Índice de contenidos
Número 247-248
Serie XXV
- Textos Pontificios
- Notas
- In memoriam
- Noticias
- Monográficos
- Estudios
- Actas
- Información bibliográfica
- Ilustraciones con recortes de periódicos
Autores
1986
Eugenio Vegas y las «derechas» españolas
EUGENIO VEGAS Y LAS "DERECHAS" ESPA~OLAS
POR
JUAN VALIJ!.T DE GOYTISOLO
I
Hablar de derechas e izquierdas en eJ sentido político mo
derno de estas expresiones no pudo tener sino un sentido con
vencional para Eugenio Vegas Latapie.
Meramente convencional, pues esta distinción parte de una
concepción dialéctica de la
adversariedad que
debe resultar de
la contraposición ideológica. Esta sólo es resoluble, según unos, a .
través
del sufragio universal; para otros, mediante un constante
avance revolucionario, para el cual es lícito cualquier camino, in
cluso el de la violencia -en tanto se juzga ilícito refrenarlo con
la fuerza-; o, finalmente, para el marxismo, por la dialéctica
ínsita en el materialismo histórico, a la que cabe impulsar
y ace
lerar
excitando todas las contradicciones existentes o en poten
cia. Presupone la lógica de los tres valores: tesis, antítesis, sín tesis;
y el rechazo de toda lógica que admita la existencia· de una
verdad trascedente y objetiva. Es decir, de la que Jacques Mit
terrand
(l), gran maestre que fue del Gran Oriente francés, de
nominó lógica de los dos valores --con expresión contradictoria,
'por cuanto en esta concepción el error no es un valor sino su
negación----:.
(1) JACQUES MITTERRAND, LA -p~litique des francs-m(lfons, París, Ro
blot, 1973, págs. 110 y sigs., su referencia en las «Ilustraciones con re
cortes de periódicos», «Las "sociétés de pensée" y la política de les franc-
masones», III, en Verbo, págs. 539 y sigs. ~
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Eugenio, Vegas creía firmemente en la verdad (2). A este res
pecto le gustaba recordar -y
en su Memorias políticas (3) re
pite-- las palabras de André Tardieu ( 4) -tres veces Jefe de
Gobierno francés y destacado colaborador en 1918 del presi-
. dente
Clemanceau-: «o se cree en la verdad o no se cree en
ella» ... «si se cree ha de combatirse (
se battre) por ella» ... «hay
que pelear intelectual
y materialmente si es· preciso ... ». Y, como
escribí de Eugenio, con oéasión de su muerte (5): «Creyó en la
verdad ...
». Pero: «No en la suya, sino en una verdad objetiva,
trascendente al hombre, que tiene por fuentes la revelación y el
orden natural que la historia y la experiencia de los hombres y
de las sociedades nos muestran.
No estimando
honesto opinar
sin haber estudiado a fondo la cuestión y
sin. haberse
documen
tado a través de los
más solventes
autores ...
».
Por eso, de una parte, se apoyaba en los principios políticos
y
sociales contenidos en las enclclicas de Pío IX, León XII, San
Pío X y Pío XI; es decir, en los principios de política natural
recogidos por la docttina social de la Iglesia. De otra parte,
asombra
---<0mo ha
hecho notar Estanislao Cantero- ( 6) '
su
precoz
formación, con tan profundo conocimiento del pensamien
to político y de la
historia de los. tres
últimos siglos, especial
mente de Francia. Segón los datos que el propio Cantero cita
de las
Memorias. de Vegas: a los quinte años había leído la po-
(2) Cfr; JlsTANISLAO CANTERO, «Fidelidad y Verdad. La lección de
una muerte•, en Verbo, 239-240, 'octubre-diciembre de 1985, págs. 70 y
siguientes. .
(3) EUGENIO VEGAS LATAPIE, Memorias políticas~ vol. I, ·«El suici
dio de. la Morun-qula y la . Segunda República, Batcelona, Ed. Planeta,
· 1983, pág. 233.
(4) ANnRÉ T,uu,mu, prólogo a su obra Sur la pente; cfr., traducido
al castellano, «En la pendiente. Historia de tres años», en Acci6n Espa
ñola, 78, julio de 1935, pá!l". 14-50 y 79 (agosto de 1935), págs, 221-250.
La frase
referida puede
leerse en la pág. 249.
(5) «Un católico ferviente y un gran espafiol», en ABC del 20 de
septiembre de 1935, pág. 20; cfr. en «Ilustraciones con recortes de pe
riódicos», en Verbo, 239-240, pág. 225.
(6) JlsTANISLAO CANTERO; .«El pensamiento politioo de Eugenio Ve
gas Latapie», en Verbo, 239-240, pág. 75,
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lémica del mal menor de NocedaI, a Donoso Cortés y a Menén
dez y Pelayo; a los diecisiete descubre Action. Franfaise; y, a los
diecinueve, se
había leído
a. Vázquez
de Mella, Balmes y Dono
so Cortés, Enrique
Gil y Robles, Matees Gago, Luis Veuillot
y
Charles Maurras.
Ahí tenemos, en el ferviente católico que siempre fue Euge
nio Vegas, un
inilujo notable
del· entonces agnóstico
Charles
Maurtas.
Estanislao Cantero (7) ha dicho que «la
inJluencia de
éste
fue, respecto a
las ideas,
más de forma que de fondo.
En
la manera de argumentar y presentar la doctrina; en el modo de
realizar la crítica a la democracia. La mayor influencia
de Mau
rras,
la inJluencia que podríamos considerar decisiva, fue en la
forma que había que lograr el
fin pretendido ... ». Creo que hay
algo más profundo en cuanto al
111étodo seguido.
En
Charles
Maurras tuvo
una evidente influencia
el método
positivista de Auguste Comte, en cuanto al leer e inducir de los
hechos
sodales y al rechazo de las ideologías. Pero caló más hon
do y fue más consecuente que
éste, que· acabaría por construir
un
«idealismo
histórico» (8).
Maurras mira la realidad con más
amplitud y penetración, hasta
darse cuenta
de que
sólo el
ca
tolicismo llena las esperanzas del hombre y
~a dado
por fruto
la más elevada civilización. Jean· Ousset (9), en su discurso de
clausura del Congreso de Lausanne de
197.3, trajo
a
colación deis
textos
de Maurras contundentes a este respecto.
Precisamente,
si
a Eugenio Vegas le entusiasmaron
tanto· las obras
de Ousset
fue
porque su
rigor doctrinal iba acompañado de un anfüsis ri
guroso de los hechos sociales a través de la historia
y de las nue
vas experiencias, donde
se ve
c6mo
la fe
y la
raz6n se
comple
mentan. Nuestro amigo de Rue Copernic y Rue des Renaudes
ad;
vertirfa,
«si
nuestro Dios es verdaderamente Dios Creador
y
(7) Ibld., pág. 76.
(8)
La· califiéación es de ETmNNE Gu.soN; La unidad de la experien
cia
filos6/ica,
cfr. ed. en castellano, Madrid, Rialp, 1960, cap. X, páginas
293 in fine y cap. XI, págs. 322 y sigs.
(9) JEAN ÜUSSET, «Los argumentos de. nuestra esperanza», en Verbo,
117-118, agostó-septiembre-Octubre de 1973, págs. 787 y sig., y 791 y sig.
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EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPANOLAS
Maestro de todas las cosas, sería anormal, sería chocante, sería
escandaloso que, hecha esta Creación para su gloria, considera
rá que el único medio de
ir hacia El y de comprender la sabi
duría del
orden, fuese una demostración exclusivamente doctri
nal y teórica»; y llegarla, incluso, a concluir, «ya que el simple
recuerdo doctrinal no consigue perforar el frente del antidog
matismo moderno, el suplemento
de esfuerzo que esta dificul
tad nos impone
podrá considerarse
simplemente en un escuchar
mejor
los hechos que hablan ~ gritos, en captar mejor el cris
tianismo
que
brota de lós hechos . .. », «en comprender mejor lo
que
dirían las
piedras si mañana, por nuestra incapacidad o
nues
tra pereza, ¡Dios se decidiera ,a de;arlas hablar!» . .(10)
Il,
Eugenio Vegas, al partir de la búsqueda de la verdad, ,al no
aceptar
ninguna ideología sino sólo el orden político natural, y
al no admitir juego alguno democrático ni dialéctico, se hallaba
realmeote
fuera de la dialéctica moderna de izquierdas y dere
chas,
aparecida en la 'Convención. Sí estuvo siempre a
la derecha
según la distinción clásica de lo
der~o y Jo zurdo
( 11 ), Sin
embargo, aunque, en
su labor
sólo
buscó la derecha
en ese sentido
clásico, no cabe duda que influyó en
la que,
conveocionalmente,
se llama «la derecha» en
el seotido político_ moderno,
como a
continuación veremos.
Le Monde, hace unos siete alios, pUb!icó un:, artículo de René
(10) JEAN ÜUSSET, «Las piedras gritarán», en Verbo, 133-134, marzo.
abril de 1975, págs. 303 y 308.
(11). Respecto de una y otra de estas acepciones, cfr. el revel.ador y
sugerenre libro de JORGE MARTINEz ALRAICETA, «Izquierdas y derechas.
Su sentido y misterio», Madrid, Speioo, 1974; y t.ambién nuestra trilogía
de artículos publicados eo ABC Íos días 13, 2Ly 24 de diciembre de
1974;
«La derecha y la izquierda», «Guelfos y gibelinos» y «Extre¡na de
recha y extrema izquierda», re_cogidos ·en Mi& sObre temas de hoy, Ma
drid, Speiro, 1979, págs. 33 y sigs,
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JUAN V ALLET DE GOYTISOW
Rémond (12), en d cual trataba, sin conseguirlo (13), de situar
en esa derecha a
la denominada nouvelle droite. Entré las dere
chas francesas, hasta entonces conocidas,
distinguía a
este efecto:
laderecha liberal, la derecha nacional o bonapartista y la derecha
contrarrevolucionaria,
que mejor podríamos llamar derecha tra
dicional.
En España también podemos clasificar las derechas, en d sig
nificado moderno de la· expresión, en · derecha liber(ll --que, a
su vez, admite subclasíficaciones---, derecha dictatorial y derecha
tradicional.
La derecha tradicional es , claramente discernible ya al con
cluir
la guerra de la Independencia como posición diferente de
liberales ---entonces sólo
la izquierda-y de absolutistas. La
exteriorizó, ya en
1814, el denominado Manifiesto de los «per
sa,s», escrito por Bernardo Mc,zo de Rosales, Marqués de Peña
florida ( 14 ). Donoso Cortés, en distintos momentos, partiendo
de un li
·beralísmo más avanzado, pasó por la derecha liberal (15), acep-
(12) RENt R.ÉMOND, «Nouvelle dtoite ou droitC de toujouts>, en Le
Monde,
del 20 de julio de 1979. ar. algunos fragmentos de este utfcuk,
en las «Ilustraciones con recortes de periódicos»-: «La n,ou~ droito,, en
Verbo, 183-184, marzo-abril de 1980, págs. 493, 497 y 503 y sigs.
(13) Caracteriza la nouvelle droite porque. «Comprende en un asom
broso sincretismo lo celta y lo germano, Jo oriental y lo escandinavo; todo
en un abrazo indoeuropeo ... ». «VueIVe a tomar por su cuenta la requisito
ria de Juliano en Apóstata. No carece de significación que haya reeditado
la obra
de Celso contra loa cristianos. V olvíendo a tomar las palabraa del
céleb'!' cliálogO battesiano, podrla decirse que es el desquite de la pradera
contra la capilla. Es, digamos la palabra, neopaganismo convenido de que
debe regresarse a los orlgenes de la historia europea anterior a la altera·
ci6n
de su
pureza y su vigor por el cristianismo».
(14) ar. al estudio de FRANCISCO Jos• FERNÁNDEZ DE LA CrGOÑA,
«Pensamiento contrarrevolucionario espafiol: Matµfiesto de los "persas"»,
en Verbo, 141-142, enero-febrero de 1976, págs. 179 y sigs.
(15) Corresponde a la época' en · que segufa a loa «doctrinarioa» fran
ceses, en especial a GmzoT y RoGER CoLLARD. En ese período_ destaca
su· estudio La ley electoral Considerada en su base y en su relaci6n con el
lmpetu de nuestras instituciones (1835); cfr. en «Obras completas de Do
noso Cortés», Madrid, B.A.C., 1970, vol. I, p,Ígs. 302 y sigs.
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EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPAJi/Oi.As
tó ocasionalmente la dictatorial (16) y concluyó defendiendo la
posición tradicional (
17 ).
En España, la derecha tradicional se adscribió, de modo ge
ral, aunque no exclusivamente, al carlismo, vencedor del mayor
número de batallas pero derrotado en todas las guerras. Ello
había situado a los pensadores carlistas
e· integristas
fuera de
toda opción efectiva en la política concreta española, aunque tu
vieron egregias personalidades intelectuales
~omo Apatici y
Gui
jarro, Nocedal, Marcial Solana, Vázquez
· de
Mella.
También se
situaron
en ella autores regionalistas, entre los que destacó el
Obispo de Vic, Torras y Bagés. A partir de
la dictadura del General Primo de Rivera, en
especial después de su caída, las derechas españolas se
polariza
ron
mayoritariamente
en dos fracciones políticas: una derecha
liberal, heredera del partido conservador, maurista;
y otra de
recha directorial o dictatorial. Siempre aparte de algunos
sec
tores de las derechas regionales, Liga regionalista catalana y Par
tido nacionalista vasco, y de lo que del carlismo y el integrismo
quedaba. En ese momento es cuando surge Eugenio Vegas Latapie.
Como ha preguntado Francisco de Gomis
(18): «.¿Quién es este
hombre ardiente, iluminado, que
irrumpe en la derecha españo
l, en el año 1930 y actúa como coordinador .de iniciativas, como
galvanizador y consigue
agruparla en
un frente único de pensa
miento
-Accí6n Española-, que contr~pone a una intelectua
lidad que se declaró republicana por escepticismo y levanta
han,
dera
victoriosa
y entusiasta con otros intelectuales que se de-
(16) Cfr. su célebre «Discurso sobre la dictadura• (4 de enero de
1849), en Verbo, 8, págs. 31 y sigs., y su decepción de la dictadura de
Narváez, su «Discurso sobre la situaci6n de España» (30 de diciembre de
1850), en Verbo, 12, págs. 41 y sigs.
{17) ·En el aspecto -político resulta especiálmente expresiva su Carta
al director de la «Revue de déux mondes»; cfr. én «Obras completas ... »,
vol. II, págs. 762 y sigs.
(18) FRANCISCO DE GoMIS, «Memorias de Eugenio Vegas>, en ABC,
de 27- de diciembre ~e 1985; cfr. en las «Ilustraciones ··con recortes ·de pe
ri6dicos», de Verbo, 239-240, pág. 205.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
ciaran monárquicos por convicción y como única esperanza, aglu
tinando las últimas energías para oponerse a la riada
marxista?»..
«Para
Eugenio Vegas
---explica Ricardo
de la Cierva
( 19
)
la dictaduta . de Primo de Rivera cayó por un vacío doctrinal,
que Vegas quiso colmar después de la
caída de la monarquía
con. la fundación de Acción Española, mediante una de las con'
junciones
más asombrosas
y patéticas de la historia éultutal es
pañola:
la del propio Vegas con el dos veces converso
Ramiro
de Maeztu, otro gran desconocido de la derecha española».
En el cincuentenario de esta fundación, recordarla Francisco
José Femández de
la Cigoña {20), que Vegas unió: «en trabajo
y quereres, a uha serie de nombres que hicieron palidecer el
formidable trust que fue
la lnstitución Libre de Enseñanza»,
«estaban
hombres de la dictadura de Primo de Rivera
y de la
monarquía caída; del viejo carlismo y de la falange que nacía,
académicos, catedtáticos, .escritores
y significadas figuras de la
Iglesia y del Ejétcito y de cuanto significaba algo en la vida na
cional».
Desde luego
es «impresionante», tal como lo califica
Femández de la Cigoña, la larga lista que a continuación desgra
na, encabezada
por Ramiro de Maeztu, Víctor
Pradera
y José
Calvo
Sotelo.
«Acción Española -escribe Rafael Calvo Setet ( 21 )--- se
hace
solidaria de la tradición católica española como auténtica
1ttadición nacional y consideraba a la' monarquía como institu
ción polltica fundamental, única capaz de dar los medios para escapar del proceso revolucionario».
· ·
Luis Mar!a Ansón
(22) afirmaría, no sin cierta exageración,
que
la doctrina vertida generosa y profundamente en las doce mil
páginas
de Acción Española no es otra cosa que una completa y
(19) RICARDO DE LA CIERVA, «Tragedia cultural de la derecha espa
ñola». en Epoca, dcl 14 al 20 de octilbre de 1985.
(20) FRANCISCO J osÉ FERNÁNDEZ DE LA C!Gof&°A, «Eh el cincuenta
aniversario de ·"Acción Española"», en Verbo, 201-202, eneio-febrero de
1982, págs. 24 y sigs.
(21)
RAFAEL CALVO SERl!R, Esptilla sin problema, 3.· ed., pág. 109.
(22) LUIS MARÍA ANsóN, Acción Española, Zarag0za, Ed. Círculo, 1960,
págs. 57 y sigs.
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EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPMOLAS
¡,e.rfectísima teoría de la Contrarrevolución». De ella dice, pá
ginas después,
el mismo Ansón (23 ), que «examina,l~ _con pro
fundidad la &vista, se llega a la conclusión de que toda la pu
blicación es un editorial continuo.
Nada se edita sin que responda
por completo
a la ideología de la empresa que es, en grao parte,
la ideología de Eugenio Vegas. Todo, desde los artículos de. co
laboración a la vida económica, desde la actividad nacional a la
simple crítica· de un libro, palpita el mismo contenido doctripal
y
persigue el
fin idéntico · de la defensa de la monarquía tradicio
nal como sistema político más
perfecto. Y o no sé si habrá exis
tido en España
una revista ,más sectaria que Acción Española.
Me temo que no; Eugenio Vegas era un Tribunal de la Inquisi
sión que juzgaba inexorablemente la doctrina expuesta en las
colaboraciones y no hubiese vacilado
en echar al cesto de los
papeles un trabajo
del. propio director de la . Revista» . . . «De la
primera página a la última de sus 88 volúmenes, con uo total
de casi doce mil páginas, Acción Española es, casi sin excepción,
uo continuo .editorial...».
He
ahí, con pleno empuje, la dérecha tradicional o contrarre
. volucionaria
que se
situaría en un plano distinto que la derecha
directoria! o
dictatorial y
la derecha· liberal, dispersa ésta des~
pués
de
la: derrota electoral dél año 1936 y del Alzamiento mi
litar del 18 de julio.
m
Para situarnos bien, a fin de percibir con claridad, conviene
enfocar las diferencias que en
el pensamiento de Eugenio Vegas
separaban esas tres opciones,
calificadas de-«derecha.
Está
muy clara su posición
frente a la democracia. moder
na (24), convertida en «religión democrática (25)» más que una
(23)' Ibld., págs. 124 y sigs.
(24) EUGENIO VEGAS LATAPIB, Romanticismo y democracia, Santander,
Cultura Española, 1938; y Consideraciones sobre· la-democracia, Madrid,
Real Academia de Ciencias Morales y PoUticas (discw:so de ingreso),'1965,
2/ 'éd., Madrid~ AftocliSio Aguado, 1965; y 3.• ed., Democracia, ¿ilusión
histórica?, ~001 Ed. Promesa, 1983.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
forma de gobierno; que pone a los demócratas cristianos en d
trance
de servir a dos señores: el Señor creador
y ordenador de
la· ley
eterna y el
Estado laico, sólo obediente a
la ley
supretna
del sufragio universal (26 ).
Por otra parte, las derechas dictatoriales
teman a la vista y
en pleno auge d nacionalsocialismo alemán ( aunque éste nada
tenía de derechas)
y el fascismo italiano. Estanislao, Cantero (27)
-tal vez d mejor conocedor actual del pensamiento político de
Eugenio. Vegas-- advierte que si bien éste
hizo dogios
de los fas
cismos entonces indispensables, «siempre los hizo a beneficio de
inventario,
refiriéndose a
la
similirud que veía con la monarquía
tradicional», «mando de uno, representación profesional, organi zación corporativa de la producción»
. (28)--. Por otra parte
-sigue
E. Cantero-«su nacionalismo estaba subordinado a la
moral católica, por lo que .la Patria no podía convertirse en un
bien supremo ...
».
«Eugenio Vegas -continúa E. Cantero (29)--no rechazó
la posibilidad de un caudillo o de una dictadura
para lograr el
cambio de régimen que haría realidad la monarquía
anhelada.
Pero,
para Vegas, esa situación que podía tomarse en necesaria,
debía tornarse.
en transitoria, poseer
una doctrina política acorde
con los principios del derecho público cristiano
y dirigida a es
tablecer la monarquía tradicional, garantía de una
pol!tica cató
lica» •.. «Las
dictaduras -había escrito Vegas
(30)--son re-
(25) !bid., Romanticismo ... , págs. 37, 53 y 55, y Consideraciones,
1.• ed.,. p6g. 142.
(26) Respecto de esta cuestión recomendamos una meditada relectura
de lo expÚeStl> por nuestro maestro MlCHELE ,FEDERICO. SCIACCA, Filosofia
y antifilosofla, Milano, Marzorati, 1968, cap. I, 3, págs. 30 y sigs.; y L'os
curamento deU intelligenza, parte II, cap. IV, Milán, Marzorati, 1970,
págs; 178 y sigs. Cfr. en -Verbo, 201~202, nuestra ponencia «Cristianismo
y mundo moderno según el profesor ScrACCA», 7 y 8, págs, 50 y sigs.
(27) EsTANISLAO CANTERO, El pensamiento polltico de ... , VIII, loe.
cit., págs. 134 y sigs.
(28) EUGENIO VEGAS, Romanticismo, pág. 184.
(29) E. CANTERO, oh. últ, cit., págs. 105 y sigs.
(30) E. VEGAS, Escritos poll#cos, Madrid, Cultora Espafiola. 1940,
pág. 176.
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EUGENIO VEGAS Y LAS •DERECHAS» ESPAFIOLAS
medios pasajeros que acaban al. poco tiempo, entregando de nue
vo el país a sus agentes destructores». Y concluy_e el mismo
Cantero
(31):
«Si [Vegas] propugnó el golpe de Estado, siempre
lo
hizo indicando que era necesaria,· previamente, la doctrina que
lo
dirigiera a
buen puerto,·. sin recatarse a señalar la inutilidad y
el fracaso de los golpes de Estado carentes de ella ...
».
Lo cierto, sin embargo, es que, concluida nuestra guerra, el
mundo se polarizó en una lucha nunca vista, que situaría todas
las fuerzas, y también a las de derechas, en una
de estas direc,
clones:
la democrática liberal ( extrañamente contemporizadora
con.
el comunismo marxista) y la fascista o dictatorial, más o me
nos
disfrazada de un corporativismo dirigido por el Estado.
Estas tendencias,
planteadas como
dilema insoslayable, no
dejaron de influir; una, en
el régimen español de la postguerra y,
otra, en
el representante de la monarquía por la que lúchaba
Eugenio Vegas. Este, mientras pudo, se batió, primero, para
que
la
dictadura no se autoinstiruyera;
y, después, para que no se
reinstaurase
la monarquía convertida en dictatorial musoliniana,
como había ocurrido
en Italia, ni se hiciera liberal y
democrá
tica,
subiéndose· a la cresta de la ola de los vencedores de la
úl-.
tima guerra. Rafael Gambra (32) ha expuesto lúcidamente el rea
lismo
con que actuó Eugenio en ambos fallidos intentos.
Por otra parte, en
la España de la postguerra se sintió la
tentación, que en todas las dictaduras se produce: la de conside
rar como primordial
y básico el empirismo de la creación de ri
queza
y bienestar. El Marqués de Valdeiglesias ha aludido a
ello
(33 ): «La imputación al régimen de Franco de haberse con
centrado
exclusivamente en
el objetivo de la creación y justo re
patto
de riqueza, manteniendo una línea de neutralidad en
el cam
po
de las ideas, sólo encontrará su plena
justiíicación el día en
que
el movimiento intelectual subversivo, dejando en libertad o
(31) E. CANTERO, oh. últ. cit., págs. 106 y sigs.
(32)
RAFAEL GAMBRA, «El realismo político de Vegas Latapie», en
Verbo, 239-240, pág. 180 y sigs.
(33) JosÉ I. EscoBAR .. Marqués de Valdeiglesías, Arl empez6, cfr. 2.•
ed., Madrid, G. del Toro. Ed., 1974, cap. XVI, págs, 332 y sigs.
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JUAN V ALLET DE GOJ:TISOLO
al menos no suficientemente coartado, acabe por incidir sobre
·aquellos logros materiales,
anulándolos o
haciéndolos retroceder.
De que tal política fue un riesgo calculado hay abundantes indi
cios.
La decisión de construir un "Estado de obras" ( .. :), ha
constituido, sin duda, su fuerza·
a corto plazo, aunque puede ser
su debilidad en uno más largo en el que acaban por imponerse
aquellas ideas dejadas navegar por su
wenta ... ».
Opinó el mismo V aldeiglesias (34 ), que no hubiera podido
prevale=, «fuera
del ambiente en que fue concebido, el inten
to de Vegas --hastante más amplio y
razonable--de exigir para
el acceso a los cargos políticos o de autoridad de
cualqnier gé
nero en el nuevo Estado, el habet compartido la ideología del
movimiento antes
del 18 de julio o haberla defendido con las
armas· después
de aquella
fecha». V aldeiglesias pensaba que, «en
la
práctica» .
. . «la única diferencia a efectos de su posible
per
petuación, , entre el Estado construido por Franco y el que hu'.
hieran
asegurado los impulsores del movimiento residiría en la
mayor solidez de la doctrina
de base de este último .. :».
Mayor
solidez y también mayor verdad, porque el Estado
nacido del 18 de julio no fue
orgánico sino
de nombre. Lo es
cribí en el artículo que me
inspiro el
ver en la televisión, ca
sualmente al llegar a casa, parte de
la votación de la Ley para la
Refortna pol!tica (35). El Régimen orgánico era el que «fue pro
pugnado por la mayor parte de las
· élites
que llevaron su pen
samiento
·a1 Alzamiento Nacional contra la II República: los
carlistas, los seguidores
de Renovación, y los hombres de Ac
ción Española,
la Falange de José Antonio conforme éste clara
mente expresó en su discurso · "Bandera que se alza". Pero · las
Cortes
que
luego se instauraron no-
eran orgánicas,
sino adminis
trativas. Los sindicatos estaban excesivamente funcionalizados y
en la mano del ministro correspondiente. Los alcaldes, presiden
tes de diputación, rectores de universidad eran designados a dedo.
(34) Ibld., págs. 342 y sigs.
(35) «Del carisma a la democracia», Et-Alcázar, 25 de :noviembre de
1976. Puede leerse en Más sobre temas de hoy, págs. 191 y sigs.; y, con
cretamente el texto referido, en-las págs. 197 in fine y sigs,
866
Fundaci\363n Speiro
EUGENIO VEGAS Y LAS .«DERECHAS» ESPAROLAS
El mandato del país real no existía y, por lo tanto, no podía ser
imperativo, .como
lo. era
en nuestras
cortes tradicionales.
Los
'tecnócratas hicieron
de nosotros, cada
dfa nlás, unos adnúnistra
dos
y unos asegurados, irresponsables excepto eu el
pago de
nuestros tributos
y de las cuotas de· Seguridad Social» (36 ). · ·
· IV
La derecha tradicional o contrarrevolucionaria había vuelto a
desvanecerse como fuerza política. No quedaban sino, frente
a
frente,
la
«derecha» dictatorial
y la
«derecha» liberal, que . han
acabado
superadas por las
izquierdas.
Si no .ha desaparecido en España la monarquía, como en
Francia, Portugal, Brasil, Italia y Grecia, clébese al esfuerzo de
Vegas. Pero la única que
él propugnaba no
ha llegado. Tieue
ta
zón Estanislao Cantero (37) al escribir: «lo que no tiene duda
es que
la monarquía, sin la doctrina defendida por Euge!Úo y
su Acdón EsP4ñola, hubiera sido, en 1936/algo tan desacredita
do que
nadie se hubiera atrevido ni
túquiera a
pensar
en ella.
El
la devolvió su prestigio y adhesiones. Sin él, quizá, hubiera
habido Alzamiento, pero no habría habido. después
monarquía.
Cuarenta
años más tarde, la que existe, no es
la que quería ... ».
La dinastía que Eugenio consideró legítima dejó en manos
del dictador
la educación del Príncipe; quien, de la cima de la
ola dictatorial, ya descendente, se deslizó a
la crest~ de la que si
gue ascendiendo en
el mar de la historia desde el triunfo de los
aliados en la última guerra mundial. Por ello, hoy la derecha tradicional o contrarrevolucionaria
(36) Como hizo notar RAFAEL GAMBRA en su h'bro Tradici6n y-mi~
metismo, Madrid, I.E.P., .1976, si bien en los textos fundsmentales pre
domirui -aunque con evidentes salvedades-la orientaci6n tradicional,
ésta no fue llevada a la práctica. Los· cuerpos sociales más básicos y Su ac
tividad quedaron sometidos a uil ~ero paternali~o y a la ditecci6n del
Estado.
(37) EsTANISLAO CANTERO, oh. ú!t. cit., pág. 108.
867
Fundaci\363n Speiro
JUAN V ALLET DE GOYTISOW
se halla en España en situación casi idéntica que en Francia.
Tal vez por
saber anticipadamente
ese desenlace, que firmemen
te
creía inevitahle,
Eugenio Vegas volvió los ojos a la
Cité Ca
tholique y fue a visitar a Jean Ousset, como éste mismo nos ha
narrado (38).
· He
explicado, en
el númer~ de nuestra ;evista dedicada a
Eugenio (39),
el significado de la labor que, por iniciativa suya,
efectuamos en
Speiro y la diferencia concreta de nuestra labor
doctrinal respecto
de la que él realizó en Acción Española.
Repho las últimas palabras que dije en mi intervención en
el Congreso: «Una generación política para España,
1992» (
40):
«No proponemos un programa politico sino que promovemos un
cambio mental. Para que .sean desechados todos los falsos mitos
en los que, desde la Modernidad, se apoya nuestro
milndo po
lítico y tantas utopías por las cuales se trata hoy de huir hacia adelante ante los reiterados fracasos de las ideologías basadas
en ellos ...
». En
esa huida hacia adelante consiste, como ha ex
plicado lúcidamente Marcel de Corte (41), lo que se denomina hoy «aceleración de la historia» ( 42).
(38) JEAN ÜUSSET, «Vegas Latapie y "La Cité Catholique". Catta a
los amigos de la Ciudad Católica», en Verbo, 239-240, págs. 184 y sigs.
(39) «EUGENIO VEGAS y la Ciudad Cat6lica», en Verbo, 239-240, pá
ginas 199 y sigs.
(40) «Constitución orgánica de la nación'», en Verbo, 233-234, mar-
zo.abril
de
1985, pág. 382. . .
(41) MARCEL ·»E CoR'tE, Vhotltme contre lui-mlmeJ París, Nouvelles
Editions Latines, 1962, cap. VIII, págs. 235 y sigs.
(42) Cfr.
nuestra comunicación «Revolución, historicismo y tradición»,
14, en Verbo, 128-129, septiembre-Octubre-noviembre, 1974, pilg. 1048, o en
Revoluci6n-Conservadurismo-Trádición, Madtid, Speiro, 1974, pág. 192.
868
Fundaci\363n Speiro
POR
JUAN VALIJ!.T DE GOYTISOLO
I
Hablar de derechas e izquierdas en eJ sentido político mo
derno de estas expresiones no pudo tener sino un sentido con
vencional para Eugenio Vegas Latapie.
Meramente convencional, pues esta distinción parte de una
concepción dialéctica de la
adversariedad que
debe resultar de
la contraposición ideológica. Esta sólo es resoluble, según unos, a .
través
del sufragio universal; para otros, mediante un constante
avance revolucionario, para el cual es lícito cualquier camino, in
cluso el de la violencia -en tanto se juzga ilícito refrenarlo con
la fuerza-; o, finalmente, para el marxismo, por la dialéctica
ínsita en el materialismo histórico, a la que cabe impulsar
y ace
lerar
excitando todas las contradicciones existentes o en poten
cia. Presupone la lógica de los tres valores: tesis, antítesis, sín tesis;
y el rechazo de toda lógica que admita la existencia· de una
verdad trascedente y objetiva. Es decir, de la que Jacques Mit
terrand
(l), gran maestre que fue del Gran Oriente francés, de
nominó lógica de los dos valores --con expresión contradictoria,
'por cuanto en esta concepción el error no es un valor sino su
negación----:.
(1) JACQUES MITTERRAND, LA -p~litique des francs-m(lfons, París, Ro
blot, 1973, págs. 110 y sigs., su referencia en las «Ilustraciones con re
cortes de periódicos», «Las "sociétés de pensée" y la política de les franc-
masones», III, en Verbo, págs. 539 y sigs. ~
856
Fundaci\363n Speiro
EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPAAOLAS
Eugenio, Vegas creía firmemente en la verdad (2). A este res
pecto le gustaba recordar -y
en su Memorias políticas (3) re
pite-- las palabras de André Tardieu ( 4) -tres veces Jefe de
Gobierno francés y destacado colaborador en 1918 del presi-
. dente
Clemanceau-: «o se cree en la verdad o no se cree en
ella» ... «si se cree ha de combatirse (
se battre) por ella» ... «hay
que pelear intelectual
y materialmente si es· preciso ... ». Y, como
escribí de Eugenio, con oéasión de su muerte (5): «Creyó en la
verdad ...
». Pero: «No en la suya, sino en una verdad objetiva,
trascendente al hombre, que tiene por fuentes la revelación y el
orden natural que la historia y la experiencia de los hombres y
de las sociedades nos muestran.
No estimando
honesto opinar
sin haber estudiado a fondo la cuestión y
sin. haberse
documen
tado a través de los
más solventes
autores ...
».
Por eso, de una parte, se apoyaba en los principios políticos
y
sociales contenidos en las enclclicas de Pío IX, León XII, San
Pío X y Pío XI; es decir, en los principios de política natural
recogidos por la docttina social de la Iglesia. De otra parte,
asombra
---<0mo ha
hecho notar Estanislao Cantero- ( 6) '
su
precoz
formación, con tan profundo conocimiento del pensamien
to político y de la
historia de los. tres
últimos siglos, especial
mente de Francia. Segón los datos que el propio Cantero cita
de las
Memorias. de Vegas: a los quinte años había leído la po-
(2) Cfr; JlsTANISLAO CANTERO, «Fidelidad y Verdad. La lección de
una muerte•, en Verbo, 239-240, 'octubre-diciembre de 1985, págs. 70 y
siguientes. .
(3) EUGENIO VEGAS LATAPIE, Memorias políticas~ vol. I, ·«El suici
dio de. la Morun-qula y la . Segunda República, Batcelona, Ed. Planeta,
· 1983, pág. 233.
(4) ANnRÉ T,uu,mu, prólogo a su obra Sur la pente; cfr., traducido
al castellano, «En la pendiente. Historia de tres años», en Acci6n Espa
ñola, 78, julio de 1935, pá!l". 14-50 y 79 (agosto de 1935), págs, 221-250.
La frase
referida puede
leerse en la pág. 249.
(5) «Un católico ferviente y un gran espafiol», en ABC del 20 de
septiembre de 1935, pág. 20; cfr. en «Ilustraciones con recortes de pe
riódicos», en Verbo, 239-240, pág. 225.
(6) JlsTANISLAO CANTERO; .«El pensamiento politioo de Eugenio Ve
gas Latapie», en Verbo, 239-240, pág. 75,
857
Fundaci\363n Speiro
JUAN V ALLET IlE GOYTISOLO
lémica del mal menor de NocedaI, a Donoso Cortés y a Menén
dez y Pelayo; a los diecisiete descubre Action. Franfaise; y, a los
diecinueve, se
había leído
a. Vázquez
de Mella, Balmes y Dono
so Cortés, Enrique
Gil y Robles, Matees Gago, Luis Veuillot
y
Charles Maurras.
Ahí tenemos, en el ferviente católico que siempre fue Euge
nio Vegas, un
inilujo notable
del· entonces agnóstico
Charles
Maurtas.
Estanislao Cantero (7) ha dicho que «la
inJluencia de
éste
fue, respecto a
las ideas,
más de forma que de fondo.
En
la manera de argumentar y presentar la doctrina; en el modo de
realizar la crítica a la democracia. La mayor influencia
de Mau
rras,
la inJluencia que podríamos considerar decisiva, fue en la
forma que había que lograr el
fin pretendido ... ». Creo que hay
algo más profundo en cuanto al
111étodo seguido.
En
Charles
Maurras tuvo
una evidente influencia
el método
positivista de Auguste Comte, en cuanto al leer e inducir de los
hechos
sodales y al rechazo de las ideologías. Pero caló más hon
do y fue más consecuente que
éste, que· acabaría por construir
un
«idealismo
histórico» (8).
Maurras mira la realidad con más
amplitud y penetración, hasta
darse cuenta
de que
sólo el
ca
tolicismo llena las esperanzas del hombre y
~a dado
por fruto
la más elevada civilización. Jean· Ousset (9), en su discurso de
clausura del Congreso de Lausanne de
197.3, trajo
a
colación deis
textos
de Maurras contundentes a este respecto.
Precisamente,
si
a Eugenio Vegas le entusiasmaron
tanto· las obras
de Ousset
fue
porque su
rigor doctrinal iba acompañado de un anfüsis ri
guroso de los hechos sociales a través de la historia
y de las nue
vas experiencias, donde
se ve
c6mo
la fe
y la
raz6n se
comple
mentan. Nuestro amigo de Rue Copernic y Rue des Renaudes
ad;
vertirfa,
«si
nuestro Dios es verdaderamente Dios Creador
y
(7) Ibld., pág. 76.
(8)
La· califiéación es de ETmNNE Gu.soN; La unidad de la experien
cia
filos6/ica,
cfr. ed. en castellano, Madrid, Rialp, 1960, cap. X, páginas
293 in fine y cap. XI, págs. 322 y sigs.
(9) JEAN ÜUSSET, «Los argumentos de. nuestra esperanza», en Verbo,
117-118, agostó-septiembre-Octubre de 1973, págs. 787 y sig., y 791 y sig.
858
Fundaci\363n Speiro
EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPANOLAS
Maestro de todas las cosas, sería anormal, sería chocante, sería
escandaloso que, hecha esta Creación para su gloria, considera
rá que el único medio de
ir hacia El y de comprender la sabi
duría del
orden, fuese una demostración exclusivamente doctri
nal y teórica»; y llegarla, incluso, a concluir, «ya que el simple
recuerdo doctrinal no consigue perforar el frente del antidog
matismo moderno, el suplemento
de esfuerzo que esta dificul
tad nos impone
podrá considerarse
simplemente en un escuchar
mejor
los hechos que hablan ~ gritos, en captar mejor el cris
tianismo
que
brota de lós hechos . .. », «en comprender mejor lo
que
dirían las
piedras si mañana, por nuestra incapacidad o
nues
tra pereza, ¡Dios se decidiera ,a de;arlas hablar!» . .(10)
Il,
Eugenio Vegas, al partir de la búsqueda de la verdad, ,al no
aceptar
ninguna ideología sino sólo el orden político natural, y
al no admitir juego alguno democrático ni dialéctico, se hallaba
realmeote
fuera de la dialéctica moderna de izquierdas y dere
chas,
aparecida en la 'Convención. Sí estuvo siempre a
la derecha
según la distinción clásica de lo
der~o y Jo zurdo
( 11 ), Sin
embargo, aunque, en
su labor
sólo
buscó la derecha
en ese sentido
clásico, no cabe duda que influyó en
la que,
conveocionalmente,
se llama «la derecha» en
el seotido político_ moderno,
como a
continuación veremos.
Le Monde, hace unos siete alios, pUb!icó un:, artículo de René
(10) JEAN ÜUSSET, «Las piedras gritarán», en Verbo, 133-134, marzo.
abril de 1975, págs. 303 y 308.
(11). Respecto de una y otra de estas acepciones, cfr. el revel.ador y
sugerenre libro de JORGE MARTINEz ALRAICETA, «Izquierdas y derechas.
Su sentido y misterio», Madrid, Speioo, 1974; y t.ambién nuestra trilogía
de artículos publicados eo ABC Íos días 13, 2Ly 24 de diciembre de
1974;
«La derecha y la izquierda», «Guelfos y gibelinos» y «Extre¡na de
recha y extrema izquierda», re_cogidos ·en Mi& sObre temas de hoy, Ma
drid, Speiro, 1979, págs. 33 y sigs,
859
Fundaci\363n Speiro
JUAN V ALLET DE GOYTISOW
Rémond (12), en d cual trataba, sin conseguirlo (13), de situar
en esa derecha a
la denominada nouvelle droite. Entré las dere
chas francesas, hasta entonces conocidas,
distinguía a
este efecto:
laderecha liberal, la derecha nacional o bonapartista y la derecha
contrarrevolucionaria,
que mejor podríamos llamar derecha tra
dicional.
En España también podemos clasificar las derechas, en d sig
nificado moderno de la· expresión, en · derecha liber(ll --que, a
su vez, admite subclasíficaciones---, derecha dictatorial y derecha
tradicional.
La derecha tradicional es , claramente discernible ya al con
cluir
la guerra de la Independencia como posición diferente de
liberales ---entonces sólo
la izquierda-y de absolutistas. La
exteriorizó, ya en
1814, el denominado Manifiesto de los «per
sa,s», escrito por Bernardo Mc,zo de Rosales, Marqués de Peña
florida ( 14 ). Donoso Cortés, en distintos momentos, partiendo
de un li
·beralísmo más avanzado, pasó por la derecha liberal (15), acep-
(12) RENt R.ÉMOND, «Nouvelle dtoite ou droitC de toujouts>, en Le
Monde,
del 20 de julio de 1979. ar. algunos fragmentos de este utfcuk,
en las «Ilustraciones con recortes de periódicos»-: «La n,ou~ droito,, en
Verbo, 183-184, marzo-abril de 1980, págs. 493, 497 y 503 y sigs.
(13) Caracteriza la nouvelle droite porque. «Comprende en un asom
broso sincretismo lo celta y lo germano, Jo oriental y lo escandinavo; todo
en un abrazo indoeuropeo ... ». «VueIVe a tomar por su cuenta la requisito
ria de Juliano en Apóstata. No carece de significación que haya reeditado
la obra
de Celso contra loa cristianos. V olvíendo a tomar las palabraa del
céleb'!' cliálogO battesiano, podrla decirse que es el desquite de la pradera
contra la capilla. Es, digamos la palabra, neopaganismo convenido de que
debe regresarse a los orlgenes de la historia europea anterior a la altera·
ci6n
de su
pureza y su vigor por el cristianismo».
(14) ar. al estudio de FRANCISCO Jos• FERNÁNDEZ DE LA CrGOÑA,
«Pensamiento contrarrevolucionario espafiol: Matµfiesto de los "persas"»,
en Verbo, 141-142, enero-febrero de 1976, págs. 179 y sigs.
(15) Corresponde a la época' en · que segufa a loa «doctrinarioa» fran
ceses, en especial a GmzoT y RoGER CoLLARD. En ese período_ destaca
su· estudio La ley electoral Considerada en su base y en su relaci6n con el
lmpetu de nuestras instituciones (1835); cfr. en «Obras completas de Do
noso Cortés», Madrid, B.A.C., 1970, vol. I, p,Ígs. 302 y sigs.
860
Fundaci\363n Speiro
EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPAJi/Oi.As
tó ocasionalmente la dictatorial (16) y concluyó defendiendo la
posición tradicional (
17 ).
En España, la derecha tradicional se adscribió, de modo ge
ral, aunque no exclusivamente, al carlismo, vencedor del mayor
número de batallas pero derrotado en todas las guerras. Ello
había situado a los pensadores carlistas
e· integristas
fuera de
toda opción efectiva en la política concreta española, aunque tu
vieron egregias personalidades intelectuales
~omo Apatici y
Gui
jarro, Nocedal, Marcial Solana, Vázquez
· de
Mella.
También se
situaron
en ella autores regionalistas, entre los que destacó el
Obispo de Vic, Torras y Bagés. A partir de
la dictadura del General Primo de Rivera, en
especial después de su caída, las derechas españolas se
polariza
ron
mayoritariamente
en dos fracciones políticas: una derecha
liberal, heredera del partido conservador, maurista;
y otra de
recha directorial o dictatorial. Siempre aparte de algunos
sec
tores de las derechas regionales, Liga regionalista catalana y Par
tido nacionalista vasco, y de lo que del carlismo y el integrismo
quedaba. En ese momento es cuando surge Eugenio Vegas Latapie.
Como ha preguntado Francisco de Gomis
(18): «.¿Quién es este
hombre ardiente, iluminado, que
irrumpe en la derecha españo
l, en el año 1930 y actúa como coordinador .de iniciativas, como
galvanizador y consigue
agruparla en
un frente único de pensa
miento
-Accí6n Española-, que contr~pone a una intelectua
lidad que se declaró republicana por escepticismo y levanta
han,
dera
victoriosa
y entusiasta con otros intelectuales que se de-
(16) Cfr. su célebre «Discurso sobre la dictadura• (4 de enero de
1849), en Verbo, 8, págs. 31 y sigs., y su decepción de la dictadura de
Narváez, su «Discurso sobre la situaci6n de España» (30 de diciembre de
1850), en Verbo, 12, págs. 41 y sigs.
{17) ·En el aspecto -político resulta especiálmente expresiva su Carta
al director de la «Revue de déux mondes»; cfr. én «Obras completas ... »,
vol. II, págs. 762 y sigs.
(18) FRANCISCO DE GoMIS, «Memorias de Eugenio Vegas>, en ABC,
de 27- de diciembre ~e 1985; cfr. en las «Ilustraciones ··con recortes ·de pe
ri6dicos», de Verbo, 239-240, pág. 205.
861
Fundaci\363n Speiro
JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
ciaran monárquicos por convicción y como única esperanza, aglu
tinando las últimas energías para oponerse a la riada
marxista?»..
«Para
Eugenio Vegas
---explica Ricardo
de la Cierva
( 19
)
la dictaduta . de Primo de Rivera cayó por un vacío doctrinal,
que Vegas quiso colmar después de la
caída de la monarquía
con. la fundación de Acción Española, mediante una de las con'
junciones
más asombrosas
y patéticas de la historia éultutal es
pañola:
la del propio Vegas con el dos veces converso
Ramiro
de Maeztu, otro gran desconocido de la derecha española».
En el cincuentenario de esta fundación, recordarla Francisco
José Femández de
la Cigoña {20), que Vegas unió: «en trabajo
y quereres, a uha serie de nombres que hicieron palidecer el
formidable trust que fue
la lnstitución Libre de Enseñanza»,
«estaban
hombres de la dictadura de Primo de Rivera
y de la
monarquía caída; del viejo carlismo y de la falange que nacía,
académicos, catedtáticos, .escritores
y significadas figuras de la
Iglesia y del Ejétcito y de cuanto significaba algo en la vida na
cional».
Desde luego
es «impresionante», tal como lo califica
Femández de la Cigoña, la larga lista que a continuación desgra
na, encabezada
por Ramiro de Maeztu, Víctor
Pradera
y José
Calvo
Sotelo.
«Acción Española -escribe Rafael Calvo Setet ( 21 )--- se
hace
solidaria de la tradición católica española como auténtica
1ttadición nacional y consideraba a la' monarquía como institu
ción polltica fundamental, única capaz de dar los medios para escapar del proceso revolucionario».
· ·
Luis Mar!a Ansón
(22) afirmaría, no sin cierta exageración,
que
la doctrina vertida generosa y profundamente en las doce mil
páginas
de Acción Española no es otra cosa que una completa y
(19) RICARDO DE LA CIERVA, «Tragedia cultural de la derecha espa
ñola». en Epoca, dcl 14 al 20 de octilbre de 1985.
(20) FRANCISCO J osÉ FERNÁNDEZ DE LA C!Gof&°A, «Eh el cincuenta
aniversario de ·"Acción Española"», en Verbo, 201-202, eneio-febrero de
1982, págs. 24 y sigs.
(21)
RAFAEL CALVO SERl!R, Esptilla sin problema, 3.· ed., pág. 109.
(22) LUIS MARÍA ANsóN, Acción Española, Zarag0za, Ed. Círculo, 1960,
págs. 57 y sigs.
862
Fundaci\363n Speiro
EUGENIO VEGAS Y LAS «DERECHAS» ESPMOLAS
¡,e.rfectísima teoría de la Contrarrevolución». De ella dice, pá
ginas después,
el mismo Ansón (23 ), que «examina,l~ _con pro
fundidad la &vista, se llega a la conclusión de que toda la pu
blicación es un editorial continuo.
Nada se edita sin que responda
por completo
a la ideología de la empresa que es, en grao parte,
la ideología de Eugenio Vegas. Todo, desde los artículos de. co
laboración a la vida económica, desde la actividad nacional a la
simple crítica· de un libro, palpita el mismo contenido doctripal
y
persigue el
fin idéntico · de la defensa de la monarquía tradicio
nal como sistema político más
perfecto. Y o no sé si habrá exis
tido en España
una revista ,más sectaria que Acción Española.
Me temo que no; Eugenio Vegas era un Tribunal de la Inquisi
sión que juzgaba inexorablemente la doctrina expuesta en las
colaboraciones y no hubiese vacilado
en echar al cesto de los
papeles un trabajo
del. propio director de la . Revista» . . . «De la
primera página a la última de sus 88 volúmenes, con uo total
de casi doce mil páginas, Acción Española es, casi sin excepción,
uo continuo .editorial...».
He
ahí, con pleno empuje, la dérecha tradicional o contrarre
. volucionaria
que se
situaría en un plano distinto que la derecha
directoria! o
dictatorial y
la derecha· liberal, dispersa ésta des~
pués
de
la: derrota electoral dél año 1936 y del Alzamiento mi
litar del 18 de julio.
m
Para situarnos bien, a fin de percibir con claridad, conviene
enfocar las diferencias que en
el pensamiento de Eugenio Vegas
separaban esas tres opciones,
calificadas de-«derecha.
Está
muy clara su posición
frente a la democracia. moder
na (24), convertida en «religión democrática (25)» más que una
(23)' Ibld., págs. 124 y sigs.
(24) EUGENIO VEGAS LATAPIB, Romanticismo y democracia, Santander,
Cultura Española, 1938; y Consideraciones sobre· la-democracia, Madrid,
Real Academia de Ciencias Morales y PoUticas (discw:so de ingreso),'1965,
2/ 'éd., Madrid~ AftocliSio Aguado, 1965; y 3.• ed., Democracia, ¿ilusión
histórica?, ~001 Ed. Promesa, 1983.
863
Fundaci\363n Speiro
JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
forma de gobierno; que pone a los demócratas cristianos en d
trance
de servir a dos señores: el Señor creador
y ordenador de
la· ley
eterna y el
Estado laico, sólo obediente a
la ley
supretna
del sufragio universal (26 ).
Por otra parte, las derechas dictatoriales
teman a la vista y
en pleno auge d nacionalsocialismo alemán ( aunque éste nada
tenía de derechas)
y el fascismo italiano. Estanislao, Cantero (27)
-tal vez d mejor conocedor actual del pensamiento político de
Eugenio. Vegas-- advierte que si bien éste
hizo dogios
de los fas
cismos entonces indispensables, «siempre los hizo a beneficio de
inventario,
refiriéndose a
la
similirud que veía con la monarquía
tradicional», «mando de uno, representación profesional, organi zación corporativa de la producción»
. (28)--. Por otra parte
-sigue
E. Cantero-«su nacionalismo estaba subordinado a la
moral católica, por lo que .la Patria no podía convertirse en un
bien supremo ...
».
«Eugenio Vegas -continúa E. Cantero (29)--no rechazó
la posibilidad de un caudillo o de una dictadura
para lograr el
cambio de régimen que haría realidad la monarquía
anhelada.
Pero,
para Vegas, esa situación que podía tomarse en necesaria,
debía tornarse.
en transitoria, poseer
una doctrina política acorde
con los principios del derecho público cristiano
y dirigida a es
tablecer la monarquía tradicional, garantía de una
pol!tica cató
lica» •.. «Las
dictaduras -había escrito Vegas
(30)--son re-
(25) !bid., Romanticismo ... , págs. 37, 53 y 55, y Consideraciones,
1.• ed.,. p6g. 142.
(26) Respecto de esta cuestión recomendamos una meditada relectura
de lo expÚeStl> por nuestro maestro MlCHELE ,FEDERICO. SCIACCA, Filosofia
y antifilosofla, Milano, Marzorati, 1968, cap. I, 3, págs. 30 y sigs.; y L'os
curamento deU intelligenza, parte II, cap. IV, Milán, Marzorati, 1970,
págs; 178 y sigs. Cfr. en -Verbo, 201~202, nuestra ponencia «Cristianismo
y mundo moderno según el profesor ScrACCA», 7 y 8, págs, 50 y sigs.
(27) EsTANISLAO CANTERO, El pensamiento polltico de ... , VIII, loe.
cit., págs. 134 y sigs.
(28) EUGENIO VEGAS, Romanticismo, pág. 184.
(29) E. CANTERO, oh. últ, cit., págs. 105 y sigs.
(30) E. VEGAS, Escritos poll#cos, Madrid, Cultora Espafiola. 1940,
pág. 176.
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EUGENIO VEGAS Y LAS •DERECHAS» ESPAFIOLAS
medios pasajeros que acaban al. poco tiempo, entregando de nue
vo el país a sus agentes destructores». Y concluy_e el mismo
Cantero
(31):
«Si [Vegas] propugnó el golpe de Estado, siempre
lo
hizo indicando que era necesaria,· previamente, la doctrina que
lo
dirigiera a
buen puerto,·. sin recatarse a señalar la inutilidad y
el fracaso de los golpes de Estado carentes de ella ...
».
Lo cierto, sin embargo, es que, concluida nuestra guerra, el
mundo se polarizó en una lucha nunca vista, que situaría todas
las fuerzas, y también a las de derechas, en una
de estas direc,
clones:
la democrática liberal ( extrañamente contemporizadora
con.
el comunismo marxista) y la fascista o dictatorial, más o me
nos
disfrazada de un corporativismo dirigido por el Estado.
Estas tendencias,
planteadas como
dilema insoslayable, no
dejaron de influir; una, en
el régimen español de la postguerra y,
otra, en
el representante de la monarquía por la que lúchaba
Eugenio Vegas. Este, mientras pudo, se batió, primero, para
que
la
dictadura no se autoinstiruyera;
y, después, para que no se
reinstaurase
la monarquía convertida en dictatorial musoliniana,
como había ocurrido
en Italia, ni se hiciera liberal y
democrá
tica,
subiéndose· a la cresta de la ola de los vencedores de la
úl-.
tima guerra. Rafael Gambra (32) ha expuesto lúcidamente el rea
lismo
con que actuó Eugenio en ambos fallidos intentos.
Por otra parte, en
la España de la postguerra se sintió la
tentación, que en todas las dictaduras se produce: la de conside
rar como primordial
y básico el empirismo de la creación de ri
queza
y bienestar. El Marqués de Valdeiglesias ha aludido a
ello
(33 ): «La imputación al régimen de Franco de haberse con
centrado
exclusivamente en
el objetivo de la creación y justo re
patto
de riqueza, manteniendo una línea de neutralidad en
el cam
po
de las ideas, sólo encontrará su plena
justiíicación el día en
que
el movimiento intelectual subversivo, dejando en libertad o
(31) E. CANTERO, oh. últ. cit., págs. 106 y sigs.
(32)
RAFAEL GAMBRA, «El realismo político de Vegas Latapie», en
Verbo, 239-240, pág. 180 y sigs.
(33) JosÉ I. EscoBAR .. Marqués de Valdeiglesías, Arl empez6, cfr. 2.•
ed., Madrid, G. del Toro. Ed., 1974, cap. XVI, págs, 332 y sigs.
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JUAN V ALLET DE GOJ:TISOLO
al menos no suficientemente coartado, acabe por incidir sobre
·aquellos logros materiales,
anulándolos o
haciéndolos retroceder.
De que tal política fue un riesgo calculado hay abundantes indi
cios.
La decisión de construir un "Estado de obras" ( .. :), ha
constituido, sin duda, su fuerza·
a corto plazo, aunque puede ser
su debilidad en uno más largo en el que acaban por imponerse
aquellas ideas dejadas navegar por su
wenta ... ».
Opinó el mismo V aldeiglesias (34 ), que no hubiera podido
prevale=, «fuera
del ambiente en que fue concebido, el inten
to de Vegas --hastante más amplio y
razonable--de exigir para
el acceso a los cargos políticos o de autoridad de
cualqnier gé
nero en el nuevo Estado, el habet compartido la ideología del
movimiento antes
del 18 de julio o haberla defendido con las
armas· después
de aquella
fecha». V aldeiglesias pensaba que, «en
la
práctica» .
. . «la única diferencia a efectos de su posible
per
petuación, , entre el Estado construido por Franco y el que hu'.
hieran
asegurado los impulsores del movimiento residiría en la
mayor solidez de la doctrina
de base de este último .. :».
Mayor
solidez y también mayor verdad, porque el Estado
nacido del 18 de julio no fue
orgánico sino
de nombre. Lo es
cribí en el artículo que me
inspiro el
ver en la televisión, ca
sualmente al llegar a casa, parte de
la votación de la Ley para la
Refortna pol!tica (35). El Régimen orgánico era el que «fue pro
pugnado por la mayor parte de las
· élites
que llevaron su pen
samiento
·a1 Alzamiento Nacional contra la II República: los
carlistas, los seguidores
de Renovación, y los hombres de Ac
ción Española,
la Falange de José Antonio conforme éste clara
mente expresó en su discurso · "Bandera que se alza". Pero · las
Cortes
que
luego se instauraron no-
eran orgánicas,
sino adminis
trativas. Los sindicatos estaban excesivamente funcionalizados y
en la mano del ministro correspondiente. Los alcaldes, presiden
tes de diputación, rectores de universidad eran designados a dedo.
(34) Ibld., págs. 342 y sigs.
(35) «Del carisma a la democracia», Et-Alcázar, 25 de :noviembre de
1976. Puede leerse en Más sobre temas de hoy, págs. 191 y sigs.; y, con
cretamente el texto referido, en-las págs. 197 in fine y sigs,
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El mandato del país real no existía y, por lo tanto, no podía ser
imperativo, .como
lo. era
en nuestras
cortes tradicionales.
Los
'tecnócratas hicieron
de nosotros, cada
dfa nlás, unos adnúnistra
dos
y unos asegurados, irresponsables excepto eu el
pago de
nuestros tributos
y de las cuotas de· Seguridad Social» (36 ). · ·
· IV
La derecha tradicional o contrarrevolucionaria había vuelto a
desvanecerse como fuerza política. No quedaban sino, frente
a
frente,
la
«derecha» dictatorial
y la
«derecha» liberal, que . han
acabado
superadas por las
izquierdas.
Si no .ha desaparecido en España la monarquía, como en
Francia, Portugal, Brasil, Italia y Grecia, clébese al esfuerzo de
Vegas. Pero la única que
él propugnaba no
ha llegado. Tieue
ta
zón Estanislao Cantero (37) al escribir: «lo que no tiene duda
es que
la monarquía, sin la doctrina defendida por Euge!Úo y
su Acdón EsP4ñola, hubiera sido, en 1936/algo tan desacredita
do que
nadie se hubiera atrevido ni
túquiera a
pensar
en ella.
El
la devolvió su prestigio y adhesiones. Sin él, quizá, hubiera
habido Alzamiento, pero no habría habido. después
monarquía.
Cuarenta
años más tarde, la que existe, no es
la que quería ... ».
La dinastía que Eugenio consideró legítima dejó en manos
del dictador
la educación del Príncipe; quien, de la cima de la
ola dictatorial, ya descendente, se deslizó a
la crest~ de la que si
gue ascendiendo en
el mar de la historia desde el triunfo de los
aliados en la última guerra mundial. Por ello, hoy la derecha tradicional o contrarrevolucionaria
(36) Como hizo notar RAFAEL GAMBRA en su h'bro Tradici6n y-mi~
metismo, Madrid, I.E.P., .1976, si bien en los textos fundsmentales pre
domirui -aunque con evidentes salvedades-la orientaci6n tradicional,
ésta no fue llevada a la práctica. Los· cuerpos sociales más básicos y Su ac
tividad quedaron sometidos a uil ~ero paternali~o y a la ditecci6n del
Estado.
(37) EsTANISLAO CANTERO, oh. ú!t. cit., pág. 108.
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se halla en España en situación casi idéntica que en Francia.
Tal vez por
saber anticipadamente
ese desenlace, que firmemen
te
creía inevitahle,
Eugenio Vegas volvió los ojos a la
Cité Ca
tholique y fue a visitar a Jean Ousset, como éste mismo nos ha
narrado (38).
· He
explicado, en
el númer~ de nuestra ;evista dedicada a
Eugenio (39),
el significado de la labor que, por iniciativa suya,
efectuamos en
Speiro y la diferencia concreta de nuestra labor
doctrinal respecto
de la que él realizó en Acción Española.
Repho las últimas palabras que dije en mi intervención en
el Congreso: «Una generación política para España,
1992» (
40):
«No proponemos un programa politico sino que promovemos un
cambio mental. Para que .sean desechados todos los falsos mitos
en los que, desde la Modernidad, se apoya nuestro
milndo po
lítico y tantas utopías por las cuales se trata hoy de huir hacia adelante ante los reiterados fracasos de las ideologías basadas
en ellos ...
». En
esa huida hacia adelante consiste, como ha ex
plicado lúcidamente Marcel de Corte (41), lo que se denomina hoy «aceleración de la historia» ( 42).
(38) JEAN ÜUSSET, «Vegas Latapie y "La Cité Catholique". Catta a
los amigos de la Ciudad Católica», en Verbo, 239-240, págs. 184 y sigs.
(39) «EUGENIO VEGAS y la Ciudad Cat6lica», en Verbo, 239-240, pá
ginas 199 y sigs.
(40) «Constitución orgánica de la nación'», en Verbo, 233-234, mar-
zo.abril
de
1985, pág. 382. . .
(41) MARCEL ·»E CoR'tE, Vhotltme contre lui-mlmeJ París, Nouvelles
Editions Latines, 1962, cap. VIII, págs. 235 y sigs.
(42) Cfr.
nuestra comunicación «Revolución, historicismo y tradición»,
14, en Verbo, 128-129, septiembre-Octubre-noviembre, 1974, pilg. 1048, o en
Revoluci6n-Conservadurismo-Trádición, Madtid, Speiro, 1974, pág. 192.
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