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Número 263-264

Serie XXVII

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Principios de antropología cristiana. En torno a la obra «Fecundación

PRINCIPIOS DE ANTROPOLOGIA CRISTIANA
EN TORNO A LA OBRA "FECUNDACION IN VITRO Y DIGNlJ)AD
HUMANA" DE TOMAS MELENDO
POR
EtmAi.oo FoRMENT
l. El doeumentO vaticano sobre Bioética
El pasado día 10 de marzo se cumpli6 un año de la publica­
ci6n por la Congregaci6n para
la Doctrina de la Fe, compuesta
por veinte miembros, y
cuyo. Prefecto es el cardenal Joseph Rat­
zinger, del documento
Instrucci6n sobre el respeto de la vida
humana naciente y la dignidad de la procreaci6n, con el subtitulo
Respuesta a algunas cuestiones de tWtualidad, que había sido
aprobado por Juan Pablo
II el día 22 de febrero, festividad de
la Cátedra del
Ap6stol San Pedro, del mismo año.
La instrucci6n, que se le conoce con el nombre de «Docu­
mento vaticano de
Bioética», dado ya incluso antes de su apari­
ci6n, eta bastante extensa, ocupaba cuarenta páginas en el texto
oficial, que estaba escrito en italiano, aunque
se redact6 también
en seis lenguas más, en espera
ele su versión latina.
· Su texto fue el resultado de un amplio y pl'\}fundo estudio
de la Congregación, iniciado siete años antes con la recogida de
una gran cantidad de documentación.
Se consult6 a siete Confe­
rencias Episcopales, a quienes les afectaba más la problemática.
T ambi.én se tuvieton en cuenta declaraciones públicas de ocho
episcopados y los pronunciamientos
personales de los obispos.
Asimismo
se pidi6 la colaboración de unos sesenta especialistas,
entre teólogos y moralistas, y de veintid6s
científicos de varias
disciplinas, entre los que había médicos, psiquiatras, bi6logos,
géneticos y sex6logos de diversas orientaciones ( 1
).
(1) Cf. ALBERTO Bovom, «La Instrucción de la Congregación para
la Doctrina de Fe sobre d respeto de la vida humana naciente y la dig­
nidad de la procreación. Historia del documento)¡\,, en L'Osservatore Ro­
mano, 22-III-1987, pág. 17.
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Fundaci\363n Speiro

EUDALDO FORMENT
En el breve Preámbulo, que le precede, se indica que la
Instrucción Donum vitae obedece a que «diversas Conferencias
Episcopales y numerosos obispos, teólogos, médicos y .hombres
de ciencia,
han interpelado a la ·Congregación para la Doctrina
de la Fe, planteando la cuestión de
si las técnicas biomédicas
que permiten intervenir
én la fase inicial de la vida del ser hu­
mano. y aun en el mismo proc~o procreativo son con·farmes con
los' principios de la moral católica».
Para responder con precisión a estas demandas,
el documento
se estructuró en forma de preguntas y respuestas, pu~to que,
como también se dice. en su Preámbulo: <<.. • • no pretende repro­
ducir toda
la enseñanza· de la Iglesia sobre · la dignidad de la
vida humana naciente y de la procreación, sino ofrecer, a la luz
de la doctrina precedente del Magisterio, una respuesta especí­
fica a los problemas planteados» (2).
Los juicios
ll\Orales sobre las intervenciones biomédicas en
las primeras fases de
la vida de la persona humana y en los
procesos de su procreación, que presenta este documento de
la
Santa Sede, de un modo claro y · concreto, se fundamentan en
una
antropología. Todas las respuestas, y las valoraciones éticas
que las motivan, se basan en una visión de la persona humana,
que-muestra su origen, su natur8Ieza y su destino.
Esta antropología, que se· ofrece de un modo sintético en la
Introducción de la instrucción, aunque expresa las enseñanzas
anteriores de la Iglesia y las continúa en materia de sexualidad,
no obstante, es esencialmente una visión del hombre estricta­
mente racional o filosófica.
De manera que sus argumentos de
fondo son válidos para todos los hombres, incluso para los no
creyentes
(.3 ).
Después de la Introducción siguen las tres partes en que se
divide el documento. La primera, titulada El respecto de los
embriones humanos, en seis capítulos trata de los problemas que
se derivan de las nuevas técnicas que permiten la manipulación
de los embriones humanos.
La segunda parte, que lleva por t!­
tu1o Intervenciones sobre la procreación humana} está dividida
en dos secciones: la primera, que se titula «Fecundación artificial
heteróloga»,
con tres capítulos, v la

segunda, titulada «Fecunda­
ción artificial homóloga»; con cinco capítulos, s.e refieren funda-
(2) Instr., El don de la vida, Preámb.
(3) Para.los _-creyentes, el documento, por estar aprobado expresamente
por
él Papa, es_ vinculante para su co~iencia moral. De manera gue si
hacen con plena advertencia y conocimiento lo que no permite el DJismo
cometen un · pecado grave.
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PRINCIPIOS DE ANTROPOLOGIA CRISTIANA
mentalmente a la inseminación attificial y a la fecundación in
vitro, con el semen de un donante o del marido, y el trasplante
de embriones.
La tercera parte, con
el título de Moral y ley civil, trata de
«los valores y las obligaciones morales que
la legislación . civil
debe respetar y sancionar en esta materia».
Por último, sigue
una breve COnclusión; en ella se confiesa que·-se intenta que se
entiendan: dos oposiciones. Por una patte, «la incompatibilidad
que existe entre
el reconocimiento de la dignidad de la persona
humana y el desprecio de
la vida y del amor»; y, por otra, «en­
tre
la fe en el Dios .vivo· v la pretensión de querer decidir atl,i,
trariamente el origen y el destino del ser humano» (

4
).
2. Fecundación in vitro y dignidad humana
A pesar de que la instrucción, «El don de la vida», es uno
de los trabajos sobre bioética
de mayor calidad que han apare­
cido, los medios de comunicación, por lo general, no
la trataron
con la seriedad qué ·merecía. Como se recordará, se ocuparon
ampliamente del documento, pero casi siempre interpretándolo
de una manera superficial, e incluso -irónica e irrespetuosa.
Las polémicas que se -suscitaron tampoco sirvieron para su
comprensión objetiva
y menos para su exacta valoración, pues,
hasta muchas posturas solidarias con el contenido del documento,
mostraron sus dificultades para
su admisión íntegra, o se adivi­
naron sus reservas explícitas o implícitas a algunas de las respues­
tas y argumentos.
Con el tiempo, además del incremento de este confusionis­
mó, se ha condenado al silencio, 1:ál como es costumbre con la
doctrina de los documentos de la Iglesia, la antropología ctis­
tiana que
se expone, y de la que dependen los criterios de sus
respuestas.
A partir de esta situación actual se comprende la extraordi­
natia importancia que tiene la reciente aparición del libro
Fe-.
cundad6n 'in vitro' y dignidad but11ana (5), que analiza valorati­
va.mente esta técnica de reproducción .. artificial desde el desarrollo
de esta
antropología. ·
La obra, que se ha publicado también .en versión catalana ( 6 ),
( 4) Instr., El don de la vida, Concl.
(5) ·ToMÁS MELENDO Fecundáci6n in vitrá _y_ ·_dil{.1iidiid h·umana, Bar~
celona, Ed: Casals, 1987, 140 págs.. · ·
(6) Idem; Fecundació 'in vitro' i dignittit ·humana, Barcelona, Ed. Sa­
sals, 1987, 138 págs.
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EUDAWO FORMENT
ha sido escrita por el profesor Tomás Melendo, catedrático de
Metafísica de la Universidad de Málaga, autor de importantísi­
mos trabajos de investigación
filosófica. Entre ellos hay que
destacar
el libro Ontologla de los opuestos (7), monografía que
se ha calificado de
«magistral~ (8).
El nuevo libro del Dr. Melendo es el número cinco de la
colección sobre cuestiones educativas «Humanismo cristiano», di­
rigida .por el conocido pedagogo catalán Pau López Castellote (9)
y editada por la Editorial Casals; esta colección, de la que han
aparecido seis volúmenes y se completará con otros dieciséis, que
están
en preparación, pretende ayudar a pensar a padres, pro­
fesores, catequistas, monitores y, en general, a todas· las perso­
nas, que de una manera u otra Se dedican a educar, los principa­
les problemas del hombre de hoy, coherentemente con el Magis­
terio de la Iglesia.
Los títulos que
se han publicado hasta el momento son: Hu­
manismo cristiano
de Pau López Castellote, obra · en la que se
trazan las líneas maestras del humanismo a partir del hecho
de la Encamación;
Dios y el hambre, de Eudaldo Forment,. que
es el estudio de dos planteamientos de
la búsqueda de Dios por
el hombre: el de Sal) Agustín v el de Unamuno; La búsqueda
del bien, de Margarita Mauri, que trata los fundamentos que las
personas pueden tener para distinguir el bien de lo que no lo
es y avanzar en su búsqueda; Ciencia y trascendencia, de Antonio
Prevosti, donde
se estudia el objeto propio de la ciencia y la
necesidad de ir más lejos cuando nos planteamos el sentido total
de la realidad;
Maria y la educaci6n, de Pau López, libro que
ofrece
un. estudio de las principales características del educador
cristiano· y cómo puede encontrar en María la ayuda para
.su
(7) ldem, Ontologia de los opuestos, Pamplona, EUNSA, 1982.
(8) · Cf. JuAN PEGUEROLES, «Tomás Melendo: Ontología de los apues­
tos», en Esplritu (Barcelona), 92 (1985), págs. 167-168.
(9) En sus libros ha expuesto de un modo completo y sistemático lo
que podría denominarse personalismo trinitario, porque su concepción hu­
manística gira en tomo a la _reflexión sobre el misterio de la Encarnaci6n.
De entre ellos destacan: Ay~, hoy, mañana. Reflexiones sobre la dimen­
si6n ambiental del hombre (Barcelona, Augusta, 1972); Bis cristians i l'edu·
caci6 deis fills (Barcelono, Ediciones CEAC, 1978; trad. cast. 1982); El
treball educa#u-entre les exigerJcies de la ciencia i de la fe . {Barcelona,
A.C.G., Col. lecci6 «Roses Pujades», 1983); La familia, escuela de la fa­
milia (Barcelona, Editorial Fert, 1987; trad. catalana, Barcelona. Ed. Ca­
sals, 1988); Humanismo cristiano (Barcelona, Ed. Casals, 1987). Cfr. E.
FORMENT, «Un personalismo trinitario»-, en Ctitaluña Cristiana, 405 (28 de
junio4 de julio de 1987), págs. 3 y 406 (5 de julio-U de julio de 1988), pág. 4. . .. . .
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PRINCIPIOS DE ANTROPOWGIA CRISTIANA
tarea; y la obra de Tomás Melendo sobre la manipulación ge­
nética.
Los temas de los próximos volúmenes continuarán inclu­
yendo temas filosóficos y prácticos,
ya que, como ha declarado
su director: «La colección quiere estar abierra a todo lo que sea
humano, porque todo ha sido sálvado por Jesucristo, desde lo
más profundamente filosófico hasra lo más profundamente sen­
cillo. Para poner ejemplos de esto último, hemos pensado vo­
lúmenes dedicados a cuestiones como la educación del buen gus­
to, la importancia de saber cocinar, la elegancia como forma de
respeto a los demás y la ambientación de la casa, como una for-
ma de amor» (10). ·
Ha escrito Monseñor Jaime Camprodón, Obispo de Gerona,
que presentó la colección, a finales del año pasado en Barcelona,
que: «sus promotores quieren prestar una colaboración en este.
caso mny valiosa, a quienes como ellos se dedican a la noble
labor de la educación. Educar,
para ellos, no. es golpear en el
vado. La educación de una persona es una tarea cuasi sacerdotal,
sagrada. Ese afán ha dado el acierto a la
colecci6n» ( 11 ).
Fecundación 'in vitro' y dignidad humana cumple perfecta­
mente estos cometidos, y, por ello, hay que agntdecer que se
haya encargado su elaboración a un antor de tanta competencia
como Tomás Melendo, que, además, ha sabido exponer
su con­
tenido con gran claridad, sin perder profundidad. Sin duda, todas
estas cualidades haoen que se lea con un creciente interés.
El libro no
es una glosa ni una explicación de la Instrucción,
que ni siquiera
se cira, pero se inspira en los principios antropo­
lógicos generales que
se formulan en la misma, y que, además de
desarrollarlos, los explica y relaciona con otras doctrinas
filosó­
ficas de diferentes autores. Lo cual constituye otro mérito de la
obra, que se carácteriza por su claridad.
Se sigue, así, en este libro la petició11 de la Congregación pata
la Doctrina de la Fe, en la conclusión del documento, de que
los investigadores «profundioen v hagan
más accesibles a los fie­
les las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, a la luz de una
concepción antropológicamente correcta de la sexualidad y del
. matrimonio y en el contexto del necesario enfoque interdisci-
plinar».
(10) J. PtQUER, •El pedagogo Pau López Castellote dirige una colec­
ción sobre cuestiones educativas», en La Vanguardia, 13-XII-1987, pág. 58.
(11) Dr. JAIME CAMPRODÓN, Prologo a Humanismo cristiano, op.· cit.,
página 5.
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EUDALDO · FORMENT
3. La lógica de la técnica y la lógica del amor
La obra no solo es muy útil para valorar las modalidades de
la fecundación
in vitro, según las exigencias de la dignidad de la
persona humana, sino también para la oomprensión de los as­
pectos antropológicos básioos señalados en. la Instrucción. Donum
vitae.
Un ejemplo de esto último lo constituye el epilogo, titu­
lado
«Valor y límites de la tecnología y de la ciencia», en donde
el Dr. Melendo aclara
perfectamente la evaluación de la instruc­
ción.
En ella se reconoce el valor de. la ciencia y el progreso téc­
nico, porque «la investigación científica, fundamental y aplicada,
constituye una expresión significativa del señorío del hombre
sobre
la creación» ( 12), el cumplimiento de la tarea confiada por
Dios de «dominar
la tierra» (13). Sin embargo, se advierte que
no
es un valor absoluto, que se justifica por sí mismo. De ahi
que «la ciencia y la técnica no pueden indicar por sí solas el
sentido de
la existencia y del progreso humano».
Igualmente sus mismos «criterios orientadores no se pueden
tomar ni de la simple eficacia técnica, ni de la utilidad que pue,
den reportar a unos a costa· de otros, ní, peor todavía, de las
ideologías dominantes». La ciencia y la técnica, por tener su
origen
en el hombre y por estar orientadas hacia él, deben tomar
su--criterio orientador y sus límites de la persona humana y de
sus valores morales,
es decir, «deben estar ·al servicio de la per­
sona humana». Sin esta subordinación a
la dignidad humana no
son neutrales, tal romo a· veces se sostiene, sino que «la ciencia
sin la conciencia no conduce sino a la ruina del hombre» (14),
o lo que es lo mismo, si la ciencia no sirve a la persona, la de­
grada.
Se puede comprobar perfectamente en las nuevas técnicas·
reproductivas, porque, como se demuestra en este libro, impli­
can una lógica que es idéntica a la mentalidad productora de
cosas. Indica Melendo en el mismo que: «la lógica de la técnica
resulta absolutamente distinta de la l6gica del amor, base de
la
generación natural ( ... ) reemplazar el amor por la técnica equi­
vale a transformar el respeto debido
al genituro en dominio
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(12) Instr., El don de la vida, Concl.
(13) Gen 1; 28.
(14) Instr., El don de la vida, Introd., n. 2.
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PRINCIPIOS DE ANTROPOLOGIA CRISTIANA
efectivo sobre él. Y esto es evidentemente lesivo para la digni-
dad del hombre» ( 15). .
Sin
la «lógica del amor», que exige la persona humana, que
supone una actitud de respeto, entre el
técnico o productor y lo
producido
-en estos procedimientos . de procreación artificial,
otra persona, aunque totalmente
indefensa'-se establece una
relación de dominio, que es,
por ello, totalmente inaceptable.
Con este abuso de poder de la ciencia y la técnica sobre la
persona humana,. precisamente en el momento en que
más pro­
tección requiere, como hace aotar la Instrucción: «la vida
y la
muerte quedan sometidas a -la decisión del hombre, que de este
modo
termina por constituirse en dador de la vida y de la muet­
te por encargo». Aunque, a veces, _se continúa advirtiendo: «esta
dinámica de violencia y de dominio puede pasar inadvertida para
los mismos;
que,. queriéndola utilizar, qtiedan dominados por
ella».
La instrucción concluye su reflexión sobre esta «fría 16gica»,
aplicada al ser humano, con la signiente afirmación y advertencia:
la fecundación in vitro y «la mentalidad abortista que la hecho
posible lleva así,
se desee o no, al dominio del hombre sobre la
vida y sobre
la muerte de sus semejantes, que puede conducir
a un eugenismo radical» ( 16
).
Esta valoración de la ciencia y la técnica por parte de la
Iglesia no debe causar ningtUia extrañeza, en ·un momento en
que también señalan sus peligros los movimientos ecologistas,
los que se preocupan por los temas del medio ambiente, la
alimentación sana, el abuso de medicamentos, por
la energía nu­
clear, etc.
Tampoco puede afirmarse, tal como se ha hecho mucl,as ve­
ces, que el documento es una lista de «noes» a las tecnologías
reproductoras, porque, como explicó el cardenal Ratzinger, desde
esta
· consideración de la ciencia «se comprende que los no rela­
tivos a ciertas experimentaciones y técnicas reprcx:luctivas son, '
en realidad, un si dado al hombre, un testimonio en favor de la
dignidad
y de la salvación del hombre» (17) .
. Ni
es posible sostener que con ello no se respeta la autonomía
de la ciencia y de
la técnica. Ya desde el principio del documen-
(15) TOMÁS MELENDO, Fecundaci6n. 'in vitro' y dignidad humana, op.
cit., pág. 102.
(16) Instr., El don de la vida, 2.• parte.
(17) JosEPH RATzINci-ER, «Aspectos antropológicos de la Instrucción
sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procrea­
ción», en L'Osservatore Romano, 22-111-1987, pág. 18.
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EUDALDO FORMENT
to, se reconoce que:. «el Magisterio de la Iglesia no interviene
en nombre de una particular competencia en el ámbito de las
ciencias experimentales», porque en su propio orden y límites
son totalmente independientes. Sin embargo, no lo son en
cua11.to
actividad ejercida por el hombre, ya que todos los actos huma­
nos. son.objeto de la normativa ética,
y, por tanto, las ciencias
y las técnicas están también sujetas a
la moral. En este sentido
no sori autónomas.
De ahí que la Iglesia no se inmiscuya en el campo cie11tlfico
en cuanto tal, sino que, legítimamente y considerándolo un de­
ber; con la Instrucción propone: «la doctrina moral conforme
_a la dignidad de la persona y a su vocación integral, exponie,ido
los criterios para la 'valoración moral de las aplicaciones de la
investigación científica y de la técnica a la vida humana en sus
inicios» (18 ).
4. Unidad y dignidad de la persona
El documento vaticano _no afirma ni niega ninguna tesis 'cien­
tífica,
. ni mucho menos se opone al avance de la ciencia y de 'la
técnica; únicamente valora éticamente determinadas prácticas
bio­
genéticas actuales, siguiendo unos criterios que se derivan de la
visión del hombre de la Iglesia. Esta antropología, que también
se expone en.· el misl;llb, no es nueva, sino una síntesis de las
últimas enseñanzas sobre el_ hombre del magisterio de la Iglesia_.
De ahí que se citen textos_ de la constitución Gaudium et spes
del Concilio Vaticano II, de la encíclica Mater et magistra del
Papa Juan
XXIII, de la encíclica Humanae vitae de Pablo VI, la
exhortación apostólica Familiaris consortio de Juan Pablo II, y
otros muchos textos
. del Papa actual.
La antropología cristiana, que presenta de modo
resumk\o
la lnstrucción, se apoya en tres principios fundamentales ( 1!1),
sobre los que casi no se ha hablado en los comentarios que ha
suscitado, ni en los
críticos, ni en los escasos elogiosos. El libro
del profesor Melendo,
en cambio, no solo formula estas tesis
antropológicas, sino que las e¡¡:plica y desartolla, de tal manera.
que se advierte perfectamente la coherencia de
la antropología
cristian.1 y, lo que es más importante, su poder convincente en
el orden estrictamente filosófico o racional. · 1
(18) Instr., El don de la vida, Introd., n. l. · ; :
(.19) Cf. J. RATZINGER, Aspectos antropológicos sobre el respeto df:lf1.
vida humana naciente y la dignidad de la procreación, op. cit., págs. 17.18.
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PRINCIPIOS DE ANTROPQLOGIA CRJSTI4-NA
,, El -primer principio-,,1,mtropol lnstrucci6n es la enunciaci6n de la visión del ser humano comó
«totalidad unificada», según expresión de Juan P .. blo II (20).
Para
esta_ visi6n- globaliza tjdental de la persona, sina una de sus partes constitutivas, pre­
cisamente
en la que se exterioriza el ser personal del hombre,
que posee, gracias a su
espíriru, su otro constirutivo. La persona
h1,1mana es espirirual y corporal.
El cuerpo , del ,hombre no es _ig1,1al que el de los animales,
porque «ert yirtüd-de su unión sustancial con un alma espiritual,
el cuerpo humano no puede _ser reducido a un complejo de teji­
dos, 6rganos
y funciones, ni puede ser valorado con la misma
mc;xlida· que el cuerpo de' los a¡¡jmales, ya -que es parte consti'
tutiva de una persona, que a través de él _se ""presa y se mani­
fiesta»
{21). De ahí que el cuerpo no sea un «objeto o una cosa
de la que
se puede usar, sino sujeto» o un fío como lo es la
persona, y que si se .desprecia al cuerpo se desprecia también a
la~ona. ____ _
_ El segundo principio; que es el -más Quclear por fundamen­
tar
al anterior y, por ello, en el libro de Melendo se expone y
estudia con gran profundidad, -consiste en la afirmación de la
dignidad de
_ la . persona humana. La cual explica que no sea ni
pueda ser tratada-como un «objeto», un «algo»,- sino-que siem­
pre es «alguien», ·un «sujeto».
Este principio, como pone
d~ relieve Fe,cundación -'in vitto'·
y' dignidad humana, es -el_ que proporciona -los priocipales argu­
mentos para descalificar
las técnicas -de reproducción · humana.
De manera que, ·se -dice_ en la Instrucción, «t?l~s.-procedimientos
no deben-tec;hazarse por el hecho ·de: ser art1f1ctales ( ... ) deben
ser
valorados_ moralmente por ,s1Crelación. con la' dígnidad de la
persona ,humana» (22).
0La -persona .merece que.se-le respete su ·dignidad, que nunca
sea tratada como -un objeto que se utiliza. De lo que se sigue
que: «el ser humano debe ser respetado
y tratado-como persona
desde
el iostante de su concepción, y, por eso, a partir de ese
mismo momento
se le -deben reconocer los .-deréehos de la per­
sina, priocipalmente
·el derecho inviolable- de todo 'ser humano
inocente a
la vida». (23 ).
, Aunque la vida fístca' n<;>: agota el valor -de la persona hu-
(20) JuAN PABLO 11, Exhortación .Apostólica ,Familiaris consortio, 11. (21) Instr.,_ . .I;'( don ·de la vida,, Introd.,. n. 3. --
(22) Ibid., Introd., n. 4.
(23) -Jbid .• l.' Parte, n. l. ,
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EUDALDO FORMENT
mana y no es el bien supremo del hombre, sin embargo, es el
fundamento sobre el que se apoyan todos los otros valores per­
sonales. De este modo, «la inviolabilidad del derecho a la vida
del ser humano inocente 'desde el momento

de
la concepción
hasta
la muerte' es un signo y una exigencia de la inviolabilidad
misma de la persona, a la que el Creador ha concedido el don
de
la vida» (24 ). ·
La Instrucción insiste en la inviolabilidad de la vida humana,
recordando lo dicho por la misma Congregación para
la Doctrina
de la Fe, en
la Declaración sobre el aborto procurado, del año
1974, sobre la vida humana no nacida.
Se continúa afirmando,
por consiguiente, que: «desde el momento en que el óvulo es
fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre
ni de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarro­
lla por
sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ba .sido
desde entonces. A esta evidencia de siempre C .. ) la genética
moderna otorga un preciosa confirmación. Muestra que desde el
primer instante
se encuentra fijado el programa de lo que será
ese viviente: un hombre, este
hombre individual con sns carac­
terísticas ya bien determinadas (25).
Esta corroboración de la ciencia no lo
es sobre la existencia
del alma espiritual en el
embrión humano, porque «n!ngón dato
experimental
es por sí suficiente para reconocer un alma espi­
ritual; sin embargo, los conocimientos científicos sobre el em­
brión humano ofrecen una indicación preciosa para discernir ra­
cionalmente una presencia personal desde este primer surgir de
la vida humana: ¿cómo un individuo humano
podría _no ser
persona humana?».
Se debe, por consiguiente, tratar con el mis­
mo respeto que a cualquier otra persona humana. Independiente­
mente del modo que
se manifieste o exprese la vida humana,
debe, por ello, tratarse y respetarse tal como corresponde a su
dignidad .personal, distinta
y superior a todo lo demás. «Esta
enseñanza
-precisa el documento--permanece inmutada y es
Inmutable» (26).
El Incumplimiento de esta exigencia de
la dignidad personal
representa un delito contra la persona humana.· No cambia
la
naturaleza de este acto inmoral la bondad de las intenciones,
tanto objetivas como subjetivas, de
los sujetos que lo realizan.
Así, por ejemplo, aunque el próposito de
los médicos sea honesto,
(24) lbid., Introd., n. 4.
(25) CongregllCión para la Doetri_na de la Fe, Decl"aración sobre el
aborto procurado, 12-13.
(26) Instr., El don de la vida, l." Parte, n. l.
550
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PRINCIPIOS DE ANTROPOLOGIA CRISTIANA
buscándose d bien de la humanidad por medio del progreso de
su ciencia, no es suficiente para convertir en admisibles actos
que atentan a la dignidad de la persona humana. En general,
«ninguna finalidad, aunque fuese en
sí misma noble, como la
previsión de una utilidad para la ciencia, para otros seres hu­
manos o para la sociedad, puede justificar de algún modo las
experiencias sobre embriones o fetos humanos vivos, viables o
no, dentro del seno materno o fuera
de.él» (27).
Tampoco, por el mismo motivo, modifica
la moralidad del
acto
el deseo de los cónyuges de tener un hijo, que es una as­
piración en sí.misma legítima, .ya que «por parte de los esposos
el deseo de descendencia es natural: expresa la vocación· a la
. paternidad y

a
la maternidad inscrita en el amor conyugal». Se
comprende, se añade en el documento, que «este deseo puede
ser todavía
más fuerte si los esposos se ven afligidos por una
esterilidad que parece incurable»
(28). Por ello, se valoran los
esfuerzos
de la ciencia médica para curar la esterilidad. Incluso
los estimula
al indicar que: «se debe impulsar a los hombres de
ciencia a proseguir las causas de la esterilidad, de
mane.ra que
los matrimonios estériles consigan procrear respetando su digni­
dad personal y la de quien ha de nacer» (29).
Aun reconociendo
la . bondad de la intención de tener el hijo,
recuerda la Instrucción, que, «sin embargo, el matri!Donio no
confiere a los cónyuges ·el derecho a tener un hijo, sino solamente
el derecho a· realizar los actos naturales que de suyo se ordenan
a
la procreación» (30). Este auténtico derecho supone otro, pues
«la fidelidad de los esposos,
en la unidad del matrimonio, com­
porta el recíproco respeto de su derecho a llegar a ser padre y
madre exclusivamente el uno a través del otro» (31).
No
se posee el derecho al hijo, porque «un verdadero y pro­
pio derecho al hijo sería contrario a su dignidad y a su natura­
leza. El hijo no es algo debido y no puede ser considerado como
objeto de propiedad:
es más bien un don el más grande y el
más gratuito del matrimonio, y es .el testimonio vivo de la do­
naci6n recíproca de sus padres» (32).
El hijo, por ser una persona, no
puede considerarse nunca
(27) Ibid., l.' Parte, n. 4.
(28) Ibid., 2.' Parte, n. 8.
(29) !bid. Aunque sean viables otro tipo de intervenciones para la
ciencia aétual, la Instrucción recuerda que «lo que es técnicamente posible
_no es. por esa sola :tazón, moralment~ admisible» (Ibid., Introd., n. 4). (30) Ibld., 2.• Parte, rt. 8.
(31) lbid., 2.' Parte, n. l.
(32) Ibid., 2.' Parte, n. 8.
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BUDALDO FORMBNT .·\'·
como-un mediO para Otras, ·aunque sean --sus piui:lres·; es-isiempre~
como toda persona, un fin en sí, misma,. De' lo· contrario, se le
priva
de su dignidad personal; se le toma como las meras «cosas»;
que si son

«para» la persona, y pueden
,
y deben ser utilizadas
como medios. Porque-la· persona es ·-un-fin-·en sí -misma, es ob­
jeto de amor• por si misma, · de amor en sentido pleno y autén,
rico. Explicando esta propiedad esencial de la persona, Melendo
propone, por ello, esta nueva definición, de persona: es ,aquel
ser que es «sujeto y objeto de amor» (}J), que es capaz de amar
y ser amado con un
amor que se quiere el bien del otro, ,o con
amor de amistad (34), •
.
Los padres no tienen derecho al hijo, sino que «el hijo tiene
derecho a ser concebido, llevado en
las entrañas, traído al munc
do y educado en el matrimonio: solo a través de la referencia
conocida y
segura a sus padres pueden los hijos descubrir la
propia identidad y alcanzar Ia madurez humana» (35). : ·
Estos criterios éticos subjetivos, que parecen legitimar las
nuevas técnicas biomédicas
de procreación, como ha indicado el
cardenal Ratzinger, se presentair desde «una de las convicciones
más nefastas que, precisamente, esta 'tecnología' ha •introducido
en nuestra condencia: la idea de que la realidad no posee una
verdad
propia,:sino•que,es la intención del hombre y solo'ésta
la que crea el
significado ontológico de todo ( ... ). Una ,concepc
ción así en última instancia, tiene su raíz en la negación de la
verdad de la creación» (}6).
En este nuevo e
'importante libro de la colección Humanismo
cristiano,
además de explicar extensa y claramente esta segunda
tesis general de la. antropología cristiana, que constituye unó de
los pilares
c,entrales sobre los qge reposan las argumentaciones
de la
lnstruc;ción, la fundamenta filosóficamente. Para ello sigue
las doctri~s · dé la persona de Santo. Tomás y: de Kierkegaard,
que le
permiten demostrar que: «se puede distinguir en la per-
(33) ToMÁs MBLENDO, Fe;undaci6ti 'in vitro' y di"gnidad humana, oj,.
cit.,. pág. 34.
(34) a. F. CANALS V¡DAL, T eoria y pr4Xis en la perspecti~a de la dig­
nidad del ser personal, Actas Gmgreso «Teoría y Praxis», Nápoles, 1979,
vol. I, págs. 109 y sigs. Véase también J, BoFILL, Obra filosófica, (Auto­
ridad, ¡erarquía e individuo), Barcelona, Ariel, 1%7; págs. 11-23; y
E. FORMENT, «Amor y comunicación», en Espirita (Barcelona), 97 (1988),
págs. 5 y· -sigs. .. La· mayoría de autores. · de · la Es<;uelá to:niista de Ba"rcelona
se han 'ocupadq_ ·del _ terttá d~ · 1a _persona· y el amor, _
(35) Instr,, El don de lil ,oiJa, 2.• Pme, n. l. _
(36) J. RATZINGBR, Aspectos antropol6gicos de la· InStruct;i6n sobre el
respecto de
la vida humana naciente y la dignidad de la proieación, op, cit., pág. 18. , · -
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PRINCIPIOS DE ANTROPOLOGIA CRISTIANA
sona humana y en su dignidad dos elementos constitutivos: el
acto de ser personal, que
le confiere la nobleza inicial, no sus­
ceptible de menguar; y la relación -amorosa siempre creciente,
que, como fruto de
la libertad, completa· y acaba la dignidad
incoada en el momento

de
la creación» (37).
5. Antropología cristiana de la se:i.ualidad
··El tercer principio de la antropología éristiana, que se ex­
pone en la Instrucción, es menos general _ que los dos anterio­
res, pero también
es el fundamento de muchas de sus respuestas.
Su formulación es la sigueute: «el acto de amor conyugal { .. :)
es el único lugar digno de la procreación humana» (38 ).
Su sentido profundo viene dado por la visión cristiana- de
la sexualidad humana, que últimamente había recordado -Juan
Pablo
II en sus enseñanzas catequéticáS. Sin embargo, en las
discusiones a esta
tercera_ tesis, por lo general, se· ha silenciado
esta
: antropología de la sexualidad, -a pesar de que también en
la Instrucción se ofrece _una síntesis_ de la misma. Constituye,
por esto, un gran
acierto el que ·en Fecundación 'in vitro' y digc
nidad bumana se dedique una tercera parte de la obra a su ex­
posición y desarrollo.
El punto de partida_ de la antropología de la sexualidad es_­
taría en la visión del amor conyugal· co'lio' una. donación mutua
entre
los esposos -total y permanente, frmdada _en la unidad del
compuesto -de cuerpo y alma, que, como se indica en el primer
principio, constituye a
la persona hutnana. Por ello, «el -actó
conyugal con el que los esposos manifiestan recíprocamente
el
doh ·de sí ( ... ) es un acto inseparablemente corporal y espiritual».
-'! El acto conyugal no solamente tiene •este significado unitivo,
siuo también procreativo, porque «expresa
simultáneamente la
apertura al don de la vida» (39). Como explicaba el Papa actual
comentando la Humallae vitae: «el atto conyugal ·--a un tiemc
po..:... une profundamente a los esposos, y;· 'a· la vez, los hace
aptos para
la generación de nuevas vidáS y ambas cosas suceden
pot' su íntima estructura» ( 40-). ' · '
•'-La inseparabiliclad de los aspectos unitivo y procreativo del
(37) TOMÁS MELENDO, Fecundaci6n 'in vitro' y dignidad 'humana, op. dt., p,lg, 30. _ - _ ' -
(38) Instr., Et-don de 1a vida, 2:-C Parte¡ n. 'k (39) Ibid., 2.• Parte, n. 4. --
(40) JUAN PABLO II, A,,diencia General, 11 de jillfo de 1984.
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'
EUDAWO FORMBNT
mismó acto sexual se advierten en' el «lenguaje del cuerpo», por­
que «los esposos expresan
recíprocamente su amor personal con
el lenguaje del cuerpo, qúe comporta claramente significados
esponsales y parentales juntamente ( ... ) En su cuerpo y a través
de su cuerpo los esposos
consuman el matrimonio y pueden
llegar a ser padre y
madre».
Es contraria al lenguaje del cuerpo, y

a los valores que
ex­
presa, una sexualidad sin hijos o. el tener hijos sin sexualidad,
puesto que: «para ser conforme con el lenguaje del
cuerpo y
con su natural
· generosidad, la unión conyugal · debe realizarse
respetando la apertura a la generaci6n, y la procreación de una
persona humana
debe ser e1 fruto y el término del amor es­
ponsal».
Esta comprensión antropológica del
significado del acto con­
yugal, que no lo reduce a su naturaleza biol6gica, conduce a la
siguiente conclusi6n, enunciada por Juan Pablo
II: «el origen
· del ser humano es de este modo el resultado de . una procreación
'ligada a la uni6n no solamente biológica, sino también espiritual
de los padres unidos por
el vínculo del matrimonio'» (41).
El enlace entre los aspectos unitivo y procreativo del acto
conyugal
es esencial, porque se funda en la misma naturaleza
humana y
en su especial participación en Dios. En el mismo
acto conyugal
por estos significados se manifiesta la participa·
ción en Dios en cuanto es amor y; por tanto, unión afectiva
interpersonal, y en cuanto es Creador. De manera que, tal como
se indica al principio de la Instrucción: «Dios, que
es amor y
vida, ha inscrito en
el varón y en la mujer la llamada a una
especial participación en su misterio de comunión personal y
en
su obra de Creador y de Padre. Por esa raz6n, el matrimonio
posee bienes
y valores específicos de unión y de procreación,
incomparablemente superiores a los
de las formas inferiores de
la vida» ( 42).
Este superior grado de participación en Dios del hombre .en
el matrimonio impide la separación, por parte del mi.roo hom­
bre, · de las estructuras unitivas y procreativas, que constituyen
esencialmente.
el matrimonio. Son inaceptables, por consiguiente,
tanto los
· anticoncept>'vQS·, como señaló por el mismo motivo la
Humanae vitae, como la procreaci6n artifical, según se declara
en este nuevo documento.
(41) Instr., El don de la vida, 2.' Parte, n. 4. Cf. JUAN PABLO Il,
Discurso a los participantes en la 35.4 Asamblea General de la Asociaci6n
Médica Mundial, 29 de octubre de 1983.
(42) Ibid., Introd., n.2.
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PRINCIPIOS DE ANTROPOLOGIA CRISTIANA
Ambos procedimientos artificiales quedan conexionados por
su carácter disgregativo,_ ya que «la contracepción priva inten­
cionalmente al acto conyugal de su apertuta a la procreación
y realiza de ese modo una disociación voluntaria de las finalida­
des del matrimonio. La fecundación artificial homóloga,
inten'
tando una procreación que p.o es fruto de la unión espedficamen­
. te conyugal, realiza· objetivamente. una separación análoga entre
los bienes y los significados del matrimonio».
· De la misma naturaleza de) acto conyugal se deduce, por
consiguiente, que· solamente en
él puede tener lugar la procrea­
ción, la generación de otra persona
humana. Lo cual es coherente
con
lo que también se infiere de la dignidad del ser personal,
afirmada en
el principio antropológico anterior. La dignidad de
la persona exige que no sea fabricada, generada u engendrada.
«La generación de un hijo ha de ser por eso el
fruto de la do­
nación recíproca realizada en el acto conyugal, en el que los
esposos cooperan como servidores,
y no como dueños, en la obra
del amor Cresdor». El hijo, como persona que es, tiene que ser
el fruto dél amor interpersonal de sus padres. «No puede ser
querido ni concebido como el producto de uná intervención de
técnicas médicas
y biológicas: esto equivaldría a reducirlo a ser
objeto de una tecnología científica» ( 43 ).
Queda así patentizado que, tanto por parte de los padres,
como por la del hijo, «respecto a la transmisión de otras formas
de vida en el universo, la comunicación de la vida humana posee
una origioalidad propia, derivada de la originalidad misma de la
persona humana» ( 44
).
En virtud de este tercer principio antropológico, justificado
de este modo, se valoran en la Instrucción las intervenciones
médicas en la reproducción. Queda así admitido cualquier medio
artificial «cuando
se dirige a ayudar el acto conyugal, sea para
facilitar su realización, sea para que
el acto normalmente reali­
zado consiga su fin». No, en-cambio, cuando «la intervención
médica sustituye al acto conyugal, para obtener una procreación
que no es ni resultado ni su fruto; eh este caso el acto médico
no . está, como
debéría, al servicio de la unión conyugal, sino
que se apropia de la función procreadota y contradice de ese
modo
la dignidad y los derechos inalienables de los esposos y
de quien
h<> .'.(le nacer» ( 45). · -
Fecundación 'in. vitro' y dignidad humana, aunque no pretende
(43) Ibid., z.• Parte, n. 4.
(44) Ibid., Introd., n. 4.
(45) [bid., 2.• Parte, n. 7.
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EUDALDO FORMENT
ser una explicación ni un análisis de la rica antropología, que
se ofrece
en·· la Instrucción ( 46 ), es utilísimo . para la· compren­
sión clara. y profunda de estos tres principios antropológicos,
que constituyen los pilares básicos de
la misma. Además, por su
ordenación sistemática y exposición sencilla, permitirá que
mu­
chas personas conozcan la doctrina del documento va-ticano; y,
lo que también es muy importante, que puedan librarse de todas
las deformaciones, que contienen la mayoría de las críticas y
objeciones ( 47), sobre esta espléndida síntesis de antropología
cristiana.
Para facilitar la comprensión· y valoración objetiva de la
doctrina cristiana sobre
el hombre, el libro del profesor Melendo
es muy beneficioso, por no decir imprescindible; no solo para
católicos, sino·
también. y, especialmente, para toda persona que
desee que tenga «la humanidad del mañana· la posibilidad de
vivir y de amar con la dignidad y la libertad que nacen del
respeto
de la verdad» ( 48).
(46) Para un resunien de la Instrucción véase; J. GAFO, «El. documen­
\0 .vaticl\DO .sobri, .bioétic.••, en Raz6n y Fe (!vl,idri¡!), 1.063 (1987), pá-ginas 461471. . · . . " ·.. .
(47) Un excelente análisis sobre estas críticas se encuentra en: J. M.
SERRANO Ru1z-CALDERÓN, «La vida humana», en, R.az6n Española·· (Ma~
drid), 27 (1988), págs. 94-100. ,
(48) Instr., El· don de la vida, Concl.
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