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Número 275-276

Serie XXVIII

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El III Concilio de Toledo

EL III CONCILIO DE TOLEDO
«De la trascendencia del importante paso dado en el .III Con­
"cilio de Toledo fue particularmente consciente San Leandro,
"que
en la homilía conclusiva del Concilio hizo repetidas al.usio­
" nes a la unidad y unanimidad. La Iglesia de entonces se esfor­
" z6 en colaborar leal.mente con un Estado católico en la pros e­
"cuci6n del bien común que, en esta circunstancia, significa· el
"primer paso de lo que posteriormente será la genuina esencia
"cristiana de España. Este ha sido uno de los grandes méritos
"de la ¡erarquia visigoda, la cual,, sin renunciar a la universal,idad
"de la única Iglesia de Cristo, lleg6 a configurar, mediante una
"respetuosa
relación con el poder civil, la unidad política de los
"diversos pueblos de España.
El Papa San Gregario Magno, a
"quien el
Rey Recaredo inform6 del acontecimiento, manifest6
"una extraordinaria al.egria, cal.ificándolo como obra de Dios.
»Han pasado desde entonces catorce siglos, y en este espacio
"de tiempo han tenido lugar en el mundo profundas mutaciones
"de todo tipo. España ha debido afrontar situaciones difíciles
"que, con la ayuda de Dios y la fuerza moral que le viene de su
"fe cat6lica, han podido ser superadas. Entre estas mutaciones
"histórico-cultural.es no puede
de¡ar de mencionarse, por su pro­
"funda repercusión en todos los órdenes,
la larga presencia ára­
"he en la Península ibérica. Este hecho en modo al.guno logr6
"extinguir
la semilla de la fe cristiana. Cuando al. cabo del tiem­
"po los árabes salieron de España, esta misma fe se profes6 ple­
"namente en todo
el ámbito nacional. y constituy6 el al,ma que
"impuls6 la empresa misionera de la evangelización del Nuevo
"Mundo. En esta encomiable obra del anuncio del
men,aje sal­
" vador de Cristo y de promoción cultural. y humana, se con ju­
"garon, por encima de todo, los esfuerzos nobles y desinteresa­
" dos que aportaron -y aportan todavía hoy-tantos misione­
" ros y misioneras de las 6rdenes religiosas y del clero diocesano,
"que llevaron
la fe cat6lica, el arte y la cultura española a los
"pueblos americanos, compartiendo con ellos los val,ores más
"preciados de
las gentes ti(:. España.
»La historia de España no puede ser, pues, entendida ni asi­
"milada por las generaciones presentes y futuras si no se tiene
"en cuenta la fe cat6lica, con todo el profundo significado que
"entraña
para la vida y la cultura del pueblo español. ¡Cuántas
"manifestaciones cristianas de arte y culturá cubren como un
"manto
el ibérico solar! ¡Cuántos testimonios de fe se encierran
"en las innumerables iglesias} en las obras de imaginería, en la
"pintura, en la orfebrería y demás expresiones artísticas!
»En el campo de la literatura, bien puede decirse que la bis-
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"toria nos muestra nombres insignes de eclesiásticos en todas las
"épocas, muchos de los cuales representan las cumbres de la len­
"gua y del pensamiento: San Isidoro de Sevilla, los padres tole­
" danos ~an Eugenió; San Idelfonso, San Julián-, la Escuela
"de Traductores de Toledo, él arcipreste de Hita, San Juan de
"la Cruz y Santa Ter.-sa de Jesiis, fray Luis de Le6n, Lope de
"1'éga y tantos otros, cuya enumeración Úria proli¡a y está en
"la
mente de todos. · · · .,,
»Teniendp ante los o;os la trayectoria y acción de· la Iglesia
"en Espafía .durante estos siglos de su historia, no podemos por
"menos de
poner de relieve su labor en el terreno de la educa­
" ci6n y de la asistencia a los enfermos, ancianos y niños. Hasta
J'tiempps recíe-ntes eran casi exclusivamente instituciones ecle­
"siásticas las que se ocupaban de estos servicios. ¡Cuántos miles
"de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos han ofundado sus
"vidas, rescatando a millones .de españoles de la incultura, alivian­
"do los sufrimientos; cpnsolandó a los tristes y olvidados, aco­
"giendo a los abandonat/os!. ;Y cuántos miles lo siguenhaciendo
'' en nuestros d!as calladamente, con abnegación y sacrificios sin
"número.
»El recuerdo d~ lo. que 14 Iglesia española ha hecho en el
"pasado no· debe llevar,. sir, embargo, a la sola añoranza n.ostál­
''gica de unos tiempos que no volverán, sino que debe ser, sobre
"todo, estimulo para
afron,ar con valentía y esperanza el desafio
"del tercer milenio,
en e( cual la Iglesia ha de continuar su mi­
!'sión salvlfica, impregnando de valores evangélicos la cultura
"humana, como
sal de la tierra y luz, del mundo (cf. Mt j, 13-
"14). Si queremos para las futuras generacio11es un mundo 110 des­
" humanizado, es preciso recordar el dinamismo de la fe operante,
"que transforma
y perfer;cirma la natúraleza humana. Esta es,
"pueS1 una ocasión propicia para elevar-. nuestra ferviente acción
"de gracias al Señor por los muchos beneficios recibidos y, a la
"vez, para recordar la riqueza de espiritualidad y la ingente obra
"que
la Iglesia ha desarrollado al servicio de un pueblo al que
"ha
acompañado como Madre solicita durante largos siglos de su
"historia. Una. historia que, "a pesar de las lagunas y errores hu­
"manos
-,-en palabras de Su Santidad Juan Pablo II-es áigna
"
de toda admirtJción y aprecio·. Ella debe servir de inspirtJci6n y
"estimulo para hallar,, en el momento presente, las raíces profun­
"das del ser de un pueblo. No para hacerlo vivir en ,el pasado,
":Sino para• ofrecerle el ,;ii!mplo de proseguir y me;orat en el .fu­
"turo" (Discui;so en el aeropµei:to de Barajas,. Madrid, ;11 de oc-
"tubre de 1982). . . . · · ·
»La
celebrar;ión del XJV centenarit; del. JIT Concilio de To-
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"ledo ofrece; pues, al Santo Padre la ocasión para alentar a to­
"dos a ser fieles a sus -ralees cristianas que han configurado la
"vida y la historia de los pueblos de España. Hoy, como ayer, la
"fe ha de hacer brotar en el hombre -unas elevadas exigencias de
"orden moral~ que· repercutan consecutivamente_ ;en el-biénestái
"espiritual y temporal de la comunidad humana. El cristiano res­
"ponsable sabe que no se puede vulnerar impunemente el orden
"moral, pues de su transgresión
se derivan Un sinfln de males
''y sufri1nientos cuyas victitizas son, Con frecuenciá, iambi-én Joi
"inocentes. Es necesario, por tanto, el esfuerzo generoso de to­
"dos para que los valores del espiritti informen siempre la vida
"individual
y social, superando así las incompresiones, diferencias
"y antagonismos que obstaculizan la pacifica convivencia, en ·el
"marco del respeto mutuo, justicia y libertad.
»Ante
los_ retos que las nuevas situaciones plantean a la Igle­
"sia, Su Santidad anima a todos a una renovada acción evangeli­
"zadora que estimule actividades cristianas de
mayor autenticidad
"personal y social, En la linea de la reciente Exhortación· Apostó­
"lica_ Christifideles laici, reitera, asimismo, la necesidad ,Je-rli"aVÍ·
"var el apostolado seglar, haciendo másincisiva la presencia de
"«católicos dispuestos a· vi~ir-su . vocación de _seglares eñ la s~
"ciedad y en el mundo, sin -arredrarse ante las exigencias de la
"vida públiéa» (Discurso a fos obispos de.la provincia eclesiástica
"de Toledo en visita
ad Umína, 19 de diciembre de 1986,
"n. 6 ).
»Tal actitud habrá de ser también fruto ·y exigencia de la fe
"profesada y transmitida ~ través de los siglos, como señalaba
,,-el .Papa en el discurso citado, refiriéndose al XIV cen_tenario
"del III Concilio de Toledo. Y, añadia: ''En la nueva fase de la
"sociedad española es también necesario que los católicos
man·
"tengan una unidad de orientación y de actuación, para iluminar
"la cultura con la fe y testimoniar el Evaflgelio con la vida" (ib.).
»De este modo,
las celebraciones conmemor(!tivas del magno
"acontecimiento que señaló
«la unidad religiosa de España en la
"fe católica» no se reducirán a un. simple recuerdo agradecido
"hacia un pasado glorioso, sino que se traducirán en acicate y
"compromiso para afrontar con esperanza y decisión los retos
"del futuro». .
Mellsaj~ en nombre dé JuAN PABLó-]I·con
ocasión del XIV centena:rio del III Concilio de
de Toledo, -·el 8 de mayo. L10sservatore Romano,
edici6n. semanal en Jengua espafiola, año XXI,
Mun. 20 (L06J), domingo 14 _de mayo de 1989.
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