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Número 269-270

Serie XXVII

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Libertad gremial y libertad sindical

LIBERTAD GREMIAL Y LIBERTAD SINDICAL
POR
JUAN CAsAÑAS BALSBLLS
El tema de la libertad gremial y de la libertad sindical inten­
taremos enfocarlo
desde el punto de vista de la libertad que, de
hecho
y en realidoo, puede gozar el hombre en el ejercicio de su
actividad productora o laboral dentro de un sistema de
asocia­
ción gremial y dentro de un sistema de asociación sindical. Es
decir: que más que de la libertad teórica o abstracta pata el ejer­
cicio del derecho de asociación en gremios o en sindicatos en
el
derecho positivo, a través del derecho histórico y en el derecho
comparado, trataremos de la libertad concreta que en la práctica
el hombre puede gozar en uno u otro sistema.
Y pata ello, partiremos
de una premisa irrefutable pero que
las
doctrinas políticas y económicas en boga, que tanto claman
por
la libertad, parecen olvidar: el hombre no puede ser verda­
deramente libre sin una independencia económica que le asegure
una decorosa subsistencia y
le permita resistir imposiciones ex­
ternas que le coaccionen a obrar en contra de su conciencia.
Esta independencia económica, condición sine qua non para
el ejercicio de una auténtica libertad, solo puede proporcionarla
la propiedad, bien sea la propiedad sobre un patrimonio suficien­
temente rentable, bien
sea la propiedad del trabajo como medio
de obtener
los recursos económicos necesarios para la subsisten­
cia material y
para el desarrollo y perfecciona!l1Íento de la pro­
pia personalidad.
Aun a costa de anticipar conclusiones, puede afimarse que
donde se dio en mayor grado, si no con exclusividad, tal propie-
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Fundaci\363n Speiro

JUAN CASAIMS BALSELLS
dad del trabajo fue en el sistema gremial, pues en él el ejercicio
de un arte u oficio venía a ser propiedad comunal del gremio,
que distribuía el trabajo equitativamente entre
sus agremiados.
Caracterización del greni.io.
Sin ánimo de definirlo exhaustivamente, el gremio, en su
aparición
y desarrollo durante la Edad Media, puede describirse
como «Cuerpo social natural, con personalidad jurídica y repre­
sentatividad política, integrado por mercaderes o artesanos dedi­
cados a un determinado ramo de producción
y establecido para
la defensa, no solo de los intereses de
los maestros agremiados,
sino también de los oficiales
y aprendices a su servicio, y lo que
es más, de los intereses del público consumidor, con lo que el
bien particular
de la corporación gremial se coordinaba con el
bien común
de toda la sociedad».
Análisis de sus características.
Cuerpo social natural, porque fue una forma asociativa que
respondía
al logro de una finalidad tan natural y primaria del
hombre como es la de obtener, por el ejercicio del trabajo, los
medios
necesarios para su decorosa subsistencia.
Dotado
de personalidad furldica, minuciosamente reglamen­
tada en
sus ordenanzas, originadas el! la costumbre y aprobadas
por
'los respectivos municipios o por el poder real.
Con repr;sentatividad politica, porque representantes ele los
gtemios, elegidos por los propios agremiados,
se integraban en
los concejos municipales para regir
la vida del propio municipio.
Agrupaba a los mercaderes o artesanos dedicados a un
de­
terminado ramo de producción, sin que cupiera pensar en la plu­
ralidad
de gre;,,ios dentro de un mismo ramo y municipio, puesto
que los intereses corporativos eran igoales para todos los traba­
jadotes adscritos al mismo,
y la multiplicidad hubiera equivalido
a divisiones debilitadoras de
su fuerza.
Y procuraba
la defensa no solo de los intereses de los agre-
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LIBERTAD GREMIAL Y LIBERTAD SINDICAL
miados sino que atendía al bien común, ya que el gremio, velando
por el prestigio profesional y el
beneficio patrimonial de los
agremiados,
ejercía un riguroso coritrol de calidad de los produc­
tos, lo cual redundaba en beneficio .del público consumidor.
Espíritu
de la organización gremial.
Más que entrar en la casuística
de la organización gremial, la
distinción entre maestros, oficiales y aprendices,
la rigurosidad
en los exámenes para acceder a la categoría de maestro y las
facilidades incluso pecunarias que por otra parte proporcionaba
el gremio a los oficiales merecedores de ello para llegar a maes­
tro, dispensándoles o reduciendo los derechos que devengaba el
pasar
el correspondiente examen y facilitándoles el poder esta­
blecer su propio taller, los cargos gremiales,
su jerarquizaci6n y
respecth,as funciones y otras particularidades de los gremios, in­
teresa
más penetrar en alguno de los aspectos que constituyeron
el alma o espíritu de los gremios.
Uno,. que
el gremio, ostentando una especie de propiedad
sobre el
ramo peculiar de producción, procuraba que el traba¡a­
do quedara distribuido equitaJivamente entre todos los a remia­
dos,
y que éstos fueran el mayor número compatible con la po­
sibilidad de proporcionar a cada maestro agremiado trabajo en
cantidad suficiente
para atender al sustento de su familia sin es­
trecheces, pero también sin opulencias.
Tal finalidad se alcanzaba no mediante un
dirigismo interven­
cionista sino mediante una serie· de disposiciones con las que se
llegaba a aquélla de modo natural y espontáneo.
Entre tales disposiciones pueden citarse, a
vía de ejemplo, el
que un maestro no pudiera tener más. que un número determi­
nado de oficiales, limitándose también
el número de telares u
otros utensilios o herramientas de trabajo
propios de cada ramo,
con lo que se ponía cierto
límite a la cantidad de obra produci­
da en cada taller y, consiguientemente, a su rendimiento econó­
mico; el que, para evitar
la especulación, ningún maestro podía
comprar más materia prima que la indispensable para la produc-
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JUAN CASAJ ci6n que podía realizarse en su taller, debiendo vender el exce,
so, a precio de costo, a otros artesanos del mismo gremio, siena
do a veces el propio gremio el que efectuaba las compras de ma­
terias primas para distribuirlas equitativamente entre los agrec
miados.
Al mismo sentido comunal de la propiedad del trabajo res­
pondía también la existencia de bienes
cuyo uso el gremio ponía
a disposición de todos sus componentes, tales como los almace­
nes que algunos gremios poseían para depositar las materias pri-.
mas y demás elementos necesarios para la producción, y a los que
acudían los agremiados para proveerse.
Otra característica del espíritu gremial
fue el sentida de so­
lidaridad, manifestado en la asistencia que en casos de. infortu­
nio el gremio proporcionaba al maestro u
oficial enfermo, o

a
la
familia del agremiado fallecido, llegándose a arbitrar medios para
que
la viuda pudiera continuar la explotación del taller hasta que
alguno de los hijos
alcanzara la calificación de maestro. Incluso
detractores de
la organización gremial llegan a reconocer que el
origen del gremio estuvo en el espíritu de fraternidad, en el sen­
timiento de protección
al de'bil.
Y otra nota característica del alma de los gremios fue el
es­
piritu religidso que inspiró su aparición y desenvolvimiento: el
antecedente próximo de los gremios estuvo en la cofradía del
respectivo Santo Patrón, y continuaron vinculados de tal modo
cada gremio a su respectiva cofradía, que
si bien se podía per­
tenecer a la
cofradía, •in formar parte del gremio, no se podfa for­
mar parte de éste sin estar adscrito a aque'lla.
La cofradía, puesta bajo el patronazgo de su celestial inter:
cesor, con sus actos religiosos, la participación con sus prohom­
bres y banderas en las procesiones y solemnidades litúrgicas. del
respectivo municipio,
mantenía y acrecentaba entre sus asociados
el sentido cristiano de la vida,
viendo en los cofrades y en todos
los hombres auténticos hermanos
por la filiación divina, y no
dando a las riquezas, al trabajo
y a todo lo tetterto otro valor
que
el meramente transitorio y medial para alcanzar la salvación
eterna.
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UBERTAD GREMIAL Y LIBERTAD SINDICAL
Ciertamente, el gremio fue fruto del espíritu religioso de la
Cristiandad medieval, espíritu que continuó a través
de los tiem­
pos: incluso en los actuales gremios, solo pálido reflejo del gre­
mio medieval,
se considera festivo el día del Santo Patrón y
suele celebrarse una misa en sufragio
de lós agremiados falle­
cidos.
Esta visión del gremio puede parecer idílica e irreal, pues
qué duda cabe que la imperfección humana, la
naturaleza caída,
había

de repercutir en la vida práctica de los gremios: también
hubo egoísmos, competencias ilícitas, abusos en el ejercicio
de
las funciones propias de los cargos gremiales. Pero con visión
de perspectiva histórica, separando lo accidental de lo esencial,
es innegable qne la organización gremial, a pesar de imperfeccio­
nes, inconvenientes y abusos, ejerció en forma cristiana la bene­
ficiencia, procurando un modesto bienestar a las clases humildes
y dio lugar a
la formación de una amplia clase media que du­
rante siglos aseguró la estabilidad en una sociedad en la que
no existía. prácticamente el proletariado. Y, además, fomentó la
perfección
de las artes hasta extremos inalcanzables hoy día, no
obstante los actuales medios técnicos, impensables en la Edad
Media e inicios de la Moderna: aquellos
telDplos románticos, aque­
llas catedrales
góticas, aquellas custodias de las procesiones del
Corpus, hoy no se podrían fabricar: la cantidad de horas nece­
sarias para la ejecución de tales maravillas artesanales las hacen
de ruinosa rentabilidad, y las maravillas de la técnica moderna
solo son posibles
_a base de la producción en serie para satisfac­
ción
del consumismo adocenado, incompatible con el toque per­
sonal e individualizado de la inspiración artística.
Cuando con los socorridos tópicos urdidos por un siglo
de
luces que no son más que de artificio y por otro siglo de pro­
greso técnico deshumanizado, sin alma,
se habla del atraso, del
oscurantismo de la
Eclad Media, viene a toda mente libre de
prejuicios
la representación del art.e medieval, de la Summa
Theologica, del gregoriano, frutos insuperados e insuperables de
aquella edad.
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JUAN CASARAS BALSELLS
Evolución históri.ca.
La organización gremial apareció y alcanzó prontamente su
pleno desarrollo durante el siglo
xn, y el impulso que dio al
comercio y a las artes y oficios es comparable en importancia a
la expansión industrial y comercial que en el siglo XIX represen­
tó la invención de la máquina de vapor.
Durante los siglos
XII y XIV, la organización gremial se con­
solidó, adquiriendo el gremio creciente prepotencia no solo en lo
referente a su peculiár ramo de producción, sino en la vertiente
socio-política, por su representatividad en los concejos munici­
pales, llegando incluso a tener poder judicial en los asuntos
in­
ternos del gremio.
Más tarde, siglos xv y
XVI, los cambios políticos concretados
en la apatición de lo que se ha dado en llamar «Estado
moder­
no~,
con su característica primordial de acrecentamiento del po­
der real, tuvo que influir necesariamente en la organización y
vida de
los gremios.
Así, en España, en tiempo de los
Reyes Católicos, se aprecia
una tendencia a la
uniformización de las ordenanzas de los di­
versos gremios, y los conflictos gremiales pasaron del municipio
a la jurisdicción real, no sin protesta de algunos, como
Barcelo­
na y Valencia, que consiguieron mantener su .competencia para
conocer de los asuntos gremiales.
También el centralismo afrancesado implantado en España
por los primeros Borbones, repercutió en la organización gremial:
una Real Cédula de Felipe V suprimió, en 1707, la preponderan­
cia de los municipios; y durante el siglo
XVIII el gremio va per­
diendo su significado profesional,
si bien conservando e incre­
mentando
sus características religiosas y benéficas: puede afir­
marse que en· el gremio del siglo XVIII el espíritu de oficio cedió
paulatinamente
al de mutuo auxilio.
Las ideas de la
Jlustración enciclopedista francesa, infiltra­
das en España ya antes de su eclosión política en la Revolución
de 1789, eran totalmente incompatibles con
el concepto corpora-
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UBERTAD GREMIAL Y LIBERTAD SINDICAL
tivo de la sociedad, marco indispensable para el desenvolvimien­
to de
la organizaci6n gremial.
En España hubo también reformistas
e innovadores «ilustra­
dos» que combatieron al gremio: en este sentido puede citarse
a Jovellanos,
figura compleja, contradictoria, incoherente a . ve­
ces consigo mismo, que sin ser volteriano tuvo· ribetes de «ilus­
trado», el cual, en su Informe sobre el libre eiercicia de las Artes,
escrito en 1785, se mostro absolutamente contrario a la organi­
zaci6n. gremial.
Fruto de
la nueva mentalidad fueron, a partir de 1780, una
serie de disposiciones tendentes a
suprimir la necesidad de agre­
miaci6n para el ejercicio de
la actividad profesional, hasta que
con el Decreto de 8 de junio de 1813, las Cortes de Cádiz die­
ron el golpe defintivo a la organizaci6n gremial, al proclamar la
libertad de industria sin necesidad de examen, título
ni agremia­
ci6n. Y si bien por los vaivenes políticos del reinado de Fernan­
do
VII, una Real Orden de 1815 anul6 la referida disposición
de las Cortes
de Cádiz, esta fue restablecida por Decreto de las
Cortes de 6
de diciembre de 1836: no se abolían los gremios,
pero
se les privaba de su razón de ser, reduciéndolos práctica·
mente a la funci6n administrativa de repartir cargas
y tributos y
a la benéfica del socorro mutuo entre los agremiados, caracteres
con los que
la Ley de Asociaciones de 1887 admitió la legalidad
de los gremios.
Sin embargo, la fuerza de una tradici6n gremial continuada
durante siglos, unida
al carácter de cuerpo social natural inheren­
te al gremio, hizo que la vida de éstos subsistiera en la
realidad.
práctica en no pocos lugares y oficios más allá de la estrechez a
que lo redujeron los marcos legales: estas instituciones natura­
les, por más que se las combata, por más que
se quiera hacer­
las desaparecer, subsisten porque son naturales. Así ocurre con
la institución familiar, fundada naturalmente sobre la base del
matrimonio
úniro e indisoluble, hoy tan combatida: ya casi no
se habla de matrimonio sino de «pareja»; se equipara el estat
casado al «vivir en compañía»; se ha dinamitado la familia con
el divorcio, la equiparaci6n de la filiaci6n matrimonial a
la ex-
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JUAN CASM.'AS BALSELLS
tramatrimonial, incluso incestuosa, adulterina o sacrílega, concep­
tos suprimidos e inexistentes en el ordenamiento jurídico positi­
vo vigente; con
la patria potestad compartida y consiguiente in­
vasión judicial, o sea, estatal, en
caso de desacuerdo entre los
cónyuges en el ejercicio de
aquélla. Y, sin embargo, la familia,
establecida por Dios en el Génesis, subsistirá siempre: siempre
habrá jóvenes que por imperativo religioso y aun por simple
es­
píritu de dignidad natural, serán capaces de asumir noblemente
el compromiso perpetuo y de mantenerlo fielmente a través de
todos los avatares de la
vida; siempre habrá matrimonios que
por encima de la realidad legal
vivirán la realidad «real» de lo
que es
la institución natural de la familia.
Para conocer el real
significado y alcance que las institucio­
nes tuvieron en tiempos
pretéritos, tienen a veces más valor que
los estudios históricos, los tratados
científicos o los textos lega­
les, deformados no pocas veces por apriorismos y prejuicios, las
obras literarias de la
época cuando sus autores no pretenden· sen­
tar tesis o trasmitir «mensajes» sino plasmar lisa y llanamente
la realidad. Así, para penetrar en la esencia de lo que era un
gremio,
nada hay como releer el capítulo VI de la obra cumbre
de Pereda,
Sotiliza, cuando describe, o, mejor, pinta con su in­
superable maestría para retratar tipos, ambientes y caracteres,
una sesión del Cabildo
de Arriba de los pescadores de Santan­
der de principios del siglo
XIX.
Tránsito del gremio al sindicato.
Lo que en la práctica no consiguieron totalmente disposicio­
nes legales y corrientes filosóficas patrocinadoras de una indiscri­
minada libertad de producción,
lo consiguió mayormente la im­
plantación
·del sistema capitalista en la industria y el comercio,
cuyo espíritu, si espíritu puede llamarse,
es radicalmente incom­
patible con el espíritu
de la organización gremial.
En efecto: el gremio, con las limitaciones que imponía en
cuanto al número de oficiales y de útiles o herramientas que po-
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UBERTAD GREMIAL Y UBERTAD SINDICAL
día tener cada maestro, con la distribnción de las materias pri­
mas que
el gremio efectuaba entre todos los agremiados, con el
severo control de calidad que
impedía trabajar con prisas y pro­
ducir
más de lo normal, propiciaba la existencia del mayor. nú­
mero posible de patronos, que nunca pasaban de ser pequeñas
empresas en las que el empresario o capitalista era
el primer y
principal trabajador.
En cambio, el sistema capitalista tiende a
la gran empresa, con lo que son pocos los empresarios
y multi­
tud los trabajadores meramente asalariados. Incluso las grandes
empresas tendieron a agruparse
en «cartells» o «trusts», y hoy se
sufre la colonización económica que son las multinacionales. De
ahí, que en el sistema industrial y comercial de los gremios, era
todo prácticamente clase media, incluso los oficiales y aprendi­
ces, pues éstas eran etapas transitorias para llegar a maestro o
empresario; en el sistema capitalista, en cambio, se rompe
el equi­
librio económico-social, con unos pocos empresarios exorbitante­
mente enriquecidos, frente
á multitudes sin esperanza alguna de
salir de su proletarización, con todo lo que ello representa de
campo abonado para toda clase de subversiones e inestabilidad
social.
Otra incompatibilidad del sistema capitalista con la organi­
zación gremial es su distinto concepto del trabajo.
En el gremio,
el trabajo era el medio con el que cada maestro podía procurar
el digno sustento de su familia,
sin estrecheces ni opulencias: en
el gremio, incluso la retribución de los oficiales se regulaba más
que por horas o cantidad de obra producida, por el costo de los
productos
y servicios que necesitaba para mantenerse él y su fa­
milia. En el sistema capitalista, en cambio, el trabajo es una
mercancía que el capital compra al precio
más bajo posible, sin
referencia alguna a las necesidades reales del trabajador y de su
familia.
Más acusada todavía
es la diferencia entre ambos sistemas
en lo que se refiere a caridad cristiana, a ayuda al necesitado,
consustancial
al gremio, pues el sistema capitalista, dominado ex­
clusivamente por el ánimo de lucro, conduce inevitablemente,
salvo excepciones debidas no al sistema sino a la personal
con-
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JUAN CASAl ciencia de algunos empresarios, a la explotación del hombre por
el. hombre.
Sin embargo,
la mayor diferencia entre la organización gre­
mial y el sistema capitalista estriba en
la dependencia económi­
ca que éste impone al trabajador. Esta dependencia económica
ya no es hoy peculiar solo de la clase proletaria: ha alcanzado a
lo que sociológicamente se considera clase media, pero que en
sentido económico es tan proletaria como cualquier asalariado.
Incluso las profesiones llamadas liberales no son hoy económica­
mente independientes,
y, por lo tanto, sus ejercientes carecen de
auténtica libertad. Piénsese en el ahogado de compañía de
se­
guros o de estirblecimiento bancario, constreñido no pocas veces
por
la dirección a defender los intereses de la empresa, abstrac­
ción hecha de si responde o no a una base justa; piénsese en el
médico de la seguridad social o de cualquier mutua privada, de
la que vive a sueldo,
le enfrente a la coyuntura de perpetrar el
crimen del aborto: aunque legalmente se reconozca la objeción
de conciencia, es con tales restricciones que en la práctica mu­
chas veces resultará ilusoria. Así, en España, el médico que no
quiera practicar el aborto, tiene obligación de informar a la «pa­
ciente» de adónde
puede dirigirse para conseguirlo, requisito
que
ya de por sí constituye una violación de la propia conciencia.
El desamparo a que el sistema capitalista abandonó al traba­
jador tuvo por consecuencia
la agrupación de éstos para conse­
guir, por
la. fuerza del número, condiciones de trabajo menos des­
fav'orables: así aparecieron los sindicatos de trabajadores pro­
letarizados frente a los empresarios o agrupaciones patronales,
con lo que
se institucionaliz6 la lucha de clases, agravada porque
con no poca frecuencia, so pretexto de reivindicaciones labora­
les
más o menos justas, los sindicatos son manipulados con fines
de partidismo político que poco o nada tienen que ver con el
bienestar de la clase trabajadora.
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UBERTAD GREMIAL Y UBERTAD SINDICAL
Magisterio eclesiástico.
Frente a la deshumanización del trabajo que supuso el sis­
tema capitalista, no es de extrañar que la doctrina social de la
Iglesia propugnara el retorno a
la organización gremial,, actuali­
zada en función de las realidades sociales coetáneas. Su Santidad
Le6n XIII, en la encíclica Humanun genus, se refiere a institución sabiamente establecida por nuestros mayores... Nos
referimos a los
grenúos de trabajadores, creados para defensa
conjunta, al amparo de la religión, de sus propios intereses y de
las buenas costumbres ... Nos, deseamos grandemente ver resta­
blecidas estas corporaciones en todas partes, para salvación del
pueblo, de acuerdo con las necesidades de los tiempos, bajo los
auspicios y patrocinio
del episcopado».
También
Su Santidad Pío XI, en la encíclica Quadragessimo
anno,
alude a la organización gremial: «Existió en otros tiempos
un orden social que, aun no siendo
perfecto ni completo en to­
dos sus puntos, no obstante, dadas las circunstancias y las nece­
sidades de la época, estaba de algún modo conforme con la recta
razón. Y
si aquel orden cayó, es indudable que no se debió a
que no pudiere, evolucionando y en cierto modo ampliándose,
adaptarse a las nuevas circunstancias y nécesidades, sino más
bien a que los hombres, o endurecidos por un exceso de egoísmo
rehusaron ampliar los límites
de ese orden en la medida que hu­
biera convenido al número creciente de Ja muchedumbre, o se­
ducidos por una falsa apariencia de libertad y por otros errores,
rebeldes a cualquier potestad, trataron de quitarse de encima todo
yugo».
Pseudorretorno a la organización gremial
La aparición en Europa de sistemas políticos que por radical­
mente antimarxistas debieron lógicamente intentar superar la
lu­
cha de clases, tuvo por consecuencia el ensayo de sistemas cor-
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JUAN CASAI'l'AS BALSELLS
porativistas con cierta apariencia de similitud a la organización
gremial, pero que diferían esencialmente de ésta, pues mientras
la organización gremial surgió espontáneamente de la costumbre
y aun en los períodos de mayor intervención del poder real, éste
se limitaba a regular y encauzar la costumbre preexistente, en los
recientes sistemas corporativistas,
el dirigismo estatal era absor­
bente.
De ah! que aquellos intentos de restauración de instituciones
aparentemente gremiales, parte por su
artificialidad, parte por el
fracaso y desaparición de los sistemas políticos que los patrocina"
ron, han contribuido más bien al desprestigio del sistema· gre­
mial ante la opinión vulgar, que tendenciosamente manejada no
distingue
lo accidental de lo esencial ni aprecia que aquellos sis­
temas corporativos, a pesar de sus defectos, eran quizá menos
malos que
el enfrentamiento de clases inherentes al sistema del
capitalismo liberal.
En la valoración de aquellos corporativismos, aun deforma­
dos, resulta obligada, a todo católico, como criterio orientador,
la referencia
al análisis del corporativismo italiano que Su Santi­
dad Pío XI formula en la encíclica Quadragessimo anno: «Con
poco que se medite sobre ello, se podrá fácilmente ver cuántos
beneficios reporta esta institución que hemos
expuesto muy su­
mariamente: la colaboración pacifica de las diversas clases, la
represión de las organi;:aciones socialistas, la supresión de desór­
denes, una magistratura especial ejerciendo una autoridad mode­
radora.
No obstante, para no omitir nada en torno a un asunto
de tanta importancia, y de acuerdo con los principios generales
anteriormente expuestos y con los que añadiremos después, nos
vemos en
la precisión de reconocer que no faltan quienes teman
que
el Estado, debiendo limitarse a prestar una ayuda necesa­
ria
y suficiente, venga a reemplazar a la libre actividad, o que esa
nueva organi;:ación sindical y corporativa sea excesivamente bu­
rocrática
y política, o que (aun admitiendo esos más amplios be­
neficios) sirva más bien a particulares fines políticos que a la res­
tauración y fomento de un mejor orden social».
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LIBERTAD GREMIAL Y LIBERTAD SINDICAL
Estado legal y real de la cuestión actualmente · en España.
En España, desaparecido el Nacional-Sindicalismo, el propó­
sito de la «Plataforma» de izquierdas, que iba preparándose para
la
«transición» y el «cambio», era, paradógicamente, mantener el
sindicato vertical, pero férreamente controlado.
No se hizo así, quizá por no aparecer como continuidad del
sistema anterior, quizá por rendir culto al mito de la falsa liber­
tad democrática, quizá por secretas presiones de oscuras fuerzas
que mueven la economía
y el mundo del trabajo a nivel interna­
cional,
y la Ley de 1 de abril de 1977, la libertad sindical, vol­
vió al sistema dual capitalista de sindicatos obreros por un lado
y de asociaciones empresariales por otro.
Estas asociaciones empresariales, aunque a veces se denomi~
nan gremios, y para acrecentar su fuerza se agrupan en confede­
raciones,
como el Fomento del Trabajo Nacional, en Barcelona,
y la Confederación de Organizaciones Empresariales, a nivel na­
cional, poco tienen que ver con la antigua organización gremial,
fundamentalmente porque, a diferencia del gremio, no abarcan la
torálidad de factores intervenientes en la producción, sino solo
a los patronos, ni tienen representatividad política, siendo asocia­
ciones de derecho meramente privado.
Sin embargo, su existencia pone de manifiesto, por lo me­
nos, . dos cosas: el carácter de cuerpo social natural de la corpora­
ción profesional,
y que pueden desempeñar, y de hecho desem,
peñan, aunque limitadamente, alguna de las funciones de los an­
tiguos gremios: acción ante organismos oficiales frente a disposi­
ciones que perjudiquen
el desarrollo norm~l de las empresas;
asesoría jurídico-laboral, fiscal, jurídico-comercial, técnico-indus­
trial; información sobre mercados,
organización.J.i cur~os de for­
mación empresarial y enseñanza profesional, etc.
El pálido reflejo de la organización gremial que son hoy las
asociaciones empresariales podría llegar a representar una fuerza
social frente al
poder político, sea estatal, sea de las corporacio­
nes autonómicas, y esto no interesa al poder político, sea liberal,
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JUAN CASAAAS BALSELLS
sea socialista, pues ni en éste, con su concepc10n del hombre­
masa,
ni en aqué!,con su concepto del individuo-número, pueden
tener cabida la fuerza y la representatividad política de los cuer­
pos sociales naturales, intermedios entre el individuo
y el Esta­
do, ya que con una agremiación en paulatino proceso de
perfec­
cionamiento, las empresas podrían alcanzar una interdependencia,
una libertad, si
no igual, al menos algo próxima a la que goza­
ron con la organización gremial durante fa Edad Media. · ·
Pero, ¿cómo evitar el desarrollo espontáneo de los gremios,
si toda disposición impeditiva que dictara el poder político sería
tenida por contraria al ídolo moderno de
la diosa Libertad? Pues,
paradójiéamente, con un exceso
de libertad. Hay dos maneras de
no dejar ver: una, dejando a oscuras; otra, sometiendo a una luz
deslumbradora. Y así como el resplandor diurno oculta la mara­
villa del cielo estrellado, el exceso de libertad para
la creación de
asociaciones, tanto patronales como sindicales ( en el ordenamien­
to jurídico español bastan. tres personas para constituirlas), divi­
de, aromiza y resta fuerza al mundo del trabajo, lo mismo en su
vertiente patronal que
en la asalariada para enfrentarse al poder
político, circunstancia que igual conviene al sistema
liberal, por
su individualismo, que a la masificación estatista de los sistemas
socialistas.
Y lo mismo puede decirse de los colegios profesionales, que,
sin ser
propiamente gtemios, guardan cierta analogía

con éstos
en su aspecto de representación
y defensa de sus respectivos in­
tereses corporativos, motivo por el cual también están siendo so­
cavados por el poder político.
Conclusión. El hombre, que en
el ejercicio de su profesión era libre den­
tro
de la antigua organización gremial, por la seguridad e inde­
pendencia
económica que el ejercicio de su actividad mercantil,
artesanal o industrial le reportaba, no
es libre dentro de un sis­
tema socialista, por definición,
ni tampoco dentro de un sistema
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LIBERTAD GREMIAL Y LIBERTAD SINDÍCAL
capitalista libeta!, en el que no es posible la independencia eco­
nómica que es condición sine qua non para el ejercicio de la Ji.
bertad.
La auténtica libertad del mundo de
la producción, tanto para
empresarios como para trabajadores; la superación de la lucha de
clases, sustituida por
su armonización, el «sed solidarios» de Su
Santidad Juan Pablo
II; el cese de la explotación del hombre
por
el hombre o por el Estado, solo pueden lograrse con la 11uel­
ta a la organización gremial del Medioevo, convenientemente ac­
tualizada.
Sin embargo, la organización
corporativa del mundo del tra­
bajo solo
es posible dentro de una organización corporativa de
todos los aspectos de la sociedad, y
es planta exótica que no pue­
de arraigar ni desarrollarse siquiera
como en invernadero, den­
tro de un sistema democrático inorgánico.
No se comprende cómo ciertos sectores de pensamiento
cató­
licos, incluso elevadas esferas eclesiales, frente al esclavismo mar­
xista propugnan como solución, como
la mejor solución, como
única solución, un sistema político fundado en la democracia que,
tal como hoy se entiende, deriva de los principios filosóficos del
Enciclopedismo, para los que no hay ley trascendente y objeti­
va, sino solo la inmanente
y subjetiva de la cambiante «volun­
tad general» concretada en «la mitad
más uno».
A no pocos católicos resultó deprimente la declaración de la
Conferencia Episcopal con ocasión del referéndum de la actual
Constitución, y agradecieron que algunos prelados, al margen
de aquella declaración, alertaran a los pocos con personalidad
. su­
ficiente para no dejarse arrastrar por la corriente de moda y las
manipulaciones propagandísticas de los medios de comunicación
social.
Ahora, la Conferencia Episcopal, con cierto «desencanto» de
sus entusiasmos «constitucionalistas», se queja, no demasiado, de
la Ley de interrupción del embarazo, euf<:mismo con el que se en­
mascara el crimen del aborto; se queja, un poco más, del crecien­
te monopolio
de la enseñanza por parte del Estado o de las cor­
poraciones
autonómicas, y nada del intento de dinamitar la ins-
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JUAN CASARAS BALSELLS
titución familiar con la equiparación de hijos naturales y adulte­
rinos a los hijos del legítimo matrimonio.
Afirmar esto no es despreciar al Episcopado ni rebelarse con­
tra la Iglesia, de la que nos profesamos hijos sumisos y particu­
larmente devotos del Sumo Pontífice, llámese como se llame,
más que por sus dotes personas o
su actuación concreta, por ser
Obispo
de Roma, Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo. Es tan
solo dejar sentado que
es ineficaz intentar combatir las conse­
cuencias de la revolución sin combatir la revolución misma; que
nada
se consigue aplicando el hacha a las ramas si no se corta
la
raíz; que es ilógico levantar tronos a las premisas y cadalsos
a las consecuencias.
En definitiva, el gran objetivo, la gran tarea, el gran reto
que
la revolución nos plantea hoy es el de combatir el mito y
tópico de la democracia tal
como hoy se entiende, y combatirlo·
en todos los terrenos, tanto de las ideas como de ·su aplicación
práctica en la política
y en la vida social. Ha= comprender a
tantos hombres de buena voluntad, a tantos que están
ya en el
«desencanto» subsiguiente a la «transición» y al «cambio», que
frente
al esclavismo marxista, frente a los totalitarismos nacio­
nalistas, la única y verdadera alternativa · no está en una demo­
cracia inorgánica sino en la organización corporativa de la so­
ciedad ante el poder político. Organización que fluye «natural­
mente» del orden establecido por Dios,
creador de la naturaleza
social y perfectihle del hombre, y que hoy puede enunciarse con
unas palabras que, oportunamente manejadas pueden tener la
eficacia
de una frase «talismán»: MAS SOCIEDAD Y MENOS
ESTADO.
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