Índice de contenidos

Número 243-244

Serie XXV

Volver
  • Índice

La solidaridad

LA SOLIDARIDAD
En qué consiste la solidaridad.
«Se trata de emprender acciones positivas que expresen nues­
"tra solidaridad

para
ayudar a
los hombres a responder a
sus
"necesidades profundo,s; y

se trata de educarles en esta
sólidari­
"dad.
Necesitamos

promover, por ejemplo, los valores de la
fa­
"mília,
ayudar

a que-los hogares
sean estables,
unidos, acogedores
"de la vida; velar por

la educaci6n de los jóven,es en el
tJutén­
ntico a_mor humano; t?elar también para que no se encierren .en
"un, comportamiento hedonista e individualista, sino que com­
"prendan el sentido positivo de la libertad, de las responsabi­
,, dades

y de
lo que exige el bien común, En el plano social, es
"necesario hacer todo
lo posible para que el progrese, económi­
n co siga estando al servicio del hombre, y, no a la inversa».
JuAN PABLO 11: Discurso a los Cuerpos Cons~
tímidos y al Cuerpo Diplomático· ·en el castillo
de Laeken, el lunes 20 de mayo. L'Osservatqre
Romano, edición semanal en lengua española,
año XVII,

núm. 26 (861),
domingo 30 de

junio
de 1985.
La solidaridad, como impulso humano y como hecho cultural.
«En otra intervención he captado la invitación a reflexionar
"con vosotros

nuevamente sobre
el tema de la solidaridad. Se
"trata de un tema que me resulta particularmente
entrañable y
"no, en reaU4ad} pür motivos contingentes, sino. por tJJotivos
"de fondo que afectan a la esfera religiosa, y moral. .
»En

efecto, la solidaridad, antes de ser un hecho cultural,
"de dar

forma a un proyecto
politico o

de orientar una deter­
" minada

praxis social, es un impulso que
responde a
la natu­
"raleza del

hombre
y, cuando

se
lo enmarca en la ley-mandato
"de Cristo, ··-que -fi¡aos-asume,_ nó suprime los valores nitu­
"rales, se eleva a la esfera superior del verdadero amor al próji­
"mo. Entonces nos _lleva m_ás alto hasta Dios que es el primero,
259

Fundaci\363n Speiro

,
"como nuestro Padre, que nos ama con caridad in/init_a. A este
"nivel, la solidaridad es el anuncio estupendo de que Dios es
"solidario con el hombre hasta .la muerte de su Hijo en la cruz.
"En este y de este Evangelio debe sacar vigor la acción social
"de los cristianos, para dar
co.ncreción efectiva,
en la actualidad
"y variedad

de las situaciones, a la auténtica solidaridad
en el
"seno

de la familia humana.
»Por e;emplo} la crisis actual nos impone a loS cristianos no
"abandonar este camino de la solidaridad: más aún, hay que
"descubrir y probar nuevas formas de la misma, a fin de que la
"sociedad en su con;unto progrese, se desa"olle, Se haga más
'!humana.
»Por lo demás, ¿cómo negar, frente a la naturaleza de la
"crisis de ho{J, que aparece más éstructural que coyuntural, ya
"que a la amplitud de las transformaciones (revolución tecno­
"lógica) parece corresponder una inversión de los valores, ·cómo
~'negar

que es sumamente importante que los.
cristianos ~socia­
"dos reflexionen de nuevo sobre su función especifica? ¿Qué
"son y qué deben hacer? ¿Acaso no están llamados a ser leva­
" dura

en la sociedad? "Vosotros sois la sal de
la tieffa", les
"dice
Jesús
(Mt 5, 13).
i,En realidad,

la crisis abre un amplio campo de
reflexión
"y

de
experimentación en
una multiplicidad de temas y de pro­
"blemas, y esto obviamente exige un esfuerzo de atención para
"las intervenciones
oportunas. ¿Y quién
me;or que el cristiano)
"que
actúa

en
lo social; frente a las cosas nuevas del cercano
"2.000, puede y debe atender a la tarea exaltan/e del soldar a
"la vez Evangelio y cultura, Evangelio y vida, Evangelio y fu­
"turo?
»A tal prop6sito, me parecen dos los puntos merecedores
"de especial
atención por parte del laicado asociado:
»a) Ante la revolución tecnológica, hay que poner en mar­
"cha una gran capacidad de
estudio y

de proyectos, de experi­
"mentación e i'fl.novación. Si el i"efrenable proi?,reso técnico
"puede determinar, por un lado, fos limites a la libertad del hom­
"bre, hay que reconocer, no obstante, que ofrecerá nuevas y más
"amplias posibilidades que deben ser discernidas responsable­
"mente, como ya he afirmado en la
encfclica sobre
el traba¡o
"humano (cf.
Laborem exeréens, 1).
. »b) En segundo lugar, se .debe comenzar una reflexión só­
"lida
sobre
los elementos éticos del cambio, en orden a un ética
"más completa

del traba¡o.
Acerca de
ello he afirmado que "esta
"#ica social,

sin desatender las obligaciones de cada uno, subra-
260
Fundaci\363n Speiro

"ya los factores nacionales y supranacionales que en el plano
"econ6mico, político, financiero, condicionan de .manera frecuen­
"temente negativa; tanto la cantidad como la calidad del traba­
"jo. Problemas como el
trabajo injusto, inhumano, no
tutelado,
"o despreciado,

exigen por parte de
fos cristianos
una renovada
"asunción' de
responsabilidades. La

ética del trabajo se refiere,
"sobre todo, a la dimensión subjetiva del
mismo, esto

es,
al hom­
"bre como persona, como sujeto del trabajo"
(cf. discurso citado).
»Parece óportuno
y obligado el encauzamiento de esta éti­
nca "nuevan del trabajo para superar, por. una parte, cierto p/,an­
"teamiento a veces restringido, se diria, privatistico de la moral
'del

trabajo, ligado a la simple consideración de los deberes de
"los empresarios y de los obreros, y, por otra parte, para volver
"a examinar, con motivo de los cambios} la misma organización
"del trabajo y los más amplios sistemas socio-pollticos, entre los
"que ella se encuentra».
JUAN PABLO 11: Discurso a los · trabajadores
reunidos en la Sala Pablo VI, con motivo del
Jubileo
de la Redención el 18 de marzo. L'Os­
·servatore Romano, edición semanal en lengua
espafiola, afio XVI, núm. 14 (796), domingo 1
de
abril de 1984.
El sentido de la solidaridad ¼" responsabilidad común entre
las naciones.
«Toda acción emprendida en una nación o región para resol­
"ver sus propios problemas -tiene necesariamente repercusión so­
nbre
la
vida
y los obietivos de ltM otras naciones, en ·razón de
"inevitables. mecanismos económicos, monetarios, financieros y
"políticos. Pero, al mitmo tiempo, se' constata que

todos
los
"pueblos

aceptan más conscientemente un
mayór compromiso
en
"la responsabilidad común con relación al bien común universal.
"Progresa el sentido de la solidaridad y de la responsabilidad
"compartida entre las naciones, lo que constituye uno de los
"signos de esperanza de nuestro tiempo que debe inspirar a to:
"dos

los pueblos una disponibilidad siempre
mayor a la

colabo­
"ración mutua. No se pueden perseguir los legitimas
objetivas
"nacionales con estériles confrontaciones, sino solamente median­
"te una cooperación y un diálogo confiados, continuos y abiertos.
"Todos los individuos
y todos los pueblos deben saber que son
261
Fundaci\363n Speiro

"los administradores de uná herencia común y los servidores de
"un común destino».
JuAN PABLO II: Discurso al Gobierno y al
Cuerpo Diplomático en la residencia oficial del
Gobernador
Gener"1, el
19 de septiembre.
L'Os­
servatore Romano, edición semanal en lengua
española; año XVI, núm. 41 (823), domingo 7
de
ocrobre de
1984.
La solidaridad es lo más opuesto a las' ideologías que dividen
a los hombreis en grnpos . _enemigos.
«Esa solidaridad excluye· todas las formas de ego/smo, que
"Siembran cizaña _en la convivencia. ·Es lo. más opuesto_ a-las
"ideologias que dividen a los hombres en grupos enemigos e
"irreconciliables
y que propugnan una lucha fanática hasta el ex­
"terminio -del adversario.
" . . . . ·-. . . . . . . .
»Frente a todas esas ralees de egoísmo insolidario que ani·
"dan

en el
coraz6n humano,
la Iglesia se
esfuerza en
proclamar
"la apremiante necesidad de renovar moralmente los
espiritu.s,
"de

cambiar a los hombres
desde dentro,
de hacerles volver
a
"las

raíces más hondas de su humanidad. Sigue luchando
tam·
"bién

en la causa de la
¡usticia mediante 'su doctrina
social
y la
"acci6n

promociona/ de tantos
h[Jmbres y muieres. Y quiere so­
"bre todo estar presente
y ser solidaria con
los más pobres.
"Como en sus
origenes. surgi6

con gente humilde
y necesitada
"--con los

pobres de Yavé-, la Iglesia quiere también hoy
tra­
"baiar con amor preferencial por esta porci6n predilecta del Se­
."íior. Porque si no lo hiciera asi, no seria fiel a su Fundador,
"Jesucristo. Pero quiere hacerlo no por
impiraci6n politica, sino
"desde
el Evangelio; no con

métodos de lucha de clases, no con
"miras a aparentes liberaciones parciales que no consideran, o
"no suficientemente, la dimensi6n espiritual del hombre, o le
"Conducen a nuevas y nó menores _ esclavitudes al quitarle su
"libertad ( cf. Alocución a los cardenales y prelados de la Curia
"Romana, 21
diciembre de

1984, 10)».
262
JuAN PABLO II: Dsctirso a los aborígenes· y
campesinos, en la antigua fortaleza de Sacsay­
huamán de Cll7.!=0, . domingo 3 de febrero. L'Os­
servatore Romano, _edición semanal en lengua
española, año XVII, núm. 7 (842), domingo 17
de febrero de 1985.
Fundaci\363n Speiro