Índice de contenidos
Número 233-234
Serie XXIV
- Textos Pontificios
- Estudios
- Actas
- Crónicas
- Información bibliográfica
Autores
1985
Iglesia, España e Hispanidad
IGLESIA, ESPAÑA E HISPANIDAD
POR
A. L CouARTou (")
Cuando el 12 de octubre de 1492 las proas de las carabelas
españolas alcanzan el Nuevo Mundo, Cristóbal
Colón ignora
que
a sus pies se extiende .un territorio inmenso, de 40 millones
del
Km'., poblado por millones de seres humanos que hablan más
idiomas que en toda Europa
.. Este
acontecimiento, de trascen
dencia extraordinaria, señala la entráda de España en
la historia
universal y el nacimiento de la Hispanidad. El vocablo «hispanidad», utilizado ya en el primer siglo
a. d.
J. (hispanitatem),.restaurado posteriormente por algunos
humanistas del Renacimiento, ha adquirido un sentido particu lar y ha
asumido un
contenido afectivo después de la utilización
realizada por el filósofo Unamuno (1909), el eclesiástico
Mon,
señor Zacarías de
Vizcatra
0933, en·
un seminario argentino)
y, sobre todo, por el pensador y político Ramiro de Maeztu en
su
famoso libro Defensa de la Hispanidad ( 1934 ). Es ·concepto
expresivo
de
la comunidad de pueblos hispánicos, afirmando su
unidad espiritual,
sin distinciones raciales, geográficas o de otra
índole; al mismo riempo
exalta la
esencia, la vitalidad y el fu
turo de todo lo que es específicamente español, sea cual fuere
su naturaleza, dentro del dominio del pensamiento, la lengua o
las costumbres.
·(*) El autor de este artículo, doctor A. L Couártou, tiene 36 afias
de
edad, es francés de origen vasco-navarro, católico e hispanófilo,
poli~
t61ogo y jurista, Doctor d'Etat et Sciénces politiques con «Maltrise en
Ilroit», Diplomé en Sciénces:-economiques, autor .de estudios acerca de los
fundadores del derecho··internacional ·público, Vitori~ y Suárez, autor-baio
diversos pseudónimos de artículos en Le Monde, Le Spectac!é du Monde,
Histoire, Histoire pour tous, Les Ecrits de PárJs, etc.
291
Fundaci\363n Speiro
A. I. COUARTOU
La hispanidad es un espíritu. que trasciende las diferencias
biológicas y psicológicas, los concpetos de nación y patria. Es
una
unidad de
destino, un
. principio
espiritual que comprende
un factor religioso -el
calolicismo--y
una serie de factores
puramente humanos como
la· tradición,
la cultura, el tempera
mente colectivo y la historia. Es
la proyección de la fisonomía
de España fuera de sus fronteras. Es•el temperamento español,
no fisiológico, sino moral e histórico, comunicando a otras ra
zas, naciones o tierras, impregnadas para siempre del alma espa
ñola
(1).
En el curso de cuatro viajes en 1492, 1943, 1498 y 1502,
Colón descubre sucesivamente Cuba y las Antillas, Venezuela
y
Honduras. Numerosos navegantes y exploradores se lanzan a la
aventura desde entonces, partiendo de las costas españolas. Ape nas pisan tierra, plantan
una cruz y
toman posesión de
lo ocupado
en
nombre de
la Reina de Castilla, pues el mérito del descubri
miento corresponde efectivamente a Castilla
Y. no
a Aragón.
Desde 1479 reinan, por igual, en España, isabel la Católica
y Fernando
de. Aragón. Las fuerzas religiosas y pol!ticas actúan
conjuntamente
'y la Península se convierte en nación ,imperial.
Isabel es
la reina de Castilla, vasta meseta que representa el
aislamiento, la austeridad, la simplicidad primitiva. Fernando es
el rey de Aragón, del valle· del Ebro inclinado hacia el Medite
rráneo, abierto a los vientos de Italia, a ias tentaciones de
rique
zas
y conquistas. Isabel quiere ser ministro
de Dios en la tierra;
su visión es esencialmente religiosa y universal
y sus acciones
tienen como
único fundamento la eternidad. Fernando es un
po
Htico, casi el modelo del Príncipe de Maquiavelo; sus fines no .
son espirituales, sino polítiCos; · no esenciales y Permanentes, sino
transitorios y circunstanciales. No quiere que España sea un es
píritu, sino uti. Estado. Su visión es positiva y nacional. Fernan-
(1) Ramiro de Maeztu, Obra de Ramiro de Maeztu, Defensa de la
Hispanidad, Madrid, Ed. Nacional, 1974; véase asimismo: Manuel Garcfa
Morente, Idea de--la Hispanidad, Barcelona, Espasa~Calpe, 1961 y la con
ferencia de Eduardo Adsuara, ¿Qui es la Hispanidad?, Instituto de la
Juventud, Madrid, 12 de enero de 1983.
292
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPAJIIA E HISPANIDAD
do, y más tarde Carlos· V, viajan por Europa y contribuyen a
hacer de España un elemento primordial de la política europea. Isabel y sus «navegantes», por el contrario; vuelven la espalda
a Europa y abren un nuevo mundo a
la historia. ·
El
20 de septiembre de 1519,
el portugués
Magallanes, des
de las costas españoles, alcanza el estrecho al que da su rrombre
y muere en un oscuro combate
contra los
indígenas. Su segundo,
Elcano, regresa a Sanlúcar el 6 de septiembre de
Í522 y
asume
el honor y la gloria de ser el primer capitán que ha dado la
vuelta al mundo.
·
En
menos de treinta años, españoles, portugueses y algunos
italianos descubren todas las Antillas y las islas del Golfo de
Méjico, Florida, la mayor
parte de
América Central, el Océano
Pacífico y la totalidad de América del Sur. En
1519 los
españo
les fundan
Panamá; dos
años
más tarde
descubren Nicaragua.
En 1519 Hernán Cortés, teniendo a
sus órdenes
once naves,
cuatrocientos soldados, doscientos indios, treinta y dos caballos y once piezas de artillería, conquista Méjico. En
1512, Narváez
se
aventura en tierra firme. Cuatro supervivientes de su
expedi
ci6n atraviesan, a pie, . los inmensós territorios ciue .separan Nue;
va Orleans de San Francisco. Otros descubren Georgia, Colorado,
Arkansas, Missouri,
Californiac ..
En
1531; a
la cabeza de 227
hombres, Pizarra
se lanza
a la conquista del Perú. Mendoza funda
Nuestra Señora de Buenos Aires. Su segundo, Ayala, descubre Paraguay y funda Asunción. En la segunda mitad del siglo
XVI
las actividades de marinos y exploradores se dirigen hacia el Pa
cífico. En
1570 se exploran las Filipinas y se funda Manila.
Con ellos, los españoles aportan caballos, bueyes, ovejas, cer
dos y gallinas. Introducen el cultivo del trigo, de
la· seda, el
azúcar y la .viña. En pocos años quedan aclimatados en América
· todos los auimales y plantas de España. Tres palabras resumen, frecuentemente, la historia del esfuer
zo creador de España en América: ambición, crueldad e ignora
da. En realidad el acontecimiento es tan desmesurado que se
presta a una
crítica tan
injusta como incompleta. A la hora de
apreciar
el trato aplicado a los indios no se tiene bastante ~n
293
Fundaci\363n Speiro
A. l. COUARTOU
cuenta el hecho de que el In;iperio duró tres. siglos y fue jalonado
por una larga
. lista
de
. proezas y
gestas
extraordinarias que re
velaron
al mundo
la extensión y el · esplendor de todo un con
tinente. «Los hechos, examinad.os con imparcialidad -eSCribe
S. de Madariaga-, muestran que la acusación de ignorancia se
vuelve contra. el que la formula
y que los de crueldad y afán de
riquezas aparecen en sus verdaderas proporciones como caracte rísticas de una época en
la que los españoles pueden mostrar
orgullosos, sobre todo al
compárarlos con
sus contemporáneos de
otros países». El historiador P. Chaunu afirma por su parte:
«La leyenda
antil¡ispánica, en
su versión americana, juega ... el
papel sanitario de fijación de un abceso ..
, La
pretendida «masa
cre» de los indios en
.el siglo XVI (por los españoles}-encubre
la
«masacre» real, de
la colonización de fronteras del siglo XIX
por los americanos); la América no ibérica. y la Europa del Nor
te se liberan de sus crímenes señalando los de la otra
América
y
la
.otra Europa»·. El propio autor,
en una obra que contiene
una severa crítica .del Imperio Español, dice: «en el xvr
y en
el
XVII, España concibió un sistema colonial que fue un mode
lo para otras naciones europeas, el más respetuoso de toda la
humanidad colonizada. Sobre este punto todos los historiadores contemporáneos se haUan de acuerdo» (2).
Una conclusión puede ser propuesta al cristiano. Nos
la ofre
cen el pecado original
y la redención. Sin duda, el bien y el mal
estructuran, sin disociación,
la trama de la hista'ria, pero en
América, como
en. Europa,
se debe al cristianismo
-para utili
zar los
mismos términos de Montesquieu- «en
el ,gobierno un
cierto derecl¡o político y en la guerra .un cierto derecho de gen
tes que la
naturaleza humana
no sabría reconocer adecuadamen
te»· (De !'Esprit des Lois, 1, XXIV, cap. III). Siendo hijo de
Dios,
el hombre no puede ser esclavo de otro hombre. En tér- ·
minos parecidos se expresa Rousseau, genio nefasto que, en oca-
(2) Salvador de Madariaga: L'essor et le déclin de l'Empire-espagnol
d'Amerique, París,;· Ed._ Albin Michel, 1958; Pierre -Chaunu, Histoire de
l'Amérique
latine, Parfs, PUf, 1979.
294
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPANA E HISPANIDAD
siones, ofrece breves claridades: «El cristianismo ha hecho menos
sanguinarios a los gobernantes
modernos: se
constata fácilmente
comparándolos con los de la antigüedad»
(Emile, 1, IV).
Las intepretaciones simplistas,
las explicaciones monocausa
les,
las esquematizaciones
y verdades
parciales descansan, de he
cho,
sobre el
rechazo del
análisis del pasado en sus propios tér
minos, conforme a su propio cuadro de referencia. No se puede, honestamente, enjuiciar con una simple ojeada una serie de mo
tivaciones repletas de ambigüedad de la colonización
hispana y
ofrecerlas
como único ramillete: afán de ganancias, sed de oro,
plata y especies, pasión
de aventura, voluntad de poder; deseo
de
prestigio. Tampoco se puede conjugarlas con el servicio del
bien común, el idealismo religioso
y el celo misional.
Para comprender
el origen y el fundamento de la leyenda
negra de
una: conquista
inhumana y una cruel dominación, es
preciso tener en cuenta que España es en
el siglo xvr . la· poten
cia
política, económica y militar más importante de Europa. Sus
territÓrios
abarcan Norte
y Sur de Italia, los Países Bajos, Bél
gica, España, Portugal y partes considerables de Francia;
· toda
Centro-América
y Suramérica y la mayor parte
de los territorios
continentales y
meridionales de los actuales Estados Unidos; las
islas Filipinas, Madera, Azores, Cabo Verde, Guinea, Congo,
An
gola, Ceylán, Borneo, Sumatra y las Malucas y tiene algunas zo
nas mercantiles en tierras insulares y continentales de las costas
asiáticas.
Durante dos siglos España es el enemigo natural de casi
todas las naciones europeas. Y las causas materiales no son pre
cisamente las únicas. Sánchez Albornoz, uno de los mejores
medievalistas contemporáneos, explica en una fórmula sugestiva
que «el arquetipo del español nació'
·de la
lucha entre
el Islam
y la Cristiandad»
(3). Cuando
el 24 de diciembre de 1492
Co-
(3) Se enfrentan dos tesis: Seg6n el historiador Américo de Castro
(La realidad histórica -de España, Méjico, Ed. Porrúa, 1962). el: hispano-
cristiano es un prod~o de la simbiosis del judío, del moro y del_ cris
tiano. Al contrario, para el medievalista Clauclio Sánchez Albornoz, el
arquetipo del espafiol no es producto del mestizaje, sino de la lucha
Fundaci\363n Speiro
A. J; COUARTOU
Ión funda en la isla Española, actualmente Santo Domingo, el
embrión del imperio «en el que el sol jamás se ocultaba» apenas
ha transcuttido un año desde la conquista de Granada, que con
cluye la
Reconquista. España se lanza a
.la escena
universal con
una voluntad
de unidad religiosa, nacida al filo de su problema
nacional·
y prolongada, inconscientemente, a nivel internacional.
Esta
· voluntad
domina toda su política en la Península y pos
teriormente en Europa y Ultramar. En el
ulterior, los
Reyes Católicos
y sus sucesores de la
dinastía de
Austria
insisten en
la conversión de sus nuevos súb
ditos a la
fe católica. La unidad política y cultural no son con
sideradas
como fines esenciales del Estado. Nadie se ocupa de
ellas. Lo esencial es la unidad de la fe.
Lá' Corona p+ótege a
la
Inquisición, expulsa · a
los moriscos
y
los, judíos, lucha contra los abundantes seguidores de Erasmo que
preparan el camino al movimiento luterano, pero al
mismo tiem
po
protege y defiende las libertades locales de cada reino. Como
lo subrayan dos de los mejores especialistas del pensamiento
llamado·· «conservador»
o «tradicional»,
los profesores
P. Gott
fried
y T. Molnar, en esta época, derechos, costumbres, pode-.
res
y libertades locales, aun siendo muy diversas, pueden coexis
tir
en la misma sociedad, pues todos descansan en la común
éreencia en la divina revelación ( 4 ). En
Europa; esta
voluntad de unidad· religiosa produce los
trágicos esfuerzos de Carlos V, emperador de Alemania y
rey
de · España, en su · intento de amortiguar las herida:S producidas
entte·-el Islam y la-Cristiandad ·(España, -un enigma ··hist6rico, Barcelona,
EDHASA, 1981, 1•. edki6n en 1956).
(4) Sobre la lnquisici6n y los judíos en -España, cf. Jean Giraud
Vlnquisition medfevale, París, Taillandier1 1978 y Luis Sl.1.árez Femández,
Les Juifs espagnols au Moyen Age, Parls, Ed. Gallimard, 1983. Pueden
examinarse también tos·. brillantes e5tudios sobre el pensamiento tradicio
nal del fil6sofo Tomás Molruir Christian Humanism, Chicago, Franciscan
Hetáld Press, 1978, y del historiador, redactor-jefe de una de las mejores
revistas , americanas de historia, Continuity, A Journal of History, Paui'
Gottfried, Conservative .Millenerians, New York, Fordham University Ptess,
1979.
296
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPANA E HISPANIDAD
en la unidad europea por la Reforma y, más tarde, conduce al
agotamiento de la monarquía española.
En América, las ansias de unidad religiosa motivan el celo
y proselitismo de los conquistadores Y. se reflejap en la coloni
zación sobre una base de igualdad racial
y en el prodigioso es
fuerzo de la educación general
y religiosa de los indÍos.
Dos siglos de luchas no
se olvidan · fácilmente.
De
ahí nace
la leyenda de una España inquisitorial, fanática, ignorante, in
capaz de
figurar entre
los pueblos cultivados, siempre dispuesta
a las represiones violentas, enemiga del progreso y las innova
ciones. Cuaodo en 1914
Julián Juderías publica en Barcelona
la primera edición de
La leyenda negra anti-española no sospecha
que los graodes pueblos de Europa, y después de ellos los Es
tados Unidos, están en vísperas de _conocer un proceso de crisi~,
de crítica profunda y de revisión de sus propios valores. Su
repentina perplejidad fue causa de la reconsideración del concep to de América hispana a
cargo de
una pléyade de historiadores
especialistas del tema. Sobre
las bases de Humbolt, Pereira,
André, Bayle,
· Lummis,
Hanke, Hoeffner, Walsh, Schneider,
Schalke, más de un centenar
de autores
extranjeros, además de
· los
de
la escuela indigenista, iluminan como un nuevo. amanecer
la acción hispano-cristiaoa. Jean Dumont ha facilitado un breve
resumen
de. sus trabajos en
dos capítulos de su libro
L'Eglise
au risque de
l'histoire
(5).
La Iglesia que, desde sus inicios, toma parte activa en la
colonización y gobierno del Nuevo Mundo, afirma que el único fundamento sólido del derecho de los españoles
para invadir
América
y ocupar sus territorios, es su capacidad de convertir
a los indios a
la fe cristiaoa (*). Violado con freq,encia, olvidado
a
veces, este principio permanece en pleno vigor e inspira los ac-
.
(5) Véase, ·singularmente, «L'Eglisse opresseur dés indiens d'Améri
que», en L'Eglise au risque de l'Histoire, Limoges, Ed. ·Ardánt-Critérion,
1981.
e•) Respecto esta cuestión: cfr. el comentario de Juan. Vallet de· Goy
tisolo, «La "Relectio de indis", del P. Francisco de Vitoria y la descolo
nización», en Verbo, núm. 74, abril de 1%9, págs. 334-340.
297
Fundaci\363n Speiro
A. I. COUARTOU
tos de los responsables españoles en América durante todo el siglo
XVI. Así se explica la ausencia de todo prejuicio de color
ei;i sus relaciones con los indígenas.
Si la
monatquía española
se hubiera adaptado a
las ideas
que prevalecían en aquel entonces en una buena parte del Nor te de Europa, sin duda toda la población india habría sido re
ducida a una esclavitud legal y efectiva. No obstante, contraria
mente a lo expresado, España estableció jurídicamente la libertad
de. los indios y no permitió
la esclavitud, sino para los caníba
les o los indígenas que practicaban sacrificios humanos o los
que se oponían por la fuerza a toda forma de educación cristia
na. A la tesis materialista, que sostiene que los españoles sólo fueron a América movidos por sus . ansias
de riquezas
y no por
celo de predicación, la enciclopedia del sistema colonial, escrita
por el P. Solórzano Pereira,
La politica indiana, aporta un valioso
desmentido formal. Alli se pueden hallar las cartas de nobleza
del pueblo español, principalmente las instrucciones que los Re
yes Católicos dieron a Colón: convertir a la fe católica los ha
bitantes de las tierras descubiertas, a los que debían tratar con
amor y dulzura. Recomendaciones que renueva la bula de Ale
jandro VI, de 4 de mayo de 1493, y que repiten constantemente
una infinidad de disposiciones y ordenanzas que todos los Reyes de España dirigen a sus Virreyes sin omitir el anuncio de san
ciones en caso de desobediencia. «Nuestra principal
intención,.
-escribe
Isabel en su testamento «fue la de convertir los pue-
blos a nuestra santa fe
católica,., ·
Desde
el
siglo
XVI la colonización provoca fuertes críticas
y elocuentes condenas. Los primeros misioneros alertan a la opi
nión pública y a la corona sobre los malos tratos inflingidos por
los colonos
a los indios. Personalidades eminentes combaten por
la justicia a favor de los últimos: Zumárraga, Palafox, Ruiz Mon
toya, Moritensin_os, ·etc. Entre éstos religiosos, el más célebre,
Vitoria, fundador del derecho internacional públicq, pronuncia
en 1539 dos conferencias con el
título «Lecciones
sobre los
Indios y sobre el derecho de guerra» que tienen una extraordi
naria difusión tanto en Europa como en el Nuevo mundo, causa-
298
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPANA E HISPANIDAD
do considerable impacto. Consejero predilecto de Carlos V, será
su personal teólogo en el Concilio de Trento. Las ideas del
P. Vitoria inspirarán, más o menos directamente, el movimiento
de justicia cristiana que constituyen las seis
mil Leyes de Indias
dictadas
por los Reyes de España a_ lo largo de sus reinados» ( 6 ).
·
La
actitud de la corona, según
-la visión
de Las Casas, cuyas
exaltaciones místicas y graves denuncias son acogidas· por los
propagandistas de la Reforma, confirma el carácter sistemático
de
la política española de -protección a )os indios. No sólo no
le censuran en forma alguna, sino que monarcas y sus ministros
y consejeros estudian sus críticas y proposiciones, dictan las «Le
yes Nuevas» teniendo en cuenta sus recomendaciones y reducen
al silencio a sus
adversarios. Sepúlveda, que se
opone a la teoría
de la
inocencia de los indios y denuncia sus vicios, sus prácticas
idolátricas
y sus sacrificios -humanos, se encuentra desautorizado
públicamente.
Merced a tan denodados defensores, la población india _ de
los países dominados por España, salvo en las Antillas, lejos de
disminuir se acrecienta. Después de una regresión general de
bida a la guerra y las epidemias, prospera en la casi totalidad de los territorios colonizados y actualmente constituye la parte
más importante de varios países, como Perú
y Bolivia.
Numerosos
historiadores contemporáneos de la escuela «in
digenista» afirman que la conquista fue menos
la obra de los
conquistadores que de grupos de indígenas que, deseosos de es
capar a la tiranía, se arrojaron en brazos de los españóles. Al
fredo Chavero ha podido escribir:
«En_ verdad
no fue un grupo
de soldados europeos
el que realizó la conquista, sino los propios
indígenas».
La pretendida «dominación
religiosa» no-
es lo que se podría
creer. Los indios, considerados menores, son declarados exentos
(6) A. l. Couartou, L':tat et la communauté internationale dans la
pensée
de Vitpria, Université de Bordeaux, 1972. Y para una introducci6n
a
la legislación social dictada por los Reyes de España para la América
Hispana,
ver
Sigfried Hillers de_ Lu()ue: La obra social de España en
Amirica. Madrid, Ed. Fondo de Estudios Sociales, 1981.
299
Fundaci\363n Speiro
A. I. COUARTOU
de toda Inquisición por la Corona. Los clérigos, muy pronto, se encuentran rodeados de catequistas, predicadores, chantres,
sacristanes
~todos indio-que
serán los mejores evengeliza
dores.
En el plano económico, el historiador anglosajón Hum
boldt testimonia que el trabajador indio de Méjico vivía
mejor
que
el campesino europeo. En materia de educación reconoce
que España gastó «mucho más dinero que cualquier otro go
bierno de la
época». Pero
hay que reconocer que durante casi
dos siglos España es un modelo en todos los dominios de la cul
tura y
de la sociedad civil. Su lengua es hablada o leída por
toda la
élite intelectual y política de Europa. Su riqueza literaria
y
artística es
incomparable. Una pléyade de nombres de reputa
ción universal lo testimonia: Boscán,
Garcilaso, Fray
Luis de
León, Fray Luis de Granada, Argensola, Góngora, Espinel, Gra cián, Ercilla, Cervantes, Lope de Vega, Lope de Rueda, Calderón,
Tirso de Molina, Alarcón,
Santa Teresa,
San Juan de la
Cruz,
San Ignacio de Loyola, Pedro de Alcántara, Francisco Javier,
Francisco
de Borja, Juan de Avila, Alfonso Castro, Láinez, Sal
merón, Vives, Suárez, Melcbor Cano, Morcillo,
Mariana, Mendoza,
Domingo
de Soto, Solórzano, Sepúlveda, Las Casas, Vitoria,
Greco, Ribera, Zurbarán, Velázquez, etc. (7). Después de los primeros años de la conquista, los españoles
fundan una serie de Universidades en Méjico, Mérida, Chiapas,
Guadalajara (Méjico), Santo Domingo, La Habana, Santa Fe (Co
lombia), Lima (Perú), Santiago (Chile), Córdoba y Charcas (Bo
livia). Todas
organizan la
enseñanza de las lenguas indígenas.
En Méjico, el primer obispo, Juan de Zumárraga, funda un co legio donde indígenas nobles pudieran enseñar las lenguas y
formas de vida de los indígenas a los clérigos y hermanos espa
ñoles. Numerosos colegios y escuelas
elementales son
creados
por las Ordenes Religiosas. Los predicadores enseñan en quechua, maya y otras lenguas y en todas partes redactan gramáticas, dic
cionarios y catecismos en _los numerosos idiomas indígenas.
(7) La obra de Bartolomé Bennassar: L'homme Espagnol, Parfs, Ha.:.
chette, · 1975, ofrece una interesante descripci6n de la vida socio-cultural
de la époéa.
300
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPANA E HISPANIDAD
Más tarde la atención se centra en el estudio de la historia
y las costumbres. La lista de historiadores y especialistas del
mundo precolombino es interminable, pero todos quedan eclip sados por
el nombre del Padre Sahagún . que consagró toda su
existencia al estudio de la vida,
el arte y· las costumbres de los
mejicanos. Su obra monumental está escrita en lengua mejicana.
Es la
más alta
autoridad en materia de historia mejicana
y uno
de los fundadores de la escuela histórica moderna. Puede añadir
se que parecidos trabajos se realizan en Bolivia, Chile, Peró
y
en América Central (8). En resumen, escribe Humboldt: «se puede afirmar con se
guridad que jamás una
región salvaje
tan vasta ha sido pacifi
cada con tanta paciencia
y tan escasa violencia y que nunca una
frontera tan inmensa e indefendible ha alcanzado
tal grado de
seguridad relativa con tan débil coste en vidas
humanas,..
Después
del irreparable desastre de la Invencible, en 1588,
la dominación española en el mar empieza a declinar. A fines del siglo
XVII el Imperio anuncia su caída. En 1714, al fin de la
guerra de Sucesión, Felipe de Anjou, sobrino de Luis XV, ob
tiene la corona de España, pero
pi~rde Flandes,
Sicilia, Nápoles,
Menorca
y Gibraltar.
La atmósfera religiosa en la que nació la vocación de Es
paña desaparece lentamente. La corona cesa de concentrar sus
esfuerzos en
la unidad religiosa
y emprende una política cen
tralista,
a imagen de Francia. En un célebre discurso pronuncia
do en
el Congreso de los Diputa
Donoso Cortés declara: «Sólo existen, Señorías, dos represiones
posibles: una interior y otra exterior. Son de tal naturaleza que
cuando
el termómetro religioso se eleya, el de la represión des
ciende
y, rec!procamente, cuando el termómetro religioso baja
(8) En un articulo fundamental publicado por la prestigiosa revista
neo-conservadora Razón Española, el profesor Manuel Ballesteros demues
tra -que si se conocen las culturas amet-indiás o pre-hispánicas se debe,
esencialmente,
a los
testimonios de los
relatores y .. cronistas espafíoles de
Indias.
VéaSe «Lo prehispánicó y -los espafioles», en Raz6n BspaRola,
agosto-septiembre de 1984, m1m. -6.
301
Fundaci\363n Speiro
A. I. COUARTOU
el político, la represión política, la tiranía, suben. Es una ley
de
la humanidad, ley de la historia» (9).
Para los españoles de
la época clásica, el rey constituía la
fuente del honor y de
la autoridad, la encarnación del Estado,
pero era también el primer
servidor de l.a «respública»,
el primer
esclavo del deber, como ministro de Dios. Sólo podía ser objeto
de obediencia y reverencia en cuánto cumpliera con su deber, y
eh la
medida del mismo,
en la que debía vivir y gobernar como
rey cristiano. Enseñada por todos los teólogos
y perfectamente
conocida por el pueblo, como lo atestigua
La vida es aueño, de
Calderón,
esta doctrina
se
· muestra rápidamente incompatible.
con
el despotismo ilustrado del nieto del Rey Sol y la concepción ga
licana del «derecho divino de los reyes».
España, por lo demás, consagra su atención a los asuntos eco
nómicos y abandona, poco a poco,
]os políticos,
para los que
impera la pasividad. La muerte del Imperio será lenta y durará
más de un siglo. En América, las guerras de independencia, defi
nidas generalmente como episodios de
1a lucha de la revolución
contra la reacción, son reales
y sangrientas guerras civiles que dan
lugar
al nacimento de más de veinte naciones. Por una parte, se
sublevan los hispano-americanos, criollos, aristócratas y
contra,
revolucionarios
favorables a los principios· de los siglos
XVI y XVII
contra los fermentos revolucionarios importados de España y las
ideas de superioridad peninsular y
de explotación económica ·apor
tadas
por
los Virreyes y funcionarios de Fernando VI y Carlos III.
Del otro lado combaten, primero con España, temiendo una even
tual «reacción», y, posteriormente, contra la «madre patria» los
hispano-americanos de ideas revolucionarias, admiradores de In glaterra y Francia.
El 10 de diciembre de 1898,
al terminar la última guerra im
perial contra Estados Unidos, España liquida los últimos restos
(9) Discurso sobre la dictadura 'en el Congteso, del 4 de enero de
1849, publidldo-en Oeuvrerde Donoso Cortés, París, Lib. A. Vaton, 1862
[cfr., en castellano, en Verbo, núm. 8, págs· . .31 y sigs.J.
302
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPMIA E HISPANIDAD
de su im~o. Por el tratado de París pierde Cuba, Puerto Rico,
Filipinas, Marianas, Carolinas y Palaos. Pero esta derrota
final,
sorprendentemente, parece señalar
el
punto de partida de. una
toma de conciencia general y de
reacci<,Sn saludable.
Desde
Argentina el nicagüense Rubén
Daría es
el primer
escritor célebre que pone en guardia a los pueblos hispanos de
América contra lo que
denomina «peligro
norteamericano». Des
pués de él, gran número de destacados talentos dedican a la «ma
dre patria» lo mejor de sus obras (Larreta, Gálvez, Capdevila,
Rodó, ... ). En España, el signo más destacado está constituido
por la aparición, a caballo del siglo, de la llamada «generación del
98», la
cual, investigando todos los dominios de la cultura,
aunque desorganizadamente, penetra en mil direcciones profun
damente. No obstante, es de lamentar que
fas más
destacadas
figuras, representantes
del pensamiento contrarrevolucionario es
pañol y católico del siglo pasado e inicios del actual son, fre
cuentemente, ignorados en el ·exterior. Balmes, Donoso Cortés,
Menéndez Pelayo o V ázquez de Mella son figuras de considerable
relieve.
Entre estos autores, dominados por la preocupación de pre
servar la comunidad nacional de una irremediable decadencia, ci
tamos, entre los más destacados a Ganivet, Costa, Valle Inclán,
Maeztu, Unamuno, Maura, Ortega y Gasset,
Azorín, Pío Baraja,
Menéndez Pida!, d'Ors,
Américo Castro,
Pérez de Ayala,
Mara0
ñón, Araquistain, Pradera, Madariaga, García Morente ... Todos
afirman la
. necesidad
de ver
las realidades
cara a cara y
claman
por la doble revolución económica y cultural. Dos corrientes ani
man su pensamiento:
los unos
ven la salvación de 1'spaña en su
propia substancia, en sus cualidades positivas que es preciso cul
tivar y perfeccionar; otros en su renovación por la influencia
y
la imitación de Europa.
Los más «españolistas» ria son los menos abiertos a las ten
dencias filosóficas que se enfrentan en Europa a inicios del actual
siglo. Ramiro de Maeztu y Whitney, hijo de padre vasco y
.de
madre
inglesa, obrero en Cuba, corresponsal de prensa en· Lon
dres
y en Berlín, embajador en Buenos Aires y colaborador de
303
Fundaci\363n Speiro
A. l. COUARTOU
la revista monárquica Acción Española, se encuentra entre los
últimos. Católico,
páttidario de
uu tradicionalismo renovador, se
constituirá en paladín del espíritu de la hispanidad que, según él, «se halla amenazado, tanto por los Estados Unidos como por
los soviets». Fiel al dogma que el P.
Láinez hizo triuufar
en
Trento, escribe: «el español tiene la firme convicción de que
todo hombre puede
salvátSe, mejorar
su condición social y dis
poner de su destino» . . . «no
existen razas,
privilegiados ni pre
destinados».
La obra de Maeztu y de los católicos tradicionalistas influye,
indudablemente,
en los principales
doctrinarios de
Falange: José
Antonio, Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo. En obra relativa a la historia contemporánea española (José Antonio y la Falange
Española)
el historiador
A.
lmatz muestra
cómo estos últimos
reivindicaron la herencia de
fu «generación del 98» y tomátOn
como
emblema las flechas de la
Reina Isabel
y el yugo de Fer
nando de Aragón, reclamando, a la vez, uua posición de «eje espiritual en el muudo
hispánico» y
«uu lugar preeminente en
Europa» (10).
En el transcurso
·de los
años, las circunstancias internacionales
conducirían a Lis autoridades
españolas a sostener alternativa
mente, y en ocasiones
simultáneamente, la
imagen de una España
«lógica», racional
y europea o la de una España «poética», mís
tica e hispanoamericana. Pero las contingencias de la historia en
nada
afectan el
sentimiento de solidaridad de trescientos
millones
de
hombres, ni su conciencia de
constintlr uua
comunidad per
manente, una unidad de
destino en
lo universal, a
la vez cultural
y religiosa. En 1979, después de más de cuatro siglos de devo ción, el misterio de Nuestra Señora de Guadalupe
hizo converger
en su
basílica mejicana
más de 20.000.000 de peregrinos, sobre
pasando los récords de
Lourdes y Fátima.
(10) Se hallará un cuadro descriptivo de la vida· política, cultural y
socio-económica de España, desde entrado este siglo hasta nuestros días,
en la obra del polit61ogo Arnaud Imatz, José Antonio y la Falange Espa
ñola,
París, Ed. Albatros, 1981.
304
Fundaci\363n Speiro
POR
A. L CouARTou (")
Cuando el 12 de octubre de 1492 las proas de las carabelas
españolas alcanzan el Nuevo Mundo, Cristóbal
Colón ignora
que
a sus pies se extiende .un territorio inmenso, de 40 millones
del
Km'., poblado por millones de seres humanos que hablan más
idiomas que en toda Europa
.. Este
acontecimiento, de trascen
dencia extraordinaria, señala la entráda de España en
la historia
universal y el nacimiento de la Hispanidad. El vocablo «hispanidad», utilizado ya en el primer siglo
a. d.
J. (hispanitatem),.restaurado posteriormente por algunos
humanistas del Renacimiento, ha adquirido un sentido particu lar y ha
asumido un
contenido afectivo después de la utilización
realizada por el filósofo Unamuno (1909), el eclesiástico
Mon,
señor Zacarías de
Vizcatra
0933, en·
un seminario argentino)
y, sobre todo, por el pensador y político Ramiro de Maeztu en
su
famoso libro Defensa de la Hispanidad ( 1934 ). Es ·concepto
expresivo
de
la comunidad de pueblos hispánicos, afirmando su
unidad espiritual,
sin distinciones raciales, geográficas o de otra
índole; al mismo riempo
exalta la
esencia, la vitalidad y el fu
turo de todo lo que es específicamente español, sea cual fuere
su naturaleza, dentro del dominio del pensamiento, la lengua o
las costumbres.
·(*) El autor de este artículo, doctor A. L Couártou, tiene 36 afias
de
edad, es francés de origen vasco-navarro, católico e hispanófilo,
poli~
t61ogo y jurista, Doctor d'Etat et Sciénces politiques con «Maltrise en
Ilroit», Diplomé en Sciénces:-economiques, autor .de estudios acerca de los
fundadores del derecho··internacional ·público, Vitori~ y Suárez, autor-baio
diversos pseudónimos de artículos en Le Monde, Le Spectac!é du Monde,
Histoire, Histoire pour tous, Les Ecrits de PárJs, etc.
291
Fundaci\363n Speiro
A. I. COUARTOU
La hispanidad es un espíritu. que trasciende las diferencias
biológicas y psicológicas, los concpetos de nación y patria. Es
una
unidad de
destino, un
. principio
espiritual que comprende
un factor religioso -el
calolicismo--y
una serie de factores
puramente humanos como
la· tradición,
la cultura, el tempera
mente colectivo y la historia. Es
la proyección de la fisonomía
de España fuera de sus fronteras. Es•el temperamento español,
no fisiológico, sino moral e histórico, comunicando a otras ra
zas, naciones o tierras, impregnadas para siempre del alma espa
ñola
(1).
En el curso de cuatro viajes en 1492, 1943, 1498 y 1502,
Colón descubre sucesivamente Cuba y las Antillas, Venezuela
y
Honduras. Numerosos navegantes y exploradores se lanzan a la
aventura desde entonces, partiendo de las costas españolas. Ape nas pisan tierra, plantan
una cruz y
toman posesión de
lo ocupado
en
nombre de
la Reina de Castilla, pues el mérito del descubri
miento corresponde efectivamente a Castilla
Y. no
a Aragón.
Desde 1479 reinan, por igual, en España, isabel la Católica
y Fernando
de. Aragón. Las fuerzas religiosas y pol!ticas actúan
conjuntamente
'y la Península se convierte en nación ,imperial.
Isabel es
la reina de Castilla, vasta meseta que representa el
aislamiento, la austeridad, la simplicidad primitiva. Fernando es
el rey de Aragón, del valle· del Ebro inclinado hacia el Medite
rráneo, abierto a los vientos de Italia, a ias tentaciones de
rique
zas
y conquistas. Isabel quiere ser ministro
de Dios en la tierra;
su visión es esencialmente religiosa y universal
y sus acciones
tienen como
único fundamento la eternidad. Fernando es un
po
Htico, casi el modelo del Príncipe de Maquiavelo; sus fines no .
son espirituales, sino polítiCos; · no esenciales y Permanentes, sino
transitorios y circunstanciales. No quiere que España sea un es
píritu, sino uti. Estado. Su visión es positiva y nacional. Fernan-
(1) Ramiro de Maeztu, Obra de Ramiro de Maeztu, Defensa de la
Hispanidad, Madrid, Ed. Nacional, 1974; véase asimismo: Manuel Garcfa
Morente, Idea de--la Hispanidad, Barcelona, Espasa~Calpe, 1961 y la con
ferencia de Eduardo Adsuara, ¿Qui es la Hispanidad?, Instituto de la
Juventud, Madrid, 12 de enero de 1983.
292
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPAJIIA E HISPANIDAD
do, y más tarde Carlos· V, viajan por Europa y contribuyen a
hacer de España un elemento primordial de la política europea. Isabel y sus «navegantes», por el contrario; vuelven la espalda
a Europa y abren un nuevo mundo a
la historia. ·
El
20 de septiembre de 1519,
el portugués
Magallanes, des
de las costas españoles, alcanza el estrecho al que da su rrombre
y muere en un oscuro combate
contra los
indígenas. Su segundo,
Elcano, regresa a Sanlúcar el 6 de septiembre de
Í522 y
asume
el honor y la gloria de ser el primer capitán que ha dado la
vuelta al mundo.
·
En
menos de treinta años, españoles, portugueses y algunos
italianos descubren todas las Antillas y las islas del Golfo de
Méjico, Florida, la mayor
parte de
América Central, el Océano
Pacífico y la totalidad de América del Sur. En
1519 los
españo
les fundan
Panamá; dos
años
más tarde
descubren Nicaragua.
En 1519 Hernán Cortés, teniendo a
sus órdenes
once naves,
cuatrocientos soldados, doscientos indios, treinta y dos caballos y once piezas de artillería, conquista Méjico. En
1512, Narváez
se
aventura en tierra firme. Cuatro supervivientes de su
expedi
ci6n atraviesan, a pie, . los inmensós territorios ciue .separan Nue;
va Orleans de San Francisco. Otros descubren Georgia, Colorado,
Arkansas, Missouri,
Californiac ..
En
1531; a
la cabeza de 227
hombres, Pizarra
se lanza
a la conquista del Perú. Mendoza funda
Nuestra Señora de Buenos Aires. Su segundo, Ayala, descubre Paraguay y funda Asunción. En la segunda mitad del siglo
XVI
las actividades de marinos y exploradores se dirigen hacia el Pa
cífico. En
1570 se exploran las Filipinas y se funda Manila.
Con ellos, los españoles aportan caballos, bueyes, ovejas, cer
dos y gallinas. Introducen el cultivo del trigo, de
la· seda, el
azúcar y la .viña. En pocos años quedan aclimatados en América
· todos los auimales y plantas de España. Tres palabras resumen, frecuentemente, la historia del esfuer
zo creador de España en América: ambición, crueldad e ignora
da. En realidad el acontecimiento es tan desmesurado que se
presta a una
crítica tan
injusta como incompleta. A la hora de
apreciar
el trato aplicado a los indios no se tiene bastante ~n
293
Fundaci\363n Speiro
A. l. COUARTOU
cuenta el hecho de que el In;iperio duró tres. siglos y fue jalonado
por una larga
. lista
de
. proezas y
gestas
extraordinarias que re
velaron
al mundo
la extensión y el · esplendor de todo un con
tinente. «Los hechos, examinad.os con imparcialidad -eSCribe
S. de Madariaga-, muestran que la acusación de ignorancia se
vuelve contra. el que la formula
y que los de crueldad y afán de
riquezas aparecen en sus verdaderas proporciones como caracte rísticas de una época en
la que los españoles pueden mostrar
orgullosos, sobre todo al
compárarlos con
sus contemporáneos de
otros países». El historiador P. Chaunu afirma por su parte:
«La leyenda
antil¡ispánica, en
su versión americana, juega ... el
papel sanitario de fijación de un abceso ..
, La
pretendida «masa
cre» de los indios en
.el siglo XVI (por los españoles}-encubre
la
«masacre» real, de
la colonización de fronteras del siglo XIX
por los americanos); la América no ibérica. y la Europa del Nor
te se liberan de sus crímenes señalando los de la otra
América
y
la
.otra Europa»·. El propio autor,
en una obra que contiene
una severa crítica .del Imperio Español, dice: «en el xvr
y en
el
XVII, España concibió un sistema colonial que fue un mode
lo para otras naciones europeas, el más respetuoso de toda la
humanidad colonizada. Sobre este punto todos los historiadores contemporáneos se haUan de acuerdo» (2).
Una conclusión puede ser propuesta al cristiano. Nos
la ofre
cen el pecado original
y la redención. Sin duda, el bien y el mal
estructuran, sin disociación,
la trama de la hista'ria, pero en
América, como
en. Europa,
se debe al cristianismo
-para utili
zar los
mismos términos de Montesquieu- «en
el ,gobierno un
cierto derecl¡o político y en la guerra .un cierto derecho de gen
tes que la
naturaleza humana
no sabría reconocer adecuadamen
te»· (De !'Esprit des Lois, 1, XXIV, cap. III). Siendo hijo de
Dios,
el hombre no puede ser esclavo de otro hombre. En tér- ·
minos parecidos se expresa Rousseau, genio nefasto que, en oca-
(2) Salvador de Madariaga: L'essor et le déclin de l'Empire-espagnol
d'Amerique, París,;· Ed._ Albin Michel, 1958; Pierre -Chaunu, Histoire de
l'Amérique
latine, Parfs, PUf, 1979.
294
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPANA E HISPANIDAD
siones, ofrece breves claridades: «El cristianismo ha hecho menos
sanguinarios a los gobernantes
modernos: se
constata fácilmente
comparándolos con los de la antigüedad»
(Emile, 1, IV).
Las intepretaciones simplistas,
las explicaciones monocausa
les,
las esquematizaciones
y verdades
parciales descansan, de he
cho,
sobre el
rechazo del
análisis del pasado en sus propios tér
minos, conforme a su propio cuadro de referencia. No se puede, honestamente, enjuiciar con una simple ojeada una serie de mo
tivaciones repletas de ambigüedad de la colonización
hispana y
ofrecerlas
como único ramillete: afán de ganancias, sed de oro,
plata y especies, pasión
de aventura, voluntad de poder; deseo
de
prestigio. Tampoco se puede conjugarlas con el servicio del
bien común, el idealismo religioso
y el celo misional.
Para comprender
el origen y el fundamento de la leyenda
negra de
una: conquista
inhumana y una cruel dominación, es
preciso tener en cuenta que España es en
el siglo xvr . la· poten
cia
política, económica y militar más importante de Europa. Sus
territÓrios
abarcan Norte
y Sur de Italia, los Países Bajos, Bél
gica, España, Portugal y partes considerables de Francia;
· toda
Centro-América
y Suramérica y la mayor parte
de los territorios
continentales y
meridionales de los actuales Estados Unidos; las
islas Filipinas, Madera, Azores, Cabo Verde, Guinea, Congo,
An
gola, Ceylán, Borneo, Sumatra y las Malucas y tiene algunas zo
nas mercantiles en tierras insulares y continentales de las costas
asiáticas.
Durante dos siglos España es el enemigo natural de casi
todas las naciones europeas. Y las causas materiales no son pre
cisamente las únicas. Sánchez Albornoz, uno de los mejores
medievalistas contemporáneos, explica en una fórmula sugestiva
que «el arquetipo del español nació'
·de la
lucha entre
el Islam
y la Cristiandad»
(3). Cuando
el 24 de diciembre de 1492
Co-
(3) Se enfrentan dos tesis: Seg6n el historiador Américo de Castro
(La realidad histórica -de España, Méjico, Ed. Porrúa, 1962). el: hispano-
cristiano es un prod~o de la simbiosis del judío, del moro y del_ cris
tiano. Al contrario, para el medievalista Clauclio Sánchez Albornoz, el
arquetipo del espafiol no es producto del mestizaje, sino de la lucha
Fundaci\363n Speiro
A. J; COUARTOU
Ión funda en la isla Española, actualmente Santo Domingo, el
embrión del imperio «en el que el sol jamás se ocultaba» apenas
ha transcuttido un año desde la conquista de Granada, que con
cluye la
Reconquista. España se lanza a
.la escena
universal con
una voluntad
de unidad religiosa, nacida al filo de su problema
nacional·
y prolongada, inconscientemente, a nivel internacional.
Esta
· voluntad
domina toda su política en la Península y pos
teriormente en Europa y Ultramar. En el
ulterior, los
Reyes Católicos
y sus sucesores de la
dinastía de
Austria
insisten en
la conversión de sus nuevos súb
ditos a la
fe católica. La unidad política y cultural no son con
sideradas
como fines esenciales del Estado. Nadie se ocupa de
ellas. Lo esencial es la unidad de la fe.
Lá' Corona p+ótege a
la
Inquisición, expulsa · a
los moriscos
y
los, judíos, lucha contra los abundantes seguidores de Erasmo que
preparan el camino al movimiento luterano, pero al
mismo tiem
po
protege y defiende las libertades locales de cada reino. Como
lo subrayan dos de los mejores especialistas del pensamiento
llamado·· «conservador»
o «tradicional»,
los profesores
P. Gott
fried
y T. Molnar, en esta época, derechos, costumbres, pode-.
res
y libertades locales, aun siendo muy diversas, pueden coexis
tir
en la misma sociedad, pues todos descansan en la común
éreencia en la divina revelación ( 4 ). En
Europa; esta
voluntad de unidad· religiosa produce los
trágicos esfuerzos de Carlos V, emperador de Alemania y
rey
de · España, en su · intento de amortiguar las herida:S producidas
entte·-el Islam y la-Cristiandad ·(España, -un enigma ··hist6rico, Barcelona,
EDHASA, 1981, 1•. edki6n en 1956).
(4) Sobre la lnquisici6n y los judíos en -España, cf. Jean Giraud
Vlnquisition medfevale, París, Taillandier1 1978 y Luis Sl.1.árez Femández,
Les Juifs espagnols au Moyen Age, Parls, Ed. Gallimard, 1983. Pueden
examinarse también tos·. brillantes e5tudios sobre el pensamiento tradicio
nal del fil6sofo Tomás Molruir Christian Humanism, Chicago, Franciscan
Hetáld Press, 1978, y del historiador, redactor-jefe de una de las mejores
revistas , americanas de historia, Continuity, A Journal of History, Paui'
Gottfried, Conservative .Millenerians, New York, Fordham University Ptess,
1979.
296
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPANA E HISPANIDAD
en la unidad europea por la Reforma y, más tarde, conduce al
agotamiento de la monarquía española.
En América, las ansias de unidad religiosa motivan el celo
y proselitismo de los conquistadores Y. se reflejap en la coloni
zación sobre una base de igualdad racial
y en el prodigioso es
fuerzo de la educación general
y religiosa de los indÍos.
Dos siglos de luchas no
se olvidan · fácilmente.
De
ahí nace
la leyenda de una España inquisitorial, fanática, ignorante, in
capaz de
figurar entre
los pueblos cultivados, siempre dispuesta
a las represiones violentas, enemiga del progreso y las innova
ciones. Cuaodo en 1914
Julián Juderías publica en Barcelona
la primera edición de
La leyenda negra anti-española no sospecha
que los graodes pueblos de Europa, y después de ellos los Es
tados Unidos, están en vísperas de _conocer un proceso de crisi~,
de crítica profunda y de revisión de sus propios valores. Su
repentina perplejidad fue causa de la reconsideración del concep to de América hispana a
cargo de
una pléyade de historiadores
especialistas del tema. Sobre
las bases de Humbolt, Pereira,
André, Bayle,
· Lummis,
Hanke, Hoeffner, Walsh, Schneider,
Schalke, más de un centenar
de autores
extranjeros, además de
· los
de
la escuela indigenista, iluminan como un nuevo. amanecer
la acción hispano-cristiaoa. Jean Dumont ha facilitado un breve
resumen
de. sus trabajos en
dos capítulos de su libro
L'Eglise
au risque de
l'histoire
(5).
La Iglesia que, desde sus inicios, toma parte activa en la
colonización y gobierno del Nuevo Mundo, afirma que el único fundamento sólido del derecho de los españoles
para invadir
América
y ocupar sus territorios, es su capacidad de convertir
a los indios a
la fe cristiaoa (*). Violado con freq,encia, olvidado
a
veces, este principio permanece en pleno vigor e inspira los ac-
.
(5) Véase, ·singularmente, «L'Eglisse opresseur dés indiens d'Améri
que», en L'Eglise au risque de l'Histoire, Limoges, Ed. ·Ardánt-Critérion,
1981.
e•) Respecto esta cuestión: cfr. el comentario de Juan. Vallet de· Goy
tisolo, «La "Relectio de indis", del P. Francisco de Vitoria y la descolo
nización», en Verbo, núm. 74, abril de 1%9, págs. 334-340.
297
Fundaci\363n Speiro
A. I. COUARTOU
tos de los responsables españoles en América durante todo el siglo
XVI. Así se explica la ausencia de todo prejuicio de color
ei;i sus relaciones con los indígenas.
Si la
monatquía española
se hubiera adaptado a
las ideas
que prevalecían en aquel entonces en una buena parte del Nor te de Europa, sin duda toda la población india habría sido re
ducida a una esclavitud legal y efectiva. No obstante, contraria
mente a lo expresado, España estableció jurídicamente la libertad
de. los indios y no permitió
la esclavitud, sino para los caníba
les o los indígenas que practicaban sacrificios humanos o los
que se oponían por la fuerza a toda forma de educación cristia
na. A la tesis materialista, que sostiene que los españoles sólo fueron a América movidos por sus . ansias
de riquezas
y no por
celo de predicación, la enciclopedia del sistema colonial, escrita
por el P. Solórzano Pereira,
La politica indiana, aporta un valioso
desmentido formal. Alli se pueden hallar las cartas de nobleza
del pueblo español, principalmente las instrucciones que los Re
yes Católicos dieron a Colón: convertir a la fe católica los ha
bitantes de las tierras descubiertas, a los que debían tratar con
amor y dulzura. Recomendaciones que renueva la bula de Ale
jandro VI, de 4 de mayo de 1493, y que repiten constantemente
una infinidad de disposiciones y ordenanzas que todos los Reyes de España dirigen a sus Virreyes sin omitir el anuncio de san
ciones en caso de desobediencia. «Nuestra principal
intención,.
-escribe
Isabel en su testamento «fue la de convertir los pue-
blos a nuestra santa fe
católica,., ·
Desde
el
siglo
XVI la colonización provoca fuertes críticas
y elocuentes condenas. Los primeros misioneros alertan a la opi
nión pública y a la corona sobre los malos tratos inflingidos por
los colonos
a los indios. Personalidades eminentes combaten por
la justicia a favor de los últimos: Zumárraga, Palafox, Ruiz Mon
toya, Moritensin_os, ·etc. Entre éstos religiosos, el más célebre,
Vitoria, fundador del derecho internacional públicq, pronuncia
en 1539 dos conferencias con el
título «Lecciones
sobre los
Indios y sobre el derecho de guerra» que tienen una extraordi
naria difusión tanto en Europa como en el Nuevo mundo, causa-
298
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPANA E HISPANIDAD
do considerable impacto. Consejero predilecto de Carlos V, será
su personal teólogo en el Concilio de Trento. Las ideas del
P. Vitoria inspirarán, más o menos directamente, el movimiento
de justicia cristiana que constituyen las seis
mil Leyes de Indias
dictadas
por los Reyes de España a_ lo largo de sus reinados» ( 6 ).
·
La
actitud de la corona, según
-la visión
de Las Casas, cuyas
exaltaciones místicas y graves denuncias son acogidas· por los
propagandistas de la Reforma, confirma el carácter sistemático
de
la política española de -protección a )os indios. No sólo no
le censuran en forma alguna, sino que monarcas y sus ministros
y consejeros estudian sus críticas y proposiciones, dictan las «Le
yes Nuevas» teniendo en cuenta sus recomendaciones y reducen
al silencio a sus
adversarios. Sepúlveda, que se
opone a la teoría
de la
inocencia de los indios y denuncia sus vicios, sus prácticas
idolátricas
y sus sacrificios -humanos, se encuentra desautorizado
públicamente.
Merced a tan denodados defensores, la población india _ de
los países dominados por España, salvo en las Antillas, lejos de
disminuir se acrecienta. Después de una regresión general de
bida a la guerra y las epidemias, prospera en la casi totalidad de los territorios colonizados y actualmente constituye la parte
más importante de varios países, como Perú
y Bolivia.
Numerosos
historiadores contemporáneos de la escuela «in
digenista» afirman que la conquista fue menos
la obra de los
conquistadores que de grupos de indígenas que, deseosos de es
capar a la tiranía, se arrojaron en brazos de los españóles. Al
fredo Chavero ha podido escribir:
«En_ verdad
no fue un grupo
de soldados europeos
el que realizó la conquista, sino los propios
indígenas».
La pretendida «dominación
religiosa» no-
es lo que se podría
creer. Los indios, considerados menores, son declarados exentos
(6) A. l. Couartou, L':tat et la communauté internationale dans la
pensée
de Vitpria, Université de Bordeaux, 1972. Y para una introducci6n
a
la legislación social dictada por los Reyes de España para la América
Hispana,
ver
Sigfried Hillers de_ Lu()ue: La obra social de España en
Amirica. Madrid, Ed. Fondo de Estudios Sociales, 1981.
299
Fundaci\363n Speiro
A. I. COUARTOU
de toda Inquisición por la Corona. Los clérigos, muy pronto, se encuentran rodeados de catequistas, predicadores, chantres,
sacristanes
~todos indio-que
serán los mejores evengeliza
dores.
En el plano económico, el historiador anglosajón Hum
boldt testimonia que el trabajador indio de Méjico vivía
mejor
que
el campesino europeo. En materia de educación reconoce
que España gastó «mucho más dinero que cualquier otro go
bierno de la
época». Pero
hay que reconocer que durante casi
dos siglos España es un modelo en todos los dominios de la cul
tura y
de la sociedad civil. Su lengua es hablada o leída por
toda la
élite intelectual y política de Europa. Su riqueza literaria
y
artística es
incomparable. Una pléyade de nombres de reputa
ción universal lo testimonia: Boscán,
Garcilaso, Fray
Luis de
León, Fray Luis de Granada, Argensola, Góngora, Espinel, Gra cián, Ercilla, Cervantes, Lope de Vega, Lope de Rueda, Calderón,
Tirso de Molina, Alarcón,
Santa Teresa,
San Juan de la
Cruz,
San Ignacio de Loyola, Pedro de Alcántara, Francisco Javier,
Francisco
de Borja, Juan de Avila, Alfonso Castro, Láinez, Sal
merón, Vives, Suárez, Melcbor Cano, Morcillo,
Mariana, Mendoza,
Domingo
de Soto, Solórzano, Sepúlveda, Las Casas, Vitoria,
Greco, Ribera, Zurbarán, Velázquez, etc. (7). Después de los primeros años de la conquista, los españoles
fundan una serie de Universidades en Méjico, Mérida, Chiapas,
Guadalajara (Méjico), Santo Domingo, La Habana, Santa Fe (Co
lombia), Lima (Perú), Santiago (Chile), Córdoba y Charcas (Bo
livia). Todas
organizan la
enseñanza de las lenguas indígenas.
En Méjico, el primer obispo, Juan de Zumárraga, funda un co legio donde indígenas nobles pudieran enseñar las lenguas y
formas de vida de los indígenas a los clérigos y hermanos espa
ñoles. Numerosos colegios y escuelas
elementales son
creados
por las Ordenes Religiosas. Los predicadores enseñan en quechua, maya y otras lenguas y en todas partes redactan gramáticas, dic
cionarios y catecismos en _los numerosos idiomas indígenas.
(7) La obra de Bartolomé Bennassar: L'homme Espagnol, Parfs, Ha.:.
chette, · 1975, ofrece una interesante descripci6n de la vida socio-cultural
de la époéa.
300
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPANA E HISPANIDAD
Más tarde la atención se centra en el estudio de la historia
y las costumbres. La lista de historiadores y especialistas del
mundo precolombino es interminable, pero todos quedan eclip sados por
el nombre del Padre Sahagún . que consagró toda su
existencia al estudio de la vida,
el arte y· las costumbres de los
mejicanos. Su obra monumental está escrita en lengua mejicana.
Es la
más alta
autoridad en materia de historia mejicana
y uno
de los fundadores de la escuela histórica moderna. Puede añadir
se que parecidos trabajos se realizan en Bolivia, Chile, Peró
y
en América Central (8). En resumen, escribe Humboldt: «se puede afirmar con se
guridad que jamás una
región salvaje
tan vasta ha sido pacifi
cada con tanta paciencia
y tan escasa violencia y que nunca una
frontera tan inmensa e indefendible ha alcanzado
tal grado de
seguridad relativa con tan débil coste en vidas
humanas,..
Después
del irreparable desastre de la Invencible, en 1588,
la dominación española en el mar empieza a declinar. A fines del siglo
XVII el Imperio anuncia su caída. En 1714, al fin de la
guerra de Sucesión, Felipe de Anjou, sobrino de Luis XV, ob
tiene la corona de España, pero
pi~rde Flandes,
Sicilia, Nápoles,
Menorca
y Gibraltar.
La atmósfera religiosa en la que nació la vocación de Es
paña desaparece lentamente. La corona cesa de concentrar sus
esfuerzos en
la unidad religiosa
y emprende una política cen
tralista,
a imagen de Francia. En un célebre discurso pronuncia
do en
el Congreso de los Diputa
posibles: una interior y otra exterior. Son de tal naturaleza que
cuando
el termómetro religioso se eleya, el de la represión des
ciende
y, rec!procamente, cuando el termómetro religioso baja
(8) En un articulo fundamental publicado por la prestigiosa revista
neo-conservadora Razón Española, el profesor Manuel Ballesteros demues
tra -que si se conocen las culturas amet-indiás o pre-hispánicas se debe,
esencialmente,
a los
testimonios de los
relatores y .. cronistas espafíoles de
Indias.
VéaSe «Lo prehispánicó y -los espafioles», en Raz6n BspaRola,
agosto-septiembre de 1984, m1m. -6.
301
Fundaci\363n Speiro
A. I. COUARTOU
el político, la represión política, la tiranía, suben. Es una ley
de
la humanidad, ley de la historia» (9).
Para los españoles de
la época clásica, el rey constituía la
fuente del honor y de
la autoridad, la encarnación del Estado,
pero era también el primer
servidor de l.a «respública»,
el primer
esclavo del deber, como ministro de Dios. Sólo podía ser objeto
de obediencia y reverencia en cuánto cumpliera con su deber, y
eh la
medida del mismo,
en la que debía vivir y gobernar como
rey cristiano. Enseñada por todos los teólogos
y perfectamente
conocida por el pueblo, como lo atestigua
La vida es aueño, de
Calderón,
esta doctrina
se
· muestra rápidamente incompatible.
con
el despotismo ilustrado del nieto del Rey Sol y la concepción ga
licana del «derecho divino de los reyes».
España, por lo demás, consagra su atención a los asuntos eco
nómicos y abandona, poco a poco,
]os políticos,
para los que
impera la pasividad. La muerte del Imperio será lenta y durará
más de un siglo. En América, las guerras de independencia, defi
nidas generalmente como episodios de
1a lucha de la revolución
contra la reacción, son reales
y sangrientas guerras civiles que dan
lugar
al nacimento de más de veinte naciones. Por una parte, se
sublevan los hispano-americanos, criollos, aristócratas y
contra,
revolucionarios
favorables a los principios· de los siglos
XVI y XVII
contra los fermentos revolucionarios importados de España y las
ideas de superioridad peninsular y
de explotación económica ·apor
tadas
por
los Virreyes y funcionarios de Fernando VI y Carlos III.
Del otro lado combaten, primero con España, temiendo una even
tual «reacción», y, posteriormente, contra la «madre patria» los
hispano-americanos de ideas revolucionarias, admiradores de In glaterra y Francia.
El 10 de diciembre de 1898,
al terminar la última guerra im
perial contra Estados Unidos, España liquida los últimos restos
(9) Discurso sobre la dictadura 'en el Congteso, del 4 de enero de
1849, publidldo-en Oeuvrerde Donoso Cortés, París, Lib. A. Vaton, 1862
[cfr., en castellano, en Verbo, núm. 8, págs· . .31 y sigs.J.
302
Fundaci\363n Speiro
IGLESIA, ESPMIA E HISPANIDAD
de su im~o. Por el tratado de París pierde Cuba, Puerto Rico,
Filipinas, Marianas, Carolinas y Palaos. Pero esta derrota
final,
sorprendentemente, parece señalar
el
punto de partida de. una
toma de conciencia general y de
reacci<,Sn saludable.
Desde
Argentina el nicagüense Rubén
Daría es
el primer
escritor célebre que pone en guardia a los pueblos hispanos de
América contra lo que
denomina «peligro
norteamericano». Des
pués de él, gran número de destacados talentos dedican a la «ma
dre patria» lo mejor de sus obras (Larreta, Gálvez, Capdevila,
Rodó, ... ). En España, el signo más destacado está constituido
por la aparición, a caballo del siglo, de la llamada «generación del
98», la
cual, investigando todos los dominios de la cultura,
aunque desorganizadamente, penetra en mil direcciones profun
damente. No obstante, es de lamentar que
fas más
destacadas
figuras, representantes
del pensamiento contrarrevolucionario es
pañol y católico del siglo pasado e inicios del actual son, fre
cuentemente, ignorados en el ·exterior. Balmes, Donoso Cortés,
Menéndez Pelayo o V ázquez de Mella son figuras de considerable
relieve.
Entre estos autores, dominados por la preocupación de pre
servar la comunidad nacional de una irremediable decadencia, ci
tamos, entre los más destacados a Ganivet, Costa, Valle Inclán,
Maeztu, Unamuno, Maura, Ortega y Gasset,
Azorín, Pío Baraja,
Menéndez Pida!, d'Ors,
Américo Castro,
Pérez de Ayala,
Mara0
ñón, Araquistain, Pradera, Madariaga, García Morente ... Todos
afirman la
. necesidad
de ver
las realidades
cara a cara y
claman
por la doble revolución económica y cultural. Dos corrientes ani
man su pensamiento:
los unos
ven la salvación de 1'spaña en su
propia substancia, en sus cualidades positivas que es preciso cul
tivar y perfeccionar; otros en su renovación por la influencia
y
la imitación de Europa.
Los más «españolistas» ria son los menos abiertos a las ten
dencias filosóficas que se enfrentan en Europa a inicios del actual
siglo. Ramiro de Maeztu y Whitney, hijo de padre vasco y
.de
madre
inglesa, obrero en Cuba, corresponsal de prensa en· Lon
dres
y en Berlín, embajador en Buenos Aires y colaborador de
303
Fundaci\363n Speiro
A. l. COUARTOU
la revista monárquica Acción Española, se encuentra entre los
últimos. Católico,
páttidario de
uu tradicionalismo renovador, se
constituirá en paladín del espíritu de la hispanidad que, según él, «se halla amenazado, tanto por los Estados Unidos como por
los soviets». Fiel al dogma que el P.
Láinez hizo triuufar
en
Trento, escribe: «el español tiene la firme convicción de que
todo hombre puede
salvátSe, mejorar
su condición social y dis
poner de su destino» . . . «no
existen razas,
privilegiados ni pre
destinados».
La obra de Maeztu y de los católicos tradicionalistas influye,
indudablemente,
en los principales
doctrinarios de
Falange: José
Antonio, Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo. En obra relativa a la historia contemporánea española (José Antonio y la Falange
Española)
el historiador
A.
lmatz muestra
cómo estos últimos
reivindicaron la herencia de
fu «generación del 98» y tomátOn
como
emblema las flechas de la
Reina Isabel
y el yugo de Fer
nando de Aragón, reclamando, a la vez, uua posición de «eje espiritual en el muudo
hispánico» y
«uu lugar preeminente en
Europa» (10).
En el transcurso
·de los
años, las circunstancias internacionales
conducirían a Lis autoridades
españolas a sostener alternativa
mente, y en ocasiones
simultáneamente, la
imagen de una España
«lógica», racional
y europea o la de una España «poética», mís
tica e hispanoamericana. Pero las contingencias de la historia en
nada
afectan el
sentimiento de solidaridad de trescientos
millones
de
hombres, ni su conciencia de
constintlr uua
comunidad per
manente, una unidad de
destino en
lo universal, a
la vez cultural
y religiosa. En 1979, después de más de cuatro siglos de devo ción, el misterio de Nuestra Señora de Guadalupe
hizo converger
en su
basílica mejicana
más de 20.000.000 de peregrinos, sobre
pasando los récords de
Lourdes y Fátima.
(10) Se hallará un cuadro descriptivo de la vida· política, cultural y
socio-económica de España, desde entrado este siglo hasta nuestros días,
en la obra del polit61ogo Arnaud Imatz, José Antonio y la Falange Espa
ñola,
París, Ed. Albatros, 1981.
304
Fundaci\363n Speiro