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Ciudad platónica y Ciudad Cristiana en el Nuevo Mundo: el pensamiento de José Manuel Peramás

CIUDAD PLATONICA Y CIUDAD CRISTIANA EN EL
NUEVO MUNDO: EL PENSAMIENTO DE JOSE
MANUEL PERAMAS
POR
ALBERTO ÚTURELLI
LA FILOSOFÍA CRISTIANA Y ÁMÉRICA
l. La tradición y el Nuevo Mundo.
La novedad del Nuevo Mundo es una novedad tanto natural
cuanto sobrenatural. La primera
se refiere a la novedad geográ­
fica, científica
y cultural -que significó una enorme ampliación
del
conocimiento-y, sobre todo, espiritnal e histórica como
progresivo develamiento (o descubrimiento) de la originariedad
americana por la conciencia del hombre de occidente.
La segun­
da
se refiere a la desmitificación y transfignración del mundo
precolombino
por la conciencia cristiana que puso a aquel mun­
do en el estado de la «nueva
creación» ; de ahí la radical nove­
dad cristiana del continente. Ambos modos de novedad indoame­
ricana cristiana constituyen el retoño
nuevo y ciertamente original
de
la tradición integral del occidente. Iberoamérica es, pues, el
occidente del occidente.
Desde esta perspectiva puede comprenderse a fondo el
pen­
samiento y la obra de personajes como Luis de Tejeda, José Sán­
chez Labrador, Domingo Muriel y, en adelante, José de San Al­
berto, Castañeda, Pantaleón García, Gregorio Funes y tantos
otros. Pero pocos expresan mejor que José Manuel Peramás (
1732-
1793) aquella tradición vivificante del Nuevo Mundo, de la cual
tuvo plena conciencia crítica y desde la cual pensó
y escribió su
obra filosófico-teológica. Mientras en la Universidad enseñan José
Verbo, núm. 301-302 (1992), 17-33 17
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Rufo y Fraucisco de Miranda, en 1767 lo encontramos a Pera­
más dedicado también a la docencia en la Casa del Trejo en la
cual él mismo había cursado sus estudios teológicos. Nació en
Mataró (Cataluña), estudió en Alicante, Cartagena y Manresa;
hizo el noviado en Tarragona, cursó luego Filosofía en Zarago­
za, distinguiéndose como eximio helenista y latinista. Destinado
a las misiones guaraníes cuando apenas tenía
23 años de edad,
llegó a Buenos Aires en 17 5 5 y ese mismo año a Córdoba donde
comenzó a cursar la Teología. Encargado de la redacción de
las
cartas Anuas de la Compañía en la provincia del Paraguay, en
1758 fue consagrado sacerdote
y en 1760 concluyó la Teología.
Partió hacia las misiones guaraníes para aprender la lengua abori­
gen
y tres años más tarde regresó a Córdoba donde enseñó re­
tórica y teología moral.
Peramás
es autor del primer libro editado en Córdoba por la
irr.prenta del Monserrat, las Laudationes quinque (1766) en ho­
nor del fundador del Colegio, Ignacio de Duarte y Quirós y de
las cuales cito la reedición facsimilar realizada por la imprenta de
la Universidad en 1937
(d. Bibliografía); escribió el poema De
invento Novo Orbe (Faenza, 1777) y su obra principal para los
fines de la presente investigación
es su famoso libro De admi­
nistratione guaranitica comparate
ad rempublicam Platonis com­
mentarii (1793), en realidad segunda parte de una obra mayor
De vita et moribus tredecim virorum paraguaycorum. Con el tí­
tulo muy acertado de La República de Platón y los guaraníes, en
correcta traducción de Juan Cortés del Pino, fue publicada aque­
lla segunda parte y a la cual cito en el presente estudio (Emecé,
1946). Por las demás obras de Peramás, remito al lector a la
Bibliografía. Los clásicos griegos y latinos, pero muy especialmente Pla­
tón, son una presencia constante en los escritos de Peramás y
también los Rudimenta iuris naturae et gentium de Muriel, por
quien
sentía gran veneración. La erudición clásica, patrística e
histórica ilumina su reflexión que mira constantemente hacia el
medio americano, su querido Nuevo Mundo. Pero, simultánea­
mente, para Peramás la
filosofía es inseparable de su nuevo es-
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tado cristiano que la pone muy por encima de la filosofía antigua.
Como saber natural tiene comp misión, sin embargo, comportarse
como propedéutica de la Teología. Hablando de Duarte y Quirós,
dice: «Hubiera tenido en menos la Filosofía, si no hubiera as­
cendido por ella como por ciertos escalones hasta el autor de la
naturaleza.
La Filosofía lo introducía en la Teología» (Laudatio­
nes,
II, pág. 201).
Es natural que Peramás fuese un crítico del Iluminismo libe­
ral que eliminaba el sentido cristiano de la tradición. Al hablar
de la
nobleza familiar, hace notar que es «algo inmanente en la
nobleza
de los antepasados, una cierta fuerza que no deja dege­
nerar a los descendientes de la antigua gloria» (I, pág. 183 ). La
tradición es, pues, una fuerza inmanente, no protoplasmática,
sino espiritual, como vis, fuerza y virtud, ya que de la virtud mo­
ral «nació la nobleza» (I, pág. 184 ). La esencia de esta tradición
se expresa en el escudo del colegio de Monserrat que trasunta
la preocupación del fundador por América: el ciprés de su
cam­
po con ramas que indican las generaciones. En lo alto, la estrella
que representa la Virgen, madre de todos los hombres.
Dos lla­
ves que se cruzan son
la sabiduría humana (letras) que ilumina
el entendimiento, y la
perfeoción de la voluntad ( virtud) que
conduce a Dios:
«virtud y letras», signo de los caballeros. Las
cuatro flores de lis en la franja y las cuatro rosas en la punta ex­
presan la pureza del lirio y el rojo de la caridad que deben ador­
nar a los caballeros
y las ocho cruces evidencian el equilibrio que
debe ser atributo de los que estudian (1).
La estrella también le
hace pensar que «la condición
de las estrellas es que, aun cuando
parezcan
acabarse, no es así, sino que, cuando iluminaron el An­
guo Mundo, vuelven, poniéndose a iluminar. este Nuevo; así los
antepasados de Duarte, cuando llenaron con . su resplandor a
Europa, trajeron su luz a América
... » (I, pág. 186).
La tradición, expresada en el ciprés, es sacrificio, disciplina,
meditación de la muerte, todo implicado en la nobleza cristiana,
(1) Cf. el vol. conmemorativo El Monse"at. Trecientos años: 1687·
1987, págs. 36-37, C6rdoba, 1987.
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distendida hacia la sabiduría increada como «segura puerta para
obtener
la inmortalidad» (II, pág. 196). Desde esta luz, se ve
cmÚltas «cosas nuevas ofrece nuestra América» (II, pág. 198).
Y esta novedad explica el sentido de las
fundaciones -<:omo el
colegio-- cuyo remotísitno origen Peramás lo encuentra entre
los hebreos (Beta!, Jericó, Ramata, monte Sión)
especialmente en
las escuelas de Siquén y Mambré

que habría fundado el mismísi­
mo Abraham (V, pág. 231).
Un origen más cercano, las escuelas
de
Alejandría (Orígenes y Pánfilo), Antioquía y Constantinopla
y
así muchas otras bajo Carlomagno (V, págs. 232-233 ). Peramás
no
se detiene hasta el Concilio Tridentino. Cree que todo el pro­
ceso cristiano está iluminado por las reglas de
San Basilio en el
Oriente a las que· corresponden las de San Benito en Occidente
(V, pág. 235).
El descubrimiento de América, para Peramás, está
íntima­
mente ligado al mito platónico de la Atlántida y, en su poema
De invento Novo Orbe, canta el descubrimiento y evoca, junto
con el nombre de Colón, el mito
recogido por Platón. Describe
el épico viaje del Almirante, los primeros años de la conquista y
muestra la fecundación (y fundación) de América por el
· cristia­
nismo de los
Reyes Católicos. El Nuevo Mundo fue asumido por
las tres virtudes teologales: «Ni veo stat lumina velo / T ecta
ge­
rens, alta ex aula atellantis Olympi / Olim lapsa, Pides: comes
haeret veste vire~ti, / Et vultu superas erecto semper in arces, /
Spes
sdror. Auratis vibrans pia tela sagittis / Dius Amor circum
volitat
... » (De invento Novo Orbe, 22-26). Tal es el espíritu de
las fundaciones de Lima y San Felipe, de México
y de Córdoba
(V, págs. 238, 239, 244) del Monserrat y del Seminario de
Lo­
reto (V, pág. 245): ningún reino de ultramar tiene más nece­
sidad de aquellas «que este Nuevo Mundo» (V, pág. 252). Ellas
contribuyen poderosamente, tantd a la formación de gobernantes
sin tacha como a la «propagación del Evangelio» (V, pág. 254
).
Para ello es absolutamente necesaria la filosofía (V, pág. 260).
Serán, pues, la filosofía
y también la teología, la historia y la
sabidutía clásica, los instrumentos de la reflexión de Peramás sobre
el Nuevo Mundo.
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II. LA REPLÚBLICA DE PLATÓN y LA REPÚBLICA CRISTIANA
GUARANÍ
l. El método de Peramás y el mito de la Atlántida.
Peramás intenta mostrar la necesidad de la república cristiana
en
el Nuevo Mundo, luego del rechazo total del Iluminismo na­
turalista y liberal. Esto supone la adopci6n de un método consis­
tente en la
com paraci6n del régimen de las reducciones guaraníes
ideado
y organizado por los Padres Jesuitas y la República pla­
tónica
(La República de Platón y los guaraníes, pág. 201 ). El mé­
todo es, aparentemente, muy sencillo: «En nuestra exposición,
dice Peramás, seguiremos el siguiente método: daremos una sín­
tesis del pensamiento de Plat6n sobre cada uno de los temas y
seguidamente referiremos lo que se practicaba entre los guaraníes:
finalmente el lector juzgará
si entre los normas de aquél y las
prácticas de éstos había similitud o discrepancia» ( op. cit., pági­
na 20). Perarnás no se limita a una o dos obras de Platón, sino
que
se apoya en todds los textos políticos y, en cuanto a los
guaraníes,
se funda en su propia experiencia y en las obras de
Muratori,
Vaniere, Charlevoix, Muriel, Cardiel (2). Peramás in-
(2) Sobre el tema aludido por Peram.ás, DOMINGO MURIEL, Rudimenta
iuris naturae et
gentium (ed. cit.), I, Disp. l. 11, págs. 188-9; el mismo
MURIEL cita la edición francesa de la Histoire du Paraguay, exordio, de
Charlevoix, 1756-7. Según FRANCISCO DE M,IRANDA, la traducción castellana
realizada por MURIEL se hizo del francés al español (Vida del venerable
sacerdote don Domingo Muriel, págs. 281-2). La traducción latina de Mu­
RIEL con correcciones, añadidos y puesta al día hasta 1766, fue publicada
en 1779; posteriormente, en traducción del P. PABLO fIERNÁNDEZ, se pu­
blicó la Historia del Paraguay, 7 vols., · Librería General Victoriano Suátez,
Madrid, 1910-1919. Del mismo MuRIEL, la obra latina Historia del Para­
guay (de 1747 a 1767) (romo único, 1919), trad. de PABLO lliRNÁNDEZ,
659 págs., ibídem, Madrid, 1918 (más detalles, en G. F°uRLONG, Domingo
Muriel, págs. 50-60). En cuanto a la obra -del -P. JosÉ CARnIEL, se trata
de Costumbres de los guaranies, publicado por MuRIEL en la Historia del
Paraguay desde 1747 basta 1767 (tomo único), en la citada trad. del
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tenta mostrar la real posibilidad de una ciudad indígena-cristiana
sin la «idealidad» irrealizable de la república de Platón
(op. cit.,
pág. 216) ; precisamente la transfiguración cristisna de la ciudad
platónica la hace realmente posible en América como ciudad cris­
tiana
(op. cit., pág. 19). Y, así, aquel método aparentemente sen­
cillo se convierte en complicado y profundo.
Semejante método resulta impracticable pata el Iluminismo
cuyos representantes subvierten «todo lo existente y escogita(n)
algo nuevo cada
día» (op. cit., pág. 19). A este «espítitu de no­
vedad» se ha entregado Europa; de ahí que tales «filósofos»
sean «perturbadores del orden» y «enemigos de todo freno»
(op. cit., pág. 40), sostenedores de una pseudo-igualdad centra
la verdadera igualdad cristiana (pág. 49, nota 1). Estos «moder­
nos sofistas» que creen que las normas
se derivan «de la sola
ley natural» (sin trascendencia) (iusnaturalismo racionalista) con­
ducen por
un lado al desenfreno moral y, por otro, al «oscure­
miento» de la razón, dice Peramás con cierta irdnía (op. cit., pá­
ginas 60-61). Semejantes «iluministas» escurecen la razón, gene­
ran el escepticismo y socavan el Cristianismo (Rousseau, Bayle)
(pág. 124); de
ahí que Peramás apostrofara enérgicamente a los
«filósofos liberales» (págs. 44, 41, 46, 178-179, 182).
Corresponde ahora preguntarse por el origen de los
pueblds
indígenas, supuesta la radical sociabilidad del hombre como tal.
Peramás no desdeña acudir tanto a la cronología histórica cuanto
al mito
transmitidd por Platón. Narra Peramás, de la mano de
Platón, cómo fueron
los primeros grupos sociales fluyendo hacia
un solo lugar (op.
cit., pág. 112). En el texto platónico se supone
un cataclismo por el cual desaparecieron todos
los instrumentos
de trabajo e hizo que
los hombres se encontraran frente a «una
soledad inmensa y terrible, una inmensa extensión de rica
tie­
rra ... » (Leyes, 3, 676ae, 677a). El primer régimen político fue
P. P. HERNÁNDEZ, págs. 463-544, Lib. Victoriano Suárez, Madrid, 1918.
Respecto de Lunovrco MURATORI, PERAMÁS se refiere -a su obra Il Cristia­
nesimo felice nelle
Missioni dei Padri della Compagnia di ]esU nel Paraguay
(1743-1749), Venezia (cf. nota de CORTÉS DEL PINo, en J. M. l'ERAMÁS,
La república de Plat6n, pág. 21, nota 1).
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CIUDAD PLATONICA Y CIUDAD CRISTIANA EN EL NUEVO MUNDO
una suerte de señorío (3, 680b) y así fueron surgiendo comuni­
dades mayores anteriores a la aristocracia. Estos
textos suponen
el mito de la Atlántida y una suerte de prehistoria de Atenas y
del país de Atlante fundado por Poseid6n allende las columnas
de Heracles. Peramás cree ver aquí algo de
lo que pas6 después
del diluvio a
los hombres del Viejo Mundo que emigraron al
Nuevo (op. cit., pág. 114). Todo esto no lo ha leído Peramás en
las Leyes, sino en el Timeo y en su contiouación en el Critias, a
los cuales cita; cree que en estos libros hállanse «algunos vestigios
concretos de América
... tanta es la correspondencia de lo allí
narrado con
Id descubierto posteriormente» ( op. cit., pág. 114 ).
Audaz afirmación de Peramás que tiende a identificar la Atlánti­
da con América a partir de los dos
textos, uno breve del Timeo
que la presenta como una inmensa isla (24e-25ad) y otro más
explícito del Critias que describe la fundación por Poseid6n des­
cribiendo la top0graffa, lds hombres, la organización militar, sus
diez reyes rectos y siempre ligados al principio divino ( 11 lc, 120e,
121c). Cuando esta religación al principio divino decayó, Zeus
reunió a
los dioses en el centro del universo, dice Platón, y aquí
el
Critias qued6 trunco: «Y habiéndolos reunido, le dijo ... » (12lc).
Jamás sabremos lo que Zeus dijo, pero podemos
so pechar que
decretó el hundimiento de
la Atlántida en el inmenso océano.
Las artes y ciertos metales desaparecieron,
más tarde restau­
rados
poco a poco por los descendientes de Noé. Los indios care­
cieron de la mayoría de ellos, salvo peruanos y mejicanos ( op.
cit., pág. 116). De todos modos ha comenzado aquí una suerte
de transposición de la ciudad platónica ideal, a la república
cris­
tiana guaraní, no ideal sino realmente posible. Para Peramás exis­
tió en los guaraníes una ciudad «civil y cristiana; tuvieron «je­
jefes
d príncipes de tribus» siguiendo la ley natural y el ejemplo
de los descendientes de Noé
(op. cit., pág. 119). Por la influen­
cia de los misioneros que hablaban su lengua, comprendieron
la ventaja de vivir en una ciudad y descubrieron verdades de
or­
den superior hasta descubrir el «ser infinito y supremo» (Dios)
y, por allí, se convirtieron a la .religi6n católica y al dominio del
rey Católico. De modo que esta conversi6n curó y sobreelevó su
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naturaleza como naturaleza, como se comprueba en la propia
experiencia de Peramás, de
los padres Nóbrega y Anclúeta en el
Brasil y en
las narraciones de Juan Pedro Maffei. Así se ve cómo
existen «en todas partes
los. vestigios de la cultura humana ...
dondequiera puso su planta la religión verdadera». Los
pue­
blos caídos en la oscuridad de la idolatría fueron iluminados por
la luz del Evangelio ( op. cit., pág. 123) y la misma civilización
progresó inconmensurablemente gracias «a la aceptación de
los
principios cristianos» que cambiaron las costumbres y las inteli­
gencias transformando por completo su vida
(op. cit., pág. 124).
Es lo que los «modernos sofistas» no están dispuestos a aceptar.
2. La nueva ciudad americana y sus caracteres propios.
Peramás intenta mostrar que en las reducciones guaraníes
se realizó la ciudad platónica transfigurada en ciudad cristiana.
Ld primero son sus condiciones físicas: la ciudad no debe ser
ni totalmente marítima ni totalmente mediterránea (Leyes, 4,
704bd); la ciudad guaraní, aunque «se halla lejos del mar»,
la
proximidad de los grandes ríos le permite proveerse de todo
(op. cit., pág. 23). También debe estar en lugar elevado y ser de
forma circular, como lo es la guaraní (págs. 24-25) y lo era en
la· Atlántida con· el templo de Poseidón en el centro y en lugar
elevado. Todo a
la medida del hombre (Rep. 3, 415d; 416 y 417)
como las
casas de las reducciones en las que se excluía la pose­
sión de ord y de plata· (págs. 26-27). Como en la ciudad plató­
nica, la ciudad guaraní tenía comunidad de raza, de lengua y
religión (págs. 28-29); pero Peramás se aparta de Platón porque
i.un aceptando que debe limitarse el número de habitantes (Rep. 4,
423bc) hace notar que no ha sido uniforme el número de varo­
nes y de casas, ni la extensión de campo asignada a cada uno y
sobre todo, Platón no resolvió
el problema «de la descendencia
ni la división de los campos» (págs. 31-32). La república guaraní
fue,
·en ese sentido más justa. La ciudad culmina en el culto, ya
que la misma fundación supone la obediencia al Dios Apolo
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CIUDAD PLATONICA Y CIUDAD CRISTIANA EN EL NUEVO MUNDO
(Rep. 4, 727c). La religión es imprescindible para la subsistencia
de los pueblos que, en la ciudad guaraní
es transfigurada en el
culto al único y verdaderd Dios y se trasunta en el tempo central,
en la música sagrada, todo expresión, primero, del culto interior
y, luego, del culto exterior que conserva «viva y fresca la
me­
'moria de los misterios» (op. cit., pág. 38). Por eso se pregunta
Peramás: «¿si no tributamds a Dios ningún absequio externo
y sensible, cómo nos distinguiremos de los ateos?».
Toda vida religiosa
se drienta, aun la de la república plató­
nica, hacia el Dios vivo y corrige las desviaciones mediante un
tribunal ( una
suerte de Inquisición) que recibe las denuncias de
impiedad (Leyes, 10, 907b; 908e): «¿y
es por ventura el tribu­
nal de nuestra Inquisición
más severo y más duro que el de Pla­
tón?». Platón sabía que nada hay que perturbe más a la Repú­
blica que la destrucción de la religión, aunque sea vituperable
la «pluralidad de dioses». Peramás sospecha que no deseando
Platón correr la misma suerte que Sócrates, no manifiesta clara­
mente su creencia en un solo Dios óptimo y máximo (op. cit., pá­
ginas 41-42). Peramás, en realidad, va más allá de lo que permi­
ten los textos platónicos, ya que Platón
nd habla de ,Dios uno y
trascendente, personal y creador (Leyes, 10, 887c). El profesor
de Córdoba, como Clemente de Alejandría, llega a sostener que
Platón podría haber
conocido a los profetas hebreos y que los
temas-clave como virtud, inmdrtalidad, permisión del mal, pro­
videncia, los explica Platón de tal manera «que parece hallarse
inspirado por
la filosofía cristiana» (op. cit., pág. 49). Recuerda
Peramás que, pese a lo
dichd sobre el tribunal de la Inquisición,
no regía para los indios que tampoco lo necesitaban por sus
cos­
tumbres y, en cuanto a todo lo que se dice sobre hogueras devo­
radoras de indios,
nd son más que falsedades manifestativas de
odio, malicia e ignorancia.
Nada fue más importante en la ciudad platónica que la co­
munidad de bienes que era «comunidad de vida». Plenamente
consciente de las diferencias entre la República
y las Leyes y de
doctrinas inadmisibles para la conciencia cristiana~ Peramás tiene
en cuenta la tesis de la propiedad común de cosas en orden al
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bien público y el equilibrio entre la extrema miseria y la opulen­
cia (Leyes, 5, 739cd; 74lb; 737c), todo lo cual es regulado por
una legislación de la ciudad descrita por Platón a lo largo del
libro
VI de las Leyes. La comunidad de bienes, sostiene Peramás,
«no
se dio hasta ahora en república alguna ni se dará jamás» por
las diferencias naturales ; la comunidad de bienes y de fieles sólo
se
dio en la naciente Iglesia «y ello se debió a la singular ayuda
del Espíritu Sanro» (
op. cit., pág. 48, nota 1 ). Sabía Peramás
que la comunidad descrita en Act. 2,
42-47 y 5, 13-14, era sólo
un caso, que era libre y de corta duración y que no hubiese sido
ni siquiera concebible sin un motivd sobrenatural. Semejante
comunidad de bienes no era absoluta porque «unas cosas eran
comunes, otras no». El
Abambaé, sobre el que ya hemos oído a
Muriel, era «la propiedad particular de cada indio» y el
T upam·
baé era la «propiedad de Dios», una suerte de fondo común para
proveer a
las viudas, enfermos y niños y atender la salud públi­
ca en general (op. cit., págs. 50, 174); por eso era el «campo
de Dios».
La ciudad guaraní conocía el «buen uso» de la pro­
piedad (sentido social) (op. cit., págs. 208, 212, 213) la que, al
rr,ismd tiempo, tenia significado cultual.
3. Ciudad platónica y ciudad cristiano-guaraní.
Para este notable pensador, de los caracteres propios de la
ciudad guaraní -verdadera transfiguración de la ciudad platóni­
ca-se siguen consecuencias sobre · la educación, sobre el go­
bieroo y sobre la esencia misma de esta nueva ciudad cristiana.
Respecto de la educación, como un Clemente americano, píen·
sa hasta en los detalles cotidianos de
la formación del hombre.
Ya
sea que utilice a Juvenal (Sátiras II y VI), a Plutarco y otros
clásicos, siempre el fundamento
es Platón. La educación es pen·
sada como «una escuela en que se modelen los hábitos del alma,
una
nueva naturaleza... de la cual no podrás desprenderte una
vez que
la hayas adquirido» (op. cit., pág. 90). Después, vienen
los detalles: con Platón piensa que los niños deben ser
ambidex-
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CIUDAD PLATONICA Y CIUDAD CRISTIANA EN BL NUEVO MUNDO
tros para que la formación sea más equilibrada (Leyes, 7, 794c,
795ad) y Peramás no deja de notar que en las
Leyes ha desapare­
cido la exigencia de la alimentación en una casa común exigida
antes en
la República (5, 458ed, 360c). Sea como fuere, es muy
superior la educación en
la ciudad cristiano-guaraní compartida
por la comunidad y por el hogar y en la cual se incluye el Ca­
tecismo y la Misa cotidiana (op. cit., págs. 70-72). Se precisan
las costumbres del día domingo y se exalta el aprendizaje de la
lengua guaraní por los misioneros sin obligar compulsivamente
a
los indios a aprender el castellano.
Como
es lógico, rechaza Peramás la comunidad de mujeres
(págs. 73-77)
por ser contraria, de acuerdo con Aristóteles, al
bien común (Poi. 2, 1271a, 1262b) y también rechaza que deba
interpretarse metafóricamente como sostenía Ficino
(3 }. Peramás
rechaza el naturalismo agnóstico que han introducido
los «filóso­
fos de hoy día» (pág. 60) y, en general, considera como enorme­
mente
más nocivas las «novedades» de los iluministas. La ciudad
guaraní fue superior en
la organización del matrimonio, en el
valor asignado a la música, de acuerdo con la tradición seguida
por Aristóteles, Filón, Cicerón y, especialmente, Quintiliano (Ins­
titutio oratoria,
I, 8); entre los guaraníes fue fundamental la
educación en
la danza y en la música en las cuales fue maestro
Juan Vasseo (4). Peramás es minucioso en los actos educativos
de toda la jornada: necesidad de madrugar, la caza, el manejo
de las armas, juegos y así como el
ya citado demente escribió
El Pedagogo como guía de la vida cotidiana, en las reducciones
se utilizó el Araporuaguiyeihaba ( «Del recto uso del tiempo»)
(3) Muy probablemente, las obras de MAR.s1L10 FrcINo conocidas por
PHRAMÁS fueron: Institutiones platonicae (1456) y el Compendium Theo­
logiae
platonicae (1474-77); especialmente debe tenerse en cuenta su tra­
ducción integral de Platón y cuya edición primera fue publicada en Firenze,
14n; le siguieron otras, Basilea, 1561 y sucesivas. La más reciente, Opera
Omnia,
2 vols., 4 tomos, Bottega d'Erasmo, Torino, 1959, 1962.
( 4) Véase noticia sobre este personaje cuyo
nombre, V asseo, era cas­
tellállizaci6n de JEAN VAISSEAU, en GUILLERMO FURLONG, Historia social
y cultural del Río de la Plata, vol. III, págs. 179-180, Buenos Aires, 1969.
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obra de los Padres Ignacio Insaurralde y Juan Escandón ( op. cit.,
págs. 95-96) (5). Peramás se esfuerza en mostrar el sentido hu­
mano
y cristiano de toda la jornada: de ahí la meticulosidad en
señalar el modo de las
comidas ahora pensadas como la de los
«ágapes de los
primeros cristianos» (op. cit., págs, 100-101), el
modo del cultivo de las artes, el del arte dramático ( que cuando
(5) Sobre esta importante obra de los PP .. IGNACIO JNSAURRALDE y
J. EscANDÓN, Araporuaguiyeihaba, 2 vols., Madrid (ignoro la fecha exac­
ta), proporciona noticias el propio PERA.MÁS en Vida y obra de seis huma­
nistas,
págs. 220-221, trad. de ANTONIO BALLUS, Prólogo de GUILLERMO
FuRLONG, Ediciones Huarpes, Buenos Aires, 1943 (traducción de la famosa
obra
De vita et moribus sex secerdotum paraguaycorum, Faventiae, 1791).
Según
PERAMÁS, «en estos libros enseña lnsuarralde a los indios de qué
manera Pueden pasar cristiana y santamente todo el día, explicando por
partes, qué debían
hacer por la mafia.na cuando se despiertan, al mediodía,
por la tarde, dé noche, en la casa, afuera, en el templo, en la frecuenta­
ción
de los Sacramentos, en el ejercicio de las virtudes, y por fin al apar­
tarse de los vicios, para que vivan sobria, justa
y piadosamente en este
mundo, aguardando la feliz esperanza
y la llegada gloriosa del gran Dios
y Salvador nuestro Jesucristo al cual procurarán complacer por todos los
medios y en todas las cosas. La obra
es plenamente elegante, instructiva
y
útil. Pero su edición forzosamente daría mucho que hacer a Escandón,
pues tendría que forjar
un prólogo explicando los sonidos de la voz gu·
turales, nasales o ambos a la vez, según los cuales los guaraníes emiten
las sílabas, de manera que
ut1. mismo nombre, pronunciado según un SO·
nido diverso, significa cosas diferentes. Después de confeccionar estas notas,
tenía
que ayudar continuamente al tipógrafo dado que nada entendía,
hasta
el punto de tener que corregir varias veces los tableros para que no
salieran de -la prensa págin"as con errores. Estos volúmenes de justas pro-­
porciones y" pulcramente editados, Escandón los llevó después consigo al
Paraguay para que, una
vez distribuidos entre los indios, les sirvieran de
continuo instructor,
al cual dedicarían casta y piadosamente el tiempo
designado para la instrucción de · ra vida cristiana» (V ida y obra de seis
humanistas,
págs. 220·221). Er propio PE.RAMÁS qimpara el Araporuagui­
yeihaba con el Pedagogo de demente de Alejandría: «Esta instrucción de
Insaurralde
para los rie6fitos es semejante a la que, con el título de
Paidelgog6s, compuso Clemente Alejahdrino para enseñanza y educación de
las antiguos cristianos;
peto COn la diferencia de que el autor guaraní trata
los' temas en forma concisa, mientras que el escritor griego los sazona con
nota.s de la más variada erudición, que sabía eran del gusto de sus lectores»
(Le República de Plat6n y .los guaranles, pág. 96).
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CIUDAD PLATONICA Y CIUDAD CRISTIANA EN EL NUEVO MUNDO
hace mal uso de sus recursos podría ser suprimido) siempre tra­
tando de escoger los candidatos
más aptos (págs. 104, 105). Y
así
se va perfilando la ciudad guaranític espíritu de comunidad como en su organización de gobierno.
Aunque
Platón en sus aciertos muestra que éstos surgen de
la ley natural, no pudo ni podía realizar lo que sí se realizó en
la ciudad guaraní: la concepción del comercio, la no tenencia de
oro y plata, la prohibición
de
la usura, la casi ausencia del uso
del dinero (págs. 126-135, Leyes, 8, 849ae; 5, 742ae). También
las normas
se refieren a los vestidos, a los magistrados, la disci­
plina, los castigos, los funerales y cierta restricción a
la entrada
de extranjeros
(pág. 139). Muchas de estas normas habrían sido
aprobadas por
Platón si hubiese conocido las reducciones (pági­
na 145) y, con mayor razón, por el
admirado Clemente de Ale­
jandría. Peramás hace notar las coincidencias respecto de los
rr.agistrados a la vez que destaca cómo la ley cristiana supera
incdnmensurablemente las normas de Platón y de los demás filó­
sofos. Y esto es así porque la ley cristiana «nos revela muchas
más verdades y nos da preceptos sobre cosas altísimas y divinas
con mayor perfección que aquella nueva y Antigua Academia,
que la prudente
Stoa y que todas las viejas escuelas atenienses.
Eran
éstas invenciones y creaciones humanas: mas el Evangelio
es la voz del magisterio de
Dios, y escuela de verdadera sabidu­
ría» (pág. 159). La ciudad guaraní es, pues,
la ciudad cristiana
cúyas leyes son como «ayudas y corolarios» del Evangelio (pá­
gina 160). Esta ciudad, platónica sí, pero transfigurada por la
Revelación cristiana,
ha sido ya abonada por la sangre de los
mártires, los santos Roque González, Alfonso Rodríguez, Juan
del Castillo y también Cristóbal de Mendoza; desde entonces,
los guaraníes no han abjurado de la fe y era impensable que lo
hicieran con los misioneros para quienes ellos eran «hijos, no
esclavos». Porque la verdad
es que los misioneros eran esclavos
de los indios (págs. 165-166).
Como puede verse, se trata de una ciudad teocrática, como se
dijo para denigrar a sus fundadores y, en realidad, ha sido el
mayor elegid posible para quienes
se inspiraron «en la luz del
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ALBERTO CATURELLI
Evangelio» (pág. 178). De este modo Peramás enfrenta las ca­
lumnias del apóstata ex-jesuita Guillermo Tomás Raynal (1713-
1796) que escribió con datos suministrados y falseados por el
conde de Aranda y el conde de Sousa (
6 ). Precisamente la ciudad
guaraní consolida, gracias a la fe, el orden natural que la Ilus­
tración destruye (pág. 179). De ahí que, sin las suspicacias de
Raynal, el recto
orden político-social ha de ser una teocracia por­
que es «la
única que hace justos, felices y tranquilos a los pue­
blos». Frente
a la subversión del iluminismo y del liberalismo
agnóstico, hay, para Peramás, una sola
opción: la esclavitud a
Satanás o la libertad de y en Cristo (pág. 182).
De este modo, entre los guaraníes se ha constituido «una re­
pública mucho mejor por sus costumbres y bienestar que aquella
cuya imagen y cuyos miembros había concebido
Platón» ( op. cit.,
pág. 202). Pero no s6lo es así en comparación con la ciudad pla­
tónica, sino con Europa moderna, pues «si alguno de los filóso­
fds
actuales... me preguntase si juzgo posible en Europa algo
semejante a aquella
forma de gobierno, le responderé: fue posi­
ble en otro tiempo;
no en nuestros días. Lo fue cuando los
europeos, antes de cultivar las artes y fundar sus ciudades, vivían
en grupos y andaban errantes,
poco o nada diferentes de las tri­
bus de América. Actualmente tal género de vida no es posible» (pá­
ginas 203, 216). Fue posible esa ciudad entre los guaraníes
por­
que han sido d6ciles al Evangelio y no lo es ya entre los europeos.
La decadencia de la civilizaci6n europea se trasunta en la
pasión
por el igualitarismo antinatural ( salvada la igualdad esencial en­
tre los hombres) porque la desigualdad es natural: «no hay pre­
cepto natural que diga que todos somos iguales, ni Dios exigi6
jamás semejante cosa para el buen
gobierno de los pueblos» (pá­
gina 207). La comunidad de bienes de que ya hablamos, no
sig­
nific6 desconocimiento de esta desigualdad constitutiva. Anal6gi'
camente con el cuerpo ( con la misma imagen paulina del Cuerpo
(6) La obra de RAYNAL utilizada por PERAMÁS es la Histoire philo­
sopbique et politique des étahllssements et Ju commerce des européenns
dans les deux Indes, 10 vols., Amsterdam, 1770.
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CIUDAD PLATONICA Y CIUDAD CRISTIANA EN EL NUEVO MUNDO
Místico) señala Peramás que «también entre los ciudadanos, así
como el alma aventaja al cuerpo y los pies a la cabeza, conviene
que haya diversos grados y clases, salvo que
se prefiera que todos
sean, por ejemplo, magistrados o todos senadores o, al contrario,
todos obreros o todos labradores» (pág. 209
). Es natural que
exista «diversidad de honores y jerarquías» de modo semejante
a una «casa grande» en la
cual «el cuerpo es uno y tiene muchos
miembros» (pág. 210). Peramás parece atento a los disturbios de
la Revolución francesa
y, sobre todo, a sus doctrinas. Esta pasión
igualitarista que quiere suprimir a los nobles y las jerarquías, no
puede
impedir que la naturaleza vuelva por sus fueros porque
las condecoraciones, reconocimientos y premios «republicanos»
no son
otra cosa que sustitutos de títulos de nobleza (págs. 211-
212). Pero tanta maldad, tanto caos
y contradicciones no son pe­
cados de una nación, sino «engendros monstruosos de una filo­
sofía desorbitada» (pág. 221).
Puede decirse que el pensamiento de Peramás constituye
la
filosofía y la teología de las reducciones jesuíticas y, al mismo
tiempo, una suerte de teología política que trasciende el caso
singular de la reducciones. Y eso
es así porque la ciudad guaraní,
ciudad americana, transfiguraci6n cristiana de la ciudad plat6nica,
propone una concepción original de la sociedad que es pensada
desde
y en Iberoamérica con alcance universal. Peramás demues­
tra también, sin proponérselo expresamente, que el espíritu
clá­
sico (greco-latino) heredado por la conciencia hispano-católica,
podía, con toda espontaneidad, engendrar lo
nuevo desde la origi­
nariedad
americana. Por algo, este sacerdote ejemplar y educador
nato ofrecía siempre la Santa Misa
Pro América, pro Indis et
Nigris, pro Juventute.
BIBLIOGRAFIA
l. Clarissimi Viri D. D. lgnatii Duartii et Quirossi, Collegii Monserra­
tensis Cordubae in America conditoris, Laudationes quinque, quas
eidem C.Ollegio Regio Barnabas Echaniquius O. D., in 4.", 90 pá­
ginaS,
Cordubae Tucumanotum Anno .MDCCLXVI. Typis Collegii
R. Monsserratensis.
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ALBERTO CATURBLLI
Cinco oraciones laudatorias en honor del Dr. D. Ignacio Duarte y
Quir6s, in 4.º, 276 págs., trad. de Benito Ochoa, Introducción
del
Dr. Enrique Martínez Paz, reedición facsimilar seguida de la
traducción al castellano. Universidad. Nacional de Córdoba, Insti·
tuto de Estudios Americanistas, Imprenta de la Universidad, Cór­
doba,
MCMXXXVXI.
2. IosEPHI EMMANUELIS PERAMAS-II, Sacerdotis Hispan,i, De invento Novo
Orbe inductoque illuc Cbristi
Sacrificio Libri tres, in 8.°, 96 pá·
ginas,
Ex Chalcographia Josephi Antonii Archii Superioribus an·
nuentibus, Faventiae MDCCLXXVII (cf. G. FURLONG, José Ma·
nuel Peramás, págs. 3640).
3. JoSEPHI EMMANUELIS PERAMÁS, De Vita et Moribus sex sacerdotum
paraguaycorum, in 8.", 299 págs., Ex Typographia Archli, Superio·
rum permissu, Faventiae MDCCXCI.
Vida Y· obra de seis humanistas, 312 págs., trad. de Antonio Ballus,
Prólogo de Guillermo Furlong, S. J., Editorial Huarpes, Buenos
Aires, 1943.
4. JoSEPHI EMMANUELIS PERAMÁS, De vita et maribus tredecim virorum
paraguaycorum, 1 vol, in 8.º, 462 págs., Ex Typographia Archii,
Superiorum permissu, Faventia MDCCXCIII. -Este volumen con·
tiene, en realidad, dos obras:
a) De administratione guaranitica comparate ad rempublicam Platonis
comrmentarii, (entre págs. 1 a 162).
De este libro la traducción castéllana que utilizo en la exposición:
La r,epública de Plat6n y los guaranies, in 8.º, 224 págs. trad. y
notas de Juan Cortés del Pino, Prólogo de Guillermo Furlong (pá­
ginas 9-17), Emecé, Bs. As., 1946.
b) De vita et moribus tredecim virorum paraguaycorum ( entre pági·
nas 163 y 460). Sobre traducciones al italiano y al francés de al­
gunas
de estas biografías, extractos, etc., cf. G. FURLONG, José
Manuel Peramás; págs. 48-52.
5. Diario del destierro o la expulsión de los Jesuitas de América en
tiempo de Carlos III (Turín, diciembre de 1768), íntegro en la
obra citada de GUILLERMO FURLONG, págs. 92~221. Antecedentes
de esta obra, op. cit., págs. 52-60.
6. Finis anni patientis elegia (treinta y nueve dísticos), publicada por
el P. GUILLERMO F'uRLONG, en Estudios, t. 1925, págs. 452454,
Buenos Aires.
7. ALBERTO CA.TURELLI, «El Nuevo Mundo y la república platónica en
el pensamiento de José Manuel Pera.más», en Filosofar Cristiano,
I, núm. 2, págs. 133-166, Córdoba, 1977; corresponde al cap. VI
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CIUDAD PLATONICA Y CIUDAD CRISTIANA EN EL NUEVO MUNDO
de la parte 11, de la inédita Historia de la filosofía en C6rdoba,
vol. I, fols. 297-331, Cuba, 1974.
8. GUILLERMO FURLONG, «Un gran humanista de la época colonial: José
Manuel Peramás 1732-1793», Estudios, XXIX, p¡\gs. 377-382, no­
viembre 1925; XXX, págs. 43-48, enero 1926; Xl{X, págs. 140-
146, febrero 1926; XXX, págs. 209-215, marzo 1926; XXX, pá­
ginas 292-297, abril 1926; XXX, págs. 452-456, 1926; XXXII,
p¡\g,. 125-132, agosto 1926, Buenos Alres.
«El autor de las 'Laudationes quinque'; Jase Manuel Petamás, 1732~
1793», en Cinco oraciones lauda{orias ·(cf. supra, núrn. 1), págs. 3-
68, Instituto de Estudios Americanistas, _Imprenta de la Univer­
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José Manuel Peramás y su Diario 'del destierro, 226 págs., Librería
del Plata, Buenos Aires, 1952.
9. LEsMES F'RÍAS, «Cinco oraciones laudatorias», en Archivum Histori­
cum, vol.
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«¿Echenique o Peramás, autor de las 'Laudationes'?», Estudios, volu:­
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10. ENRIQUE :MARTÍNEZ PAZ, «El autor de las Cinco oraciones laudatorias»,
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11. RICARDO ROJAS, Echenique, autor de las 1Laudationes', 30 págs., Ins­
tituto
de Estudios Americanistas, Universidad N. de Córdoba,
Imprenta de la Universidad, 1938.
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