que
irse? ¿Quiénes eran esos hijos que iban a quedar desam
parados?
Realmente se nos erizan los cabellos al adentramos en
el
tema e intentar profundizar en el mismo, ya que vemos un fon
do no sólo de ultratumba sino, incluso, diabólico. ¿No sería el demonio,
el mismísimo demonio quien aullaba
con furia, dolor e impotencia al ver cómo la Cruz Redentora
de Cristo llegaba ya a liberar de sus cadenas al infeliz pueblo
azteca?
Desde luego que ésta es una
. interpretación
muy personal,
pero que conviene medirar. y tener muy en cuenta.
«En el plan armónico de la historia todos
los hechos
tienen
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FORJADORES DE MEXICO
un oculto sentido que después resplandece. Fue necesario el
hundimiento de Grecia y el surgir magnífico del pueblo romano; fue preciso el poderío avasallador de su imperio dando unidad
al mundo y articulando sus partes dislocadas en un solo orga
nismo jurídico, para que el acontecimiento central de la historia
humana, el advenimiento de Cristo, se produjera en el mundo en
condiciones de centelleante propagación. Los acontecimientos más sublimes generados por
la voluntad de Dios enlazan maravillo
samente lo divino y lo humano,
el orden natural y la realidad
sobrenatural.
»En América ocurría lo mismo. Están dispuestos ya los
ele
mentos humanos. Un pueblo en Anáhuac que ignora su destino.
Una raza cristiana que rebosa los mares. Un capitán denodado
con
la espada en la diestra y la Cruz en el pecho. El mundo,
expectante, presiente algo grandioso. El drama empieza, y la
Madre de Dios, la Virgen María, sabe que el momenio solemne
se acerca de ganar para sí
el corazón entero de un pueblo que
es el objeto mismo del drama» (9).
Y fue así como, por especial desigoio de Dios Todopodero
so, llegó para estos sufridos pueblos del México precortesiano
el ansiado
día de su liberación.
Desde tierras de Oriente, tal y como siglos antes
lo profeti
zara el bondadoso Quetzalcoatl, llegaron hombres· blancos y bar
budos dispuestos a implantar toda una era de paz, progreso, dul
zura y amor.
Como acertadamente nos dice el Padre Bergiiend: «La con
quista del Imperio Mexicano por un puñado de españoles ofrece
tal cúmulo de circunstancias extraordinarias, que es preciso bus
car fuera de lo humano la explicación que satisfaga» (10). La conquista de México fue un acontecimiento providencial
que vino a liberar del poder satánico de Huichilobos a multitu
des de infelices aborígenes.
(9) René Capistrán Garza, La Virgen que fori6 una patria, Editorial
Biblioteca «Hoy•, 1.• edic., México, 1939, pág. 59.
(10) Bernardo
Bergoend, S. J., op. cit.,' pág. 33.
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NEMESIO RODRIGUEZ. LOIS
Era voluntad de Dios que el Mal fuese vencido, que el de.
monio
fuese destetrado y que
la dulce doctrina de NuestrO Se>
ñor · Jesuéristo
arraigase en los corazones del noble pueblo
mee
xicano.
Una de las escenas más impresionantes y significativas de la
conquista · de México es aquella en la cual Cortés -'-armado con
una
barreta
· de hietro-'-subió
al Gran Teocalli, dio un golpe
entre los. ojos del feroz Huitzilopochtli y, en pocos minutos, el
ídolo
demorúaco rodaba
por el suelo hecho
pedai:os.
En
esos momentos se escenificaba un episodio más de
la mul
tisecular lucha entre el Bien y
el Mal.
El Bien -representado por
la Fe
de Cristo-, cuyo
brai:o
armado en esos
momentos
eta Hernán Cortés y, el Mal -per
sonificado por
el brutal Huichilobos-, el cual en esos momen
tos se
arrastraba destrozado
· por
las gradas del templo, al igual
que Luzbel cuando cayó vencido
á los ¡,ies del Arcángel · San
Miguel. Y,
Cortés -de
rodillas-., con lágrimas· de alegría· eri los
ojos
y adorando. un Crucifijo exclamó en
voz alta:
«Infinitas
alábazas te
seari dadas; Dios verdadero, en
los .si
glos de los siglos, porque has pettnitido que al cabo de ·tantos
añcis que ·e1 demonio; con la abominación· de sus errores, tiraní~
zaba
estas 'incógnitas naciones; asentado en este trono, le haya,
¡iot nuestras indignas y débiles fuerzas, desterrado a los abismos
donde mora» ( 11 ).
A
partir de
ese momenío se cerró un doloroso capítulo de
la historia de nuestra patria y empezó· a forjarse la verdadera
nación · mexicana.
Qué bien encuadran aquí aquellas sonoras frases del ilustre
historiador don Alonso Trueba: «No nos cabe dtida de que el
demonio,
el real y auténtico demonio, había· tomado posesión de
los mexicanos, los había embrutecido y
puesto a· su
servició.
jGlorioso el día en
que apareció
la Cruz y puso en fuga a la
(11) José Vasconcelos, Hernán Cortés, creador ,;le la nacionalidad, Edi
torial Tradición, J.• edic., México, 1975, págc 85;
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Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MBXICO
legión satánica] Entonces,. el indio mexicano,. este indio. apaci,
ble y manso, fue rescatado de las garras del Malo y .pudo al fin
tener un día de paz»
(12).
111. . Una .cruzada _ misionera se. pone en .n:iarcha.
Dejemos . que .sea el hi.storiador y periodista José Fuentes
Mares
qui,;,n ne>s .describa
los últimos minutos del imperio az-
. . . . . '.
teca:
«Imposible que los defensores resistieran el turbión de hie
rro y venganza. Unos luchab¡u1 entre cadáveres recientes o pu
trefactos; otros caían al agua
y se ah<>gaban, o se. dejaban aho
gar; mujeres
y piños famélicos se acogían temerosos a la protec
ción de los téules;
. guerreros
aún firmes en las últimas albarra
das
y azoteas. Paulatinamente amainaron los ruidos, y· la ciudad
se llenó de silencio como barco
maltre.cho al. posar . en
el fondo
de las
aguas. Los
bergantines. cástellanos navegaban junto a ca
ne>as indiascon sus
mudos ocupantes. Era
.el fin del mundo. De
un mundo. En México-Tenochtitlán saltaban en pedazos los re
lojes» ( 13 ). El
m.artes 13 de
agosto
. -,-día en
que la Iglesia Católica
festeja a San Hipólito--, Hernán Cortés entraba triunfante en las ruinas .humeantes de la gran Tenocht.itlán.
La conquista de México puede considerarse como un duelo
entre valientes.
Fue una lucha heroica en
la cual el paganismo
cedió su paso al catolicismo y, en la
c;ual, la antropofagia fue sus
tituida por el humanismo cristiano. A partir de
entonc~s, bajo
el
pendón de los Reyes
de España, la civilización cristiana im
primió un sello indeleble
.en el
alma de México.
El mérito mayor de Hernán Cortés fue el haber. liberado a
las razas indígenas del
Anáhllac; las
liberó de
1~ barbarie ca
níbal
y de la práctica abominable de . los sacrificios humanos ..
(12). Húichilobos, Editorial Jus, 3,• edk, México, 1959, pág .. 42.
(13)
Cortés, el hombre, Editorla!Grijalbo, 1.• edi<., Méxko, 1981,
pág. 219.
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
Hernán Cortés fue un verdadero libertador a quien la Providencia divina supo colocar en los destinos de México en el mo
mento más oportuno. No obstante lo anterior, Cortés era un hombre de visión y,
por lo tanto, comprendía que para dar al país conquistado una
civilizacilón perdurable era necesario empezar
la obra desde los
cimientos: el gran edificio de la nacionalidad mexicana habría
de asentarse sobre poderosas columnas que -con el paso de los siglos- supiesen dar a obra tan gigantesca una resistencia
so
brenatural. Por
eso fue que un buen
día el
heroico extremeño le escri
bió al emperador don Carlos pidiéndole que enviase a México
misioneros de santidad acrisolada. Como atinadamente nos dice Robert Ricard: «Si cabe ha
cer cargos
a Cortés no será, ciertamente, el de haber sido re
miso en la evangelización de los indios» ( 14 ). Cortés, como hombre de talento que era, comprendía que
solamente la desinteresada labor de santos misioneros lograría
liberar al país de las prácticas paganas que renacían en cuanto
el
· sol
se ocultaba.
Pero dejemos por un instante a Cortés y a sus bravos ca
pitanes preocupados por
la reconstrucción material de la anti
gua ciudad de Tenocbtitlán y crucemos el Atlántico para llegar
hasta el convento de Santa María del Hoyo, en la árida Extre
madura, en donde -algunos años antes de la conquista- los
frailes están rezando maitines en el coro. Ya terminados los salmos llegó
la hora de las lecciones, y
es entonces cuando un fraile se levanta de su asiento1 se encami
na al púlpito y empieza a leer -con voz apenas perceptible-
un fragmento de las profecías de !salas. «Poco a poco iba el fraile levantando la voz al recitar la
lección ságrada, hasta que, llegando a cierto pasaje, en que pa
reció· deleitarse singularmente, como saliendo fuera de sí y lleno
(14) La éon,¡uista espiritual de México .(traductor: Angel María Ga
ribay), edición conjunta de Editorial Jus y Polis, l." edic., México, 1947,
pág. 81.
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FORJADORES DE MEXICO
de júbilo, se interrumpió, exclamando: 'jLoado sea Jesucristo,
loado sea Jesucristo, loado sea Jesucristo!'».
«A estas
palabras, .proferidas casi
.a gritos, creyendo los de
más religiosos que el lector se volvía loco, le tomaron
del púl
pito, le llevaron a una celda, y enclavando la ventana y cerrando
la puerta por defuera, se dirigieron al coro a terminar los mai
tines.
» Viéndose así encerrado, determinó aguardar pacientemente
a que se cerciorasen que no lo merecía y, entre tanto, puesto de
rodillas oraba con fervor, exclamando a veces: jÜh! ¿ Y cuándo
será esto? ¿Cuándo se cumplirá esta profecía? ¿No
sería yo
dig
no de ver este convertimiento, pues ya estamos en la tarde y
fin de nuestros días, y en
la última edad del mundo?».
»El hombre a quien sucedía tan extraña aventura era, nada
menos que el futuro superior de la colonia franciscana, destina
da a plantar el estandarte del cristianismo en estas regiones: era
el venerable P.
Martín de
Valencia» (15).
Fray Martío de Valencia, un austero fraile franciscano, ha
bía tenido una visión premonitoria: había visto una gran muche dumbre
pe infieles
que se convertían a la Fe y que venían en
tropel a recibir el Bautismo. El santo varón pidió a Dios que dicha visión se
la dejase
ver con los ojos del cuerpo.
Esta escena tuvo lugar años antes de que Cortés sometiera al
indómito Cuauhtemoc, cuando el furor de Huichilobos se halla ba en su apogeo
y, cuando, al caer la noche, un llanto lastimero
anunciaba el fin de una época.
Como algo premonitorio, un santo varón que toda su vida
había transcurrido dentro de los muros de un convento y que se
había sometido a toda clase de penitencias, veía a futuro un país
exótico y distante en donde
millones de seres que
eran también
hijos de Dios, pedían a gritos
las aguas
regeneradoras del Bau
tismo.
(15) Manuel Ranifrez Aparicio, Los ·conventos suprimidos en México,
Editorial Cosmos, l." edic., México, 1975, págs. 118 y 119.
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NBMESIO .ROD.RJGUEZ.LQIS
. No habíaJa menor dµcla, el sig\Q qµe se es¡aba iniciando in·
dicaba claramente
qµe. e) .. mun¡lo se hallaba
en víspera
de gran·
des acontecimientos.
Por. eso
fue
,qµe, con
sobrada razón, el
historiador Francis
co
López de
Gómara le habla escrito
,µ_ emperador don Carlos
una
caria en la i:ua. le asegµraba .que «la mayor cosa después de
la creación del mundo, sacaodo la encarnación y muerte del que
lo creó». era el descubrimiento ele Indiás. Y tenia razón López de Gómara, puesto que
el linaje hu·
mano había sido ya
redimido por
Cristo, la grao culpa había
sido perdonada,; lo único que faltaba era da.r a conocer tao
bue
na
noticia al resto de la humanidad que aún soportaba sobre
sus hombros el yugo satánico. Para entender mejor esta cuestión preciso
. será
remontarse
al
principio de
los tiempos y recordar elementos básicos de
la
Historia de la Salvación.
- Dios creó al mundo
e hizo al hombre a su imagen y
semejanza, destinándolo
· a
ocupar
el lugar que los ángeles ma·
los
-por soberbia- habían
· perdido
en el Cielo.
- Al ver el glorioso destino que le esperaba al linaje hu·
mano,
Satán -nombre
que viene del hebreo «Hassatán», que
significa «El Adversario»- se propone perder al hombre, lo
tienta, la primera. pareja peca y, con su culpa,
maocba a
todos
sus descendientes.
-
Satán ha
triunfado, pero el Dios Todopoderoso se com·
padece de la humanidad y le promete que, en un lejano día, le
enviará un Redentor que lave tan grande culpa.
~ Pasan los siglos, diferentes civilizaciones se suceden a lo
largo de la historia y Dios. Omnipotente va preparando la veni· da del Unigénito que lavará las culpas de la humaoidad.
- Jesucristo, el
Mesias anhelado
nace en Belén de Judá.
Predica por toda Palestina una nueva doctrina destinada a en·
cauzar a la humanidad
por la senda del Bien.
-:-El
siguiente acto. en
la historia d~ la humanidad es la
muerte de Cristo en la Cruz. El linaje humano ha sido redimido.
Fundaci\363n Speiro
INFORJ.!ACION BIBLIOGRAFICA
La deuda contraída por Adán y Eva ha .sido saklada de manera
sobreabundan te,
-Pero
ocurre que la gran mayoría de los pueblos no saben
que el Redentor ya naci6 y que
la gran falta ha sido perdonada.
Por eso es que los Ap6stoles se dispersan por el mundo anun
ciando por doquier tan Feliz Noticia y tratando de llevar a to
dos los hombres los copiosos frutos
de la Redenci6n. Esto hace
que los doce Ap6stoles se conviertan en los primeros misio
neros.
Y llegamos así a fines del siglo xv, cuando el Evangelio de
Cristo ya había sido predicado en el mundo hasta entonces co
nocido. Pero el mundo estaba incompleto y ocurre que un 12 de
octubre de 1492 el navegante genovés Crist6bal Gol6n encuen
tra todo un continente que estaba oculto entre las tinieblas de
la idolatría y que a gritos pedía que alguien le llevara la Buena
Nueva de que Cristo había venido ya a pagar la gran culpa. Con todo esto estamos ya en condiciones de comprender la
gran verdad de lo afirmado por
L6pez de
G6mara en el sentido
de que
«la mayor cosa después de la creaci6n del mundo, sacan
do
la encarnaci6n y muerte del que lo cre6, es el descubrimien
to de Indias». A partir de ese mometo la Iglesia Cat6lica emprende
la labor
misionera más grande de su historia: son millones los seres que
no conocen a Cristo y hasta ellos habrá que llevar la luz de la Fe.
Refiriéndose a esos millones de seres, L6pez de G6mara nos
dice lo siguiente:
« Y como no conocen al verdadero Dios y
Señor, están en grandísimo pecado de idolatría, sacrificios de
hombres vivos, comida de carne hu.mafia, conversación con el
diablo; sodomía, muchedumbre de mujeres y otros así» (16).
Por eso fue que Dios dispuso que una gran naci6n, Espa
ña -que se forj6 dentro de los fragores de una
Cruzada~,
(1(,) Historia general, de las- indias, Editorial Ibérica, l.ª edic., Barce
lona, 1965, tomo I, pág. 5.
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NBMESIO RODRIGUEZ LOIS
fuese -el instrumento -providencial que ayudaría a la Iglesia den
tro de la epopeya misionera más grandiosa de todos los tiempos.
Durante cerca
de ocho
siglos
y después de recias luchas con
tra los hijos del
Islam; el
pueblo español salió fortalecido; es
taba ya en condiciones
'de -extenderse
por todo un Nuevo Mun
do, de dar la vuelta
al orbe
y de proclamar a los cuatro puntos
cardinales que la
hurttanidad ya
había sido redimida, que Cristo
era el Hijo de Dios vivo y que el humano linaje sólo podrá en
contrar
la salvación si accede a transformarse en un hijo fiel
de la Iglesia Católica.
Ese gran hispanista que fue don Ramiro de Maeztu comen
ta, con emotiVas frases, la misión providencial que España rea
liza en aquel siglo XVI, en que un mundo nuevo y exótico apare
cía más allá del Mar Tenebroso:
«Toda España
es
_ misionera
en el siglo xvr... Lo mismo
los reyes, que los
-prelados,
que los soldados, todos los
españo,
les
del siglo
XVI parecen misioneros ... La España del siglo XVI
concibe la religión como un combate, en que la victoria depende de su esfuerzo» ( 17).
Por todo lo anterior consideramos que
la visión que presen
ciara Fray Martín de Valencia tiene un gran significado: era un
anticipo de la gran empresa que a España le aguardaba en esta
orilla del Atlántico.
El caso
es que
el emperador don Carlos envía misioneros a
tierras de la Nueva España y, el día 13 de mayo de 1524, en
San Juan de Ulúa
-(Veracruz),
desembacaron doce frailes fran
ciscanos, pequeña
conmni?3d que
viene_ presidida precisamente
por el austero y piadoso Fray Martín de Valencia.
Los nombres de estos doce primeros misioneros deberían de
estar inscritos
con letras de
oro en la Historia de
la Iglesia en
México, no
obstante la mayoría· de las gentes
los ignoran.
Estos
(17) Defensa de -'9 Hispanidad, Editorial Pobkt, J.• edic., Bi,~os
Aires, 1952, pág. 117.
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FORJADORES DE MEXICO
varones que un feliz día . llegaron a tierras mexicanas eran los
siguientes:
-Fray
Martín de Valencia.
-Fray
Francisco de Soto.
-Fray
Martín de Jesús o
de La Coruña.
-Fray
Juan Suárez.
-Fray
Antonio de la Ciudad Rodrigo.
-Fray
Toribio de Benavente.
-Fray
García de Cisneros.
-Fray
Luis de Fuensalida.
-Fray
Juan. de Ribas.
-Fray
Francisco Jiménez.
-Fray
Andrés de Córdoba (lego).
-Fray
Juan de Palos (lego).
Estos piadosos varones, abandonando
la paz conventual · de
que
disfrutaban en
España, se
decidieron un buen día a cruzar
el Atlántico y a internarse en tierras ignotas, mágicas y. miste
riosas.
Atrás lo dejaban todo: sus ancianos padres, sus buenos ami
gos, la patria querida y los gratos recuerdos de un pasado que
jamás habría de volver.
En cambio, el porvenir se les presentaba incierto.
Hernán Cortés, al enterarse de su llegada,
hizo llamar
a los
caciques y principales de las mayores poblaciones de México y, acompañado por ellos, salió al encuentro de los misioneros.
Al hallarse frente a ellos, el indomable conquistador de la
gran Tenochritlán se apeó del caballo, puso
las rodillas en tie
rra
y, de uno en uno, fue besando a todos las
marios. Inmediata
mente
siguieron su ejemplo Pedro de Alvarado y los demás capi
tanes y caballeros españoles.
Los indios no daban crédito a
lo que veían sus asombrados
ojos. No podían comprender cómo los poderosos blancos
-9ue
habían
logrado subyugar a los feroces
azteca8-' se humillaban
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Fundaci\363n Speiro
NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
un insignificante gtupo de hombres desarmados que, por su hu
milde atuendo, semejaban unos mendigos.
¿ Qué extraños poderes poseían tan extraños e insignificantes
personajes?
Los indios -llenos de temor y sin comprender la
actitud de Cortés-
imitaron el
ejemplo de los conquistadores
procediendo a besar los hábitos
y las manos de los frailes.
Hernán Cortés
-el recio
capitán que
ganara innumerables
batallas
y que le diera al emperador don Carlos más dominios
que los que el monarca heredara de sus augustos abuelos- de
mostraba con su ejemplo cómo lo espiritual predomina sobre
lo material. Esta actitud de don Hernando la comenta Salvador de Ma
da,iaga del
siguiente modo:
«Esta escena fue la primera piedra espiritual de la Iglesia
católica en México ... Era, además, un acto en que el conquis·
tador, hombre de fuerza, ponía su fuerza a los pies del espíritu.
Hermosa escena para poner al lado de aquella otra en que Cor
tés, saltando 'sobrenaturalmente' con
la barra de hierro en la
mano, se alzó para atacar el rostro repugnante
del dios de la
sangre, como actos dramáticos tallados en la roca viva de
la his
toria con las líneas claras
y vigorosas de un carácter creador.
Esta ascensión
y esta humillación son los dos momentos más in
tensos de
la vida de Cortés» ( 6 ).
Los doce misioneros entraron en
la ciudad de México el 17
de junio de 1524 y, a partir de esa fecha, iniciaron una incan sable labor tendente a propagar la Fe de Cristo
y la civilización
humanística de la Europa del siglo
XVI.
Mariano Cuevas, S. J., al referirse a estos doce frailes lo
hace en los siguientes términos: «Este grupo de hombres, ver daderamente .espirituales, serán siempre considerados como los
padres de la Iglesia mexicana
y constituirán siempre una verda
dera gloria de la Iglesia
y de España. Con ellos, sencillamente,
vino
la civilización y desde entonces hay un México civilizado,
(18) Hernán Cortés, Editorial Sudamericana, 9.ª edic., Buenos Aires,
1973, págs, 578 y 579.
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Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MEXICO
formado por cuantos han vivido de los principios de la fe y de
voción que nos trajeron» ( 19). Era tal la pobreza en que vivían estos doce franciscanos que
los indios, al verlos, pronunciaban mucban veces
la palabra «mo
tolinia». Esto llamó la atención de Fray Toribio de Benavente,
quien preguntó a un español qué queria decir aquel vocablo tan
repetido.
Le respondió su paisano:
- Padre, «motolinia» quiere decir «pobre».
- Este es el primer vocablo que sé de esta lengua
-
Fray
Toribio- y para que no se me olvide, éste será de aquí en
adelante
mi nombre.
El insigne Motolinia nos daba de esta manera un fuerte tes·
timonio de su franciscano amor a la hermana pobreza. Este santo misionero
--{l lo largo de su apostolado- bautizó a más
de 400.000 personas y a
él se debe, en parte, la fundación de la
ciudad de Puebla, fundación que tuvo lugar
el 16 de abril de
1531. Los misioneros se dedicaron a aprender las lenguas indí
genas, lo cual constituyó una «obra de romanos», ya que, se
gún Orozco y Berra, en lo que hoy es la República Mexicana
existían más de 180 lenguas diferentes.
Para lograr esto, los misioneros tuvieron que s_ufrir nume
rosos contratiempos; pero en cuanto lo consiguieron su labor
evangelizadora se multiplicó, dando frutos copiosos al cabo de
unos años.
Como dato interesante diremos que los primeros religiosos
en dominar la lengua nahuatl fueron Fray Luis de Fuensalida y
Fray Francisco Jiménez, debiéndose a este último la composi
. ción
de una gramática que fue
de gran utilidad a los misioneros.
En medio de aquella babel, los misioneros se vieron en la
necesidad de buscar una lengua auxiliar y, para ello, se sirvie
ron del nahuatl, lengua que era dominante en casi todas las re
giones. del pais, puesto que
los indios sometidos a la domina-
(19) Historia de la Iglesia en México, Editorial Patria, 5.~ eclic.,
México, 1946, tomo I, pág. 181.
949
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
ción azteca -en resumidas cuentas la mayoría de la pobla
ción- tenían por lengua el nahuatl o por lo menos eran bi
lingües. Con tal
. ardor
trabajaron los misioneros para difundir esta
lengua que, en 1584
--desde Zacatecas
hasta Nicaragua-, po
ros eran
los indios que no la conocían.
Los doce franciscanos fueron los fundadores de la familia
indígena en México, ya que contribuyeron a desterrar
la poli
gamia y a establecer el matrimonio católico entre los nuevos
miembros de la Iglesia. A partir de entonces, esa sagrada institución que es la fa
milia cristiana, arraigó profundamente en
nu.estra patria y hoy
en día constituye uno de los pilares más firmes sobre los que
se
asienta nuestra sociedad.
Otro dato interesante digno de recordar es que el primer
matrimonio se celebró en Texcoco, en el año de 1526.
Hace veintiséis siglos el pensador chino Kuan-Tsú decía: «Si
das pescado a un hombre, se alimentará una vez; si le enseñas
a pescar, se alimentará toda la. vida».
Aquellos pioneros de la evangelización comprendieron la ve
racidad de esta máxima oriental y, por ello, fue que se dedica
ron a instruir debidamente a los indios. Comprendían que no basta con predicar la dignidad del tra
bajo manual sino que es preciso
dar un paso más y ensefiar
también el modo de trabajar para poder ganarse honestamente
la vida; el indio que nada sabe, nada hace; por eso es que los
fraiJ.~s les enseñaron a ser herreros, carpinteros, albañiles, sas
tres,_ zapateros, etc.
Hablar con detalle de la ingente labor de estos santos fun
dadores de la Iglesia mexicana abarcaría una extensi6n digna de rebasar el propósito de este trabajo; por ello es
.que abreviamos
cit.ando
a don Alfonso Trueba, quien nos dice que «la pureza
de vida de
. los
primeros evangelizadores fue una predicación
viva y suplió la falta de milagros que hubo en la primitiva Iglesia.
»Los indios veían a los religiosos andar descalzos, con
há-
950
Fundaci\363n Speiro
FORJ_ADORES DE MEXICO
büps .de grueso __ sayal, cortos y rotos, dormir .. sobre un :¡,etáte
-con
un
palo o manojo. de bierbas secas por
cabe1;,:.ra, :.cubiertos
sólo
con sus mantillos viejos. Su comida era
tortilla_ de
maíz
Y
cbile, capulines o tunas. Sus casas, humildes y bajas. La: pobre
za y estrechura en que vivían eran tan grandes, 'que _San Fran
cisco
que viniera
de nuevo al mundo no les hiciera ventaja'.
»Admiraban los
indios en
los frailes el menosprecio de sí
mistnos,
la mansedumbre y la humildad; -su inviolable hon!'Sti
dad
no sólo en obras sino en
la vista y en palabras; el desprecio
del oro
y de todas.las cosas del mundo, la paz, el amor y la éa
ridad entre sí y con todos.
» Veían, además," cómo trabajaban sin descanso . por enseñar
les
i fueron testigos 'de _los_,denuestos;_ illÍ\Jrias y molestias que
sufrieron de los
qu.e ,un tiempo gobernaro)'.i el
reino,
y de la mu
cha paciencia
con
-que lo
llevaban.
»El
trato que .los nawrales recibieron
_de los frailes fue siem
pre amoroso.
Si- algunas cnlpas venían á sil noticia, procuraban
reprenderlos en secreto,
y en especial a los principales porque
la gente común no ·les perdiese el respeto y los mviese en poco.
»Por todas estas razones los indios cobraron entrañable amor
a los misioneros»
(20).
Por todo lo anterior, ni duda cabe que el gran edificio de
la nacionalidad mexicana fue obra exclusiva de la Iglesia Ca
tólica
y de la España tradicional; sin embargo, para poder cons
truirlo fue necesario cimentado sobre bases sólidas; Doce pode
rosas columnas, los doce primeros frailes. Robert Ricard tiene razón
cuando afirma
que
« solamente con
la llegada de los primeros misioneros franciscanos en 1524 co· menzó la evangelización metódica de
la Nueva España» (21).
Y para mayor abundamiento diremos que tan excelsa labor
ha merecido el reconocimiento incluso de historiadores anticle
ricales y de tendencias prosocialistas como don Jesús Romero
(20) Doce antorchas, Editorial Jus, 3.• edic., México, 1975, págs. 42
y43.
(21) Robert Ricard, op. cit., pág. 79.
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Flores -----
sonalidad deslumbrante
.de estos
apóstoles no tiene más remedio
que reconocer lo siguiente: «Necesitaríamos llenar centenares de páginas para relatar la
obra meritoria
de las órdenes monásticas en el primer siglo de
la colonia, en México, cuando hombres de
espíritu abnegado
supieron
llevar hasta el corazón de las más intrincadas serranías
una palabra de aliento a la raza oprimida por el encomendero;
los que escribían gramáticas
y vocabularios en los idiomas in
dígenas, reduciendo a reglas filológicas nuestros más humildes dialectos; los que fundaban colegios
y enseñaban en ellos las
lenguas de Homero
y de Virgilio, la filosofía y la retórica a los
hijos de los caciques indios; en una palabra, los que midieron
con sus
sandalias desde Guatemala hasta las Californias
y se des
mayaban en
el camino de hambre y de cansancio» (22).
Ellos pusieron las bases o sea las doce columnas que son
el
sostén de nuestra civilización occidental y cristiana en tierras
de
México. Después vendría toda una pléyade de apóstoles que seguirían
adelante con la obra evangelizadora hasta integrar
el México
católico que hoy conocemos. Pero de ese tema nos ocuparemos más adelante.
(Continuará en el próximo número)
(22) México, historia de una gran ciudad, Ediciones Morelos, l.ª edi
ción, México, 1953, pág. 101.
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POR
NEMESIO RODRÍGUEZ LoIS
Licenciado en. Derecho.
Editorialista de El Heraldo de México.
SUMARIO: I. Inrtoducci6n.-IJ. El imperio de Huichilobos.-III. Una
cruzada misionera se pone en marcha.-IV. Tres obispos.-V. El huma
nismo cristiano.-VI. Nueve semblanzas edificantes.-VII. El renacer de
Eapaña en México.-VIII. El tejedor de calumnias.-IX. La Bula Su-
blimis Deux.-X. Un rayo de esperanza. '
l. Introducción.
Este trabajo nació con la definida intención de rebatir una te
sis absurda que de unos años a esta parte vienen difundiendo
con ahínco clérigos, monjas
y obispos progresistas; la falacia de
que la Iglesia de Iberoamérica se encogió siempre de hombros ante la suerte de los humildes, que se alió con los poderosos, ben
diciendo sus ambiciones
y que solamente empezó a preocuparse
de-.Jos pobres cuando irrumpieron con violentá soberbia en el es
cenario elementos como un Caffiilo Torres, un Sergio Méndez
Arcea o un Samuel Ruiz.
Aparte de tendenciosa, dicha tesis es falsa
y no hace falta
escarbar mucho para demostrarlo. Basta con echar una ojeada a una época de nuestra Historia
que ha sido menospreciada
y a la cual ninguna atención se le
presta. En una
de sus últimas obras, -el_.maestro Octavio Paz nos
dice que, «aunque .los mexicanos estamos preocupados -mejor
dicho, obsesionados-- por nuestro pasado, no tenemos una idea
927
Fundaci\363n Speiro
NEMESIO RODRJGUEZ LOIS
clara de lo que hemos sido. Y lo que es más grave: no queremos
tenerla. Vivimos eotre el mito y la negación, deificamos a ciertos
períodos, olvidamos a otros. Esos olvidos son significativos; hay
una censura histórica como hay una censura psíquica. Nuestra his
toria es un texto de pasajes escritos con. tinta -negra y otros es
critos con tinta invisible. Párrafos pletóricos de signos de admi
ración, seguidos de párrafos tachados. Uno de los períodos que
han sido tachados, borroneados y enmeodados con más furia ha
sido el de la Nueva
España» (*).
Sucede que cuando el ammte de la verdad histórica decide
penetrar en lo relativo a la época de la Nueva España, le ocurre
lo mismo que a aquel explorador que, hallándose perdido eo el
monte, enci.lentra sin proponérselo la entrada de una mina que
ha sido abandonada desde mucho tiempo atrás; quita la maleza
que cubre el acceso, penetra con sumo cuidado y va adeotrán
dose en túneles que él mismo creía llenos de fango y alimañas.
Y cuál no será su sorpresa al encontrar una espaciosa galería
en la cual se encueotran -en perfecto orden e iluminados por
brillantes lámparas- tesoros fabulosos, tales como oro, plata, dia
mantes, obras de arte
y demás piedras preciosas que, sin duda al
guna,
fueron abandonados
por sus propietarios de modo rápido e
inesperado.·
·
Un
tesoro de valor incalculable del que nadie imaginaba su
existencia.
Igual ocurre con la que consideramos como la época decisi
va en
la integración de. la nacionalidad mexicana: la Nueva.Es
paña, conocida
:por los
historiadores liberales como la época de la
dominación colonial.
Tomás
Girlyle, histo.riador británico del
siglo pasado, nos
dice que la Historia no es el fruto de las masas, sino. de
la acción.
de
los héroes;. afirma
que
son estos
individuos excepcionales -los
héroes- quienes; señalan los rumbos a los demás.
Por su parte, San Agustín sostiene que la Historia humana no
(*) Sor Juana'Inés de_la Cruz· o· las Trampas de la Fe, Pondo de Cul-'
tura lloonómicn; 1., ed., Méodco, 1982, pág; 23. ·
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Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MEXICO.
es otra cosa que una lucha entre dos reinos, el de Dios y el del
mundo. Según el obispo de Hipona,
la. llegada. de Cristo -o sea, la
Redención- es el punto central. porque, gracias a ella, la Ciudad
de Dios se levanta sobre la dudad terrena; por lo
tanto, el
ob
jetivo
final en la historia dt!l mundo no será otro más que el triun
fo de los. bienaventurados. ,
La
Historia es una labor tanto de la Providencia como del
hombre. Solamente
.la idea
de Dios podrá ,darle un
autéptico sen
tido
a
la vida y el mundo sólo estará bien encauzado cuando se
oriente hacia
la Ciudad de Dios.
Pues bien, al estudiar, con
.cierto detalle,
esa interesante
eta,
pa
de nuestra. historia, etapa que correspondió a
la forja de la
nación mexicana, coincidimos tanto con Carlyle como con San
Agustín. Si Tomás Carlyle nos dice que
la Historia es el producto de
la acción de los héroes, llegaremos a
la conclusión de que México
fue forjado por hombres de talla .excepcional.
Y, si San Agustín nos dice que el concepto de Historia •sólo
encuentra su verdadera explicación en la lucha entre los reinos de
Dios y del mundo, llegaremos a la conclusión de que los héroes
que forjaron a México llevaban, como propósito primordial,
ex,
tender
hasta los más alejados confines
el Reino de Dios cuyos
fundamentos se hallaban en el Evangelio. De todo esto concluimos algo muy importante: nuestro
Mé
.xícO fue forjado por héroes, pero' no por héroes- comunes y co
rrientes de los que se encuentran en libros de caballería, en no
velas de capa
y espada o en películas del Oeste.
Nuestro México fue forjado por
héroes que
también fueron
santos.
Varones de talla excepcional que· -poseídos de un sublime
afán- dejaron atrás patria y familia, cruzaron
el Mar Tenebro
so, se -adentí:-aron en tierras desconocidas1 -cotiVivieron con seres
rudos y_ salvajes y se dedicaron; en cuerpo y alma,' a comunicarles
la
Feliz Noticia de que ya el Hijo de Dios había redimido nues
tras culpas:
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
V aron es de talla excepcional que amaron a las gentes con las
que se iban
encpntrando y que hicieron esfuerzos sobrehumanos
para incorporarlos al mundo occidental
y cristiano.
Una labor ardua, tenaz -pletórica de sacrificios
y de marti
rios-. Y, al
final, fue
coronada por el
éxito.
Uno
de los fenómenos que más angustian al hombre de nues
tros
dias es
que, a toda costa, busca modelos dignos de ser imi
tados.
Esto provoca que la propaganda consumista le presente una
serie de tipos extraños, que manejan el revólver con destreza, que
poseen un gran atractivo físico o que visten elegantemente, a la
moda. Esos son los héroes que se le venden al hombre de hoy. Y al ver que el hombre se cansa, incluso, de esos seres fan
tásticos que no pueden ser reales, la propaganda consumista llega
aún más lejos, presentando, incluso, a un extraterrestre --el fa
moso E. T.-, al cual se le adorna con cierta ternura e ingenui
dad que, por hallarse tan escasas dichas virtudes entre nosotros,
hacen que el público se le entregue por completo.
Hubo un tiempo en que
los: modelos de nuestra juventud fue
ron héroes que luchaban por causas nobles y santas.
Pero el liberalismo despreció la santidad y exaltó únicamen
te la destreza
física de
los protagonistas de una gesta; fue así
como nos quedamos con los vaqueros de Oeste, que mataban in
dios corilo si fuesen moscas o con espías que se jactaban de te
ner varias amantes~
Total, que se llegó a la aberración de admirar y aplaudir a
tipos cínicos y viciosos a los que todo se les
disculpaba porque
eran diestros y apuestos.
Pero también de ellos se· cansaron las gentes;· quizás esto ex
plique la predilección por seres pertenecientes a otras galaxias y
que· no
están manchados con nuestras faltas.
Por todo lo anterior, es
qrie consideramos
de justicia el re
calcar que este México nuestro, y con él
el resto del mundo, so
lamente lograrán salvarse si hacen que
de su seno surjan héroes
dignos de acometer empresas grandiosas.
Pero no héroes diestros
y apnestos que se queden en me-
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Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MEXICO
ras hazañas superficiales. Necesitamos héroes de talla excepcional.
Necesitamos
héroes que
sean santos.
Si este
México nuestro,
de nuestros pecados y de nuestra es
peranza fue forjado gracias a la obra benemérita de héroes que
también fueron santos, lógico será concluir que solamente podrá salvarse cuando acudan en su auxilio héroes
que también estén
poseídos
por el sublime ideal de la santidad.
De lo contrario todo esfuerzo será inútil.
Y será inútil porque esta noble nación guadalupana es mere
cedora
de la mejor de las suertes. Y si santos héroes la forjaron,
sería un atentado a su vocación el pretender que cualquier
figu
rín de pacotilla -pudiese redimirla.
Para alcanzar
la salvación de México se requiere de varones
excepcionales, que sepan estar a la altura de aquella intermina
ble constelación de mártires
y misioneros que un feliz día cruza
ron
el mar para traernos el Evangelio.
En las páginas siguientes
-'--de un modo somero y sin pre
tender agotar
el tema-resaltaremos las cualidades más relevan
tes, así como
la obra principal realizada por varones_ excepcionales,
cuyas hazañas no tienen parangón en la Historia universal.
11. El imperio de los Huichilobos.
A finales del siglo xv el Océano Atlántico se llamaba Mar
Tenebroso, y era considerado como algo misterioso e
impene,
trable. Tras
el horizonte se veía morir el sol día tras día, se oculta
ban profundos misterios para los europeos de la Edad Media.
Y esos misterios atraían, interesaban y provocaban a los bus
cadores de aventuras. Pero un denso velo ocultaba celosamente
un mundo nuevo y fantástico que muy pronto saldría a
la luz.
Eran aquellos los años en que el navegante Cristóbal Colón
recorría los caminos de Europa tratando de convencer a los mo
narcas de que era posible llegar hasta el lejano Oriente nave
gando hacia Occidente. Eran los años en que los Reyes Católicos,
931
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NEMESIO RODRJGUEZ · LOIS
don Fernando y doña Isabel; estrechaban el cerco del reino moro
de Granada e intentaban
poner.fin a la Reconquista,
·
Al
respecto. nos
dice·· el
historiador norteamericano
J oseph
Schlarman: «Si
a
Cristóbal.Colón. por
esa época
le-hubiera sido
posible
correr el velo, que
fue. atrancado treinta.
años más tarde,
habría podido mostrar'-a .]a reina .isabel .una escena tan sangrienta,.
tan repugnante y
tan inhumana, como precisamente aquel año de
1487 se desarrollaba en México, que
la soberana se hubiera des
mayado de espanto» (
1 ).
Muy
lejos de allí -a miles de kilómetros y meses de
nav"'
gación-,
en una ciudad rodeada por lagos
y que por fondo tenla
dos majestuosos volcanes ocurría algo --impresionante.
En el fatídico año de 1487, en Tenochtitlán, el rey Ahuízotl
se disponía a inaugurar un templo gigantesco en
honor.de Huitzlo
pochtli,
el siuiestro dios de la guerra.
En su construcción habían trabajado durante cuatro años
mi
llares de indios · esclavos. Y también, durante esos cuatro años,
guerreó Ahuízotl contra
muchos pueblos
vecinos con
ún definido
propósito: capturar-·priSioneros' par.a sacrificarlos en el estreno
del gigantesco santuario.
Y llegó el gran día. El templo se abrió al culto público y los pr1S1oneros captu
rados -cuyo número excedía de los 68.000- fueron ordenados
en cuatro filas, que comenzaban al pie de las gradas del templo
y seguían,cada una de ellas hacia los cuatro puntos cardinales.
A la cabeza de cada fila había un sacrificadero. Fueron subiendo las víctimas hacia los mataderos. Allí,
cua,
tro
sacerdotes sujetaban al prisionero .por los brazos
y los pies,
otro
le aseguraba la cabeza, y un topiltzin o sacerdote le desear,
gaba
sobre
el pecho un golpe con el cuchillo de pedernal, le sa
caba el corazón, lo ofrecía al sol; y
~aún palpitante-,. lo
arrojaba
a los pies del implacable Huitzilopochtli.
A continuación se arrojaba el cadáver escaleras abajo
y, allí,
(1) México, tierra de volCanes (traductor;· Carlos ·de María y Cam
pos), Eclitorial Porrúa, 7.• eclic,, México, 1965, pág. 21.
Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE·MEXICO
la multitud luchaba desesperadamente entre si para lograr cortar
algún
pedazo
y comérselo en el acto, aunque fuese crudo.
La sangre
corrió a
raudales sobre las gradas del templo.
Los
sacerdotes
la
recogían ron jícaras,
untando después las paredes,
los ídolos y sus propios rostros. El hedor que se .extendió por
toda la
ciudad era insoportable.
Cuatto días duró esta· horrenda carnicería.
:Oesde que
el sol
salia hasta
·que el
sol se metía
y,, según doctos historiadores, se
calcula que murieron en tan
tétrica ceremonia
más de 80.000
hombres. Según el historiador Mariano Cuevas, S, J.: «Este fue, sin
duda, el acto más culminante de barbarie, no
·sólo en
la historia
mexicana, sino en :la historia universal»
(2):
Y ese fue sólo el comienzo ya. que, una vez inaugurado el san
tuario, no había mes en que --con un pretexto o con otro- no
se repitiesen tan dantescas escenas.
Se calcula que más de 20,000 personas perdían la vida anual
mente en aras del sangriento
dios de
la guerra.
Todo esto propició que Justo Sierra -famoso historiador me
xicano de tendencias anticlericales- se espantase por tal crueldad
y afirmase horrorizado:
«... Los sacrificados fueron matanzas de pueblos enteros de
cautivos que tiñeron de sangre a
la ciudad y a sus pobladores; de
todo ello se escapaba un vahó hediondo de sangre. Era preciso
que ese delirio religioso terminara; bendita la Cruz o la espada
que marcasen el fin de los ritos sangrientos»
(3 ).
Era un imperio de terror el que existía sobre el pueblo azteca.
Huitzilopochtli
-la deidad caníbal de Tenochtitlán- era in
saciable, y los humildes habitantes de sus dominios vivían en un
continub · sobresalto esperando que, de un momento . a otro, cayera
sobre ellos el filoso pedernal de los sacrificadores.
· Esa
horrible· deidad que tan espantado y embrutecido tenia al
(2) Historia de la naci6n mexicana, Editorial Porrúa, .3.ª edic., México,
1967, pág, 69.
(:3) Evoluci6n polltica del pueblo mexicano, Universidad Nacional Autó
noma de México, 2.• edic,, México, 1957; ¡;ág, 44.
933
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
pueblo azteca era un dios de aspecto tan horroroso que los espa
ñoles lo llamaron Huichilobos. Huitzilopochtli representaba al dios del Mal.
Según la leyenda, era hijo de Coatlicue -mujer muy devota
de los ídolos-. Cuando los hijos de esta mujer intentan matarla
para evitar el deshonor que
supon,lría el
nacimiento de un her
mano de padre desconocido, salió Huitzilopochtli del vientre de su madre, hizo aparecer una serpiente de pino, se arrojó sobre sus
hermanos y los mató. Huichilobos nació matando. El cronista Berna! Díaz del Castillo
llegó_ a
ver dicho ídolo y
dijo, de
él, que
«tenía la
cara y
rostro muy ancho y los ojos dis
formes y espantables» ( 4 ). Pues bien, ese ídolo sucio, espantoso, cruel
y con olor perma
nente a sangre humana era el dios principal de los aztecas. La serpiente que se enroscaba sobre su pecho bien podría
re
prenentar
a la serpiente infernal que tentó a nuestra madre Eva
en el Paraíso Terrenal. Por todo ello, bien pudiera pensarse que los aztecas, al adorar
a Huichilobos, estaban adorando al
·demonio, o
sea, al Mal hecho
autoridad presente entre ellos. Los topiltzin bien pudieron haber elegido otro dios para que
fuese el favorito; por ejemplo, Quetzalcoatl
-el blanco
y bon·
dadoso anciano de la canosa barba-, pero no, los hechiceros
eli
gieron al sangriento Huitzilopochtli y, ante su repugnante figura, sacrificaron miles de víctimas en medio de ritos bestiales y sa
tánicos.
San Buenaventura nos dice que «es tanta la crueldad del de
monio
que nos devoraría a toda hora si la providencia divina no
nos guardase». Y, por su parte, San Agustín afirma que, «si
el diablo por
su iniciativa pudiese algo, no quedaría un hombre sobre la
tierra».
Odio terrible el
que Satán siénte por
el linaje humano, lina
ie formado
por seres inferiores a él, que están destinados a ocupar
(4) Historia verdadera de la· conquista de la -Nueva España, Fernán·
dez, Editores, S. A., 8.• edk., México, 1972, pág. 199.
934
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FORJADORES DE MEXICO
en el Cielo los lugares que un día. los ángeles rebeldes. perdieron
por su soberbia. Corrado Balducci, experto en cuestiones demonol6gicas, sos
tiene que «Satanás odia terriblemente
a:l género humano, sea por
la voluntad obstinada en el mal, y, por lo mismo, enemiga irrecon
ciliable de Dios y de todos los que pueden unirse a El con un
amor recíproco; sea porque
el hombre, viviendo en gracia, puede
merecer aquella salvaci6n eterna por él miserablemente perdida; sea, por fin, por la preferencia que Dios demostró por la natura
leza humana con motivo de la Encarnación»
(5 ).
El demonio odia al hombre por dos razones principales:
a) Por odio a Dios, bajo .cuya imagen y semejanza fuera el
hombre creado.
b) Por envidia, pues sabe que ese débil barro lastrado por la
concupiscencia está destinado a salvatse,
lo cual
Satán y sus án
geles rebeldes jamás podrán alcanzar.
«Esta posición de privilegio convirtió al hombre en blanco
y
víctima de un odio y envidia implacables, que se desahogan por
un trabajo constante
y tenaz para separarlo de Dios o, al menos,
en todo cuanto pueda acarrearle un daño,
.un sufrimiento»
( 6 ).
Si hubiera que presentar una imagen
fiel de Satán, quizás la
más cercana
a la realidad sea la de un grabado hecho por Gustavo
Doré: presenta un demonio gigantesco mirando a un grupo de
seres humanos no con odio, sino con un sentimiento lastimero
que explica ese odio: Tristeza.
Sí, la tristeza que se siente ante la vista del bien ajeno y que
conocemos como envidia.
Y esa envidia causa el odio con que Satán ve al humano lina
je que fuera creado a imagen
y semejanza de Dios.
Con estos antecedentes no es, pues, descabellado pensar que
(5) Los endemoniados, hoy (versión española por José Zahonero Viv6),
Editorial Marfil, S. A.; L' edic., Valencia, 1965, pág. 59.
(6) Ibld., pág. 60.
·935
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
la foria con que eran tiranizados los· pueblos del Anáhuaé era una
furia de origen satánico, ya que tanto odio, tanta saña contra
gentes
inermes sólo.
puede tener una explicacion metafísica: un
odio que traspasa
las barreras del tiempo y del espacio y que tuvo
su origen en aquel primer pecado, cuando el ángel rebelde excla
mó con altanería: «¡Non serviam!».
El P. Rafael Ramfrez Torres, S. J., en una obra magnífica,
que
en
forma
poética canta
las gestas y desventuras de nuestro
pueblo, hace hablar a Satán, qujen, con un deje de amargura re
conoce:
936
«Hubo un tiempo en que fui reverenciado
como supremo dios omnipotente
en cada ciudad, cada poblado,
por la
.. ancha
faz de todo el Continente
con
muy. dh:ersos nombres.
Trono empero
tan firme y absoluto y permanente
por más que recordar mis tronos quiero
nunca jamás en otro suelo tuve
desde que en lo alto fui limpio lucero
y me daban el nombre de querube».
«¡Y
fui Huitzilopochtli! Cómo añora
mi pecho el tiempo aquel de ídolo torvo
en que
.la tribu
humilde nos adora.
No hay
enemigo que
mi culto altere,
ni sentimos el pie · de la Señora
ni del alto Y avé la ira nos hiere» .
. «Huitzilopochtli fui. Melancolía
me causa el recono,erlo. Porque cierto
en todo . .el Continente no, no había
pueblo más dócil a mis leyes. Yerto
de omino~a: t~rror., todos los meses _
me ofrendaba un magnífico concierto
de gemidos de víctimas. Las heces
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FORJADORES DE MEXICO
bebió en mi cáliz de odio ,que envenena
sus gozos, sus dolores y sus preces» (7);
El atribulado pueblo azteca gemía día y noche bajo tan infer
nal· tiranía y no hallaba la manera cle liberarse de su tétrico des
tino.
Ese era el· siniestro misterio que el Océano Atlánrico ocultaba
celosamente
a los piadosos ojos de la cristiandad europea de
fi
nales del medioevo.
· Esa era
la escena tan sangrienta y repugnante que, al decir de
Schlarman, si la reina Isabel la hubiera contemplado «se hubiera
desmayado de espanto,,.
«Los
demás pueblos de Anáhuac tenían también
sus sacrifi
cios
humanos. Los· tarascos sacrificaban esclavos; las
víctimas de
loS niay8s eran de otdinário ·niños. y caUtívos, a quielles queina
ban en tin ídolo hueco· que tenía forma de bómbre; los zapotecas
inmolaban hombres a' sus
dioses
y ·mujeres a sus diosas: en uiia
palabra,
estaban las nacionés
y· razas todas. de Anáhuic entrega
das
"á potestad de las tinieblas", y víctimils de la más es
pantosa esclavitud, la del demonio, que es carnicería, desolación
e iniquidad.
»Pero Dios, Nuestro Señor, en el tiempo fijado por su mise
ricordia iba a poner fin a tanias atrocidades, con
un golpe maes
·ttO de su diestra y qué había de repercutir en todos los tiempos,
como· testimonio de amor prderente para con todos los reinos
del Anáhuac» ( 8 ).
Es curioso pero, antes de seguir adelante, prudente será po
ner de realce un detalle muy singular. Fray Bernardino de
S.hagún, en sn libro
XI de
su monu
mental
Historia de lr;s cosas de la Nueva España, nos cuenta
cómo; años antes de
la llegada de los conquistadores españo
les al Valle
de" Anáhuac,
se,pródujeron en
la Gran TenochtitláiJ.,
, (7) La trilog/t< ,del pueblo mexicano, Editorial Tradición,-1.• edic.,
México,
1977, págs. 275, 289 y 292. .
(8) Bernaidó Bergoend, S. J., La naciónalidád mexicana y la Virgen
de Guadalupe,'
Editorial Jus, 2.• eélic.; México, 1%8, pág. 21. .
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unos sucesos misteriosos que los adivinos calificaron de funes·
tos augurios que ensombrecían
el ánimo de Moctezuma y de
sus cortesanos.
No tiene caso tratar con profundidad este asunto. Lo que sí
conviene resaltar fue que, uno de esos augurios funestos --con
cretamente
el sexto--consistió en que, en las noches, se oía el
gemido lastimero de una mujer que con llanto desgarrador ex
clamaba:
«¡Oh, hijos míos, que ha llegado ya vuestra destrucción!
¡Oh, hijos míos! ¿A dónde
os llevaré
para que no os acabéis de
perder?».
Durante la época colonial el llanto de esta mujer siguió es
cuchándose en las calles y,
expertos en
temas de la época
-<:orno
don
Luis
González Obregón, José
María Marroquí y Artemio
del Valle
Arizpe--hablan de una
misteriosa mujer de hábito
blanco que gemía de un módo desgarrador y que acababa per diéndose en las aguas de la laguna. Este inexplicable suceso dio
origen a la famosa leyenda de «La llorona».
Nosotros le damos una interpretación muy personal. ¿Quién era la mujer que con tanto dolor aullaba pocos años
antes de la llegada de los conquistadores españoles?
¿Quién era la mujer que se sentía tan adolorida pocos años
antes de que santos misioneros llegasen portando una cruz?
¿Por qué, en el ardor de sus quejidos, decía que ya
tenía
que
irse? ¿Quiénes eran esos hijos que iban a quedar desam
parados?
Realmente se nos erizan los cabellos al adentramos en
el
tema e intentar profundizar en el mismo, ya que vemos un fon
do no sólo de ultratumba sino, incluso, diabólico. ¿No sería el demonio,
el mismísimo demonio quien aullaba
con furia, dolor e impotencia al ver cómo la Cruz Redentora
de Cristo llegaba ya a liberar de sus cadenas al infeliz pueblo
azteca?
Desde luego que ésta es una
. interpretación
muy personal,
pero que conviene medirar. y tener muy en cuenta.
«En el plan armónico de la historia todos
los hechos
tienen
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FORJADORES DE MEXICO
un oculto sentido que después resplandece. Fue necesario el
hundimiento de Grecia y el surgir magnífico del pueblo romano; fue preciso el poderío avasallador de su imperio dando unidad
al mundo y articulando sus partes dislocadas en un solo orga
nismo jurídico, para que el acontecimiento central de la historia
humana, el advenimiento de Cristo, se produjera en el mundo en
condiciones de centelleante propagación. Los acontecimientos más sublimes generados por
la voluntad de Dios enlazan maravillo
samente lo divino y lo humano,
el orden natural y la realidad
sobrenatural.
»En América ocurría lo mismo. Están dispuestos ya los
ele
mentos humanos. Un pueblo en Anáhuac que ignora su destino.
Una raza cristiana que rebosa los mares. Un capitán denodado
con
la espada en la diestra y la Cruz en el pecho. El mundo,
expectante, presiente algo grandioso. El drama empieza, y la
Madre de Dios, la Virgen María, sabe que el momenio solemne
se acerca de ganar para sí
el corazón entero de un pueblo que
es el objeto mismo del drama» (9).
Y fue así como, por especial desigoio de Dios Todopodero
so, llegó para estos sufridos pueblos del México precortesiano
el ansiado
día de su liberación.
Desde tierras de Oriente, tal y como siglos antes
lo profeti
zara el bondadoso Quetzalcoatl, llegaron hombres· blancos y bar
budos dispuestos a implantar toda una era de paz, progreso, dul
zura y amor.
Como acertadamente nos dice el Padre Bergiiend: «La con
quista del Imperio Mexicano por un puñado de españoles ofrece
tal cúmulo de circunstancias extraordinarias, que es preciso bus
car fuera de lo humano la explicación que satisfaga» (10). La conquista de México fue un acontecimiento providencial
que vino a liberar del poder satánico de Huichilobos a multitu
des de infelices aborígenes.
(9) René Capistrán Garza, La Virgen que fori6 una patria, Editorial
Biblioteca «Hoy•, 1.• edic., México, 1939, pág. 59.
(10) Bernardo
Bergoend, S. J., op. cit.,' pág. 33.
939
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Era voluntad de Dios que el Mal fuese vencido, que el de.
monio
fuese destetrado y que
la dulce doctrina de NuestrO Se>
ñor · Jesuéristo
arraigase en los corazones del noble pueblo
mee
xicano.
Una de las escenas más impresionantes y significativas de la
conquista · de México es aquella en la cual Cortés -'-armado con
una
barreta
· de hietro-'-subió
al Gran Teocalli, dio un golpe
entre los. ojos del feroz Huitzilopochtli y, en pocos minutos, el
ídolo
demorúaco rodaba
por el suelo hecho
pedai:os.
En
esos momentos se escenificaba un episodio más de
la mul
tisecular lucha entre el Bien y
el Mal.
El Bien -representado por
la Fe
de Cristo-, cuyo
brai:o
armado en esos
momentos
eta Hernán Cortés y, el Mal -per
sonificado por
el brutal Huichilobos-, el cual en esos momen
tos se
arrastraba destrozado
· por
las gradas del templo, al igual
que Luzbel cuando cayó vencido
á los ¡,ies del Arcángel · San
Miguel. Y,
Cortés -de
rodillas-., con lágrimas· de alegría· eri los
ojos
y adorando. un Crucifijo exclamó en
voz alta:
«Infinitas
alábazas te
seari dadas; Dios verdadero, en
los .si
glos de los siglos, porque has pettnitido que al cabo de ·tantos
añcis que ·e1 demonio; con la abominación· de sus errores, tiraní~
zaba
estas 'incógnitas naciones; asentado en este trono, le haya,
¡iot nuestras indignas y débiles fuerzas, desterrado a los abismos
donde mora» ( 11 ).
A
partir de
ese momenío se cerró un doloroso capítulo de
la historia de nuestra patria y empezó· a forjarse la verdadera
nación · mexicana.
Qué bien encuadran aquí aquellas sonoras frases del ilustre
historiador don Alonso Trueba: «No nos cabe dtida de que el
demonio,
el real y auténtico demonio, había· tomado posesión de
los mexicanos, los había embrutecido y
puesto a· su
servició.
jGlorioso el día en
que apareció
la Cruz y puso en fuga a la
(11) José Vasconcelos, Hernán Cortés, creador ,;le la nacionalidad, Edi
torial Tradición, J.• edic., México, 1975, págc 85;
940
Fundaci\363n Speiro
FORJADORES DE MBXICO
legión satánica] Entonces,. el indio mexicano,. este indio. apaci,
ble y manso, fue rescatado de las garras del Malo y .pudo al fin
tener un día de paz»
(12).
111. . Una .cruzada _ misionera se. pone en .n:iarcha.
Dejemos . que .sea el hi.storiador y periodista José Fuentes
Mares
qui,;,n ne>s .describa
los últimos minutos del imperio az-
. . . . . '.
teca:
«Imposible que los defensores resistieran el turbión de hie
rro y venganza. Unos luchab¡u1 entre cadáveres recientes o pu
trefactos; otros caían al agua
y se ah<>gaban, o se. dejaban aho
gar; mujeres
y piños famélicos se acogían temerosos a la protec
ción de los téules;
. guerreros
aún firmes en las últimas albarra
das
y azoteas. Paulatinamente amainaron los ruidos, y· la ciudad
se llenó de silencio como barco
maltre.cho al. posar . en
el fondo
de las
aguas. Los
bergantines. cástellanos navegaban junto a ca
ne>as indiascon sus
mudos ocupantes. Era
.el fin del mundo. De
un mundo. En México-Tenochtitlán saltaban en pedazos los re
lojes» ( 13 ). El
m.artes 13 de
agosto
. -,-día en
que la Iglesia Católica
festeja a San Hipólito--, Hernán Cortés entraba triunfante en las ruinas .humeantes de la gran Tenocht.itlán.
La conquista de México puede considerarse como un duelo
entre valientes.
Fue una lucha heroica en
la cual el paganismo
cedió su paso al catolicismo y, en la
c;ual, la antropofagia fue sus
tituida por el humanismo cristiano. A partir de
entonc~s, bajo
el
pendón de los Reyes
de España, la civilización cristiana im
primió un sello indeleble
.en el
alma de México.
El mérito mayor de Hernán Cortés fue el haber. liberado a
las razas indígenas del
Anáhllac; las
liberó de
1~ barbarie ca
níbal
y de la práctica abominable de . los sacrificios humanos ..
(12). Húichilobos, Editorial Jus, 3,• edk, México, 1959, pág .. 42.
(13)
Cortés, el hombre, Editorla!Grijalbo, 1.• edi<., Méxko, 1981,
pág. 219.
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Fundaci\363n Speiro
NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
Hernán Cortés fue un verdadero libertador a quien la Providencia divina supo colocar en los destinos de México en el mo
mento más oportuno. No obstante lo anterior, Cortés era un hombre de visión y,
por lo tanto, comprendía que para dar al país conquistado una
civilizacilón perdurable era necesario empezar
la obra desde los
cimientos: el gran edificio de la nacionalidad mexicana habría
de asentarse sobre poderosas columnas que -con el paso de los siglos- supiesen dar a obra tan gigantesca una resistencia
so
brenatural. Por
eso fue que un buen
día el
heroico extremeño le escri
bió al emperador don Carlos pidiéndole que enviase a México
misioneros de santidad acrisolada. Como atinadamente nos dice Robert Ricard: «Si cabe ha
cer cargos
a Cortés no será, ciertamente, el de haber sido re
miso en la evangelización de los indios» ( 14 ). Cortés, como hombre de talento que era, comprendía que
solamente la desinteresada labor de santos misioneros lograría
liberar al país de las prácticas paganas que renacían en cuanto
el
· sol
se ocultaba.
Pero dejemos por un instante a Cortés y a sus bravos ca
pitanes preocupados por
la reconstrucción material de la anti
gua ciudad de Tenocbtitlán y crucemos el Atlántico para llegar
hasta el convento de Santa María del Hoyo, en la árida Extre
madura, en donde -algunos años antes de la conquista- los
frailes están rezando maitines en el coro. Ya terminados los salmos llegó
la hora de las lecciones, y
es entonces cuando un fraile se levanta de su asiento1 se encami
na al púlpito y empieza a leer -con voz apenas perceptible-
un fragmento de las profecías de !salas. «Poco a poco iba el fraile levantando la voz al recitar la
lección ságrada, hasta que, llegando a cierto pasaje, en que pa
reció· deleitarse singularmente, como saliendo fuera de sí y lleno
(14) La éon,¡uista espiritual de México .(traductor: Angel María Ga
ribay), edición conjunta de Editorial Jus y Polis, l." edic., México, 1947,
pág. 81.
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FORJADORES DE MEXICO
de júbilo, se interrumpió, exclamando: 'jLoado sea Jesucristo,
loado sea Jesucristo, loado sea Jesucristo!'».
«A estas
palabras, .proferidas casi
.a gritos, creyendo los de
más religiosos que el lector se volvía loco, le tomaron
del púl
pito, le llevaron a una celda, y enclavando la ventana y cerrando
la puerta por defuera, se dirigieron al coro a terminar los mai
tines.
» Viéndose así encerrado, determinó aguardar pacientemente
a que se cerciorasen que no lo merecía y, entre tanto, puesto de
rodillas oraba con fervor, exclamando a veces: jÜh! ¿ Y cuándo
será esto? ¿Cuándo se cumplirá esta profecía? ¿No
sería yo
dig
no de ver este convertimiento, pues ya estamos en la tarde y
fin de nuestros días, y en
la última edad del mundo?».
»El hombre a quien sucedía tan extraña aventura era, nada
menos que el futuro superior de la colonia franciscana, destina
da a plantar el estandarte del cristianismo en estas regiones: era
el venerable P.
Martín de
Valencia» (15).
Fray Martío de Valencia, un austero fraile franciscano, ha
bía tenido una visión premonitoria: había visto una gran muche dumbre
pe infieles
que se convertían a la Fe y que venían en
tropel a recibir el Bautismo. El santo varón pidió a Dios que dicha visión se
la dejase
ver con los ojos del cuerpo.
Esta escena tuvo lugar años antes de que Cortés sometiera al
indómito Cuauhtemoc, cuando el furor de Huichilobos se halla ba en su apogeo
y, cuando, al caer la noche, un llanto lastimero
anunciaba el fin de una época.
Como algo premonitorio, un santo varón que toda su vida
había transcurrido dentro de los muros de un convento y que se
había sometido a toda clase de penitencias, veía a futuro un país
exótico y distante en donde
millones de seres que
eran también
hijos de Dios, pedían a gritos
las aguas
regeneradoras del Bau
tismo.
(15) Manuel Ranifrez Aparicio, Los ·conventos suprimidos en México,
Editorial Cosmos, l." edic., México, 1975, págs. 118 y 119.
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NBMESIO .ROD.RJGUEZ.LQIS
. No habíaJa menor dµcla, el sig\Q qµe se es¡aba iniciando in·
dicaba claramente
qµe. e) .. mun¡lo se hallaba
en víspera
de gran·
des acontecimientos.
Por. eso
fue
,qµe, con
sobrada razón, el
historiador Francis
co
López de
Gómara le habla escrito
,µ_ emperador don Carlos
una
caria en la i:ua. le asegµraba .que «la mayor cosa después de
la creación del mundo, sacaodo la encarnación y muerte del que
lo creó». era el descubrimiento ele Indiás. Y tenia razón López de Gómara, puesto que
el linaje hu·
mano había sido ya
redimido por
Cristo, la grao culpa había
sido perdonada,; lo único que faltaba era da.r a conocer tao
bue
na
noticia al resto de la humanidad que aún soportaba sobre
sus hombros el yugo satánico. Para entender mejor esta cuestión preciso
. será
remontarse
al
principio de
los tiempos y recordar elementos básicos de
la
Historia de la Salvación.
- Dios creó al mundo
e hizo al hombre a su imagen y
semejanza, destinándolo
· a
ocupar
el lugar que los ángeles ma·
los
-por soberbia- habían
· perdido
en el Cielo.
- Al ver el glorioso destino que le esperaba al linaje hu·
mano,
Satán -nombre
que viene del hebreo «Hassatán», que
significa «El Adversario»- se propone perder al hombre, lo
tienta, la primera. pareja peca y, con su culpa,
maocba a
todos
sus descendientes.
-
Satán ha
triunfado, pero el Dios Todopoderoso se com·
padece de la humanidad y le promete que, en un lejano día, le
enviará un Redentor que lave tan grande culpa.
~ Pasan los siglos, diferentes civilizaciones se suceden a lo
largo de la historia y Dios. Omnipotente va preparando la veni· da del Unigénito que lavará las culpas de la humaoidad.
- Jesucristo, el
Mesias anhelado
nace en Belén de Judá.
Predica por toda Palestina una nueva doctrina destinada a en·
cauzar a la humanidad
por la senda del Bien.
-:-El
siguiente acto. en
la historia d~ la humanidad es la
muerte de Cristo en la Cruz. El linaje humano ha sido redimido.
Fundaci\363n Speiro
INFORJ.!ACION BIBLIOGRAFICA
La deuda contraída por Adán y Eva ha .sido saklada de manera
sobreabundan te,
-Pero
ocurre que la gran mayoría de los pueblos no saben
que el Redentor ya naci6 y que
la gran falta ha sido perdonada.
Por eso es que los Ap6stoles se dispersan por el mundo anun
ciando por doquier tan Feliz Noticia y tratando de llevar a to
dos los hombres los copiosos frutos
de la Redenci6n. Esto hace
que los doce Ap6stoles se conviertan en los primeros misio
neros.
Y llegamos así a fines del siglo xv, cuando el Evangelio de
Cristo ya había sido predicado en el mundo hasta entonces co
nocido. Pero el mundo estaba incompleto y ocurre que un 12 de
octubre de 1492 el navegante genovés Crist6bal Gol6n encuen
tra todo un continente que estaba oculto entre las tinieblas de
la idolatría y que a gritos pedía que alguien le llevara la Buena
Nueva de que Cristo había venido ya a pagar la gran culpa. Con todo esto estamos ya en condiciones de comprender la
gran verdad de lo afirmado por
L6pez de
G6mara en el sentido
de que
«la mayor cosa después de la creaci6n del mundo, sacan
do
la encarnaci6n y muerte del que lo cre6, es el descubrimien
to de Indias». A partir de ese mometo la Iglesia Cat6lica emprende
la labor
misionera más grande de su historia: son millones los seres que
no conocen a Cristo y hasta ellos habrá que llevar la luz de la Fe.
Refiriéndose a esos millones de seres, L6pez de G6mara nos
dice lo siguiente:
« Y como no conocen al verdadero Dios y
Señor, están en grandísimo pecado de idolatría, sacrificios de
hombres vivos, comida de carne hu.mafia, conversación con el
diablo; sodomía, muchedumbre de mujeres y otros así» (16).
Por eso fue que Dios dispuso que una gran naci6n, Espa
ña -que se forj6 dentro de los fragores de una
Cruzada~,
(1(,) Historia general, de las- indias, Editorial Ibérica, l.ª edic., Barce
lona, 1965, tomo I, pág. 5.
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NBMESIO RODRIGUEZ LOIS
fuese -el instrumento -providencial que ayudaría a la Iglesia den
tro de la epopeya misionera más grandiosa de todos los tiempos.
Durante cerca
de ocho
siglos
y después de recias luchas con
tra los hijos del
Islam; el
pueblo español salió fortalecido; es
taba ya en condiciones
'de -extenderse
por todo un Nuevo Mun
do, de dar la vuelta
al orbe
y de proclamar a los cuatro puntos
cardinales que la
hurttanidad ya
había sido redimida, que Cristo
era el Hijo de Dios vivo y que el humano linaje sólo podrá en
contrar
la salvación si accede a transformarse en un hijo fiel
de la Iglesia Católica.
Ese gran hispanista que fue don Ramiro de Maeztu comen
ta, con emotiVas frases, la misión providencial que España rea
liza en aquel siglo XVI, en que un mundo nuevo y exótico apare
cía más allá del Mar Tenebroso:
«Toda España
es
_ misionera
en el siglo xvr... Lo mismo
los reyes, que los
-prelados,
que los soldados, todos los
españo,
les
del siglo
XVI parecen misioneros ... La España del siglo XVI
concibe la religión como un combate, en que la victoria depende de su esfuerzo» ( 17).
Por todo lo anterior consideramos que
la visión que presen
ciara Fray Martín de Valencia tiene un gran significado: era un
anticipo de la gran empresa que a España le aguardaba en esta
orilla del Atlántico.
El caso
es que
el emperador don Carlos envía misioneros a
tierras de la Nueva España y, el día 13 de mayo de 1524, en
San Juan de Ulúa
-(Veracruz),
desembacaron doce frailes fran
ciscanos, pequeña
conmni?3d que
viene_ presidida precisamente
por el austero y piadoso Fray Martín de Valencia.
Los nombres de estos doce primeros misioneros deberían de
estar inscritos
con letras de
oro en la Historia de
la Iglesia en
México, no
obstante la mayoría· de las gentes
los ignoran.
Estos
(17) Defensa de -'9 Hispanidad, Editorial Pobkt, J.• edic., Bi,~os
Aires, 1952, pág. 117.
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FORJADORES DE MEXICO
varones que un feliz día . llegaron a tierras mexicanas eran los
siguientes:
-Fray
Martín de Valencia.
-Fray
Francisco de Soto.
-Fray
Martín de Jesús o
de La Coruña.
-Fray
Juan Suárez.
-Fray
Antonio de la Ciudad Rodrigo.
-Fray
Toribio de Benavente.
-Fray
García de Cisneros.
-Fray
Luis de Fuensalida.
-Fray
Juan. de Ribas.
-Fray
Francisco Jiménez.
-Fray
Andrés de Córdoba (lego).
-Fray
Juan de Palos (lego).
Estos piadosos varones, abandonando
la paz conventual · de
que
disfrutaban en
España, se
decidieron un buen día a cruzar
el Atlántico y a internarse en tierras ignotas, mágicas y. miste
riosas.
Atrás lo dejaban todo: sus ancianos padres, sus buenos ami
gos, la patria querida y los gratos recuerdos de un pasado que
jamás habría de volver.
En cambio, el porvenir se les presentaba incierto.
Hernán Cortés, al enterarse de su llegada,
hizo llamar
a los
caciques y principales de las mayores poblaciones de México y, acompañado por ellos, salió al encuentro de los misioneros.
Al hallarse frente a ellos, el indomable conquistador de la
gran Tenochritlán se apeó del caballo, puso
las rodillas en tie
rra
y, de uno en uno, fue besando a todos las
marios. Inmediata
mente
siguieron su ejemplo Pedro de Alvarado y los demás capi
tanes y caballeros españoles.
Los indios no daban crédito a
lo que veían sus asombrados
ojos. No podían comprender cómo los poderosos blancos
-9ue
habían
logrado subyugar a los feroces
azteca8-' se humillaban
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
un insignificante gtupo de hombres desarmados que, por su hu
milde atuendo, semejaban unos mendigos.
¿ Qué extraños poderes poseían tan extraños e insignificantes
personajes?
Los indios -llenos de temor y sin comprender la
actitud de Cortés-
imitaron el
ejemplo de los conquistadores
procediendo a besar los hábitos
y las manos de los frailes.
Hernán Cortés
-el recio
capitán que
ganara innumerables
batallas
y que le diera al emperador don Carlos más dominios
que los que el monarca heredara de sus augustos abuelos- de
mostraba con su ejemplo cómo lo espiritual predomina sobre
lo material. Esta actitud de don Hernando la comenta Salvador de Ma
da,iaga del
siguiente modo:
«Esta escena fue la primera piedra espiritual de la Iglesia
católica en México ... Era, además, un acto en que el conquis·
tador, hombre de fuerza, ponía su fuerza a los pies del espíritu.
Hermosa escena para poner al lado de aquella otra en que Cor
tés, saltando 'sobrenaturalmente' con
la barra de hierro en la
mano, se alzó para atacar el rostro repugnante
del dios de la
sangre, como actos dramáticos tallados en la roca viva de
la his
toria con las líneas claras
y vigorosas de un carácter creador.
Esta ascensión
y esta humillación son los dos momentos más in
tensos de
la vida de Cortés» ( 6 ).
Los doce misioneros entraron en
la ciudad de México el 17
de junio de 1524 y, a partir de esa fecha, iniciaron una incan sable labor tendente a propagar la Fe de Cristo
y la civilización
humanística de la Europa del siglo
XVI.
Mariano Cuevas, S. J., al referirse a estos doce frailes lo
hace en los siguientes términos: «Este grupo de hombres, ver daderamente .espirituales, serán siempre considerados como los
padres de la Iglesia mexicana
y constituirán siempre una verda
dera gloria de la Iglesia
y de España. Con ellos, sencillamente,
vino
la civilización y desde entonces hay un México civilizado,
(18) Hernán Cortés, Editorial Sudamericana, 9.ª edic., Buenos Aires,
1973, págs, 578 y 579.
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FORJADORES DE MEXICO
formado por cuantos han vivido de los principios de la fe y de
voción que nos trajeron» ( 19). Era tal la pobreza en que vivían estos doce franciscanos que
los indios, al verlos, pronunciaban mucban veces
la palabra «mo
tolinia». Esto llamó la atención de Fray Toribio de Benavente,
quien preguntó a un español qué queria decir aquel vocablo tan
repetido.
Le respondió su paisano:
- Padre, «motolinia» quiere decir «pobre».
- Este es el primer vocablo que sé de esta lengua
-
Toribio- y para que no se me olvide, éste será de aquí en
adelante
mi nombre.
El insigne Motolinia nos daba de esta manera un fuerte tes·
timonio de su franciscano amor a la hermana pobreza. Este santo misionero
--{l lo largo de su apostolado- bautizó a más
de 400.000 personas y a
él se debe, en parte, la fundación de la
ciudad de Puebla, fundación que tuvo lugar
el 16 de abril de
1531. Los misioneros se dedicaron a aprender las lenguas indí
genas, lo cual constituyó una «obra de romanos», ya que, se
gún Orozco y Berra, en lo que hoy es la República Mexicana
existían más de 180 lenguas diferentes.
Para lograr esto, los misioneros tuvieron que s_ufrir nume
rosos contratiempos; pero en cuanto lo consiguieron su labor
evangelizadora se multiplicó, dando frutos copiosos al cabo de
unos años.
Como dato interesante diremos que los primeros religiosos
en dominar la lengua nahuatl fueron Fray Luis de Fuensalida y
Fray Francisco Jiménez, debiéndose a este último la composi
. ción
de una gramática que fue
de gran utilidad a los misioneros.
En medio de aquella babel, los misioneros se vieron en la
necesidad de buscar una lengua auxiliar y, para ello, se sirvie
ron del nahuatl, lengua que era dominante en casi todas las re
giones. del pais, puesto que
los indios sometidos a la domina-
(19) Historia de la Iglesia en México, Editorial Patria, 5.~ eclic.,
México, 1946, tomo I, pág. 181.
949
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ción azteca -en resumidas cuentas la mayoría de la pobla
ción- tenían por lengua el nahuatl o por lo menos eran bi
lingües. Con tal
. ardor
trabajaron los misioneros para difundir esta
lengua que, en 1584
--desde Zacatecas
hasta Nicaragua-, po
ros eran
los indios que no la conocían.
Los doce franciscanos fueron los fundadores de la familia
indígena en México, ya que contribuyeron a desterrar
la poli
gamia y a establecer el matrimonio católico entre los nuevos
miembros de la Iglesia. A partir de entonces, esa sagrada institución que es la fa
milia cristiana, arraigó profundamente en
nu.estra patria y hoy
en día constituye uno de los pilares más firmes sobre los que
se
asienta nuestra sociedad.
Otro dato interesante digno de recordar es que el primer
matrimonio se celebró en Texcoco, en el año de 1526.
Hace veintiséis siglos el pensador chino Kuan-Tsú decía: «Si
das pescado a un hombre, se alimentará una vez; si le enseñas
a pescar, se alimentará toda la. vida».
Aquellos pioneros de la evangelización comprendieron la ve
racidad de esta máxima oriental y, por ello, fue que se dedica
ron a instruir debidamente a los indios. Comprendían que no basta con predicar la dignidad del tra
bajo manual sino que es preciso
dar un paso más y ensefiar
también el modo de trabajar para poder ganarse honestamente
la vida; el indio que nada sabe, nada hace; por eso es que los
fraiJ.~s les enseñaron a ser herreros, carpinteros, albañiles, sas
tres,_ zapateros, etc.
Hablar con detalle de la ingente labor de estos santos fun
dadores de la Iglesia mexicana abarcaría una extensi6n digna de rebasar el propósito de este trabajo; por ello es
.que abreviamos
cit.ando
a don Alfonso Trueba, quien nos dice que «la pureza
de vida de
. los
primeros evangelizadores fue una predicación
viva y suplió la falta de milagros que hubo en la primitiva Iglesia.
»Los indios veían a los religiosos andar descalzos, con
há-
950
Fundaci\363n Speiro
FORJ_ADORES DE MEXICO
büps .de grueso __ sayal, cortos y rotos, dormir .. sobre un :¡,etáte
-con
un
palo o manojo. de bierbas secas por
cabe1;,:.ra, :.cubiertos
sólo
con sus mantillos viejos. Su comida era
tortilla_ de
maíz
Y
cbile, capulines o tunas. Sus casas, humildes y bajas. La: pobre
za y estrechura en que vivían eran tan grandes, 'que _San Fran
cisco
que viniera
de nuevo al mundo no les hiciera ventaja'.
»Admiraban los
indios en
los frailes el menosprecio de sí
mistnos,
la mansedumbre y la humildad; -su inviolable hon!'Sti
dad
no sólo en obras sino en
la vista y en palabras; el desprecio
del oro
y de todas.las cosas del mundo, la paz, el amor y la éa
ridad entre sí y con todos.
» Veían, además," cómo trabajaban sin descanso . por enseñar
les
i fueron testigos 'de _los_,denuestos;_ illÍ\Jrias y molestias que
sufrieron de los
qu.e ,un tiempo gobernaro)'.i el
reino,
y de la mu
cha paciencia
con
-que lo
llevaban.
»El
trato que .los nawrales recibieron
_de los frailes fue siem
pre amoroso.
Si- algunas cnlpas venían á sil noticia, procuraban
reprenderlos en secreto,
y en especial a los principales porque
la gente común no ·les perdiese el respeto y los mviese en poco.
»Por todas estas razones los indios cobraron entrañable amor
a los misioneros»
(20).
Por todo lo anterior, ni duda cabe que el gran edificio de
la nacionalidad mexicana fue obra exclusiva de la Iglesia Ca
tólica
y de la España tradicional; sin embargo, para poder cons
truirlo fue necesario cimentado sobre bases sólidas; Doce pode
rosas columnas, los doce primeros frailes. Robert Ricard tiene razón
cuando afirma
que
« solamente con
la llegada de los primeros misioneros franciscanos en 1524 co· menzó la evangelización metódica de
la Nueva España» (21).
Y para mayor abundamiento diremos que tan excelsa labor
ha merecido el reconocimiento incluso de historiadores anticle
ricales y de tendencias prosocialistas como don Jesús Romero
(20) Doce antorchas, Editorial Jus, 3.• edic., México, 1975, págs. 42
y43.
(21) Robert Ricard, op. cit., pág. 79.
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Flores -----
.de estos
apóstoles no tiene más remedio
que reconocer lo siguiente: «Necesitaríamos llenar centenares de páginas para relatar la
obra meritoria
de las órdenes monásticas en el primer siglo de
la colonia, en México, cuando hombres de
espíritu abnegado
supieron
llevar hasta el corazón de las más intrincadas serranías
una palabra de aliento a la raza oprimida por el encomendero;
los que escribían gramáticas
y vocabularios en los idiomas in
dígenas, reduciendo a reglas filológicas nuestros más humildes dialectos; los que fundaban colegios
y enseñaban en ellos las
lenguas de Homero
y de Virgilio, la filosofía y la retórica a los
hijos de los caciques indios; en una palabra, los que midieron
con sus
sandalias desde Guatemala hasta las Californias
y se des
mayaban en
el camino de hambre y de cansancio» (22).
Ellos pusieron las bases o sea las doce columnas que son
el
sostén de nuestra civilización occidental y cristiana en tierras
de
México. Después vendría toda una pléyade de apóstoles que seguirían
adelante con la obra evangelizadora hasta integrar
el México
católico que hoy conocemos. Pero de ese tema nos ocuparemos más adelante.
(Continuará en el próximo número)
(22) México, historia de una gran ciudad, Ediciones Morelos, l.ª edi
ción, México, 1953, pág. 101.
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