Índice de contenidos
Número 271-272
Serie XXVIII
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
589 -1789
-
Ante el XIV Centenario del Concilio III de Toledo
-
La Declaración Universal de los Derechos del Hombre ante la moral católica
-
Interpretación sciacchiana de Sócrates
-
Sciacca, de Aristóteles a Santo Tomás
-
Meditación de la Revolución francesa (II). La conjura de los sofistas
-
La pérdida del ideal clásico en la educación
-
Monasticismo: conocimiento y tiempo
-
Antecedentes no marxistas en Lenin: los orígenes del comunismo ruso
-
¿El Fuero es un mito? Navarra por la defensa del Fuero contra el despotismo ilustrado y su heredero político, el liberalismo
-
-
Actas
-
Palabras de bienvenida y de recuerdo
-
Homilía en la Misa del 4 de diciembre de 1988 en la XXVII Reunión de amigos de la Ciudad Católica
-
El poder divino–humano. Extracto de la Homilía del Rvdo. P. Manuel Martínez Cano en la Misa del lunes 5 de diciembre de 1988. [XXVII Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
Teología del poder. (Palabras en el acto litúrgico final). [XXVII Reunión de amigos de la Ciudad Católica]
-
Ciencia y Fe
-
- Información bibliográfica
Autores
1989
Sciacca, de Aristóteles a Santo Tomás
SCIACCA, DE ARISTOTELES A SANTO TOMAS
POR
JuAN VALLET DE GOYTISOLO
l. Entre las personas que más me han enriquecido intelec
tualmente se halla, sin duda alguna, el profesor Michele Federico
Siacca.
Es para mí un hecho indudable, que debo reconocerlo
públicamente. Como maestro,
él ha sido quien mejor me ha en
señado a ver más aguzadamente y a comprender de manera más
clara
y distintivamente; y, todo esto, gozando del placer de es·
cucharle y de leerle. Cuando digo escucharle no me refiero solo
a sus conferencias, sino a la delicia de su conversaci6n, en las
charlas de sobremesa
-<¡ue nunca deseé tuvieran el término que
lo cotidiano
exige-o en nuestros viajes a Segovia para reunir·
nos con el can6nigo ---
tario -mi entreñable amigo, que Dios
so Martfnez Almeida-.
Especialmente no puedo olvidar el último curso, que im
partió en Stresa, en el que fui uno de sus alumnos y donde ex
plic6 el pensamiento de Santo Tomás de Aquino.
En el número 8 de los Quademi della «catedra Rosmini»
-que el Centro internazionali di Studi Rosminiani de Stresa de
dic6 íntegramente a su memoria-aparece entre las testimonian·
ze una mía, brevísima. En ella agradecí ai maestro esa claridad,
que nos había difundido
en el curso anterior, para ayudarnos a
penetrar
en el conocimiento de las enseñanzas de Santo Tomás
de Aquino.
Allí nos hizo ver c6mo el Aquinatense reelaboró, no
solo a Aristóteles sino también a Plat6n;
y que, además del ca·
mino de la inducción, por el que se asciende desde los efectos
hasta las
cau!as, Santo Tomás mostraba que, las ideas, los pri·
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Fundaci\363n Speiro
SCIACCA, DE ARISTOTELES A SANTO TOMAS
meros principios, se alcanzan por una facultad de la que está
dotado nuestro
intelecto, que, si bien no tiene innatas esas ideas
-contrariamene a lo que creía Platón-sí tiene una aptitud,
propia del
hombre, para obtenerlas directamente de la misma
realidad que nuestros sentidos externos perciben. Es una facul
tad que, sin duda, la e:x.periencia desarrolla y educa, y que nues
tro llorado, querido e inolvidable Sciacca, poseía en el sumo
grado humano, tanto en extensión como en
profundidad y de
talle, pues, sus alas y ojos de águila le tenían superdotado para
ello.
La predilección que en sus últimos años sintió por nosotros,
los
amigos de la Ciudad Católica, agropados en nuestra labor
en tomo de la
divisa de Speiro -es decir, sembrar-, en la que
tan
generosamente cooperaba, no solo nos trajo el regalo de su
magisterio, sino el de sus iniciativas. En casi todas nuestros
Reuniones en las que participó, nos proponía un tema gene
ral pars desarrollar en la del año siguiente; incluso nos ayudaba
en la confección del programa y en la selección de
los nombres
más adecuados para actuar de ponentes según el tema de cada
conferencia. Así comenzó a hacerlo el mismo día en que con
cluimos la X Reunión, Cristiandad y sociedad pluralista laica
-primera en la que él participó, explicándonos el tránsito Des
de el sansimonismo de ayer a la tecnocracia de hoy--; nos pro
puso el tema de la XI,
Contemplaci6n y acci6n -al cual nos in
trodujo con una maravillosa exposición de La contemplaci6n como
fundamento del saber; Marta
y Maria, en cuya segunda parte
glosó con
gran finura de matices ese pasaje del evangelio de Lu
cas-. En las sucesivas reoniones, nos propondría: para la XII,
Revoluci6n, historicismo y tradici6n --encargándose de la expo
sición general del tema-y en la XIII, dedicada a Santo Tomás
de Aquino, hoy, que abordó magistralmente exponiendo un tema,
entonces muy acuciante, Santo Tomás y los problemas filos6fi
cos de hoy.·
2. Era el año 1974 y, en esas fechi¡s, el mismo profesor
Sciacca estaba escribiendo su Prospettiva sulla metafísica de San
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Fundaci\363n Speiro
JUAN V AUET DE GOYTISOLO
Tommasso, con ocasión del VII centenario de la muerte del
Aquinatense, en «un pequeño pero sincero
homenaje de un pen
sador
de la línea, digámoslo también, aunque con muchas re
servas, "platónica''. --son palabras del mismo autor-, a la men
te más excelsa de la cultura católica, en un momento, el nues
ro, cuando una cierta fácil "contestación", que se dice desen
vueltamente
desacralizadora y desmitificadora, no la respeta o
pretende
adaptarla, desnaturalizándola, para sus fines, que son,
en nuestra opinión, antitéticos a los que son propios del pensa
miento teológico y filosófico de Santo Tomás».
Al concluir el preliminar de ese libro, decía Sciacca: «En el
Prologus, dice Santo Tomás, que la Summa Theologiae efa di
rigida ad· eruáitionem incipientium. El que esto escribe, sobre
todo en estos últimos años y después de cuarenta y
cinco de mi
licia filosófica, se ha matriculado en esa escuela de ''principian
tes".
Y hace votos porque, en la actual situación histórica, baya
quienes deseen hacer otro tanto».
Después de fallecido
el autor, uno de los mejores tomistas
actuales,
el dominico padre Victorino Rodriguez, en Verbo, 147,
comentaría:
«Declaración tan sorprendente de un maestro tan
famoso merece señalarse. Sin duda que el "Buey mudo de Si
cilia" (apodo de fray Tomás entre los estudiantes de Colonia)
habría sonreído amablemente al recién fallecido profesor
sici
liano».
Por mi parte, tuve
la suerte de ser almuna suyo -del maes
tro, nacido en Giarre y profesor de la Universidad de Génova
en la relectura que, junto al lago Maggiore, e,opuso en el Centro
Intelectua[ de Estudios Rosminianos de Stresa.
Sciacca, a medida que escribía esa Prospettiva y tenía en
limpio cada capítulo, nos lo enviaba,
yo se lo pasaba al padre
Bernardo Monsegú,
C. P., quien lo traducía al castellano. EI
primer capítulo constituyó su referida ponencia de nuestra XIII
Reunión, y aparecería en Verbo, 133-134, en el mismo número
en
el cual, muy apenados, dimos la dolorosa noticia del falleci
miento de
su autor. Después, en el ejemplar correspondiente a
los meses de agosto-septiembre.octubre de 1975 aparecerían los
72
Fundaci\363n Speiro
SCIACCA, DE ARISTOTELES A SANTO TOMAS
capítulos II y III, y sucesivamente los demás, hasta completar
la versión española de la Perspectiva de la metafísica en Santo
Tomás editada también separadamente (Madrid, Speiro, 1976).
En este estudio, efectuó una relectura de Santo
Tomás de
Aquino, que
-dice Sciacca-no quiere ser sino «un simple pun
to
de vista, el de la "filosofía de la integralidad" sobre algunos
temas metafísicos del pensamiento del Aquinatense en relación
con
Ios problemas del mundo contemporáneo»; pues, el Dactor
communis -sigue el autor-«debe ser visto en su tiempo; pero
como cualquier otro pensador con el que es necesario contar en
nuestro tiempo y en todo tiempo». En una relectura
-explica
no se trata de efectuar «fatigosas repeticiones de tercera o cuar
ta mano,
ni de un volver sin más a Santo Tomás, lo que equi
valdría a reproponerlo fuera de su tiempo», sino, en lugar de
una
vuelta atrás, por el contrario, «hacer que el pasado vuelva a
nosotros, penetre en nuestra situación histórica de manera que
se baga 11presente" en nosotros, "actual'1 .y ircontemporáneo"; y
así esté proyectado siempre hacia el futuro. Por tanto, ni vuel
ta al pasado, ni olvido del pasado, sino presencia viva, estimu
lante y fecunda en el presente».
3. Uno de sus
Studi sulla filosofia antica recogió un comen
tario bibliográfico suyo, escrito en 1946,
acerca del libro de
Femand Van Steenberghen,
Aristote in occidente, donde se exa
minan las primeras fusiones operadas entre el pensamiento griego
de Platón y Aristóteles con el árabe de Avicena, Averroes, Avice
brón
y Maimónides; y su penetración, durante el siglo xn, en
el mundo cristiano, donde
el movimiento dialéctico, con Abelar
do, consagraría el triunfo de Aristóteles en la lógica y
la intro
ducción de su teoría del conocimiento en las escuelas. Fue un
preludio
de su pleno triunfo en el siglo signiente, donde tomaría
pie fume en las orillas del Sena, a la sombra de Notre-Dame de
París, hacia 1240 y se desarrollaría, con etapas
en San Buena·
ventura, San Alberto Magno
y Santo Tomás. Entre 1250 y 1265,
se recibió lo esencial de la formación filosófica del Estagirita, y
fue reconocido
como el más grande de los filósofos paganos.
73
Fundaci\363n Speiro
JUAN V AUET DE GOYTISOW
. Ya en el Preliminar de su Perspectiva anticipa Sciacca que
«el Aquinate, a fuerza
de querer permanecer fiel a la tradición
y hacerse discípulo de todos -de Platón, de Aristóteles, de los
neoplatónicos
y de los padres, de los pensadores árabes y he
breos-ha sido un grande y a veces audaz innovador, y, por
eso mismo, ha ido incluso más
allá de aquel mismo Aristóteles
del que,
más que de ningún otro, se juzgaba discípulo».
Santo Tomás renueva la tradición platónica, y neoplatónica,
iniciada por San Agustín;
y efectúa su síntesis con esa nueva
cultura aristótelica llegada a la Universidad
de París. Toma po
sición frente al Aristóteles expuesto por los árabes. «Lo piensa
de nuevo, le
saca todo su veneno para hacerlo innocuo y lo in
terpreta en el sentido siempre más favorable a sus fines, ayudán
dose de todas las aportaciones; se construye
su Aristóteles, con·
trario al de A verreos y Sigerio».
Santo Tomás
--dice Sciacca-se sirve de Platón, «cuando
éste es aprovechable para salvar o deshacer los "escollos" de
Aristoteles; y de este último, para afrontar los "escollos" no
me
nos peligrosos que hay en el ateniense. No haberse hecho cargo,
basta
hace poco decenios, del componente fundamental "plató
nico", y haber querido hacer del Aquinate filósofo un aristoté
lico, siquiera muy personal, es lo que ha dañado mucho la
origi
nalidad de la síntesis del Aquinate, a la comprensión de su pen
samiento integral, y a su perenne actualidad» . . . «Síntesis original
-decimos-, Santo Tomás no es platónico ni aristotélico, es
sencillamente Tomás, como Agustín es Agustín y no Platón o
Plotino, pues son cada uno
lo que son, como cada auténtico pen·
sador es el mismo».
4. El punto donde me parece más interesante
la relectura
que hace
Sciacca del Aquinatense, en relación a su superación
del aristotelismo,
es el relativo a la teoría del conocimiento.
Recuerdo
de su ensefümza oral en el curso. de Stresa, su ex
plicación de que el verdadero conocimiento radica, segón Pla
tón, en
las ideas, segón a Aristóteles lo hallamos en las cosas y,
segón Santo Tomás, resulta de nuestra intelección de ellas, es
decir, de la adaequatio o conformitas rei et intellectus.
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Fundaci\363n Speiro
SCIACCA, DB ARJSTOTBLES A SANTO TOMAS
En sus conversaciones nos explicaba, muchas veces, la con
traposición del Aristóteles de Averroes -recogido especialmen
te en el campo cristiano por Sigerio de
Bravante--con el Aris
tóteles de Santo
Tomás.
Vamos a ttatat, aquí, de hacer una brevísima síntesis de
cómo lo explica nuestro maestro en el capítulo II de su Perspec
tiva.
«Santo Tomás ---
Aristóteles hace comenzar el conocimiento sensitivo a partir de
los sentidos, nota con
Platón la insuficiencia del conocimiento
sensible y la necesidad del entendimiento, único capaz
de un
conocimiento verdadero
(de saber); y, con Platón, opone al sen
sismo y al materialismo la actividad intelectual (S. Th.
1, 84, 6)».
Y, precisando esta cuestión, explica: « Un punto central de
la doctrina tomista sobre el conocimiento es el de la abstracción.
Es también uno de los puntos que suponen mayor esfuerzo de
mediación entte Aristóteles y Platón, Platón y Aristóteles, con
el fin de superar tanto el racionalismo
como el sensismo, a los
que subyace siempre una forma
de materialismo. A su vez, la
abstracción va estrechamente unida a la doctrina sobre el enten
dimiento agente, que
es el principio iluminador de los datos de
la experiencia, de modo que surja lo universal».
El entendimiento humano --explica Sciacca, resumiendo a
Santo
Tomás--, solo se actúa «cuando se ve determinado por
un objeto que le
es proporcionado, y que no puede ser más que
del mundo de lo corporal, pero. considerado abstractamente; esto
es conocido por conceptos universales, lo que equivale a decir
abstraídos de las condiciones que individualizan el ser y le hacen
ser 1'tal" ser».
Ahí se remite a las conclusiones del Aquinatense, en S. Th. 1,
85, 1, que estracta. «"Es propio del entendimiento humano
co
nocer la forma que existe individualmente en la materia corpó
rea; pero considerándola no tal como es"; lo que quiere decir
"abstraer la forma de la materia individual que está
representada
por el fantasma (imagen)". Por eso, ''nuestro entendimiento co
noce las cosas materiales por abstracción de las imágenes sensi-
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Fundaci\363n Speiro
JUAN V ALLBT DB GOYTISOLO
bles, y mediante las cosas así vistas llega a un cierto conocimien
to de la realidad inmaterial"».
«La
· abstracci6n -sigue ya Sciacca---es precisamente el pro
ceso de ''desmaterializaci6n" de los seres, la que los pone en
estado de cognoscibilidad intelectiva, esto
es de inteligibilidad
de la esencia universal».
5. Advierte nuestro maestro que, al haber abandonado ese
modo de abstracci6n realista, el mundo moderno
se ha deslizado,
unas veces, por el empirismo; y, en otras, se ha perdido en
idealismos racionalistas.
En el primer caso, no alcanza a captat la esencia universal
de las
cosas y se queda tan solo con la pura intuici6n sensible e
inmediata que
-dice--«es mera abstrusidad, pues abolida la
abstracci6n,
al perderse la esencia se pierde lo real y, con ello,
la caída en el nominalismo
es inevitable».
En el segundo, equivoca el punto de partida, «arrancando de
la .intuición racional -diversa de la intuición intelectiva en sen
tido platónico y agustiniano-- pierde los accidentes y se hace la
ilusi6n de asir la esencia»; pero, no haoe sino
«sustancializar los
datos mentales o artificiales».
En ambos casos, advierte Sciacca: «La estructura de la res
lidad de sustancia y accidentes, rota en dos, se pierde, y con ella
se pierde la estructura ontol6gica de los entes. De ahí el mate
rialismo abstracto y
el espiritualismo abstracto» ... «esos idea
lismos o abstrusidades, en los que desde hace cuatro siglos se
debate el pensamiento moderno: la absttusidad del materialismo
empirista
y la abstrusidad hist6rico-espiritualista; dos formas ra
dicales del ''naturalismo", a las que corresponde, según prevalez
ca una -sobre la otra, ora el "cuantismo" cientifista, ora el "cua
lismo' espiritualista. La "cantidad" sin la calidad, o la "calidad"
sin la cantidad, dos "grandes" sin grandeza».
Además de esta ruptura, también en el mundo moderno
se
padece otra de la que asimismo alerta Sciacca. El universal, como
explic6 Santo Tomás interpretando a Arist6teles,
es un objeto
inteligible
al hombre, pero que no exise en las cosas o en la na-
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SCIACCA, DE ARISTOTELES A SANTO TOMAS
turaleza, sino que se obtiene por el acto de entender, de /acere
intelligibilia actu,
que significa «universalizar», partiendo de las
notas individuales, el conocimiento o pensamiento de la esencia,
que
es la función propia del entendimiento «agente» -mientras
que el «pasivo» recibe el impacto de las sensaci
gan del exterior. Pero, ese pensar, el universal o la esencia inte
ligible, «no rompe la unión de esencia
y existencia». Esta rup
tura sí la producen, de una parte, el
existencialismo contempo
ráneo
.,---
esencias y las sustancias, que considera «no son más que nom
bres objeto de fantastiquerías metafísicas-, y, de otra, el más
radical «esencialismo» --según el cual-«no existen más que
las esencias pensadas que se resuelven en lógica, o en las rela
ciones conceptuales inmanentes al pensamiento o "1 espíritu», con
lo cual «el ser
y lo real se disuelven».
El ·profesor
Sciacca, al concluir ese tercer. capítulo, muestra
que
el hombre dispone, según el Aquinatense, de tres medios de
conocer:
-El conocimiento primero, obtenido por abstracción del as
pecto inteligible de las cosas, que es el más común y general en
el hombre.
~ Otro, por «intelección» de los primeros principios, que
«statim naturaliter apprehenduntur», por lo que al entendimien
to se le llama
«habitus primorum prindpiorum», denominado i.n
telligi a ese acto intelectivo inmediáto intuitivo de los primeros
principios, e
intelectus a su hábito (S. Th., 1, 58, 3, resp.). Si
bien ese conocimiento -sigue Santo Tomás-, propio de los
ángeles, tiene en el hombre la poca
intensidad de su luz intelec
tual; por lo cual no puede alcanzar
de una sola mirada . toda su
virtualidad ni todas las consecuencias en ellos contenidas. Sciacca
pone los principios de no contradicción y de identidad como
ejemplo de intuición inmediata del hombre.
- Y, el otro,
es el raciocinio o discursus; es decir, el cono
cimiento discursivo, por ;,l cual, del conocimiento de una cosa, se
accede al de otra.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
6. A finales de 1987 -es decir, hace poco más de un
año--ha apa,;ecido, en España, un grueso y sustancioso volu
men, con más de 700 páginas, Sobre la esencia del conocimiento,
del que es autor el reciente y prematuramente jubilado Catedrá
tico de Metafísica de
la Universidad de Barcelona, Francisco Ca
nals Vidal ( * ). Es -dice el profesor Milián Fuelles-uno de
los diez o doce mejores libros de
filosofía que aquí se han pu
blicado
en todo este siglo.
En esa obra vemos confirmado, y, después, profundamente
razonado,
cuanto hemos visto enunciado por Sciacca. «Santo To
más no vacila en reconocer --escribe Canals Vidal-que, en el
sentido
por él afirmado, es verdadera la tesis platónica qi¡e sos
tuvo que todo lo que el hombre llega a conocer lo poseía ya an
tes como conocido. De ese modo hallamos reconocido en Santo
Tomás cierto carácter de
pre-cognici6n fundamental a todo aque
llo que pertenece a
la estructura necesaria, esencial y uni'liersal
ontol6gica, sin la que no podría realizarse ningún conocimiento
intelectual de la realidad sensible». ·
Nuestro maestro Sciacca había explicado que, en De spiritua
libus ·creaturis,
10, dice Santo Tomás, que «no supone mucha di
ferencia»
--<.
y San Agustín, «que nos son dados por Dios los objetos 1nteligi
bles», o, con Arist6teles, «que nos es dada la luz para poder ha
cer inteligibles los objetos». Y, explica Sciacca: «Santo Tomás sa·
bía
muy bien' que la diferencia se daba», pero quiso significar,
por un lado, «que un cat61ico puede seguir una u otra senten
cia en cuanto no está en juego ninguna a verdad de
fe; y, por
otro,
añadimos nosotros [sigue diciendo Sciacca}, que hay dos
perspectivas gnoseol6gicas
-siempre que se tome el lumen agus
tiniano en el sentido de "luz natural" dentro de los confines de
la metafísica del ser; y, como tales, aceptables, dado que en una
(*) Cuando corrijo estas pruebas, ha tenido el profesor Ca.naJs las
eno~es alegrías, ,,que con él comparto, de que esa que fue· su cátedra y,
antes, la de su maestro Jaime Bofill, la ha ganado, votada por unanimidad,
su discípulo Eudaldo Forment, y de ser elegido ru:adémico de la )'onti
ficia «Santo Tommaso de Aquino» de Roma.
78
Fundaci\363n Speiro
SCIACCA, DE ARISTOTELES A SANTO TOMAS
y otra se salvaguardan la objetividad del conocimiento y la inte
ligibilidad de lo
real».
Canals Vida! explica muy bien el paso que, desde la percep
ci6n sensible lleva a la intelecci6n humana, según la concepci6n
tomista: «aunque
se reconozca la originaci6n extrínseca del co
nocimiento intelectual humano a partir de las cosas materiales,
habrá que
afirmar a la vez que el conocimiento solo "entiende en
acto lo que existe
en él como inteligible en acto" y habrá que
atribuir a la
propia alma intelectiva "la formaci6n de las seme,
janzas inteligibles de las cosas" {lo que Canals ha puesto entre
comillas, es de Santo Tomás, en
De V eritatae, 10, 6, in e]. En
ese sentido
--dice Canals-, el entendimiento no es una capa
cidad para mirar fuera de sí mismo, sino que está destinado a
traer las
cosas a sí mismo y considerarlas dentro de sí mismo».
Para verlo claro, debemos diferenciar
las imágenes. sensibles
que nuestros sentidos captan de la realidad y las imágenes inte
ligibles que formamos en nuestra conciencia. Canals
explica que,
en las primeras, «la naturaleza
de las cosas es reperesentada como
término objetivo inmanente, en nivel todavía no' desmaterializá0
do e inteligible, pero ya interno, intrínseco a la conciencia inte·
lectual sensible humana»; y, en las segundas, la imagen· sensi
ble
se hace inteligible, de tal modo que «lejos de presentar' la
imagen sensible como un calco 4>asivo o como una idea confusa
y debilitada de la
impresión intuitiva, se muestra regida y como
organizada, según aquella capacidad proyectiva posibilitadora de
la objetivización que constituye la función propia de. la cogitati
va, como facultad de juicio singular, y de la memoria como apre
hensiva de
las cosas en su proceso temporal». Es decir, la ima0
gen sensible tiene una funci6n mediadora entre las cosas mate
riales, y la imagen inteligible, es una «mediaci6n necesaria
para
que el entendimiento ejerza, a través de su "conciencia sensible"
aquel "traer de las cosas a sí mismo" que define el modo propio
del conocimiento intelectual».
«... intellectualis co gnitio non consistit in ipsis phantasmati
bus [imágenes]
sed in eis contemplatur paritatem inteltigibilis
veritatis»
-instste el Aquinatense en S. Th., 2."-2.º, '5, a11'2.,_,
79
Fundaci\363n Speiro
JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
Como explica Canals, ese conocimiento sensible «es la causa ma
terial no la causa total del conocimiento de las esencias de· las
cosas, cuya causa formal ha de ser buscada
ya en la vertiente
por
la que el conocimiento intelectual humano ha de ser consi
derado también como
parcialmente originario intrínsecamente; es
decir, desde la propia alma intelectiva y en virtud de una acti
vidad anterior e independiente con respecto a la receptividad a
partir de
lo sensible».
«Esta anterioridad
--sigue diciendo Canals-no implica en
modo alguno el carácter innato del concepto de ente, pero sí
la
alirmaci6n de que los primeros conceptos son conocidos de modo
"ditecto" e "inmediato" en virtud de la propia luz connatural a
la mente, que
es "el entendimiento agente".
»Los principios cognoscibles inmediatamente en virtud de
estos primeros conceptos, son el instrumento
de la propia luz in
telectual para que puedan descubrirse en las imágenes sensibles
las esencias determinadas de las cosas».
Si esa luz no pertenecie
se al entendimiento mismo,
«nci se descubriría, en el contexto
de las sigularidades accidentales, el objeto propiamente inteligi
ble de la esencia de
la cosa».
Tal como repite, con palabras de Cayetano, «con la luz del
entendimiento agente la imagen misma es ilustrada al modo como
el color
es hecho visible, porque por aquella iluminaci6n se pa
tentiza y brilla en la imagen aquello que en ella hay de esencial
o natural, y no
la singularidad que en lo sensible está unida a
ella, por lo que la misma ilúminaci6n
es abstractiva».
«La inteligencia o capacidad de conocimiento objetiva de
esencias
-dice Canals en la conclusi6n de su libro--emana de
la memoria sustancial de la mente, íntima y radicalmente presen
te para
sí misma por poseer el ser, con independencia de la ma
teria».
Termino. Nuestro maestro, el profesor Miéliele Federico
Sciacca sigue proyectando su luz en nuestra intelecci6n a quienes
fuimos y seguimos siendo sus discípulos;
y, en la memoria suya,
continuamos entrañablemente fieles a
· la amistad con la que él
tan generosamente nos enriqueci6.
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tualmente se halla, sin duda alguna, el profesor Michele Federico
Siacca.
Es para mí un hecho indudable, que debo reconocerlo
públicamente. Como maestro,
él ha sido quien mejor me ha en
señado a ver más aguzadamente y a comprender de manera más
clara
y distintivamente; y, todo esto, gozando del placer de es·
cucharle y de leerle. Cuando digo escucharle no me refiero solo
a sus conferencias, sino a la delicia de su conversaci6n, en las
charlas de sobremesa
-<¡ue nunca deseé tuvieran el término que
lo cotidiano
exige-o en nuestros viajes a Segovia para reunir·
nos con el can6nigo ---
Especialmente no puedo olvidar el último curso, que im
partió en Stresa, en el que fui uno de sus alumnos y donde ex
plic6 el pensamiento de Santo Tomás de Aquino.
En el número 8 de los Quademi della «catedra Rosmini»
-que el Centro internazionali di Studi Rosminiani de Stresa de
dic6 íntegramente a su memoria-aparece entre las testimonian·
ze una mía, brevísima. En ella agradecí ai maestro esa claridad,
que nos había difundido
en el curso anterior, para ayudarnos a
penetrar
en el conocimiento de las enseñanzas de Santo Tomás
de Aquino.
Allí nos hizo ver c6mo el Aquinatense reelaboró, no
solo a Aristóteles sino también a Plat6n;
y que, además del ca·
mino de la inducción, por el que se asciende desde los efectos
hasta las
cau!as, Santo Tomás mostraba que, las ideas, los pri·
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SCIACCA, DE ARISTOTELES A SANTO TOMAS
meros principios, se alcanzan por una facultad de la que está
dotado nuestro
intelecto, que, si bien no tiene innatas esas ideas
-contrariamene a lo que creía Platón-sí tiene una aptitud,
propia del
hombre, para obtenerlas directamente de la misma
realidad que nuestros sentidos externos perciben. Es una facul
tad que, sin duda, la e:x.periencia desarrolla y educa, y que nues
tro llorado, querido e inolvidable Sciacca, poseía en el sumo
grado humano, tanto en extensión como en
profundidad y de
talle, pues, sus alas y ojos de águila le tenían superdotado para
ello.
La predilección que en sus últimos años sintió por nosotros,
los
amigos de la Ciudad Católica, agropados en nuestra labor
en tomo de la
divisa de Speiro -es decir, sembrar-, en la que
tan
generosamente cooperaba, no solo nos trajo el regalo de su
magisterio, sino el de sus iniciativas. En casi todas nuestros
Reuniones en las que participó, nos proponía un tema gene
ral pars desarrollar en la del año siguiente; incluso nos ayudaba
en la confección del programa y en la selección de
los nombres
más adecuados para actuar de ponentes según el tema de cada
conferencia. Así comenzó a hacerlo el mismo día en que con
cluimos la X Reunión, Cristiandad y sociedad pluralista laica
-primera en la que él participó, explicándonos el tránsito Des
de el sansimonismo de ayer a la tecnocracia de hoy--; nos pro
puso el tema de la XI,
Contemplaci6n y acci6n -al cual nos in
trodujo con una maravillosa exposición de La contemplaci6n como
fundamento del saber; Marta
y Maria, en cuya segunda parte
glosó con
gran finura de matices ese pasaje del evangelio de Lu
cas-. En las sucesivas reoniones, nos propondría: para la XII,
Revoluci6n, historicismo y tradici6n --encargándose de la expo
sición general del tema-y en la XIII, dedicada a Santo Tomás
de Aquino, hoy, que abordó magistralmente exponiendo un tema,
entonces muy acuciante, Santo Tomás y los problemas filos6fi
cos de hoy.·
2. Era el año 1974 y, en esas fechi¡s, el mismo profesor
Sciacca estaba escribiendo su Prospettiva sulla metafísica de San
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JUAN V AUET DE GOYTISOLO
Tommasso, con ocasión del VII centenario de la muerte del
Aquinatense, en «un pequeño pero sincero
homenaje de un pen
sador
de la línea, digámoslo también, aunque con muchas re
servas, "platónica''. --son palabras del mismo autor-, a la men
te más excelsa de la cultura católica, en un momento, el nues
ro, cuando una cierta fácil "contestación", que se dice desen
vueltamente
desacralizadora y desmitificadora, no la respeta o
pretende
adaptarla, desnaturalizándola, para sus fines, que son,
en nuestra opinión, antitéticos a los que son propios del pensa
miento teológico y filosófico de Santo Tomás».
Al concluir el preliminar de ese libro, decía Sciacca: «En el
Prologus, dice Santo Tomás, que la Summa Theologiae efa di
rigida ad· eruáitionem incipientium. El que esto escribe, sobre
todo en estos últimos años y después de cuarenta y
cinco de mi
licia filosófica, se ha matriculado en esa escuela de ''principian
tes".
Y hace votos porque, en la actual situación histórica, baya
quienes deseen hacer otro tanto».
Después de fallecido
el autor, uno de los mejores tomistas
actuales,
el dominico padre Victorino Rodriguez, en Verbo, 147,
comentaría:
«Declaración tan sorprendente de un maestro tan
famoso merece señalarse. Sin duda que el "Buey mudo de Si
cilia" (apodo de fray Tomás entre los estudiantes de Colonia)
habría sonreído amablemente al recién fallecido profesor
sici
liano».
Por mi parte, tuve
la suerte de ser almuna suyo -del maes
tro, nacido en Giarre y profesor de la Universidad de Génova
en la relectura que, junto al lago Maggiore, e,opuso en el Centro
Intelectua[ de Estudios Rosminianos de Stresa.
Sciacca, a medida que escribía esa Prospettiva y tenía en
limpio cada capítulo, nos lo enviaba,
yo se lo pasaba al padre
Bernardo Monsegú,
C. P., quien lo traducía al castellano. EI
primer capítulo constituyó su referida ponencia de nuestra XIII
Reunión, y aparecería en Verbo, 133-134, en el mismo número
en
el cual, muy apenados, dimos la dolorosa noticia del falleci
miento de
su autor. Después, en el ejemplar correspondiente a
los meses de agosto-septiembre.octubre de 1975 aparecerían los
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Fundaci\363n Speiro
SCIACCA, DE ARISTOTELES A SANTO TOMAS
capítulos II y III, y sucesivamente los demás, hasta completar
la versión española de la Perspectiva de la metafísica en Santo
Tomás editada también separadamente (Madrid, Speiro, 1976).
En este estudio, efectuó una relectura de Santo
Tomás de
Aquino, que
-dice Sciacca-no quiere ser sino «un simple pun
to
de vista, el de la "filosofía de la integralidad" sobre algunos
temas metafísicos del pensamiento del Aquinatense en relación
con
Ios problemas del mundo contemporáneo»; pues, el Dactor
communis -sigue el autor-«debe ser visto en su tiempo; pero
como cualquier otro pensador con el que es necesario contar en
nuestro tiempo y en todo tiempo». En una relectura
-explica
no se trata de efectuar «fatigosas repeticiones de tercera o cuar
ta mano,
ni de un volver sin más a Santo Tomás, lo que equi
valdría a reproponerlo fuera de su tiempo», sino, en lugar de
una
vuelta atrás, por el contrario, «hacer que el pasado vuelva a
nosotros, penetre en nuestra situación histórica de manera que
se baga 11presente" en nosotros, "actual'1 .y ircontemporáneo"; y
así esté proyectado siempre hacia el futuro. Por tanto, ni vuel
ta al pasado, ni olvido del pasado, sino presencia viva, estimu
lante y fecunda en el presente».
3. Uno de sus
Studi sulla filosofia antica recogió un comen
tario bibliográfico suyo, escrito en 1946,
acerca del libro de
Femand Van Steenberghen,
Aristote in occidente, donde se exa
minan las primeras fusiones operadas entre el pensamiento griego
de Platón y Aristóteles con el árabe de Avicena, Averroes, Avice
brón
y Maimónides; y su penetración, durante el siglo xn, en
el mundo cristiano, donde
el movimiento dialéctico, con Abelar
do, consagraría el triunfo de Aristóteles en la lógica y
la intro
ducción de su teoría del conocimiento en las escuelas. Fue un
preludio
de su pleno triunfo en el siglo signiente, donde tomaría
pie fume en las orillas del Sena, a la sombra de Notre-Dame de
París, hacia 1240 y se desarrollaría, con etapas
en San Buena·
ventura, San Alberto Magno
y Santo Tomás. Entre 1250 y 1265,
se recibió lo esencial de la formación filosófica del Estagirita, y
fue reconocido
como el más grande de los filósofos paganos.
73
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JUAN V AUET DE GOYTISOW
. Ya en el Preliminar de su Perspectiva anticipa Sciacca que
«el Aquinate, a fuerza
de querer permanecer fiel a la tradición
y hacerse discípulo de todos -de Platón, de Aristóteles, de los
neoplatónicos
y de los padres, de los pensadores árabes y he
breos-ha sido un grande y a veces audaz innovador, y, por
eso mismo, ha ido incluso más
allá de aquel mismo Aristóteles
del que,
más que de ningún otro, se juzgaba discípulo».
Santo Tomás renueva la tradición platónica, y neoplatónica,
iniciada por San Agustín;
y efectúa su síntesis con esa nueva
cultura aristótelica llegada a la Universidad
de París. Toma po
sición frente al Aristóteles expuesto por los árabes. «Lo piensa
de nuevo, le
saca todo su veneno para hacerlo innocuo y lo in
terpreta en el sentido siempre más favorable a sus fines, ayudán
dose de todas las aportaciones; se construye
su Aristóteles, con·
trario al de A verreos y Sigerio».
Santo Tomás
--dice Sciacca-se sirve de Platón, «cuando
éste es aprovechable para salvar o deshacer los "escollos" de
Aristoteles; y de este último, para afrontar los "escollos" no
me
nos peligrosos que hay en el ateniense. No haberse hecho cargo,
basta
hace poco decenios, del componente fundamental "plató
nico", y haber querido hacer del Aquinate filósofo un aristoté
lico, siquiera muy personal, es lo que ha dañado mucho la
origi
nalidad de la síntesis del Aquinate, a la comprensión de su pen
samiento integral, y a su perenne actualidad» . . . «Síntesis original
-decimos-, Santo Tomás no es platónico ni aristotélico, es
sencillamente Tomás, como Agustín es Agustín y no Platón o
Plotino, pues son cada uno
lo que son, como cada auténtico pen·
sador es el mismo».
4. El punto donde me parece más interesante
la relectura
que hace
Sciacca del Aquinatense, en relación a su superación
del aristotelismo,
es el relativo a la teoría del conocimiento.
Recuerdo
de su ensefümza oral en el curso. de Stresa, su ex
plicación de que el verdadero conocimiento radica, segón Pla
tón, en
las ideas, segón a Aristóteles lo hallamos en las cosas y,
segón Santo Tomás, resulta de nuestra intelección de ellas, es
decir, de la adaequatio o conformitas rei et intellectus.
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Fundaci\363n Speiro
SCIACCA, DB ARJSTOTBLES A SANTO TOMAS
En sus conversaciones nos explicaba, muchas veces, la con
traposición del Aristóteles de Averroes -recogido especialmen
te en el campo cristiano por Sigerio de
Bravante--con el Aris
tóteles de Santo
Tomás.
Vamos a ttatat, aquí, de hacer una brevísima síntesis de
cómo lo explica nuestro maestro en el capítulo II de su Perspec
tiva.
«Santo Tomás ---
los sentidos, nota con
Platón la insuficiencia del conocimiento
sensible y la necesidad del entendimiento, único capaz
de un
conocimiento verdadero
(de saber); y, con Platón, opone al sen
sismo y al materialismo la actividad intelectual (S. Th.
1, 84, 6)».
Y, precisando esta cuestión, explica: « Un punto central de
la doctrina tomista sobre el conocimiento es el de la abstracción.
Es también uno de los puntos que suponen mayor esfuerzo de
mediación entte Aristóteles y Platón, Platón y Aristóteles, con
el fin de superar tanto el racionalismo
como el sensismo, a los
que subyace siempre una forma
de materialismo. A su vez, la
abstracción va estrechamente unida a la doctrina sobre el enten
dimiento agente, que
es el principio iluminador de los datos de
la experiencia, de modo que surja lo universal».
El entendimiento humano --explica Sciacca, resumiendo a
Santo
Tomás--, solo se actúa «cuando se ve determinado por
un objeto que le
es proporcionado, y que no puede ser más que
del mundo de lo corporal, pero. considerado abstractamente; esto
es conocido por conceptos universales, lo que equivale a decir
abstraídos de las condiciones que individualizan el ser y le hacen
ser 1'tal" ser».
Ahí se remite a las conclusiones del Aquinatense, en S. Th. 1,
85, 1, que estracta. «"Es propio del entendimiento humano
co
nocer la forma que existe individualmente en la materia corpó
rea; pero considerándola no tal como es"; lo que quiere decir
"abstraer la forma de la materia individual que está
representada
por el fantasma (imagen)". Por eso, ''nuestro entendimiento co
noce las cosas materiales por abstracción de las imágenes sensi-
75
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JUAN V ALLBT DB GOYTISOLO
bles, y mediante las cosas así vistas llega a un cierto conocimien
to de la realidad inmaterial"».
«La
· abstracci6n -sigue ya Sciacca---es precisamente el pro
ceso de ''desmaterializaci6n" de los seres, la que los pone en
estado de cognoscibilidad intelectiva, esto
es de inteligibilidad
de la esencia universal».
5. Advierte nuestro maestro que, al haber abandonado ese
modo de abstracci6n realista, el mundo moderno
se ha deslizado,
unas veces, por el empirismo; y, en otras, se ha perdido en
idealismos racionalistas.
En el primer caso, no alcanza a captat la esencia universal
de las
cosas y se queda tan solo con la pura intuici6n sensible e
inmediata que
-dice--«es mera abstrusidad, pues abolida la
abstracci6n,
al perderse la esencia se pierde lo real y, con ello,
la caída en el nominalismo
es inevitable».
En el segundo, equivoca el punto de partida, «arrancando de
la .intuición racional -diversa de la intuición intelectiva en sen
tido platónico y agustiniano-- pierde los accidentes y se hace la
ilusi6n de asir la esencia»; pero, no haoe sino
«sustancializar los
datos mentales o artificiales».
En ambos casos, advierte Sciacca: «La estructura de la res
lidad de sustancia y accidentes, rota en dos, se pierde, y con ella
se pierde la estructura ontol6gica de los entes. De ahí el mate
rialismo abstracto y
el espiritualismo abstracto» ... «esos idea
lismos o abstrusidades, en los que desde hace cuatro siglos se
debate el pensamiento moderno: la absttusidad del materialismo
empirista
y la abstrusidad hist6rico-espiritualista; dos formas ra
dicales del ''naturalismo", a las que corresponde, según prevalez
ca una -sobre la otra, ora el "cuantismo" cientifista, ora el "cua
lismo' espiritualista. La "cantidad" sin la calidad, o la "calidad"
sin la cantidad, dos "grandes" sin grandeza».
Además de esta ruptura, también en el mundo moderno
se
padece otra de la que asimismo alerta Sciacca. El universal, como
explic6 Santo Tomás interpretando a Arist6teles,
es un objeto
inteligible
al hombre, pero que no exise en las cosas o en la na-
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SCIACCA, DE ARISTOTELES A SANTO TOMAS
turaleza, sino que se obtiene por el acto de entender, de /acere
intelligibilia actu,
que significa «universalizar», partiendo de las
notas individuales, el conocimiento o pensamiento de la esencia,
que
es la función propia del entendimiento «agente» -mientras
que el «pasivo» recibe el impacto de las sensaci
ligible, «no rompe la unión de esencia
y existencia». Esta rup
tura sí la producen, de una parte, el
existencialismo contempo
ráneo
.,---
bres objeto de fantastiquerías metafísicas-, y, de otra, el más
radical «esencialismo» --según el cual-«no existen más que
las esencias pensadas que se resuelven en lógica, o en las rela
ciones conceptuales inmanentes al pensamiento o "1 espíritu», con
lo cual «el ser
y lo real se disuelven».
El ·profesor
Sciacca, al concluir ese tercer. capítulo, muestra
que
el hombre dispone, según el Aquinatense, de tres medios de
conocer:
-El conocimiento primero, obtenido por abstracción del as
pecto inteligible de las cosas, que es el más común y general en
el hombre.
~ Otro, por «intelección» de los primeros principios, que
«statim naturaliter apprehenduntur», por lo que al entendimien
to se le llama
«habitus primorum prindpiorum», denominado i.n
telligi a ese acto intelectivo inmediáto intuitivo de los primeros
principios, e
intelectus a su hábito (S. Th., 1, 58, 3, resp.). Si
bien ese conocimiento -sigue Santo Tomás-, propio de los
ángeles, tiene en el hombre la poca
intensidad de su luz intelec
tual; por lo cual no puede alcanzar
de una sola mirada . toda su
virtualidad ni todas las consecuencias en ellos contenidas. Sciacca
pone los principios de no contradicción y de identidad como
ejemplo de intuición inmediata del hombre.
- Y, el otro,
es el raciocinio o discursus; es decir, el cono
cimiento discursivo, por ;,l cual, del conocimiento de una cosa, se
accede al de otra.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
6. A finales de 1987 -es decir, hace poco más de un
año--ha apa,;ecido, en España, un grueso y sustancioso volu
men, con más de 700 páginas, Sobre la esencia del conocimiento,
del que es autor el reciente y prematuramente jubilado Catedrá
tico de Metafísica de
la Universidad de Barcelona, Francisco Ca
nals Vidal ( * ). Es -dice el profesor Milián Fuelles-uno de
los diez o doce mejores libros de
filosofía que aquí se han pu
blicado
en todo este siglo.
En esa obra vemos confirmado, y, después, profundamente
razonado,
cuanto hemos visto enunciado por Sciacca. «Santo To
más no vacila en reconocer --escribe Canals Vidal-que, en el
sentido
por él afirmado, es verdadera la tesis platónica qi¡e sos
tuvo que todo lo que el hombre llega a conocer lo poseía ya an
tes como conocido. De ese modo hallamos reconocido en Santo
Tomás cierto carácter de
pre-cognici6n fundamental a todo aque
llo que pertenece a
la estructura necesaria, esencial y uni'liersal
ontol6gica, sin la que no podría realizarse ningún conocimiento
intelectual de la realidad sensible». ·
Nuestro maestro Sciacca había explicado que, en De spiritua
libus ·creaturis,
10, dice Santo Tomás, que «no supone mucha di
ferencia»
--<.
bles», o, con Arist6teles, «que nos es dada la luz para poder ha
cer inteligibles los objetos». Y, explica Sciacca: «Santo Tomás sa·
bía
muy bien' que la diferencia se daba», pero quiso significar,
por un lado, «que un cat61ico puede seguir una u otra senten
cia en cuanto no está en juego ninguna a verdad de
fe; y, por
otro,
añadimos nosotros [sigue diciendo Sciacca}, que hay dos
perspectivas gnoseol6gicas
-siempre que se tome el lumen agus
tiniano en el sentido de "luz natural" dentro de los confines de
la metafísica del ser; y, como tales, aceptables, dado que en una
(*) Cuando corrijo estas pruebas, ha tenido el profesor Ca.naJs las
eno~es alegrías, ,,que con él comparto, de que esa que fue· su cátedra y,
antes, la de su maestro Jaime Bofill, la ha ganado, votada por unanimidad,
su discípulo Eudaldo Forment, y de ser elegido ru:adémico de la )'onti
ficia «Santo Tommaso de Aquino» de Roma.
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SCIACCA, DE ARISTOTELES A SANTO TOMAS
y otra se salvaguardan la objetividad del conocimiento y la inte
ligibilidad de lo
real».
Canals Vida! explica muy bien el paso que, desde la percep
ci6n sensible lleva a la intelecci6n humana, según la concepci6n
tomista: «aunque
se reconozca la originaci6n extrínseca del co
nocimiento intelectual humano a partir de las cosas materiales,
habrá que
afirmar a la vez que el conocimiento solo "entiende en
acto lo que existe
en él como inteligible en acto" y habrá que
atribuir a la
propia alma intelectiva "la formaci6n de las seme,
janzas inteligibles de las cosas" {lo que Canals ha puesto entre
comillas, es de Santo Tomás, en
De V eritatae, 10, 6, in e]. En
ese sentido
--dice Canals-, el entendimiento no es una capa
cidad para mirar fuera de sí mismo, sino que está destinado a
traer las
cosas a sí mismo y considerarlas dentro de sí mismo».
Para verlo claro, debemos diferenciar
las imágenes. sensibles
que nuestros sentidos captan de la realidad y las imágenes inte
ligibles que formamos en nuestra conciencia. Canals
explica que,
en las primeras, «la naturaleza
de las cosas es reperesentada como
término objetivo inmanente, en nivel todavía no' desmaterializá0
do e inteligible, pero ya interno, intrínseco a la conciencia inte·
lectual sensible humana»; y, en las segundas, la imagen· sensi
ble
se hace inteligible, de tal modo que «lejos de presentar' la
imagen sensible como un calco 4>asivo o como una idea confusa
y debilitada de la
impresión intuitiva, se muestra regida y como
organizada, según aquella capacidad proyectiva posibilitadora de
la objetivización que constituye la función propia de. la cogitati
va, como facultad de juicio singular, y de la memoria como apre
hensiva de
las cosas en su proceso temporal». Es decir, la ima0
gen sensible tiene una funci6n mediadora entre las cosas mate
riales, y la imagen inteligible, es una «mediaci6n necesaria
para
que el entendimiento ejerza, a través de su "conciencia sensible"
aquel "traer de las cosas a sí mismo" que define el modo propio
del conocimiento intelectual».
«... intellectualis co gnitio non consistit in ipsis phantasmati
bus [imágenes]
sed in eis contemplatur paritatem inteltigibilis
veritatis»
-instste el Aquinatense en S. Th., 2."-2.º, '5, a11'2.,_,
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
Como explica Canals, ese conocimiento sensible «es la causa ma
terial no la causa total del conocimiento de las esencias de· las
cosas, cuya causa formal ha de ser buscada
ya en la vertiente
por
la que el conocimiento intelectual humano ha de ser consi
derado también como
parcialmente originario intrínsecamente; es
decir, desde la propia alma intelectiva y en virtud de una acti
vidad anterior e independiente con respecto a la receptividad a
partir de
lo sensible».
«Esta anterioridad
--sigue diciendo Canals-no implica en
modo alguno el carácter innato del concepto de ente, pero sí
la
alirmaci6n de que los primeros conceptos son conocidos de modo
"ditecto" e "inmediato" en virtud de la propia luz connatural a
la mente, que
es "el entendimiento agente".
»Los principios cognoscibles inmediatamente en virtud de
estos primeros conceptos, son el instrumento
de la propia luz in
telectual para que puedan descubrirse en las imágenes sensibles
las esencias determinadas de las cosas».
Si esa luz no pertenecie
se al entendimiento mismo,
«nci se descubriría, en el contexto
de las sigularidades accidentales, el objeto propiamente inteligi
ble de la esencia de
la cosa».
Tal como repite, con palabras de Cayetano, «con la luz del
entendimiento agente la imagen misma es ilustrada al modo como
el color
es hecho visible, porque por aquella iluminaci6n se pa
tentiza y brilla en la imagen aquello que en ella hay de esencial
o natural, y no
la singularidad que en lo sensible está unida a
ella, por lo que la misma ilúminaci6n
es abstractiva».
«La inteligencia o capacidad de conocimiento objetiva de
esencias
-dice Canals en la conclusi6n de su libro--emana de
la memoria sustancial de la mente, íntima y radicalmente presen
te para
sí misma por poseer el ser, con independencia de la ma
teria».
Termino. Nuestro maestro, el profesor Miéliele Federico
Sciacca sigue proyectando su luz en nuestra intelecci6n a quienes
fuimos y seguimos siendo sus discípulos;
y, en la memoria suya,
continuamos entrañablemente fieles a
· la amistad con la que él
tan generosamente nos enriqueci6.
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