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Número 231-232

Serie XXIV

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Germán Arciniega: América en Europa

INFORMACION BIBUOGRAFICA
ver en él el exponente de una versión moderada del despotismo ilustrado o, mejor, un predecesor de la escuek doctrinaria -los
moderados del siglo
XIX-, influidos por Burke o Tocqueville.
Pero, a la postre, la interpretación original de Fernández
.de la
Cigoña

resulta convincente porque muestra, con gran aparato
documental, lo que Jovellanos fue realmente en su momento, y
no lo que podríamos sospechar desde la óptica actual, desde el
caleidoscopio de nuesiro conocimiento de las posturas políticas e ideológicas que aflorarían más adelante, sumisas ya a los impe­
rati"l!os . de

la revolución, y que él nunca hubiera avalado.
«Jovellanos
· está

--concluye el autor- donde sus escritos
le colocan que no es otro lugar que el del pensamiento contra­
rrevolucionario y tradicional español. Y los que a este pensa­
miento nos sentimos vinculados debemos enorgullecemos de que esta. figura señera, en un siglo de mediocridades,
se• encuentre

a
nuestro
lado».
Cierra

el
. libro

un espléndido apéndice de bibliografía co­
mentada que constituye un verdadero «estado de la cuestión»
sobre la
figura de

Jovellanos. En sus páginas hallará
.el lector
una

síntesis y un análisis
cd tico
cuidadosamente elaborados de
las valoraciones más relevantes emitidas hasta la
· fecha

sobre el
personaje, las que coinciden con los puntos de vista del autor
-Menéndez y Pelayo, Casariego, Sánchez Agesta-, o las que discrepan en mayor o menor grado
-Sarrailh, Palacio

Atard,
Artola-. Y referencias de suma utilidad a los eruditos -Julio
Somoza, Hilarlo Y aben, etc.- que han contribuido a un mejor
conocimiento del célebre asturiano
y de sus fuentes.
ANDRÉS GAMBRA.
Germán Arciniega: AMERICA EN EUROPA (*)
Un ensayo brillante, erudito, exceletemente escrito y suma­
mente peligroso para el que lo lea sin discernimiento, éste de
Germán
Arci¡tlega. Frente
a
1a tesis tradicional de Europa des­
cubriendo
y civilizando a ·América, evitando deslizarse en vul­
gares indigenismos insostenibles, el autor pretende presentamos
la gran deuda de Europa con América. Y ante una realidad in­ contestable,· puta evidencia para cualquier viajero que al Uegar
al continente americano podría afirmar, salvo el marco
físico:
( •) Plaza y Janés, Editores-Colombfa Ltda., Bogotá, 1980, 303 págs.
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
esto es Europa, Arciniegas . pretende que lo mejor de Europa es
América. Y como el estilo es sugerente y
la pretendida. docu­
mentación abundante, puede haber lector que se lo
crea.
América

es Europa en su fe: católica o protestante.
En su
idioma: español,

portugués, inglés,
francés ...

, con
lo que ello
significa en el ámbito literario. En su raza: absolutamente en
algunos
países (Argentina, Chile, Uruguay,
Canadá); Con
un fuer­
te componente africano
en otros

(Estados
Unidos, Cuba ...

). Y
.en los

que existen grandes contingentes aborígenes, el peso po­
lítico y social recae sobre lo europeo.
Lo europeo, sea impuesto
en
la fusión con lo indígena, o eliminando esa componente, o
por simple mimetismo
extiende su
influencia. Europeos son nom­
bres y apellidos, pautas sociales, modelos políticos.
Lo que no
puede decirse de Africa o de Asia es verdad
en América.
Amé­
rica es hija de Europa, con peculiaridades propias, sin duda,
pero hija indudable.
Germán Arciniegas, que no se llama Cuautemoc, ni Tupac,
ni Toro

Sentado, que por su fotografía parece un español, o un
francés, o un italiano, que escribe
-y muy bien,-en

castellano,
pretende cambiar el sujeto acreedor
en deudor. La contraporta­
da resume
la tesis: «A partir del descubrimiento no ha habido
cambio
funda.mental en
Europa·
sin que la presencia de Amé­
rica sea decisiva para cada nuevo planteamiento.
La ciencia mo­
derna, la filosofía cartesiana, el arte barroco,. las costumbres, son
productos del fenómeno americano que se impone en el Viejo
Mundo». Y ello tampoco es verdad.
Qué duda cabe de que el descubrimiento dejó huella indele­
ble en Europa. De allí vino el oro y la plata, el
maíz, el tabaco
y la patata.
Allí acudieron enormes contigentes de europeos. Los
gobiernos se enfrentaron por América; Los pobres soñaron con
la fortuna, los
solda.dos con

la gloria y los misioneros con las
almas. Pero, salvo eso, casi todo lo demás es falso.
La gran po­
lémica lascasiana es típicamente . europea. Los indios eran sólo
el objeto de la discusión.
La utopía de Tomás Moro, una cons­
trucción literaria absolutamente europea, con claros
anteceden­
tes

previos al descubrimiento. El buen salvaje una ficción in­
sostenible para cualquiera que supiera de ellos y una
justifica­
ción

falsa de principios políticos nacidos en Europa. La suble­
vación de las colonias inglesas, de enorme repercusión en Euro­ pa, fue hecha por europeos y con mentalidad europea.
Y lo mis­
mo hay que decir de
. la independencia

hispanoamericana. A lo
más, América fue pretexto o literatura. El dato que Arciniegas
aporta de la
E11ciclopedia me parece básico.
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
Olavide o Mejía Lequerica, que Arciniegas sobrevalora y, en
el caso de Olavide, omitiendo un dato fundamenta1 como es su
conversión
final y

el haber escrito
El Evangelio en triunfo, no
pasan de ser dos españoles
de ultramar llegados a una patria
que
era absolutamente suya: España. Y que como a hijos
les re­
cibió. Macanaz ·. tiene tanto que ver con América como con el
Kutdistán. Americanizar

a Garibaldi es como africanizar a Na­
poleón porque estuvo en Egipto o murió en Santa Elena. Y así
todo. Los ejemplos más típicamente americanos, un Benito Juá­
rez, por-

ejemplo--y
· se
llamaba Benito y
Juárez--en su acti­
vidad política no fue más que un puro remedo de los liberales
masones·
Y anticatólicos europeos.
Esa América, por otra parte, la disociada
de las raíces reli­
giosas
que España y Portugal llevaron a esas tierras, y que tanto
fruto dieron, es. con la que Arciniegas sintoniza y a la que en­
salza. Las

reticencias ante
la Iglesia son constantes en su libro.
Si como
divertimento erudito la obra es notable, hacerla tras­
cender de ello no
serla más que

el origen de una inútil polémi­
ca que
pronto llevaría

-pues son evidentes los datos- a res­
taurar la verdad histórica. El buen sentido de nuestros hermanos
de América habrá, a buen seguro, de evitarlo.
La grandeza y el
futuro prometedor de aquel continente va por otros rumbos.
FllANcrsco Jo~É FERNÁNDEZ DE LA CIGoÑA.
C. Alberto· Roca: VIDA DEL CARDENAL ARZOBISPO
CIRILO DE ALAMEDA Y BREA
(*).
Personaje verdaderamente rocambolesco fray Cirilo de Ala­
meda
y Brea. Su larga vida ,-que llegó hasta los 91 años- más
patece una

novela
. de
aventuras que el sosegado pasar por el
mundo de un fraile
y de un obispo. Cierto que el siglo XIX fue
agitado para
la Iglesia

española y para sus hombres, pero, aun
así, la

peripecia vital del cardenal Alameda rompe todos los
moldes.
Joven franciscano, embarca. en
días turbulentos

de ruptura
con la Madre Patria hacia la .América que se insurreccionaba. Y,
enseguida le

vemos en Montevideo dirigiendo un periódico es­
paño)ista y

belicoso. Huye de la capital cuando la derrota espa­
ñola, es

cuestión de horas, y surge en
eJ Brasil portugués donde
(") Montevideo, 1974, 171 págs.
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