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Número 229-230

Serie XXIII

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Nemesio Rodríguez Lois: La cruzada que forjó una patria

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esa vida, ella no agota -,umque lo quiera- nuestras posibili• dades

de
ser» (III,
IV, pág. 198).
La obra de Ibáñez resulta, en su conjunto, muy ilustrativa
por su parte expositiva y de gran profundidad por sus críticas.
Lástima que, en ocasiones, aparezcan galicismos que muestran
su origen de traducción del francés. Se echa, por otro lado, de
menos que el autor no haya expuesto las relaciones históricas
entre los tres adalides del personalismo que estudia; pues, leído el libro, quedan en absoluta obscuridad las
influencias que

en­
tre ellos se dieron y las diferencias y similitudes de pensamiento
quedan por lo menos en la penumbra.
JosÉ
MIGUEL GAMBRA.
Nemesio Rodríguez Lois: LA CRUZADA QUE FORJO
UNA PATRIA
(*)
Los lectores de Verbo ya conocen al joven intelectual cató­
lico Nemesio Rodríguez Lois a través de la serie de artículos aparecidos recientemente en la revista bajo el título de
Los for­iadores de México.
Mejicano de alma hispana, que es la más alta y limpia manera
de ser mejicano, dice de él Salvador Abascal. Y yo puntuali­
zaría: que es
la única manera de ser verdaderamente mejicano.
Pues en esa
alma hispana
está la piedra angulár
del Méjico tra­
dicional y
ella es, precisamente, lo que en ciento cincuenta años
de historia sectaria
han querido arrancar, con métodos en oca­siones realmente bárbaros, los mejicanos yankis, los mejicanos
masones, los mejicanos comunistas. · El alma hispana no fue sólo el alma conquistadora, que esa
existió también en los Pilgrims Fatbers o en Buffalo Bill.
Ni tampoco el alma civilizadora. Aunque ésta fuera inexistente en
las colonias que llegaron a Massachusetts o a Virginia. El alma
hispana fue, sobre todo, el alma evangelizadora que hizo de la América que conquistó y civilizó una América profunda y esen­
cialmente católica.
Y de
ábí el odio de los unos. Y la continuidad en la por­
fía católica de los otros. Nemesio Rodríguez Lois está, sin duda,
por este trabajo, por su continuada lucha en la prensa, por las
varias obras publicadas,
en_ el

Estado Mayor del
banklo católico
('} Editorial Tradici6n, México, 1977 (2:• edic.), 303 págs.· 1333
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41""; pese a tanta persecución como ha sufrido en Méjico, a
tanta sangre derramada en su día, a tanto obstáculo institucional
como hoy sigue
sufriendü'; se

nos revela operativo y fuerte,
fir-
1Demente
arraigado

en
el-sentir
del pueblo y en condiciones de
conseguir, en un plazo más o menos corto, el ttiunfo del Mé­
jico católico, Que fue
el Méjico de los cristeros, el de Iturbide
y
el tele Cortés_
Esa
alma· hispana,
piedra de contradicción en
el Méjico re­
volucionario, no surgió de repente en la historia como las rosas
guadalupanas en la tilma de Juan Diego, Se hizo con los siglos,
en la lucha y el sacrificio, por héroes y por santos, Y tras ocho­
cientos años de
ser· golpeada

en el yunque de la adversidad o de
esponjarse en la satisfacción de las victorias se encontró con la
reciedumbre necesaria para emprender la inmensa tarea para la
cual Dios pareció haber estado preparándola, Llevar la Cruz de
Cristo de una orilla a otra del océano. Esos ochocientos años previos al descubrimiento son el her­
moso libro de Nemesio Rodríguez Lois. Lástima que no exista
de
é'! una edición española porque es obra de urgente difusión.
Esctito desde
el amor y la militancia -¡qué lección nos es­
tán dando en Méjico de buen hacer comprometido, sin caretas
liberales, sin echar agua al vino añejo!- es libro excelente para
jóvenes y para personas que no busquen el detalle erudito o la
monografía, Es el libro

de un periodista más que
el de un his­
toriador. Pero de un periodista de raza, que conoce el tema y
que sahe esctibir. No es esto demérito sino elogio. El libro erudito va dirigido
a una reducida clientela. Este deberían leerlo millones de his­
panos que descubrirían así

sus raíces más sólidas y, sobre todo,
sus raíces más vivificantes.
¡ Qué buena obra --en todos los sentidos de la palabra­
la de Nemesio Rodríguez Lois! Desde la patria forjada inme­
diatamente
p0r aquella

Cruzada, que se multiplicó como madre
buena
y fecunda en esas otras . patrias hermanas de más allá
del océano y que, por tanto, es con todo derecho, también, su
Cruzada, desde la tierra que alumbró los héroes y los santos
que llenan las páginas del libro: don Pelayo, el Cid, San Fer­
nando, don Fernando y doña
Isabel__-, un

abrazo fraternal pleno
icle esperanzas

e ideales comunes, de gratitud emocionada al jo­
ven periodista cuya
.plu111a es-una nueva

tizona.
El sabe bien
que tras

Guadalete surge Covadonga
y tras
la Noche Triste el Méjico glorioso en el que ha querido vivir
para siempre
y, pese a quien pese, la Madre de Dios en una de
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las advocaciones más tiernas y hermosas de las que ha adoptado
para hacerse venerar por sus hijos. Por eso la esperanza. Por
eso, ciertamente, antes o después, la victoria.
F'RANcrsco JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA.
Juan Antonio Cervera: LA RED DEL PODER (*)
El padre Cervera ha escrito un libro clave para entender, no
s6lo esa infinita voluntad de poder, sino también para adentrarse
en
el gran abismo que existe entre el poder oficial y el poder real, el primero como ilusoria fantasía, com,o pieza de mecano
que gira alrededor de los hilos, simulando los muñecos de gui­
ñol,
y el poder real, ese poder obscuro y tenebroso, oculto, que
no produce estridencias ni se manifiesta si no es descubierto,
el que los cipayos tratan de desmitificar o incluso de negar su
existencia, pero que está ahí, que es un axioma irrefutable
y que
dirige de forma omnímoda las lineas maestras de los destinos de
la humanidad.
El libro tiene tres aspectos perfectamente diferenciados. Co­
mienza con una exposición docta_ y erudita sobre las diversas teorías del poder y sus aportaciones en los campos humanísticos
y en las ciencias experimentales de los modernos campos de la
psicología y en el más amplio marco de la sociología, conside­
rándolo al trasluz de la radiografía que escudriña atento
el padre
Cervera, desde las aristas
y los prismas del derecho, de la filo­
sofía, de la economía e incluso de la religión.
Continúa
el libro con una descripción hist6rica de constata­
ción de hechos en
el cuadrante espacio-tiempo con un alto para
la reflexión en las postrimerías de la edad media
y los albores de la moderna edad, sacanklo unas consecuencias inevitables so­
bre el desencadenamiento de las dos grandes guerras que han
teñido de grandezas y de miserias el siglo
XX. Y, siguiendo el curso de la historia desemboca, en el mo­
mento actual, donde se produce
el fenómeno de los poderes pa­
ralelos, por una parte, del poder ejecutado
y, por otra, del po­
der decisorio,
el primero acometido por las pantallas visibles y
el segundo acordado detrás de siglas impermeables, con fines
equívocos, no para sus miembros, 9-ue conocen .Ja trascendencia
{•) Madrid, Ediciones Dyrsai 1984.
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