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Número 303-304

Serie XXXI

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Profundizando en la Centesimus annus

PROFUNDIZANDO EN LA CENTESI"flfUS. ANNUS
No hasta la promulgacÍÓQ. de una nueva · Constitución ni de
nuevas leyes; hace falta la cQnversión del corazón y el cam­
bio de conducta de cada uno.-
«No _basta la promulgaci6n de una nueva Constitución ni la
"Qprobaci6n de nuevas leyes para encontrar la respuesta a los gra­
"ves males que aque;an al país, si no hay un cambio de conducta
"en
cada uno de los colombianos. Este. cambio de conducta, a la
"luz del Evangelio, se llama conver,i6n.
»Para
llegar a esta conversi6n del coraz6n, que .todos necesita­
'~mos urgentemente, se nos invita a empeñarnos en una nueva
"evangelizaci6n. Ante todo, necesitamos recuperar el ardor, el
~'entusiasmo, .la il~si6n, la .esperanza-con que en estos momentos
"dé 'nuestra historia-hemos. sabido bu.scar en. nuestras convicciones
"religiosas la fue~ transformadora que necesitamos para hacer
"frente
a los retos de cada momento».
JuAN PABLO II: Exhortación p.,toral obispos· dé Colombia sobre los 500 añris de evan­
gelización-de América, 12 de octubre de 1991.
L'Osservatore Romano, ,edici6n semanal en len­
gua española, afio XXIV, núm. 2 (1.202), 10 de
enero de 1992.
Crisis del Estado social. Necesidad de valorizar la familia y
las -:Je:m~ · sociedades interm~dias.·
«He querido celebrar el centenari~ de la e~ciclica Rerum no­
"varum, aCtual.ii.ando las :·enseñanzas de mi gran predeceSo,:,
"Le6n XIII, mediante la enciclica Centesimus annus. En elk1ie
"reafirmado los principios de la doctrina social cristiana, ptopo­
"niéndolos
i:omo orientaciones para lti acci6n, visto que el hombre
'.'Se encúentra en ·una. especie ile enct'Uci¡ado, en la que ;unto a
;,sus grandes esperanzas existen temores grandes y/ justificados.
»El Estado social, a pesar de los méritos que ha ganado ofre­
"ciendo respuestas solidarias a las necesidades
hamanas fundamen-
Verbo, núm. 303-304 (1992), 235-239
Fundaci\363n Speiro

"tales) está en crisis por doquier, y cada vez se e;ercen mayores
"presiones para desmantelarlo. Se tiene la impresión de que, entre
"los motivos de la crisis, existe una cierta incapacidad para dis­
"tinguir entre las necesidades sociales auténticas y las necesidades
"sociales
falsas, y también opciones de política social que quitan
"toda responsabilidad a la familia y a las demás 'sociedades inter­
"medias', en lugar de colocarlas en el centro de la vida social, como
"deberla ser en virtud del principio de subsidiariedad. Precisamen­
"te la valorización de la función social de la familia y de las de­
"más sociedades intermedias puede ofrecer criterios sanos para
"una reforma del Estado social sin comprometer sus beneficios y
"paralelamente ayudar a superar la alienación actual, preparando
"ambientes de vida más humanos, pues en el seno de
la familia
"y en las diferentes comunidades en las que se organiza la socie­
n dad, se encuentran de verdad razones para vivir la experiencia
"del amor interpersonal auténtico.
»La Iglesia ha reconocido siempre en el hombre el sujeto prin­
"cipal def orden económico. De sus iniciativas y de su creatividad
"depende el bienestar de las naciones;
y la libertad en el campo
"económico
es una condición necesaria para la libertad de la so­
,, ciedad en general. Sin embargo, la libertad humillla no se reduce
"a la mera libertad económica. Existen necesidades humanas fun­
,, damentales que el mercado no puede satisfacer y, por tanto, hay
"que satisfacerlas
en nombre de la solidaridad humana, porque
"constituyen un derecho fundamental. Pensamos aqui en
las ne­
,, cesidades de los ancianos, los niños y las muieres, o de todos los
"que dependen de los demás, de modo provisional o definitivo.
"Si el mercado es un elemento fundamental en la sociedad huma­
"na libre, la solidaridad también lo es. Hay, además, bienes hu­
"manos que no pueden y no deben ser obieto de ningún tipo de
"transacción económica, ya que se relacionan directamente con kz
"persona humana: se trata de los bienes espirituales, cuya priva­
" ción despo¡a al hombre de la libertad de ser él mismo. La socie­
,, dad humana no puede reducirse únicamente al dominio de la
"producción y al intercambio de bienes económicos. El verdadero
"alcance de
la vida social no es de orden económico, sino de orden
"ético».
JUAN PAB'Lo II: Discurso a algunos llderes de
partidos demócrata-cristianos, 23 de noviembre.
L'Osservatore Romano,. edición semanal en len~
gua espafiola, ¡úio XXIV, núm. 1 (1.201), 3 de
enero
de 1992.
Fundaci\363n Speiro

La responsabilidad primaria del desarrollo corresponde a los
propios pueblos. La solidaridad efectiva de los pueblos ricos.
«En el arco de estos últimos años el mundo entero se ha visto
"marcado por los cambios asombrosos que se
han. produci4o en
"los países del Este y por la caída de{ comunismo. Esto ha des­
" viada frecuentemente la atenci6n que la opini6n pública y los
"pol!ticos prestaban a los países del Sur; a pesar de ello, esos paí­
"ses siguen viendo c6mo.crecen las nei;esi4ades y los sufrimientos
"de grandes multitudes de
seres humanos. En repetidas oportuni­
" dades he lanzado llamamientos a los ricos y poderosos de esta
"tierra,
asi como a los pueblos del denominado 'primer mundo':
"no es posible seguir viviendo en una isla de abundancia, rodeados
"por un océano de sufrimientos. Urge tomar medidas enérgicas y
"valerosas, utilizando especialmente los grandes medios que el fin
"de la carrera de armamentos pone a disposici6n. Ciertamente
"la responsabilidad primera del desarrollo corresponde a los pro­
"pios pueblos,
que han de organizarse a si mismos. Los gobiernos
''tienen el deber de tomar medidas apropiadas
para reforzar del
"mejor modo posible
la capacidad de iniciativa y de trabajo de sus
"pueblos. Pero,
para recorrer este camino, necesitan la solidaridad
"efectiva de los pueblos más ricos;
s6lo así tendrán acceso al mer­
"cado mundial en condiciones de igual dignidad y entrarán en
"competencia
con los restantes sistemas y economias de modo
"correcto
y leal. Solamente medidas coherentes y sabias, adoptadas
"en tiempo
útil, pueden evitar que la pobrezo en la que viven
"grandes multitudes desemboque en conflictos sangrientos
y mo­
"vimientos migratorios de amplio alcance, que plantean graves
"problemas, tanto a los paises de acogida, como a los paises de
"ori'gen, y provocan enormes sufrim,ientos»·.
JUAN PABLO II: Discurso • aÍgunoa líderes de
par:tidos den:iócrata-cristianos, 2,3 de noviembre.
L'Osservatore Romano, edición semanal en len­
gua española, año XXIV, núm. 1 (1.201), 3 de
enero de' 1992.
Todas las -situaciones de injusticia son fruto de la acumula­
ción y concentración de · muchos pecados pt:irsonales; por
eso las transfórmaciones sociales .han de pasar · necesaria­
mente por la conversión de los corazones.
«Todas las situaciones de injusticia social son, ante todo, 'el
"fruto,
la acumulaci6n "y la concentraci6.ti de muchos pecados
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"personales .. Se trata de pecados muy personales de· quien engen"0
"dra, /avOf'ece o explota la iniquidad; de quien, pudiendo hacer
"algo por evitar, eliminar, o, al menos, limitar determinados males
~'sociales, omite el hacerlo ¡,ar pereza, miedo y encubrimiento, por
"complicidad solapada o. por indiferencia' (Reconciliarlo et paerú­
"tentia, 16; cf. L'Osservatore Romano, edici6n en lengua española,
"16 de diciembre
de 1984, pág. 9 ).
»Por ero la Iglesia sabe y predica que todas y cada una de las
!'transformaciones sociales han de pasar necesariamente por la con­
"versi6n de los corazones. Esta es la misi6n primera y prindpal
"de la Iglesia».
JuAN· PABLO II: Discurso a los habitantes de
las favelas -en ·Vitoria, sa'bado 19-de octubre.
L'Osservato,:e Romano, ~ión sf$1U18]. en len­
gua española, año XXIII, núm. 45 (l.193 ), 8 de
noviembre de 1991. ·
No a la. lógica de .dominación eco11omica con impos1c1on de
iµodelos que no. respeten la legíti~a autodetermin~ción de
IOlj p_uehlos.
«La l6gica de la dominaci6n econ6mica y de la imposici6n de
"modelos
que no respetan la legítima autodeterminaci6n d_e cada
~'pueblo, :asi como ta1'/lbién otros factores, generan meca,nismos
"perversos que impiden la entrada de palses como Brasil en el
"concierto de las naciones más desarrolladas. Es verdad que esos
"paises tienen que hacer mucho.
en el ámbito interno para lograr
"una organizaci6n más racional -¿¿. su' economía, la recuperación
"inaplazable de la moralidad administrativa y la creaci6n de una
"mayor sen"sibilidad social en los sectores más favorecidos y diná­
"micos. Es fundamental, ante todo, el desarrollo cuantitativo y
"cualitativo de la educaci6n, no sólo escolar; debe abarcar también
"el comportamiento
social y la mentalidad del pueblo. El subdesa­
"rrollo, lo sabemos todos, es primordialmente un problema cultu­
"ral, en-su sentido más amplio. Pero es preciso-decir con vehemen­
"
cía, a fin de que se oiga en todo el mundo, que ¡la deuda externa
"de un pais nunca se podrá pagar a costa ·del hambre y la miseria
"de su
pueblo! ·
»En estos últimos años dos impOf'tantes documentos enrique­
"cíeron la doctrina social de la Iglesia. Me refiero a las encíclicas
"Sollicitudo reí socialis y Centesimus · annus, · _-·' '
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»En ellas se repite muchas veces que la Iglesia no tiene una
"propuesta concreta de organización social o modelo econ6mico.
"No es algo de su competencia, ni tampoco es tarea de los obis­
"pos: ¡Pero
nunca podrá permanecer calladt;, sea quien fuere su
"intmocutor, cuando están e11 iuego·la vida,la libertad y la dig­
" nidad dé la pers011a humana, de todos los hombres en todas)as
"latitudes, :de cualquier raza, condici6n socilll o credo r~ligiosof.
"Como sacramen;to i!e Jesucristo, Redentor i!i:l hombre, le ata;í~
"recordar, siempre. y a tiJdos, los principios fundamentales, los
"criterios de la acció,; y las exigencias morales que deben gobernar
"la vida social, polftica y económica de cada naci6n o en el marco
"internacional. Pero dentro, del ámbito nacional y de cada dióce­
"sis, es una responsabilidad importante de la Conferencia episcopal
"y de cada obispo como maestro de la fe».
JUAN PABLO II: Discurso a los obispos de Bra~
sil en Natal, domingo 13 de octubre. L'Osserva-­
tore Romano, edición semanal en lengua española,
año XXIII, núm. 42 (1190), 18 de octubre de
1991.
El capitalismo debe. someterse· a la ética.
«Contemplar esta exposición significa sentirse invitado a con­
"siderar los efectos que producen en la vida diaria, de millones de
"personas
dos respuestas extremas a la necesidad de organización
"económica y social de la sociedad, dos aspectos trascendentales
"del problema del 'capitalismo
y .ética': por una parte, un capi­
"talismo desenfrenado que pone por encima de todas las cr,sas la
"búsqueda del pi;der y la ganancia, así como el culto de una efi­
"ciencia a menudo sin alma; y, por otra, el peligroso y desastroso
"engaño de creer que los problemas sociales pueden solucionarse
"con los principios de una ideologla materialista y, en su esencia,
"atea.
»Abrigo la esperanza de que las conferencias y las discusiones
"en las que participáis, con la a:yµda de distinguidos expertos en
"el campo de la enseñanza social de la Iglesia, os permita apreciar
"más fos principios sólidos de esa enseñanza, asl como la profundt/
"dimensión
bum'f"a y el esplritu evangélico en que se inspira». · ·
JUAN PABLO lI: Discuno del Santo Padre
durante la .visiar a la exposición ·sobre ·e1 ·trabajo
del hombre. L'Osservatore Romano, edici6n se­
manal en lengua española, afio XXIII, núm. 5
(1.205), 31 de enero de 1992.
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