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Número 235-236

Serie XXIV

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30 de mayo de 1985, Festividad de San Fernando

30 DE MAYO DE 1985, FESTIVIDAD
DE SAN FERNANDO
Llegó el 30 de mayo, la fiesta de San Fernando, rey de Cas­
tilla y patrono de los amigos españoles de la Ciudad Católica.
Como en años anteriores, lo celebraron en presencia del Señor,
en la parroquia de Santa Gema, puesta bajo.
la advocación de
aquella admirable Galgani, prototipo de esa virtud de la que
hoy se habla tan
poco: la pureza.
Ofreció la Santa Misa el P. Bernardo Monsegú, y en
ella el
Evangelio nos

recordó
-en versión de San Mateo-, la frase
siempre rica en contenido del Maestro: «Dad al César lo que es
del César y a Dios lo que es de Dios». Precisamente esa frase in­
vocada, por algunas interpretaciones interesadas, para separar
lo que Cristo quiso
unido, pero que dentro del contexto evan­
gélico adquiere su verdadero sentido, ya que el César también
es de Dios ...
El P. Monsegú en su
homilía hizo

un elogio del san to
rey
que dio grandes batallas al servicio de la Patria, puesta en peli­
gro por los enemigos de la Fe. Y que las dio «con la Cruz al
pecho, en el arzón
la imagen de la Virgen Santísima, santificán­
dose él a la vez que rendía servicio a
la Patria». ·
La

Ciudad Católica -siguió diciendo- venera a San Fer­
nando y trata de cumplir también ella una misión salvadora y
liberadora en defensa de la Fe. Y para ello pone las armas de
la oración y de la ciencia al servicio de los mismos valores espi­
rituales que San Fernando defendía. Remaroó también el Padre
Monsegú la necesidad de trabajar con criterios auténticos y ca­ tólicos, para con ello hacer honor a nuestra Patria que siempre
ha sido abanderada de la Iglesia Católica. Hizo referencia, ade­ más, al deber que tenemos los cristianos de inclinamos ante el
Magisterio de la Iglesia, al contrario de cuantos hoy intentan
construirse un Cristo a su manera, olvidando que el cristianismo
es· humilde actitud de obediencia a la Jerarquia .
. Terminó

recordando que a lo
largo de
su vida fue San Fer­
nando ~an rey, gran guerrero, gran cristiano, gran español, glo­
ria de España y de la Cristiandad toda, cuyo ejemplo de valor
habrá de servirnos de estímulo en nuestra lucha. Pidió, por fin,
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la bendición del Santo a «vuestros trabajos y a la Ciudad Ca­
tólica».
Tras
recibir al Señor y haberle rendido los debidos tributos
marchamos a cenar al restaurante «Jai-Alai». Allí, a los postres,
tomaron la palabra Antonio de
Urzáiz, presidente

de los Círcu­
los de Nuestra Señora de Vladimir;
Pilar Blanco, presidenta de
Corporación Universitaria,
y Gonzalo Cuesta.
Antonio de Urzáiz alabó
la valentía y humildad de San Fer­
nando «que supo poner por encima de su diadema real la
glo­
ria

de
Dios», y lo comparó con los hombres de S peiro por la
autoridad de éstos en el campo intelectual. Se refirió después al tema de la juventud como etapa de formación y a su
función den­
tro

de
la Ciudad Católica, agradeciendo la labor de los hombres
de ésta como maestros. Nos dijo al terminar que, además de las
élites de jóvenes es necesario que no se descuide a otros sec­
tores de la juventud, llamados a desempeñar papeles igualmente
necesarios en la sociedad.
Seguidamente nos dirigió unas palabras Pilar Blanco, quien
hizo hincapié no sólo en las virtudes que adornaron a San Fer­
nando, sino también en su gran obra de reconquista, aspecto
l
este último del que debemos tomar ejemplo ya que nos vemos en a necesidad de recomenzarla. Nos habló también con acierto
Pilar
del peligro

en que se encuentran muchos cristianos
y la
misma religión católica, lo cual tiene su causa en la confusión
'provocada al hacer creer que Cristo
y la Revolución, o Cristo
y el marxismo son compatibles. Este es el caso de «cristianos
por
el socialismo» o de la «teología de la liberación». Y puesto
.que luchamos por Dios
-concluyó-debemos
confiamos a El
para poder repetir la frase de San Fernando: «Teman a los hom­
bres los que en los hombres
confían, los

que sólo confían en
Dios no teman sino a Dios».
Intervino por último Gonzalo Cuesta, que aprovechó la efe­
mérides
para hacer algunas reflexiones
sobre la tarea que debe­
mos realizar los amigos de la Ciudad Católica. Nuestra tarea
-dijo--consiste

en realizar una labor auxiliar, de asistencia, de
información, de concertación, lo más profunda posible, para res­
taurar
el tejido social y político. Para ello reafirmó la necesidad
de formar unas élites y de prepararlas de tal manera que sean
capaces de realizar una acción
cultural en el sentido más amplio
de la palabra. Para ello contamos
-continuó-con
un rico ar­
senal
de publicaciones,

sin olvidar que la colección completa
de
Verbo constituye una verdadera enciclopedia doctrinal.
Se
refirió a
continuación Gonzalo Cuesta a la situación es-
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pañola actual, señalando que comenzaban a observarse síntomas
de recuperación, tanto en la práctica religiosa como en nuevas
formas de presencia de los católicos «purificadas de antiguas
pe­
tulancias, p_ero depuradas también de falsos complejos».
Cerró su intetvención enumerando una serie de posibles ac­
ciones a emprender, algunas de ellas de orden muy práctico e inmediato, e hizo una invocación final al esfuerzo concebido como
«Caridad política» y urgido por el Papa. Los
tres oradores

fueron muy aplaudidos
y la velada se pro­
longó

en agradables tertulias con el ambiente de fraternidad ca­
racterístico de los amigos de la Ciudad Católica, esa obra que
un año más ha dado prueba de su vitalidad y a la que los jóve­
nes debemos tanto. Pilar
CÁRDENAS.
DISCURSO DE ANTONIO DE URZAIZ
Queridos amigos:
Cuando se me propuso para que en el día
de hoy
os
dirigiese unas
palabras, en
esta ct1na de

San Fernando, se me plante6 además de
iin
dificil compromiso una gran duda: ¿qué les digo a los amigos de la
Ciudad Católica que
ésta, ya
no
sepan?, porque si la originalidad es
casi impasible en el mundo que nos rodea, pretender ser un erudito aquí,
ante vosotros, es osadía incalificable por no decir Un sarcasmo.
Hoy es el
dfa y este es el momento -en que sigo envuelto en tal di­
lema. Pero como el momento ha
llegado y no teTlgo ótra ópción q~e
deciros algo, he

optado por tratar de haceros unas pequeñas
reflerlones
sobre

un
tema· que

a todas
luc~ no

tien·e nada de original puesto que,
como dice Gabriel
Alférei, « ... es una etapa por la que todos hemos
pasado
y cuyas circu,utancias desaparecen por el mero transcurso del
tkmpo»,· como

todos os habréis dado cuenta, me
estuy refirlendó a la
Juventud. De

antemano cuento, para salir
del .paso, con

la condescendencia
de todos vosotros, ya que aunque no
soy oradór

de
práfesi6n, cómo
sistemáticamente
Se suele d,ecir para

salir de
•estos trances, "su.pongo que
entre
los presentes

tampoco habrá ningún oyente de profesi6n; por ello
s6lo espero un poco de paciencia por parte de todos,
.qu¡e muy

bien
po-­
diais estar pronunciando en estos mo_mentos y desde aquf, palabras mu~
cho

más
dignas · de ser ·escuchadas.
He de ser

sincero
y reconocer que no
es
urra mera
casualidad
el
hecho

de qut San
Fernando s~a el

Patr6n de la JUventud
y é,te sea el
tema elegido como
inúcleo de

estas palabras.
San Fernando, castellano de
.za más rancia estirpe, de,tácó por su
valor intrlpido en la
Reconquista frente
a los
sarracenos, pero
no se
quedó
en ser

un ejemplo en
valentia y hombrfa; ésto ·no le impidió
ser un héroe de la santidad, un modelo de conducias
y un espejo de
las grandes

virtudes cristianas.
Educado de niño
len el

temor de Dios,
ciñó tempranamente las Ca-
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