Índice de contenidos

Número 239-240

Serie XXIV

Volver
  • Índice

Fidelidad y Verdad. La lección de una muerte

FIDELIDAD Y VERDAD
LA LECCION DE UNA MUERTE
POR
EsTANISLAO CANTERO
He leído los artículos que con la triste ocasi6n de la muerte
de Eugenio Vegas se han publicado. Casi todos han elogiado su
iotegridad, su entrega a unos ideales y a unas ideas que nunca abandon6, sin haber cedido un ápice en ellas durante toda su
vida. Han

hecho un panegírico de su
fidelidad. Lo
que no deja
de ser un contrasentido y desde luego constituye un profundo contraste para algunos de los que han firmado dichos artículos,
pues el elogio al antiguo amigo
se toma

en acusaci6n para

mismo. Si

puede ser admirable la fidelidad cuando se sigue a la pro­
pia conciencia, ser fiel contra corriente es doblemente admirable.
Entraña, además, la dificultad de vencer lo que el ambiente del momento puede ofrecer; resistir al mundo, que bajo
la apariencia
de honores, halagos o éxitos endulza el amargor de
la traici6n.
Eugenio fue siempre fiel y
lo fue contracortiente. Nadie se lo
ha negado.
Sio. embargo, lo verdaderamente admirable es la Verdad. Es
a ésta a quien el hombre ha
de rendirse,

buscándola sin cesar y,
una
vez hallada,

entregarse a ella en un abrazo permanente.
« Yo soy el camino, la verdad y la vida», dice el Señor. Ser fiel
a la Verdad cat6lica, íntegra, total, serlo completamente, sin
fisuras, raya en la santidad. Y este fue el caso de Eugenio. El fue fiel
a la Verdad. No s6lo a unas ideas políticas, sino sobre
todo a Dios.
La pregunta de su juventud, casi de su infancia,
« ¿d6nde podría contribuir yo de manera más eficaz a la gloria
de

Dios?» y su diaria meditaci6n acerca de la pureza de in-
1074
Fundaci\363n Speiro

FIDEUDAD Y VERDAD
intención: «si comiereis, si bebiereis, si hiciereis cualquier cosa,
hacedla en

memoria
de Cristo», le retrata petfectamente
Por

ello, al leer lo que
de él se ha escrito, salvo excepciones
-Vallet, Fernández de la Cigoña- queda
y creo que nos queda
a sus amigos, ·a quienes nos consideramos sus discípulos -pues
aun en estos tiempos seguía
y sigue teniéndolos- la sensación
de que su figura si no rebajada, queda algo deslucida. Porque
en el caso de Eugenio, el discípulo no es más que su Maestro.
Y se ha elogiado la fidelidad del discípulo sin destacar o aun olvidando al
Maestro al

que fue fiel
y por el que fue fiel. No
se
ha destacado

o no se ha señalado
la causa y el fin de su fide­
lidad. En

segundo plano
y en alguna ocasión casi haciendo escarnio
de ello, se han dejado a sus ideas. Se olvida, así, que la fideli­
dad encuentra su verdadero
sentido, no

en sí misma, sino en
aquello que ha sido su objeto. Cuando éste es la Verdad,
enton-.
ces

la fidelidad es plenamente admirbale. Porque se puede ser
fiel hasta
la muerte a una pasión inconfesable ci al jefe de la
cuadtilla de bandidos con la que se cometen
mil tropelías. ¿ Quién
alabaría
tal fidelidad?
En el caso de Eugenio, el objeto de su fidelidad fue
Ja reli­
gión

católica
y la patria. Por encima de ésta, aquélla. Y así, la
Verdad aparece resplandeciente y luminosa, destacándose por
encima de la persona que en tan alto grado
y con tanto valor
se sometió a ella, de lo que dio permanente testimonio como
puede verse en sus· Memorias. De tal forma que en la obra de
Eugenio es Cristo quien sobresale y resplandece. Con ello apare­
ce en

toda su dimensión la figura de Eugenio. La fidelidad a la
Verdad le confiere la mayor grandeza. Eugenio Vegas ha muerto; su fidelidad continuará en el Cielo
por los siglos de los siglos. Pero sus ideas siguen vivas, tienen
plena vigencia aunque carezcan de actualidad -entre otras cosas pcrque esa fidelidad que tanto se ha destacado y alabado, es
virtud que ha sido poco común durante su vida.- Como él
diría hoy, tal como decía no hace muchos días, insistiendo en
lo que tantas veces dijo, García Moreno, «Felipe II de la Edad
1075
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO
contemporánea», demostró q¡¡e se puede ser gobernante plena­
mente cat6lico que defiende
el derecho público cristiano, en una
época donde
parecía -a muchos--

imposible, gracias
al afán en
demostrarlo de casi toda
la clase política.
No
han sido, ni lo son hoy, ut6picas sus ideas. No son im­
posibles de realizar. Porque. la verdad, la civilizad6n
cat6lica,
porque el derecho público cristiano, porque Dios Nuestro. Señor,
que -no es utópico ni irreal, es lo que encontramos en -las ideas
de Eugenio. Este es su verdadero valor. Esta es la lecci6n de
su
muerte. Haberse entregado, haber sido fiel, no a cualquier
cosa, «no a señor que en gusano se convierte», sino a quien es
Camino, Verdad y Vida. ·
Por

eso, por encima de la fidelidad resplandece
la Verdad.
Admiremos a través de la vida
y la obra de Eugenio la Verdad
a
la que fue fiel. Y atrevámonos a seguir sus pasos. Cristo será
nuestra recompensa.
1076
Fundaci\363n Speiro