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Número 269-270

Serie XXVII

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R. Sierra Bravo: El método marxista

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La legislación espafiola va a rechazar la m!lternidad subro­
gada; pese a ello, nuestro autor
se detiene en ella, con acertado ,
criterio según mi punto de vis'la, pues si la ley actual la prohibe
y decide que siempre será la madre legal quien dé a luz a la
criatura,
es posible que en un futuro, y teniendo en cuenta los
fuertes intereses
económieos que se mueven alrededor de esta
práctica,
se legalice la misma.
Habida cuenta de que
el libro se orienta fundamentalmente
hacia
el estudio de la filiación, no se detiene el autor en el
análisis de determinadas prácticas que utilizan estas técnicas,
sobre todo
la fecundación in vitro, para fines distintos de la
procreación; estos supuestos serán prohibidos por la legislación
española pero es notorio que
se están realizando en muchos
países del mundo.
El volumen culmina con una bibliografía bastante completa,
lo que entraña indudablemente una dificultad pata el autor,
ha­
bida cuenta de la multitud de trabajos que surgen sobre el tema
y el necesario lapso que se produce entre la redaoción de una
obra
y su publicación.
En definitiva, nos encontramos ante un excelente trabajo
sobre este tema, especialmente meritorio en los aspectos jurídi­
cos, con
una acertada fundamentación de las posturas, y, donde,
sin
embargo, cabe observar diversas incongruencias respecto a la
posición católica; incongruencias criticables, pues aunque
es cier­
to que en estas técnicas ca:be observar una gradación de negati­
vidad,
se deben señalar también las negatividades . menos graves.
JosÉ
MIGUEL SERRANO RuIZ-CALDERÓN.
R. Sierra Bravo: EL METODO MARXISTA (*)
El autor, que debiera ser más conocido de lo que es por sus
publicaciones anteriores, especialmente «La doctrina social y eco­
nómica de los Padres de la Iglesia» ( 1) y «El pensamiento social
(*) Paraninfo, 1985, Madrid. Cap. I: El método marxista en Marx;
II: El método marxista en Engels; III: El método marxista después de
Marx
y Engels; IV: Análisis crítico del método marxista; V: El método
marxista de investigación y exposición; VI: Aplicaci6n de los contenidos
y principios del método marxista; VII: Método marxista y teorías marx:is-_
tas; VIII: Praxis científica del marxismo; fuentes y bibliografía. 150 pá-
ginas de texto. . (1) .J.a doctrina social y económica de los Padres de la Iglesia»,
· Cé>mpi; Madrid, 1967.
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y económico de la escolástica» (2), ·en los que resume y cita la
importantísima aportación teórica del pensamiento cristiano a la
cultura socioeconómica, ahora nos
ofrece un nuevo fruto de su
trabajo en un frente
totalmente diferente. Pulcro como todo lo
suyo
y muy documentado, pues se finaliza con una bibliografía
abundante, selecta y básica para
el conocimiento del tema.
La obra está dividida en tres secciones. La ptimera dedicada
al «Método marxista y sus fuentes» (caps. I-III); la segunda al
«Análisis y discusión de los
principios y elementos del método
marxista» (ca,ps. IV-V) y la terceta a la «Praxis del método mar-
xista» (caps. VI-VIII).
,
Vamos a intentar aquí un mínimo resumen de su línea tex­
tual. Empieza señalando lo que Marx
entiende es «el método
científico correcto... Se pueden distinguir tres componentes: l.'}
punto de partida: lo concreto-real¡ 2.') un proceso de abstrac­
ción y concreción, de análisis y síntesis;
3 .') un punto de lle­
gada: lo concreto en el pensamiento » (Grundisse) (pág. 10).
«Por oposición al hegelianismo pa es como tal la realidad única", considera las categorías ó' con­
ceptos como movimiento que es el verdadero acto de produc­
ción; cuyo resultado es el mundo, en la concepción de Marx, lo
concreto en el
pensamiento, el resultado o punto de llegada de
su método,
es sí un producto del pensamiento, "pero de ningu­
na manera es un producto del pensamiento que se piensa y se
engendta a sí mismo"» (Crítica de fa Economía Política) (pági­
na 15).
Así, «el físico... observa los procesos allí donde se presen­
tan en la forma más ostensible y menos velada ... , o procura rea­
lizar sus experimentos
en condiciones que garanticen el desarro­
llo del
ptaeeso que investiga ... (Aquí) nos proponemos investi­
gar el régimen capitalista de producción y
las relaciones que a él
corresponden» (El Capital) (pág. 21). Es decir, Marx trata de
investigar la realidad humana como sujeta a la «ley de necesi­
dad» de los procesos físicos y natutales, no según la «ley de li­
bertad» propia de los seres personales. Parece, pues, que esta­
mos frente
al Marx «kantiano» que señala Zeleny. Pero no es
así, pues se autoproclama dialéctico: «Mi método dialéctico no
solo es fundamentalmente distinto del método de Hegel, sino
que es. . . la
antítesis de él. Para Hegel, el proceso del pensamien­
to,
al ·que él convierte, incluso, bajo el nombre de idea, en su­
jeto con vida propia, es el deniurgo de lo real. . . Para mí lo
(2) «El pensamiento social y económico de la Escolástica>, C. S. l. C.,
Madrid, 1975, dos tomos.
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ideal no es ... más que lo material traducido y traspuesto en la
cabeza del hombre» (pág.
23 ), según cita del postfacio de «El
Capital». Es decir, parece que Marx, frente
a Hegel y la opción de éste
por la «res cogitans»,
se pronuncia por la «res e,otensa», por la
materia. Pero ... , ¿es posible un «materialismo dialéctico»? Ob­
viamente, en la «realidad sensible», no: la materia no es tan su·
ti! y flexible como para seguir las exigencias de la dialéctica, es
rígida, concreta. Pero, observemos que Marx, añade: «traspues­
ta
en la cabeza del hombre». Es decir -'Y aquí está todo el fon­
do de la cuesti6n-, al final Marx es tan idealista como Hegel,
«idealista» de la
materia, ciertaímente, de la «materia pensada»,
pero no por ello menos idealista como se verá en el capítulo
VIII de la obra al confrontar el «método marxista» y la «cien­
cia moderna», no dialéctica, sino crítica y empírica, lo cual
ex­
plica suficientemente el fracaso final del marxismo en sus rea·
lizaciones prácticas, alli donde forzosamente ha de tratar con
«materia», con «hombres»· reales, no dialécticos, «pensados» se­
gún a-prioris de la «trasposición a la cabeza del hombre».
A Marx se le puede aplicar justamente su propia crítica al
método
de Proudhon, donde «hay abstnwci6n y no análisis, a
la vez que critica y rechaza una abstnwci6n que aleja y separa
totalmente las ideas
de la ·realidad hasta convertir lo real en
puras categorías
lógicas» (pág. 26) que es, precisamente, lo que
ahora se reprocha a
los sistemas socioeconómkos regidos por las
ideas marxianas.
Lo cual choca, a su vez, frontalmente con la XI tesis sobre
Feuerbach, «concepto verdaderamente clave en el sistema mar­
xista» (pág. 28), en la que «constituye la praxis en criterio de
verdad» (pág. 31),
pues «es en la práctica
donde el hombre debe
demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poder, la tettena·
lidad de su pensamiento», dice Marx.
Tras ver el método marxista en
las diversas obras de Marx
pasa a verlo en
Engels, a través de dos citas de éste, para el
cual el método marxista es «la ciencia de las leyes generales del
movimiento y evolución
de .la naturaleza, de la sociedad humana
y
'del pensamiento» (Dialéctica de la Naturaleza) (pág. 45), se­
gún sus tres conocidas formulaciones de la ley «del trueque de
la cantidad en cualidad ... , la ley de penetración de contrarios y
la ley de la negación» ( ib.). Aquí hay que señalar que, como En­
gels, mete en el mismo saco los procesos naturales, los artificia­
les y al mismo hombre, que aparece solo como

«ser histórico».
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Tras Engels, el autor trae las aportaciones de Lenin y de Mao
(págs. 48 y 51) como principales autores
marxistas.
Más interesante en la sección II, «del análisis crítico del mé­
todo marxista», donde resume lo anterior en nueve claros prin­
cipios que se desenvuelven
en dos modos: a) Método de de in­
vestigación, «que empieza
en lo con~o sensible ... , la asimila­
ción
de la materia en todos sus detalles» (pág. 56 ), y b) Méto­
do de exposición, que «implica la realización de la síntesis de las
abstracciones logradas»
(ib. ). Esta presentación, en principio, pa­
rece coherente con
el concepto normal de fo que es ciencia, pero
solo lo es
en la expresión, pues «desde el punto de vista cien­
tífico este principio no coincide con el criterio de verificación de
este método...
El criterio de verificación científico tiene en este
método
un sentido mucho más especí.fico, no es genérico como
la
praxis. .

. (que) es la base marxista
de verificación de la teo­
ría» (pág. 64 ), que, además, es entendida con criterios sociohis­
tóricos, políticos, no empíricos sino intencionales.
Así, después
de proclamar el método marxista la «suprema­
cía
de la praxis» (pág. 67) sobre. la teoría, lo que en realidad
quiere
decir es «la subordinación de la teoría a la praxis revolu­
cionaria
... , implica en el marxismo una inmediata y directa su­
bordinación de la
teoría a una determinada praxis sobre todo si
ésta es de tipo político» (pág. 68), con
lo que queda siempre
autojustificada. Y que ha dado lugar a tan pintorescas
situacio­
nes «científicas» ( ¿? ), como el «affaire» Lysenko, bajo Stalin.
En realidad, para este método, «el hombre, la sociedad. y la
economía son totalidades» (pág. 73) y, efectivll1llente, ya quedó
claro
en los «Manuscritos de 1848» que Marx, cuando habla del
«hombre» no se refiere a las «personas», sino al «hombre
espe­
cí.fico», la «especie» humana de la cual los meros individuos
son meros momentos, «seres para la muerte». Aunque esto suele
olvidarse en el diálogo con los marxistas, a los que se les con­
cede una visión
de la «persona humana» que fue explícit81llente
rechazada por Marx. Así, éste llega al «materialismo histórico»
(pág. 77), cuyo sujeto es
el. «colectivo», que deviene en el tiem­
po, no las personas que nacen, viven y mueren. Esto, COD;)O se­
ñala Sierra Bravo, «desde un punto de vista formal se puede
criticar
la consecuencia metodológica del materialismo histórico
expuesto, como apriorismo, indebidamente casual
.y unilateral ... ,
porque conotituye una
regla metódica que contiene ya la solu­
ción que se busca» (pág. 80
). Lo cual, mal que le pese a Lenin
.....cf. «Materialismo y empirocriticismo»-fue ya señalado por
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Bici en d terreno especulativo y por Bohm Waberk en su fun­
damental crítica a «El Capital».
Así, se tiene que criticar
la expresión materialismo dialécti­
co, «que no es otra cosa que
d término que designa la dialécti­
ca
marxista en contraposición a la de Hegd» {pág. 84 ). Pero
«Hegd no habla de lógica dialéctica, sino que en él se puede
afirmar que ambas, lógica y dialéctica, se identifican totalmente,
dada la base idealista de su dialéctica» (pág. 86 ), cosa que no
ocutre
en «el materialismo marxiano, donde solo es una expre­
sión tautológica en tanto que es opuesta a la lógica formal» (ib.),
la cual, por su rigor, es opuesta a los juegos dialécticos de Marx,
que «no
ha podido sustituir, como algunos autores marxistas
han pretendido, a la lógica formal» (pág. 87), sobre todo en la
formalización teórica de las leyes
de la materia.
Lo mismo pasa con la «noción marxista de la dialéctica y
sus leyes» (pág. 87 ), cuya negación del principio de contradic­
ción «se basa
en una confusión -típica dd pensamiento dia­
léctico--entre contradictorio y distinto» (pág. 88 ). Así como la
«superación dialéctica
· del Engels de la «Dialéctica de la Natu­
raleza» y
del «Anti Duhring», solo consiste en llamar dialéc­
tica a las relaciones causales
de lo material.
A pesar
de dio, los seguidores del método mi,rxista se afe­
rran a
la pretendida igualdad de éste con la ciencia marxista,
que toman
por la auténtica ciencia sin ninguna prueoo objetiva
reclamada
por la base empírica y la lógica formal. Por ello,
«parece obvio que ... d método marxistw se halla estrechamente
subordinado a la ideología marxista. Por tanto, no parte de la duda
y puesta en
tda de juicio de toda interpretación o concepción,
sino que,
por d contrario, presupone la aceptación de las ideas
esenciales del marxismo y
de su comprensión dd mundo ... , no
es problemático. . . ( sino que)
en la base dd método marxista no
está la duda, sino la certeza» (pág. 100). Consecuencia de dio
es su choque frontal, muy bien estudiado por el autor, entre «el
método marxista y la observación científica» (pág. 102), frente
«al método científico» (pág. 106), tal como es
aceptado hoy por
todos. Un repaso a las obras de Marx y seguidores corrobora
exhaustivamente lo dicho. Y lo mismo que en lo temático ocurre
con
el análisis de las categorías básicas del marxismo, teoría del
valor
y de la plusvalía que «constituyen la columna principal de
la construcción del marxismo» {pág. 121 ), cuando
Marx «pre­
tendió en El Capital da,, a su sistema una fundamentación cien­
tífica
de la que hasta entonces carecía» (ib.), el pensamiento so­
cialista.
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Pero siempre, entendiendo la· «ciencia» según su modo par­
ticular de ver. En efecto, aunque la «posición ante la ciencia de
Marx y Engels es ... , extremadamente favorable» (pág. 137), sin
embargo, «la posición ante
la ciencia del marxismo aparece en
sus mismos fundadores con un
ci,rácter extremadamente ambi­
guo ... , tienen de la ciencia una idea propia y particular, basada
en su propia filosofía dialéctica y materialista y en la instrumen­
tación de
la ciencia al servicio de la praxis revolucionaria» (pá­
gina 138). Precisamente, como antes se
ha señalado aquí, la im­
posibilidad de hacer «materialismo dialéctico», entendidos los
dos términos --«dialéctica» y «materia»----en su verdadero sen­
tido,
es lo que producirá los «fallos científicos del marxismo»
{pág. 144), que se manifiestan como «orgullo intelectual, criti­
cismo sin autocrítica y subordinación de
la teoría a la política»
(pág. 145), cuyo resultado final tenemos ante
la vista como pos­
trera venganza de
la «astucia de la razón» que señaló Hegel en
su «Filosofía de
la Historia».
Es una verdadera lástima que esta obra haya sido publicada
con diez años de retraso, cuando ya el marxismo es, como dice
Thomas Molnar, «un cadáver putrefacto e insepulto que nadie
se atreve a enterrar». Sobre todo en el terreno teórico.
ANTONIO SEGURA FERNS
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