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Número 247-248

Serie XXV

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La leyenda negra: un mito sin fundamento histórico

LA LEYENDA NEGRA: UN MITO SIN FUNDAMENTO
HISTORICO
POR
NEMBSIO RODRÍGUEZ Lois
Con el fin de introducirnos científicamente en el tema,. pr~
ciso
será
expresar el
concepto de
leyenda que no es otro más
que el de
un hecho hist6rico desfigurado por la fantasia.
En cambio, lá Historia. es toda una ciencia: Es la narración
verídica, razonada e interesante de una serie_ d_e acontecimientos
· que fueron decisivos en la marcha de la humanidad ..
Magistra

vitae,
es así como Cicerón define- la Historia y no
le faltó razón ya que ésta, con su acervo de .datos y experiencias
pasadas, viene siendo como
la sabia consejera que nos orienta
para
que no repitamos los errores que cometieron quienes
antaño
nos

precedieron
en· la

marcha.
Así pues, aunque pudiera parecer lo contt.itlo,
la Historia
es una ciencia netamente pragmática, con una gran
µtilidad no
sólo

para
el momento presente, sino también para el . futuro:
constituye
la luz de la experiencia que habrá. de. iluminar nuestro
caminó.
Y para poder cumplir con tan noble. yocación, la meta que
la Historia persigue no es
otrll más

que la -verdad.
La verdad os hará libres, dice San Pablo y, ciertamente, que
·sólo con la posesión de la verdad wdremos estar en condiciones
de
ejercitar mejor la libertad, esa facultad propia del ser humano
que consiste en
poder elegir

siempre .el bien mayor.
Nicolás Maquiavelo, el
impío pensador

renacentista que
pro­
vocó
el divorcio entte la ética y la politica, nos dice algo digno
muy de tomarse en cuenta
al ttatar el presente tema: El pueblo
que no ama la verdad es el
esclavo natural

de todos los malvados.
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Fundaci\363n Speiro

NBMBSIO RODRJGUBZ WIS
Y, ciertamente, tuvo razón porque en d momento en que la
Historia es
prostituí¡µ, falsearla o manipulada ocurre

que, en
vez de ser maestra, se transfonna en una-mala consejera; en vez
de cumplir con una noble función orie(ltadora, aturdirá a sus
pupilos;
y -lo más grave de todo--se volveri!n a cometer los
mismos errores.
De entre todas . las ciencias es, precisamente, la Historia la
que más expuesta se halla a
padecer d nefasto

influjo de los
prejuicios religiosos o políticos. Y es así c6mo
d historládor que

debiera escribir de un modo
imparcial,
despoji!ndose de . toda

idea preconcebida de antemano
y buscando únicamente la verdad, se muestra casi siempre apasio­
nado -obsesionado, mejor
dicho--en
sus juicios.
Estos
seudohistoriadores suelen

manifestarse parciales en la
exposición de los hechos y
hábiles en

omitir detalles que desttu·
yan su tesis y
acentuar los

que la favorecen.
El resultado viene a ser algo muy lamentable: El libro de
Historia
termina convirtiéndose

en una obra de
secta o
de par­
tido o,
en casos extremos,

cae en el nivd de
·un vulgar
libelo
difamatorio.
Esto

trae por consecuencia que los pueblos se desorienten,
que
piérdan conciencia

de su identidad nacional
y que sean fácil
presa de elementos interesados en manipularlos para poder des­
truirlos.
Un

caso
evidente no s6lo

de manipuleo, sino de auténtica
deformación del

hecho
histórico lo

constituye la obra de España
y de la Iglesia en América, obra grandiosa que fue desfigurada
de
tal modo crei!ndose, en
poco tiempo, lo que se conoce como
· la

Leyenda Negra, de la cual trataremos
elJ. esta ocasión.
En

primer lugar, antes
-de entrar
en materia, queremos se­
ñalar que
la obra de España en América fue ante todo espiritual,
ya que lo que de modo primordial
perseguía era difundir· el Evan­
gelio. Muy diferente lo que
ocurrió· con

otras naciones europeas
. a

las que
·úttlcamente las movía

el mezquino
interés de

hallar ri­
quezas. La finalidad espiritual perseguida por España, contrapuesta
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Fundaci\363n Speiro

LA LEYENDA NEGRA: UN MITO SIN FUNDAMENTO
a los mezquinos afaoes pecuoiarios que movían a otras naciooes,
se
refleja clarameote
eo el caso de Doo Quijote, quien no salió de
su ·aldea para gaoar. dioero sino hoora: en
cambio, Saocho Pao­
za de cootiouo. aodaba peosalldo en su íosula.
Idealismo y materialismo. Dos coocepciones muy distiotas de
la realidad. En este punto se distinguíao unos de .otros.
La Leyeoda Negra aotiespañola tiene varias ramificaciones:
una se enfila directameote contra el pueblo español, acusándolo
de retrógrado; otra
¡,taca con
odio singular al
rey Felipe II, cu1,
pándolo de los mayores crímenes; y otra se expresa haciendo én­
fasis a la
actuación de Esp¡!ña en
el Nuevo Mundo, actuación
que es
. coosiderada

como nefasta.
En esta ocasión nos concretizaremos únicamente al análisis
de lo referente a la Leyeoda Negra en su vertiente colonial.
El iniciador de esta campaña de. embustes· fue el· clérigo do­
minico fray Bartolotoé de las. Casas, quien eo su obra Brevlsima
relaci6n
de la destrucci6n de las Indias, puso las bases sobre las
cuales se habría
de construir un monumento a la calumnia.
Un libro que fue ilustrado por el
llameoco T eodoro de Bry
con una serie de
láminas que

hacen estremecer de
horror a
cual­
quiera.
La semilla estaba sembrada, muy pronto se esparció por Euto­
pa y los encargados de difundirla
y acrecentarla fueroo elementos
del mundo aoglosajón y
prote$tante para
quienes
-en aquel
tiempo- España se
había oonvertido

en un dique a sus ambi­
ciones.
Los cargos más graves que la Leyenda Negra imputa a la
obra de España eo América son los siguientes:
codicia insaciable,
crueldad,
oscurantismo e

intraosigencia religiosa.
Analicemos cada uno de ellos por separado y hablemos
bre­
vemeote

de lo que España eo realidad
hizo en
tierras
de His­
paooamérica.
931
Fundaci\363n Speiro

NEMESIO RODRJGUEZ LOIS -
l. Codicia insaciable.
En lo que respecta a la «codicia insaciable», repetimos que
el afán que movió a España fue netamente espiritual, o sea, el de
convertirse en el brazo derecho de
la Iglesia dentro de la em,
presa misionera más importante

de
_ todos

los siglos.
Claro está que negar la existencia de anhelos de fama y for­
tuna
sería infantil, incluso el mismo Bernal Díaz del Castillo
nos dice que los españoles partieron hacia
las Indias: «por ser­
vir a Dios,
a Su Majestad y dar luz a -los que estaban en tinie­
blas,
y también "por haber riquezas", que todos_ los hombres
comúnmente· buscamos».
Y este «haber riquezas, que .todos los hombres comúnmente
buscamos», e_s
algo propio de
la condición humana, pues .-siem­
pre y cuando no se- transforme en una pasión desordenada-,
constituye

el
motor que
impulsa el progreso de los pueblos.
Al .tocar este punto, prudente es .recordar cómo son cuatro
los· impulsos más
-poderosos
que determinan las
formas de
con­
-vivencia

del hombre dentro de la sociedad civil e incluso fue­
ra de ella:
-La

búsqueda de lo absoluto, que
da origen alas religiones.
-La

sociabilidad,_ que
da origen. a la sociedad civil.
-El

instinto sexual, que es causa
de la reproducción de la
especie.
-El
afán de lucro, que origina las actividades económicas.
Pues bien, cuando ese afán
-de

-lucro se rige por normas
in ora­
les entonces no sólo ·es lícito el poseerlo, sino incluso indispen­
sable para
el armónico progreso tanto de la comunidad como del
individuo; malo cuando ese afán de lucro es desordenado, viola
' nomws morales

y se transforma en un apetito desordenado de
los bienes materiales. Volviendo al tema, el hecho de que la evangelización de
Amé-_
rica fuese una empresa netamente misionera no excluyó que
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Fundaci\363n Speiro

LA LEYENDA NEGRA: UN MITO SIN FUNDAMENTO
entre miles y miles de españoles que vinieron a estas tierras mu­
chos lo hicieran con el afán· de obtener riquezas, lo
cual --como
arriba dijimos- tampoco era como para considerarse inmoral.
Gracias a ese lícito afán de progreso fue que miles de es,¡,a­
ñoles, acompañados. muchos de ellos po,r sus esposas, se deci­
dieron a la aventura de colonizar,
fundar poblaciones, estable­
cer pequeñas

industrias y,
con ello,

implantar la civilización
oc­
cidental.
Gracias a eso fue
p9sible que
llegaran agricultores trayendo
productos que aquí
eran desconocidos,

como - el trigo o la vid;
que llegasen ganaderos trayendo
_asnos, vacas,

ovejas, caballos y
una serie de animales que· tan útiles son a la comunidad; que
llegasen mineros, herreros, artesanos y una serie de elementos hu­
manos que
~on básicos

dentro
de
0
la estructura social y económica.
La gran mayoría de esas gent artes"l'os,
humildes
labradore&'.- no
venían impulsados
por
el
místico afán de propagar la fe de Cristo sino con el anhelo de
encontrar un futuro más
prometedor el
cual, gracias a su es­
fuerzo, se volvió muy pronto realidad.
,
Y ni duda cabe que esos miles y miles de anónimos agricul­
tores, mineros, artesanos,· ganadel'Os, etc., que durante tt:es SÍ.;
glos cruzaron el Atlántico contribuyeron al progreso de todo un
continente.
Ahora

bien, y
eón el
objeto de no dejai- puntos
pendientes,
señalemos

que el cargo de «codicia insaciable»
que se laQza con­
tra España lo justifican los detractores basándcise eh los abusos
que algonos elementos mal nacidos
coinetieroti durante
los pri­
meros años del descubrimiento de 'América.
No negamos que hubo encomenderos que abusaron y que in­
cluso llegaron
a marcar con un hierro candente a los indios; como
también son
algo público

y notorio las tropelías cometidas por
Nuño de Guzmán y los miembros de la Primera Audiencia
aquí,
en

México. Es propio de la natutaleza humana
~herida por la concupis­
cencia que tuvo su origen en
el pecado original- abusar de sus
semejantes,
y en especial de los inferiores.
933
Fundaci\363n Speiro

NEMESIO ROD.RIGUEZ LOIS
Pues bien, considerando eso fue que en cuanto los primeros
abusos se cometieron, los

reyes de España pusieron el remedio a
la mayor brevedad. · Y para muestra tenemos
el precioso testamento de Isabel la
Católica, las

Nuevas Leyes de Indias del año
1542 y el hecho de
que
el tan calumniado Felipe
II dictase disposiciones en materia
laboral estableciendo ·
la jornada

de
· ocho
horas dividida en dos
períodos, imponiendo la obligación para
el patrón de sostener
escuelas, hospitales, seminarios,
etc., y exigiendo que se conside­
rase e1 domingo romo día de descanso obligatorio.
Algo
sumamente avanzado
para aquella época.
En
cuanto · el

emperador· Cariar V tuvo conocimiento de los
desmanes de la Primera Audiencia, de inmediato destituyó a los
oidores, quienes fueron
temitidos a

España dentro
de jaulas y,
en su lugar, pasó a gobernar
la Nueva España una Segunda
Audiencia,

que estaba integrada --entre otros- por dos
perso­
najes cuyos nombres despiertan hoy admiración universal: don Vasco de
Quiroga y
don Sebastián
Ramírez de Fuenleal.
Si muchos abusos no se corrigieron ello se.
debió a · que
las
distancias
y la deficiencia de comunicaciones . en acjuella época
impedían a
. los
monarcas estar al
tanto de todo lo que por aquí ·
ocurría.
Pero
. una

cosa
_es cierta:

en cuanto una queja llegaba a la
Corte,
de inmediato el rey ponía el remedio.
Clásico el ejemplo de Felipe II, quien reprendió severamen­
te, a un virrey suyo al decirle: «Os mandé al Peró no a matar
a mis súbditos, sino a servirlos».
Para mayor abundamiento citaremos el hecho de que ya en
el siglo.
XVI, el dominico Francisco de Vitoria se enfrentaba al
poderosísimo Carlos V al debatir -con fundados argumentos
toológicos-sobre

si el
empera,dor, al
igual que el
Papa, tenían
dereohos
sobre

los indios.
Qué contraste con la España del siglo
xvrrr, uno

de cuyos
productos, el marqués de Croix, al anunciar la
e,cpulsión de

los
jesuitas, decía secamente
q\le «los

súbditos del gran monarca na-
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Fundaci\363n Speiro

LA LEYENDA NEGRA: UN MITO SIN FUNDAMENTO
cieron para callar y obedecer y no para discutir ni opinar en los
graves asuntos de] gobierno».
Plena época del despotismo ilustrado
dentro de

una España
borbónica
y decadente. Muchos historiadores de mala fe toma­
ron estas frases del marqués
de Croix como prototipo, aplicán,
dolas

a los tres siglos que España gobernó estas tierras, siendo
que -al menos durante dos siglos y medio-- la política que se
seguía en

Madrid era de considerar a las Indias como reinos
y
no como colonias.
Y, para concluir este punto: no negamos abusos, casos de
«codicia insaciable», pero éstos fueron pocos
y sólo al principio
de la colonización
ya que,

en cuan.to. los reyes tenían conoci­
miento de ello, ponían remedio cuando antes, ya que el espíritu
que flotaba en
el ambiente no era el de la explotación, sino el
derivado de una gigantesca cruzada misionera ..
2, Crueldad.
El segundo cargo que se lanza contra España es el de «cruel­
dad», ·acusación que en_ parte

queda rebatida con los anteriores_
-
argumentos.
Una

frase muy conocida nos
dice que «cr!menes

fueron del
tiempo, mas

no de
España» y,
ciertamente, para entender un he­
cho histórico preciso será tratar de hacerlo con la mentalidad
propia de la
época.
Una época en la cual Martín Lutero predicaba que se mata­
ran como perros a los campesinos alemanes; en la cual una Isa­
bel de Inglaterra eliminaba a los irlandeses reduciéndolos a su
mínima expresión; una
época en la cual los colonos ingleses ma­
taban pieles rojas como si fueran búfalos y, al hacerlo,
repetían
sistemáticamente

aquello de que
«el mejor indio es el indio
muerto».
Por otra parte, es algo de todos conocido que la conquista de
México no fue un juego de niños, sino una serie de duras ba­
tallas en las cuales -como en toda
guerra-: era

preciso hacer
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Fundaci\363n Speiro

NEMESIO RODRJGUEZ LOIS
acopio de todos los medios bélicos a su alcance, especialmente si se toma en cuenta que los
soldados de Hernán. Cortés se en­
frentaban con un pueblo cruel, que. tenía aterrorizadas a las tri­
bus vecinas

y que pracúcaban los sacrificios humanos, seguidos
por la antropofagia. Pero, repetimos los argumentos
del inciso anterior, en cuanto
los monarcas

tenían lioricia de algún abuso, de inmediato ponían
remedio y durante tres siglos estuvo en vigor una legislaci6u que
favorecía al indio y que fue causa de que durante trescientos
años no se alterase en
lo más mínimo

la paz social.
Muy diferente habría sido
la historia si un estado de per­
petua injusticia
----cimpregnado de

odiosas instituciones legales. y
funcionarios desp6ticos- hubiese imperado .
.En ese

caso los mo­
tines,· protestas y rebeliones serían cosa
harto frecuente.
Es evidente que no se puede tapar el sol con un dedo, y
por la Historia, poetas, literatos
y cronistas de la época, las no­
ticias que recibimos hablan de un
país en el cual se respiraba un
clim.a de paz, progreso y armonía.
Por otra

parte, si la tan pregonada
«crueldad» hubiera
sido
el pan cotidiano en estas tierras del Nuevo Mundo, ni duda cabe que
· ¡os indios

hubieran huido
a la serranias y que los esfuer­
zos de los misioneros por catequizarlos habrían resultado
inú­
tiles.
En cambio es un
hecho histórico
que aquellos nómadas sal­
vajes se acercaban a los frailes con la misma ternura de un niño
que busca las caricias de su padre, se incorporaban
a la vida. ci­
vil, aprendían un· oficio y prosperaban tánto en lo espiritual como
en lo material.
Es harto evidente que en un clima de continua
«crueldad»
esos

milagros no ocurren, ya que vivir en un estado de tensión
continua origina que, al poco tiempo,
el rencor acumulado esta­
lle y se
produzca un

verdadero cataclismó social.
Y las noticias que tenemos de los trescientos años de domi­
nación
i,s¡,añola en

América son de una paz completa dentro de
la cual florecieron las
más altas

inspiraciones del talento
humano.·
Los

primeros motines de repulsa hacia el rey de España es-
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LA LEYENDA NEGRA: UN MITO SIN FUNDAMENTO
tallaron en 1767 a raíz de la expulsión de los jesuitas. Señal ine­
quívoca de cómo
el pueblo amaba de todo corazón a aquellos
bondadosos sacerdotes que tanto bien hubían hecho en
. estas
tierras.
Aquí -y para mayor abundamiento-- es preciso' citar la
bula Sublimis Deus dada ,por el Papa Paulo III el 2 de junio de
1537
y, mediante la cual, se reconocía la racionalidad de los in­
dios, con lo cual quedaban sin fundamento quienes; en lo sucesi­
vo, pudiesen argüir que los
ah:,rígenes eran

unos brutos dignos
sólo de servir como ·bestias.
Carlos V se apoyó en dicha bula para promulgar las Nuevas
Leyes de 1542, que en mucho .contribuyeron a.;emediarla situa­
ción de
·· la població!l indígena,
Dentro

de este apartado
con.viene resaltar
que mucho· se
jn­
síste
en

que
les conquistadores españoles exterminaron, en unos
cuantos años, a todos los indios que poblaban Cuba, Puerto Rico,
Santo
Domingo y

las Antillas
.Menores.
No

negamos que
hayan existido
abusos
por parte de

algu­
nos encom.enderos, :abusos que· ya con anterioridad mencionamos
brevemente y que, en cuánto 11.,gaban a oídos del rey, eran rá,
pidamente

corregidos.
Pero tampoco negamos. que la viruela
fue causa decisiva de
la
mortandad que se produjo en
la zona del Caribe. Así, pues,
los primitivos habitantes de aquellas islas no
sólo murieron
a
golpes de espada, también las epidemias desempeñaron un papel
mortífero.
Asimismo,
y según recientes investigaciones del doctor Fran­
cisco Guerra, catedrático de
la Facultad
de Medicina de
Ja. Uni­
versidad de Alcalá de Henares
...::..declaraciones publicadas

en
El
P ais el 27 de septiembre de 1985-, antes que la viruela llegó
a aquellas
islas una
enfermedad conocida como «influenza
suina»
o

gripe del cerdo. ,
Una variedad

de gripe que resultó particularmente. maligna
para una población que
carecía de

defensas
· cóntra
esa enfer­
medad,
Según parece,

durante su segundo viaje, en 1493, Colón com-
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NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
pr6 ocho cerdos en la isla de Gomera y los llev6 -con el pro­
p6sito

de fomentar la ganadería- junto con caballos,. cabras y
vacas.
Una vez que el Almirante pisa de nuevo suelo americano co­
mienza
la epidemia, la cual provoca entre los aborígenes una
mortandad tal que,
al cabo de pocos años, se estim6 en más de
un
mill6n
y medio de personas.
3. Oscurantismo.
Otro cargo que la Leyenda Negra lanza por igual contra Es­
paña
y contra la Iglesia es el de «oscurantismo» y,. por el mismo,
· entendemos

que esa
éP9Ca fue algó as! como

una
noche intermi­
nable

y tenebrosa durante
la cual el progreso se estanc6 y de la
cual más vale no
acordarse.
La

Historia se encarga
de rebatir esta calumnia.
Por principio de cuentas hay que decir como, gracias a fray
Juan de
Zumárraga, la imprenta llega a México en 1539, siendo
la ptimera obra impresa la
Escala espiritual para llegar al Cielo,
de San Juan Cl!maco. .
También

hay que señalar que -gracias también a Zumá­
rraga- la primera. Universidad de América se
funda en Méxi­
co

en 1551, mismo año en que también se
funda la de. Lima.
· El celebérrimo Harvard College
norteamericano no

se
fond6 hasta
1636,

casi un siglo después.
Muy pocos ignoran que México tenía Facultad de Medicina
en 1560, mientras que Nueva York
vino a

extender
los -primeros
dtulos médicos en

1769, doscientos años
más tarde.
A partir de
la llegada de los españoles el -continente se. sem­
bró de

escuelas ya que los colegios
para indios
fuéron tantos
como los conventos.
Gracias a esto fue posible que, en unas cúantas décadas,
miles
y miles de kil6metros éuadrados -desde la Nueva España
hasta
el Río de la Plata-se unificaron en lo lingii!stico. ·
Esta unificaci6n en lo
lingii!stico constituy6
una auténtica
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LA LEYENDA NEGRA: UN M¡TO SIN .FUNDAMENTO
proeza, ya que en estas tierras era una babel de idiomas lo que
existía, y el hecho de que todos los pueblos adorasen al mismo
Dios rezando en castellano
aceleró. el progreso al incorporarlos
dentro de la cultura· occidental.
Dentro de las obras de progreso material podemos citar.
va­
rios

ejemplos.
El caso del
agustín<> fray

Diego de Chávez, quien, no con­
forme con su obra de evangelizaci6n, también se
consagro a la
ingeniería hidráulica, y al formar la artificial Laguna de Yuriria,
hizo de aquella regi6n del Bajíó una de las zonas más fértiles
de nuestra patria.
Tocando casi
el mismo tema, es evidente que el desarrollo de
la agricultura está necesariamente ligado al regadío de las tierras;
pues bien, el bellísimo y eterno verdor de
Uruapan· así

como sus
deliciosos rumbos --allá por
Michoacán~, se debi6 a los empe­
ños
de los frailes que captaron y canalizaron las aguas de los ríos
vecinos.
Tenemos también al padre Francisco Tembleque, quien· pro­
yectó y construyó el gtan acueducto de Zempoala, el cual result6
de gran beneficio para muchos poblados.
Al beato Sebastián de Aparicio
debe México la carreta de
bueyes, con la que se liberó al indígena de
la pesada y humillante
carga que, desde la época de los aztecas, los ·infelices tamemes
llevaban sobre sus espaldas.
En América del Sur fueron mundialmente admiradas las re­
ducciones
jesuí;ticas del

Paraguay, a donde llegaron los padres
de
la Compañía de Jesús, en 1589.
Allí se implant6 un modelo de auténtica civilización cristia­
na hermanada con pujante progreso material,
'ya que
se cultivó
el maíz, algodón;
la ganadetía alcanzó un auge admirable; sur­
gieron oficiales plateros, herreros, pintores y fundidores; los ca­
lígrafos imitaron con admirable perfección la letra de
imprenta
y los músicos no s6lo tocaban como en las catedrales· de Europa
sino que llegan a fabricar instrumentos, incluso 6rganos.
Dentro de ese auge cultural florecen el teatro, la pintura, la
escultura y la
arquitectura. Aquí

es
importante resaltar el hecho
939
Fundaci\363n Speiro

NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
de que todas las bellas artes eran medios de evangelización y es­
pejo de
sanas costumbres.
Fue una

sociedad auténticamente
crisíiana la que imperó en
el

Nuevo Mundo durante los siglos
XVI, XVII y XVIII. Una socie­
dad en .la cual no sólo se predicaba el Evangelió sino .que-éste
se
vivía con ,plena coherencia.
· España

había
hecho de
la toma de posesión de América un
imperaíivo casó de conciencia; había, por lo tanto, que evange­
lizar,
pues, de

tan gran responsabilidad los reyes habrían
de ren­
dir cuentas· a Dios. En la exhortación apostólica
Evangelii nuntiandi el Papa·
Pablo

VI nos dice que
e11angelizaci6n equivale a con11ersión y,
ciertainente, ·que en estas tierras de Hispanoaffiérica, por. medid
de la evangelización, Es pafia _ y la Iglesia transformaron a seres
nómadas, salvajes

y en muchas regiones antropófagos, en
hom­
bres

civilizados que supieron tomar cabal conciencia de que eran
pcseedores de un alma inmortal.
· . _: ·
Ciertamente

que
e'stamos de

acuerdo con Ramiro de
Maeztu
cuándo
se

pregunta y
responde al mismo

tiempo: «¿Han elabora­
do los siglos ideal alguno que
supere al

nuestro?
Y de la posi­
bilidad de salvación se deduce
la de progreso y perfeccionamien­
to.
Decir en lo teológico que- -rodos los hombres pueden salvarse
es afumar en
Jo ·ético que deben mejorar, y en lo- político que
pueden progresar. Es ya comprometerse a no
estorbar el
mejora:
miento de sus condiciones de vida y
aún favorecerlo · todo

lo
posible». Y fue así como -gracias a lo que se
califica de

obra oscuran­
. tista de

España y. de la
Iglesia~ fue
posible que indios de raza
pura hicieran brillar plenamente sus talentos; tenemos los casos
de que, en el siglo
XVII, un indígena fuese consagrado arzóbispo
de Oaxaca: monseñor
Nicolás del
Puerto.
T
erremos también

al
gran pintor
Miguel Cabrera, a don An­
tonio Valeriano -agregado del éolegio de
Tlaltelolco--, quien
con

su
Nican. Mopohua hace la crónica más verídica y hermosa
dé las apariciones de la

Virgen de Guadalupe,
.
E

incluso se dio
el caso
de que una descendiente del empe-
940
Fundaci\363n Speiro

LA LEYENDA NEGRA: UN MITO SIN FUNDAMENTO
radar Moctezuma Xocoyotzin llegara a convertirse en virreina de
México. Nos referimos
a doña María Andrea de Moctezuma.
Mienten, pues, quienes hablan de oscurantismo en uua época
que vio brillar a Sor Juana
Inés de la Cruz, a Juan Ruiz de Alar­
eón y a
una pléyade

de pintores, escultores, poetas y arquitectos.
Todo uu
florecer cultural

-propio del Evangelio que
trans­
forma al hombre regenerándolo--- se dio durante uua época que
los
enemigos de
España y de la Iglesia
califican injustamente
de
oscurantista.
4. Intransigencia religiosa.
El último cargo de esta Leyenda Negra nos habla de uoo «in­
transigencia religiosa» durante la cual parece haberse asfixiado
el

libre
albedrío del
hombre.
Quienes
lanzan este cargo arremeten contra los frailes por
haber destruído templos indígenas, los cuales -la mayoría de
las ocasiones- no eran
más que auténticos mataderos de seres
humanos.
Lógico era que los frailes destruyeran esos templetes y pie­
dras
'de sacrificios que nada tenían de artístico y que en reali-
dad eran adoratorios demoníacos. ·
El

día en que los inermes
pobladores del
Valle de Anahuac
vieron derrumbarse
para siempre al feroz Huitzilopochtli, en ese
feliz día supieron lo que era la sonrisa propia de quien siente
alegría de vivir.
Y por haber destruído esas obras indígenas no podemos acu­
sar de enemigos del arte a frailes y soldados,
· ya
que a los espa­
ñoles de la
época no podemos exigirles un criterio arqueológico
y
antropológico, debido a que
ni eran científicos, ni dichas cien­
cias estaban tan desarrolladas como
lo están en la actn:,lidad.
Por

otra parte, si algo
-conocemos hoy

en
día de
las antiguas
culturas precolombinas precisamente a España y a la Iglesia se lo debemos, ya que
la cultura maya fue estudiada por dos frailes:
Diego de Landa y Francisco
Jimenez. Y

los antiguos pueblos de
941
Fundaci\363n Speiro

NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
la Meseta deben el recuerdo de su existencia, entre otros, a fray
Toribio de Benavente «Motolinia»,. a fray Bemardino de Sahagún,
a fr~y Juan de Torquemada, a fray J er6nimo de Mendieta, a fray
Diego Durán,
al padre
José de Acosta,
al padre
Francisco Javier
Clavijero y a muchos hombres de
la Iglesia que -por amor a
la verdad hist6rica- eran
científicos en
la
plena acepci6n
de la
palabra. Quienes hablan de «intransigencia religiosa», de inmediato
citan a
la Inquisición, presentando a este tribunal como algo té­
trico

capaz de cometer
los peores crímenes.
Carlos Pereyra al hablar de este tribunal -que por
finalidad
tenía descubrir herejes o infiltrados que deseaban turbar la paz
del reino-- lo definió como «una
artillería, que

defendió
la for­
-taleza, no un· fusil

para tiranizar
a los

que estaban dentro».
El Tribunal del Santo Oficio tendió siempre
a salvar a los
súbditos americanos del contagio herético que tanta sangre ha­
bía derramado

en Europa.
Y una cosa muy importante -digna
de

resaltarse- es el hecho de que no
tenía jurisdicción
sobre el
indígena. ·
Al hablar de las victimas de la Inquisición, don Alfonso Jun­
co nos dice que, en los tres siglos que en la Nueva España es­
tuvo funcionando, apenas
cuarenta y

tres personas fueron conde­
nadas a la pena capital. En cambio -valga la
comparación-en

Boston, en 1692,
· fueron

ejecutadas veint.e personas a las que se acusaba de estar
poseídas por el demonio. Este fue el ce1ebre caso de las Brujas
de Salem. Mucho
podríamc;,s hablar de la obra de Espafia y de la Igle­
sia en tierras de América y al hacerlo se ve
cómo la
densa capa
de calumnias que cubren un monumento grandioso se deshace
del mismo modo que una capa de lodo al recibir cubetazos de agua.
· Pero decíamos que

el principal artífice de
la Leyenda Negra
fue el dominico Bartolomé de las
Casas, un

personaje a quien el
docto historiador Ramón Menéndez
Pida! califica de paranóico,
exagerado e incongtuente.
942
Fundaci\363n Speiro

LA LEYENDA NEGRA: UN MITO SIN FUNDAMENTO
Un elemento que al hablar de los indios supuestamente ex­
terminados por los españoles dice que fueron muchos más
de
veinticuatro millones; que la isla de Santo Domingo tenía. treinta
mil ríos o arroyos, doce de los cuales eran tan grandes como el
Duero, Ehro y Guadalquivir, y veinticinco mil de ellos riquísi­
mos en oro.
Falsedades evidentes que nos presentan
al. padre

Las Casas
como un .mentiroso redomado ...
¿Ruede ser

digna de crédito su
obra?
Pero además fue incongruente,
ya· que.

no vacilaba en cargar
con exceso a sus indios sin pagarles y, a la
vez, fue él

quien re­
comend6 que se trajesen al Nuevo Mundo negros cazados al lazo
en las costas
. de

Africa.
:Mentiroso e

incongruente, ese fue
Bartolomé de
las Casas,
a quien se le
honra no

porque defendi6
a los indios, sino porque
difam6 a España sirviendo con .sus calumnias a
los enemigos
del
catolicismo.
En cambio, otros dominicos
que sí

se distinguieron por su
santo apostolado en favor de los indios
·son hoy

casi desconoci­
dos, y entre ellos: fray Antonio de Valdivieso, primer obispo de
Nicaragua~ · quien

fue asesinado
·a puñaladas
por oponerse a los
abusos
de" quienes explotaban a

los aborígenes.
· Asimismo,

también denrro de la Orden de los Predicadores,
se recuerda con cariño y gratitud a fray Juan Ramos, fray
Do­
mingo de Se:lazar, fray Alonso Guerra, fray Pedro de Galarza y
fray Francisco de
San Miguel. Auténticos padres de los primiti­
vos habitantes del Nuevo Mundo.
Y ya que hablamos de un tiempo durante el
cual -según los
enemígos

de la verdad hist6rica-
España y
la Iglesia parecen
haber cometido las más temibles rropelias
-'lo cual · se

demostr6
ser falso--, prudente será mencionar lo que ocurria en otros
países en aquella misma
época.
En Francia, por ejemplo, se quemaban herejes en medio del
morbo
popular y, allí, gracias a las intrigas de Catalina de Médi­
cis, fue posible
la «Matanza de San Bartolomé».
En
Alemania se
perseguían unos
a
otros en
nombre de
la li-
943
Fundaci\363n Speiro

NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
bertad de conciencia y fue Lutero quien apoyó a los nobles en
contra de los campesinos sublevados. ·
Por

su parte, Calvino denunció al
científico Miguel
Servet
ánte
la Inquisición católica de Viena y, posteriormente, lo quemó
por hereje.
En Inglaterra, Enrique VIII --11 quien el literato Charles
Dickens
califica de «mancha de sangre y grasa»-asesinó a sus
esposas, decapitó al humanista Santo Tomás Moro y cometió
mil
tropelías. Y todo porque quiso imponer, a sangre y fuego, una
religión que

toleraba ampliamente sus más bajos instintos.
En ese mismo
país fue

la
reina Isabel quien persiguió con
saña
·diabólica al catolicismo, quien mandó decapitar a la. reina
María Estuardo y quien empezó la persecución contra los católi­
cos irlandeses,
persecución que
aún persiste en nuestros
dlas.
Y en Francia fue Enrique IV -e1· fundador de la dinastía
de

los
Borbones-quien adjur6 de

sus creencias para conquistar
la corona y, al hacerlo, dijo cínicamente aquello de «París bien
va:le
una Misa».
Un.

espectáculo de guerras, persecuciones, odios y
mil calami­
dades se vivió durante más
de un siglo al norte de los Pirineos.
Ocurrían
esas tragedias

durante
los ntismos afios en
que
en el
Mundo
Hispánico se respiraba un clima de paz, progreso y ar­
monía cristiana. Mucho se podría hablar acerca
de lá Leyenda Negra, un
auténtico mito
.qué no

resiste
la crítica histórica.
Mucho se podrá enlodar la obra de
Espafia y de la Iglesia
en
tiemts del

Nuevo Mundo, pero, al hacerlo,
ocurrirá lo
ntis­
mo que
ocurrió con

aquel diamante del que nos habla el siguien­
te soneto:
944
«Puede una gota de lodo ·
sobre un diamante cáer,
puede también; de este modo,
su fulgor
oscurecer; ·
pero

aunque el diamante todo
se encuentre de lodo lleno, el valor que le hace bueno,
Fundaci\363n Speiro

LA LF;yENDA NEGRA: UN MITO SIN FUNDAMENTO
no ha perder un instante
y. ha de ser siempre diamante,
por más

que lo manche el cieno».
Sin embargo -a pesar de su evidente falsedad- esta ma'.
raña

de calumnias cumplió a las mil maravillas con el propósito
que perseguían sus

difusores, o sea, no sólo el manchar
la obra
de España,
sine, propiciar

que
los pueblos hispánicos, legítimos
herederos
de

la España católica, perdieran la memoria histórica,
extraviasen el rumbo y quedasen -gracias
· a

este
extravío-en
condiciones

propicias para ser
manipulados. ·
Así,

pues, se convierten
en necesidad vita:! salir a:l encuentro
de

la verdad histórica, no sólo con
afán de aclarar los hechos
sino de saber con exactitud cual
es, basándose en nuestras autéfi­
ticas

raíces
la vocación de Hispanoamérica.
Porque una cosa es muy cierta: no es lo mismo tener por
·
antepasados

a piratas o salteadores que el ostentar en nuestros
blasones los escudos nobiliarios de héroes que también fueron
santos.
Al llegar a este punto se · nos ocurre señalar la siguiente com­
paración: la dramática situación
·de los
pueblos hispánicos es si­
milar al caso de un noble príncipe, heredero de un vasto imperio,
que,
siendo apenas
un
infante, tuvo
la desgracia de que sus
pa­
dres fuesen destronados y muertos por un usurpador. El nifio
pudo

salvar milagrosamente la existencia pero -ignorante de su
condición
real-vaga

por los arrabales
~níundido entre
mendi­
gos y malvivientes.
Es de justicia que alguien encuentre a ese
príncipe que

pasa
hambre, que pide limosna y que viste harapos.
Es de justicia que alguien
·1e haga

conocer sus verdaderas
raíces
. y

-una vez que el jovenzuelo tome conciencia de su
autéfitica personalidad-

derroque al tirano, recobre el trono
y le devuelva a su pueblo la libertad que le arrebató el asesino
de sus padres. De igual manera ocurre con los pueblos hispánicos. Son
-como dijera
Rubéfi Dado-«veinte

cachorros del
león espa-
945
Fundaci\363n Speiro

NEMESIO RODRIGUEZ LOIS
ñol» que hoy vagan sin rumbo fijo, sin identidad propia y sin
memoria histórica. Y al andar como pobres vagabundos, esos nobles pueblos de
Hispanoamérica y Filipinas sufren las embestidas del materialis­
mo, del hedonismo, del protestantismo, del
capitalismo liberal,
de la masonería, del marxismo, del terrorismo, del cQntrol natal,
de. la pornografía, del aborto, del tráfico de drógas, etc.
· Urge

salvar a
e.sos pueblos
de los peligros que los amenazan.
Y para ello
la condición sine qua non es que conozcan la verdad
histórica. Esa verdad de la cual nos
habla San

Pablo
y que a todos nos
hará libres.
Y ya, para concluir, unos párrafos que Su Santidad Juan Pa­
blo
·II pronunció

el 31 de octubre de 1982 con motivo de su
primera
visita a

España:
«Vengo atraído por una historia admirable de fidelidad a la
Iglesia
y de servicio a . la misma, escrita en empresas apostólicas
y en tantas grandes figuras que renovaron esa Iglesia, fortalecie­ ron su
fe, la defendieron en momentos difíciles y le dieron nue­
vos hijos en enteros continentes. En efecto, gracias sobre todo
a esa simpar actividad
evangelizadora, la porción más

numerosa
de la Iglesia de Cristo habla hoy y reza a Dios en· español. Tras
mis viajes
apostóli,os, sobre todo. por
tierras de Hispanoaméri­
ca y Filipinas, quiero decir en este momento
singuJar: ¡Gracias,
España;

gracias, Iglesia en España, por
tu fidelidad al Evange-
lio y

a la
Esposa de

Cristo!»,
·
946
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