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Número 229-230

Serie XXIII

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Martín Almagro Basch

IN MEMORIAM
recta y personalmente después de servir a través de su marido a
la común vocación. Después, y con discreción, pues siempre lo
hizio con seudónimos. Así surgieron numerosas nove~as -«Mi­
guel de Arazuri»-, varias de ellas emitidas por radios espa­
ñolas y americanas, con ideas, criterios y relatos de naturaleza
e intención apostólicas; y centenares de artículos -«Clara San
Miguel»-, reproducidos en cadena en España, Portugal y
Amé­
rica; clases de historia del arte en el Instituto Ramiro de Maez­
tu, y de temas variados en residencias de jóvenes; conferencias
y conversaciones en Fundación Stella. Y, como sucede siempre,
encargos diarios de los amigos que saben que lo más seguro es
recurrir a las personas más ocupadas.
·
Los

católicos españoles tenemos
qúe considerar
más
la nue­
va forma de hacer
la guerra, la guerra revolucionaria. La mujer
cristiana
culta debe
ir cambiando
los viejos recuerdos de
la
Cruzada de 1936, en la que la aportación femenina era funda­
mentalmente la confección de. prendas de abrigo y el cuidado de
los heridos, por su incorporación a las tareas de propaganda re­
ligioso-política y de agitación política. Doña Carmela de Gam­
bra ya había hecho en su fuero interno esta «reconversión»
y su biografía ilustra este proceso como un ejemplo decisivo.
Nuestro pésame se extiende a Fundación Stella, su obra
per­
sonal y predilecta para la irradiación de la cultura católica, ya
conocida en España y en el extranjero, a 11 que esperamos siga
vivificando desde el Cielo. Descanse en la paz del Señor por
la que tan apasionada­
mente vivió.
MANUEL nE SANTA CRUZ.
MARTIN ALMAGRO BASCH
Ha muerto mi queridisirno amigo Martín Almagro Basch.
Había
nacido en un pueblo de Teruel, Tramacastilla, muy pró­
ximo a la bellísima ciudad de Albarradn, que tanto amó y en
1a que

encontraba merecido descanso de sus agotadores traba­
jos. Su padre era un viejo soldado de don Carlos, que combatió
en la última guerra carlista. En 1911
nació Martín.
Las

corrientes ideológicas de la Universidad de su época le
llevaron a posiciones algo izquierdistas, pero el peso de las ideas de su padre latían en
el fondo de su alma y, al estallar el Mo­
vimiento, en 1936, decide incorporarse como voluntario desde
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Fundaci\363n Speiro

IN MEMORJAM
Berlín, donde se encontraba pensionado, ampliando estudios. Vino con otro compañero al que convenció para que le acompañara:
Antonio Tovar. Llega a Pamplona y
allí se mueve, durante algún tiempo, en
la órbita 'del clérigo de Pamplona, Fermín Izurdiaga, que edi,
taba la revista Jerarqu!a y el diario Arriba España. Eugenio
D'Ors, que estaba en gran intimidad con aquel grupo, le llamó
el «pastor arqueólogo iluminado». De Pamplona pasó a Salamanca a ocupar un cargo de enlace
de la Delegación de Prensa y Propaganda de Falange con la
del mismo nombre del Estado. Los sucesos que acontecieron con
motivo de
la destitución de Hedilla, en abril de 1937, le lleva­
ron a la «cárcel modelo» y con este motivo le
conocí por
medio
de mi también queridísimo amigo, José Antonio Cortázar, hoy
director de
Verbo,.
Desde el primer momento nos hicimos enormemente amigos:
cordialísimo, de gran inteligencia, con extraordinario empuje
para todo, d.e enorme generosidad, asumió nuestras ideas eomo
si las hubiera conocido de siempre. Me parece estar escuchán­
dole, en aquella primavera salmantina, recién salido de la cár­
cel y reincorporado a sus funciones en Falange, contar c6mo al
estallar el Movimiento pensó, en Berlín:
-Mi padre tenía razón.
Y cómo, a continuación, sin pensárselo más, tomó el tren
para pedir un fusil y combatir a nuestro lado.
Tenía ganada la oposición al Cuerpo de Archivos, Bibliote­
cas
·y Museos,

desde 1934,
y una enorme afición por la arqueo­
logía, que algún amigo de entonces
denominaba cariñosamente
la

«ciencia de los botijos» en las innumerables tertulias que
manteníamos en Salamanca. En
Cultura Española, desde la que soñábamos en la que fue
imposible reaparición de
Acción Española ante la cerrat!a opo­
sición de las autoridades del nuevo Estado, tuvo Martín impor­
tante peso, con Juan José López Ibor, Santiago Corral
y Javier
Vela. El coche que fue a buscarme a
la Bandera de Falange de
Marruecos, donde estaba voluntario, era
el oficial de Martín, que
entonces era Secretario de Prensa
y Propaganda de Falange.
En algún momento, disconforme con la política que se es­
taba llevando por las autoridades, dimite de sus cargos para
irse a primera línea al Tercio como Alférez Provisional. En car­
tas que rebosaban patriotismo, desde
la Academia de provisiona­
les ·me cuenta sus intenciones .. Y ahí intervine yo con -Orgaz.
Como me parecía de enorme valor su persona para la nueva
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IN MEMORIAM
España que queríamos, escribí al General, sin que él lo supiera,
para pedirle que le destinara a primera línea, sí, pero no
al Ter­
cio, dado el elevadísimo
n6mero de

bajas que en sus unidades
se producían. Me
hizo caso

Orgaz
y toda su promoción fue des­
tinada a uoa
Unida¡d de

destinos en espera
del que sería el de'
finitivo

menos Martín, que fue adscrito a una Unidad de
In­
fantería que tuvo importantes actuaciones en el frente de la
La Mancha.
Contrae matrimonio, sucede a Bosch Gimpera como director
del Museo Arqueológico de Barcelona
y de las excavaciones de
Ampurias
y, poco después, gana las oposiciones a la cátedra de
Arqueología
y Prehistoria de Barcelona. Cuando, en 1942, ten­
go que exilarme de España para evitar uo confinamiento guber­
nativo, .durante una larga espera para poder cruzar la frontera
----
y medio-- Martín Almagro me
· alojó -con evidente
riesgo

personal- en su casa de las excavaciones de Ampurias.
No puedo evitar el recordar ahora con intensa emoción su
ge­
nerosidad de entonces en contraste con algunos otros que se
decían amigos

y que hicieron todo lo posible,
y aún lo imposi­
ble, para no comprometerse.
Viví
allí, en un bellísimo lugar frente al Mediterráneo, días
inolvidables.
Su labor en Barcelona, levantando el Museo Arqueológico,
que estaba prácticamente desmantelado,
y realizando las excava-
ciones de Ampurias fue extráordinario.
.
Tanto

desde Suiza, como a mi regreso a M'*1tid,
seguí cor­
dialísimas

relaciones con Martín
y Clotilde y fui testigo de sus
nuevos
éxitos profesionales:

Catedrático de Madrid
y Director
del Museo Arqueológico Nacional. Su prestigio
rebasa las
fron­
teras españolas y es destinado por
la UNESCO como represen­
tante de España para salvar los monumentos amenazados por
la
presa de Assuán. El Templo de Debod, hoy en Madrid, es con­
secuencia de aquella misión y un motivo de gratitud hacia Mar­
tín Almagro.
Cuar¡do pensamos

en
fuodar la Ciudad Cat6lica fue Martín
uno de los traductores de
Para que El reine e intervino con una
ponencia,
Iglesia y Estado en la I Reunión de amigos de la
Ciudad Católica, celebrada en el Monasterio de Santa María
del Paular, los días 22
y 23 de abril de 1961.
Seguimos viéndonos hasta muy poco antes de su muerte.
Nuestras conversaciones estaban cargadas de nostalgia. La Es­
paña que soñamos y que no puedo ser. No porque no pusiéra­ mos en ello todas nuestras ilusiones
y nuestros trabajos.
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IN MEMORIAM
No me referiré a sus actividades en un campo, el arqueoló­
gico, tan distante
de mis conocimientos. Mencionaré tan sólo .su
colaboración

en los
aos primeros volúmenes de la Historia de
España, de Menéndez Pi.clal; el primer volumen de la Historia
Universal,
de Espasa-Calpe, las excavaciones de Ampurias y Se­
góbriga

... Era, sin duda,
el primero de nuestros arqueólogos.
Reconocido en España y en el extranjero. Dios le
· habrá
pre­
miado ya su amor a España y a El.
Descanse en
paz el inolvidable amigo y correligionario.
EuGENIO VEGAS LATAPIE.
RDO. DR. P. ALEJANDRO DIEZ MACHO, M. S. C.
Su imagen apenas había variado: le recuerdo todavía, pro­
fesor
auxiliar en

mi Universidad de origen, gallardamente
er,
guido

el cuerpo, modestamente inclinada
la cabeza, la mano al
pecho por
eritre un par de botones desabrochados de la sotana,
cual si quisiera
acompañar con

tal gesto su arranque de since­
ridad. Firme en la doctrina como católico, sacerdote y religio­ so; humilde en su actitud no de capricho personal, sino de cre­
yente y «llamado», con todas sus consecuencias; espontáneo sin
doblez ni reserva algunas, el «nuevo auxiliar de Hebreo» (lle­
gado recientemente con fama dé muy sabio y «promesa» de
futura celebridad, compartidas con su colega y compañero de
Congregación, el
P. Pacios) era el primero en oponer la subsi­
diariedad del Estado en
la enseñanza -frente a los derechos de
la Iglesia en esta materia-
a un intento de declaración faculta­
tiva ( ¡ya entonces, Señor, a finales de los cuarenta!) en favor
de un monopolio estatal de
unos determinados estudios... Ni
los años,
ni la

larguísima e incómoda dolencia lo habían encor­
vado, ni debilitado aquella voz serenamente · entusiasta, con su
dicción sonora y lenta de castellano viejo, a modo de condimen­
to continuado que aderezaba el saboreo de su pensamiento in­
formado, profundo.
Apenas variación, igualmente, en su alma: más erudición,
más ciencia adquirida y más seguridad en ella, mayor autoridad
en la exposición. Pero la misma capacidad de entusiasmo en sus ojos ilusionados
-salvando lc:i. bueno que había dondequiera
(*) Nació en Villafría de la Pefía (Palencia), el 15 de mayo de 1916;
muri6 eo Barcelona
el 6 de octubre de 1984.
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