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Número 257-258

Serie XXVI

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La historia y la providencia divina

LA HISTORIA Y LA PROVIDENCIA DIVINA
El reto de las predicciones del futuro y la Providencia divina
sobre· el mundo.
«El reto, desde luego, es tremendo, pero la ingenuidad del
"hombre es muy grande.
Incluso
las predicciones para

el futuro,
"basadas en

proyecciones del
pasado, se
hallan su;etas a
la causa­"lidad del
hombre
y a sus concretas intervenciones. En razón
"de este

principio nos vemos
confirmados en la·importancia de "las discusiones

que habéis emprendido en
la esperanza
de pro­
"mover el

verdadero bien del hombre. Para aquellos de entre
''nosotros_ que somos herederos de la
tradici6n judea-cristiana o·
"de otras

tradiciones religiosas,
ahi emerge
también
el importan­"te elemento
de la Providencia divina sobte el mundo y la reali­
,, dad

de
su acción.

El antiguo Salmista expresó esto diciendo:
"Si el

Señor no construye la casa, en vano
traba;an los
que la
"construyen" (Sal 127, 1)».
JuAN PABLO-II: Alocución con ocasión de la
Conferencia internacional
sobre · «Población Y futuro urbano» organizada · por el «Fondo de las Naciones _ Unidas pata la Población», el 4
de septiembre de 1980. L'Osservatore Romano,
edición semanal en lengua española, año XII,
núm: 42 (616),' domingo 19.de octubre de 1980.
El realismo .J,el cristianismo en su acción ante el contexto
histórico.
«El cristiano debe darse cuentá de la reilidad histórica en
J~qúe vive. El cristiano debe ser realista y reconocer va/.ientemen­,., té las caracter_ísticas de la sociedad en que está llamado a vivir.
»Ahora bien, no es. difícü · comprobar que en el campo· filo.-·
"sófico e ideológico,' se
halla presente una mentalidad
raciona­nlista, agnóstica y a veces induso antiteísia y ahticristiana; para "no pocos, el único ideál es el de bienestar planificado y el del "hedonismo.
La crisis de valores ha penetrado en el sistema de
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"vida. cotidiana, en la estructura de la familia, en la pedagogía, 1
' en el modo mismo de interpretar el sentido de la existencia y
"el
significado
de la historia.
»fa una comprobaci6n que el cristiano debe hacer valiente­
"mente, recordando, sin embargo, que no todos los valores han
"sido destruidos,. que haya una· profunda "ansia de verdad", y
nque debe convivir en este contexto histórico, tratando de-atr1,ar
"a todos y ser luz sobre el candelabro y fermento en la· masa,
J}sea cualquiera la situación en _que llegue a encontrarse. El co­
"nocimiento iluminado y equilibrado del propio tiempo hace al
ncristiano sabiamente optimista y lo salVa de encerrarse en vanas
"lamentaciones; cada época de la historia debe ser entendida y
"y amada para ser salvada por Cristo y por la Iglesia».
· JuAN PABLO II, Alocución a los peregrinos
de las di6cesis de Reggio Emilia, y Guastalla,
Italia,
el 4 de octubre de 1980. L'Osservatore
Romano, edición semanal en lengua española,
añoXII, núm. 51 (625), domingo 21 de diciem-
bre de 1980. ·
Historia y Providencia divina.
«Los más grandes pensadores, fil6sofos, historiadores y po­
"líticos se
han

preguntado el porqué de la historia humana
y
"de sus vicisitudes; y también el hombre sencillo de la calle
"siente el

aguij6n a veces
desaga"ador de
estos inte"ogantes.
"Muchas

son las soluciones que se han intentado y ofrecido;
"pero, a pesar de todo, la
.raz6n permanece

impotente: no sabe
"responder satisfactoriamente a los interrogantes fundamentales;
"constata efectivamente un indudable desarrollo y progreso de
"la humanidad

a costa de enormes fatigas y
dolores, y,
sin
em­
"bargo, desconoce la causa.
»La Palabra de Dios nos enseña que sol.amente Jesucristo,
"Verbo Encarnado, puede responder a los i1'terrogantes que nos
"agobian: la historia está llena de fen6menos
y de movimientos
"que se van sucediedo los unos a los otros. Pero todo acontece
"dentro del designio de la Providencia, según las leyes trazadas
"por Dios
Creador
y Señor: la ley del amor, por la que Dios ha
"creado
al hombre inteligeme y

libre, porque quiere
su amor y
"su
colaboraci6n;

la ley del coniraste, por la
cual la cizaña exis­
"te
y

crece ;unto al buen trigo;
.. y la ley de la gloria, por la. que
"toda la humanidad camina hacia la
resu"ecci6n final. Y,

por
"lo tanto, aun llevando en nosotros las heridas de la historia, es
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"necesario saber. interpretar todos los acontecimientos a la luz
"de lo ol,to, es decir, en la realidad de la Providencia, de la con­
" clusi6n fino!, de las vicisitudes,

de la eternidad: "Porque,
en
"El vivimos y nos movemos y existimos" (Act 17, 28), dice
"San Pablo) y añade: ')Porque ninguno de nasotros para sí mis­
nmo
vive y ninguno para sí mismo muere ... Sea que vivamos,
"sea que muramos, del Señor somos" (cf. Rom 14, 7-8)».
JUAN PABLO II: D~ a los· prófugos de
Venecia Julia, Friuli y Dalmancia el 21 de oc­
tubre de 1985. L'Osservatore Romano, edición
semanal en lengua española, año XVII. núm. 48
(883), domingo 1 de diciembre de 1985.
La historia no es un progresó necesario, sino un acontecimien,•
to de la libertad.
< nlo .me¡or, sino más bien un acontecimiento de libertad) más
"aún un combtJte entre libertades 'que sé oponen

entre
si, es
de­
"cir, según la eonocida expresi6n de San Agustin, un conflicto
"entre
das amores:
el amor de Dios llevado hasta el desprecio
"de si,. y

el amor de
si mismo
llevado hasta el desprecio de Dios».
JuAN PABLO II: Exhortación Apostólica «F>­
miliaris consorcio». L'Osservatore Romano, edi­
ción semanal en lengua española, año .XIII,
núm. 51 (M7), domingo 20 de diciembre de
1981.
E] camino que Dios ha trazado a toda la raza humana en la
historia.
«Hoy la Iglesia nos invita a todos y cada uno de nosotros
"a emprender voluntariamente y con alegria el sendero que Dios
"ha trazado para toda la raza humana. El Profeta Isa/as habla
"de este sendero como "subir al monte del Señor, al templo del
"Dios de Jacob" (cf. Is. 2, 3). Una parte de este "subir" es la
"vocaci6n der hombre

a buscar
la humanidad·
plena y auténtica,
"a afinar

y desarrollar
sus cualidades espirituol,es y corporales,
"en la

lucha por someter el mundo haio su control mediante el
"avance de sus conocimientos y median,te su -propio traba;o.
"Esto hace la familia humana con el progreso cultural ( cf. Gau­
"dium e spes,
53).
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Fundaci\363n Speiro

»Los hombres y mujeres de nuestro tiempo son totalmente
n conscie_ntes de que, hoy_ más qué nunca, están· llamados a con­
"figurar su propio destino en este mundo. Los medios para con­
"s.eguirlo son cada vez más áccesibles: una meior comprensión
"de la tierra y sus secretos; una meior comprensión de la per­
"sona humana y de la actividad humana; una me;or compren­
"sión del movimiento de la historia y ·de la ürganización social;
"Y el mundo de las comunicacio"nes, que da cada vez a más gente
''la opo,tunidad de participar en el progreso moderno. Estamos
"luchando para que nazca un mundo más humano. !!
»Donde hay un gran bien por conseguir, se necesita igua/,­
"mente una gl'an madurez moral y un gran sentido de la justicia.
"Si una visi6n de la. dignidad sublime de la persona humana
"--'-una dignidad

que se
basa en
la relaci6n única de cada uno
"con el

Creadro y Redentor, una dignidad ligada a la naturaleza,
"origen y destino
tr,;nscendente del

hombre-, el progreso ca-
"rece de una dirección segura. .
»Jesucristo, el camino, la verdad y la viJa, nos revela el sig­
"nificado real de la historia.
Revela el plan ,fe Dios para la
"humanidad. Jesús habla a nuestra libertad y nos llama para
"promover el progreso humano verdadero al
darnos su

ley de
,, amor y de servicio: })Este es mi precepto: que oS améis ufios
"a otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). El Evangelio pu­
"rifíca y

fortalece toda cultura, capacitándola para ayudar al
"hombre a "subir dl monte á-e Yavé.· .. El nos enseñará sus ca­
"minos e iremos por sus sendas"
(IS 2, 3)»·.
JUAN PABLO .11: Hornilla durante la Misa ce­
lebrada en el Hipódromo Victoria, Adelaída, do­
mingo · semanal en -lengua española, año XVIII núm. 50
(937), domnigo 14 de diciembre de 1986.
El progreso histórico no es el simple resultado de una especie
de proceso dialéctico que nos exi_me de nuestro compro­
miso personal, ni la corriente de· la gracia divina de la
redención nos resta la posibilidad de sustraernOs a ella.
«¿Vamos hacia lo me;or? ¿Vamos hacia lo peor? Para el
"cristiano no hay dudi· la redención de Cristo,· que comienza
"en la santa noche de Navidad, lleva progresivamente a la hu-
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"manidad redimida y que acoge esta rendención, al triunfo so­
. "bre el mal
y sobre la muerte.
»Ciertamente a medida que se va hacia Dios aum.entan
prue­
"bas
y dificultades. Esto vale tanto para el camino de la Iglesia
"como para el de cada
uno de

los cristianos.
las fuerz/JS hostiles
"a
la

verdad
y a la justicia --como nos explica todo el libro del
"A1>0calipsis-aumefltan, en el curso de ta historia, sus tramas
"y -su violencia contra quien quiere seguir el camino del R.eden­
,,tor. Por tanto, en definitiva, a pesar de los riesgos y l(ls derro­
"tas parciales, la historia marcha hacia el triunfo del bien,. hacia
"la victoria

final de Cristo.
. »Ast
pues, para el cristiano el progreso histórico es una rea­
"lidad y una esperanza ciertd; no es, sin embargo, el simple re­
"sultado de una especie de proceso dialéctico qtJe nos exima de
"nuestro compromiso personal por la justicia
y la santidad; y el
"hecho de

estar colocados, mediante la
redención, en u11a corrien­
"te de

gracia divina que nos lleva hacia el reino, no .quita la la­
"mentable
posibilidad, por

parte de cualquiera de nosotros, de
"substraerse
voluntariamente a

la
fuerza benéfica

de ese influjo
"divino».
"
«No, no -aumenta el mal: aumentan las pruebas. Y pue·sto
"que Dios, junto con la prueba da también la fuerza para supe­
"rarla (cf.
1 Cor 10, 13), la abundancia del .. mal, que nas quie­
"re herir y seducir} termina por transfomarse en una sobreabun­
" dancia de bien y de gloria. Por eso San Pablo pudo decir que
"«donde abundó el pecado sobreabundó
la gracia» (Rom 5 20 ).
"En el curso del tiempo aumentan
las ataques contra .el
reino
"de Dios y contra los que quieren seguir piadosamente a Cristo;
"pero aumenta también el don de fortaleza que les concede el
"Esplritu Santo,

de modo que
al. final todo

se resuelve en la
"victoria para cuantos han permanecido fieles.
»Esta es, queridos hermanos y hermanas, la perspectiva con
"la que debemos encaminarnos a afrontar y vivir el año nuevo
"que tenemos delante. La vida de aquí abajo no es, por sí mis­
"ma, un c6modo
y garantizado viaje hada lo me¡or. Desde los
"primeros años de nuestra vida !f,OS daiftos cuenta de ello si te­
"nemos los oios abiertos.

Lo
me;or es
ciertamente una· perspec­
"tiva real; la humanidad, guiada por el Pueblo de Dios, está
"marchando en esta dirección; pero para cada uno de nosotros
"esta marcha hacia lo «me;or» no está privada de riesgos y de
"dificultades;
.y, sobre todo, está sometida cada día a la prueba
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"de nuestra responsabilidad, debe ser el obieto de una elecci6n
"libre».
JuAN PABLO II: Catequesis en la audiencia
~eneral del miércoles 29 de diciembre -de 1982.
L'Osservatore Romano, edición semanal en len­
gua española, año XV, núm. 1 (731), domingo
2 de enero de 1983.
El misterio de la ·actuación de Dios en el mundo a través de
la historia.
« ..•. de becho, no han faltado al hombre, a lo largo de toda
"su
historia, yá sea

en el pensamiento de los fil6sofos, ya en las
"doctrinas
.de las grandes religiones,

ya en la sencilla reflexi6n
"del hombre de .la calle, razones para

tratar de comprender,
más
"aún,
de ¡usti/icar la

actuaci6n de Dios en
el mundo.
»Las soluciones son diversas y evidentemente no todas son
• "aceptables, y ninguna plenamente exhaustiva. Hay quien desde
"los tiempos antiguos se ha remitido al hado o destino ciego y
"caprichoso, a la fortuna vendada. Hay quien para afirmar a
"Dios ha comprometido el libre albedrlo del hombre: o quien,
".sobre .todo en nuestra época contemporánea, para afirmar al,
"hombre y su libertad, piensa que debe negar a Dios. Soluciones
"extremistas y unilaterales que nos hacen .comprender al menos
"qué lazos fundamentales de· vida entran en ¡uego cuando deci­
"mos· «Divina Providencia»: ¿cómo se con¡uga la acción omni­
"potente de Dios con nuestra libertad, y nuestra libertad con sus
"proyectos infalibles? ¿Cuál
será nuestro

destino
futuro? ¿C6-
"mo interpretar y reconoCer su infinita sábiduría y bondad ante
"los males del mundo: ante e( mal moral del pecado y el sufri­
"miento _del inoceme? ¿Qué sentido tiéne esta historia nuestra,
"con el despliegue a través de los siglos, de acontecimientos, de
"catástrofes terribles y
de. sublimes
actos de grandeza y de san­
''.tidad? ...

¿El eterno, fatal retorno de todo
al Punto de

partida
"sin tener ;amás Un punto de llegtidd, a no sér un cataclismo
"final qué Sepultará tóda vida

para siempre, o
--aquí el
corazón
"siente tener rai.ones más

grandes que las que su pequeña lógica
''llega a ofrecerle- hay un Ser Providente y Positivo, a quien
"llamamos .Dios, que nos rodea con su inteligencia, ternura, sabi­
'1duría, y guía -<
suaviter» nuestra ·existencia
-la -r.ea­
"lídad, el mundo, la historia, nuestras mismas voluntades rebel-
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Fundaci\363n Speiro

"des, si se lo permiten- hada el descanso del «séptimo dia»,
"de una creaci6n que llega finalmente a su cumplimiento?».
JUAN PABLO II: Catequesis durante la audien­
cia general del ·miércoles, 30 de abril. L'Osser­
vatore Romano, edición semanal en lengua es­
pañola, año XVIII, núl)l. 18 (905), domingo
4 de mayo de 1986.
La Providencia en la vida del hombre y en la historia.
«Dotado de ttil, podríamos decir, equipamiento "existencial'",
"el hombre parte para su viaie por el mundo. Comienza a es­
"cribir .la propia

historia.
La Providencia Divina lo acompaña
"todo el camino.
Leemos también en el libro del Sirácida:
»"El mira siempre sus caminos y / nada se esconde a sus
"oios ... / Todas sus abras están ante El / como está el sol y
"sus
o¡os observan / siempre

su conducta"
(Eclo 17, 13, 16).
»El
Salmista da a
e,ta misma

verdad. una expresi6n conmo­
''vedora:
»" Si tomara las alas de la aurora / y quisiera habitar al ex­
"tremo

del mar, / también allí me tomaría tu mano
y / me
"tendría _tu
di,.tra" (Sal 138/139, 9-10). " ... Del todo conoces
"mi alma. / Mis huesos no te eran ocultos ... "
(Sál 138/139,
"14-15).
«La Pfovidencia Divina se hace, por tanto, presente en lti
"historia del hombre, en la historia de su pensamiento y de su
"libertad, en la historia de los corazones y de las conciencias.
"En el hombre y con el hombre, la acci6n de la Providencia
"atcanza una dimensión "histórica", en el sentido de que sigue
"el ritmo y se adapta a las leyes del desarrollo de la naturaleza.
"humana, permaneciendo inmutada e inmutable en la soberana
"trascendencia de su ser
"que no
experimenta
mutaciones." La
"Providencia es una preséncia eteriza en la historia del hombre:
"de cada uno y de las comunidades. La historia de las naciones
"y de todo el género humano se desarrolla ba¡o el "ojo" de
"Dios y bajo su omnipotente acción. Si todo lo creado es "cus­
"todiado" y gobernado por la Providencia, la autoridad de Dios,
"llena de paternal solicitud, comporta} en relación a Zo·s seres
"racionales y libres, el pleno respeto a la libertad, que es expre-
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Fundaci\363n Speiro

"si6n en el mundo · creado de la imagen y semejanza con el mis­
" mo

Ser divino, con la misma
Libertad divina».
JUAN PABLO II: Catequesis durante la audien~
da general del miércoles 21 de mayo. L'Osser­
vatore Romano,
edición semanal en lengua es­
pañola, año XVIII, núm. 21 (908), domingo
25 de mayo de 1986.
Los tiempos en los pueblos y las naciones en la historia se­
gún la Providencia Divina. -
«Así, pues, los Apóstoles ·pr.eguntan·: n ¿es ahora cuando vas
"a restaurar la soberanía de Israel?". Porque su modo de pen­
"sar estaba todav/a ,totalmente

impregnado por las expectativas
nde la náción, a la que °pertenecian, y cuya opresión compartían.
»La respuesta de Jesús es la misma, como siempre: "no os
"toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre
"ha establecido

con su autoridad" (Act
1, 7). Hay los tiempos
"de la
historia terrena

del hombre, los tiempos de los
pueblos y
nde las naciones., de Sus caídas y de sus recuperaciones. Pero
"el "tiempo" en que piensa Jesús es otro: "Cuando el Espiritu
n descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos
"en ]erusalen, en toda Judea, e11 Samaria, y hasta los confines
"del mundo" (Act 1, 8). ·
»Por lo tanto:· un tiempo diverso, una .historia diversa, un
"reino diverso del reino terreno de Israel. El Espiritu Santo os
"sacará fuera,

a las calles de Jerusalén: y luego
os impulsará
"más allá, hasta los confines· de la tierra, a todos los pueblos,
"a las naciones y a las gentes, a todas las lenguas,. culturas y
"razas, a todos los continentes.
»El Salmo de la liturgia de hoy habla de lo mismo:
»"Pueblos todos, batid
pabnas, / aclamad

a
Dios con
gritos
"de ;úblio; / porque el Señor es rey del mundo. / Dios reina
"sobre las naciones" (Sal
46/47, 2-3.9).
»El Reino que "n.o es· de este mundo", el Reino de Dios,
--" está

revelado en estas palabras una
vez más, como una inttO·
Nducción a la Ascensión, a la exaltación de Cristo en la gloria
"del Padre.
»Bote Reino
· se
realiza mediante la historia de los pueblos
"y de las naciones, mediante todo el coniunto de la historia del
"hombre
en la tierra.

Se realiza por obra de Cristo: efectiva­
"mente, El es la plenitud de todas las cosas.
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Fundaci\363n Speiro

»Es necesario, pues, que se abran más profundamente /os
"oios del

espíritu humano, que se abran a través de todas las
"vicisitudes de la temporalidad, mediante la
historia. del mun­
"do, de nuestro mundo ·contemporáneo. Es necesario que el Pa­
,, dre de la gloria ilumine los ojos de la mente de todos, para
"que podamos

comprender la esperanza a la que estamos llama­
"dos en

Cristo, a qué gloria tan grande».
JuAN PABLO II: Homilía dmahte la Misa
celebrada en · la basílica de San Apolinar in ·
Oasse de Ravena. L'Osservatore Romano, edi­
ción semanal en lengua española, año XVIII,
núm. 20 (907), domingo 18 de mayo de 1986.
El sentido de la histoi-ia y de la Providencia según San ·A~s-­
tín.
«Agustín tuvo un profundo sentido de la historia. De ello
"es un

testimonio la
monumental. obra

inmortal de la
Oudad
"de Dios. Efectivamente,. en esta ·ob'ra· maestra _la doctrina se
"expone en el arco de la historia comprendido entre_ la creación
"y su final escatológicq. La doctrina agustiniana que se encarna,
"por así decir, en el dinamismo hist6rico. de la humanidad en
"camino hada la sa/.vación, está aqui dominada por tres gran­
"des ideas: la Providencia, la ;usticia y la paz.
»La Providencia no sólo guía la historia de los individuos,
"sino también

la de las sociedades e imperios; la ¡usticia, gra­
"ba,l.a por

Dios en el corazón del hombre como un
ideal (De
"Trin. 14, 15, 21), debe ser fundamental en todo reino humano
n -son suyas estas fuertes expresiones: "remota iustitia., quid sUDt .
"regna, nisi mala latrocinia?" (De civ. Dei, 4, 4)-y es funda­
nmental en toda auténtica ley --asimismo son suyas estas otras
"no menos .fuertes palabras: "mihi lex esse non -videtur qtiae
"iusta non fuerit" (De lib. arb. 1, 5, 11)-. Con la ¡usticia sur­
,, ge

la paz:
paz terrena

que el Estado debe promover
y defender,
"en lo

posible a través de la paz
y no de la guerra: "pacem pace
"non bello";
y la paz celeste que es propia de la Ciudad de Dios;
"o sea, "la sumamente concorde y ordenada sociedad de los que
ngozan de

Dios
y mutuamente en Dios" {De civ. Dei 19, 13)».
JuAN PABLO II: Discurso a los participantes
en el Congreso sobre San Agustín el 17 de sep­
tiembre de 1986.
L'Osservatore Romanó, edi­
ción semanal en lengua española, año XVIII,
núm. 41 (928), domingo 12 de octubre de 1986.
755
Fundaci\363n Speiro

La realización del designio de Dios en la historia requiere
de los estímulos
y esperanzas que vienen del Evangelio
y de nuestro esfuerzo.
«No se trata de una utopía. Si se quiere de verdad, se pue­
,, den crear en el mundo condiciones nuevas, estructuras nuevas,
}}relaciones
nuevas efltre los
individuos, los grupos
social.es y los
"pueblos, para asegurar la paz en la justicia y en la fratenidad.
"Jamás me cansaré de repetirlo a todos
y de invitar a todos
"a la

esperanza
y al estímulo del porvenir, que nos vienen del
"Evangelio Y que e_ncuentra confirmación en los "signos de los 11tiempos".
»Pero debo añadir que los nuevos tiempos no llegan sin
"nosotros, o sea, Sin el esfuer:r.,o de nuestra colaboración cons­
"tructiva en
la realización
del designio de Dios en la historia».
756
JuAN PABLO II: Discurso a los obreros en el
establecimiento de la nueva ltalsider el sábado
21. L'Oss.ervator~ Ro111ano, edición semanal en
lengua española, año XVII, núm. 40 (875), do­
mingo 6 de octubre de 1985.
Fundaci\363n Speiro