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Número 223-224

Serie XXIII

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Defectos y peligros de muerte de nuestra civilización

DEFECTOS Y PELIGROS DE MUERTE DE NUESTRA CIVILIZACION
Las tentaciones de la sociedad tecnológica: del placer, la Ji.
hertad sexual
y el riesgo de manipulación y esclavización
por las fuerzas que propugnan una mayor libertad.
«
Y sé que vosotros, como los ióvenes de vuestra edad de
"otros países os sentís afectados por lo que ocurre en la Sacie­
" dad que os rodea. Sin embargo, vosotros aún vivls en una at­
" mósfera

en la
que se
valoran de verdad los verdaderos
princi­
npios morales y religiosos. Tenéis que comprender que vuestra
"fidelidad a estos principios ha de ser testimoniada de diferentes
"maneras. La tradición religiosa y moral de Irlanda, la verdadera "alma de Irlanda, será acosada por las tentaciones que abundan
"en todas las sociedades de nuestro tiempo. Como a otros mu­ "chos ióvenes en diferentes partes del mundo, se os dirá que hay
"cosas que cambiar, que tenéis que tener más libertad, que te­
"néis que ser diferentes de vuestrós padres y que la decisión
"sobre vuestras vidas depende de vosotros, y sólo de vosotros.
»La búsqueda

de un creciente progreso económico
y la posi­
"bilidad de

lograr un mayor reparto de los bienes que ofrece la
"sociedad moderna, aparecerá ante vasotros como una dportuni­
"dad para lograr una mayor libertad. Cuanto más poseáis -es­
"taréis

tentados de
pensar~ más
os sentiréis liberados de todo
"tipo de ataduras. Para eliminar el esfuerzo y la preocupación,
"podéis sentiros tentados de tomar atajos morales en lo que
"concierne a la honestidad, la verdad y el traba¡o. El progreso "de la ciencia y la tecnología parece inevitable y podéis caer en
"la tentación

de buscar las respuestas a vuestros problemas en
"la sociedad

tecnológica.
"
»La tentación del placer, el tomarlo dónde y cuándo se en­
" cuentre,

será fuerte
y os será presentado
como parte del pro­
" greso

hacia una autonomia
y una
libertad mayores respecto de
"las leyes.
»El deseo de verse libre de las restricciones externas puede
"manifestarse con fuerza en el te"eno sexual, puesto que se
"trata de un aspecto estrechamente ligado a 'la personalidad hu-
291
Fundaci\363n Speiro

"mana. Los modelos morales que la Iglesia y la sociedad os han
"propuesto durante tanto tiempo, serán presentados como des­
"fasados y como

un estorbo
al desa"ollo completo

de vuestra
"personalidad. Los "mass-media", las diversiones y la literatura
"representarán un modelo de vida en que frecuentemente cada
"hombre
vive para

si
mismo y

en el que la
afírmaci6n sin limites
"del

propio yo no
de;a lugar a la

preocupaci6n por los
demás.
»Oiréis a muchos

deciros que
vuestras prácticas
religiosas
"están irremediablemente
desfasadas, que

dificultan vuestro es­
"tilo y vuestro

futuro, que con todo lo que es
capaz de
ofrece­
"ros el progreso social y cientlfico, podréis organizar vuestras
"propias vidas y que

Dios no cuenta ya.
Incluso muchas perso­
"nas religiosas adoptarán tales actitudes, inspiradas en la atm6s­
"fera circundante, sin darse cuenta del ateismo práctico que está
"en sus orlgenes.
»Una sociedad que de este modo haya perdido sus más altos
"principios

morales
y religiosos,
se convertirá en una presa fá­
,, cil

para la
manipulaci6n y
la
dominaci6n por
parte de fuerzas
"que, son pretexto de una mayor libertad, la esclavizarán
más aún.
»SI, queridos ¡6venes, no ce"éis vuestros d;os a

la enferme­
" dad

moral que acecha a vuestra sociedad
hoy, de
la cual no
"puede protegeros tan s61o vuestra
;uventud. Cubitos í6venes
"han

torcido sus conciencias y han
sustituido la
verdadera
ale­
,,
gr/a

de la vida por
las drogas, el sexo, el

alcohol, el vandalismo
"y 'la búsqueda

vac/a de
las meras
posesiones materiales».
JuAN PABLO II: Homilía en la Misa para la
juventud de Irlanda, del 30 de septiembre de
1979. L'Osservatore Romano, edición semanal
en lengua española, año XI, núm. 40 (562), do­
mingo 7 de octubre de 1979.
Preocupantes síntomas de una crisis profunda que amenaza
los fundamentos de la convivencia social. Necesidad de
u.na recuperación moral con los fermentos de la religión
cristiana.
«Las manifestaciones criminales de la violencia te"orista, ,,
"la creciente difusi6n del recurso a la droga, las concesiones a
"la permisividad moral en sus diferentes formas son, entre otros,
"fen6menos de los que esta, nuestra
ciudad, por
su condici6n
"de gran
metr6poli y

por el papel de capital de la naci6n, ha
"debido sufrir de manera particular
en estos últimos tiempos.
"No hay

persona
iuiciosa que

no se sienta lntimamente sacudida
"y turbada frente a es'los preocupantes slntomas de una crisis
292
Fundaci\363n Speiro

"profunda, que amenaza los fundamentos mismos de la con vi­
"vencía
social. La constatación de los males actuales hace es­
" pontánea

la comparación con los valores morales que hicieron
"grande a la antigua Roma, y que
Salustio sintetizaba con las
"conocidas

palabras
"Domi industria, foris iustum imperium, ani­
"mus in consulendo liber, neque delicto neque hbidine obno­ "xius" (Cat.,
52, 21).
»Son éstos los valores que, si bien con evidentes revisiones
"debidas al cambio
de las situaciones, es necesario consolidar, o
"recuperar,
para volver a dar serenidad a los ciudadanos,
dig­
"nidad

y vigor a
las instituciones
públicas, florecimiento a la
"vida económica. Ahora bien, en este empeño común para una
"recuperación moral, que aparece
cada d!a más

urgente,
la reli­
" gión

cristiana, que es la de la inmensa mayor/a de los romanos
"-por la nobleza de los ideales que propone, por
la fuerza arre­
"batadora

de los
e;emplos que

presenta, por las
energias espiri­
" tuales

y morales que es capaz de suscitar en los
ánimos bien
"dispuestos-,

se revela portadora de fermentos positivos extraor­
,, dinariamente estimulantes».
JUAN PABLO II: Alocuci6n al alcalde de Ro­
ma, a la Junta capitolina y a los demás miem­
bros del concejo municipal, el. 19 de enero de
1981. L'Osseroatore Romano, edici6n semanal
en lengua espaflola, año XIII, núm. 5 (631), do­
~ 1 de febrero de 1981.
El temor del hombre de que los productos de su geniali.i,;d
o de su iniciativa puedan volverse contra él convertidos en
instrumentos de su autodestrucción.
«El hombre actual parece estar siempre amenazado por lo
"que produce, es decir, por. el resultado del traba¡o de sus ma­
"nos
y
más aún por el traha¡o de su entendimiento, de las
ten­
" dencias
de

su voluntad.
lAs frutos de esta múltiple actividad
"del hombre se traducen muy pronto y de manera a veces
impre­
"visible

en ob¡eto de
"alienación", es
decir, son
pura y
simple­
"mente arrebatados a
quien los

ha producido; pero,
al menos
"parcialmente,-
en la linea indirecta de sus efectos, esos frutos
"se vuelven

contra el mismo hombre; ellos están dirigidos o
"pueden ser dirigidos contra él. En esto parece consistir el
ca­
"p!tulo
principal

del drama de la
l!xistencia humana
oontempóra­
"nea en su dimensión más amplia y universal. El hombre, por
"tanto, vive cada vez
más en el miedo. Teme que sus produc­
"tos, naturalmente no todos y no la mayor' parte~ sino algunos
293
Fundaci\363n Speiro

"y precisamente los que contienen una parte especial de su ge­
"nialidad y de su iniciativa, puedan ser dirigidos de manera ra­
"dical contra él
mismo; teme
que puedan convertirse en me­
,, dios e

instrumentos de una autodestrucción inimaginable, fren­
"te a la cual todos los cataclismos
y las catástrofes de la histo­
"ria que

conocemos parecen palidecer. Debe nacer, pues,
un in­
"te"ogante:
¿por

qué
razón este

poder, dado al hombre desde
"el principio

-poder por medio del
cual debía él dominar la
"tierra-se dirige contra sí mismo, provocando un comprensi­
"ble estado de inquietud, de miedo consciente o inconsciente, de
"amenaza que

de varios modos se comunicaa toda la familia hu­
"mana contemporánea
y se manifiesta ba¡o diversos aspectos?
»Este estado de
amenaza para
el hombre, por parte de sus
uproductos, tiene varias direcciones y varios grados de intensi­
"dad. Parece que somos cada vez más conscientes del hecho de
"que
la explotación de

la
tie"a, del
planeta sobre
el cual
vivi­
" mos,

exige una
planificación racional y honesta. Al mismo tiem­
"po, tal explotación para fines no solamente industriales, sino "también militares, el desarrollo de la técnica no controlado ni
"encuadrado en

un plan a
radio universal y auténticamente hu­
" manística, llevan muchas veces consigo la amenaza del ambien­
"te natural del hombre, lo ena;enan en sus relaciones con la na­
"turaleza
y lo apartan de ella. El hombre parece, a veces, no per­
"cibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente "aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato
y consumo.
"En cambio, era voluntad del Creador que el hombre se pu­
n siera en contacto con la naturaleza como "dueñon y "custo­
" dion inteligente y noble, y no como nexplotador" y 11destruc­
"tor" sin
ningún

reparo».
JUAN PABLO II: Carta encíclica «Redemp­
tor horirinis>, del 4 de marzo de 1979. L'Osser­
vatore Romano, edición semanal en lengua es,.
pañola, año XI, núm. 11 (533), domingo 18 de
marzo de 1979.
Las marcas del miedo al futuro y del materialismo práctico.
« ... Países que están marcados actualmente de una forma
"especial por el miedo al futuro
y por el materialismo práctico.
"Y a

nadie se le escapa que también los cristianos han sido al­
" canzados

por este
esplritu; que

las ideas de muchos de ellos
se
"limitan

sobre todo al bienestar propio, a la posesión material
"y al goce. ¡Sed conscientes de este peligro! Con este replegmse
294
Fundaci\363n Speiro

"sobre si mismo y esta ambición, el hombre construye como dice
"Kolping, 'barreras en torno a su coraz6n'».
JUAN PABLO II: Mensaje al Congreso Inter­
nacional de la Sociedad Kolping, celebrado en
Insbruck. L'Osservatort Romano, _ edición sema­
nal en lengua• española, áño XIV, núm. 29 (707),
domingo 18 de julio de 1982.
Aspectos negativos de las teenologías modernas.
«El invento de las máquinas, cada vez más perfectas, alivia
"al
hombre
de la fatiga física y le ayuda en el traba¡o inte­
"lectual
no creativo, pero ha provocado también una situación
"de dependencia del hombre con
_relación a

la máquina.
El
"desarrollo de las tecnologías utilizadas por algunas industrias
"degrada el amb_iente
y provoca desequilibrios ecológicos, que
"dañan,
a veces gravemente, la vida de los individuos y de las
"poblaciones.
La contaminación

de los alimentos, causada por la
"utilización de

productos para proteger las cosechas de los in­
" sectos y otras causas nocivas, crea- preocupaciones no pequeñas
"por la salud de los hombres. ·
»Se
deben manifestar serias reservas en lo concerniente a la
"aplicación de técnicas de ingeniería
genética al
hombre.
La
"técnica podría constituirse, sin embargo, si se aplicara recta­
"mente, en un valioso instrumento para resolver- graves proble­
" mas, comenzando por el del hambre y la enfermedad, mediante
"la
producci6n de variedades de plantas más avanzadas y resis-
-"tentes

y de
muy útiles
medicamentos.
"
»A causa de los aspectos negativos de las teconologias mo­
n dernas, muchos ven hoy la ciencia con Un· sentimiento de grave
"preocupación. Estoy convencido de que las Academias de las
"Ciencias, por estar compuestas de cient!ficos de altura y de /ir­
" me

honradez, por disclpulos fieles
y buscadores de la verdad,
"pueden dar una
valiosa respuesta a las preocupaciones extendi­
" das

por el mundo contemporáneo,
mediante su autoridad cien­
" t!fica y

su independencia y libertad de
~uicio; y con

ciencia y
"conciencia pueden encauzar
.las tecnologlas

hacia el verdadero
"bien del hombre.
·
»Frente

a intereses creados
y poderes faltos de escrúpulos,
"ésta es una tarea ardua, pero es una misión noble y hermosa,
"inseparable de la fatiga de la investigación cientlfica y unida
indisolublemente a la conciencia moral del cient!fico. Es una mi­ "sión propia de cada investigador
y de

la comunidad universal
295
Fundaci\363n Speiro

"de los científicos, comprometiéndoles en favor del verdadero
"bien de los individuos, de las naciones
y de
toda
.la humanidad. ,,
»Hoy, como nunca, la ciencia debe contribuir con toda su
"fuerza al verdadero
progreso del hombre y debe ale¡ar la ame­
"naza inminente del·' uso delictivo

de
sus descubrimientos.
Se
"impone, por tanto, la necesid4(1 de que la comunidad de cien­
"t!ficos, sabiendo que la
ciencia constituye

un elemento esencial
"del
desa"ollo humano,

vele por el recto uso de las investiga­
"ciones al

servicio del hombre.
»Hoy no

existen ya las
vie¡as antimonias
entre la verdadera
"ciencia y la auténtic4 fe».
JUAN PABLO II: Discurso del Papa a los par­
cipantes en la asamblea organizada por la Aca­
deinla Nazionale delle Scienze. L'Osservatore
Romano} ·edicl6n semanal en lengua española,
año. XIV, núm. 42 (720), domingo 17 de oc-tubre · de 1982. ·
El poder del hombre sobre oqo hombre es cada vez más duro,
pues deja de
sáher gobernarse
a medida que
áhandona su
alianza con la sabiduría eterna.
«El hombre de nuestros días ha aumentado de manera con­
" siderable

su poder sobre
la tie"a, e incluso piensa en su ex­
''pansión más allá de n11estro planeta.
»Se puede

decir, también, que
el poder del hombre sobre
"otro hombre
se hace cada vez más duro. A medida que aban­
,, dona

la
alianza con

la sabiduría
eterna, va
deiando de saber
ngobernarse a sí. mismo} y .no_ sabe, tampoco gobernar a los de­
"más. ¡Qué apremiante se ha hecho la cuestión de los derechos
"fúndamentales del hombre! ¡Qué rostro tan amenazador pre­
"sentan
el totalitarismo
y el imperialismo en los que el hombre
"deja de ser sujeto, que equivale a decir que de;a de contar como
"hombre! ¡Cuenta sólo
,;omo un número y un objeto!».
296
JUAN PABLO II: Hornilla durante la Misa ce­
lebrada en ~ aeropuerto Le Bourget, domingo
1 de junio de 1980; L'Osservatore Romano, edi­
ción semanal en lengua española, año XII, nú­
mero 23 (597), qomingo 8 de junio de 1980.
Fundaci\363n Speiro

El terrorismo.
«"He aquí el tiempo de los asesinos!). Sí, esto es nuestro
"tiempo; la luz del día parece oscurecerse en la "noche y en la
"niebla" de otros días interminables que jamás hablamos creído
"pudieran volver.
»Pero nuestro tiempo grita también contra el espectro gélido
"de
Satanás, que

seduce al odio, al desprecio de todo
valor y del
"valor supremo q,ue es

la vida. Pero el
,,tiempo de

los asesinos"
"es también el tiempo que grita no odiar
más, no

despreciar
más,
"no
matar

más. Es
un grito

que
jamás debe

extinguirse; este
"grito podrá salvarnos porque es el de los hombres de buena
"voluntad.
·
»"Sentimos
profundamente

lo que tú, oh
Cristo, has queri­
'Jdo enseñarnos con tu oración":· "y líbranos del ·maJ.". -Porque
"en días como éstos,_ es cuando el mal parece sobrepasarnos,
"parece que nos arrastra -a pesar de la oración y .. de nuestro
"querer-lejos

de tu amor. Te pedimos, Señor,
que nos ayudes
"a
creer

cada vez más fuertemente
que al "tiempo de los ase.s.i­
"nos"
s6lo

podemos oponer el tiempo del amor
y de la esperan­
nza, que_ no se consumen. Te pedimos que junto a los féretros,
"ante las lágrimas de las madres y de ·los hijos, y ante su terri­
"ble soledad, junto con tu
amor crucificado

no falte nuestra pre­
"sencia fraterna.

Te pedimos para que se cumpla tu voluntad
" de

amor en esta
tierra, para

que no haya atropellos, para que
"podamos hacernos

cada
vez más

capaces de resistir
y oponernos,
"con todas nuestras fuerzas _espirituales
y con todas nuestras
"obras
clvícas, al

engaño del
odio».
JUAN PABLO II: Comunicación del 3 de mayo
de 1979, al Cardenal Vicario Hugo Poletti.
L'Osservatore Romano, edición semanal en len·
gua espafiola, afio XI, núm. 19 (541), domingo
13 de mayo. de 1979.
Los peligros más amenazadores son los. de naturaleza moral.
«Los peligros más amenazadores son los de naturaleza mo­
"ral, tanto por lo que respecta a los individuos, como también á
"las familias y a toda la sociedad».
JuAN PABLO-U: Homilía en la Misa celebra­
da en la Parroquia romana de Jesús Obrero Di­
vino, el domingo 25 de octubre. L'Osservatore
Romano, edición semanal en lengua española,
afio XIII, núm. 44 (670), domingo 1 de no-
viembre de 1981. -
297
Fundaci\363n Speiro

La muerte de la conciencia amenaza al hombre contempo­
ráneo.
«El hombre <;ontemporáneo experimenta la amenaza de una
"impasibilidad espiritual y basta
de la
muerte de la conciencia;
"y esta

muerte es algo más profundo que el pecado: es la
eli­
"minación

del sentido del pecado. Concurren hoy muchos fac­
"tores para matar la conciencia en los hombres de nuestro tiem­
"po. Y esto
corresponde a

la realidad que
Cristo ha
llamado
"pe­
"cado

contra el Esp!ritu Santo". Este pecado
comienza cuando
"al hombre

no le dice ya nada la Palabra
de la
cruz como el
"grito último del
amor, que

tiene el poder de rasgar los cora­
"zones.
Scindite corda vestra-
"
»Aceptemos, por tanto, la advertencia de San Pablo que nos
"exhorta
"a no
recibir en vano la gracia de Dios" (2
Cor., 6, 1),
"más aún,

a entender
y experimentar la realidad maravillosa de
"que "el que es de Cristo se ha hecho criatura nueva"
(ibíd.,
"5, 17)».
JUAN PABLO II: Alocución dominical del 8
de abril de 1979. L'Osservatone Romano, edi­
ción semanal en lengua españolla, año XI, nú­
mero 14 (536), domingo 8 de abril de 1979.
Se han producido acondicionamientos materiales y econonn­
cos

por
disminuir la sensibilidad por la dimensión espiri­
tual de la existencia humana.
«Un análisis crítico de nuestra civilización contemporánea de­
"-muestra que

ella, sobre todo durante el último siglo, ha
con­
"tribuido,

como nunca lo babia hecho anteriormente, al desarro­
"llo de los bienes materiales, pero ha engendrado tambMn, en
"teoría y más aún en la práctica, una serie de actitudes que, en
"medida más o menos relevante, han hecho disminuir la sensi­
"bilidad por la dimensión espiritual de la existencia humana;
"y, esto, a causa de ciertas premisas7 que han vinculado preva­
"lentemente el sentido de la vida humana a múltiples condicio­
"namientos materiales y económicos, es decir, a las exigencias
"de la producción, del mercado, del consumo, de la acumulación
"de riquezas o de la burocratización con que se trata de orga­
" nizar los correspondientes procesos. Y, esto, ¿no es fruto tam-
298
Fundaci\363n Speiro

"bién de haber subordinado el hombre a una sola concepción y
"esfera de valores?».
JUAN PiIBLO II: Alocuci6n del 2 de octubre
de
1979 a la Asamblea General de la Organi­
zación de las Naciones Unidas, en Nueva York.
VOsservatore Romano, edición semanal en len­
gua eapafiola, año XI, núm. 41 (563), domingo
14 de octubre de 1979.
Qué rechazan los sanedrines del mrindo contemporáneo.
«En el curso de los siglos cambian los sanedrines que exi­
"
gen
el silencio, el abandono o la deformación de esta verdad.
"Los
sanedrines del mundo contemporáneo son totalmente di­
"versos, y son muchos. Estos sanedrines son cada uno de los
"hombres que rechazan la verdad divina; son los sistemas del 11pensamiento humano, del conocimiento humano; son las diver­
"sas concepciones del mundo y también los diversos programas
"del comportamiento humano; son también
las varias formas de
"presi6n
de la llamada opinión pública, de la civilización de ma·
"sa,
de

los medios de comunicación social de tinte
materialista,
"laico, agnóstico, anti-religioso; son, finalmente, también algunos
"contemporáneos sistemas de gobierno que -si no privan to­
"talmente a los ciudadanos de la posibilidad de confesar la fe­
" al

menos la limitan de diversos modos, marginan a los creyentes
11y los convierten como en ciudadanos de categoría inferior ... y
"ante todas estas formas modernas del Sanedrln de entonces, la
"respuesta de la fe es siempre la misma: "Es preciso obedecer
"a Dios antes que a los hombres". "El Dios de nuestros padres
"resucit6 a Jesús a quien vosotros habéis dado muerte suspen­
"diéndole

de un madero ... Nosotros somos testigos de esto y
"lo es también el Esplritu Santo ... " (Act., 5, 29·32).
»Es

preciso obedecer a Dios antes que a los hombres"».
JuAN PiIBLO II: Homilía en la Misa celebra­
da durante la visita pastoral a la parroquia ro­
mana de Santa Marfa Reina de la Paz, 20 de
abril, tercer domingo de Pascua. L'Osservatore
Romano, edici6n semanal en lengua española,
año XII, núm. 17 (591), domingo 27 de abn1
de
1980.
Manipulaciones ideológicas de las pasiones que hacen nacer
la guerra del corazón del hombre.
«Es cierto que las pasiones nacen muchas veces de frustacio­
"nes

reales
de individuos y pueblos, cuando ven que otros se han
299
Fundaci\363n Speiro

"negado a garantizarles ·la existencia, o cuando los sistemas socia­
"les están atrasados con relaci6n al buen funcionamiento de la
"democracia
y de la participaci6n en los bienes. La injusticia es
"ciertamente un gran vicio en el corazón del hombre explota­
" dor. Pero las pasiones se cultivan, a_ veces, intencionadamente.
"La guerra dificilmente se desencadena si las poblaciones, de
"una parte y otra, no sienten fuertes sentimientos de hostilidad
nrecíproca,
o

si no se persuaden de que sus pretensiones anta­
" gónicas

afectan a sus intereses
vitafos. Esto
es precisamente lo
"que explica las manipulaciones ideológicas provocadas por una
"voluntad agresiva. Una
vez que
se desencadenan las luchas, la
"hostilidad no de¡a de crecer, porque se alimenta de los sufri­
"mientos
y atrocidades que se acumulan por ambas partes. Pue­
,, de

nacer de ahi una psicosis de odio.
»Por tanto, el hecho de recurrir a la violencia
y a

la guerra
"proviene, en definitiva, del pecado del hombre, de la ceguera
"de su espíritu, o del- desorden de su corazón, que invocan la
"in;usticia como

motivo para desarrollar o endurecer la tensión
"o el conflicto.
:;Sí, . la guerra nace

verdaderamente
en el corazón del hom­
"bre que peca,
desde que la envidia y la violencia invadieron el
"corazón de Caín contra su hermano Abet según la antigua na"
"rración !Jiblica, ¿No se produce en realidad una ruptura ·aún
"más

profunda,
cuando los hombres se hacen incapaces de po­
"nerse de acuerdo sobre la distinci6n entre el bien
y el mal, y
"sobre los valores de la vida de los que Dios es autor y garan­
"te? ¿No explica
esto quizá

que el
"coraz6n" del

hombre vaya
"a la

deriva sin
llegar a

hacer la
paz con

sus seme¡antes sobre
"la base de la
verdad, con

genuina rectitud
y benevolencia?
»El
'restablecimiento de

la
paz seria

también de
corta dura­
,, ción y totalmente iluso1'io si no· se diera un auténtico cambio
"det'coraz.ón.' La historia nos ens "nes"
por

las que se
babia suspirado
cuando un
pais se
encon­
"traba ocupado o con sus libertades conculcadas, decepcionaron
"en la-medida en ijue lós responsableü y los ciudadanos man­
"tuvieron su estrechez de espiritu, sus intolerancias, durezas y
"antagonismos. También en la Biblia, los Profetas denunciaron
"estas liberaciones efimeras sin que el coraz6n hubiera cambia­
" do verdaderamente, sin que se hubiera "convertido,,».
300
JuAN PABLO II: Mensaje para la celebraci6n
de la «Jornada mundial de la Paz», 1 de enero
de 1984. L'Osservatore Romano, edición en len­
gua española, año XV, nóm. 52 (782), domingo
25 de diciembre de 1983.
Fundaci\363n Speiro

Las tres corrientes actuales: la espiritual y c:ristiana,. la del
"liberalismo laicista
y la del "marxismo" ateo.
«Veo, ante todo, el estrato profundo y espléndido del cristia­
"nismo, la corriente espiritual y cristiana que ha tenido también
"su apogeo "contemporáneD", siempre vivo y presente, como ya
"he dicho. Pero en ese coniunto han apareciáo las otras, bien
"conocidas, corrientes de una potente elocuencia
y eñcacia ne­
" gativa. Por una parte, está toda la herencia racionalista, üumi­
" nis ta,

cientifista del llamado
"liberalismo" laicista en

las na­
" ciones del Occidente, que ha traido
co11sigo la negación radical
"del

cristianismo; por otra parte, está la ideologia
y la
práctica
"del "marxismo" ateo, que ha llegado, puede decirse, a
las ex­
"tremas consecuencias de sus postulados materialistas en las di­
"versas denominaciones actuales».
JUAN PABLO II: Alocución al pueblo de Tu­
rín en la plaza Vittorio. L'Osservatore Roma­
no, edición semanal en lengua espafiola, afio
XII, núm. 16 (590), domingo 20 de abril de
1980.
Profundo abismo entre una sociedad secularizada y las exi­
gencias del Evangelio.
«Entre las costumbres de una sociedad secularizada y las exi­
"gencias
del Evangelio,
media un
profundo abismo.
Hay mu­
"chos que querrían participar en
la vida

eclesial, pero ya no en­
"cuentran ninguna relaci6n entre su propio mundo y los
prin­
"cipios cristianos. Se cree que la Iglesia, sólo por rigidez, man­
" tiene sus normas, y que ello choca contra la misericordia que
"nos enseña Jesús en el Evangelio.
Las duras exigencias de Je­
"sús, su palabra:
"Vete y no peques más" (Jn., 8, 11), son pa­
"sadas por alto».
JuAN PABLO II: Alocución a la Conferencia
Episcopal alemana reunida en el seminario de
Fulda el 17 de noviembre de 1980. L'Osserva­
tore Romano, ec:lici6n semanal en lengua espa­
fiola, afio XII, núm. 48 (622), domingo 30 de
noviembre de 1980.
Nuestra civilización, estrechamente vinculada con el desarro~
]lo de la ciencia y de la técnica, entrevé la necesidad del
esfuerzo intelectual y físico, pero ha perdido notablemen­
te el sentido del esfuerzo
del espíritu.
«La corriente principal de la Cuaresma debe correr a través
"del hombre interior,
a través
de corazones y conciencias. En esto
"consiste el esfuerzo esencial de la penitencia. En este esfuerzo
301
Fundaci\363n Speiro

"la voluntad humana de convertirse a Dios es investida por la
n grac{a prevenietite. de conversión y, al mismo tiempo, de per­
,, dón y liberación espiritual. La penitencia no es sólo un esfuer-
11zo, una carga,. sino también una alegría. A veces es una gran
"alegria del espíritu humano, alegria que otros manantiales no
"pueden dar. »Parece que el hombre contemporáneo baya perdido, en cier­
"ta medida,

el sabor de esta alegría. Ha perdido, además, el sen­
"tido profundo

de aquel esfuerzo espiritual que
permite volver
"a encontrarse

a
si mismo
en toda la
verdad de
la intimidad
"propia. A esto contribuyen muchas causas y circunstancias que
"es difícil

analizar en los
límites de
este discurso. Nuestra civi­
"lización -sobre

todo en Occidente- estrechamente vinculada
"con el desarrollo de la
ciencia y

de la técnica, entrevé la nece­
"sidad del esfuerza intelectual

y
flsico; pero
ha perdido notable­
"mente el

sentido del esfuerzo del
esplritu, cuyo
fruto es el
"hombre visto en sus dimensiones interiores.
»En fin, el hombre que vive en las corrientes de esta civi­
"lización pierde
muy frecuentemente
la propia
dimensión; pier­
,, de

el sentido interior de la propia humanidad. A este hombre
"le resulta

extraño tanto el esfuerzo que conduce al fruto hace
"poco mencionado, como la alegría que proviene de él: la ale­
" gr/a

grande del descubrimiento y del encuentro, la alegría de
"la conversión
(metánoia), la alegria de la penitencia».
JuAN PABLO II: Catequesis en la Audiencia
general del miéttdles 28 de de febrero de 1979.
L'OssetVatore Romano, edición semanal en len­
gua española,afío XI, núm. 9 (531), domingo 4
de marw de 1979.
La civilización requiere que en el hombre predomine el "ser
más"

sobre
el "tener más". Una civilización con perfil
puramente

materialista condena
al hombre a la esclavitud.
«Si nuestro_ tiempo, el tiempo de nuestra generación, el tiem-
"po que se está acercando al
final del segundo milenio
de nues­
"tra era cristiana, se nos revela como tiempo de gran progreso,
"aparece también como tiempo de múltiples amenazas para el
"hombre, de las que la Iglesia debe hablar a todos los hom­
"bres de buena voluntad y en torno a las cuales debe mantener
"siempre un diálogo con ellos. En efecto, la situación del hom­
"bre en el mundo contemporáneo parece distante tanto de las
"exigencias
obietivas del

orden moral, como de las exigencias de
"la _justicia o, aún más, del amor social. No se trata áquí más
"que de aquello que ha encontrado su expresión en el primer
"mensa¡e del Creador, dirigido al
hombre·-en

el momento en que
302
Fundaci\363n Speiro

"le daba la tierra para que la "sometiese". Este primer mensaje
"qued6 confirmado,

en el misterio de
la Redención,
por Cristo
"Señor. Esto está expresado por el Concilio Vaticano II en los
"belllsimos capítulos

de sus enseñanzas sobre la
"realeza" del
nhombre, es decir, sobre su vocación a participar en el ministerio
"regio -munus regale--de Crista mismo. El sentido esencial
"de
esta "realeza" y de

este
"dominio" del
hombre sobre el
"mundo visible, asignado
a él

como cometido por el mismo
Crea­
,,
dor,

consiste en la prioridad de la ética sobre la
técnic17, en el
"primado de la persona sobre las cosas, en la superioridad del
"espiritu sobre la materia.
»Por esto es necesario seguir atentamente todas las fases del
"progreso actual: es necesario hacer, por decirlo
as/,
la
radiogra­
"fía de cada una

de las
etapas, precisamente
desde este punto
"de vista.

Se trata del desarrollo de
las per,onas y no

solamente
"de la multipücacíón de

las cosas, de
las que
los hombres pue­
"den servirse.

Se trata -como ha dicho un
filósofo contempo­
"ráneo
y como ha afirmado el Concilio--no

tanto de "tener
"más" cuanto de "ser más". En efecto, existe ya un peligro real
"y perceptible de que, mientras avanza enormemente el dominio
"por parte

del hombre sobre el mundo de
las cosas;
de este do­
"minio suyo pierde los hilos esenciales,
y de

diversos modos su
"humanidad está sometida a ese mundo,
y él mismo se

haga ob­
"jeto de múltiple manipulación, aunque, a veces., no directamente
"perceptible, a través de toda la organizaci6n de la vida comu­
"nitaria, a

través del sistema de producción,
a través
de la pre­
"sión de

los medios de comunicación social. El hombre no pue­
,, de renunciar a sí mismo, ni al puesto que le es propio en el
"mundo visible, no puede hacerse esclavo de las cosas, de los
"sistemas económicos,

de la producción
y de
sus propios pro­
"ductos. Una
civilización con

perfil puramente
materialista con­
" dena al hombre

a
tal esclavitud,
por
más que tal vez, induda­
"blemente,

esto suceda contra las intenciones
y las premisas

de
"sus pioneros.

En la
ra/z de
la .actual solicitud por el hombre
"está sin

duda este problema. No se trata
aquí solamente
de dar
"una respuesta

abstracta a la pregunta: qutfn es el hombre;
"sino que se trata de todo el dinamismo de la vida
y de la ci­
" vilización. Se

trata del sentido de
las diversas

iniciativas de la
"vida cotidiana y, al mismo tiempo, de las premisas para nume­
"rosos programas de civilización, programas politicos, económi­
''cos, sociales, estatales
y otros muchos».
JuAN PA1'LO II: Carta-Enclclica «Redemptor
hominis» del 4 de marzo de 1979. L'Osserva­tore Romano, edici6n semanal en lengua espa~
ñola, año XI, núm. 11 (533), domingo 18 de
marzo de

1979.
303
Fundaci\363n Speiro

EL· drama de fondo· de nuestra civilización.
«Cuanto más se impone y agiganta el progreso · material,
"tanto

más teme el hombre
ser aplastado
por
·sus conquistas.
de
"las cuales también se

gloria. Siente,
pues, cada vez más palpi­
"tante en si mismo la necesidad de la salvaci6n. Y se da cuenta
"de que

la fuente de la salvaci6n no puede encontrarla en los
"recursos de sus· propias manos, sino que debe· buscarla fuera:
nmás aúnJ por encima de sí. Ya que, como repetía Pascal, no
"es verdaderamente humano sino lo que supera al hombre ( cf.
"Pensées 434, ed. Brunschvich).
»Las cruces que marcan el camino de la historia en la
últi­
"ma
fracci6n

del siglo XX -sobre las
cuáles habéis
reflexio­
"nado atentamente-

delinean el drama de fondo de nuestra ci­
"vilización. Por lo demás, vosotros mismos sois testigos, con
"frecuencia, de cómo se repite en nuestros dias el martirio del "G6lgota, la
crucifixi6n del
hombre contemporáneo, la escanda­
"losa violaci6n de los derechos
y libertades

de
la persona hu­
"mana
en todas las latitudes.
»Entre las avalanchas de
crisis que

se suceden con sorpren­
,, dente

puntualidad; entre las desilusiones, temores, desorient11cio­
"nes; entre

los múltiples fen6menos de degradaci6n espiritual,
"moral
y social,

se
inte"ogan preocupados

los esplritus sensibles
"a la

cultura
y los

hombres que se apoyan en
la sabidurla
ele­
"mental
y, al

buscar el camino de la serenidad, de la fraterni­
"dad, de la
paz, invocan

un principio superior.
»Aun cuando sea imprecisa
y vaga,

la necesidad de la re­
"denci6n palpita con particular intensidad en este epilogo del
"segundo milenio.
La cruz de Cristo se impone a todos indistin­
"tamente con muda
y poderosa
elocuencia, a la cual
continúa
"presiándole

la Iglesia su propia
voz, con humildad y confianza.
"Y es consolador que incluso muchos entre quienes no se reco­
" hocen en ella, admiten cada vez con _mayor convicción su apor­
" tación a los valores del hombre, de la sociedad, de la civiliza­
"ci6n».
304
JuAN PABLO II: Discurso a los periodistas,
con ocasión del Jubileo en la Redención, el 27
de-enero. L'Osservatore Romano, revista sema­
nal en lengua española, año XVI, núm. 6 (788),
dominB(> 5 de febrero de 1984.
Fundaci\363n Speiro