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Número 267-268

Serie XXVII

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El Reino de Dios, este mundo y la historia

EL REINO DE DIOS, ESTE MUNDO Y LA ffiSTORIA
El Reíno de Dios en la enseñanza de Jesucristo.
«De la enseñanza de Jesús nace una riqueza muy iluminadora.
"El reino de Dios, en su plena y total realización, es ciertamente
"futuro, "debe venir" (cf. Me 9, 1; Le 22, 18); la oración del
"Padrenuestro
enseña a pedir su venida: "Venga a nosotros tu
"reino" (Mt 6, 10).
»Pero al mismo tiempo, Jesús afirma que el reino de Dios "ya
"ha venido"
(Mt 12, 28), "está dentro de vosotros" (Le 17, 21)
"mediante la predicación y las obras, de Jesús. Por otra parte,
"de todo el Nuevo Testamento se deduce que la Iglesia, funda­
"da por Jesús, es el lugar donde la realeza de Dios se hace pre­
"sente, en Cristo, como don de salvación en la fe, de vida nueva
"en el Espiritu, de comunión en la caridad.
»Se ve así la relación Intima entre el reino y Jesús, una re­
"lación tan estrecha que el reino de Dios puede llamarse tam­
"bién "reino de Jesús" (Ef 5, 5; 2 Pe 1, 11), como afirma, por
"lo demás, el mismo Jesús ante Pitato al decir que "su" reino
"no
e, de este mundo (cf. Jn 18, 36). ,,
»Las bienaventuranzas proclamadas por Jesús (cf. Mt 5, 3-12)
"se presentan como la "carta magnan del reino de los cielos,
"dado a los pobres de espíritu, a los afligidos, a los humildes,
"a quim tiene hambre y sed de ;usticia, a los misericordiosos,
"a los puros de corazón, a los artlfices de paz, a los perseguí­
,, dos por causa de la ;usticia. Las bienaventuranzas no muestran
"solo las exigencias del reino; manifiestan ante todo la obra que
"Dios
realiza en nosotros haciéndonos seme;antes a su Hi;o
"(Rom 8, 29) y capaces de tener sus sentimientos (Flp 2, 5 ss)
"de amor y de perdón (cf. Jn 13, 34-35; Col 3, 13).
»La enseñanza de Jesús sobre el reino de Dios es testimo·
"niada por la Iglesia del Nuevo Testamento, que vivió esa ense­
"ñanza con la alegria de su fe pascual. La Iglesia es la comuni·
"dad de los "pequeños" que el Padre "ha liberado del poder
"de las tinieblas y ha trasladado al reino del Hi;o de su amor"
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"(Col. 1, 13); es la comunidad de los que viven "en Cristo",
"dejándose
guiar por el Espíritu en el camino de la paz (Le 1,
"79)> y que luchan para no "caer en la .tentación" y evitar las
"abras de la '' carne", sabiendo muy bien que n quienes tal,es co­
"sas. !Jacen no heredarán el reino de Dios" (Gál 5, 21). La Igle­
"sia es la comunidad de quienes anuncian, con su vida y con sus
"palabras, el mismo mensaje de Jesús: "El reino de Dios está
"cerca de vosotros" (Le 10, 9).
»La Iglesia, que "camina a través de los siglos incensante._
''mente a la plenitud de la verdad divina hasta que se cumplan
"en, ell,rlas palabras de Dios" (Dei Verbum, 8), pide al Padre
"en r:ada una de las celebraciones de la Eucaristía que "venga
"su -,:'eincl'. Vive esperando ardientemente la venida gloriosa del
"Señor. y:.Salvador Jesús, que ofrecerá a la Majestad Divina "un
"reino
eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el
"reino :de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor
"y'.l(! PflZc" (Prefacio de la solemnidad de Jesucristo, Rey del
~'univerSQ)»-¡
JuAN PABLO II: Catequesis en la audiencia
general del miércoles 18 de marzo. L'Osserva­
tore Romano, edición semanal en lengua espa­
fiola, afio XIX, núm. 12 (951), domingo 22 de
marzo de 1987,
El· e~geylio del Reino, su· dimensión teocéntrica.
«Podemos completar la noción del reino de Dios anunciado
'1por Jesús, subrayando que es
el reino del Padre, a quien Je­
"sús nos enseña a dirigirnos con la ordci6n para obtener su lle­
"gada: 'Venga tu reino" (Mt 6, 10; Le 11, 2), A su vez, .el
"Padre .celestial ofrece a los hombres, mediante Cristo y en Cris­
"to, et.perdón de sus pecados y la salvación, y, lleno de amor,
"espera •su· regreso, como el padre de la parábola esperaba el
"reg,eso :del hijo pródigo (cf, Le 15, 20-32), porque Dio¡ es
''verdaderamente "rico en misericordia" (Ef 2, 4).
· .»Br,¡o esta luz se coloca todo el Evangelio de la conversión
''que; desde el comienzo, anunci6 Jesús: "convertíos y creed en
"la Buena Nueva" (Me 1, 15). La conversión al Padre, al Dios
"que "es amor" (1 Jn 4, 16), va unida a la llceptaci6n del amor
"como maridamiento "nuevo": amor a Dios, "el mayor y .el pri­
"mer mandamiento" (Mt 22, 38) y amor al prójimo, "seme;ante
"al primero" (Mt 22, 39). Jesús dice: "Os doy un mandamien.fo
"nuevo: ·que os améis los unos a los otros". "Que como yo os he
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,, amado, así os améis también vosotros los unos a los otros"
"(Jn 13, 34). Y nos encontramos aqui con la esencia del "reino
"de
Dios" en el hombre y en la historia. As!, la ley entera -es
"decir, el patrimonio ético. de la Antigua Alianza-debe cum­
"plirse,
debe alcanzar su plenitud divino-humana. El mismo Je­
"sús lo declara en el serm6n de la montaña: "No penséis que he
"venido a abolir
la Ley y los Profetas. No he venido a abolir,
"sino a dar cumplimiento" (Mt 5, 17)».
JuAN PABLO II: Catequesis en la audiencia ge­
neral del miércoles 27 de abril. L'Osservatore Ro­
mano, edición semanal en lengua española, afio
XIX, núm. 18 (1.009), domingo 1 de mayo de
1988.
La "buena nueva" de la verdad del Reino de Dios.
«La misi6n de Cristo consiste, ante todo, en la revelaci6n de
"la Buena Nueva (Evangelio) dirigida al hombre. Tiene como
"obieto, por tanto, el hombre, y, en este sentido, se puede decir
"que es "antropocéntrica": pero, al mismo tiempo; .está pro/tfn­
" damente arraigada en la verdad del reino de Dios, en el anuncio
nde su venida y de su cercanía: nEz reino de Dios está cerca ... ,
"creed en la Buena.Nueva" (Me 1, 15).
»Este
es, pues, "el Evangelio del reino", cuya referencia al
"hombre, visible en toda la misi6n de Cristo, está arraigada
nen una dimensión "teocéntrica", quf! se llama precisamente rei­
"no de Dios. Jesús anuncia el Evangelio de este reino, y, al mis­
"mo tiempo,
realiza el reino de Dios a lo largo de todo el desa­
"r,,el/o de su misi6n, por medio de la cual el reino nace y se
"desaffolla ya en el tiempo, como germen inserto en la historia
"del hombre y del
mundo. Esta realizaci6n del reino tiene lugar
"mediante la palabra del Evangelio y mediante toda la vida te­
"ffena del Hiio del hombre, coronada en el misterio pascual con
"la cruz y la resuffecci6n».
JUAN PABLO JI: Catequesis en la audiencia ge.
neral del miércoles 27 de abril. L'Osservatore Ro­
mano, edición semanal en lengua espafí.ola, año
XIX, núm. 18 (1.009), domingo 1 de. mayo de
1988.
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El Reino de Dios y las parábolas del trigo y la cizaña y del
sembrador.
«Sin embargo, Jesús dedica todavia .una parábola al proble­
,, ma del crecimiento del reino de Dios en el terreno que es este
"mundo. Se trata de la parábola del trigo y la cizaña, que el "ene­
"migo"
esparce en el campo sembrado de semilla buena (Mt 13,
"24-30): así, en el campo del mundo, el bien y el mal, simboli­
"zados en el trigo y la cizaña crecen ;untos "hasta la hora de
"la siega" -es decir, hasta el día del ¡uicio divino-; otra alu­
"sión significativa a la perspectiva escatológica de la historia hu­
"mana. En cualquier caso., Jesús nos -hace saber que el crecimien­
"to de la semilla, que es la "Palabra de Dios", está condicionada
"al modo en que es acogida en el campo de los corazones huma­
"nos: de esta depende que produzca fruto dando "uno ciento,
"otro sesenta, otro treinta"
(Mt 13, 23), según las disposiciones
"y respuestas de aquellos que la reciben.
"
»Entre las parábolas, con las que Jesús reviste de compara­
"ciones y alegorias su predicación sobre el reino de Dios, se en­
,, cuentra también la de un rey "que celebró el banquete de bo­
" das de su hijo" (Mt 22, 2). ,,
»Esta parábola del banquete, comparada con la del sembrador
"y la semilla, nos hace llegar a la misma conclusión: si no todos
''los invitados
se sentarán a la mesa. del banquete, ni todas las
"semilltJs producirán la mies, ello depende de las dispoiicir>!íes
"con las que se responde a la invitación o se recibe en el cora­
"zón la semilla de la Palabra de Dios. Depende del modo con
"que
se acoge a Cristo, que es el sembrador, y también el hijo
"del rey
y el esposo, como El mismo se presenta en distintas
"ocasiones: "¿Pueden ayunar los invitados a las bodas cuando
"el esposo está todavia con ellos?" (Me 2, 19), preguntó una vez
"a quien lo inte"ogaba, aludiendo a la severidad de Juan el Bau­
"ta. Y El mismo dio la respuesta: "Mientras el esposo está con
"ellos
no pueden ayunar" (Me 2, 19).
»Así, pues, el reino de Dios es como una fiesta de bodas a
"la que el Padre del cielo invita a los hombres en comunión de
"amor
y de alegria con su Hi¡o Todos están llamados e invita­
" dos: pero cada uno es responsable de la propia adhesión o del
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Fundaci\363n Speiro

"propio rechazo, de la propia conformidad o disconformidad con
"la ley que reglamenta el banquete».
JuAN PABLO II: Catequesis en la audiencia ge­
nero! del miércoles 27 de abril. L'Osservatore Ro­
mano, edición semanal en lengua espafiola, año
XIX, núm. 18 (1.009), domingo 1 de mayo de
1988,
El reino de Dios en el espíritu del hombre.
«El reino que Jesús, como Hijo de Dios encarnado, ha inau­
"gurado en la historia del hombre, siendo de Dios, se establece
"y crece en el espíritu del hombre con la fuerza de la verdad y
"de la gracia, que proceden de Dios, como nos han hecho com­
"prender
las parábolas del sembrador y de la semilla, que hemos
"resumido.
Cri.to es el sembrador de esa verdad. Pero, en de­
"finitiva, será por medio de la cruz como realizará su realeza y
"llevará a cabo la obra de la salvación en la historia de la hu­
"manidad:
"Yo, cuando sea elevado de la ,tierra, atraeré a to­
"dos
hacia mi"» (Jn 12,32).
JUAN PABLO II: Catequesis en la andiencia
general del miércoles 15 de junio. L'Osservatore
Romano, edici6n semanal en lengua española,
afio XX, .núm. 25 (l.016), domingo 19 de ju­
nio de 1988.
El Reino de Dios y este mundo.
«Nosotros, que ahora formamos la Iglesia de Cristo sobre la
"tierra, en este trozo de la tierra alemana, deberíamos encontrar­
"nos en la dimensi6n de la verdad del Reino de Dios: Cristo ha
"venido
para revelar este Reino y para introducirlo en la tierra,
"en
cada lugar de la tierra, en los hombres y entre los hombres.
»Este Reino de Dios se encuentra en medio de nosotros
"(cf.
Le 17, 21), del mismo modo como lo ha estado en todas
"las generaciones de vuestros padres y antepasados. Como ellos,
"también nosotros rezamos cada
dia en el Padrenuestro: "Venga
"tu reino". Estas palabras testimonian que el Reino de Dios está
"siempre delante de nosotros, que
nosotros caminamos a su en­
"cuentro y que, por ello, vamos madurando en medio de ese
"camino
intrincado, e incluso a veces errado, de nuestra existen-
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Fundaci\363n Speiro

"da mundana. Nosotros testimoniamos con esas palabras que el
"Reino de Dios se va realizando y se nos va acercando constan­
"temente, aun cuando con tanta frecuencia lo perdamos de vista
"y ya no percibamos la figura concreta que de él nos presenta
"el
Evangelio. A menudo parece como si la única y exclusiva
"dimensi6n de nuestra existencia ff'era 11 este mundo}', n el reino
"de este mundo" con su figura visible, con su sofocante progreso
nen ciencia y técnica, en cultura y economía ... , sofocante y no
"pocas veces exasperante. Sin embargo, cuando cada dia o al
"menos de vez en cuando nos hincamos de rodillas para rezar,
"siempre repettmos, en medio de esa atm6sfera en que vivimos,
nzas mismas palabras: nv enga 4 nosotros tu reino"».
Ju.u< PABLO II: Homilía durante la Misa
cefebarda en el estadio «Butzweilei; Hof» de
Colonia, s,ll,ado 15 de noviembre de 1980.
L'Osservatf)re Romano, edición semanal en len­
gua española, año XII, núm. 47 (621), domin·
go 23 · de noviembre de 1980.
El Reino de Dios no lo es en el sentido temporal ni de una
sola nacionalidad.
«En su anuncio del reino de Dios, Jesús nos hace saber tam­
"hién que este reino no está destinado a una sola naci6n, o úni­
" camente al "pueblo elegido", porque vendrán "de Oriente y
noccidente" para usentarse a la mesa con Abraham, Isaac y
"Jacob" (cf. Mt 8, 11). Esto significa, en efecto, que no se trata
"de un reino en sentido temporal y político. No es un reino "de
"este mundo" (cf. Jn 18, 36), aunque aparezca insertado, y en
"él deba desarrollarse y crecer. Por esta raz6n se aleja Jesús de
"la muchedumbre que queria hacerlo rey ("Dándose cuenta Je­
"sús de que intentaban venir a tomarle por la' fuerza para hacer­
"lo rey, huyó de nuevo al monte El solo": Jn 6, 15). Y, poco
"antes de su pasi6n, estando en el Cenáculo, Jesús pide al Pa­
" dre que conceda a los discipulos vivir según esa misma concep­
" ci6n del reino de Dios: "No te pido que los retires del mundo,
"sino que los
guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como
"yo no soy del mundo" (Jn 17, 15-16). Y más aún: según· la en­
" señanza y la oraci6n de Jesús, el ·reino de Dios debe crt!cer en
"los corazones de los discípulos "en este mundo"; sin embargoJ
"llegará a su cumplimiento en el mundo'futuro: "cuando el Hijo
"del hombre
venga en su gloria ... Serán congregadas delante de
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Fundaci\363n Speiro

"El todas las naciones" (Mt 25, 31-32). ;Siempre en una pers­
"pectiva escatológjca!».
JUAN PAB.Lo II: Catequesis en la audiencia ge­
neral del miércolea 27 de abril. L'Osservatore Ro­
mano, edición semanal en lengua española, año
XIX, núm. 18 (1.009), domingo 1 de mayo de
1988.
El comienzo de la realización del Reino de Dios.
«Con su "obediencia hasta la muerte" (cf. Flp 2, 8), Jesús
"dio comienzo a una nueva fase de la economia de la salvación,
"cuyo proceso se concluirá cuando Dios sea "todo en todos"
"(1 Cor 15, 28), de manera que el teino de Dios ha comenzado
"verdaderamente a realizarse en la historia del hombre y del mun­
" do, aunque en el curso terreno de la vida humana nos encon­
"tremos y choquemos continuamente con aquel otro término fun­
" damental de la dialéctica histórica: la "desobediencia del primer
"Adán", que sometió su esplritu al "principe de este mundo"
"(cf
. . Rom 5, 19; Jn 14, 30)».
JuAN PABLO II: Catequesis en la audiencia ge­
neral del miércoles 27 de abril. L'Osservatore Ro.
mano, edici6n semanal en lengua española., año
XIX, núm. 18 (1.009.), domingo 1 de mayo de
1988.
El Reino de Dios y el tiempo futuro, su virtualidad y desa­
rrollo.
«Si en Cristo el Yeino de Dios "está cerca" -es más, está
"presente-de manera definitiva en la historia del hombre y del
"mundo,
al mismo tiempo, su cumplimiento sigue perteneciendo
"al futuro. Por ello, Jesús nos manda que, en nuestra oración,
"digamos al Padre "venga tu reino" (Mt 6 10).
"
»Este era tema "gula" del anuncio de Jesús cuando hablaba
"del reino de Dios, sobre todo, en sus numerosas parábolas. Par­
"ticularmente significativa es la que nos presenta el reino de
"Dios parecido a la semilla que siembra el sembrador de la tie­
"rra ... (cf. Mt 13, 3-9). La semilla está destinada "a dar fruto",
"por su propia virtualidad interior, sin duda alguna, pero el fru-
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"to depende también de la tie"a en la que cae (c( Mt 13, 19-
"23).
»En otra ocasi6n Jesús compara el reino de Dios (el "reino
"de los cielos", según Mateo) con un grano de mostaza, que "es
"la más
pequeña de tqdas las semillas", pero que, una vez crecí­
" da, se convierte en un árbol tan frondoso que los pá¡aros pue­
" den
anidar en las ramas (cf. Mt 13, 31-32). Y compara también
"el crecimiento del reino de Dios con la "levadura", que hace
"fermentar la masa para que se transforme en pan que sirva de
"alimento a los hombres" (Mt 13, 33)».
JuAN PABLO II: Catequesis en la audiencia ge­
neral del mién:oles 27 de abril. L'Osservatore Ro­
mano, edición semanal en lengua española, año
XIX, núm. 18 (1.009), domingo 1 de mayo de
1988.
El Regnum Dei no se identifica con el Regnum hominis.
«En la amplia documentación, con la que habeis preparado
"esta Conferencia, particularmente en las aportaciones de nume­
"rosas Iglesias, se advierte a veces un cierto malestar respecto
"de la interpretación misma de la naturaleza y misión de la Igle­
"sia. Se alude, por eiemplo, a la separaci6n que algunos estable­
"cen entre Iglesia y Reino de Dios. Este,
vaciado de su contenido
"total, es entendido en sentido más bien secularista: al Reino
"no se llegaría por la fe y la pertenencia a la Iglesia, sino por
"el mero cambio estructural y el compromiso sacio-pol!tico. Don­
" de hay un cierto tipo de compromiso y de praxis por la ¡usticia,
"alli
estarla ya presente el Reino. Se olvida de este modo que: "La
"Iglesia ... recibe la misi6n de anunciar el Reino de Cristo y de
"Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tie"a
"el germen· y el principio de ese Reino" (Lumen gentium, 5).
»En una de sus hermosas catequesis, el
Papa Juan Pablo I,
"hablando de la virtud de. la esperanza, advertla: "Es un error
"afirmar que
la liberaci6n pollticiz, económica y social coincide
"con
la salvaci6n en Jesucristo; que el Regnum Dei se identifica
ncon el Regnum hominis"».
892
JuAN PABLO II: Alocuci6n en la apertura
de las sesiones de la III Conferencia General
del_ Epi~pado Latinoamericano en el semina·
río palafoxiano de Puebla de los Angeles. L'Os­
servatore Romano, edición semanal en lengua
espaiiola, año XI, núm. 5 (527), domingo 4 de
febrero de 1979.
Fundaci\363n Speiro

La opos1c10n entre lo que viene de Dios y lo que viene del
mundo.
«Sin embargo, el Evangelio no agrada siempre a los hombres.
"No puede gustarles siempre. Porque no puede ser falsificado
"con vanas lison¡as, ni se puede buscar en él ninguna ventaia
"personal, ni tipo alguno de fama o celebridad. A los oyentes
"les
parecerá "palabras duras", y quien lo anuncia y lo confiesa se
"convertirá en "signo de contradicción". Pues esta verdad divi­
"na, esta buena noticia encierra de hecho una fuerte tensión en
"su interior. En ella se condensa la oposición entre aquello que
"viene del mundo. Cristo
dice: "Si fueseis del mundo, el mundo
}}amaría lo suyoi pero porque no sois del mundo, sino que yo
"os escogí del mundo, por esto el mundo os abo"ece" (Jn 15,
"19). Y también: "Sabed que me abo"eció a mi primero que a
"vosotros"
(ib., 15, 18!.
»En lo más intimo del corazón del Evangelio, de la buena
"noticia,
está impresa la cruz. En ella se entrecuzan las dos gran­
" des corrientes: la una, que partiendo de Dios se dirige hacia
"el mundo, hacia los hombres que están en el mundo, una co­
"rriente de amor y de verdad; la segunda, que discurre a través
"del
mundo: "concupiscencia de la carne, concupiscencia de los
"o¡os, y orgullo de la vida" ( 1 Jn 2, 16). Todo esto nos viene del
"Padren.
»Este cruce de ambas corrientes perdura y se repite. de mo­
"dos diversos a lo largo del curso de la historia. Cristo sigue
"viviendo
en su centro. Cristo no ha venido al mundo para con­
" denario desde el alto tribunal de la absoluta verdad trascenden­
"tal. El ha venido para que el mundo sea salvado por El. Y por
"eso mismo envía a sus discípulos al mundo: al ''mundo enter'o".
"Y les dice: n5¡ me persiguieron a mí, también a vosotros os
"perseguirán; si guardaren mi palabra, también guardarán la
"vuestra" (Jn 15, 20). ¿No se demuestra, aquí en Fulda, ;unto
"a
la tumba de San Bonifacio, que estas palabras son perenne-
1'mente sublimes?».
JuAN PABLO II: Homilía durante la Misa
para las asociaciones y consejos de los laicos,
en la plaza de la catedral de Fulda, martes 18
de noviembre. L'Osservatore Romano, edici6n
semanal en lengua española afio XII, núm. 48
(622), domingo 30 de noviembre de 1980.
893
Fundaci\363n Speiro

El Reino de Dios y la historia del hombre que puede ale­
jarse de ese reino.
«Es bueno
que nosotros, siguiendo el Evangelio, volvamos
"al comienzo de este camino, en Galilea, donde Jesús comenzaba
"a proclamar el Evangelio, anunciando la cercanía del reino de
"Dios ..
»Es necesario, pues, que sepamos que el reino de Dios se
"acerca a nosotros -a cada uno de nosotros-en la medida
"que queramos tomar esas sendas por las -que nos lleva el mis­
"mo Dios.
»Por eso, precisamente en la liturgia de hoy son tan elocuen­
"tes
las palabras del Salmista:
»"Señor, enséñame tus caminos / instrúyeme en tus sen­
"das. / Haz que camine con lealtad: / enséñame, porque tu
"eres
mi Dios y Salvador, / y todo el dla te estoy esperando"
"(Sal 24/25, 4-5).
»As! reza d Salmista, hombre de la Antigua Alianza. Pero
"as! lo hace también la Iglesia de generaci6n en generaci6n, y
n exhorta a una oración así de fervorosa a cada uno y cada una
"de nosotros. A cada uno y a todos.
»Porque realmente
el reino de Dios se ha acercado a la his­
"toria del hombre en Cristo crucificado y resucitado, y esto es
"un hecho realizado e irrevocable.
»Pero ...
»La historia del hombre, de las personas y de las comunida­
,, des, de las naciones y de las sociedades, puede alejarse de este
"reino,
puede abandonar estos caminos de verdad, de los que
"habla el
Salmista. El pecado puede dominar dicha historia baio
"distintas formas. El hombre puede, en vez de buscar la ;usticia
"del reino de Dios, organizar su vida personal como si Dios no
"existiera, como si el reino de Dios no se hubiera acercado y· no
"hubiera entrado en la historia de este mundo ... ».
894
JUAN PABLO II: Homilla en la Misa celebra­
da durante la visita a la parroquia romana de
San Gabriel en «Acqua Traversa», 24 de enero,
III domingo del tiempo ordinario. L'Osserva­
tore Romano, edición semanal en lengua espa­
ñola, año XX, núm. 5 (996), domingo 31 de
enero de 1988.
Fundaci\363n Speiro

El Reino de Cristo no es de este mundo pero ha echado raí·
ces en la hístoria del hombre.
«Cuando Jesús de Nazaret revelaba su poder mesiánico reali­
"zando milagros y signos grandes entre el pueblo, este último
"querla hacerle rey. Sin embargo, Cristo se ale;aba siempre de
"los que querlan un reino terreno. Y cuando, durante el proce­
"so, ba;o el influ;o de las imputaciones que haclan los enemigos
"de Jesús, Pilato le pregunte: "¿Eres Tú el rey de los judlos?"
"(Jn 18, 33), Cristo le responderá: "Mi reino no es de este mun­
n da/ si de este ·mundo fuera mi reino, mis ministros habrían
"luchado para que no fuese entregado a los judios" (ib., v. 36).
"Pilato comprende
con esta respuesta la afirmaci6n que Jesús de 11Nazaret no es un rey "de este mundo", y, sin embargo, habla
"de su "reinan. Y por eso pregunta otra vez: n ¿Así que Tú eres
"rey?". Cristo responde: "Tú dices que soy rey. Yo para esto
"he venido
al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo
"el que es de la verdad oye mi voz" (ib., v. 37).
»Asi, pues, Cristo no aceptó ninguna corona sobre su· cabe­
"za, en sentido temporal. Aceptó solo la corona de espinas, pues­
"ta sobre su cabeza para ridiculizar al "rey de los judlos". Y 11con esta corona de espinas sobre su cabeza, Jesús de Nazaret
"entregó el esplritu en manos 'del Padre, en el Calvario: Rey
"crucificado. Además de esto, en e/ecto, sobre su cabeza fue es­
" crita la imputación de su culpa: "Jesús Nazareno, Rey de los
"Judíos"
(ib., 19, 19).
· »De este modo se cumplió la promesa de la Anunciación.
"La cruz del Calv4rio fue para el. Mesías el trono de David.
"Pero· precisamente
en esta humillación del Rey crucificado, al­
" canzan su pleno sentido las palabras: "Su reino no tendrá fin".
"En la resurrección Cristo confirmó ser el Señor de la vida y
"de la muerte. El Señor que abarca todo tiempo de la existencia
"humana
sobre la tierra, conduciéndolo hacia la eternidad: "Su
"reino no tendrá fin''.
"
»Su reino --y el reino de Ella-no es de este mundo. Sin
"embargo, este reino ha echado raíces en la historia del hombre,
"en la historia de todo el género humano, sobre todo porque el
"Hiio de Dios, de la misma substancia del Padre, se hizo hom­
" bre
por obra del Espíritu Santo en el seno de María. Y este
"reino ha echado definitivamente raíces en la historia de la hu­
"manidad mediante la cruz, junto a la que estaba la Madre de
"Dios como "Socia Redemptoris". Y1 en esie enraizamiento, este
895
Fundaci\363n Speiro

"reino perdura. Perdura en la tierra. Perdura en los diferentes
"lugares de
la tierra. V arias comunidades humanas experimentan
"el reino materno de Maria, que acerca a ellos el reino de Cris­
"to. Este experimentar se t,tne a los lugares, a los tiempos, a las
"imágenes. Cuando en una comunidad del Pueblo de Dios la ex­
"periencia del reino de Maria
alcanza, mediante la fe de gene­
"raciones, una madurez .particular, entonces nace el deseo de ex­
"presarlo en un acto litúrgico. Y la Iglesia, despues de haber
"constatado
la rectitud de este deseo celebra el acto de la coro­
,, nación».
JuAN PABLO 11: Discurso durante la cere­
monia de coronaci.6n de cuatro imágenes de la
Virgen, domingo 19 de junio, en el smtuario
de Czestochowa. L'Osservatore Romano, edi­
ción semanal en lengua espafiola, afio "XYi/, nú­
mero Z7 (757), domingo 3 de julio de 1983.
La Iglesia oomo reino de Dios con . dimensión universal
«La Iglesia-Ecclesia-Asamblea recibe de Cri,to el mandamien­
"to nuevo: -"Os doy un mandamiento nuevo: que os ameis los
"unos
tl lm; otros. Que., como yo os he amado ... , en esto cono­
"cerán todos que sois disclpuJos mios" (Jn 13, 34-35; cf. Jn 15,
"12). Es cierto que la "Asamblea-Iglesia" recibe de Cristo tam­
,,
bién su estructura externa ( de lo que trataremos pr6ximamen­
"
te), pero su valor esencial es la comunión con el mismo Cristo:
"es El quien "reúne" la Iglesia, es El quien la "edifica" cons­
"tantemente como su Cuerpo (cf. Ef 4, 12), como reino de Dios
"con dimensión universal. "Vendrán de Oriente y de Occidente,
''del
Norte y del Sur y se pondrán a la mesa (con Abraham,
"Isaac y Jacob) en el reino de Dios"» (cf. LC 13, 28-29).
JuAN PABLO II: Catequesis en la audiencia
general del miércoles 15 de junio. L'Osservatore
Romano, edición semanal en lengua espafíola,
año XX, núm. 25 (1.016), domingo 19 de ju­
nio de 1988.
La misión de extender el Reino de Dios por toda la tierra.
«Podemos decir, por consiguiente, que los diferentes pasa;es
"del Evangelio indican claramente que Jesucristo transmite a los
"Apóstoles "el reino" y la "misión" que El mismo recibió del
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"Padre y, a la vez, instituye la estructura fundamental de su Igle­
"sia, donde este reino de Dios, mediante la continuidad de la
"misi6n mesiánica de Cristo, debe· realizarse en todas las nacio­
"nes de la tierra, como cumplimiento mesiánico y escatol6gico
"de las eternas promesas de Dios. Las últimas palabras dirigidas
"por Jesús a los Ap6stoles, antes de su regreso al Padre, expre­
"san de
manera definitiva la realidad y las dimensiones de esta
"institud6n: "Me
ha ·sido dado todo poder en el cielo y en la
"tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizán­
"
dolas en el nombre del Padre y del Hi¡o y del Esp!ritu Santo
"y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he
"aqui que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
"mundo"» (Mt 28, 18-20 y también Me 16, 15-18 y Le 24, 47-
"48),
.
JuAN PABLO II: Catequesis en la audioncia
general del miércoles 22 de junio. L'Osservatore
Romano,. edición , sema.nal en lengua española,
año XX, nilln, 26 (1.017), domingo 26 de ju­
nio
de 1988.
Solo lo construido sobre Dios y el amor es durable. En lo
hecho por hombres sin Dios el egoísmo y el odio dictan
su ley.
«Solamente los hombres santos son capaces de construir
"puentes estables entre las naciones, porque solamente los san­
"tos fundan su actividad sobre el amor; sobre el amor del hom­
"bre, porque construyen su vida y el futuro sobre Dios. "La
"caridad procede de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios
"y a Dios conoce,,. porque Dios es amor" (1 Jn 4, 7-8). Sola­
"mente lo que es construido sobre Dios, sobre el amor, es du­
"rable, como lo atestigua la veneraci6n de que todavia sigue
"siendo obieto,
en Trzebenica, la tumba de Santa Eduvigis, Pa­
ntrona de la reconciliación.
»Si el lugar de los creyentes y de los santos es ocupado por
"hombres sin Dios, entonces el egoismo y el odio dictan su ley,
"como lo testimonia la sucesiva historia de la convivencia entre
nzas naciones alemana y. polaca».
JuAN PABLO II: Homilía durante la Misa ce­
lebrada en Ma,ouncia para los obreros, domingo
16 de noviembre de 1980. L'Osservatore Ro­
mano, edición semanal en lengua espafiola,
año
XII, niltt,, 47 (621), domingo 23 de no,
viembre de 1980,
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La ley del amor en ese Reino de Cristo.
«En todo caso, El libra al hombre de la "letra de la ley",
"para hacerle penetrar en su espíritu, puesto que, como dice San
"Pablo, "la le.tra (sola) mata", mientras que "el Espiritu da la
"vida" (cf. 2 Cor J, 6). El amor fraterno, como refleio y parti­
"cipación del amor de Dios es, pues, el principio animador de
"la Nueva Ley, que es como la base constitucional del reino de
"Dios (cf. Summa Theol., I-II, q. 106, a. 1; q. 107, aa. 1-2). ,.
»Esta es la ley del amor: se deriva de la gracia divina en el
"hombre que la acoge y la conserva, participando vitalmente en
"el hombre que la acoge y la conserva, participando vitalmente
"en el misterio pascual de Cristo. Es un amor que se realiza en
"la historia, no obstante cualquier rechazo por parte de los in­
"vitados, sin importar su indignidad. Al cristiano le sonrie la es­
"peranza de que el amor se realice también en todos los "invita­
"dos": precisamente porque la_ "medida" ·pascual de ese amor es­
"ponsal es la cruz, su perspectiva escatológica ha quedado abier­
"ta en la historia con la resurrección de Cristo. Por El el Pa­
"dre "nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha llevada
"al reino de su Hijo querido" ( cf. Col 1, lJ ). Si acogemos la lla­
"mada y secundamos la atracción del Padre, en Cristo "tenemos
",todos la redención" y la vida eterna».
JuAN PAl3LO II: Catequesis en la audiencia gr.­
neral del miérCOles 27 de abril. L'Osseruatore Ro­
mano, edici6n' semanal en lepgua espafiola, afió
XIX, núm. 18 (1.009), domingo 1 de !Dllyo de
1988.
En un mundo que lleve el riesgo de hacer impersonal al
hombre historicista e inmanentista, los religiosos están lla­
mados a enfocar la dimensión de lo eterno.
«En un tiempo y en un mundo en que está al alcance de la
"mano el riesgo de construir al hombre en uno sola dimensión,
"que inevitablemente
acaba por ser la historicista e inmanentis­
"ta, los religiosos están Uamados a tener vivo el valor y el sen­
"tido de la oración adorante, no desconectada, sino unida al
"compromiso vivo de un generoso servicio prestado a los hom­
"bres, que precisamente
· de ella trae posibilidades e impulso.
»Se
trata de un programa de vida que a los religiosos, to-
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"davia más que al clero secular, corresponde particularmente
"desarrollar y
encarnar, mediante la observancia fiel y gozosa
"de los conse;os evangélicos y con una acentuaci6n especial de
"la comuni6n inmediata con el "que habita una luz inaccesible,
"a quien ningún hombre vio ni puede ver" (1 Tim 6, 16). Los
"hombres deben aprender
de vosotros a rendirle "el honor y el
"imperio eterno" (ib.), sin que esto cree estériles contraposicio­
"nes con sus compromisos temporales, al contrario., de modo
"que encuentren un enfoque saludable y una orientaci6n fecun­
" da de el~vación hacia Cristo, en el cual ciertamente "están reu­
"unidas todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra"
"(Ef 1, 10!».
JUAN PABLO II: Alocución al Consejo de la
Union de Superiores Generales, 26 de noviem­
bre de 1979. L'Osservatore Romano, edici6n
semanal en lengua española, afio XI, núm. 51
(573), domingo 23 de diciembre de 1979.
El reino de Dios significa la victoria sobre el poder del mal.
«El reino de Dios significa, realmente, la victoria sobre el
"poder del mal que hay en el mundo y sobre aquel que es su
"principal agente escondido, Se trata del espíritu de las tinie­
"blas, dueño de este mundo; se trata de todo pecado que nace
"en el hombre por efecto de su mala voluntad y baio el influ¡o
"de
aquella arcana y maléfica presencia. Jesús, ·que ha venido
"para perdonar los pecados, incluso cuando cura de las enfer­
"medades,
advierte que la liberaci6n del mal físico es señal de la
"liberaci6n del mal más grave que arruina el alma del hombre».
JUAN PABLO II: C1rtequesis en la audiencia
general del miércoles 15 de junio. L'Osseroa­
tore Romano, edición semanal en lengua espa­
ñola, afio XX, núm. 25 (1.016), domingo 19
de junio de 1988.
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