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Número 247-248

Serie XXV

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Eugenio Vegas y las «derechas» españolas

EUGENIO VEGAS Y LAS "DERECHAS" ESPA~OLAS
POR
JUAN VALIJ!.T DE GOYTISOLO
I
Hablar de derechas e izquierdas en eJ sentido político mo­
derno de estas expresiones no pudo tener sino un sentido con­
vencional para Eugenio Vegas Latapie.
Meramente convencional, pues esta distinción parte de una
concepción dialéctica de la
adversariedad que

debe resultar de
la contraposición ideológica. Esta sólo es resoluble, según unos, a .
través
del sufragio universal; para otros, mediante un constante
avance revolucionario, para el cual es lícito cualquier camino, in­
cluso el de la violencia -en tanto se juzga ilícito refrenarlo con
la fuerza-; o, finalmente, para el marxismo, por la dialéctica
ínsita en el materialismo histórico, a la que cabe impulsar
y ace­
lerar

excitando todas las contradicciones existentes o en poten­
cia. Presupone la lógica de los tres valores: tesis, antítesis, sín­ tesis;
y el rechazo de toda lógica que admita la existencia· de una
verdad trascedente y objetiva. Es decir, de la que Jacques Mit­
terrand
(l), gran maestre que fue del Gran Oriente francés, de­
nominó lógica de los dos valores --con expresión contradictoria,
'por cuanto en esta concepción el error no es un valor sino su
negación----:.
(1) JACQUES MITTERRAND, LA -p~litique des francs-m(lfons, París, Ro­
blot, 1973, págs. 110 y sigs., su referencia en las «Ilustraciones con re­
cortes de periódicos», «Las "sociétés de pensée" y la política de les franc-
masones», III, en Verbo, págs. 539 y sigs. ~
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EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPAAOLAS
Eugenio, Vegas creía firmemente en la verdad (2). A este res­
pecto le gustaba recordar -y
en su Memorias políticas (3) re­
pite-- las palabras de André Tardieu ( 4) -tres veces Jefe de
Gobierno francés y destacado colaborador en 1918 del presi-
. dente

Clemanceau-: «o se cree en la verdad o no se cree en
ella» ... «si se cree ha de combatirse (
se battre) por ella» ... «hay
que pelear intelectual
y materialmente si es· preciso ... ». Y, como
escribí de Eugenio, con oéasión de su muerte (5): «Creyó en la
verdad ...
». Pero: «No en la suya, sino en una verdad objetiva,
trascendente al hombre, que tiene por fuentes la revelación y el
orden natural que la historia y la experiencia de los hombres y
de las sociedades nos muestran.
No estimando

honesto opinar
sin haber estudiado a fondo la cuestión y
sin. haberse

documen­
tado a través de los
más solventes

autores ...
».
Por eso, de una parte, se apoyaba en los principios políticos
y
sociales contenidos en las enclclicas de Pío IX, León XII, San
Pío X y Pío XI; es decir, en los principios de política natural
recogidos por la docttina social de la Iglesia. De otra parte,
asombra
---<0mo ha

hecho notar Estanislao Cantero- ( 6) '
su
precoz

formación, con tan profundo conocimiento del pensamien­
to político y de la
historia de los. tres

últimos siglos, especial­
mente de Francia. Segón los datos que el propio Cantero cita
de las
Memorias. de Vegas: a los quinte años había leído la po-
(2) Cfr; JlsTANISLAO CANTERO, «Fidelidad y Verdad. La lección de
una muerte•, en Verbo, 239-240, 'octubre-diciembre de 1985, págs. 70 y
siguientes. .
(3) EUGENIO VEGAS LATAPIE, Memorias políticas~ vol. I, ·«El suici­
dio de. la Morun-qula y la . Segunda República, Batcelona, Ed. Planeta,
· 1983, pág. 233.
(4) ANnRÉ T,uu,mu, prólogo a su obra Sur la pente; cfr., traducido
al castellano, «En la pendiente. Historia de tres años», en Acci6n Espa­
ñola, 78, julio de 1935, pá!l". 14-50 y 79 (agosto de 1935), págs, 221-250.
La frase

referida puede
leerse en la pág. 249.
(5) «Un católico ferviente y un gran espafiol», en ABC del 20 de
septiembre de 1935, pág. 20; cfr. en «Ilustraciones con recortes de pe­
riódicos», en Verbo, 239-240, pág. 225.
(6) JlsTANISLAO CANTERO; .«El pensamiento politioo de Eugenio Ve­
gas Latapie», en Verbo, 239-240, pág. 75,
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JUAN V ALLET IlE GOYTISOLO
lémica del mal menor de NocedaI, a Donoso Cortés y a Menén­
dez y Pelayo; a los diecisiete descubre Action. Franfaise; y, a los
diecinueve, se

había leído
a. Vázquez

de Mella, Balmes y Dono­
so Cortés, Enrique
Gil y Robles, Matees Gago, Luis Veuillot
y
Charles Maurras.
Ahí tenemos, en el ferviente católico que siempre fue Euge­
nio Vegas, un
inilujo notable
del· entonces agnóstico
Charles
Maurtas.

Estanislao Cantero (7) ha dicho que «la
inJluencia de
éste

fue, respecto a
las ideas,
más de forma que de fondo.
En
la manera de argumentar y presentar la doctrina; en el modo de
realizar la crítica a la democracia. La mayor influencia
de Mau­
rras,
la inJluencia que podríamos considerar decisiva, fue en la
forma que había que lograr el
fin pretendido ... ». Creo que hay
algo más profundo en cuanto al
111étodo seguido.
En

Charles
Maurras tuvo

una evidente influencia
el método
positivista de Auguste Comte, en cuanto al leer e inducir de los
hechos
sodales y al rechazo de las ideologías. Pero caló más hon­
do y fue más consecuente que
éste, que· acabaría por construir
un

«idealismo
histórico» (8).
Maurras mira la realidad con más
amplitud y penetración, hasta
darse cuenta

de que
sólo el
ca­
tolicismo llena las esperanzas del hombre y
~a dado

por fruto
la más elevada civilización. Jean· Ousset (9), en su discurso de
clausura del Congreso de Lausanne de
197.3, trajo

a
colación deis
textos

de Maurras contundentes a este respecto.
Precisamente,
si

a Eugenio Vegas le entusiasmaron
tanto· las obras

de Ousset
fue
porque su

rigor doctrinal iba acompañado de un anfüsis ri­
guroso de los hechos sociales a través de la historia
y de las nue­
vas experiencias, donde
se ve

c6mo
la fe

y la
raz6n se
comple­
mentan. Nuestro amigo de Rue Copernic y Rue des Renaudes
ad;
vertirfa,
«si

nuestro Dios es verdaderamente Dios Creador
y
(7) Ibld., pág. 76.
(8)
La· califiéación es de ETmNNE Gu.soN; La unidad de la experien­
cia

filos6/ica,
cfr. ed. en castellano, Madrid, Rialp, 1960, cap. X, páginas
293 in fine y cap. XI, págs. 322 y sigs.
(9) JEAN ÜUSSET, «Los argumentos de. nuestra esperanza», en Verbo,
117-118, agostó-septiembre-Octubre de 1973, págs. 787 y sig., y 791 y sig.
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EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPANOLAS
Maestro de todas las cosas, sería anormal, sería chocante, sería
escandaloso que, hecha esta Creación para su gloria, considera­
rá que el único medio de
ir hacia El y de comprender la sabi­
duría del

orden, fuese una demostración exclusivamente doctri­
nal y teórica»; y llegarla, incluso, a concluir, «ya que el simple
recuerdo doctrinal no consigue perforar el frente del antidog­
matismo moderno, el suplemento
de esfuerzo que esta dificul­
tad nos impone
podrá considerarse

simplemente en un escuchar
mejor
los hechos que hablan ~ gritos, en captar mejor el cris­
tianismo

que
brota de lós hechos . .. », «en comprender mejor lo
que
dirían las

piedras si mañana, por nuestra incapacidad o
nues­
tra pereza, ¡Dios se decidiera ,a de;arlas hablar!» . .(10)
Il,
Eugenio Vegas, al partir de la búsqueda de la verdad, ,al no
aceptar
ninguna ideología sino sólo el orden político natural, y
al no admitir juego alguno democrático ni dialéctico, se hallaba
realmeote
fuera de la dialéctica moderna de izquierdas y dere­
chas,

aparecida en la 'Convención. Sí estuvo siempre a
la derecha
según la distinción clásica de lo
der~o y Jo zurdo

( 11 ), Sin
embargo, aunque, en
su labor

sólo
buscó la derecha

en ese sentido
clásico, no cabe duda que influyó en
la que,

conveocionalmente,
se llama «la derecha» en
el seotido político_ moderno,

como a
continuación veremos.
Le Monde, hace unos siete alios, pUb!icó un:, artículo de René
(10) JEAN ÜUSSET, «Las piedras gritarán», en Verbo, 133-134, marzo.
abril de 1975, págs. 303 y 308.
(11). Respecto de una y otra de estas acepciones, cfr. el revel.ador y
sugerenre libro de JORGE MARTINEz ALRAICETA, «Izquierdas y derechas.
Su sentido y misterio», Madrid, Speioo, 1974; y t.ambién nuestra trilogía
de artículos publicados eo ABC Íos días 13, 2Ly 24 de diciembre de
1974;
«La derecha y la izquierda», «Guelfos y gibelinos» y «Extre¡na de­
recha y extrema izquierda», re_cogidos ·en Mi& sObre temas de hoy, Ma­
drid, Speiro, 1979, págs. 33 y sigs,
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JUAN V ALLET DE GOYTISOW
Rémond (12), en d cual trataba, sin conseguirlo (13), de situar
en esa derecha a
la denominada nouvelle droite. Entré las dere­
chas francesas, hasta entonces conocidas,
distinguía a

este efecto:
laderecha liberal, la derecha nacional o bonapartista y la derecha
contrarrevolucionaria,
que mejor podríamos llamar derecha tra­
dicional.
En España también podemos clasificar las derechas, en d sig­
nificado moderno de la· expresión, en · derecha liber(ll --que, a
su vez, admite subclasíficaciones---, derecha dictatorial y derecha
tradicional.
La derecha tradicional es , claramente discernible ya al con­
cluir
la guerra de la Independencia como posición diferente de
liberales ---entonces sólo
la izquierda-y de absolutistas. La
exteriorizó, ya en
1814, el denominado Manifiesto de los «per­
sa,s», escrito por Bernardo Mc,zo de Rosales, Marqués de Peña­
florida ( 14 ). Donoso Cortés, en distintos momentos, partiendo
de un li­
·beralísmo más avanzado, pasó por la derecha liberal (15), acep-
(12) RENt R.ÉMOND, «Nouvelle dtoite ou droitC de toujouts>, en Le
Monde,
del 20 de julio de 1979. ar. algunos fragmentos de este utfcuk,
en las «Ilustraciones con recortes de periódicos»-: «La n,ou~ droito,, en
Verbo, 183-184, marzo-abril de 1980, págs. 493, 497 y 503 y sigs.
(13) Caracteriza la nouvelle droite porque. «Comprende en un asom­
broso sincretismo lo celta y lo germano, Jo oriental y lo escandinavo; todo
en un abrazo indoeuropeo ... ». «VueIVe a tomar por su cuenta la requisito­
ria de Juliano en Apóstata. No carece de significación que haya reeditado
la obra
de Celso contra loa cristianos. V olvíendo a tomar las palabraa del
céleb'!' cliálogO battesiano, podrla decirse que es el desquite de la pradera
contra la capilla. Es, digamos la palabra, neopaganismo convenido de que
debe regresarse a los orlgenes de la historia europea anterior a la altera·
ci6n

de su
pureza y su vigor por el cristianismo».
(14) ar. al estudio de FRANCISCO Jos• FERNÁNDEZ DE LA CrGOÑA,
«Pensamiento contrarrevolucionario espafiol: Matµfiesto de los "persas"»,
en Verbo, 141-142, enero-febrero de 1976, págs. 179 y sigs.
(15) Corresponde a la época' en · que segufa a loa «doctrinarioa» fran­
ceses, en especial a GmzoT y RoGER CoLLARD. En ese período_ destaca
su· estudio La ley electoral Considerada en su base y en su relaci6n con el
lmpetu de nuestras instituciones (1835); cfr. en «Obras completas de Do­
noso Cortés», Madrid, B.A.C., 1970, vol. I, p,Ígs. 302 y sigs.
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EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPAJi/Oi.As
tó ocasionalmente la dictatorial (16) y concluyó defendiendo la
posición tradicional (
17 ).
En España, la derecha tradicional se adscribió, de modo ge­
ral, aunque no exclusivamente, al carlismo, vencedor del mayor
número de batallas pero derrotado en todas las guerras. Ello
había situado a los pensadores carlistas
e· integristas
fuera de
toda opción efectiva en la política concreta española, aunque tu­
vieron egregias personalidades intelectuales
~omo Apatici y

Gui­
jarro, Nocedal, Marcial Solana, Vázquez
· de

Mella.
También se
situaron

en ella autores regionalistas, entre los que destacó el
Obispo de Vic, Torras y Bagés. A partir de
la dictadura del General Primo de Rivera, en
especial después de su caída, las derechas españolas se
polariza­
ron

mayoritariamente
en dos fracciones políticas: una derecha
liberal, heredera del partido conservador, maurista;
y otra de­
recha directorial o dictatorial. Siempre aparte de algunos
sec­
tores de las derechas regionales, Liga regionalista catalana y Par­
tido nacionalista vasco, y de lo que del carlismo y el integrismo
quedaba. En ese momento es cuando surge Eugenio Vegas Latapie.
Como ha preguntado Francisco de Gomis
(18): «.¿Quién es este
hombre ardiente, iluminado, que
irrumpe en la derecha españo­
l, en el año 1930 y actúa como coordinador .de iniciativas, como
galvanizador y consigue
agruparla en
un frente único de pensa­
miento
-Accí6n Española-, que contr~pone a una intelectua­
lidad que se declaró republicana por escepticismo y levanta
han,
dera

victoriosa
y entusiasta con otros intelectuales que se de-
(16) Cfr. su célebre «Discurso sobre la dictadura• (4 de enero de
1849), en Verbo, 8, págs. 31 y sigs., y su decepción de la dictadura de
Narváez, su «Discurso sobre la situaci6n de España» (30 de diciembre de
1850), en Verbo, 12, págs. 41 y sigs.
{17) ·En el aspecto -político resulta especiálmente expresiva su Carta
al director de la «Revue de déux mondes»; cfr. én «Obras completas ... »,
vol. II, págs. 762 y sigs.
(18) FRANCISCO DE GoMIS, «Memorias de Eugenio Vegas>, en ABC,
de 27- de diciembre ~e 1985; cfr. en las «Ilustraciones ··con recortes ·de pe­
ri6dicos», de Verbo, 239-240, pág. 205.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
ciaran monárquicos por convicción y como única esperanza, aglu­
tinando las últimas energías para oponerse a la riada
marxista?»..
«Para

Eugenio Vegas
---explica Ricardo
de la Cierva
( 19

la dictaduta . de Primo de Rivera cayó por un vacío doctrinal,
que Vegas quiso colmar después de la
caída de la monarquía
con. la fundación de Acción Española, mediante una de las con'
junciones

más asombrosas
y patéticas de la historia éultutal es­
pañola:
la del propio Vegas con el dos veces converso
Ramiro
de Maeztu, otro gran desconocido de la derecha española».
En el cincuentenario de esta fundación, recordarla Francisco
José Femández de
la Cigoña {20), que Vegas unió: «en trabajo
y quereres, a uha serie de nombres que hicieron palidecer el
formidable trust que fue
la lnstitución Libre de Enseñanza»,
«estaban

hombres de la dictadura de Primo de Rivera
y de la
monarquía caída; del viejo carlismo y de la falange que nacía,
académicos, catedtáticos, .escritores
y significadas figuras de la
Iglesia y del Ejétcito y de cuanto significaba algo en la vida na­
cional».
Desde luego

es «impresionante», tal como lo califica
Femández de la Cigoña, la larga lista que a continuación desgra­
na, encabezada
por Ramiro de Maeztu, Víctor

Pradera
y José
Calvo
Sotelo.
«Acción Española -escribe Rafael Calvo Setet ( 21 )--- se
hace
solidaria de la tradición católica española como auténtica
1ttadición nacional y consideraba a la' monarquía como institu­
ción polltica fundamental, única capaz de dar los medios para escapar del proceso revolucionario».
· ·
Luis Mar!a Ansón

(22) afirmaría, no sin cierta exageración,
que
la doctrina vertida generosa y profundamente en las doce mil
páginas
de Acción Española no es otra cosa que una completa y
(19) RICARDO DE LA CIERVA, «Tragedia cultural de la derecha espa­
ñola». en Epoca, dcl 14 al 20 de octilbre de 1985.
(20) FRANCISCO J osÉ FERNÁNDEZ DE LA C!Gof&°A, «Eh el cincuenta
aniversario de ·"Acción Española"», en Verbo, 201-202, eneio-febrero de
1982, págs. 24 y sigs.
(21)
RAFAEL CALVO SERl!R, Esptilla sin problema, 3.· ed., pág. 109.
(22) LUIS MARÍA ANsóN, Acción Española, Zarag0za, Ed. Círculo, 1960,
págs. 57 y sigs.
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EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPMOLAS
¡,e.rfectísima teoría de la Contrarrevolución». De ella dice, pá­
ginas después,
el mismo Ansón (23 ), que «examina,l~ _con pro­
fundidad la &vista, se llega a la conclusión de que toda la pu­
blicación es un editorial continuo.
Nada se edita sin que responda
por completo
a la ideología de la empresa que es, en grao parte,
la ideología de Eugenio Vegas. Todo, desde los artículos de. co­
laboración a la vida económica, desde la actividad nacional a la
simple crítica· de un libro, palpita el mismo contenido doctripal
y

persigue el
fin idéntico · de la defensa de la monarquía tradicio­
nal como sistema político más
perfecto. Y o no sé si habrá exis­
tido en España
una revista ,más sectaria que Acción Española.
Me temo que no; Eugenio Vegas era un Tribunal de la Inquisi­
sión que juzgaba inexorablemente la doctrina expuesta en las
colaboraciones y no hubiese vacilado
en echar al cesto de los
papeles un trabajo
del. propio director de la . Revista» . . . «De la
primera página a la última de sus 88 volúmenes, con uo total
de casi doce mil páginas, Acción Española es, casi sin excepción,
uo continuo .editorial...».
He
ahí, con pleno empuje, la dérecha tradicional o contrarre­
. volucionaria

que se
situaría en un plano distinto que la derecha
directoria! o

dictatorial y
la derecha· liberal, dispersa ésta des~
pués

de
la: derrota electoral dél año 1936 y del Alzamiento mi­
litar del 18 de julio.
m
Para situarnos bien, a fin de percibir con claridad, conviene
enfocar las diferencias que en
el pensamiento de Eugenio Vegas
separaban esas tres opciones,
calificadas de-«derecha.
Está

muy clara su posición
frente a la democracia. moder­
na (24), convertida en «religión democrática (25)» más que una
(23)' Ibld., págs. 124 y sigs.
(24) EUGENIO VEGAS LATAPIB, Romanticismo y democracia, Santander,
Cultura Española, 1938; y Consideraciones sobre· la-democracia, Madrid,
Real Academia de Ciencias Morales y PoUticas (discw:so de ingreso),'1965,
2/ 'éd., Madrid~ AftocliSio Aguado, 1965; y 3.• ed., Democracia, ¿ilusión
histórica?, ~001 Ed. Promesa, 1983.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
forma de gobierno; que pone a los demócratas cristianos en d
trance

de servir a dos señores: el Señor creador
y ordenador de
la· ley

eterna y el
Estado laico, sólo obediente a

la ley
supretna
del sufragio universal (26 ).
Por otra parte, las derechas dictatoriales
teman a la vista y
en pleno auge d nacionalsocialismo alemán ( aunque éste nada
tenía de derechas)
y el fascismo italiano. Estanislao, Cantero (27)
-tal vez d mejor conocedor actual del pensamiento político de
Eugenio. Vegas-- advierte que si bien éste
hizo dogios
de los fas­
cismos entonces indispensables, «siempre los hizo a beneficio de
inventario,
refiriéndose a

la
similirud que veía con la monarquía
tradicional», «mando de uno, representación profesional, organi­ zación corporativa de la producción»
. (28)--. Por otra parte
-sigue
E. Cantero-«su nacionalismo estaba subordinado a la
moral católica, por lo que .la Patria no podía convertirse en un
bien supremo ...
».
«Eugenio Vegas -continúa E. Cantero (29)--no rechazó
la posibilidad de un caudillo o de una dictadura
para lograr el
cambio de régimen que haría realidad la monarquía
anhelada.
Pero,

para Vegas, esa situación que podía tomarse en necesaria,
debía tornarse.

en transitoria, poseer
una doctrina política acorde
con los principios del derecho público cristiano
y dirigida a es­
tablecer la monarquía tradicional, garantía de una
pol!tica cató­
lica» •.. «Las

dictaduras -había escrito Vegas
(30)--son re-
(25) !bid., Romanticismo ... , págs. 37, 53 y 55, y Consideraciones,
1.• ed.,. p6g. 142.
(26) Respecto de esta cuestión recomendamos una meditada relectura
de lo expÚeStl> por nuestro maestro MlCHELE ,FEDERICO. SCIACCA, Filosofia
y antifilosofla, Milano, Marzorati, 1968, cap. I, 3, págs. 30 y sigs.; y L'os­
curamento deU intelligenza, parte II, cap. IV, Milán, Marzorati, 1970,
págs; 178 y sigs. Cfr. en -Verbo, 201~202, nuestra ponencia «Cristianismo
y mundo moderno según el profesor ScrACCA», 7 y 8, págs, 50 y sigs.
(27) EsTANISLAO CANTERO, El pensamiento polltico de ... , VIII, loe.
cit., págs. 134 y sigs.
(28) EUGENIO VEGAS, Romanticismo, pág. 184.
(29) E. CANTERO, oh. últ, cit., págs. 105 y sigs.
(30) E. VEGAS, Escritos poll#cos, Madrid, Cultora Espafiola. 1940,
pág. 176.
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EUGENIO VEGAS Y LAS •DERECHAS» ESPAFIOLAS
medios pasajeros que acaban al. poco tiempo, entregando de nue­
vo el país a sus agentes destructores». Y concluy_e el mismo
Cantero

(31):
«Si [Vegas] propugnó el golpe de Estado, siempre
lo
hizo indicando que era necesaria,· previamente, la doctrina que
lo
dirigiera a
buen puerto,·. sin recatarse a señalar la inutilidad y
el fracaso de los golpes de Estado carentes de ella ...
».
Lo cierto, sin embargo, es que, concluida nuestra guerra, el
mundo se polarizó en una lucha nunca vista, que situaría todas
las fuerzas, y también a las de derechas, en una
de estas direc,
clones:

la democrática liberal ( extrañamente contemporizadora
con.
el comunismo marxista) y la fascista o dictatorial, más o me­
nos

disfrazada de un corporativismo dirigido por el Estado.
Estas tendencias,
planteadas como

dilema insoslayable, no
dejaron de influir; una, en
el régimen español de la postguerra y,
otra, en
el representante de la monarquía por la que lúchaba
Eugenio Vegas. Este, mientras pudo, se batió, primero, para
que
la

dictadura no se autoinstiruyera;
y, después, para que no se
reinstaurase
la monarquía convertida en dictatorial musoliniana,
como había ocurrido
en Italia, ni se hiciera liberal y
democrá­
tica,

subiéndose· a la cresta de la ola de los vencedores de la
úl-.
tima guerra. Rafael Gambra (32) ha expuesto lúcidamente el rea­
lismo

con que actuó Eugenio en ambos fallidos intentos.
Por otra parte, en
la España de la postguerra se sintió la
tentación, que en todas las dictaduras se produce: la de conside­
rar como primordial
y básico el empirismo de la creación de ri­
queza

y bienestar. El Marqués de Valdeiglesias ha aludido a
ello
(33 ): «La imputación al régimen de Franco de haberse con­
centrado

exclusivamente en
el objetivo de la creación y justo re­
patto

de riqueza, manteniendo una línea de neutralidad en
el cam­
po

de las ideas, sólo encontrará su plena
justiíicación el día en
que
el movimiento intelectual subversivo, dejando en libertad o
(31) E. CANTERO, oh. últ. cit., págs. 106 y sigs.
(32)
RAFAEL GAMBRA, «El realismo político de Vegas Latapie», en
Verbo, 239-240, pág. 180 y sigs.
(33) JosÉ I. EscoBAR .. Marqués de Valdeiglesías, Arl empez6, cfr. 2.•
ed., Madrid, G. del Toro. Ed., 1974, cap. XVI, págs, 332 y sigs.
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JUAN V ALLET DE GOJ:TISOLO
al menos no suficientemente coartado, acabe por incidir sobre
·aquellos logros materiales,
anulándolos o
haciéndolos retroceder.
De que tal política fue un riesgo calculado hay abundantes indi­
cios.
La decisión de construir un "Estado de obras" ( .. :), ha
constituido, sin duda, su fuerza·
a corto plazo, aunque puede ser
su debilidad en uno más largo en el que acaban por imponerse
aquellas ideas dejadas navegar por su
wenta ... ».
Opinó el mismo V aldeiglesias (34 ), que no hubiera podido
prevale=, «fuera
del ambiente en que fue concebido, el inten­
to de Vegas --hastante más amplio y
razonable--de exigir para
el acceso a los cargos políticos o de autoridad de
cualqnier gé­
nero en el nuevo Estado, el habet compartido la ideología del
movimiento antes
del 18 de julio o haberla defendido con las
armas· después

de aquella
fecha». V aldeiglesias pensaba que, «en
la
práctica» .

. . «la única diferencia a efectos de su posible
per­
petuación, , entre el Estado construido por Franco y el que hu'.
hieran

asegurado los impulsores del movimiento residiría en la
mayor solidez de la doctrina
de base de este último .. :».
Mayor

solidez y también mayor verdad, porque el Estado
nacido del 18 de julio no fue
orgánico sino

de nombre. Lo es­
cribí en el artículo que me
inspiro el

ver en la televisión, ca­
sualmente al llegar a casa, parte de
la votación de la Ley para la
Refortna pol!tica (35). El Régimen orgánico era el que «fue pro­
pugnado por la mayor parte de las
· élites
que llevaron su pen­
samiento
·a1 Alzamiento Nacional contra la II República: los
carlistas, los seguidores
de Renovación, y los hombres de Ac­
ción Española,

la Falange de José Antonio conforme éste clara­
mente expresó en su discurso · "Bandera que se alza". Pero · las
Cortes
que
luego se instauraron no-

eran orgánicas,
sino adminis­
trativas. Los sindicatos estaban excesivamente funcionalizados y
en la mano del ministro correspondiente. Los alcaldes, presiden­
tes de diputación, rectores de universidad eran designados a dedo.
(34) Ibld., págs. 342 y sigs.
(35) «Del carisma a la democracia», Et-Alcázar, 25 de :noviembre de
1976. Puede leerse en Más sobre temas de hoy, págs. 191 y sigs.; y, con­
cretamente el texto referido, en-las págs. 197 in fine y sigs,
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Fundaci\363n Speiro

EUGENIO VEGAS Y LAS .«DERECHAS» ESPAROLAS
El mandato del país real no existía y, por lo tanto, no podía ser
imperativo, .como
lo. era

en nuestras
cortes tradicionales.
Los
'tecnócratas hicieron

de nosotros, cada
dfa nlás, unos adnúnistra­
dos

y unos asegurados, irresponsables excepto eu el
pago de
nuestros tributos
y de las cuotas de· Seguridad Social» (36 ). · ·
· IV
La derecha tradicional o contrarrevolucionaria había vuelto a
desvanecerse como fuerza política. No quedaban sino, frente
a
frente,

la
«derecha» dictatorial
y la
«derecha» liberal, que . han
acabado
superadas por las
izquierdas.
Si no .ha desaparecido en España la monarquía, como en
Francia, Portugal, Brasil, Italia y Grecia, clébese al esfuerzo de
Vegas. Pero la única que
él propugnaba no

ha llegado. Tieue
ta­
zón Estanislao Cantero (37) al escribir: «lo que no tiene duda
es que
la monarquía, sin la doctrina defendida por Euge!Úo y
su Acdón EsP4ñola, hubiera sido, en 1936/algo tan desacredita­
do que

nadie se hubiera atrevido ni
túquiera a
pensar
en ella.
El
la devolvió su prestigio y adhesiones. Sin él, quizá, hubiera
habido Alzamiento, pero no habría habido. después
monarquía.
Cuarenta

años más tarde, la que existe, no es
la que quería ... ».
La dinastía que Eugenio consideró legítima dejó en manos
del dictador
la educación del Príncipe; quien, de la cima de la
ola dictatorial, ya descendente, se deslizó a
la crest~ de la que si­
gue ascendiendo en
el mar de la historia desde el triunfo de los
aliados en la última guerra mundial. Por ello, hoy la derecha tradicional o contrarrevolucionaria
(36) Como hizo notar RAFAEL GAMBRA en su h'bro Tradici6n y-mi~
metismo, Madrid, I.E.P., .1976, si bien en los textos fundsmentales pre­
domirui -aunque con evidentes salvedades-la orientaci6n tradicional,
ésta no fue llevada a la práctica. Los· cuerpos sociales más básicos y Su ac­
tividad quedaron sometidos a uil ~ero paternali~o y a la ditecci6n del
Estado.
(37) EsTANISLAO CANTERO, oh. ú!t. cit., pág. 108.
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Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOW
se halla en España en situación casi idéntica que en Francia.
Tal vez por
saber anticipadamente
ese desenlace, que firmemen­
te
creía inevitahle,

Eugenio Vegas volvió los ojos a la
Cité Ca­
tholique y fue a visitar a Jean Ousset, como éste mismo nos ha
narrado (38).
· He

explicado, en
el númer~ de nuestra ;evista dedicada a
Eugenio (39),
el significado de la labor que, por iniciativa suya,
efectuamos en
Speiro y la diferencia concreta de nuestra labor
doctrinal respecto
de la que él realizó en Acción Española.
Repho las últimas palabras que dije en mi intervención en
el Congreso: «Una generación política para España,
1992» (
40):
«No proponemos un programa politico sino que promovemos un
cambio mental. Para que .sean desechados todos los falsos mitos
en los que, desde la Modernidad, se apoya nuestro
milndo po­
lítico y tantas utopías por las cuales se trata hoy de huir hacia adelante ante los reiterados fracasos de las ideologías basadas
en ellos ...
». En

esa huida hacia adelante consiste, como ha ex­
plicado lúcidamente Marcel de Corte (41), lo que se denomina hoy «aceleración de la historia» ( 42).
(38) JEAN ÜUSSET, «Vegas Latapie y "La Cité Catholique". Catta a
los amigos de la Ciudad Católica», en Verbo, 239-240, págs. 184 y sigs.
(39) «EUGENIO VEGAS y la Ciudad Cat6lica», en Verbo, 239-240, pá­
ginas 199 y sigs.
(40) «Constitución orgánica de la nación'», en Verbo, 233-234, mar-
zo.abril

de
1985, pág. 382. . .
(41) MARCEL ·»E CoR'tE, Vhotltme contre lui-mlmeJ París, Nouvelles
Editions Latines, 1962, cap. VIII, págs. 235 y sigs.
(42) Cfr.
nuestra comunicación «Revolución, historicismo y tradición»,
14, en Verbo, 128-129, septiembre-Octubre-noviembre, 1974, pilg. 1048, o en
Revoluci6n-Conservadurismo-Trádición, Madtid, Speiro, 1974, pág. 192.
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