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Número 281-282

Serie XXIX

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El temporalismo y la secularización

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EL TEMPORALISMO Y LA SECULARIZACION
El orden moral y el secularismo que diviniza el mundo.
«El orden moral, que tiene en El su fundamento, ha de rei­
"nar en nuestra existencia. Su voluntad -su santa voluntad­
"ha de tener preferencia. De aquí proviene, al mismo tiempo,
"la unidad interior de nuestra vida.
»En efecto, el hombre no puede estar al servicio de dos
"amos, como enseña Jesús, no puede servir a Dios ·y al dinero
"(cf.
Mt 6, 24).
»"No te harás ídolos" (Ex 20, 5), dice Dios por medio de
"Moisés.
»Hldolos" --es decir, otros "dioses"-, co,mo por ejemplo el
""dinero" mencionado por Jesús.
»Asi fue prescrito durante el tiempo en que Israel vivía ro­
" deado de pueblos paganos, que se habían creado unos "dioses"
"a medida de las debilidades y de los deseos humanos.
»Hoy, estos "ídolos", es/as divinidades, estos dioses falsos
"han tomado otra forma. El dinero se ha hecho precisamente
"el símbolo de esa "idolatría", en virtud de la cual el hombre
"considera
como su fin exclusivo y último uno u otro bien tema
"poral y caduco. El "mundo", y especialmente el complejo mun­
"do de los productos del mismo hombre, se convierte, de alguna
"manera, en un dios 'para ez hombre.
· »El -seéularismo "diviniza", por decirlo así, a/. mundo.
» Ello hace que el hombre viva como si Dios no existiese,
"como si Dios mismo no fuera el Creador del mundo y de todo
"lo que coittiefleJ de itodas sus riquei.izs y recursos. Pero nosotros
"consideramos que todo lo que en el mttndo es obra del hom­
"bre, de su ingenio y de sus capacidades, de suyo tiene su fuen­
"te y su principio en la obra divina de la creación».
JUAN PABLO II, Homilía en la Misa celebra­
da durante -la visita pastoral 11 la parroquia ro­
mana del Santísimo Nombre de María, l de
marzo, VIII domingo del tiemPo ordinario. L'Os­servatore Romano, edición semanal en lengua
española, año XIX, núm .. 10 (949), domingo 8
de
marzo de 1987.
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Fundaci\363n Speiro

La secularización y sus consecuencias.
«Si las ideologias, nacidas de las luchas sociales y de las
"utoplas ateas del siglo XIX, manifiestan aún vigor en ciertas
})regiones del mundo, sin embargo tienden a permanecer inertes
"o a debilitarse, incluso alli donde gozan de una posición ofi­
" cial. Por el contrario, una vaga secularización se ha extendida
"a través del mundo. En las sociedades de consumo se manifies­
"ta mediante el hedonismo, el pragmatismo y la búsqueda de la
"eficacia, sin tener en cuenta las normas éticas, y mediante el
"desconocimiento del carácter sagrado de la vida. Todo esto
"conduce
con demasiada frecuencia al relativismo moral y a la in­
" diferencia religiosa. En consecuencia, coma bien lo indican vues­
" tras investigaciones, se puede decir que hay menos ateos decla­
" rados, pero muchos no creyentes, muchas personas que viven
"como si Dios
no existiese y que se sitúan fuera de la problemá­
"tica fe-no creencia, como si Dios hubiese -desaparecido de su
"horizonte existencial.
»Por otra parte, aparece un nuevo tipo de mentalidad neo­
" cientificista, que tiende a restringir el ;uego de la razón. La
"estructura razonable del acto de fe es así desvalorizada como
"un modo de conocimiento simbólico no pertinente, en la óptica
"de una racionalidad que se considera como la única actitud de
"espíritu rigurosamente tccfentí/ica".
»Esta visión, que se ha generalizado bastante en los ambien­
"tes cientlficos y que impregna ampliamente la mentalidad po­
"pular, influenciada por los medios de comunicación, tiende no
"obstante a perder su seguridad. Dado que los desencantados del
"progreso tecnológico son cada vez más numerosos. ¿La acción
"del bombre sobre la naturaleza no corre el riesgo de provocar,
"con una frecuencia acelerada, catástrofes ecológicas como las
"que los medios de comunicación nos han hecho conocer en los
"últimos
años? Por no bablar del peligro de una conflagración
"termonuclear y de los amenazantes riesgos de· manipulaciones
"genéticas.
»Ante estos angtl$tiosos interrogantes, que cuestionáln los
"postulados
de la mentalidad cientifica y tecnológica, se abren
"nuevos espacios de diálogo entre la Iglesia y lo que algunos
"llaman ya la "posmodernidad". Por su experiencia incompara­
"ble, por su mensa;e universal, por su sabiduria milenaria ex­
"traida de las fuentes de la Revolución, la Iglesia está llamada
"cada vez más, a proponer, en nombre de la antropologla que le
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"es propia, su visi6n integral del hombre, persona libre y respon·
"sable
a imagen y seme;anza de Dios».
JuAN PABLO II: Discurso a la asamblea ple­
naria del Secretariado para los no creyentes.
'L'Osservatore Romano1 edici6n semanal en .len­
gua española, afio XX, núm. 12 (1.003), domin·
go
20 de marzo de 1988.
El proceso de secularización que ahsolutiza valores munda·
nos.
«El proceso de secularizaci6n, que se va extendiendo cada
"vez más, lleva consiglo el peligro de absolutizar los valores
"mundanos como el poder, el placer o el dinero. Es de lamentar
"el deterioro de valores éticos
básicos, como el de la honradez
"pública y
privada, que ha llevado a numerosas expresiones de
"corrupcí6n, que minan las bases de la organizaci6n de la socie­
" dad . . ,,
» Jesucristo, que en su sermón de la montaña nos ofrece el
"mensa;e de las bienaventuranzas, conduce al hombre hacia el
"reino. El reino de Dios es esta "nueva tierra donde habita la
";usticía y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar to­
" dos los anhelos de paz que surgen en el coraz6n humano" (Gau·
"dium et spes, 39). Esta es la enseñanza del último Concilio.
»En esta perspectiva se puede cumplir de manera definitiva
"aquello
de que nos habla el Salmo de la liturgia de hoy: "La
"lealtad y la fidelidad se encuentran, la ;usticia y la paz se be­
"san" (Sal 85, 11)».
JuAN PABLO II: Homilía duraote la Misa ce­
lebrada eo el aeropuerto «El Trompillo» de
Santa Cruz, viernes 13 de mayo. L'Osservatore
Rom4no, edición semanal en lengua espafiola,
año XX, núm. 28 ( 1.013 ), domingo 29 de mayo
de 1988.
La falacia de la secularización.
«No os de¡éis conformar por la fuerte tendencia hacia la se·
"cularizaci6n qué hay en vuestra sociedad. A veces parece como
"si del lado de los creyentes no fuese posible ninguna irrup­
"cí6n en las esferas satisfechas de un mundo secularizado. Pare-
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"ce como si no hubiera necesidad de religi6n y de Iglesia. Pero,
"la apariencia llevaría a una autonomla autosatisfecha en la casa
"construida por mano propia. Ciertas grietas muestran que la
"casa secu/,ar amenaza ruina:-se desplazan las cuestiones ele""
"mentales de la vida; se destierra la verdad plena acerca de si y
"de
los otros; muchas ofertas, que pretenden asegurar la propia
"felicidad en exclusiva para si mismo, conducen al tedio y a la
"desesperaci6n. A la larga, al hombre no le bastan los simples
"sucedáneos en respuesta a sus cuestiones vttales. La evasi6n en
"la actividad, la acumulaci6n de bienes terrenos, el placer, la bo­
"rrachera y las drogas son un claro indicio de ello.
»La fe cristiana quiere aportar su testimonio en este mundo
"concreto. Debe contar
de antemano con la oposici6n y el re­
" chazo. En este sentido, tendrá que estar también en permanen­
"te estado de enfrentamiento y lucha contra poderes adversos y
"malvados.
No se puede dar en el mundo testimonio cristiano
"sin
valor ni valentía. El convencimiento propio de la verdad
"debe
ser convalidado, simple y llanamente, en primera linea,
" en la propia lengua, conducta y vida».
JUAN PABLO II: Discurso a la Asamblea ple­
naria del Secretariado para los no creyentes. L'Os­
servato,:e Romano, edición semanal en lengua es­
pañola, año XX, núm. 12 ( 1.003 ), domingo 20
de matzo de 1988.
El secularismo de nuestro tiempo escinde al hombre.
»Asi, pues, la advertencia de Cristo se dirige también contra
"las distintas formas de secularismo, típicas de nuestro tiempo.
"También a nosotros, hombres y muieres de hoy, Jesús nos dice:
""Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque desprecia­
"rá a uno y querrá al otro; o} al contrario, se dedicará al. pri­
"mero y no hará caso del segundo" (Mt 6, 24).
»El hombre no puede estar dividido. El hombre debe de¡arse
"guiar en la vida por una clara jétarquía de valores; debe bus­
"car "sobre todo" (!) el reino de Dios y su ¡usticia (cf. Mt 6,
"33).
»De lo contrario, el orden interior del corazón humano está
"amenazado.
»Todo· el orden moral ·ha· de echar sus fundamentos en el
"terreno seguro de un· válido realismo. Es, decir, debe fundarse
"en la realidad, esa realidad obietiva que reconoce el puesto de
"Dios, el primer puesto debido a Dios, creador de todas las ca--
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"sas. Donde se niega el lugar a Dios, donde se reivindica una
"autonomla de lo humano respecto de lo divino, se niega la base
"fundamental de los deberes Y de los derechos, y se cae en una
"insubordinación de valores que redunda después en daño para
"el hombre. Sólo el hombre que busi:a "sobre todo a. Dios, su
"reino y su justicia se conforma a la "realidad", a lo que es jus­
"to y a lo que garantiza el bien meior para la persona y para to­
" das las personas.
»Si el hombre concede en si mismo la prioridad a los "otros
"dioses" -a los idolos antiguos y contem¡x>ráneos-, cae en el
"peligro real de '"'"despreciar1
' o de "odiar" a Dios.
»A lo largo de la historia · de la humanidad -desde el co­
"mienzo del Génesis-, este peligro ha existido y continúa dán­
" dose de diversos modos. Las palabras de Cristo tienen por ello
"una incesante actualidad».
JUAN PABLO II: Homilía en la Misa celebrada
durante la visita pastoral a la parroquia romana
del Santísimo Nombre de María, 1 de ma=,
VIII domingo del tiempo ordinario. L'Os'serva­
tore Romano, edici6n semanal en lengua españo­
la, año XIX, núm. 10 (949), domingo 8 de mar­
zo de 1987.
Peligros del temporalismo.
»No está fuera de lugar llamar aqui la atención ante un pe­
"ligro que puede presentarse en el proceso de integrar la fe en
"la cultura, esto es, el peligro· del temporalismo como criterio
"reducionista. del mensaje cristiano. En pueblos que están bus­
"cando. con indecible tesón una mayor vivencia de la justicia,
"donde las desigualdades socio-económicas son muy grandes y
"las condiciones de vida para muchos son a veces infrahumanas,
"aparece con frecuencia la tentación de reducir la misión de la
"Iglesia a la búsqueda de un proyecto meramente temporal o
"incluso
a la acción política. De esta manera, el punto de llega­
" da a todos es evidente: se vacía el mensaje cristiano de sus con­
"tenidos esenciales, se adultera la fe, se traiciona el Evangelio».
JUAN PABLO II: Discurso al mundo de cla cul­
tura y a los empresarios, en el seminario San­
to Toribio de Mogrovejo, Lima, domingo 15 de
· mayo. L'Osservatore- Romano, edici6n semanal
en lengua española, año XX, núm. 23 (1.014),
domingo 5 de junio de 1988.
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Debilitación de la fe cristiana por obra de la secularización.
«Todo vuestro pueblo y vuestro país está impregnado por
"la fe cristiana y por una rica tradici6n religiosa.
»Una herencia preciosa, que es necesario redescubrir conti­
" nuamente, custodiarla y llenarla de nueva vida. Demos gracias
"a Dios porque en muchas personas de esta tierra se conserva
"aún una fe profunda, fuerte; gracias, porque muchos se esfuer­
"z,zn ,verdaderamente por vivir de la fe y testimoniarla median­
"te obras de amor. Pero también sabemos que, por desgracia,
"la fe se ha debilitado en no pocas personas; en otras, se ha
"convertido en una costumbre o simple tradici6n. Por lo demás,
"en los últimos años no han sido pocos los que, por el motivo
"que sea, han abandonado_ la Iglesia. El alcance de la seculariza,.
"ci6n como consecuencia del bienestar y de la indiferencia reli­
" giosa es cada vez mayor ·también entre vosotros, tanto en la
"vida del individuo y de la familia, como sobre todo en la vida
"pública. La fe ha perdido fuerza en la vida concreta de cada
"dia. Hoy no se exigen s6lo algunas iniciativas pastorales aisla­
" das,. sino que resulta cada vez más necesaria una amplia reevan-
1·' gelizadón, que comience con los individuos, las familias y las
"comunidades y haga surgir de nuevo las fuentes rebosantes de
"la fe y de un seguimiento convenido de Cristo. Invitemos a
"nuestros cristianos a un sí renovado a la fe, que puede con­
"vertirse en un nuevo si a la vida, a ,una vida-en la amistad li­
"beradora y beneficiosa con Dios».
JUAN 'PABLo II: Alocución a los obispos de
Austria en el convento de los padres capuchi­
nos, viernes 24 de junio, L'Osservátore Romano,
edición semanal eo lengua espafiola, año XX,
nwn. 32 (1.023), domingo 7 de agosto de 1988.
Una sociedad construida sin Dios. se vuelve contra el mismo
hombre.
«Son ciertamente extraordinarios y admirables los progresos
"cientlficos y tecnol6gicos que han disminuido la "fatiga" de los
"hombres, perfeccionando
su traba¡o y multiplicando los bienes
"disponibles
para satisfacer sus necesidades. ¿C6mo no ver en
"ello el cumplimiento, por parte del hombre, del mandato de
"Dios de someter y do.minar la tie"a? Y, no obstante, la refe­
"rencia a Dios como creador y principio ha sido ofuscada en el
"hombre de nuestra civilizaci6n urbano-industrial. Las grandes
"l'conquiStas'' cegaron a los .hombres, sometidos a la tentaci6n
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"del Génesis. La ruptura de su perte11encia como creatura corres­
"ponde al desatarse de su voluntad de poder.
»De
ah! la radical ambivalencia del progreso obtenido, donde
"el dominio cada vez mayor sobre las cosas va acompañado por
"la desorientaci6n sobre el sentido de la vida del hombre, donde
"el gran desarrollo técnico del traba;o ,ro consigue realizar los
"principios esenciales de dignidad y solidaridad, provocando, con­
"secuentemente, una mayor masificación, desinterés y explota­
"ci6n; donde el hombre pasa de ser dominador de la naturaleza
"a ser su destructor. El mandatario libre y responsable en la
"obra de la creación quiere ser ahora el "dueño". Se reconoce
"autosuficiente; no cree tener necesidad de la "hipótesis Dios".
"Separa el
"ora" y el "labora". Se abandona a su voluntad de
,, poder. y termina as! por to par se con el hecho de que toda so­
" ciedad que se construye sin Dios se vuelve posteriormente con­
"tra el mismo hombre, constructor de. "torres de Babel". ¿No
"está a
ta vista de todos el fracaso de las sociedades del mate­
"rialismo
ateo con su organización colectivo-burocrática del tra­
"baio humano? Pero no tiene, ciertamente, menores problemas
"la sociedad neocapitalista, preocupada
a menudo por los bene­
"ficios, lo cual puede alterar. el ;usto equilibrio del mundo la­
"boral; sociedad afectada también por una creciente cultura ma­
"terialista».
]VAN PABLO II: Homilía durante la Misa para
los fieles de la archidiócesis de Oviedo, cele·
brada eo el aeroclub de Llanera, domingo 20 de
agosto. L'Osservatore Romano, edici6n -semanal
en leugua española, año XXI, núm. 36 (1.079),
domingo 3 de septiembre de 1989.
La tendencia de las ideologías totalitarias a transformarse en
religiones sustitutivas que producen el fracaso del hombre
en su pretensión de ser el -único señor de la natura_leza y
de la historia.
«En el fondo, el paganismo nazi, así como el dogma marxista,
"tienen en común el ser ideologías totalitarias con tendencia a
"transformarse en religiones substitutivas.
.
»Ya mucho antes de 1939, en algunos sectores de la cultura
"europea, aparee/a una voluntad de borrar a Dio~ y su imagen
"del horizonte
del bombre. Se empezaba a. adoctrinar en este
"sentido a los niños, desde su más tierna edad.
itLa experiencia ha demostrado, desgraciadamente, que el hom­
"bre de¡ado al solo poder del hombre, mutilado de sus aspira-
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nciones :religiosas, se transforma rápidamente en un número o
"en un ob;eto. Por otra parte, ninguna época de la humanidad
"ha
escapado al riesgo de que el hombre se ence"ara en si mis­
"mo, con una actitud de orgullosa suficiencia. Pero este riesgo
"se ha acentuado en este siglo en la medida en que la fuerza ar­
"mada, la ciencia y la técnica han podido dar al hombre contem­
"poráneo
la ilusión de ser el único señor de la naturaleza y de la
"historia. Esta es la presunción que encontramos en la base de
nzos excesos que deploramos.
»El abismo moral en el que el desprecio de Dios, y también
"del hombre, precipitó al mundo
hace cincuenta años, nos ha lle­
"vado a experimentar el poder del "Príncipe de este mundo"
"(Jn 14, 30) que puede seducir las conciencias con' la mentira,
"con
el desprecio del hombre y del derecho, con el culto del po­
"der y del dominio.
»Hoy nos acordamos de todo esto y meditamos sobre los ll­
"mites a los que puede llevar el abandono de toda referencia a
"Dios y
de toda ley moral trascendente.
»Pero lo que es verdad para el hombre lo es también para
"los pueblos. Conmemorar los acontecimientos de 1939 es re­
" cardar, además, que el último conflicto mundial tuvo por causa
."la destrucción de los derechos de los pueblos asi como de las
"personas. Lo recordaba ayer, al dirigirme a la Conferencia Epis­
" copal Polaca.
»¡No hay paz si los derechos de todos los pueblos -y par­
"ticularmente de los más vulnerables-no son respetados! Todo
"el edificio del derecho internacional
se basa sobre el principio
"del
igual respeto, por parte de los Estados, del derecho a la
"autodeterminación de cada pueblo y de su libre cooperación en
"vista del bien común superior de la humanidad.
»Hoy
es esencial que situaciones como la de Polonia de 1939,
"asolada y dividida según las preferencias de invasores sin es­
,, crúpulos, no vuelvan a producirse más. No se puede evitar, a
"este respecto, pensar en los paises que todavla no han obtenido
"su
plena independencia, as! como en aquellos que co"en el
"riesgo de perderla. En este contexto y en estos dias hay que re­
"cordar el caso del L!bano, donde fuerzas aliadas, siguiendo sus
"propios intereses, no dudan en poner en peligro la existencia
"mis~a de una nación».
10
JUAN PABLO II: Meditación dominical a la
hora del «Angelus», Vaticano, 27 de agosto de
1989. L'Osservatore Romano, edición semanal en
lengua española, año XXI, núm. 36 (1.079), do­
ming,v3 de septiembre de 1989.
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