Índice de contenidos
Número 243-244
Serie XXV
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
Los católicos y la vocación política
-
La crisis del derecho penal
-
Agonía y esperanza de la Iglesia en México
-
El orden en la ciudad y el urbanismo
-
A propósito de una obra sobre la religión de Shiva
-
El pensamiento occidental cristiano
-
Joseph de Maistre y sus «Consideraciones sobre Francia»
-
La tenaz leyenda de un Tito «nacionalista»
-
Democracia orgánica, viabilidad del modelo político y utopía en Eugenio Vegas Latapié. I. Puntualizaciones sobre Eugenio Vegas
-
Democracia orgánica, viabilidad del modelo político y utopía en Eugenio Vegas Latapié. II. Respuesta a Gonzalo Fernández de la Mora
-
- Actas
- Información bibliográfica
- Crónicas

Autores
1986
Democracia orgánica, viabilidad del modelo político y utopía en Eugenio Vegas Latapié. I. Puntualizaciones sobre Eugenio Vegas
DEMOCRACIA ORGANICA, VIABILIDAD DEL MODELO
POLITICO Y UTOPIA EN EUGENIO VEGAS LATAPIE
PUNTUALIZACIONES SOBRE EUGENIO VEGAS
POR
GONZALO FBRNÁNDEZ DE LA MoRA
En el número 239 de Verbo (págs. 1.230 y sigs.), a propó
sito de mi admirado amigo
Eugenio Vegas,
se me alude con
reiteración y sin suficiente fundamento, lo que me obliga a for
mular ciertas puntualizaciones.
l. Efectivamente he escrito: «Lo más vivo de la aportación
de Vegas y de
Acción Española es una reactualización de la in
terpretación histórica
dé Menéndez
Pelayo, y la teoría de
la
democracia orgánica cuya fuente· estaba en el idealismo alemán
y mµy especialmente en Krause y sus discípulos hispanos» .. A
la
segµnda .aserción
del citado párrafo se me objeta en
Verbo
que Vegas «siempre rechazó la expresión democracia orgánica»
y que «no necesitaba influjo alguno, directo, ni indirecto de
Krause, ni le interesó
nada éste».
Cada una de las dos obje
ciones requieren un párrafo:
aj En su libro Consideraciones sobre la democracia (1965),
Vegas
dio el título de «Democracia orgánica» a un capítulo de
c~torce páginas. Empleó, pues, la expresióri, aunque no le acaba
ba de gustar porque Maurras, en uno de sus malabarismos dialéc
tico·s, afirmó que democracia y organización eran incotp.patibles;
pero Vegas reconoce que «es mucho más fácil y menos compro
metido adherirse
a la 'democracia orgánica' a pesar de la anti
nomia profunda que encierra
la expresión». Es decir, que Vegas
da por útil
la fórmula. Y digamos entre paréntesis que la an
tinomia denunciada por Maurrás no e:riste, porque si democr'acia_
es la participación de los gobernados en el gobierno, es evidente
que pueden participar
org;¡nizada o
desorganizadamente.
Y el
modo de participar más organizadamente es la representación
política a
trnvés de
los cuerpos intermedios. La esencia· procesal
de
la democracia orgánica es el voto orgánico o corporativo. Y
respécto de éste escribe Vegas·: «La representación profesional
475
•
Fundaci\363n Speiro
GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA
u orgánica, además de reflejar de manera más adecuada la realidad del país, elevaría el nivel cultural de los elegidos». El mo
delo de representación política preconizado por Vegas era, pura
y simplemente, lo que la
doctrina suele
denominar democracia
orgánica; pero lo que importa no
es el nombre sino el contenido,
y queda· cada cual en libertad . de rebautizarlo para hacer las
cosas menos inteligibles.
b) Acerca de la segunda objeción, yo nunca he escrito
que Vegas conociese o se interesase por Krause. Se refuta, pues,
no
un.a afirmación mía, sino un maniqueo inventado. Lo único
que, en este contexto, he escrito es que la teoría de la demo
cracia orgánica se debe al idealismo alemán
y al krausismo. Esto
he podido comprobar que no
lo sabía casi nadie hasta que se
publicó mi estudio sobre la cuestión, y Vegas
lo ignoró dúrante
toda su vida, hasta que, a finales de 1980, me oyó explicarlo
en una sesión de la Academia de Ciencias Morales y Políticas
y, luego, lo leyó en la
separata que
le envié de la
Revista de Es
tudios
Pollticos (junio de 1981 ). Lo comentamos y me mani
festó su sorpresa. Nadie está, pues, más convencido que yo
de
que
Vegas no era consciente del antecedente.
Pero, la
objeción va más lejos y se
afirma, en
son de re
proche, que Vegas
~no necesitaba
influjo alguno, ni directo, ni
indirecto de Krause». Si lo necesitaba o no,
es. asunto
muy sub
jetivo en
el que ahora no quiero entrar; lo · que puede tener
algún interés objetivo es averiguar si Vegas fue o no influido
"por el organicismo social krausita. Esta es una cuestión margi
nal sobre la que nunca me he pronunciado, y aprovecho la oca sión para hacerlo ahora. Vegas estudió a fondo
la importante
obra de
Madaria.ga Anarquia o jerarquút (1934) y la citó con
reiteración.
En esa obra, Madariaga formulaba su proyecto de
democracia orgánica
y, como he demostrado en un libro re
ciente, Madariaga era en
.esta materia
un
ePÍgono del
krausismo,
lo cual prueba que Vegas recibió un influjo indirecto de Krause,
por
lo menos, a través de Madariaga. Pero hay .más; Vegas re
conoció reiteradamente
el magisterio de Mella y, como he escrito
en otro lugar, Mella conocía mal, pero
tenía noticia
del organi
cismo krausista, lo
mal nos
revela otra vía indirecta de influjo.
Y me detengo aquí para no cansar al lector, porque el seguimien
to de las tácitas o expresas influencias del organicismo krausista
sobre
·el tradicional
da materia para muchas páginas.
Añadiré que no veo razón alguna para considerar como in
confesable y negativo el hecho de haber aprendido, directa o
indirectamente, algo de un
krausisrn. El kra,;isista Ahrens
era
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Fundaci\363n Speiro
PUNTUALIZACIONES SOBRE EUGENIO VEGAS
un estudioso de gran talento al que se debe una de las elabora
ciones más inteligentes y completas .de la teoría orgánica de la
sociedad y de la representaci6n, que luego defendi6, entre otros,
Vegas. Hoy, ser organicista y no
querer leer
a Ahrens
sería. como
ser
comunista e ignorar a Marx. Y esto lo declaro, como es no
torio, desde unas posiciones filos6ficas que están a distancias
siderales de la metafísica krausista. Saber es distinguir, y no hay
peor método que
el reduccionismo y la globalizaci6n. ·
2. Escribí también_: «El modelo constitucional de Vegas
apenas tiene ya viabilidad patria, porque la Iglesia postconciliar
ha renunciado a la confesionalidad del Estado y ha aceptado el
pluralismo ideol6gico. Y, además, porque la realeza se ha pro
nunciado a favor de unos esquemas instit~cionales incompati
bles con los preconizados por Vegas. Una 'ortodoxia legitimista'
desautorizada por su iglesia y su dinastía es
algo bastante
pare
cido a lo que los franceses denominan un
chateau en
Espagne».
a) Respecto de la confesionalidad, reconece mi objetor que
mi opinión coincide con «un sector eclesiástico tal vez mayori
tario de la Iglesia española». Creo que con esto bastaría, puesto
que estamos hablando de un modelo político para
España.' Su
giere,
además, mi objetor que la Iglesia opina de otra manera;
pero no aporta prueba alguna y resulta difícil de admitir que la
mayoría eclesiástica española esté contra
la opini6n de la Iglesia
sin que se le llame solemnemente la atenci6n. Por otro lado, es
un hecho que la Iglesia de Roma
ha aceptado la no confesiona
lidad del. Estado español, proclamada por la Constitución vi
gente, texto que la autoridad eclesiástica no ha condenado y que
la mayoría de la jetarquía española acogi6 favorablemente. Quien
afirmase que hoy en España es viable la confesionalidad del Estado
y que la Iglesia la preconiza, negaría la evidencia.
b) Tambi6n Verbo se manifiesta disconforme respecto a
cuanto digo acetca de la monarquía; peto lo hace en términos tan
confusos que no acierto· a desentrañarlos. Mi convicción es que
Vegas ¡,ropugn6 la restauraci6n en Españ,á de una monarquía
tradicional en la persona de mejor derecho de la dinastía reinan
te. No tengo ninguna noticia de que Vegas se hiciera republi
cano, indiferente en materia de formas de gobierno, o partidario
de un cambio de personas dentro o fuera de la
línea alfonsina.
El
hecho es que, por propia decisi6n libre
de las regias petso
nas, el modelo monárquico de Vegas carece de viabilidad espll
ñola. Negar esto sería negar
la evidencia, ¿Quizás sugiere Verbo
que en el futuro no se puede descartar ia restauraci6n de .esa
monarquía tradicional por el príncipe de mejor derecho de la
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GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA
dinastía? Lo que suceda en ese futuro lejano es algo que está
más allá del horizonte de
mi artículo y, seguramente, de mi vida.
Me refiero a mi tiempo: dentro de
él, la inviabilidad española
de la monarquía tradicional encarnada por la legitimidad suce
soria
de· Alfonso
XIII -que es la que propugnó Vegas--
es
total. .
3.
También he escrito: «En su noble idealismo había una
fuerte dosis de utopía que prácticamente le incapacitaba pata la acción de gobierno». Incluso esta idea, que me parece apolo
gética, desagrada a mi critico, quien, a modo de presunta contra
posición, afirma que Vegás «no era utópico en
.1930 ni
en 1939».
Mi crítico cae otra vez en la refutación del maniqueo inventado.
Y o no sólo no creo que el modelo político de Vegas era inviable
en 1930
y en 1939, sino que he escrito con reiteración que ese
modelo fue en gran parte realizado por el Estado del
18. de
julio.
Lo que afirmo es que el maximalismo práctico de Vegas le im
pidió gobernar,
cosa que
está confirmada apodícticamente por
su larga vida de político en perpetua oposición. Y el maximalis
mo es siempre utópico, porque no
hay realidad terrestre alguna
que coincida absolutamente con un modelo ideal. Pero es al
final de
· la
vida de Vegas
cuando la
dosis de utopismo alcanza
una mayor densidad. Entiendo que murió fiel a los sucesores de
Alfonso XIII
y, sin embargo, partidario de una monarquía tra
dicional, antiparlamentaria y antipartitocrática. Tal proyecto era históricamente contradictorio, lo cual es una de las manifestaciones más elatas del utopismo.
En
fin, algunos de los que nos honramos con la amistad de
Vegas, le
admiramos,
y reconocemos nuestras deudas con su la
bor educadora
y no pocas coincidencias conceptuales, creemos
que no es bueno caer en
la beatería o en la monopolización
porque ambas empequeñecen al que las padece.
RESPUESTA A GONZALO FERNANÍ)EZ DE LA "-ORA
POR
Fsi'ANISLAO CANTERO
Nuestro querido amigo y colaborador, el ilustre académico
y brillante escritor, don Gonzalo Fernández de la Mora nos ha
remitido las anteriores
puntualizaciones sobre Eugenio Veg
Con toda cordialidad fas publicamos y replicamos, manifestando
nuestras
discrepancias.
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POLITICO Y UTOPIA EN EUGENIO VEGAS LATAPIE
PUNTUALIZACIONES SOBRE EUGENIO VEGAS
POR
GONZALO FBRNÁNDEZ DE LA MoRA
En el número 239 de Verbo (págs. 1.230 y sigs.), a propó
sito de mi admirado amigo
Eugenio Vegas,
se me alude con
reiteración y sin suficiente fundamento, lo que me obliga a for
mular ciertas puntualizaciones.
l. Efectivamente he escrito: «Lo más vivo de la aportación
de Vegas y de
Acción Española es una reactualización de la in
terpretación histórica
dé Menéndez
Pelayo, y la teoría de
la
democracia orgánica cuya fuente· estaba en el idealismo alemán
y mµy especialmente en Krause y sus discípulos hispanos» .. A
la
segµnda .aserción
del citado párrafo se me objeta en
Verbo
que Vegas «siempre rechazó la expresión democracia orgánica»
y que «no necesitaba influjo alguno, directo, ni indirecto de
Krause, ni le interesó
nada éste».
Cada una de las dos obje
ciones requieren un párrafo:
aj En su libro Consideraciones sobre la democracia (1965),
Vegas
dio el título de «Democracia orgánica» a un capítulo de
c~torce páginas. Empleó, pues, la expresióri, aunque no le acaba
ba de gustar porque Maurras, en uno de sus malabarismos dialéc
tico·s, afirmó que democracia y organización eran incotp.patibles;
pero Vegas reconoce que «es mucho más fácil y menos compro
metido adherirse
a la 'democracia orgánica' a pesar de la anti
nomia profunda que encierra
la expresión». Es decir, que Vegas
da por útil
la fórmula. Y digamos entre paréntesis que la an
tinomia denunciada por Maurrás no e:riste, porque si democr'acia_
es la participación de los gobernados en el gobierno, es evidente
que pueden participar
org;¡nizada o
desorganizadamente.
Y el
modo de participar más organizadamente es la representación
política a
trnvés de
los cuerpos intermedios. La esencia· procesal
de
la democracia orgánica es el voto orgánico o corporativo. Y
respécto de éste escribe Vegas·: «La representación profesional
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u orgánica, además de reflejar de manera más adecuada la realidad del país, elevaría el nivel cultural de los elegidos». El mo
delo de representación política preconizado por Vegas era, pura
y simplemente, lo que la
doctrina suele
denominar democracia
orgánica; pero lo que importa no
es el nombre sino el contenido,
y queda· cada cual en libertad . de rebautizarlo para hacer las
cosas menos inteligibles.
b) Acerca de la segunda objeción, yo nunca he escrito
que Vegas conociese o se interesase por Krause. Se refuta, pues,
no
un.a afirmación mía, sino un maniqueo inventado. Lo único
que, en este contexto, he escrito es que la teoría de la demo
cracia orgánica se debe al idealismo alemán
y al krausismo. Esto
he podido comprobar que no
lo sabía casi nadie hasta que se
publicó mi estudio sobre la cuestión, y Vegas
lo ignoró dúrante
toda su vida, hasta que, a finales de 1980, me oyó explicarlo
en una sesión de la Academia de Ciencias Morales y Políticas
y, luego, lo leyó en la
separata que
le envié de la
Revista de Es
tudios
Pollticos (junio de 1981 ). Lo comentamos y me mani
festó su sorpresa. Nadie está, pues, más convencido que yo
de
que
Vegas no era consciente del antecedente.
Pero, la
objeción va más lejos y se
afirma, en
son de re
proche, que Vegas
~no necesitaba
influjo alguno, ni directo, ni
indirecto de Krause». Si lo necesitaba o no,
es. asunto
muy sub
jetivo en
el que ahora no quiero entrar; lo · que puede tener
algún interés objetivo es averiguar si Vegas fue o no influido
"por el organicismo social krausita. Esta es una cuestión margi
nal sobre la que nunca me he pronunciado, y aprovecho la oca sión para hacerlo ahora. Vegas estudió a fondo
la importante
obra de
Madaria.ga Anarquia o jerarquút (1934) y la citó con
reiteración.
En esa obra, Madariaga formulaba su proyecto de
democracia orgánica
y, como he demostrado en un libro re
ciente, Madariaga era en
.esta materia
un
ePÍgono del
krausismo,
lo cual prueba que Vegas recibió un influjo indirecto de Krause,
por
lo menos, a través de Madariaga. Pero hay .más; Vegas re
conoció reiteradamente
el magisterio de Mella y, como he escrito
en otro lugar, Mella conocía mal, pero
tenía noticia
del organi
cismo krausista, lo
mal nos
revela otra vía indirecta de influjo.
Y me detengo aquí para no cansar al lector, porque el seguimien
to de las tácitas o expresas influencias del organicismo krausista
sobre
·el tradicional
da materia para muchas páginas.
Añadiré que no veo razón alguna para considerar como in
confesable y negativo el hecho de haber aprendido, directa o
indirectamente, algo de un
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un estudioso de gran talento al que se debe una de las elabora
ciones más inteligentes y completas .de la teoría orgánica de la
sociedad y de la representaci6n, que luego defendi6, entre otros,
Vegas. Hoy, ser organicista y no
querer leer
a Ahrens
sería. como
ser
comunista e ignorar a Marx. Y esto lo declaro, como es no
torio, desde unas posiciones filos6ficas que están a distancias
siderales de la metafísica krausista. Saber es distinguir, y no hay
peor método que
el reduccionismo y la globalizaci6n. ·
2. Escribí también_: «El modelo constitucional de Vegas
apenas tiene ya viabilidad patria, porque la Iglesia postconciliar
ha renunciado a la confesionalidad del Estado y ha aceptado el
pluralismo ideol6gico. Y, además, porque la realeza se ha pro
nunciado a favor de unos esquemas instit~cionales incompati
bles con los preconizados por Vegas. Una 'ortodoxia legitimista'
desautorizada por su iglesia y su dinastía es
algo bastante
pare
cido a lo que los franceses denominan un
chateau en
Espagne».
a) Respecto de la confesionalidad, reconece mi objetor que
mi opinión coincide con «un sector eclesiástico tal vez mayori
tario de la Iglesia española». Creo que con esto bastaría, puesto
que estamos hablando de un modelo político para
España.' Su
giere,
además, mi objetor que la Iglesia opina de otra manera;
pero no aporta prueba alguna y resulta difícil de admitir que la
mayoría eclesiástica española esté contra
la opini6n de la Iglesia
sin que se le llame solemnemente la atenci6n. Por otro lado, es
un hecho que la Iglesia de Roma
ha aceptado la no confesiona
lidad del. Estado español, proclamada por la Constitución vi
gente, texto que la autoridad eclesiástica no ha condenado y que
la mayoría de la jetarquía española acogi6 favorablemente. Quien
afirmase que hoy en España es viable la confesionalidad del Estado
y que la Iglesia la preconiza, negaría la evidencia.
b) Tambi6n Verbo se manifiesta disconforme respecto a
cuanto digo acetca de la monarquía; peto lo hace en términos tan
confusos que no acierto· a desentrañarlos. Mi convicción es que
Vegas ¡,ropugn6 la restauraci6n en Españ,á de una monarquía
tradicional en la persona de mejor derecho de la dinastía reinan
te. No tengo ninguna noticia de que Vegas se hiciera republi
cano, indiferente en materia de formas de gobierno, o partidario
de un cambio de personas dentro o fuera de la
línea alfonsina.
El
hecho es que, por propia decisi6n libre
de las regias petso
nas, el modelo monárquico de Vegas carece de viabilidad espll
ñola. Negar esto sería negar
la evidencia, ¿Quizás sugiere Verbo
que en el futuro no se puede descartar ia restauraci6n de .esa
monarquía tradicional por el príncipe de mejor derecho de la
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dinastía? Lo que suceda en ese futuro lejano es algo que está
más allá del horizonte de
mi artículo y, seguramente, de mi vida.
Me refiero a mi tiempo: dentro de
él, la inviabilidad española
de la monarquía tradicional encarnada por la legitimidad suce
soria
de· Alfonso
XIII -que es la que propugnó Vegas--
es
total. .
3.
También he escrito: «En su noble idealismo había una
fuerte dosis de utopía que prácticamente le incapacitaba pata la acción de gobierno». Incluso esta idea, que me parece apolo
gética, desagrada a mi critico, quien, a modo de presunta contra
posición, afirma que Vegás «no era utópico en
.1930 ni
en 1939».
Mi crítico cae otra vez en la refutación del maniqueo inventado.
Y o no sólo no creo que el modelo político de Vegas era inviable
en 1930
y en 1939, sino que he escrito con reiteración que ese
modelo fue en gran parte realizado por el Estado del
18. de
julio.
Lo que afirmo es que el maximalismo práctico de Vegas le im
pidió gobernar,
cosa que
está confirmada apodícticamente por
su larga vida de político en perpetua oposición. Y el maximalis
mo es siempre utópico, porque no
hay realidad terrestre alguna
que coincida absolutamente con un modelo ideal. Pero es al
final de
· la
vida de Vegas
cuando la
dosis de utopismo alcanza
una mayor densidad. Entiendo que murió fiel a los sucesores de
Alfonso XIII
y, sin embargo, partidario de una monarquía tra
dicional, antiparlamentaria y antipartitocrática. Tal proyecto era históricamente contradictorio, lo cual es una de las manifestaciones más elatas del utopismo.
En
fin, algunos de los que nos honramos con la amistad de
Vegas, le
admiramos,
y reconocemos nuestras deudas con su la
bor educadora
y no pocas coincidencias conceptuales, creemos
que no es bueno caer en
la beatería o en la monopolización
porque ambas empequeñecen al que las padece.
RESPUESTA A GONZALO FERNANÍ)EZ DE LA "-ORA
POR
Fsi'ANISLAO CANTERO
Nuestro querido amigo y colaborador, el ilustre académico
y brillante escritor, don Gonzalo Fernández de la Mora nos ha
remitido las anteriores
puntualizaciones sobre Eugenio Veg
nuestras
discrepancias.
478
Fundaci\363n Speiro