Índice de contenidos

Número 243-244

Serie XXV

Volver
  • Índice

Democracia orgánica, viabilidad del modelo político y utopía en Eugenio Vegas Latapié. I. Puntualizaciones sobre Eugenio Vegas

DEMOCRACIA ORGANICA, VIABILIDAD DEL MODELO
POLITICO Y UTOPIA EN EUGENIO VEGAS LATAPIE
PUNTUALIZACIONES SOBRE EUGENIO VEGAS
POR
GONZALO FBRNÁNDEZ DE LA MoRA
En el número 239 de Verbo (págs. 1.230 y sigs.), a propó­
sito de mi admirado amigo
Eugenio Vegas,
se me alude con
reiteración y sin suficiente fundamento, lo que me obliga a for­
mular ciertas puntualizaciones.
l. Efectivamente he escrito: «Lo más vivo de la aportación
de Vegas y de
Acción Española es una reactualización de la in­
terpretación histórica
dé Menéndez

Pelayo, y la teoría de
la
democracia orgánica cuya fuente· estaba en el idealismo alemán
y mµy especialmente en Krause y sus discípulos hispanos» .. A
la
segµnda .aserción

del citado párrafo se me objeta en
Verbo
que Vegas «siempre rechazó la expresión democracia orgánica»
y que «no necesitaba influjo alguno, directo, ni indirecto de
Krause, ni le interesó
nada éste».
Cada una de las dos obje­
ciones requieren un párrafo:
aj En su libro Consideraciones sobre la democracia (1965),
Vegas

dio el título de «Democracia orgánica» a un capítulo de
c~torce páginas. Empleó, pues, la expresióri, aunque no le acaba­
ba de gustar porque Maurras, en uno de sus malabarismos dialéc­
tico·s, afirmó que democracia y organización eran incotp.patibles;
pero Vegas reconoce que «es mucho más fácil y menos compro­
metido adherirse

a la 'democracia orgánica' a pesar de la anti­
nomia profunda que encierra
la expresión». Es decir, que Vegas
da por útil
la fórmula. Y digamos entre paréntesis que la an­
tinomia denunciada por Maurrás no e:riste, porque si democr'acia_
es la participación de los gobernados en el gobierno, es evidente
que pueden participar
org;¡nizada o
desorganizadamente.
Y el
modo de participar más organizadamente es la representación
política a
trnvés de

los cuerpos intermedios. La esencia· procesal
de
la democracia orgánica es el voto orgánico o corporativo. Y
respécto de éste escribe Vegas·: «La representación profesional
475

Fundaci\363n Speiro

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA
u orgánica, además de reflejar de manera más adecuada la reali­dad del país, elevaría el nivel cultural de los elegidos». El mo­
delo de representación política preconizado por Vegas era, pura
y simplemente, lo que la
doctrina suele

denominar democracia
orgánica; pero lo que importa no
es el nombre sino el contenido,
y queda· cada cual en libertad . de rebautizarlo para hacer las
cosas menos inteligibles.
b) Acerca de la segunda objeción, yo nunca he escrito
que Vegas conociese o se interesase por Krause. Se refuta, pues,
no
un.a afirmación mía, sino un maniqueo inventado. Lo único
que, en este contexto, he escrito es que la teoría de la demo­
cracia orgánica se debe al idealismo alemán
y al krausismo. Esto
he podido comprobar que no
lo sabía casi nadie hasta que se
publicó mi estudio sobre la cuestión, y Vegas
lo ignoró dúrante
toda su vida, hasta que, a finales de 1980, me oyó explicarlo
en una sesión de la Academia de Ciencias Morales y Políticas
y, luego, lo leyó en la
separata que

le envié de la
Revista de Es­
tudios
Pollticos (junio de 1981 ). Lo comentamos y me mani­
festó su sorpresa. Nadie está, pues, más convencido que yo
de
que

Vegas no era consciente del antecedente.
Pero, la

objeción va más lejos y se
afirma, en
son de re­
proche, que Vegas
~no necesitaba

influjo alguno, ni directo, ni
indirecto de Krause». Si lo necesitaba o no,
es. asunto

muy sub­
jetivo en
el que ahora no quiero entrar; lo · que puede tener
algún interés objetivo es averiguar si Vegas fue o no influido
"por el organicismo social krausita. Esta es una cuestión margi­
nal sobre la que nunca me he pronunciado, y aprovecho la oca­ sión para hacerlo ahora. Vegas estudió a fondo
la importante
obra de
Madaria.ga Anarquia o jerarquút (1934) y la citó con
reiteración.
En esa obra, Madariaga formulaba su proyecto de
democracia orgánica
y, como he demostrado en un libro re­
ciente, Madariaga era en
.esta materia
un
ePÍgono del
krausismo,
lo cual prueba que Vegas recibió un influjo indirecto de Krause,
por
lo menos, a través de Madariaga. Pero hay .más; Vegas re­
conoció reiteradamente
el magisterio de Mella y, como he escrito
en otro lugar, Mella conocía mal, pero
tenía noticia
del organi­
cismo krausista, lo
mal nos

revela otra vía indirecta de influjo.
Y me detengo aquí para no cansar al lector, porque el seguimien­
to de las tácitas o expresas influencias del organicismo krausista
sobre
·el tradicional

da materia para muchas páginas.
Añadiré que no veo razón alguna para considerar como in­
confesable y negativo el hecho de haber aprendido, directa o
indirectamente, algo de un
krausisrn. El kra,;isista Ahrens

era
476
Fundaci\363n Speiro

PUNTUALIZACIONES SOBRE EUGENIO VEGAS
un estudioso de gran talento al que se debe una de las elabora­
ciones más inteligentes y completas .de la teoría orgánica de la
sociedad y de la representaci6n, que luego defendi6, entre otros,
Vegas. Hoy, ser organicista y no
querer leer

a Ahrens
sería. como
ser

comunista e ignorar a Marx. Y esto lo declaro, como es no­
torio, desde unas posiciones filos6ficas que están a distancias
siderales de la metafísica krausista. Saber es distinguir, y no hay
peor método que
el reduccionismo y la globalizaci6n. ·
2. Escribí también_: «El modelo constitucional de Vegas
apenas tiene ya viabilidad patria, porque la Iglesia postconciliar
ha renunciado a la confesionalidad del Estado y ha aceptado el
pluralismo ideol6gico. Y, además, porque la realeza se ha pro­
nunciado a favor de unos esquemas instit~cionales incompati­
bles con los preconizados por Vegas. Una 'ortodoxia legitimista'
desautorizada por su iglesia y su dinastía es
algo bastante
pare­
cido a lo que los franceses denominan un
chateau en

Espagne».
a) Respecto de la confesionalidad, reconece mi objetor que
mi opinión coincide con «un sector eclesiástico tal vez mayori­
tario de la Iglesia española». Creo que con esto bastaría, puesto
que estamos hablando de un modelo político para
España.' Su­
giere,

además, mi objetor que la Iglesia opina de otra manera;
pero no aporta prueba alguna y resulta difícil de admitir que la
mayoría eclesiástica española esté contra
la opini6n de la Iglesia
sin que se le llame solemnemente la atenci6n. Por otro lado, es
un hecho que la Iglesia de Roma
ha aceptado la no confesiona­
lidad del. Estado español, proclamada por la Constitución vi­
gente, texto que la autoridad eclesiástica no ha condenado y que
la mayoría de la jetarquía española acogi6 favorablemente. Quien
afirmase que hoy en España es viable la confesionalidad del Estado
y que la Iglesia la preconiza, negaría la evidencia.
b) Tambi6n Verbo se manifiesta disconforme respecto a
cuanto digo acetca de la monarquía; peto lo hace en términos tan
confusos que no acierto· a desentrañarlos. Mi convicción es que
Vegas ¡,ropugn6 la restauraci6n en Españ,á de una monarquía
tradicional en la persona de mejor derecho de la dinastía reinan­
te. No tengo ninguna noticia de que Vegas se hiciera republi­
cano, indiferente en materia de formas de gobierno, o partidario
de un cambio de personas dentro o fuera de la
línea alfonsina.
El

hecho es que, por propia decisi6n libre
de las regias petso­
nas, el modelo monárquico de Vegas carece de viabilidad espll­
ñola. Negar esto sería negar
la evidencia, ¿Quizás sugiere Verbo
que en el futuro no se puede descartar ia restauraci6n de .esa
monarquía tradicional por el príncipe de mejor derecho de la
477
Fundaci\363n Speiro

GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA
dinastía? Lo que suceda en ese futuro lejano es algo que está
más allá del horizonte de
mi artículo y, seguramente, de mi vida.
Me refiero a mi tiempo: dentro de
él, la inviabilidad española
de la monarquía tradicional encarnada por la legitimidad suce­
soria
de· Alfonso

XIII -que es la que propugnó Vegas--
es
total. .
3.

También he escrito: «En su noble idealismo había una
fuerte dosis de utopía que prácticamente le incapacitaba pata la acción de gobierno». Incluso esta idea, que me parece apolo­
gética, desagrada a mi critico, quien, a modo de presunta contra­
posición, afirma que Vegás «no era utópico en
.1930 ni

en 1939».
Mi crítico cae otra vez en la refutación del maniqueo inventado.
Y o no sólo no creo que el modelo político de Vegas era inviable
en 1930
y en 1939, sino que he escrito con reiteración que ese
modelo fue en gran parte realizado por el Estado del
18. de
julio.
Lo que afirmo es que el maximalismo práctico de Vegas le im­
pidió gobernar,
cosa que
está confirmada apodícticamente por
su larga vida de político en perpetua oposición. Y el maximalis­
mo es siempre utópico, porque no
hay realidad terrestre alguna
que coincida absolutamente con un modelo ideal. Pero es al
final de
· la

vida de Vegas
cuando la

dosis de utopismo alcanza
una mayor densidad. Entiendo que murió fiel a los sucesores de
Alfonso XIII
y, sin embargo, partidario de una monarquía tra­
dicional, antiparlamentaria y antipartitocrática. Tal proyecto era históricamente contradictorio, lo cual es una de las manifestacio­nes más elatas del utopismo.
En
fin, algunos de los que nos honramos con la amistad de
Vegas, le

admiramos,
y reconocemos nuestras deudas con su la­
bor educadora
y no pocas coincidencias conceptuales, creemos
que no es bueno caer en
la beatería o en la monopolización
porque ambas empequeñecen al que las padece.
RESPUESTA A GONZALO FERNANÍ)EZ DE LA "-ORA
POR
Fsi'ANISLAO CANTERO
Nuestro querido amigo y colaborador, el ilustre académico
y brillante escritor, don Gonzalo Fernández de la Mora nos ha
remitido las anteriores
puntualizaciones sobre Eugenio Veg Con toda cordialidad fas publicamos y replicamos, manifestando
nuestras
discrepancias.
478
Fundaci\363n Speiro