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Número 239-240

Serie XXIV

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Lino Rodríguez-Arias Bustamante y otros: Comunitarismo

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Lino Rodríguez-Ariás Bustamante y otros:
COMUNITARISMO (*)
Si Verbo fuera menos una revista -de formación y más un
lugar de encuentro intelectual,
la brevedad de esta nota injuria­
ría gravemente a la entidad y
la rectitud del proyecto que quiere
comentar.
Pero la línea coherente que sigue su equipo redactor ----<¡ue
no significa desprecio por otras

aportaciones o
temáticas, que
reconocemos
nobilísimas-pasa poi' preferir

la exposición se­
rena de la verdad a la discusión o
la controversia.
Quizá por
estar convencidos

sus animadores de que muchas
veces los frutos de los polemistas no han llegado
Jl alcanzar la
altura de
los logros

de los catequistas, según una idea que, si
no en letra, sí está en el espíritu de la predicación del carde­
nal Pie. Por eso no quiero
-aparte de

que no podría llevar a buen
puerto la

empresa de referir, crítica y sistemáticamente, las di­
versas comunicaciones integrantes
de los cuatro volúmenes de
ComunitarismO'-profundizar en las razones de nuestra discre­
pancia.

En cualquier caso, han sido desarrolladas en cierto grado
en estas
mismas· páginas por

Juan Vallet
de Goytisolo,
Estanis­
lao Cantero y Maurizfo.
Dente, en

recensiones bibliográficas de
obras de Lino Rodríguez-Arias, Luigi Bagolini y Pier Luigi Zam­
petti, respectivamente. Me voy a limitar, por tanto, a dar noticia de algunas de las
aportaciones que sobresalen de tan abigarrado conjunto.
* * *
No estará de más, sin embargo, conocer en sus rasgos más
salientes la historia· del Centro de Estudios Comunitarios de
Mé­
rida

(Venezuela), organizador de las III Jornadas Internaciona­
les sobre Pensamiento Comunitario, cuyas actas se recogen
· en
los

tomos de que se ocupa esta nota.
En 1972, un grupo de profesores de la Universidad de los
Andes crearon
el ya mencionado centro de estudios, a través del
cual se han canalizado siempre las actividades. Milton Granados, Andrés León Rojas y Lino Rodríguez-Arias
fueron los principales participantes en las I Jornadas
«comuni-
(•) Actas de las· Jornadas Internacionales sobre Pensamiento Comuni­
tario, Centro de Estudios Comunitarios, Mérida (Venezuela), 1984, 4 v0-
Iúmenes.
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taristas», dedicadas al pensamiento comunitario, y cuyas actas
fueron publicadas en 1973. Precisamente en este mismo año tuvieron lugar las II Jor­
nadas, que contaron con ponentes tan destacados como Pier
Luigi Zampetti

y Fran.c,is Perroux, y que avanzaron ya un
en-·
sayo

de sociedad comunitaria.
Adelantando sus esfuerzos hasta nuestros días, en que se han
celebrado -como ha quedado
dicho-las
III Jornadas, que con­
centran nuestra atención.
* * •
El primer volumen se abre con la reproducción de un dis­
curso pronunciado por Luis Herrera Campíns en la apertura de
las Jornadas de 1972, donde con toda claridad señala que los
desvelos por la sociedad comunitaria «tienen que
ser y ser:ín
siempre

bien recibidos por la
democracia-cristiana», por

lo que
«estas Jornadas

están lejos de chocar en lo mínimo con lo que
ha sido. la mejor ortodoxia de nuestro partido» (pág. 11). Seguidamente se hace una breve historia del Centro de Es­
tudios de Mérida, que antes hemos resumido, para a continua­
ción ocuparse con detalle de
Hombre, metaflsica y cristianismo.
En este gran apartado -que integra varias ponencias- son
de destacar las de Agustín Basave
(La filosof/a del hombre co­
munitario,
págs. 49-79), que reitera su novedosa metafísica de
la
habencia, ya
conocida de nuestros lectores de la
· mano
del
padre Teófilo Urdánoz, O. P.;
y la de Luis María Olaso, que
expone el fundamento filosófico-teológico del comunitarismo, cen-.
trándose en la enseñanza y el ejemplo de los Evangelios. Termina el primer volumen
con distintos

escritos destinados
a ensalzar
y difundir el pensamiento de los comunitaristas «en
línea»,

principalmente
Maritain, Mounier y Rodríguez-Arias.
En

el volumen II, todavía dentro de una temática de corte
general, encontramos aportaciones de valor desigual sobre la
base común del maritenismo
y del democratismo:
El profesor ordinario de la Universidad de Roma, Armando
Rigobello, se ocupa del balance
y las perspectivas del persona,
lismo
en

Europa
(págs. 9-25); Lino Rodríguez,Adas -incansa­
ble
promotor y
alma del grupo de Mérida- se refiere a su pro­
yecto político
. como alternativa ideológica de la América Latina
(págs. 45-65). Pier Zampetti vuelve sobre su modelo de socie­
dad participativa
(págs. 105-127) y Luigi Bagolíni reitera las
nuevas concepciones participativa y representativa que damanda nuestro tiempo para salir de las crisis (págs. 127-143). Sólo Juan
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Vallet, Cuerpos intermedias y/o partidos políticos en una_ socie­
dad
comunitaria
(págs. 143-161 ), se separa de los planteamientos
dominantes con

un matizado pero demoledor
rechazo de
los
partidos como cauce de participación política, tesis que es de
sobra conocida
-por -nuestros

lectores.
Los
volúmnes III

y IV se
hallan a distinto nivel que los dos
primeros. Si
los primeros

delinean unos rasgos básicos, estos
últimos terminan de perfilar los
trazos con

detalle.
Profundizan
en

las grandes coordenadas ya establecidas y desarrollan con
concreción ciertos temas: la sociedad de consumo, el modelo so­
cial de desarrollo o el cooperativismo (en lo que hace al III);
la economía comunitaria o la autogestión ( el IV).
* * *
La volaración global, por consiguiente, no puede ser buena
desde nuestra visión de la política y la sociedad. Pues el intento
comunitarista, a pesar de su faz renovadora, nace lastrado por
una ideología democratizante con la que estamos en desacuerdo
radical. En s11 fundamento teológico, bebe en las fuentes envenena­
das del modernismo de Mounier; en su metafísica, no acierta a
plantear con precisión el binomio persona-bien
común (antes,

al
contrario, pretende encontrar la clave en una escisión inadmisi­
ble entre
individuo y persona); en su vertiente sociológica y po­
lítica, no consigue librarse del encantamiento de la. partitocracia.
En los más solventes de los expositores --es muy cierto--,
Zampetti,
Bagolini; R.odtíguez..Arias, encontramos

elementos muy
valiosos: el intento de escapar al
fortnalismo positivista,

la re­
valorización de las entidades intermedias, la búsqueda de una
sociedad verdaderamente participativa ... Tan nobles latidos, en cambio, son ahogados por la dura cor­
teza_ del

demoliberalismo, que no aciertan a quebrar. Como todos
los
sistemas democristianos,

brota
de la piadosa pretensión
-creencia- de
organizar la democracia. Y como todos, cae ful:
minado,

sin remisión, por el verbo de Maurras: «No
Se organiza
la

democracia. No se democratiza la organización. Organizar la
democracia es instituir aristocracias;
democratizar una

organiza­
ción, es inttoducir la desorganización: organizar significa
dife,­
renciar, es decir, _ crear desigualdades útiles; democratizar, eS
igualar, es establecer en lugar de las diferencias, de las desigual­
dades,
de las

organizaciones, la igualdad que es estéril e incluso
mortal ...
».
M:rGI/EL AYUSO.
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