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Número 303-304

Serie XXXI

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¿Qué es hoy la sociedad civil?

¿QUÉ ES HOY. LA SOCIEDAD CIVIL?
· ·POR
PATRICIO H. R;:\NDt.E
La sociedad occidental se estf¡ desmoron~ndo por dentro, afirma
un sociólogo, mientras otro completa el pensamiento agregando el
porqué: no posee un con¡unto de valores comunes que regule
eficientemente
su conducta ( 1). Son ·opiníhíones contrastantes con
la creencia banal dé que la sociedad está alcanzando el culmen dé
su evolución progresista y que uua prueba de ello sería la del nue­
vo
orden democrático mternacional y la COIJ.sagración del pluralismo
dentro
de esa ideologfa ; algo así como un estadio terminal de la
civilización más allá (le! cual ya no hay futuro.
Entretanto, la idea de sociedad civil está siendo conformada
por el pensamiento social-demócrata en auge.
Así, pues, se la in­
voca como fuente de
autoridad, como fuerza legitimante de un
mundo sin valores
absolutos, sin coherencia espiritual, donde pre­
valece un relativismo moral laico y secularizante.
Por
todo ello se impone considerar el tema hoy. No como una
especulación
fuera del tiempo y de la historia sino, precisamente,
alá luz (¿sería mejor decir a la sombra?) de su significación pro­
funda. Pero antes
se necesita hacer algunas precisiones respecto
del conceptd mismo de sociedad
civil tan llevád.o y traído en la
histotia reciente y conforme a los diferentes enfoques filosóficos
prevalecientes. Aun cuando en buena lógica
la sociedad civil, como toda so­
ciedad, no implica la existencia. de un ente sustancial sino mera­
mente relacional, pareciera que desde el siglo de las luces muchos
(l) DANTE· GERMINO:, La; crisis-de.·la __ comunidad:. reto. a,_l4 teoría po­
litica, en CARL J. FRIEDRICH (comp.): La. comumdad, México, 1969, pág. 15.
Verbo, núm. 303-304 (1992), 241-251 241
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autores la vieran como tal, como un todo inorgánico sólo posible
de descomponer en ciudadanos (literalmente integrantes de la ciu­
dad o
civitas o polis), como si más que una unidad existente per
accidens
lo fuese per essens. De lo que derivarán muchos malen­
tendidos que
trataremós de esclarecer.
En buena escolástica, como nos enseña Widow (2), la sociedad
civil
sería la causa material
de la cual la causa formal sería la ley ;
la causa ejemplar,
la autoridad política y· la causa eficiente, el go­
bierno. Nada de este orden parece importar a quienes, según la
aguda
Qbservación de Ort\!ga y Gasset creen que la sociedad es,
¡,or si sola y sin. más, Úna cosa bonita que marcha lindamente
como un
relo;in slflzo (3) ...
El mismo Ortega que llama a esa creencia el vicio original del
liberalismo ( 4) es. escéptico respecto del término sociedad como
algo que nunca es efectivamente lo que pJ;Qtilete y concluye por
afirmar que
lo social introduce como .un element;, Clandestino .. Sin
dud~ alguna está pensando en la soci~ de masas donde el grado
de concentración desfigura las mismas tendencias genuinas del hom­
bre y roincide avant la lettre ron von H¡¡y<:k cuando sostiene que
la palabra sociedad es. una c6moda expresión a la q¡,e se recu"e
cuando no se sabe muy bien de qué se está .hablando (5).
Pero el pensamiento pontificio echa luz sobre la cuestión cuan­
do en
la encíclica Libertas praestatissimum puntualiza que la so­
ciedad civil no es origen de la naturale:r,a humana, ni fuente de
c~ncordancia del bien y de la discor4an9ia del bien con la nat1<­
raleza. Todo lo contrario (se refiere a las leyes del orden natural),
son anteriores .a la sociedad misma y su origen hay que .buscarlo
en
la ley natural y, por tanto, en .la ley eterna (6).
(2) JuAN A. Wrnow: El hombre, animal polltico, Santiago de Chile,
1988, págs. 90 y sigs.
(3) JosÉ lliTE~A Y GASSET; Historia como, sistema :v. del Imperio· Ro·
mano, Madrid, 1942, 2.• ed., pág. U5. .
(4) Op: cit., pág. 116. . .
(5) FRIEDRICH VON HAYEX: La fatal arrogancia, Buenos Aires, 1991.
(6) Dada eri Roma él 20 de junio de 1888; Cfr. Doctrina Pontificia:
documentos políticos, Madrid, BAC, 1958, pág. 221. ·
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¿QUÉ ES HOY LA SOCIEDA~.J(IY.IL'l
· De· donde no se puede sostener con. fundamento que la socie.'
dad civil, per se, no pase de ~ un aglomerado inorgánico que
necesita ordenarse.
Sin embargo, para el liberalismo se trata de
una esfera privada dentro de
la cual tienen lugar las activipades
del individuo con tal que no vulneren los derechos. igualitarios de
sus conciudadanos inmunes al control
y a la. compulsa pública.
Pensada así, la sociedad
civil sería la'summa de derechos in,
dividuales dictados sin referencia a la naturaleza de las cosas y
menos aún reverentes respecto de la Ley de Dios. O sea, aquello
de que
«los detechos de cada uno terminan doode empiezan los
del otro», fórmula simplista y relativista del derecho· que· no res'
ponde a la definición clásica de la justicia reduciéndola a un sim'
ple arreglo entre vecinos.
Si para Rousseau la sociedad civil es eso, un agregado inorgá­
nico,
para Hegel será una realidad sustancial fuera de la cual es
impensable el individuo; dos versiones diversas pero igualmente
desenfocadas. Pata Hegel la sociedad civil (esfera de lo privado)
debe ser contrapesada por el Estado ( esfera de lo público), tina
creación, según él, totalmente humana. Aparte de este error es
verdad, comd cita Vallet de Goytisolo, que la sociedad civil no
puede eclipsar a
la sociedad política -tentación socialista y anar:
quista e izquierdista en general-, pues se opondría a la sabidu­
ría perennis de los Proverbios: Donde no hay gobierno va el pue­
blo a
la ruina (7).
La sociedad que desconfía del principio ordenaddr del Estado
rectamente concebido -y consecuentemente de la misión ilustra­
dora
de la Iglesia-monopoliza la autoridad y, como señala Toc­
queville, se convierte en un poder inmenso y tutelar. . . un poder
absoluto...
un soberano (que) no quiebra las voluntades pero las
ablanda, las pliega, las dirige; rara vez obtiga a actuar pero se
opone continuamente a-que se ·actúe-; no·destruye, t-1!lpide ·nacer,·
no tiraniza, molesta, comprime, enerva, extingue, em-brutece' y re-
. (7) Cfr. JUAN V ALLEt DE GoYTISOLO: Tres ensayos, Madrid, 1981,
pág. 39.
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duce, en fi11, a cada,naci6n, a un mero rebafío de animales tímidos
e industriosos
cuyo pastor es el gobierno (8 ),
Sagaz penetración la de . Tocoqueville que intuye cómo, bajo
las ápariencias
de · una sociedad civil de origen poco menos que
libertario,
se termina en una forma sutil de poder autoritario.
Algo que hoy está a la vista, pues sirve de respaldo a muchos gru­
pos de presión desde asociaciones de interés más o menos secre,
tas a la tiranía abierta de los medios masivos,
Todo en nombre de una sociedad civil igualitaria;
de iguales
ante
.la ley pero con todas las simplificaciones consecuentes, tales
como una sociedad sin clases, salvo las económicas.
Que con sus
diferencias ocultan
.la mayor de las injusticias: la de la igualdad
forzada, ya que, como dijo Berdiaev, la desigualdad puede ser justa
pero
la igualdad nunca lo es (9).
El énfasis puesto en lo civil no es casual. Hoy se traduce en
la bandera de los derechos civiles celosos de todo ejercicio
de una
autoridad que intente gobernar conforme a los preceptos de la
;Ley natural o intente articular la sociedad de acuerdo al principio
de . suhsidiriedad que es resistido por igual por la sociedad de
masas tanto como
por los regÚnenes tecnocráticos o como por los
socialdemócratas.
También T
ocoquevil!e predice la actualidad y así escribe: cuan­
do los hombres están ordenados. de una manera inexorable, según
su profesión, sus bienes, su nacimiento, en el seno de una socie­
dad aristocrática, los miembros. de
cada clase, considerándose como
bi¡os de una misma familia, experimentan una simpatia continua
y activa entre ellos que ,¡o se podria hallar en igual grado entre
los ciudadanos de una democracia (
10).
(8) Cita de La democracia en América, en ARTURO FoNTAINE Atnu­
NATE: «Más allá del Leviatán»>, Eitudios Públicos, núm. 1, diciembre .1980,
pág. 124.
(9) Citado por TATIANA GoRICHEVA: La incansable búsqueda de la
felicidad, Barcelona, 1990, pág. 157.
(10) .ALBXIS DE TocQUEVILLE: La-démocratie en Amérique, Bruxelles,
1840, vol. V, pág. 12.
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¿QUE ES HOY LA SOCIEDAD CIV1L1
La sociedad civil moderna se ha gestado en Ja versión inorgá,
nica de origen roussoniano, sin partes orginazadas jerárquica y
funcionalmente y con un .solo ingrediente único e irreductible: el
ciudadano. Esa sociedad ya no
es una comunidad según la.ajustada
definición de Tonnies:
agrupación· humana en la que el deber pre­
cede al derecho, la fe o la lealtad a la conveniencia de sus miem­
bros, lo heredado o lo asumido a lo contratado ( 11 ).
J ohannes Messner ha demdstrado que d hombre alcanza un
más alto grado de libertad dentro de comunidades funcionales que·
a la intemperie de la sociedad civil y que no hay comunidad sin
libertad como no hay libertad sin comunidad (12). Del mismo
modo que en una familia desordenada cada uno
debe estar luchan'
do
constantemente pará poder ejercer su libertad.
Pero la sociedad civil moderna no
quiere entenderlo as! e
insiste en exaltar las virtudes del pluralismo como
fin, promovién­
dolo artificialmente si es necesario. Porque una cosa es ejercer
cierra tolerancia
frente a las opiniones dis!miles y otra creer que
esa disimilitud, factor
de heterogeneidad sin posibilidades de sín­
tesis, es deseable en s! misma. Y en los hechos exige luego un
poder político mucho más
rígido y arbitrario que el que necesita
una comunidad orgánica.
De donde otra vez se deduce que la so­
ciedad civil moderna no es la panaq,a de la libertad que promete.
El Aquinate, con
su profundid~d para ver el fondo ele las cosas.
antes de entrar en. detalle, calific~ de incivil ( 13) al hombre que
no
se adápte -por perversión o por pretendida autosuficiencia-
ª ser gobernado. .
De donde podemos deducir que la quintaesencia de lo civil,
en
vez de. vincularse a los derechos individuales, se refiere, de
origen, a la sociabilidad connatural al hombre. Y la sociedad civil
(11) Citado por RAFAEL GAMBRA: El lengua;e y los mitos, Madrid,
1983, pág. 209.
(12) Citado por JUAN VALLET DE GOYTISOLo:-Algo sobre temas de
hoy, Madrid, 1972, pág. 84.
(13) Cfr. P.
V1CTORINO RoDRÍGul!Z: El régimen polltico de Santo
Tomás de Aquino, Madrid; 1978, pág. 23.
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serla, entonces, . la sociedad de · los hombres sociables por natura­
leza, no por contrato; la sociedad de .hombres ordinarios como se
ha
dado en definirla en la tradición anglosajona (14).
El .mundo influido por las ideas liberales distingue entre so­
ciedad y Estado -dice Calderón Bouchet-porque supone a este
último nacido de
un pacto -politico (15). Spencer en Man versus
State (
16) presen«s a la sociedad civil como víctima inocente
de la sociedad
política como si se tratara de opuestos y escribió
que los
. conservadores apoyan un orden .social militar mientras los
liberales otro industrial.
Perd
Spencer, aun cuando respaldaba al liberalismo en su mi­
si6n de recortar el poder a Jos reyes, a4vertía que en el futuro
debla recortársdo al Parlamento, como si previera que la incipiente
legislaci6n social
terminarla pdr amarrar al ciudadauo al Estado
más de lo que
lo había hecho la monarquía tradicional y el Esta­
do confesional.
Otro aspecto de la ideología de la .sociedad civil es la exalta­
ción del esfuerzo individual,
dd sel/ . made man como pilar de la
organizaci6n social y ---como quería Jeremy Bentham-como
fuente de virtud, . mientras la competitividad será mirada como
una especie
de ascesis laica.
Lo cierto, sin embargo, es que nd. es posible separar la socie­
dad civil
dela sociedad política que es su complemento natural.
Por eso debe ser que Antonio Gran:Ísci, agudo en muchas de sus
observaciop.es, escribi6 que lo que hay realmente importante en
Za sociología no es otra cosa que ciencia política ( 17).
¿Cuándo se empez6 a hablar de sociedad. civil? Exa<:tamente
no se puede precisar, pero sí que el concepto, tal cual se lo entien­
de hoy, no se
remonta. a. antes del siglo XVII. En su acepción co­
rriente hay un tono valoratívo cdmo si se tratase de una conquista
(14) Oxford English Dictonnary.
(15) RUBÉN CALDERÓN BouCHET: Sobre las ca~as del orden político,
Buenos Aires, 1976,
pág. 14.
(16) HERBERT SPENCER: Man versus State, I.ondon, 1884.
(17)
ANTONIO GRAMScr: Notas sobre Maquiavleo, sobre la polÜica y
sobre el Estado moderno, Madrid, 1980, pág. 95.
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¿QUE ES HOY LA SOCIEDAD CI.VIL?
del progreso social. Se olvida, por ciert-0, que Joseph De Maistre
dijera que
los pueblas nunca han sido civilizados más que por la
religión ( 18 ). Lo cual es irrebatible al menos en términos crono'
lógicos.
Pero que choca con la utopía de que el ejercicio de los
detechos ciudadanos siempre produce efectos positivos. O conio
se ·dice en el colmo de la vulgaridad mental que los .males de lá
df!mocrdcia se curan con más· democracifJ, sín· _ sigui.era molestarse
en especificar: una democracia mtjor.
Mientras Roosseau sospechaba que la existencia de los cuer­
pos
íntermedids pueden dañar la «voluntad· general» al descompo­
nerla
por sectores, Hegel argumentó en contra de la abolición de
las corporaciones en su Filosofía del Derecho.
Les atribuía un pa­
pel político y hasta les otorgaba un sitio en la legislatura porque
articulaban y representaban funcionalmente el ínterés de la socie­
dad civil (Burgerliche Geselscbtift); literalmente, .la sociedad ,de los
burgueses. Pero la sociedad civil, como
sabemos,, fue trascendidá por el
Estado
(19),Y, como escribe Tocqueville, en ella lo universal (co­
munitario)
y .lo particular se han separado (20). El índividuo, libe­
rado, ha perdido el norte del. bien común como ideal supremo y
se halla dividido entre dos lealtades: como hurgher -dice He,
gel~ provee para sí y para su familia pero como citoyen debe
velar por ideales universales (gener¡ilmente abstractos) (21).
En ese sentido, Hegel
,se, opone a Rousseau, ya que como dice
Roger. Lahrousse: para el ginebrino el.h,ombre ,no es hombre «y»
ciudadano sino que .es hombre «porque» es ciudadano (22). Pero
los hechos
tomaron otro rumbo. Durante; el siglo xrx, bajo la in­
fluencia. de Benjamín Constant,. Stuart Mili, Lord Acton y ·otros,
(18} JosEPH DE MA.1sTRE, Estudios sobre la soberanía, Buenos Aíres,
1978, pág. 33.
(19)
BERNARD CuLLllN: Hegel's Social and Political Thought, Dublln,
1979, pág. 95.
(20) Op. cit., pág. 74.
(21) Op. cit., pág. 75.
(22) RoGER LABROUSSE: Del mago al bur6crata, Buenos Aires, '1955,
pág. 80.
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PATRICIO H. RANDLE
el Estado fue cediendo sus funciones.a las asociaciones p,-ivadas y
a los grupos orientados hacia los negocios, es decir, hacia los or­
ganismos de la. sociedad civ,1 (23 ).
Y así se inició esta tende¡icia qne hoy se conoce conm el poder
de las multinacionales, que ya [a había visto Gaetano Mosca cuan­
do afirmó que ahora la riqueza produce poder político lo mismo
que
el.poder politico había producido

riqueza.en
la antigüedad (24).
Han aparecido las élites dominantes enfrentando a las élites
gobernantes.
En nombre de la sociedad civil (generalmente invo­
cada
in totum ), empresarios eficaces, ·banqueros de éxito, tecnó­
cratas de renombre, caciques de los medios masivos, llevan y traen
la masa amorfa que constituye
la mayoriá de la sociedad civil. Y
mediante ella ejercen su poder muchas veces mayor y casi siempre
anterior (motivador) al ~ :temporal del Estado y al espiritual
de la Iglesia. La bestia sagrada será la opinión p6blica con aparien­
cia
de real y genuina aunque casi siempre ficticia: inventada por
lds manipuladores de ella misma.
Entre tanto, la Iglesia, sociedad esencialmente religiosa y
so­
brenatural, es a la vez una sociedad visible y jerárquica. Además
cumple un
función natural importantisima como es ayudar al
hombre a alcanzar su
perfección: su completamiento y plenitud
como persona porque en efecto es
mater et magistra. Dentro de la
concepción de la sociedad humana como una sociedad de socieda·
des (25), la Iglesia tiene
su rol definido pero dentto de una so­
ciedad concebida como mero conjunto de individuos no es extrafio
que se haya int.,.;,tado reducirla 'a la condición de civil.
Desde la
Constitución Cívil del Oero originada en la Revolu­
ción francesa; hasta c~sOS níás, recientes cómo la persecución en
México después de 1910 o en España en los años treinta, hasta
(23) THoMAS MoLNAR: The Church: Pilgrim of Centuries, Grand Ra­
pids, Mich., 1990, pág. 9.
(24) GAETANO MoscA: The Ruling Class, New York, 1939, pág. 66,
citado por STAN PoPEScu: Auge y ocaso de la aristocracia, Madrid, 1974,
pág. 183.
(25) Cfr. JUAN ANTONIO Wrnow: Op. cit., págs. 75 y sigs.
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¡QUE ES HOY LA SOCIEDAD CIVIL?
llegar a la Iglesia Cristiana Nacional de. Mao se han .sucedido su­
cesivos intentos
para secularizar la. Iglesia ...
Todo esto acontece, naturalmente, con posterioridad a la quie­
bra de la Cristiana Res Pública y pervive hoy en quienes esperan
que
la Iglesia se haga democrática mental y estructuralmente, plu­
ralista en
la aceptación de otras initituciones, grupos y movimien­
tos como iguales
y ecuménica en la reformulación de su vocaci6n,
reservando un lugar importante para otros credos que, en la
apariencia al menos, comparten sus propias preocupaciones (26).
De esta manera se ha llegado a que en nuestros días la socie­
dad civil sea efectivamente la sociedad impregnada de materialis­
mo, de permisividad, de ideas subversivas y contra natura que ocu­
pa todos los espacios mentales colectivos, mientras los católicos
se retraen y se
conforman o -peor aún--intentan comprenderla,
«abrirse a ella
d permitir que se proyecte sobre ellos como nna
supuesta 'bocanada
de aire fresco'».
Así, pues, el catolicismo
ha cedido tetreno en materia de. me­
dios de comnnicaci6n, enseñanza, periodismo, arte y ciencia. La
separación de la Iglesia y del Estado confirma el hecho de que
la sociedad civil. va· ganando todos los espacios y no significa
---<:0mo dice Molnar-que la Iglesia se haya liberado de antiguas
servidumbres, sino que
la situación se ha agravado ba¡o el e;e de
la sociedad civil que es un amo mucho más áspero (27), mucho
más
pertinaz y suril.
Como escribe el Padre Castellani: cuando los Estados se vol­
vieron virtual.mente tlteos y di¡eron·: "la religiófl es asunto privado'
(o sea cosa de la sociédad civil exclusivamente), la irreligi6n se
convirti6
:en asunto público y cuando los :reyes diieroÍI a los súb­
ditos que no ten!an por qué pensar en la salvaci6n de las almas,
tuvieron que empezar a pensar en la salvaci6n de sus cabezas co­
ronadas (28). Y allí empezó la democracia laica moderna en la que
la sociedad civil adquirirá
poder autónomo.
(26) THOMAS MoLNAR: Op. cit.
(27) Ib!d.
(28) LEoNARDO CASTELLANI: .El Eoangelio de Jesilcristo, Buenos Aires:
1957, pág. 257. '
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PATRICIO H. RANDLE
Allí empezó, por primera vez en la historia,~ cultura desa­
cralizada o tal
vez una verdadera contracultura, al tiempo que,
como
dijd Ortega, la democracia liberal se funde$ sobre la crea­
ción
técnica, la virtu.d ética de ser un trabajador empedernido aun
a costa
de la vida interior.
Como escribió el profesor Willms recientemente: si la religión,
como sucedió
en el siglo XVII, se dispensa libremente, .el resul­
tado son las gue"as de religión. Del mismo modo, si se amplia
el
radio de acción de las libertades, inevitablemente se está am­
pliando al mismo tiempo su mal uso para obrar mal. En esto no
hay
escapatoria. Si se amplia el número de 'mores' indefinida­
mente
se termina en el libertína;e (29).
Para peor, la idea de convertir a la sociedad civil está siendo
abandonada por los cat6licos
como efecto, primero, del modernis­
mo que
aflojó las reservas doctrinales y ahora de las tendencias
posconciliares de fuerte tono secularizante.
Nuestra sociedad civil,
heredera lejana de la burguesía de ori­
gen medieval ocupa progresivamente todos lds espacios dejados
por la Iglesia y el Estado, los últimos en rendirse. El non plus
ultra
será la reducción de las religiones a un culto humanista se­
cular y de las naciones a una central mundial que delegue pode­
res regionales.
El hombre producto
de esta nueva fase cultural -si así puede
llamarse---, es una expresi6n de la contradicci6n más profunda en
que
incurre la sociedad civil otrora protectora de la vida privada
a ultranza
y hoy dominada por la vida pública, extrovertida y
bulliciosa de las masas que lo invaden todo desde la política o la
Universidad hasta el deporte, el espectáculo, las vacacidnes y el
esparcimiento, en la medida que la vida espiritual se va debilitan­
do por falta de valores propios.
Pero nada de esto es casual. O carente de ulterioridades. El
intento gramscista de alcanzar la dominación lo ha advertido y se
regocija con el estallido
clialécticd de las actuales estructuras (30).
(29) BERNARD W1LLMS: Liberty of Man and Liberty of Nations. Con­
ferencia mimeografiada por la. Universidad Autónoma de Guadolajara, 1991.
(30) JuAN VALLET DE GoYTISOLO: Op. cit., pág. 28.
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¿QUlk es HOY LA SOCIEDAD CIVIL?
Pero, ¿cómo torcer este destino casi fatal? Solamente volviendo
a la buena doctrina pontificia hoy olvidada, e:n muchos casos ver­
gonzanteme:nte.
Pío X tuvo una visión clara de lo que se avecinaba e:n Notre
Charge Apostolique cuando dijo: no se edificará la ciudad de un
modo distinto a como Dios la ha edificado ... no, la civilización
no se está pr>r inventar, ni la ciudad nueva por construir en las
nubes. Ha existida, existe, es la civilización, es la ciudad. católi­
ca ( 31 ). Pero, ¿cuántos católicos tienen la lucidez y la ausencia
de
complejo de inferioridad para vetlo así? ¿Acaso la mayoría no
creen que
la ciudad católica implica coerción, inquisición, oscu­
rantismo? ¿Saben que el catolicismo sólo puede florecer en un
mundo comunitario
y corre el peligro de tenet que volver a re'
fugiarse en catacumbas en esta sociedad civil desarticulada y
caótica que lentamente lo va asfixiandó. .
RESUMEN
Si la sociedad occidental presenta síntomas inequívocos de
decadencia, uno de ellos se puede verificar indagando
el concepto
de sociedad civil que hoy
se trata de. imponet.
Con
orígenes que se remontan al siglo XVIII, en la vetsión
remozada por la ideología social-demócrata,
la sociedad civil re­
sulta como entrando en el estadio tetminal de un proceso evolu­
cionista ; como un
desideratum del progreso social.
Para alcanzar esta meta ha sido cóndici6n necesaria, primero,
«liberarse» de todo poder religioso o político y erigirse como
po­
der social en estado puro. Desde esta plataforma ejetce un dominio
cada vez mayor detetminando hábitos
y manipulando sutilmente
la opinión pública sometiéndola a una vetdadera contracultura;
Entrar en connivencia con esta sociedad
ci~il implica contri­
buir a edificar
la ciudad de un modo distiuto a como Dios la ha
edificadd. De allí la importancia que reviste esclarecer el signi­
ficado de esta cuestión.
(31) Dada en Roma el 25 de agosto de 1910. Cfr. Doctrina Pontifi·
cia, Op. cit., pág. 408.
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