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Número 225-226

Serie XXIII

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30 de mayo de 1984, festividad de San Fernando

30 DE MAYO DE 1984, FESTIVIDAD DE SAN FERNANDO
Un año más, los amigos de la Ciudad Católica nos hemos
reunido para conmemorar la festividad de aquel gran político
y católico que fue San Femando. Y, ¡cómo no!, empezamos de la mejor manera posible, ce­
lebrando todos juntos la Santa Misa en la Iglesia de Montserrat
de los Benedictinos. Celebró la Misa el Padre Dionisio Alar­ cón, O, S. B., quien en su homilía, después de recordar las vir­
tudes de San Femando, nos habló acerca de
la Iglesia. La Iglesia,
dijo, tiene la misma misión en todos los tiempos: evangelizar.
Y esto, tanto en sus primeros tiempos como ahora, pues, en_ efec­
to, el mensaje sigue siendo el mismo, a pesar de que ahora se
intente ponerlo en tela de juicio en varias de sus partes funda- mentales ( divorcio, aborto, libertad ... ).
·
Hablando

de la Ciudad Católica dijo que sus socios buscan
profundizar en las enseñanzas sociales de la Iglesia y, por tanto, aunque sus miembros no son políticos, contribuirán a la labor
política, ya que sólo se puede emprender una labor de este tipo desde el punto de vista de la Iglesia, que no es otro que el
orden natural. El Evangelio impone al creyente una impetiosa
obligación: «Id al mundo entero
y predicad el Evangelio». Y
como ser discípulo de Cristo supone imitar su manera de vivir,
resulta que los católicos no nos podemos quedar con los brazos
cruzados.
Pero, señaló oportunamente, no puede existir apostolado
alguno sin oración. Y en esto nos puede servir de ejemplo tam­
bién San Femando, que siempre tuvo la oración como la repa­ radora de las fuerzas gastadas por los deberes de Estado y que
jamás renunci.6 a ella, pese a tener que sacar tiempo, en ocasio­
nes, de las horas destinadas al reposo.
Por último, el Padre Alarcón señaló que nuestra doctrina es
la verdadera porque sólo ella tiene frutos de felicidad eterna. Al acabar la Misa nos dirigimos al restaurante «Jai-Alai».
donde celebramos nuestra tradicional cena de hermandad. A
los postres, como
ya es

habitual, nos dirigieron la palabra Be­
goña García-Conde_. Juan Carlos
Garc!a de

Polavieja
y Vicente
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Marrero. Tras unos pequeños problemas técnicos, pudo por fin hablar
Begoña. En su alocución señaló la triste situación de nues­
tra Patria en la actualidad debido al desmoronamiento de los
valores morales. Señaló que, del mismo modo que cuando un
hombre se olvida de Dios consigue perjuicios en vez de bene­
ficios, así cuando un pueblo se separa de Dios no consigue
nin­
gún bien, sino al revés. El problema del hombre moderno es que
ha renunciado a Dios, compo_rtándose como una máquina pro­
gramada. Por eso, recordó Begoña, Ciudad Católica busca la
formación de élites dedicadas con especial empeño a la forma­
ción
y a la acción, porque su objetivo final es la sociedad ca­
tólica.
En su discurso,
Juan Carlos dijo que si a Dios se le debe
todo poder y toda gloria, no podemos menos que obedecer a su Voluntad y tratar de que se respeten sus designios sobre la
sociedad.
El edificio cristiano, dijo, ha sido devastado por la Revolu­
ción. Pero, en comparación con las invasiones del siglo v que
atacaban de frente, ahora sufrimos un ataque interno, mucho
más dañino y peligroso. Y por eso sufrimos una caída progre­
siva desde el siglo xv.
«Este
año», dijo, -«la Iglesia

ha apelado al poder maravilloso
de la Redención», es un grito desesperado por salvar la civiliza­
ción de una doble catástrofe atómica y moral, propiciada por
la
Revolución a través de dos movimientos fundamentalmente: el
ecologismo y la Teología de la Liberación.
Sentimos tristeza por un mundo que se nos va, pero a la
vez alegría, porque sabemos que después de él nos aguarda una
nueva sociedad. Vivimos, dijo Juan Carlos, en una época que
nos presenta el reto de afrontarla con una perspectiva sobrena­
tural, ya que sólo Dios puede salvarnos en estas circunstancias.
Por último, intervino Vicente Marrero. quien hablando· de
San Fernando
y citando a Don Marcelino Menéndez y Pelayo
dijo: «¿Quién iba a pensar que un hijo, fruto de un matrimonio
incestuoso, llegase a ser el único Rey Santo de España?». Esto,
indicó, nos dem-Úestra que «Dios escribe derecho con renglones
torcidos», y de ahí la importancia de la fe.
En estos momentos en los que el catolicismo ha sufrido la
mayor derrota de su historia no podemos renunciar a
la concep­
ción católica, que pertenece a la esencia del español. Pues, se­
gún sefialó nuestro compañero, todo en España tiene unas raí~
ces tan profundamente cristianas que es imposible arrancarlas
todas sin romper en el español todo lo que le puede configurar
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como espafiol. Si VlVllDOS este ambiente derrotista es debido a
una falsa interpretación de la religión, pero todo
a nuestro alre­
dedor sigue siendo :tdigión. Terminó sus palabras recordando la idea principal de su dis­
curso, que es Dios
el que lleva la iniciativa por caminos aparen­
temente extraños, pero para conseguir, de un modo U otro, los
fines que se había propuesto.
Era casi la una de la madrugada
y, lentamente, nos fuimos
despidiendo. En las mentes de todos los asistentes, por lo menos así lo creo, quedó flotando una vaga comparación entre San Fer­
nando
y nuestros actuales gobernantes. Y una oración ...
Agustín Losada Pescador.
DISCURSO DE BEGOJ',A GARCIA-CONDE DEL CASTILLO
Queridos amigos:
Un año más 'nos hemos reunido para honrar a tr6n, San Fernando. La Iglesia celebra hoy, 30 de mayo, ÜJ festividad
de
Un Rey Santo

que dedicó su vida al servicio de una causa
S y al que su triple faceta de conquistador, gobernante y santo, le llev6
en busca de una sociedad_ cristiana. auténtica, de u!n auténtico Estado
Cristiano.
Momentos antes de venir a compartir esta cena de hermandad, he­
nws estado

juntos en Misa, hemos comulgado juntw, y ;untos todoS,
cada uno en su intimidad, hemos pedido a San Fernando, a Nuestro
Señor Jesucristo y a Nuestra Santisima Madre por Es¡,aña. Por esta
España nuestra que contempla sin el más ligero atisbo de escalofrlo, el
desmoronamiento
de
l()S principios morales

con que se
había construido
la

civilización cristiana.
Y o estoy segura que a nuestra petición se han
Uµido aquéllos que ahora echamos de menos por haber compartido ayer
con nosotros
otras cenas y que hoy están celebrando el dia con el mis­
mísimo San Fernando. A ellos, seguro, les ha oído me;or que a nosotros.
Por eso a ellos
nos confiamos.
Pero

la
celebración de la Festividad no debe quedarse en meros sig­
rios exter,nos. Es .una ocasión -como algunas más que se nos brindan a
lo
largo
déf año-- para volver a-considerar el norte de nuestra tarea. el
sentido
de · todo nuestro quehacer diario: desde la labor más ostentosa
hasta la actividad
más msignijicante, desde el tiempa dedicado al es­
tudio proflindo de u~ determinada cuestión. hasta el ocupado en la
~imple có~vétsaci6n cdn. un amigo.
EstamOs empeñados

en hacer realidad la presencia de Dios en la
sociedad y en la sub empeñados en la conquista espiritual del mundo, y para ello contamos
con
(as armas· m.ás eficaces: la or~lón, el . estudio y la acción eficaz.
La._ Iglesia nos· propone lp imitación de un Rey ·santo, pues la re­
conquista
de- Sdn Fernando fue

la auténtica_
reconqutsta del Reinado
'si:s
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