Índice de contenidos
Número 259-260
Serie XXVI
- Textos Pontificios
- Estudios
-
Actas
-
La familia, célula primaria de la libertad
-
Lo que Hispanoamérica necesita para su liberación
-
Familia, ámbito de comunidad y libertad
-
Civilización y colonización
-
El orden político internacional
-
La doctrina social de la Iglesia y la empresa
-
Sandinismo en Nicaragua: ¿una revolución liberadora?
-
Crónica XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica
-
Plática del Rvdo. P. Manuel Martínez Cano en la Santa Misa del sábado 10 de octubre de 1987 [XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
La verdad en la libertad [Palabras en el Acto Litúrgico final de la XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
- Información bibliográfica
- Crónicas
- Verbo

Autores
1987
La verdad en la libertad [Palabras en el Acto Litúrgico final de la XXVI Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
LA VERDAD DE LA LIBERTAD
siempre: La santidad no es una utopla, sino una hermosa reali
dad. Vivamos como
Sonia esclavos
de la voluntad divina.
Y con la Virgen Maria, seamos esclavos del Señor. Digamos
con
Ella: rHe aqul la
esclava del Señor, hágase en mi
según Tu
palabra».
Vivamos la esclavitud mariana,
vida cristiana
reserva
da por Dios Nuestro Señor
para los
últimos
ti~pos. SI, siempre
fieles hi¡os de la Virgen
Santisima. Vivamos en su
rega:t,o como
niñitos
confiados
y alegres. En fin, con Juan Pablo 11, el Papa
de la Virgen,
digam<>sle a
Nuestra Madre del Cielo:
TOTUS TUUS MARIA
Sí. Vivamos la esclavitud mariana.
As/ viviremos la autén
tica libertad de
los hi¡os de
Dios.
LA VERDAD DE LA LIBERTAD
Palabras en el Acto Litúrgico final de la XXVI Reunión de
amigos de la Ciudad
Católica, en
el Tibidabo, el
13 de· octubre
de
1987.
Gracias, Señor, por habernos dotado de libre albedrío, y ha
bemos
señalado cauces
de
realización perfectiva de
la libertad,
que son las tablas del Sinaf y las Bienaventuranzas evangélicas.
Gracias también, Señor, por hacemos. responsables
. del
ejer
cicio personal y social de nuestra libertad. Ni nos sentimos
con
denados
a
ser libres l)Í. nos preguntamos escépticamente «la liber
tad para
qué». Aprendimos
de Ti
y de tu Santísima Madre a
decir
sí al Padre, que nos llama a ser
pereíectos por
libertad
y
gracia, como Tú eres perfecto por naturaleza. ..
Sabemos,
Señor,
y estos días lo hemos repensado bien, que
nuestra libertad o autonomía no es absoluta. Originariamente
no nos _hemos hecho nosotros libres, sino que somos hechura
tuya, y, formalmente, el ejercicio de nuestra libertad limita ne
cesariamente, en su principio, la apetencia del bien en común,
y
en su término, la saturación deíin.itiva de la posesión de Dios
en el Cielo, donde
los Bienaventurados no podrán
apetecer
ni
elegir otra cosa. Santa Teresa expresaba esto así: «¡Oh cuándo
será aquel dichoso día; que te has de ver ahogado en aquel mar
1225
Fundaci\363n Speiro
VICTORJNO RODRJGUEZ, O. P.
infinito de la suma verdad, donde ya no serás libre para pecar,
ni lo querrás ser, porque estarás seguro de toda rniseria, natura
lizado con
la vida de Dios!». (Exclámaciones del alma a Dios, 17).
También
sabemos, Señor,
que nuestra libertad
relativa en
su
peregrinaje terrenal corre
muchos riesgos,
sobre
todo el dd pe
cado,
de la pérdida del sentido del mismo y del sentido de Dios
y consiguiente responsabilidad religiosa, y esto tanto en el ám
bito personal como en el social (pecado colectivo).
Tú
nos has dicho que «la verdad nos
hará Hbres» (Jn. 8, 32).
Es
la verdad sobre Ti, sobre nosotros y nuestras responsabili
dades personales y sociales, y la verdad sobre la
misma libertad,
tan
mal comprendida y utilizada por el liberalismo personal,
moral, socio-político y religioso. En esta XXVI Reunión de ami
gos de
la Ciudad católica fos organizadores nos han ayudado a
pensar
.en la
verdad de la libertad. El uso santificador de
la li
bertad ha de
ser en la verdad: «santifícalos en la verdad»
(Jn. 17, 17).
Tu Iglesia, Señor, nos ha enseñado que el Socialismo no es
auténtica libertad socio-política, porque no parte de un concepto
de auténtica libertad
y de su dignificación. Con mayor roncre
ción,
distiotos conferenciantes
han reinvidicado la debida libertad
de
los cuerpos
o instituciones intermedias naturales, frente al
absolutismo estatal, sea dictatorial o democrático, a la vez que
fijaban los justos
llmites a
la disgregación de nacionalidades, con
funestas concomitancias de enervación y desviación
religiosa.
As{
como
el buen uso de la
libertad engendra la virtud o
procede de ella,
y cuando es compartido o participado por los
demás constituye
el ambiente de la Ciudad .Católica o Ciudad de
Dios, el abuso personal y colectivo de
la misma conduce a la
degeneración o
ruina
de la Nación y al dominio de satanás.
Nuestra
Reunión termina el día de la Fiesta de Nuestra Se
ñora del Pilar.
Asi¡mo las
últimas palabras
de la oración del
Oficio Divino de hoy: «Concédenos, por su intercesión, forta
leza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor».
VrcTORINO RonRÍGUEZ, O. P.
1226
Fundaci\363n Speiro
siempre: La santidad no es una utopla, sino una hermosa reali
dad. Vivamos como
Sonia esclavos
de la voluntad divina.
Y con la Virgen Maria, seamos esclavos del Señor. Digamos
con
Ella: rHe aqul la
esclava del Señor, hágase en mi
según Tu
palabra».
Vivamos la esclavitud mariana,
vida cristiana
reserva
da por Dios Nuestro Señor
para los
últimos
ti~pos. SI, siempre
fieles hi¡os de la Virgen
Santisima. Vivamos en su
rega:t,o como
niñitos
confiados
y alegres. En fin, con Juan Pablo 11, el Papa
de la Virgen,
digam<>sle a
Nuestra Madre del Cielo:
TOTUS TUUS MARIA
Sí. Vivamos la esclavitud mariana.
As/ viviremos la autén
tica libertad de
los hi¡os de
Dios.
LA VERDAD DE LA LIBERTAD
Palabras en el Acto Litúrgico final de la XXVI Reunión de
amigos de la Ciudad
Católica, en
el Tibidabo, el
13 de· octubre
de
1987.
Gracias, Señor, por habernos dotado de libre albedrío, y ha
bemos
señalado cauces
de
realización perfectiva de
la libertad,
que son las tablas del Sinaf y las Bienaventuranzas evangélicas.
Gracias también, Señor, por hacemos. responsables
. del
ejer
cicio personal y social de nuestra libertad. Ni nos sentimos
con
denados
a
ser libres l)Í. nos preguntamos escépticamente «la liber
tad para
qué». Aprendimos
de Ti
y de tu Santísima Madre a
decir
sí al Padre, que nos llama a ser
pereíectos por
libertad
y
gracia, como Tú eres perfecto por naturaleza. ..
Sabemos,
Señor,
y estos días lo hemos repensado bien, que
nuestra libertad o autonomía no es absoluta. Originariamente
no nos _hemos hecho nosotros libres, sino que somos hechura
tuya, y, formalmente, el ejercicio de nuestra libertad limita ne
cesariamente, en su principio, la apetencia del bien en común,
y
en su término, la saturación deíin.itiva de la posesión de Dios
en el Cielo, donde
los Bienaventurados no podrán
apetecer
ni
elegir otra cosa. Santa Teresa expresaba esto así: «¡Oh cuándo
será aquel dichoso día; que te has de ver ahogado en aquel mar
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VICTORJNO RODRJGUEZ, O. P.
infinito de la suma verdad, donde ya no serás libre para pecar,
ni lo querrás ser, porque estarás seguro de toda rniseria, natura
lizado con
la vida de Dios!». (Exclámaciones del alma a Dios, 17).
También
sabemos, Señor,
que nuestra libertad
relativa en
su
peregrinaje terrenal corre
muchos riesgos,
sobre
todo el dd pe
cado,
de la pérdida del sentido del mismo y del sentido de Dios
y consiguiente responsabilidad religiosa, y esto tanto en el ám
bito personal como en el social (pecado colectivo).
Tú
nos has dicho que «la verdad nos
hará Hbres» (Jn. 8, 32).
Es
la verdad sobre Ti, sobre nosotros y nuestras responsabili
dades personales y sociales, y la verdad sobre la
misma libertad,
tan
mal comprendida y utilizada por el liberalismo personal,
moral, socio-político y religioso. En esta XXVI Reunión de ami
gos de
la Ciudad católica fos organizadores nos han ayudado a
pensar
.en la
verdad de la libertad. El uso santificador de
la li
bertad ha de
ser en la verdad: «santifícalos en la verdad»
(Jn. 17, 17).
Tu Iglesia, Señor, nos ha enseñado que el Socialismo no es
auténtica libertad socio-política, porque no parte de un concepto
de auténtica libertad
y de su dignificación. Con mayor roncre
ción,
distiotos conferenciantes
han reinvidicado la debida libertad
de
los cuerpos
o instituciones intermedias naturales, frente al
absolutismo estatal, sea dictatorial o democrático, a la vez que
fijaban los justos
llmites a
la disgregación de nacionalidades, con
funestas concomitancias de enervación y desviación
religiosa.
As{
como
el buen uso de la
libertad engendra la virtud o
procede de ella,
y cuando es compartido o participado por los
demás constituye
el ambiente de la Ciudad .Católica o Ciudad de
Dios, el abuso personal y colectivo de
la misma conduce a la
degeneración o
ruina
de la Nación y al dominio de satanás.
Nuestra
Reunión termina el día de la Fiesta de Nuestra Se
ñora del Pilar.
Asi¡mo las
últimas palabras
de la oración del
Oficio Divino de hoy: «Concédenos, por su intercesión, forta
leza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor».
VrcTORINO RonRÍGUEZ, O. P.
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