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Número 233-234

Serie XXIV

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El progreso de la física actual y la ética cristiana

EL PROGRESO DE LA FISICA ACTUAL Y LA ETICA
CRISTIANA
(*)
POB.
ALlmRTO. CATUREI.LI
Catedrático de Filosofía de la Pniversklad de Cónloba (Argentina).
Cuando se me propuso este tema, debí rn;cesariamente pre­
guntarme: ¿Qué se me
ha querido de veras proponer? Es eviden­
te que no se me pide una especulación interna a
la física misma,
puesto que se sabe que soy un lego
en esta

ciencia. Pero, si bien
se mira, aquello de que
s~ ttata

es particularmente difícil porque
se me pide una respuesta a
la cuestión acerca de qué actitud
debe adoptar el pensamiento filosófico cristiano en general
y
fa ética cristiana en especial, frente a los progresos de la física
actual. Y el tema se vuelve especialmente comprometedor por­
que
apunta hacia

el operar práctico
del hombre (hacia la mo­
ralidad) por relación con los aportes de
la física contemporánea.
Esto supone una consideración crítica de
.las relaciones entré
física,

metafísica
y moral y, luego, una meditación acerca del
sentido, según
el cual los resultados concreto3 de la física afec­
tan
el orden moral. Pero como aquí se ttata de
la ética cristiana,
la cuestión apunta también al orden de la «nueva creación»
inaugurado por el Verbo encarnado.
(*) C.Omunicaci6n expuesta en Río de Janeiro, en el XV Congreso
del COMPEFIL, desarrollada del 23 al 29 de julio de· 1983, teniendo por
tema general: Diálogo entre flsica .y"·-metafisica.
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Fundaci\363n Speiro

ALBERTO CATUREUI
I
FisICA, METAFisICA Y MORAL.
l. Relación mediata de la física con la moral y crítica al
cientificismo antimetafísico. ·
Es evidente que la ética cristiana -'-en cuanto tiene por ob­
jeto el libre operar del hombre en orden al fin último- depen­
de, en- su relación con la ciencia empírica, de la metafísica im­
plícita o del rechazo de toda metafísica en la ciencia misma. De
ahí que sea menester una consideración previa: a) El desarrollo
de la ciencia.
física en

cuanto tal,. no dice relación necesaria con
la moral;
b) en cambio, en la medida en la cual sus resultados
dirijan, condicionen
y hasta puedan regir las operaciones libres
del hombre, la relación es necesaria
y debe ser afrontada por el
pensamiento filosófico.
En tal caso, la visión del mundo explíci­
ta o implícita en la construcción del físico, condiciona
la refle­
xión

del moralista
y, por eso, éste debe preguntarse por sus
fundamentos, porque de ellos dependerán los problemas que se plantean a la ética. No será lo mismo, para
la vida moral del
hombre, un mundo necesitarista (sin espacio para la
liberrad)
que

un mundo en el cual exista
la causalidad libre no confunclida
con el determinismo causal; no será lo mismo .un cosmos sin
Dios o un cosmos identificado con «la Divinidad», que uno que admita la existencia de un Dios creador
y personal; no será lo
mismo un mundo físico fenomenista, que uno que admita· la sustancia «inverificable».
De todo esto dependerá la valoración
moral
que se asigne a los resultados que ha logrado la física por
medio de la técnica
y sus inventos específicos (por ejemplo, el
aprovechamiento técnico de
la energía nuclear, el empleo de
sustancias

radiactivas en
química y en fisiología, la mutación de
los genes en la
especie humana,

etc.). En otras palabras: Porque
la
física implica

una filosofía ( aun cuando la niegue)
y toda
folosoffa funda una ética, mediatamente al menos,
los resultados
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PROGRESO DE LA fJSICA ACTUAL Y ETICA CRISTIANA
práct;i;cos de la fisica no pueden eludir una valoración moral. Y,
por eso, es menester preguntarse por los fundamentos metafísi­
cos implícitos

en la ciencia.
Hemos de admitir, para comenzar, que no hay conocimiento
del no ser, pues todo conocer .conoce, o pretende conocet, lo
que es. Aun cuando se sostenga que la realidad es una ¡nalla
de

entidades conceptuales a las que deben reducirse
mis expe­
riencias (Moore), no se podrá nunca eludir, al menos, las ex­
periencias que son experiencias
de. Esta partícula «de» señala
aquel
algo que ha producido mi experiencia y tal es la reali­
dad, lo que
es; por eso, sostener después que la realidad debe
reducirse a un tejido
· de
relaciones lógicas, significa una huida
· de

la
realidad que
conduce al absurdo frívolo, encerrado en la
afirmación de que las «cosas» son eso que
está allí sin ser (Rus­
sell). De modo que el materialismo fenomenista, que vacía al
logos del ser, se contradice y se niega a sí mismo porque siem­
pre será ineludible
)a afirmación originaria de aquel algo dado
en toda experiencia: El
ser. Luego todo conocer, también el de
la ciencia física, es, inmediata o mediatamente, conocimiento del ser, ya sea que se refiera a
tal género de entes (ciencias), ya
sea que se refiera al acto de ser participado en todo ente (me­ tafísica). Por eso he dicho que todo conocer es, en última ins­
tancia, conocimiento del ser como acto (
esse) mediatamente en
las ciencias particulares, inmediatamente en
la filosofía. De ahí
que la presencia del ser a la conciencia sea la palabra originaria
generadora de todo lenguaje, el cual, como quiere el segundo
Wittgenstein,
nada oculta. En efecto, nada oculta porque mani­
fiesta el ser; de ahí que, si fuera verdad que el lenguaje sólo
funciona en sus usos y que no hay lenguaje sino «lenguajes»
(juegos de lenguaje) que han suscitado los «problemas» filosó­ ficos que son sólo «perplejidades» sin solución, entonces habría que negar también el hecho ineludible del aparecer
d~l lenguaje;
este

aparecer equivale al aparecer del
ser que lo sustenta. Tal
es

el problema fundamental cuya negación sólo sirve para vol­
ver a
poner en

evidencia el acto de ser. Reducirlo todo a «len­
guajes» sin ser es, sí, una primera
perplejidad sin solución po'
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ALBERTO CATURELLI
sible. Y esto no tiene salida, pues cuando se acusa a los meta­
físicos de producir solamente «enredos lógicos» (Ryle) los que,
naturalmente, serán «corregidos» por el análisis del lenguaje,
la
lógica sin logos ( que corresponde a un pensamiento sin ser) tendrá que corregir hasta el
infinito en
un «enredo lógico» in­
terminable. Por eso, declarar
a la metafísica ( como lo ha hecho
un discípulo de Wittgenstein)
. una

«fantasía neurótica», es ge­
nerar una suerte de
boumerang que

se vuelve contra esta curio­
sa no-filosofía.

que, corrigiendo hasta el infinito, se pone de ma­
nifiesto no como una
fantasía, sino

como una realidad neurótica
que
ha vaciado de sentido a gtat: parte del «pensamiento» actual.
No queda más camino
que el
del ser participado en los entes;
dicho de otro modo,
la filosofía comparte con la ciencia física
el simple punto de partida de los caracteres del ser tal como se
ofrecen en la
experiencia; pero mientras las ciencias particulares
continúan investigado tal género de entes, la filosofía, aunque
carezca de
la experiencia de . un comienzo absoluto, comprende
que todo género de ente sólo «tiene» y no
es el ser y, por eso,
descubre la radical contingencia y finitud del ente; le asiste ple­ no derecho al metafísico para deducir que esta composición pri­
mera de todo ente entre participado ( acto limitado del ser) y
participante (ente recipiente, potencia) implica el descubrimiento que todo lo . que es (metafísicamente) compuesto supone una
causa; es decir,-que todo en.te que-es por participaci6n, es causa­
do y así aparece el principio de causalidad que para nada debe
confundirse con
la llamada «determinación causal» de la física
«clásica» (lo cual es una mera extrapolación por referencia in­
debida a
la previsibilidad de los fenómenos físicos), sino que
expresa simplemente aquel lazo de dependencia (participación del ser en el ente) de
lo que tiene razón de efecto respecto de
·
lo

que tiene razón de causa. En tal caso,
la «nueva física» no
molesta a la metafísica, pues el principio de indeterminación
( «de un corpúsculo no se puede determinar a la vez la posición y
la velocidad y, por tat: o, permanece indeterminado para el
observador») solamente sustituye la interpretación determinista
de la física
«clásica» (
que sí es contraria a
.la metafísica).
Por
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PROGRESO DE LA FISICA ACTUAL Y ETICA CRISTIANA
el contrario, la «nueva física» favorece a la metafísica al permi­
tir

poner en evidencia
la diferencia esencial entte el mero deter­
minismo entre fenómenos
y el principio de causalidad en el ser
mismo de los entes.
¿Qué relación existe entre estas afirmaciones fundamentales
y la moral? Inmediatamente parece que ninguna, pues la ciencia
física no es buena
ni mala moralmente y es también correcto
y necesario que é!imine a la filosofía en su método propio; pero,
si como quedó dicho, mediatamente
todo conocimiento es cono'
cimiento

del ser participado en
el ente, lo cual supone una deci­
sión ( al menos implícita) acerca de
la realidad como tal y ésta
es el fundamento de toda operación libre del hombre, mediata­ mente
la física (y toda ciencia particular), dice relación al ,;en­
tido del libre obrar del hombre, es decir, a la moral. Esta es la
razón por
la cual una determinada concepción del mundo físico
afecta al orden moral mediatamente, aunque el físico no lo per­
ciba
críticamente: Si

el mundo ( como ha querido Russell) es la
totalidad de los hechos atómicos, puras
«cosas» sin

ser, es ab­
surdo sostener el ser como sustancia; en tal caso,
el orden moral,
fundado en el
ser como

bondad
no existe

tampoco, salvo que
se pretenda fundar la ética en los deseos subjetivos, lo cual equi­
vale a la negación definitiva
ele la

ética misma: El
mundo, trans­
formado

en una suerte de infinidad de
perspectivas sin
absoluto
(Dewey) se ve obligado a elevar a principios generales (mala
filosofía) los principios de las ciencias particulares ( cientificis­ mo).
Así, en

la medida en la cual una teoría
·física sustente
estos
principios generales ( u otros análogos) mediatamente expresa
una concepción del mundo
y, con

ella, pone inevitablemente
una relación con la moral. El progreso de la física, en cuanto
tal, para nada afecta al orden moral; pero en
la medida en la
cual conlleva

una visión general del mundo físico, no puede evi­
tar su relación con
la moral. Por consiguiente, no es responsa­
bilidad de
la física, per se, la resonancia que pueda tener en
el orden moral sino de la filosofía implícita que
. conlleva; y, ac­
tualmente, tales consecuencias serán negativas en_ la medida ·en
la cual el físico (no la física) viva inmerso en el ambiente crea-
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ALBERTO CATURELLJ
do por la filosofía inmanentista. Cuando el físico está conven­
cido que
la realidad es un tejido de meros fenómenos sin sus,
tancia (Occam, Hume, Moore, positivismo lógico) en realidad
concluirá no como físico sino
como hombre, que no tiene sen.
tido

hablar de causalidad libre, de ley natural, de virtudes mo­
rales
.o de

la existencia
de Dios; si el físico está ingenuamente
convencido que una
propo~ición sólo

será
científica cuando
se
refiera a lo sensiblemente verificable ( Carap y Círculo de Viena)
como hombre} no como físico, sostendrá que las normas mora­
les son apenas relativas a la situación inmediata y que, en de­
:611,itiva, si se refieren a lo «inverificable», no tienen valor cien­
tífico alguno. Luego hemos descubierto una primera relación
entre la física y
la moral: en el orden metafísico, en la medida
en la cual todo conocimiento de la ciencia particular se ordena a la realidad ( al ser) mostrado en tal género de entes, tiene rela­
ción mediata con
la moral; al mismo tiempo, en cuanto conlleva
una filosofía implícita, el físico -no la física- no puede
sus,
traerse

al ambiente doctrinal filosófico y, desde ese punto de
vista, siempre guarda relación con respecto al sentido de las
operaciones prácticas del hombre ( orden moral). Pero esta pri­
mera conclusión apenas nos ha abierto
el camino para una re­
flexión creciente.
2. Integración de la física en la metafísica realista y sus
consecuencias ·morales.
a) De lo «inmediatamente inaprehensible» a un orden racional
inmanente.
Si la física implica una metafísica, aún podemos ir más lejos
ya que,

cuando el físico se plantea el problema de la estructura
de la materia apunta hacia un orden a
la vez realísimo e inveri­
fícable. En efecto, cuando von Weizsaecker expone la estruc­
tura interna de los átomos
y describe sus constitutivos (protón,
neutrón, electrón
y luego positrón, mesón, neutrino, cuantos de
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PROGRESO DE LA FISICA ACTUAL Y ETICA CRISTIANA
luz, etc.) reclama una «realidad unificadora que se oculta tras
estas distintas formas fenoménicas» y, al estudiar
las leyes que
regulan el comportamiento de los componentes del átomo se­
ñala la aparente contradicción entre la afirmación de que el elec­
trón

es una partícula y que el electrón es una onda. Pero, sos
0
tiene, «esta contradicción se elimina afumando que una 'par­
tícula' atómica es una realidad física situada más allá de las
fronteras de aprehensión inmediata que, en modo alguno,
po­
demos describir mediante nuestros conceptos espacio-tempora­
les». Más aun: ·,clos conceptos

de 'partícula' y 'onda', o, más
exactamente, 'fenómeno espacial discontinuo' y 'espacial conti­
nuo', surgen como explicaciones exigidas por nuestras formas de
aprehensión intuitiva de un suceso que en sí es inmediatamen­ te inaprehensible» (1). Por un
lado se exige la necesidad de una
«realidad
unificadora» y,

por otro, se reconoce un suceso inme­
diatamente inaprehensible; esta
aguda observación

evita certe­
ramente
convertir al

fenómeno en fenómeno sustanciado ( si se
me petmite hablar así) como hace el empirismo y deja abierto el
camino lógico para
la afirmación, ahora estrictamente filosófica,
de
la existencia de la sustancia 1/taterial; pero afumar la sustan­
cia material (sujeto último de todo cambio desde que
fa reali;
dad física se compone de sustancias elementales) implica la ri­
gurosa aceptación de
la sustancia metafísica «inverificable». Las
consecuencias son ineludibles, ya se trate de cambio fenoméni­
co, ya de cambio sustancial ( dinamismo total de la realidad)
porque, en el orden de
la materia, todo ente aparece así como
sujeto-agente (inmediatamente inaprehensible) de operaciones es­
pecíficas; lo

cual incluye al hombre tanto como sujeto sensible
cuanto como sujeto metafísico, causa última libre de toda ope­
ración. De
ahí que, una física verdaderamente dócil a los datos
de la realidad deba admitir. este orden metafísico inverificable
pero no menos
científico que

es
la fuente de la actividad moral
(1) Car! F. von Weizsaecker, La imagen flsica del mundo, págs. 34-35,
trad. de E. Martino y J. Sanz Guijarro, Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid, 1974.
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AJJJERTO. CATURELLJ
del hombre. -Esta es, -precisatnente, -la que podrá e1U1t1r un JUI­
cio ético sobre los resultadcis concretos del desarrollo de la fí­
sica, como enseguida veremos. Más aún: con lo dicho ha que­
dado
_admitido que

aquella «realidad
unificadora» exigida

por el
físico equivale a postular un orden racional inmanente a la ma­ teria; es decir, un
ordo_ natura/is anterior a la consideración del
físico,_ que es

un
ardo rationdlis reflejado en la inteligencia hu­
mana que lo expresa como una ordinatio rationis. El primer
debei: moral del físico (y de todo hombre) es respetar este orden
fundamental que, a su vez, se comporta, para
la inteligencia,
como un

abismo siempre inagotable.
b) [,a estructura de la materia y el problema del contenido ab­
soluto.
Lo dicho anteriormente
confirma lo

que sostuve al comien­
zo, pues la estrucn;;ra de _ la materia no es determiru¡ción pura
(acto
puro en términos metafísicos)
ni mutabilidad pura; por eso
las estructuras, físicamente indiscernibles,
denuncian-una
estruc­
tura
metafísica en

la cual el ente físico
ho es su acto de existir
(esse), sino lo que lo «tiene»; lo cual es admitir, de hecho, el
comienzo absoluto de la materia desde que todo ente físico tie­
ne «recibido» o participado el acto de ser. También la física se
ha planteado, hoy, el
problema del

comienzo absoluto ( creación),
lo cual tiene resonancias fundamentales en el
orden moral:

ante
todo, es evidente,
par-a el

filósofo, que en el campo de la físi­
ca
· se

suele emplear_ impropiamente el
término «creación».
Cuan­
do se
habla de «creación» para significar la producción de pa­
rejas de partículas, a partir :del fotón, no se pone
la nada como
antecedente y tampoco
«se puede

hablar de
materialli:aci6n de
la

energía ... , puesto que también la energía del
fotón es mate­
-
ria!» (2). De -todos modos, cuando el físico se decide en contra
(2) Filippo Selvaggi, Estructura de la materia, págs. 262-263, traduc­
ci6n de A. A. Lator Ros, Herder, ~ercelona, 1970.
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PROGRESO DE LA FISICA ACTUAL Y ETICA CRISTIANA
o en favor de la creación, abandona su método propio y hace,
bien o mal, filosofía, y de esta decisión se seguirán fundamen­
tales conclusiones acerca del obrar moral del hómbre.
Podtfa sostener,

como ha hecho Einstein, que
en> su
universo
curvo, cuyo volumen total
seda finito, debe excluirse un Dios per­
sonal y creador
(3 ). Dios, como se viene diciendo desde el ilu­
minismo,
es una «hipótesis no necesaria» que es excluida de la
regularidad de los acontecimientos del cosmos. En realidad,
Einstein es, filosóficamente, panteísta, como lo pone · de
mani­
fiesto en su telegrama al rabino de Nueva York: «Creo en el
Dios de Spinoza, que se revela en la armonía de las cosas; no
en un Dios que se interesa por el destino y las acciones de los
hombres» {
4 ). Como se ve, aunque el físico esté prevenido
---
notar Jordan- contra todo motivo que no sea
el
del
conocimiento científico de la verdad ( contra toda teología
de tipo creacionista), él mismo y, con
él otros, como Bondy y
como Hoyle, también toman una decisión meta-física al soste­
ner que, dutanie
la expansión de. la materia, siempre existente,
nace o se «crea» nueva materia. El comienzo absoluto sería la
nada de materia y así el mundo estada. naciendo continu~men­
te de la nada. He aquí dos contradicciones: en el caso de Eins­
tein (sin que esto afecte sus teorías propiamente físicas) se ha
producido una extrapolación
del orden

cósmico al metafísico
(el Dios de Spinoza) y, en el caso de Jordan, Hoyle y algunos
otros, se pone en la expansión de
la materia la causa de la
«creación» continua de materia, lo cual nos
· deja

perplejos. En
ambos casos parece volverse al mito
precientífico del movimiento
circular,

puesto que.
«el universo

no
tuv<> principio
ni tendrá
fin» {Hoyle);

sólo cada estrella o sistema de estrellas
tiene co­
mienzo

y fin y, como Heráclito, que es tributario de
mitos an'
tiquísimos,

las conflagaciones son sólo comienzos
relativos en
la
(3) but af my Latter Years, New York., 1950 (hay trad. castellana).
(4) Citado por Guiseppe Ruffino, ·«La ciencia física y el ateísmo», en
El ateismo contemporáneo; vol. 1, pág. 503 (ed: .cast.), EdicioD.es Cristian­
dad, Madrid, 1971.
391;
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ALJlERTO CATURELLI
perpetuidad . del todo. Las consecuencias para el orden moral
son muchas: en efecto, si en el fondo,
todo es Todo, cuando el
· físico

decide
juzgar moralmente

los resultados del aprovecha­
miento técriico de la
física, debería comprender que, en este
universo, la
libertad de la persona singular resulta inexplicable.
Aunque ésta sea -una conclusión estrictamente ético-filosófica es
ineludible, ya que debe existir coherencia entre la división del
universo
y la moralidad. Por eso, en estas cosmologías desapa­
rece la idea de
sanci6n moral perfecta, es decir, perfectamente
justa y,

por consiguiente, es vano hablar de
responsabilidad mo­
ral como capacidad de dar una respuesta al legislador y, en este
. caso,

a un
ordo naturalis racional. Ni libertad moral, ni sanción,
ni responsabilidad tienen fundamento alguno en las
cosmologías
antes

mencionadas. En tal
<:aso, aunque
en el orden
. práctico,
por

imperio espontáneo
· del · sentido común, ,se plantee· el proble­
ma de
la responsabilidad moral del físico en la producción de
armas nucleares, por ejemplo, o se pretenda defender los dere­
chos
naturales del

hombre, en el orden
teórico es
contradicto­
rio y, de hecho, ineficaz.
Si volvemos al origen probable del cosmos y se acepta la
liip6tesis de que la materia estaba comprimida; que de núcleos
livianos se desarrollaron elementos pesados hasta que, en
algún
momento, aconteció la explosión primera o gran explosión ( «big
bang» ), se puede suponer también que, para cada partícula, exis­
te otra idéntica de signo contrario (antimateria). De todos mo­
dos, materia y antimateria se habrían formado en la explosión
originaria pese a que, según la
expresión it6nica

de Einsteio,
habría ganado el protón. Sea esto lo que fuere, en un reciente
informe sobre «nuevos progresos en la cosmología»,
Wolfgang
Priester,

de
la Universidad de Bonn, nos cuenta que «en los úl­
timos años se ha demostrado que protones y neutrones no son
partículas elementales en el sentido estricto de la palabra. Están
compuestos por
partículas aún

más pequeñas, a las que se les
ha dado
el nombre de quarks. Cada protón y cada neutrón se
compone de tres
quarks, entre los que existe una unión muy
392 '
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PROGRESO DE LA FISICA ACTUAL Y ETICA CRISTIANA
firme,. (5). Se intenta así establecer una gran unificación entre·
las fuerzas de interacción y
una de
esas teorías (Howard Georgi
y Sbeldon Glashow) propone la existencia del basan-X, partí­
cula «totalmente exótica,. (como la llama Priester) que, con su
antiboson-X,
al pertubar la simetría entre .materia y antimate­
ria,
ha producido la existencia de nuestro mundo y la nuestra.
De modo que la materia actual del cosmos es apenas un resto de lo que
tenía a

su disposición la explosión primera. Llegados
a este punto, prefiero dejar la palabra al físico alemán: «Perma­
necemos atónitos ante este contecimiento grandioso del acto crea­
dor que, en el lenguaje de la física, denominamos 'big bang'.
Al mismo tiempo nos muestra nuestra propia insignificancia y la fragilidad de la existencia total de la
humanidad,.. El

físico
ha
empleado la' expresión acto creador, aunque la física, desde su
propio método, no está. habilitada para hacerlo y Priester lo sabe porque concluye, sin embargo, diciendo: «siempre perma­
necerá cerrada a los ojos del. físico la última mirada a la crea­
ción». Es verdad. Pero es mucho más coherente con la física
misma al detenerse en la comprobación de la extrema «fragili­ dad» de todo ente que, en lenguaje filosófico, no es otra cosa
que haber redescubierto
la contingencia en el orden de la sus­
tancia material. Nada más. Pero suficiente para que el filósofo
ponga en evidencia que la contingencia supone la participación del acto de ser y que la participación implica la causalidad
me­
tafísica desde que la explosión originaria supone la donación
del acto de ser a lo que es. Y tal es la creación,
ex nihilo, por
parte de Dios creador. En
tal caso la existencia de Dios no es una «hipótesis no
necesaria» sino lógica. Admitida la creación y eliminado el mito del movimiento circular, todo ser es bueno
y el Bien infinito es
el
fin no sólo
del hombre sino de todo ente existente; de ahí
que, en el tiempo, se ejercitan las opciones de la libre voluntad
del hombre en orden a su fin último ( el
Bien iníü,ito ).

Por eso,
no sólo encuentra en esta doctrina
el fundamento de la libertad
(5) En Universitas, XX, 2, pág. 129, Stuttgart, diciembre de 1982.
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ALBERTO CAWRELLI
personal sino el criterio del juicio práctico-moral acerca de la
invención· de attefactos hechos posibles por el progreso de la
física. Si todo proviene de un acto creador, cada ente y, sobre
todo el hombre, posee un
ius suum originario, fundamento de
todo derecho -comenzando por el de la existencia-
y se dis­
pone de un fundamento pata preservat
y defender los derechos
naturales del hombre. En. este sentido,
la sanción perfecta es
exigida por
la misma estructura del cosmos y, por tanto, la plena
responsabilidad moral desde el progreso de la
física. y de la
técnica ha
.de subordinarse

siempre al orden moral
y, en última
· instancia, al· orden

metafísico.· Entonces sí habrá coherencia entre
la visión del mundo
y las operaciones libres del físico y su sen­
tido común que, por ejemplo, reclama ante la inhumanidad de
ciertos attefactos. Por eso
me parecen

mucho más coherentes
estas hermosas palabras
de Max Born, escritas poco antes de su
muerte: «El átomo ha sido siempre un amigo para
mí. Fue la
llave que me
abrió las

puertas de profundos secretos de la Na­
turaleza, secretos que me revelaron
la grandeza de la Creación
y del Creador» (6).
II
EL DESARROLLO DE LA FÍSICA ACTUAL Y LA ÉTICA CRISTIANA.
L En qué sentido los resuitados de la física afectan el orden
moral
a) Descubrimiento e invenci6n. El artefacto y la moral.
He dicho, desde el comienzo, que la física implica una meta­
física ( o su negación
como modo
negativo de volver a la meta­
física); lo cual conlleva una implícita moral como ha podido ver-
(6) «El ser humano y el .átomo», en Universitas, VII, 2, ,pág. 97~
Stuttgart, 1969.
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PROGRESO DE LA FISICA ACTUAL Y ETICA CRISTIANA
se cuando he hecho referencia a la cosmología actual. Empero
queda aún
la consideración de lo más grave o de lo gtavísimo
que se refiere al desarrollo
de la física, que ha permitido el apro­
vechamiento
técnico de sus resultados para la producción de
ciertos artefactos, como la bomba de hidrógeno. En este caso,
la relación con. el orden moral es Inmediata y cae bajo la consi­
deración de
la ética, pues el artefacto ( sea cual fuere) dice rela­
ción, por un lado, a la causa eficiente principal que lo ha pro­
ducido (físicos
y técnicos) y, por otro, al fin del artefacto núsmo.
Por · eso,

el horror
y el sentimiento de responsabilidad mo­
ral de los
núsmos físicos

que hicieron posible el estallido de la
primera bomba de. uranio, en agosto
de 1945, en la ciudacl de
Hiroshima. Heisenberg narra la profunda conmoción que afectó a Otto
Hahn, su compañero como prisionero de guerra en Gran
Bretaña, cuando se enteró del estallido
de. Hiroshiroa, puesto
que había sido
él quien descubrió la fusión del uranio y se sen­
tía responsable de la horrible catástrofe. En . el · diálogo que · se
entabló
entre los físicos prisioneros sobre
el , tema moral, un
principio de solución fue propuesto por Carl von W eisza.ecker al distinguir entre descubrimiento e Invento.
Hahn había sólo des­
cubierto; en cambio, el inventor «pone sus ojos en una deter­
minada finalidad práctica»; desde este punto de vista, la fabri­
cación de la bomba es un Invento ( 7 ). Se vislumbra así que
la
responsabilidad moral recae sobre el Invento, no sobre el des­
cubrimiento. Y aun
así habrá que hacer algunas precisiones en
relación con el invento.
Born, considerando
esta situación
y la
real posibilidad de la humanidad de autoaniquilarse, cree que debe hablarse sólo de responsabilidad; pero, al mismo tiempo,
no duda en emplear la palabra «crimen», aunque referida a una suerte
de «culpa colectiva», producto de una «decadencia de la
conciencia» de la que todos participamos ( 8 ). Y, en el mismo
lugar, Born,
al recordar a sus discípulos Oppenheimer y Teller
(7) Werner Heisenberg, Diálogos sobre· la física at6mica, 2.• ed.,
p,lgs. 242-243, trad. de W. Sttobl y L. Pelayo, Biblioteca de Autores Cris­
tianos, Madrid, 1975.
(8) Op. cit., p,lg. 105.
395
Fundaci\363n Speiro

ALBERTO CATURELLI
que aconsejaron el empleo de la bomba, dice: «Es hermoso ha­
ber tenido alumnos tan aventajados, aunque hubiera preferido
que hubiesen sido más prudentes que sabios».
Hay aquí, en la doctrina de

los físicos, la exigencia de una
valoración moral insoslayable y que nos impone la necesidad de
efectuar algunas distinciones que
valen no

sólo para
el caso de
la
bomba nuclear,

sino de
otros artefactos.

Ante
todo; habida
cuenta del

sentido
del «invento»

con finalidad práctica, es me­
nester considerar

que el artefacto, en cuanto simple
término de
la acción

del hombre
(finis in re) se distingue del artefacto en
cuanto pensado o imaginado como principio de
la acción sub­
jetiva del hombre
( finis in intentione); y, sobre todo, la bomba
por
ejemplo, supone

aquello a lo que, como tal, se ordena por
su propia
naturaleza (finis operis). En ese sentido, la bomba se
ordena a
la explosión producida por la fisión de núcleos livia­
nos, en el caso de
la bomba de hidrógeno; pero, al mismo tiem­
po, depende también del objetivo que se propone
el agente, es
decir, el hombre
(fmis operantis): la explosión puede estar di­
rigida
al aniquilamiento

de una ciudad como objetivo bélico, o
a una ruptura de un itsmo para abrir un canal
entre dos

mares.
Por· consiguiente, ya

sea como simple término de la acción
. del
hombre

o por
relación al

fin al que se ordena por su naturaleza
(finis operis) no puede decirse que la bomba sea inmoral; pero
sí reclama

el juicio moral por relación al
fin del -0perante, es
decir, por relación a lalibertad del hombre; en tal caso, sin exi­
mir al
físico y

al técnico de su responsabilidad por su intención
subjetiva, quien dispone por tales
y cuales motivos el lanzamien­
to de la bomba, es el principal responsable desde el punto de
vista
moral, Y

esta responsabilidad puede llegar a ser terrorífica.
b) El «pecado origina/ de la investigaci6n» y la agresi6n contra
la
materir¡.
Pero el análisis propiamente moral debe ir aún más lejos:
me parece que quienes denominaron, a las explosiones de Hi­
. roshima y Nagasaki, el «pecado original de la libre investiga-
396
Fundaci\363n Speiro

PROGRESO DE LA FISICA ACTIJAL Y ETICA CRISTIANA
ción» (como recuerda Born) acertaron en mucha mayor medida
de la que podían sospechar. Ya he dicho anteriormente que la
estructura de la materia ( sean cuales
fueren los

progresos que en
este sentido alcance la micro física) constituye
un ordo rationa­
lis
desde el momento que es menester admitir cierta racionali­
dad inmanente a la materia; por eso, este
ordo rationalis se
convierte con el fundamental
ordo ttaturalis. En la investiga­
ción de este orden puede la física avanzat
indefinidamente con
su

propio método, ya que la vocación del físico es, siempre,
vocación o llamada del
ser, tal como se muestra en la materia;
es lo mismo que decir que, mediatamente, es llamada de la ver­
dad y del bien. Por eso, cuando
. el

físico, horrorizado por la
catástrofe de Hiroshima, habla de una suerte de «pecado origi­
nal» intuye que los resultados de su investigación han sido utili­
zados, en el orden práctico, para el despiadado ejercicio del
poder y la dominación; en tal caso, los resultados de la física
han servido de medio para provocar
la catástrofe . que les aflige.
Y como el fin (someter al Japón en este caso) exige la coheren­
cia del o de los medios (la explosión nuclear) el físico-hombre
intuye que tal coherencia no existe~ Por .esó se siente responsa~
ble. En efecto, por un lado el maravilloso conocimiento de la
íntima estructura

de la materia ha permitido cierta
agresi6n a la
materia-misma, provOCando· una liberaci6n de -energía como ffie­
dio; por otro, su conciencia tiene justificadas dudas de la bon­
dad del medio. Por eso le llama «pecado». Y tiene razón, pues
quizá son

pocos los que se han detenido a pensar que, para tales
fines, no es lícito utilizar
y alterar aquel ordo natura/is et ratio­
nalis en que consiste la materia. Por eso me atrevo a hablar de
una agresi6n y falta de respeto por la materia.
Los jefes de Estado, sobre todu los de las dos superpoten­
cias que se reparten
el dominio · del planeta, apoyan y fomentan
la investigación física porque la consideran fuente de poder.
Este
manipuleo de
los progresos de la
física crea
problemas
mo­
rales

cada
vez mayores que trascienden
los
límites de
la clásica
noción de guerra justa. Y, así, nos enteramos de la existencia
de las estaciones espaciales de combate, de los satélites de vi-
397
Fundaci\363n Speiro

ALBERTO CATURBLLI
gilancia, de lo fantásticos cañones que disparan un haz de par­
tículas aceleradas, de misiles que sueltan pequeñas bolas eriza­
das de barras metálicas dentro de las cuales una pequeña explo­ sión nuclear
afunenta un

laser multidireccional; nos enteramos
también de

la
· existencia

de los satélites
asesinos y

de misiles
antisatélites mostrándonos la
antesala de

una ya posible guerra
de las

galaxias. En efecto, los físicos que hablaron de una suerte
de «pecado original» de la investigación barruntaban la verdad;
pero al filósofo le
interesa saber por

qué.
2. El _inmanentismo y el vértigo de la aniquilación.
¿ Por qué se ha negado toda metafísica implícita en la física
y, por consiguiente, toda remota
vinculación con
la ética dejan­
do
sin solución

posible los problemas gravísimos que acabo de
indiéar? ¿

Por qué se hace caso omiso a la evidencia de que toda
cosmologla física implica una visión del mundo que no
-puede
prescindir

de
la moral? Y, lo más grave, ¿por qué se ha llegado
a
-una

perplejidad moral
insoluble frente -a

las acciones prácticas
ordenadas
al aprovechamiento técnico de los descubrimientos de
la física? Algunas de las respuestas ya han sido insinuadas an­
teriormente
y no se refieren a la física
sino a
la filosofía: En
efecto, el principio de inmanencia que es como la médula del
pensamiento «moderno», ha supuesto que la razón se vuelve la
regla de la verdad (Occam, Marsílío de Padua,
· Descartes)

y,
por eso, el pensamiento deja de ser contemplativo y se convierte
en activo (Iluminismo) y también se identifica eón la experien­
cia sensible (empirismo); en cuanto autoposición del ser, la ra­ zón y, con ella,
el mundo del hombre, se vuelve auto-suficiente,
plenamente autónomo cometiendo, mucbo antes que
la física, su
«pecado original» que no es otro, como decía Sciacca, que
«el
acto irracional de proclamarse absoluta» (9); en tal caso, en
(9) Studi sulla. filosofía moderna, pág. 29, 3." ed., Opere Complete,
t. 20, Marzorati, Milano, 1964.
398
Fundaci\363n Speiro

PROGRESO DE LA FISICA ACTUAL Y ETICA CRISTIANA
cuanto niega el Absoluto que no es el hombre mismo, el peo·
samieoto moderno (
sin ser) no tiene otro destino que la
nada
eo el orden especulativo y, al mismo tiempo, en cuanto se auto­
fundamenta, significa la
n,#a de fundamento para el obrar prác­
tico. De
ahí esta terrible vocación por la nala (y la autoamquila­
ción).

que tieoe la razón autosuficiente que ha permitido,
al
hombre de hoy, ·realizar el «sentido de la tierra» proclamado
por Nietzsche. Esta autosuficiencia se convierte, por las mismas razones, en autosuficiencia del cosmos
(¡:,or su

relación con el
hombre) y, como consecueocia, autosuficiencia moral en la utili­
zación
de los artefactos creados gracias a los progresos de la
física. Por consiguiente, respecto de la autonomía
del cosmos
( un cosmos que carece
.de referencia a Dios y se resuelve en la
inmanencia de
sí mismo)

acontece la pérdida del respeto por la
naturaleza, es decir, la progresiva desacralización de la materia. Si
el. hombre

es «el único obsoluto para el hombre»,
la··persona
pierde

su sacralidad y en cuanto es el hombre el ente en el cual
se asumen todos los grados
.del ser

cósmico pre-humano, el cos­
mos mismo y la materia pierden su sentido sacro. En cuanto a
los artefactos
· (

como es el caso de las armas nucleares), una exis­
tencia autosuficiente
carece totalmente

de motivos fundados para
subordinar el artefacto mismo ( sea en su misma esencia,
finis
o peris, sea en su finalidad extrínseca, finis op,erantis) al orden
natural
(ardo natura/is) que supone el orden moral y el fin úl­
timo del hombre. Carece, por eso, de una referencia absoluta
para determinar la moralidad o inmoralidad
de los actos prácti­
cos concretos por la utilización de los artefactos. Con lógica de
hierro, un mundo autosuficiente se vuelve cínico e inhumano
(aunque· proclame farisaicamente lo contrario) y así se explica
que Heisenberg haya podido hablar de una «decadencia
de la
conciencia». El
progreso de la física ha sido acompañado por un
,etroceso de la conciencia moral y el desarrollo físico por un
subdesarrollo ético desolador. En un mundo inmanentista (qúe
no está referido a
nada) no existe ninguna razón pára impedir
una
guerra nuclear general como no sea
er equilibrio del mutuo
terror;
pero como, respecto del arsenal atómico, si todos supie-
399
Fundaci\363n Speiro

ALBERTO CATURELLI
ran que las bombas jamás serán lanzadas perdería efectividad
el equilibrio del miedo, es menester que efectivamente puedan alguna vez ser
arrojadas. Pero; en tal caso, alguna vez serán Jan.
zadas. En núcleo de hombres que detenta, hoy, el poder en el
planeta, carece de fundamentos para impedir un holocausto universal y esta carencia no es debida al progreso de la física sino al inmanentismo que no tiene otra salida que la nada (pues­
to que
ha renunciado al ser). Ante esto, contemplamos un mundo
dominado por
e[ vértigo de la propia aniquilación, no como
quien se ha asomado a un abismo sino como quien lleva el vér­
tigo en la propia interioridad vaciada del ser y la verdad
y el
bien. Se trata de una suerte de contra-vocación del hombre de
hoy, vocado,
llamado. y seducido por la Nada.
El inmanentismo ha producido la .des-integración de los sa­
beres .del hombre y la
física n9 es

la causante sino una de las
victimas principales de la crisis de la razón autosuficiente. En cuanto todo saber es saber originario del ser tal como se muestra
en todo género. de ente, cada ciencia iinplica esta ontológica ten­
sión hacia el _ser o la verdad, desde el más humide de los sabe­
res hasta la metafísica; pero como el ser es también el bien, la
integración de todo saber y toda investigación en el ser, en el
orden práctico lo subordina y regula por la subordinación
de las
Operaciones libres
el Bien infjnito. Por eso, sólo por su integra­
ción en

esta tensión al ser,
puetle la física y
sus aportes funda­
mentales alcanzar su sentido ético. Solamente así podrían los
hombres
renunciar a tiempo ante lo que no se debe éticamente
hacer y comprometerse libremente con lo que es menester hacer.
Esto es, hoy, una suerte de utopía puesto que el mundo inma­
nentista y autosuficiente no está dispuesto al desprendimiento
y a la integración jerárquica de los saberes a la luz del ser. De
ahí que Jos esfuerzos. que pudiera hacer la ética cristiana pare­
cieran

destinados al fracaso y la humanidad debe prepararse,
quizá, para un holocausto desde el cual ( como en una inmensa
y terrorífica penitencia) emerja purificada por el dolor.
400
Fundaci\363n Speiro

PROGRESO DE LA FISICA ACTUAL Y ETICA CRISTIANA
m
EL COSMOS, U FÍSICA Y U ÉTICA CRISTIANA.
Sin embargo, precisamente, por tratarse de un enfoque ético­
metafísico
cristiano, aun nos es posible ir más lejos. La filosofía
critiana se ,constituye sobre
la transfiguración de la cultura an­
tigua y la
eliminación de

sus mitos pre-racionales y
pre-cientí­
ficos,

de modo que
la filosofía no solamente ha sido iluminada
por
la Revelación sino que progresó como mera filosofía ( 10).
Este proceso fue aun más evidente en la ética que proyecta su
luz sobre las operaciones prácticas del
· hombre.

A su
vez, esto
nos

autoriza a contemplar el problema que nos preocupa desde
el ámbito
de la fe: y, así, nos percatamos que siendo el· hom­
bre
la
recap!ttllación de todos los grados del ser anteriores a
él (desde

las partículas elementales hasta los irracionales), el
misterio de la
Encarnación del

Verbo, que «se
hizo carne»
(Jn, 1,14), implica cierta impronta cósmica de (;risto y, con
él, la nueva consagración de la materia. Así, tal como lo sos­
tenían los Padres, el fin de la Encarnación no es solamente la
redención del hombre sino la de
todo el universo material. La
falta
originaria del

primer Adán privó al
mundo de
su media­
dor,
.de su cabeza, cesando el hombre de ser, como ha ense­
ñado bellamente Frank Duquesne, el vice-Dios de la crea­
ción (11). El mundo físico se ha rebelado y desorbitado
(Gen,
8,21) por culpa de este «tutor infiel» que se convierte en un
tirano exterminador. Frank-Duquesne llega a decir que el cos­
mos fue arruinado por el despojo
· del

Logos que es
su inte­
ligibilidad,

nadificando y oscureciendo los «seis
días» de la
Creación; de ahí que, desde las partículas elementales el cos-
(10) He fundan(entado esta tesis en mi ohm La filoso/la cristiana en
el pensamiento occidental, Ed. Cruz~te, Buenos Aires, 1983.
(11) Albert Fmnk-Duquesne, Cosmos'. et gloire. Dans que/le mesure
l'univers physique a-t-il part a la Chute,, a la Rédemption et a la Gloire
finale?, pág. 67, J. Vrin, Parls, 1947. '
401
Fundaci\363n Speiro

ALBERTO CAIVRELLI
mos se ha cargado de incertidumbre y de tiniebla. El Verbo
encarnado que re-crea todas las cosas,
visible¡ e invisibles, que
renueva los cielos
y la tie"a (Is, 65,17), llamará a las cosas
por su nombre verdadero (aquel que, en la caída, se volvi6 ininteligible para Adán) (12). Por El se nos hace evidente que
el mundo de la materia, desde su más íntima estructura, a su
manera, adora a Dios
(Ph, 2,10-11) y se comporta como medio
sensible para llegar a El. Caen, así, el panteísmo, la gnosis, la
magia, el

naturalismo, lo profano, porque la materia ha sido
sacralizada en
y por el Verbo en este «augusto. rito metafísi­
co» como le llama el P. Scalvini
(lJ), que ha sacralizado todo
el universo. Cristo es también Cabeza de la naturaleza mate­
rial
y, por eso, hasta la última estructura de la materia (que
la física nos enseña a conocer)
«gime» y está como «en dolo­
res de parto»
(Rom, 8,22), presa de esta tensi6n hacia el Ver­
bo que es la misma Verdad que sustenta a todas las cosas
en el ser
y que es, también, la tensi6n hacia la Verdad de todo
conocimiento humano. Por eso es, simultáneamente,
tensi6n ha­
cia el Bien en todas las operaciones libres, movimiento en el
cual deberi integrarse los saberes del hombre. En este sentido,
como decía San Buenaventura, «la creaci6n es como un
libro
en

el que .. resplandece, se representa
y · se lee la Trinidad crea­
dora en
tres grados

de expresi6n:·
a modo
de vestigio, de ima- ·
gen
y de semejanza; de manera que la raz lla en todas las creaturas, la de imagen s6lo en las intelectua­
les ( ... )
y la de semejanza s6lo en las deiformes» (14). Cuan­
do se investiga la estructura de la materia como hace el
físi­
co,

se apunta ( aún sin proponérselo) hacia la imagen
y hacia
la estructura interna de los átomos, sea que se pregunte por
sus componentes ( prot6n, neutr6n, posit~, mes6n, qÚantos de
luz, etc.), sea por las leyes de su actividad conjunta ( en la me-
(12) Albert Frank-Duquesne, op. cit., pág. 95.
(13) Francesco Scalvini, O. P., «L'Incarnazione come consagrazione
dell'universo intero», en Rlv. di 'Ascetica e Mistica, IV; nov.-dic., 1959.
(14) Breviloquium, II, 12, 1; también, I Sent., d. 3, p. 1, a. ún.,
q. 2, t. Í, 72.
402
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PROGRESO DE LA FISICA ACTUAL Y ETICA CRISTIANA
cánica cuántica, por ejemplo), el físico «toca» el vestigio en
cuanto «conformidad lejana» con la Verdad viviente
y creru:Jo.
ra. Max Bom intuyó este misterio cuando dijo que la investi­
gación

del átomo· le había revelado «la grandeza
de la Crea­
ción
y del Creador».
La ética iluminada por la fe cristiana es, en cierto modo,
convocada por la física
y, por eso, aquélla puede iluminar no
ya el
· problema

de los componentes internos de las partículas
o
· las

leyes de su
· actividad

interna, sino el de la aplicación
cien:
tífica

y práctica de sus descubrimientos.
Y; como esta actitud
debe ser, por la gradual participación del acto de ser en los
entes, la de
· toda

conciencia, no sólo la de la física, como ríos
cuya corriente remontamos hasta su fuente, han de integrarse en la metafísica cristiana primero
y en la mística al final. Hoy,
más que nunca,
deberíamo; hablar

de una
reductib scientiarum
ad Deum.
403
Fundaci\363n Speiro

XXIV REUNION DE AMIGOS DE LA CIUDAD CATOLICA
Organizada por FUNDACIÓN SPEIRO con la colaboración de la
SoCIETÁ D' AMICI DEL PROFESORE
MrcHE¡:.E FEDERICO

SCIACCA,
en homenaje a la memoria. de este maestro, con motivo del
10.°
aniversario

de su muerte. Prevista para
los días

1, 2
y 3 de no­
viembre de 1985, en El Tibidabo (Barcelona), casa Mater Sal­
vatoris, con el tema principal:
LA VERDADERA IJBERACION
y el signiente TEMARIO
Saludo a los congresistas y recuerdo la figura del profesor Sciacca.
ScIACCA, INTÉRPRETE DE NUESTRO TIEMPO, «su» RosMINI · DES,
PUES
DE
NIETSCHE, por el
Senatore Prof. Augusto del Noce,
Catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad de
Roma.
INTRODUCCIÓN AL TEMA: LA
\7JÍRDADERA. LIBERACIÓN,

por
Angel
. Ganzález
Alvarez, Catedrático de Metafísica de la Universi­
dad Complutense de
Madrid.
LIBERTAD

y DETERMINISMO BIOLÓGICO,. por
José Maria-Petit
Sullá, Catedrático de Filosofía de la Naturaleza de la Univer­
sidad de Barcelona.·
EL HOMBRE, SUJETO DE LA LIBERACIÓN, por
Juan Val/et de
Goytisolo, Académico Numerario de la Real Academia de
Jurisprudencia
y Legislación.
LA FAMILIA, CÉLULA PRIMARIA DE LA LIBERTAD, por
E/isa Ra­
m!rez Carba¡osa, Catedrático de Historia del IEM Alonso de
Madrigal de A
vila.
QuÉ ES Y POR QUÉ LA OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES,
por
Narciso Juanola Soler, Profesor de Filosofía en la U.N.ED.
LIBERACIÓN POR EL TRABAJO, por
Fernando Claro Casado, Abo­
gado del Ilustre Colegio de Madrid
y Licenciado en Ciencias
· Económicas. '
EDUC~CIÓN
LIBERADORA

y EDUCACIÓN PARA LA LIBERTAD, por
Estanislao Cantero Núñez, Licenciado en Derecho.
HISTORIA y LIBERACIÓN, por
Maria Adelaida Raschini, Catedrá­
tico de
Historia de ·la Filosofía de la Universidad de Génova.
SOLIDARIDAD Y SUBSIDIARIEDAD EN LA RESTAURACIÓN DEL ENTRA­ MADO SOCIAL, por
Enrique Zuleta Puceiro, Catedrático de
Filosofía del Derecho de la Universidad Nacional de Buenos
Aires.
LA PRIMERA LIBERACIÓN DE AMÉRICA, por Jean Dumont, Histo­
riador .
.Lo QUE HISPANO-AMÉRICA NECESITA PARA su LIBERACIÓN, por Fe­
derico Müggemburg,
Arquitecto y Director del Centro de Es­
tudios Sociales del Consejo Coordinador Empresarial de Mé-
xico. ·
Fundaci\363n Speiro