Índice de contenidos
Número 249-250
Serie XXV
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
Las XXV primeras reuniones de amigos de la Ciudad Católica
-
Veinticinco años de Verbo
-
La declaración Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa desde la óptica del Vaticano II
-
¿Qué pasa con la teología de la liberación?
-
La Hispanidad y su proyección político-cultural
-
Chesterton, caballero andante. (Un apunte sobre el «ethos» chestertoniano en el centenario de su muerte)
-
Ángel Ganivet: la tradición e Hispanidad en su obra literaria
-
La familia como transmisora de cultura
-
La voz de la conciencia europea
-
El llamado derecho de autodeterminación de los pueblos
-
El regionalismo de Torras i Bages
-
Una historia de soldados conocidos
-
- Actas
- Información bibliográfica
- Crónicas
- Verbo
Autores
1986
Miguel Ayuso Torres (coord.): La cruzada que rehízo una patria
INFORMACION BlBLIOGRAFICA
Por último, la reproducci6n de la eilciclica del Papa Pío XI,
Divini Redemptoris, del 19 de marzo de .1937 -pronto se cum
plirá el cincuenta
aniversari~, recoge
la indiscutible
condena
·
de
la Iglesia Cat6lica hacia el .marxismo-leninismo, aunque nu
merosos obispos, tan celosos
cuando se
produce una visita de
Monseñor Lefebre, en advertir del grave riesgo para los fieles de
acudir a sus celebraciones, o en condenar a Sudáfrica o a Chile,
permanezcan mudos cuando sacerdotes de su di6cesis hablan de
la alineaci6n de la religi6n. . ·
lJna
esperanza,
única en realidad casi que podemos tener,
es la intervenci6n divina, a través de María, que con sus men
sajes como el
.de Fátima,
representa
la luz frente al terrible y
desolador panorama de tinieblas que nos rodea. Es decir, como
algul)os eclesiásticos,
que la revoluci6n mar
. xista
está empeñada en la liberaci6n del hombre, es, como dice
el autor, o la opini6n de un estúpido ignorante. o
la de un vul
gar y abominable Judas.
ANGEL MAESTRO.
Miguel Ayuso .(coordinador): LA CRUZADA QUE REHIZO
UNA PATRIA
(*)
La efemérides del cincuenta aniversario del Alzamiento Na
cional
no
había de
pasar inadvertida, aunque de hecho el aluvión
propagandista haya sido menor de lo que presumiblemente ca
bía esperar.
Varias publicaciones, de signo diferente, han acome
tido la tarea de presentar
· a sus. lectores
el balance del proceso
que culmina en la guerra de 1936-1939, así como la valoraci6n
de sus causas
y consecuencias y, en suma, el repertorio de valo
res elementales arraigados en nuestro pueblo que sali6 a la su
perficie en ocasi6n tan decisiva. No podemos mencionarlas a todas, pero
Cuenta y Razón, Sillar, Razón Española y, destaca
damefite
también
Verbo, han aportado sus reflexiones, dedican
do un número. respetable de páginas al asunto.
Iglesia-Mundo se ha sumado también a la conmemoraci6n,
con el importante número monográfico que comentamos, y que
ofrece. la peculiariedad de no ser una simple reuni6n de ensayos
diversos -por más que resulten
interesantes tales
misceláneas
sino que obedece a un plan trazado y coherente.
(*) _ Número exttaorcliruµ-fo y monográfico de la revista Iglesia.Mundo,
núm. 323-324, julio de 1986, 80 págs.
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Ha sido nuestro amigo y compañero en las tarea; de Verbo,
Miguel Ayuso, quien ha tomado sobre sus hombros la tarea de
dirigir y coordinar
la obra. Una obra que puede calificarse, por
tanto,
de
colectiv~ a pesar de ciertas repeticiones y desigualda
des inevitables.
Y una obra que obedece, también con matices,
desde luego, a una inspiración común:
la del pensamiento tra
dicional.
· En
efecto, Miguel Ayuso ha contado con los equipos intelec
tuales más solventes-y con las personalidades más relevantes del
catolicismo político español,
asf como
con algunas aportaciones
que ha buscado fuera de nuestras fronteras. No hay más que re
pasar la lista de colaboradores que encabeza el número: Miguel
Ayuso, José Pedro
Galvíío de Sousa,
Andrés Gambra, Estanis
lao Cantero, Francisco José Fernández
de· 1a Cigoña, José Ma
nuel
Martín Carmena,
Julián Gil de Sagredo,
Manuel de
Tu
ya, O. P., José Antonio García-Noblejas, Manuel de Santa
Cruz,
Javier
Nagore,
María Luisa
Rodríguez Aisa,
Nicolás López Mar
tfnez, Blas
Piñar, José
María Alsina,
Victorino Rodríguez, O. P.,
Francisco Canals,
Gonzalo Femández
de la Mora, Vicente
Marre
ro,
Enrique
Díaz Araujo, Nemesio. Rodríguez
Lois, Marco Inver
nizzi, Rafael Gambra, •Luis María Sandoval, Eulogio
Ramírez y
Alvaro
d'Ors. Nómina completísima; casi diríamos que_ apabu
llante, y que resulta además muy cercana a nuestra revista, al
ser una buena parte colaborado.res y
todps prácticamente
amigos
de
Verbo.
Son· doce los capítulos -integradÓs por una o varias contri
buciones- en que Ayuso ha distribuido el material: presenta ción;
la historia profunda; . los antecedentes; el derecho a la · re
beldía;
la persecución religiosa; la reacción nacional y eclesial;
teología del 18 de Julio; una objeción: el clero vasco; la actitud
de los intelectuales; repercusiones en el mundo;
¿qué que(la de
todo
aquello?,
y conclusión.
I) En la presentación -que .lleva por titulo El ·sentido de
un
conflicto--
el coordinador explica las razones que le han lle
vado
a planear el trabajo y demuestra que las distintas colabo
raciones no son. µIconexas sino que obedecen a un ~iste¡:n.a. «La
guerra de España -comienza su artículo--, a los cincuenta años,
no se nos presenta
comQ. tema
de disertación académica, sino que
penetra hasta la juntura de nuestrá carne y de nuestro
espíritu.
Quizá
porque levanta
el gran tema filosófico-político de la con
vivencia y su sentido. Tema que no es
en absoluto
sobrepasab)e
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y que no cabe zanjar con reconciliaciones qne sólo lo son de
apariencia»
(pág. 5).
En
efecto, continúa, lo que se dilucidó con sangre en
los
campos
españoles no
fue una meta cuestión
de poderío, domi
nio o explotación colonial. Fue una lucha espiritual, de ideas, entre quienes pretendían fundar la
coexistencia sobre bases es
tales y laicas y quienes se aferraban a Ja
comunidad de base re-
ligiosa.
·
II)
A demostrar que la causa
inicial· de
la
guerra fue
el
sentimiento religioso herido, y a trabar su cohesión con las gue
0
rras civiles del siglo XIX, se dirige el capítulo segundo. Porque
para encontrar la historia profunda es preciso desbaratar muchas
veces la maraña del convencionalismo.
·
José
Pedro
Galvao de
Sousa encuentra de plena actualidad
y de palpitante vigencia los ideales
que· dieron
vida al 18 de
Julio:
«La España
castiza no
muere. Sabrá
siempre defenderse
y no perderá conciencia de su vocación histórica: la defensa, ex
pansión y restauración de la Cristiandad»
(pág. 9).
Andrés Gambra,
por su parte, se enfrenta con una de las de-
. ficiel!cias más llamativas
en el elenco bibliográfico, hoy cuan
tioso, sobre la historia contemporánea de España: la que se de tecta
«en el
modo de enfocar el sentido profundo y el trasfondo
ideológico de las discordias civiles que, durante más de cien años,
han conmovido esa etapa de nuestra historia» (pág. 10). Su ar
tículo, titulado
Un siglo ,J.e tragedias: historia de una continui
dad, es un modelo de síntesis rigurosa y atrayente exposición.
III) Lo& antecedentes
se refieren, como es obvio, a la
pe
ripecia de la Segunda República. Abre el epígrafe un artículo
de Estanislao. Cantero, a nuestro entender uno de los más
im
portantes del número, sobre Los .cat6licos y la adhesi6n a la Re
pública:
el equivoco de
un pretendido «ralliement» español,
que
nos gustaría ver más desarrollado, y en el que con la misma pon
deración que ausencia. de enmascaramiento, discute las tesis de
«El Debate» y Angel Herrera sobre la adhesión de los católicos
al régimen republicano. Si Cantero trata de las interioridades de los católicos durante
los años republicanos, Francisco José Fernández de la Cigoña
-en breve
aportación-
se ocupa
del laicismo violento y
ilgre
sivo
de la legislación y
praxis del
régimen. «Que la Iglesia
vie
ra
el cese de la persecución
--concluye--como
una bendición
de Dios sólo resultará incomprensible para aquellos que están
ciegos por los prejuicios»
(pág. 17).
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Finalmente, José Manuel Martín Carmona desarrolla la cues
tión de
La ilegalidad de los poderes actuantes. Su exposición pre
tende encontrar respuesta a una serie
_de interrogantes:
«La su
blevación, ¿rompió con la legalidad ...
? Pero, ¿puede afirmarse
la legitimidad del Gobierno del Frente Popular? ¿Habían desa
parecido las condiones mínimas
que todo
gobierio debe
rurur res
pecto
a imparcialidad, a garantizar el orden público y a gestionar
el bien
común? ¿Podía
decirse, siquiera, que seguía habiendo
legalidad?» (pág. 18). Tras un fino análisis jurídico, esmaltado
de referencias a los hechos, de la
maco de
famosos historiadores,
concluye
---
similar a como lo hicieron los
m,rgistrados,
catedráticos,
abogados, diputados a Cortes, académicos, ex mi
nistros y
·algún ex
presidente del Consejo, redactores de un im
portaote
Dictamen-que no había «ni legitimidad de ejercicio,
ni
legitimidad de
origen,
ni siquiera legalidad alguna» (pág. 20).
IV)
Júlián Gil
de Sagredo
ofrece -y
es el cuarto
capítu
lo-
un resumen de la doctrina de los grandes teólogos y juristas
de la Iglesia católica sobre el derecho a la resistencia armada
activa contra el poder ilegítimo. Eulaza, por tanto, con
el ar
tículo de Martín Carmena
donde
_ éste
termina y desarrolla desde
un ángúlo teórico
la
justificación _moral
de dicha resistencia, ba
sacja en
el derecho natural que posee la sociedad a su propia sub
sistencia y, consecuentemente, a su autodefensa cuando
el poder
tiránico ataca sus mismos fundamentos (pág. 23 ). A continua
ción analiza las tres condiciones «que requieren los inmortales
clásicos españoles para que el levantamiento armado, lícito en
principio contra el poder ilegítimo de origen o de ejercicio, sea
t
en su planteamiento y realización»: probabilidad
_ de éxito; que
el bien que se consiga sea mayor que el mal que
se produce; y moderación en el modo (págs. 24
y 25).
·-
V) Ex post facto se añaden las pruebas de la persecución
religiosa. Maouel de Tuya, O. P., sintentiza un más extenso tra
bajo suyo sobre la
Teolog!a del martirio, del que se deduce una
conclusión apodíctica: hubo mártires auténticos
-in odium fi
dei-
en la Guerra de -Uber_ación. Como argumento de autori--
dad
se añade un conjunto de textos que expresan
el magisterio
de la Iglesia sobre
el valor martirial _de numerosos españoles en
la Cruzada. José Antonio García-Noblejas, bien conocido por su
piadosa dedicación a estas cuestiones, con un ensayo muy
inte:
resante
de carácter descriptivo, complementa el planteamiento
t;,ológico del
P. Tuya.
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Finalmente, en lo que hace al tema de la persecución reli
giosa, Manuel de Santa Cruz, en un artículo breve e incisivo en
juicia
el significativo retraso que han sufrido las causas de ca
nonización de los mártires de
la Cruzada, a la luz de vatias po
litizaciones. Efectivamente
-como sostiene
Santa Cruz con su
agudeza característica-,
la prevención de un riesgo de futura
politización en dirección nacional, como excusa para no afrontar
la canonización de los mártires, abre un camino disimulado, pero
conocido
y eficaz,
de apoyo
.a la politización a favor de los comu
nistas
(pág. 34 ). El texto de Manuel de Santa Cruz merece una
atenta consideración y, pese a lo que pueda parecer, no creemos
que haya sido desvirtuado por el Dictamen de noviembre de 1985 sobre las tres carmelitas descalzas asesinadas en Guadala
jara
el 24 de julio de 1936.
VI)
La reacción nacional y eclesial,
qué duda
cabe, no es
· abarcable
en una decena de páginas. Las colaboraciones que in
. tegran
este apartado son sólo unas calas en un mundo comple
jo y riquísimo que, a pesar de los años transcurridos y las inves tigaciones innumerables que se le han dedicado, no termina de
ser agotado nunca.
Dos contribuciones -las de María Luisa Rodríguez Aisa y
Nicolás López Martínez--son
de carácter general, mientras que
las otras dos
-las de
Javier Nagore y Bias
Piñar-se
refieren
á a"Spectos concretos.
La doctora Rodríguez Aisa, efectivamente, gran conocedora
de
los intersticios de las relaciones Iglesia-Estado durante este
periodo, valora la mutua independencia y sana cooperación que
las presiden en el nuevo Estado y subraya
el mismo amor, ar
diente y apasionado, a Dios, a su Iglesia, a España, que destacó
en ambas partes
(pág: 40).
Don
Nicolás López Martínez
evoca
la Carta Colectiva del Episcopado Español de 1937, en la que
los obispos lio pretenden exponer una
tesis doctrinal sobre las
cuestiones de orden moral y jurídico, religioso e histórico que
se
hallan envueltas
en el origen de
la guerra, sino aportar hechos
y emitir juicio sobre ellos desde la perspectiva de su función
pastoral (pág. 41). Y a en los aspectos concretos, Javier Nagore
--en una · ex
posición
emotiva- destaca
el ejemplo admitable de Navarra,
volcada
eh defensa de Dios y España, convertida, como dijo
Bernard Fay y recuerda Miguel Ayuso en la presentación, en
capital del
espíritu. Bias
Pifiar, por su parte, insiste en el ca-
·
rácter
de Cruzada que tuvo la guerra y
lo prueba «mediante ~a
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INFORMACION BIHUOGRAFICA
personaficaci6n subjetivadora de la santidad objetiva de su causa» (pág. 44) en
la figuta de Antonio Rivera, el Angel de El Alcá
zar, ejemplo de combatiente-santo.
VII) Dentro del bloque «Teología del 18 de julio» vienen
tres artículos. En el primero, José María Alsina muestra c6mo
se desminti6 de forma contundente que España hubiera dejado
de
s.er cat61ica,
gracias sobre todo al pueblo carlista navarto,
que tanto tuyo que ver con que el Alzamiento excediera
d,; un
simple
golpe de tim6n para restablecer
la legalidad republicana.
En el segundo, Vktorino Rodríguez, O. P., resume el veredicto
de reprobaci6n de la persecuci6n religiosa
y de justificaci6n de
la sublevaci6n que hicieron cuatro grandes .maesttos domínicos: Luis Alonso Getino, Ignacio Menéndez Raigada, Venancio Carro
y Vicente
Beltrán de
Heredia (págs. 48-50). En tercer lugar,
Francisco Canals avizora la guerra desde la perspectiva de la
Teología de la Historia. Para comprender en plenitud su carácter de Cruzada hay que tener presente
-escribe---una
dimensi6n
fundamental del problema: «Muchas de las corrientes políticas
que se han ido sucediendo en la Europa
moderna desde
los si
glos en que a
la revoluci6n religiosa protestante siguieron las
revoluciones políticas de inspiraci6n
filos6fica anticristiana, no
son opciones políticas opinables, sistemas preferidos por
tale.s
o
cuales grupos de ciudadanos
. para
organizar
la vida común en
la sociedad política. Se ttata de sistemas globales, de concepcio
nes del
mundo y de la vida, que en su dimensi6n política no son
sino la puesta en práctica de una
. modalidad
de inspiraci6n filo
sófica anticristiana
y antiteística» (pág. 51). Este párrafo, cierta
mente revelador, es una concreción al tema que nos ocupa de
la guerta de
España de lo por él mismo sostenido en un magní
fico
artículo publicado en nuestras páginas, El
ateísmo como so
porte ideológico de la
democracia ..
VIII) El cap!mlo ocho, el más corto, se ocupa de la pá
gina negra que, personas de
.distintos signos
o intenciones, han
querido situar al lado de las páginas deslumbrantes de
la Cru
zada de 1936. Se trata de las sanciones del Ejército Nacional
contra algunos sacerdotes vascos. Tema que no ha sido rehuido
-escribe J. Ulibarri-, en primer lugar, por amor a la verdad,
y en segundo, porque el no hallar mayores culpas realza aún
más el conjunto de la
Ctuzada. Ulibarri
se
refiere a
la cuestión
aprovechando
el importante material inédito, fruto de pacientes
y rigurosas investigaciones, del padre agustino y profesor de
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Universidad José Gutiérrez Alvarez. La conclusi6n es esclare
cedora: «No fueron fusilados por ser sacerdotes, ni por actí
vidades sacerdotales, sino por actividades políticas y aun milita
res ajenas
al sacerdocio y difícilmente compatibles con el mismo,
realizadas en estado de guerra» (pág. 55).
IX) La actiutd de los intelectuales es objeto de dos co
mentarios.· Gonzalo Femández de la Mora, en el primero, de
muestra c6mo
la casi totalidad de los intelectuales huyeron de
la zona republicana para no ser asesinados; c6mo Unamuno, Ortega, Marañ6n, Azorín, Menéndez Pidal, Pérez de Ayala, Ba
roja, García Morente y Juan Ramón Jiménez entre muchos fue
ron
-en definitiva- solidarios de la España nacional. La con
clusión de su brillante artículo, sin embargo, choca algo con el tono del resto del número. Dice Así: «En la guerra de España
se enfrentaron dos concepciones del mundo, las mismas que hoy
separa el tel6n de acero. Naturalmente, la genunina inteligencia
estuvo del lado de la razón y de
la libertad» (pág. 59). ¡Qué
duda
cabe que fue una guerra· de cosmovisiones!
¡ Y que la ge
nuina
inteligencia sólo
podía optar
por la razón y
la libertad!
Lo que no nos parece igualmente correcto, en cambio, es sim·
bolizar el fundamentum dívisionis en el telón de acero. Como
si nuestra guerra no hubiese tenido igualmente profundas con
notaciones contra
el demoliberalismo. Más exacto nos parece el
juicio de Alvaro D'Ors, en la conclusión del número, según el
cual los españoles vieron, casi sin ·enterarse, canjeada su victoria
de
La Cruzada nacional por la de una guerra mundial en la que
vencieron los que eran, en
el fondo, sus enemigos exteriores,
y de la que
ella había conseguído mantenerse apartada. Juicio
en el que se comprenden tanto
fas contradicciones
del Estado
que
s.lió de
la guerra como
el posterior movimiento reformista
rupturista que acabó dándole muerte. Pero
· como
hechos dife
renciados del espíritu de la
guerra.
Vicente
Marrero, en
la segunda de las colaboraciones de este
epígrafe, toma como materia de su comentario la posición, hoy
cada vez más extendida, de los que juzgan aquel enfrentamiento
como una gran frivolidad
y la actitud de la Iglesia como un
parejo error. Son los «exquisitos» que, por encima del bien y
del mal, tienen la exclusiva en
la interpretación del fen6meno
de nuestra guerra. Juilán Marías, Javier Tusell y los demás co
faboradores del número de Cuenta y Razón sobre la guerra es-
. pañola,
son a quienes dirige Marrero su ponderada andanada.
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X) Las repercusiones en el mundo compreden tres contri
buciones que apenas acotan una parte de las mismas. Quizá aquí hubiesen hecho falta más aportaciones, aunque hay que recono
cer que las escogidas son
de gran calidad, especialmente las que
llegan de Argentina e Italia. En efecto, Enrique Díaz-Araujo, en breve espacio, consigue
una panorámica formidable sobre
la: influencia
del 18 de julio
en
la conciencia hispanoamerciana. Gran parte de los datos en
que apoya su síntesis figuran en notas a pie de página,
.que en
este
caso son tan importantes como el propio texto. Por ellas
desfilan los
testimonios de Meinvielle, Junco, Pereyra, Restrepo,
Lira o de. la Riva-Agüero
y tantos otros (págs. 62-65).
Desde Europa es Marco Invernizzi quien
pone su
punto de
mira en
la conducta de los cat6licos italianos. De su estudio se
desprende el convencimiento de que la guerra de España sigue apasionando hoy en Italia. Y en- Francia. Es posible que esta
pasi6n sea
la que haya causado la negativa del director de un
famoso bimensuel
y el silencio del de una no menos conocida
revue mensuel, según
nos ha explicado el coo.rdinador de esta
obra. Cierra esta parte un apunte de Rodríguez Lois sobre los
·
cristeros.
y la Cruzada española de 1936.
XI) Pero también
s'e hacía
preciso acercar aquellos hechos
a la situación en que España se ehcllentra cincuenta afios des~
pués. ¿Qué queda de todo aquello? .
Desde
luego, la respupesta es difícil
y s6lc;, en el distingo y
nunca en la generalizaci6n abusiva podrá encontrarse la clave.
Los tres artículos que
se dedican
a ello
prc;,porcionan induda
bles
pautas para su consecunci6n.
Rafael Gambra brega con El Estado que naci6 de una Cru
zada. Y, en una
síntesis magistral, pone de manifiesto, entre sus
evidentes logros, ciertas fallas no despreciables: «Razón profun
da de esta debilidad espiritual del régimen fue que, mientras en
sus principios fundamentales o alta legislación
recibió una
inspi
ración tradicional y cat6lica, en
la base de sus instituciones loca
les, regionales, profesionales,
permaneció tenazmente
aferrado a
una praxis estatista o dirigista, rehuyendo los peligros de la sana
libertad cuando
la paz ambiental hubiera permitido hacerlo, lo
cual anuló en gran medida su representatividad y su verdad o
coherencia espiritual» (pág. 73 ).
Luis María Sandoval encuentra el porqué de la victoria
. en
La
victoria del orden. Sus -consecuencias
apuntan a
nuestros días:
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INFORMACION llIBLIOGRAFICA
«Hay que conocer y respetar escrupulosamente el orden natural,
incluido el
orden natural
del mundo social y político...
Debe
mos guardamos de la tentaci6n de cierto anticlericalismo de de
rechas, que de hecho se ha producido por
culpa de las veleida
des políticas de algunos de nuestros obispos ...
» (pág. 75).
Con este último párrafo de Sandoval enlaza la colaboración,
dolorida, de Eulogio
Ramfrez. Bajo
el título
Victoria de la Re
volución sobre la Revelación
describe el cambio de frente de la
Iglesia: de apoyo de la Cruzada y del régimen de confesionali
dad
que nació
de ella, al enfeudamiento en
la democracia atea;
de querer que se cumpla entre nosotros la voluntad de Dios, a
querer que se cumpla entre nosotros la voluntad del hombre, con independencia de la voluntad o Ley de Dios (pág. 76).
XII)
. La
conclusión corre a cargo de Alvaro d'Ors. Y ha
sido un gran acierto del coordinador haberle hecho el encargo a
él. Porque su contribución -con la que se cierra el. númer0c-
es
una joya por su síntesis, su pentración y su agudeza. Perfec
ta de forma y fondo. Su título es
Pacifismo (al medio siglo de
nuestro 36) y, efectivamente, comienza atacando los últimos fun
damentos
del pacifismo moderno: «La paz debe superar la gue
rra como el silencio supera las palabras, pues guatdar silencio no
es
lo mismo que ser mundo. Y ahí está, justamente, la diferen
cia entre el hombre pacifico, que
se' abstiene
o deja de hacer
una guerra posible, y el pacifista, que niega toda posibilidad de
ella:
el pacifista no es aquel .que sabe guardar silencio, sino el
que reduce a mudez» (pág. 78).
A continuación va desgranando ideas que merecerían un de
sarrollo mayor. Algunas -la visión
del terrorismo
como
guerra
unilateral
(pág.
78)-han
sido objeto ya de ensayos anteriores.
Otras
~«nuestra guerra,
quizá por desgracia, fue sólo una Cru
zada y no una verdadera
guerra civil»
(pág. 79)-, que nosotros
sepamos, todavía no. Desde estas páginas animamos al profesor
d'Ors a hacerlo, para gozo de sus lectores y difusión de
lo
verdad.
Hemos de terminar esta ya demasiado larga
resefía. La gra
vedad de la materia, el prestigio de las firmas y la riqueza del
contenido,_ creemos que lo merecían,
Este número colectivo y extraordinario de Iglesia-Mundo, di
rigido
y coordinado por Miguel Ayuso, es una muestra admira
ble de
cómo
el catolicismo tradicional sabe trabajar en equipo,
sin que obsten legítimas preferencias o aun diferencias
no des
preciables,
cuando
la ocasión lo requiere. ·
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
_ La cuidada presentación no desmerece del contenido. Algu
nas erratas, una permuta en la colocación de las fotografías co
rrespondientes a dos artículos y una tercera cubierta no muy
afortunada bajo
la rúbrica di, Buhardilla, apenas pueden pro
ducir
una pequeñísima sombra, que queda desvanecida pór
la
poderosa luz que encierra el trabajo.
R BOTELLA.
Mamtel Bonilla Sauras: LOS AMIGOS DEL PSOE.
INFOR_ME -CONFIDENCIAL (*)
Manuel Bonilla Sauras, Abogado en ejercicio de Hu esca, es
uno de los mayores especialistas españoles por su rigor y serie
dad en ese complejo mundo de la búsqueda e -investigación de
los movimientos subterráneos de la historia. En donde se habla
• tantas veces con frivolidad y con ligereza, Manuel Bonilla pro
fundiza
y estudia, tal como vemos en esta obra.
Antes acostumbraba a añadirse en muchas
Pllblicaciones la
coletilla «esta publicación se edita en medio de grandes dificul tades». Pues bien, en el caso concreto de este libro esa aseve
ración es una realidad que el autor
.me ha
confirmado,
El libr.o, escrito entre 1983 y 1984, permaneció en poder de
la Editorial Planeta durante seis meses. En este
tiempo, el
libro
fue
leído por un
miembro cualificado del
-PSOE
y la editorial,
guiendo su consejo y el del comité asesor, no lo publicó.
No es, por tanto, éste un libro por encargo editorial y con
abundante provisión de
fondos, que
permiten ciertas libertades,
pero que
en el
fondo se traducen, la mayoría de las veces, en
una
servidllmbre de
«encargo».
En este libro no se trata de una historia del PSOE, desde
sus orígenes hasta la actualidad. Ahora bien, este documento,
excepcional por su labor de seguimiento de muchas noticias e
informaciones, bastante inéditas, que pasan desapercibidas para
la gente, rebate las afirmaciones de José Mario Armero, de que
la reciente historia de España no está al alcance del pueblo
y
lo hace con un sinfín de datos, acompañado de una bibliogra
fía selecta,
cotejada toda y en poder del autor ( 1 ). Así, pues, a
(") Editorial Arca de la Alianza Cultural, S. A., 319 págs. Madrid,
1986.
(1) Al contrariO de otros autores, el. autor posee todos los hDros ci
tados en su bibliografía y no :«fusila»-los libros de otros investigadores.
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Por último, la reproducci6n de la eilciclica del Papa Pío XI,
Divini Redemptoris, del 19 de marzo de .1937 -pronto se cum
plirá el cincuenta
aniversari~, recoge
la indiscutible
condena
·
de
la Iglesia Cat6lica hacia el .marxismo-leninismo, aunque nu
merosos obispos, tan celosos
cuando se
produce una visita de
Monseñor Lefebre, en advertir del grave riesgo para los fieles de
acudir a sus celebraciones, o en condenar a Sudáfrica o a Chile,
permanezcan mudos cuando sacerdotes de su di6cesis hablan de
la alineaci6n de la religi6n. . ·
lJna
esperanza,
única en realidad casi que podemos tener,
es la intervenci6n divina, a través de María, que con sus men
sajes como el
.de Fátima,
representa
la luz frente al terrible y
desolador panorama de tinieblas que nos rodea. Es decir, como
algul)os eclesiásticos,
que la revoluci6n mar
. xista
está empeñada en la liberaci6n del hombre, es, como dice
el autor, o la opini6n de un estúpido ignorante. o
la de un vul
gar y abominable Judas.
ANGEL MAESTRO.
Miguel Ayuso .(coordinador): LA CRUZADA QUE REHIZO
UNA PATRIA
(*)
La efemérides del cincuenta aniversario del Alzamiento Na
cional
no
había de
pasar inadvertida, aunque de hecho el aluvión
propagandista haya sido menor de lo que presumiblemente ca
bía esperar.
Varias publicaciones, de signo diferente, han acome
tido la tarea de presentar
· a sus. lectores
el balance del proceso
que culmina en la guerra de 1936-1939, así como la valoraci6n
de sus causas
y consecuencias y, en suma, el repertorio de valo
res elementales arraigados en nuestro pueblo que sali6 a la su
perficie en ocasi6n tan decisiva. No podemos mencionarlas a todas, pero
Cuenta y Razón, Sillar, Razón Española y, destaca
damefite
también
Verbo, han aportado sus reflexiones, dedican
do un número. respetable de páginas al asunto.
Iglesia-Mundo se ha sumado también a la conmemoraci6n,
con el importante número monográfico que comentamos, y que
ofrece. la peculiariedad de no ser una simple reuni6n de ensayos
diversos -por más que resulten
interesantes tales
misceláneas
sino que obedece a un plan trazado y coherente.
(*) _ Número exttaorcliruµ-fo y monográfico de la revista Iglesia.Mundo,
núm. 323-324, julio de 1986, 80 págs.
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Ha sido nuestro amigo y compañero en las tarea; de Verbo,
Miguel Ayuso, quien ha tomado sobre sus hombros la tarea de
dirigir y coordinar
la obra. Una obra que puede calificarse, por
tanto,
de
colectiv~ a pesar de ciertas repeticiones y desigualda
des inevitables.
Y una obra que obedece, también con matices,
desde luego, a una inspiración común:
la del pensamiento tra
dicional.
· En
efecto, Miguel Ayuso ha contado con los equipos intelec
tuales más solventes-y con las personalidades más relevantes del
catolicismo político español,
asf como
con algunas aportaciones
que ha buscado fuera de nuestras fronteras. No hay más que re
pasar la lista de colaboradores que encabeza el número: Miguel
Ayuso, José Pedro
Galvíío de Sousa,
Andrés Gambra, Estanis
lao Cantero, Francisco José Fernández
de· 1a Cigoña, José Ma
nuel
Martín Carmena,
Julián Gil de Sagredo,
Manuel de
Tu
ya, O. P., José Antonio García-Noblejas, Manuel de Santa
Cruz,
Javier
Nagore,
María Luisa
Rodríguez Aisa,
Nicolás López Mar
tfnez, Blas
Piñar, José
María Alsina,
Victorino Rodríguez, O. P.,
Francisco Canals,
Gonzalo Femández
de la Mora, Vicente
Marre
ro,
Enrique
Díaz Araujo, Nemesio. Rodríguez
Lois, Marco Inver
nizzi, Rafael Gambra, •Luis María Sandoval, Eulogio
Ramírez y
Alvaro
d'Ors. Nómina completísima; casi diríamos que_ apabu
llante, y que resulta además muy cercana a nuestra revista, al
ser una buena parte colaborado.res y
todps prácticamente
amigos
de
Verbo.
Son· doce los capítulos -integradÓs por una o varias contri
buciones- en que Ayuso ha distribuido el material: presenta ción;
la historia profunda; . los antecedentes; el derecho a la · re
beldía;
la persecución religiosa; la reacción nacional y eclesial;
teología del 18 de Julio; una objeción: el clero vasco; la actitud
de los intelectuales; repercusiones en el mundo;
¿qué que(la de
todo
aquello?,
y conclusión.
I) En la presentación -que .lleva por titulo El ·sentido de
un
conflicto--
el coordinador explica las razones que le han lle
vado
a planear el trabajo y demuestra que las distintas colabo
raciones no son. µIconexas sino que obedecen a un ~iste¡:n.a. «La
guerra de España -comienza su artículo--, a los cincuenta años,
no se nos presenta
comQ. tema
de disertación académica, sino que
penetra hasta la juntura de nuestrá carne y de nuestro
espíritu.
Quizá
porque levanta
el gran tema filosófico-político de la con
vivencia y su sentido. Tema que no es
en absoluto
sobrepasab)e
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y que no cabe zanjar con reconciliaciones qne sólo lo son de
apariencia»
(pág. 5).
En
efecto, continúa, lo que se dilucidó con sangre en
los
campos
españoles no
fue una meta cuestión
de poderío, domi
nio o explotación colonial. Fue una lucha espiritual, de ideas, entre quienes pretendían fundar la
coexistencia sobre bases es
tales y laicas y quienes se aferraban a Ja
comunidad de base re-
ligiosa.
·
II)
A demostrar que la causa
inicial· de
la
guerra fue
el
sentimiento religioso herido, y a trabar su cohesión con las gue
0
rras civiles del siglo XIX, se dirige el capítulo segundo. Porque
para encontrar la historia profunda es preciso desbaratar muchas
veces la maraña del convencionalismo.
·
José
Pedro
Galvao de
Sousa encuentra de plena actualidad
y de palpitante vigencia los ideales
que· dieron
vida al 18 de
Julio:
«La España
castiza no
muere. Sabrá
siempre defenderse
y no perderá conciencia de su vocación histórica: la defensa, ex
pansión y restauración de la Cristiandad»
(pág. 9).
Andrés Gambra,
por su parte, se enfrenta con una de las de-
. ficiel!cias más llamativas
en el elenco bibliográfico, hoy cuan
tioso, sobre la historia contemporánea de España: la que se de tecta
«en el
modo de enfocar el sentido profundo y el trasfondo
ideológico de las discordias civiles que, durante más de cien años,
han conmovido esa etapa de nuestra historia» (pág. 10). Su ar
tículo, titulado
Un siglo ,J.e tragedias: historia de una continui
dad, es un modelo de síntesis rigurosa y atrayente exposición.
III) Lo& antecedentes
se refieren, como es obvio, a la
pe
ripecia de la Segunda República. Abre el epígrafe un artículo
de Estanislao. Cantero, a nuestro entender uno de los más
im
portantes del número, sobre Los .cat6licos y la adhesi6n a la Re
pública:
el equivoco de
un pretendido «ralliement» español,
que
nos gustaría ver más desarrollado, y en el que con la misma pon
deración que ausencia. de enmascaramiento, discute las tesis de
«El Debate» y Angel Herrera sobre la adhesión de los católicos
al régimen republicano. Si Cantero trata de las interioridades de los católicos durante
los años republicanos, Francisco José Fernández de la Cigoña
-en breve
aportación-
se ocupa
del laicismo violento y
ilgre
sivo
de la legislación y
praxis del
régimen. «Que la Iglesia
vie
ra
el cese de la persecución
--concluye--como
una bendición
de Dios sólo resultará incomprensible para aquellos que están
ciegos por los prejuicios»
(pág. 17).
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Finalmente, José Manuel Martín Carmona desarrolla la cues
tión de
La ilegalidad de los poderes actuantes. Su exposición pre
tende encontrar respuesta a una serie
_de interrogantes:
«La su
blevación, ¿rompió con la legalidad ...
? Pero, ¿puede afirmarse
la legitimidad del Gobierno del Frente Popular? ¿Habían desa
parecido las condiones mínimas
que todo
gobierio debe
rurur res
pecto
a imparcialidad, a garantizar el orden público y a gestionar
el bien
común? ¿Podía
decirse, siquiera, que seguía habiendo
legalidad?» (pág. 18). Tras un fino análisis jurídico, esmaltado
de referencias a los hechos, de la
maco de
famosos historiadores,
concluye
---
similar a como lo hicieron los
m,rgistrados,
catedráticos,
abogados, diputados a Cortes, académicos, ex mi
nistros y
·algún ex
presidente del Consejo, redactores de un im
portaote
Dictamen-que no había «ni legitimidad de ejercicio,
ni
legitimidad de
origen,
ni siquiera legalidad alguna» (pág. 20).
IV)
Júlián Gil
de Sagredo
ofrece -y
es el cuarto
capítu
lo-
un resumen de la doctrina de los grandes teólogos y juristas
de la Iglesia católica sobre el derecho a la resistencia armada
activa contra el poder ilegítimo. Eulaza, por tanto, con
el ar
tículo de Martín Carmena
donde
_ éste
termina y desarrolla desde
un ángúlo teórico
la
justificación _moral
de dicha resistencia, ba
sacja en
el derecho natural que posee la sociedad a su propia sub
sistencia y, consecuentemente, a su autodefensa cuando
el poder
tiránico ataca sus mismos fundamentos (pág. 23 ). A continua
ción analiza las tres condiciones «que requieren los inmortales
clásicos españoles para que el levantamiento armado, lícito en
principio contra el poder ilegítimo de origen o de ejercicio, sea
t
en su planteamiento y realización»: probabilidad
_ de éxito; que
el bien que se consiga sea mayor que el mal que
se produce; y moderación en el modo (págs. 24
y 25).
·-
V) Ex post facto se añaden las pruebas de la persecución
religiosa. Maouel de Tuya, O. P., sintentiza un más extenso tra
bajo suyo sobre la
Teolog!a del martirio, del que se deduce una
conclusión apodíctica: hubo mártires auténticos
-in odium fi
dei-
en la Guerra de -Uber_ación. Como argumento de autori--
dad
se añade un conjunto de textos que expresan
el magisterio
de la Iglesia sobre
el valor martirial _de numerosos españoles en
la Cruzada. José Antonio García-Noblejas, bien conocido por su
piadosa dedicación a estas cuestiones, con un ensayo muy
inte:
resante
de carácter descriptivo, complementa el planteamiento
t;,ológico del
P. Tuya.
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Finalmente, en lo que hace al tema de la persecución reli
giosa, Manuel de Santa Cruz, en un artículo breve e incisivo en
juicia
el significativo retraso que han sufrido las causas de ca
nonización de los mártires de
la Cruzada, a la luz de vatias po
litizaciones. Efectivamente
-como sostiene
Santa Cruz con su
agudeza característica-,
la prevención de un riesgo de futura
politización en dirección nacional, como excusa para no afrontar
la canonización de los mártires, abre un camino disimulado, pero
conocido
y eficaz,
de apoyo
.a la politización a favor de los comu
nistas
(pág. 34 ). El texto de Manuel de Santa Cruz merece una
atenta consideración y, pese a lo que pueda parecer, no creemos
que haya sido desvirtuado por el Dictamen de noviembre de 1985 sobre las tres carmelitas descalzas asesinadas en Guadala
jara
el 24 de julio de 1936.
VI)
La reacción nacional y eclesial,
qué duda
cabe, no es
· abarcable
en una decena de páginas. Las colaboraciones que in
. tegran
este apartado son sólo unas calas en un mundo comple
jo y riquísimo que, a pesar de los años transcurridos y las inves tigaciones innumerables que se le han dedicado, no termina de
ser agotado nunca.
Dos contribuciones -las de María Luisa Rodríguez Aisa y
Nicolás López Martínez--son
de carácter general, mientras que
las otras dos
-las de
Javier Nagore y Bias
Piñar-se
refieren
á a"Spectos concretos.
La doctora Rodríguez Aisa, efectivamente, gran conocedora
de
los intersticios de las relaciones Iglesia-Estado durante este
periodo, valora la mutua independencia y sana cooperación que
las presiden en el nuevo Estado y subraya
el mismo amor, ar
diente y apasionado, a Dios, a su Iglesia, a España, que destacó
en ambas partes
(pág: 40).
Don
Nicolás López Martínez
evoca
la Carta Colectiva del Episcopado Español de 1937, en la que
los obispos lio pretenden exponer una
tesis doctrinal sobre las
cuestiones de orden moral y jurídico, religioso e histórico que
se
hallan envueltas
en el origen de
la guerra, sino aportar hechos
y emitir juicio sobre ellos desde la perspectiva de su función
pastoral (pág. 41). Y a en los aspectos concretos, Javier Nagore
--en una · ex
posición
emotiva- destaca
el ejemplo admitable de Navarra,
volcada
eh defensa de Dios y España, convertida, como dijo
Bernard Fay y recuerda Miguel Ayuso en la presentación, en
capital del
espíritu. Bias
Pifiar, por su parte, insiste en el ca-
·
rácter
de Cruzada que tuvo la guerra y
lo prueba «mediante ~a
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personaficaci6n subjetivadora de la santidad objetiva de su causa» (pág. 44) en
la figuta de Antonio Rivera, el Angel de El Alcá
zar, ejemplo de combatiente-santo.
VII) Dentro del bloque «Teología del 18 de julio» vienen
tres artículos. En el primero, José María Alsina muestra c6mo
se desminti6 de forma contundente que España hubiera dejado
de
s.er cat61ica,
gracias sobre todo al pueblo carlista navarto,
que tanto tuyo que ver con que el Alzamiento excediera
d,; un
simple
golpe de tim6n para restablecer
la legalidad republicana.
En el segundo, Vktorino Rodríguez, O. P., resume el veredicto
de reprobaci6n de la persecuci6n religiosa
y de justificaci6n de
la sublevaci6n que hicieron cuatro grandes .maesttos domínicos: Luis Alonso Getino, Ignacio Menéndez Raigada, Venancio Carro
y Vicente
Beltrán de
Heredia (págs. 48-50). En tercer lugar,
Francisco Canals avizora la guerra desde la perspectiva de la
Teología de la Historia. Para comprender en plenitud su carácter de Cruzada hay que tener presente
-escribe---una
dimensi6n
fundamental del problema: «Muchas de las corrientes políticas
que se han ido sucediendo en la Europa
moderna desde
los si
glos en que a
la revoluci6n religiosa protestante siguieron las
revoluciones políticas de inspiraci6n
filos6fica anticristiana, no
son opciones políticas opinables, sistemas preferidos por
tale.s
o
cuales grupos de ciudadanos
. para
organizar
la vida común en
la sociedad política. Se ttata de sistemas globales, de concepcio
nes del
mundo y de la vida, que en su dimensi6n política no son
sino la puesta en práctica de una
. modalidad
de inspiraci6n filo
sófica anticristiana
y antiteística» (pág. 51). Este párrafo, cierta
mente revelador, es una concreción al tema que nos ocupa de
la guerta de
España de lo por él mismo sostenido en un magní
fico
artículo publicado en nuestras páginas, El
ateísmo como so
porte ideológico de la
democracia ..
VIII) El cap!mlo ocho, el más corto, se ocupa de la pá
gina negra que, personas de
.distintos signos
o intenciones, han
querido situar al lado de las páginas deslumbrantes de
la Cru
zada de 1936. Se trata de las sanciones del Ejército Nacional
contra algunos sacerdotes vascos. Tema que no ha sido rehuido
-escribe J. Ulibarri-, en primer lugar, por amor a la verdad,
y en segundo, porque el no hallar mayores culpas realza aún
más el conjunto de la
Ctuzada. Ulibarri
se
refiere a
la cuestión
aprovechando
el importante material inédito, fruto de pacientes
y rigurosas investigaciones, del padre agustino y profesor de
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Universidad José Gutiérrez Alvarez. La conclusi6n es esclare
cedora: «No fueron fusilados por ser sacerdotes, ni por actí
vidades sacerdotales, sino por actividades políticas y aun milita
res ajenas
al sacerdocio y difícilmente compatibles con el mismo,
realizadas en estado de guerra» (pág. 55).
IX) La actiutd de los intelectuales es objeto de dos co
mentarios.· Gonzalo Femández de la Mora, en el primero, de
muestra c6mo
la casi totalidad de los intelectuales huyeron de
la zona republicana para no ser asesinados; c6mo Unamuno, Ortega, Marañ6n, Azorín, Menéndez Pidal, Pérez de Ayala, Ba
roja, García Morente y Juan Ramón Jiménez entre muchos fue
ron
-en definitiva- solidarios de la España nacional. La con
clusión de su brillante artículo, sin embargo, choca algo con el tono del resto del número. Dice Así: «En la guerra de España
se enfrentaron dos concepciones del mundo, las mismas que hoy
separa el tel6n de acero. Naturalmente, la genunina inteligencia
estuvo del lado de la razón y de
la libertad» (pág. 59). ¡Qué
duda
cabe que fue una guerra· de cosmovisiones!
¡ Y que la ge
nuina
inteligencia sólo
podía optar
por la razón y
la libertad!
Lo que no nos parece igualmente correcto, en cambio, es sim·
bolizar el fundamentum dívisionis en el telón de acero. Como
si nuestra guerra no hubiese tenido igualmente profundas con
notaciones contra
el demoliberalismo. Más exacto nos parece el
juicio de Alvaro D'Ors, en la conclusión del número, según el
cual los españoles vieron, casi sin ·enterarse, canjeada su victoria
de
La Cruzada nacional por la de una guerra mundial en la que
vencieron los que eran, en
el fondo, sus enemigos exteriores,
y de la que
ella había conseguído mantenerse apartada. Juicio
en el que se comprenden tanto
fas contradicciones
del Estado
que
s.lió de
la guerra como
el posterior movimiento reformista
rupturista que acabó dándole muerte. Pero
· como
hechos dife
renciados del espíritu de la
guerra.
Vicente
Marrero, en
la segunda de las colaboraciones de este
epígrafe, toma como materia de su comentario la posición, hoy
cada vez más extendida, de los que juzgan aquel enfrentamiento
como una gran frivolidad
y la actitud de la Iglesia como un
parejo error. Son los «exquisitos» que, por encima del bien y
del mal, tienen la exclusiva en
la interpretación del fen6meno
de nuestra guerra. Juilán Marías, Javier Tusell y los demás co
faboradores del número de Cuenta y Razón sobre la guerra es-
. pañola,
son a quienes dirige Marrero su ponderada andanada.
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X) Las repercusiones en el mundo compreden tres contri
buciones que apenas acotan una parte de las mismas. Quizá aquí hubiesen hecho falta más aportaciones, aunque hay que recono
cer que las escogidas son
de gran calidad, especialmente las que
llegan de Argentina e Italia. En efecto, Enrique Díaz-Araujo, en breve espacio, consigue
una panorámica formidable sobre
la: influencia
del 18 de julio
en
la conciencia hispanoamerciana. Gran parte de los datos en
que apoya su síntesis figuran en notas a pie de página,
.que en
este
caso son tan importantes como el propio texto. Por ellas
desfilan los
testimonios de Meinvielle, Junco, Pereyra, Restrepo,
Lira o de. la Riva-Agüero
y tantos otros (págs. 62-65).
Desde Europa es Marco Invernizzi quien
pone su
punto de
mira en
la conducta de los cat6licos italianos. De su estudio se
desprende el convencimiento de que la guerra de España sigue apasionando hoy en Italia. Y en- Francia. Es posible que esta
pasi6n sea
la que haya causado la negativa del director de un
famoso bimensuel
y el silencio del de una no menos conocida
revue mensuel, según
nos ha explicado el coo.rdinador de esta
obra. Cierra esta parte un apunte de Rodríguez Lois sobre los
·
cristeros.
y la Cruzada española de 1936.
XI) Pero también
s'e hacía
preciso acercar aquellos hechos
a la situación en que España se ehcllentra cincuenta afios des~
pués. ¿Qué queda de todo aquello? .
Desde
luego, la respupesta es difícil
y s6lc;, en el distingo y
nunca en la generalizaci6n abusiva podrá encontrarse la clave.
Los tres artículos que
se dedican
a ello
prc;,porcionan induda
bles
pautas para su consecunci6n.
Rafael Gambra brega con El Estado que naci6 de una Cru
zada. Y, en una
síntesis magistral, pone de manifiesto, entre sus
evidentes logros, ciertas fallas no despreciables: «Razón profun
da de esta debilidad espiritual del régimen fue que, mientras en
sus principios fundamentales o alta legislación
recibió una
inspi
ración tradicional y cat6lica, en
la base de sus instituciones loca
les, regionales, profesionales,
permaneció tenazmente
aferrado a
una praxis estatista o dirigista, rehuyendo los peligros de la sana
libertad cuando
la paz ambiental hubiera permitido hacerlo, lo
cual anuló en gran medida su representatividad y su verdad o
coherencia espiritual» (pág. 73 ).
Luis María Sandoval encuentra el porqué de la victoria
. en
La
victoria del orden. Sus -consecuencias
apuntan a
nuestros días:
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INFORMACION llIBLIOGRAFICA
«Hay que conocer y respetar escrupulosamente el orden natural,
incluido el
orden natural
del mundo social y político...
Debe
mos guardamos de la tentaci6n de cierto anticlericalismo de de
rechas, que de hecho se ha producido por
culpa de las veleida
des políticas de algunos de nuestros obispos ...
» (pág. 75).
Con este último párrafo de Sandoval enlaza la colaboración,
dolorida, de Eulogio
Ramfrez. Bajo
el título
Victoria de la Re
volución sobre la Revelación
describe el cambio de frente de la
Iglesia: de apoyo de la Cruzada y del régimen de confesionali
dad
que nació
de ella, al enfeudamiento en
la democracia atea;
de querer que se cumpla entre nosotros la voluntad de Dios, a
querer que se cumpla entre nosotros la voluntad del hombre, con independencia de la voluntad o Ley de Dios (pág. 76).
XII)
. La
conclusión corre a cargo de Alvaro d'Ors. Y ha
sido un gran acierto del coordinador haberle hecho el encargo a
él. Porque su contribución -con la que se cierra el. númer0c-
es
una joya por su síntesis, su pentración y su agudeza. Perfec
ta de forma y fondo. Su título es
Pacifismo (al medio siglo de
nuestro 36) y, efectivamente, comienza atacando los últimos fun
damentos
del pacifismo moderno: «La paz debe superar la gue
rra como el silencio supera las palabras, pues guatdar silencio no
es
lo mismo que ser mundo. Y ahí está, justamente, la diferen
cia entre el hombre pacifico, que
se' abstiene
o deja de hacer
una guerra posible, y el pacifista, que niega toda posibilidad de
ella:
el pacifista no es aquel .que sabe guardar silencio, sino el
que reduce a mudez» (pág. 78).
A continuación va desgranando ideas que merecerían un de
sarrollo mayor. Algunas -la visión
del terrorismo
como
guerra
unilateral
(pág.
78)-han
sido objeto ya de ensayos anteriores.
Otras
~«nuestra guerra,
quizá por desgracia, fue sólo una Cru
zada y no una verdadera
guerra civil»
(pág. 79)-, que nosotros
sepamos, todavía no. Desde estas páginas animamos al profesor
d'Ors a hacerlo, para gozo de sus lectores y difusión de
lo
verdad.
Hemos de terminar esta ya demasiado larga
resefía. La gra
vedad de la materia, el prestigio de las firmas y la riqueza del
contenido,_ creemos que lo merecían,
Este número colectivo y extraordinario de Iglesia-Mundo, di
rigido
y coordinado por Miguel Ayuso, es una muestra admira
ble de
cómo
el catolicismo tradicional sabe trabajar en equipo,
sin que obsten legítimas preferencias o aun diferencias
no des
preciables,
cuando
la ocasión lo requiere. ·
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
_ La cuidada presentación no desmerece del contenido. Algu
nas erratas, una permuta en la colocación de las fotografías co
rrespondientes a dos artículos y una tercera cubierta no muy
afortunada bajo
la rúbrica di, Buhardilla, apenas pueden pro
ducir
una pequeñísima sombra, que queda desvanecida pór
la
poderosa luz que encierra el trabajo.
R BOTELLA.
Mamtel Bonilla Sauras: LOS AMIGOS DEL PSOE.
INFOR_ME -CONFIDENCIAL (*)
Manuel Bonilla Sauras, Abogado en ejercicio de Hu esca, es
uno de los mayores especialistas españoles por su rigor y serie
dad en ese complejo mundo de la búsqueda e -investigación de
los movimientos subterráneos de la historia. En donde se habla
• tantas veces con frivolidad y con ligereza, Manuel Bonilla pro
fundiza
y estudia, tal como vemos en esta obra.
Antes acostumbraba a añadirse en muchas
Pllblicaciones la
coletilla «esta publicación se edita en medio de grandes dificul tades». Pues bien, en el caso concreto de este libro esa aseve
ración es una realidad que el autor
.me ha
confirmado,
El libr.o, escrito entre 1983 y 1984, permaneció en poder de
la Editorial Planeta durante seis meses. En este
tiempo, el
libro
fue
leído por un
miembro cualificado del
-PSOE
y la editorial,
guiendo su consejo y el del comité asesor, no lo publicó.
No es, por tanto, éste un libro por encargo editorial y con
abundante provisión de
fondos, que
permiten ciertas libertades,
pero que
en el
fondo se traducen, la mayoría de las veces, en
una
servidllmbre de
«encargo».
En este libro no se trata de una historia del PSOE, desde
sus orígenes hasta la actualidad. Ahora bien, este documento,
excepcional por su labor de seguimiento de muchas noticias e
informaciones, bastante inéditas, que pasan desapercibidas para
la gente, rebate las afirmaciones de José Mario Armero, de que
la reciente historia de España no está al alcance del pueblo
y
lo hace con un sinfín de datos, acompañado de una bibliogra
fía selecta,
cotejada toda y en poder del autor ( 1 ). Así, pues, a
(") Editorial Arca de la Alianza Cultural, S. A., 319 págs. Madrid,
1986.
(1) Al contrariO de otros autores, el. autor posee todos los hDros ci
tados en su bibliografía y no :«fusila»-los libros de otros investigadores.
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