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Número 305-306

Serie XXXI

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Rafael García Serrano: Cantatas de mi mochila

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
rreno Abascal es realmente demoledor. No queda títere con ca­
beza. Y nunca mejor empleado lo de títere.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA.
García Serrano, Rafael: CANTATAS DE MI MOCHILA (*)
El escritor navarro Rafael García Serrano murió el 12 de oc­
tubre, día de la Hispanidad, de 1988. En sus obras, de prosa
admirable
-olvidadas hoy en gran parte por razones . políticas, y
por la
envidia, la cobardía, el odio. y la infidelidad, corrientes en
España y,
más aún, entre los «intelectuales»-, en sus obras,
digo, tantas
veces laureadas, García Serrano subrayó, especial y
precisamente,
las virtudes contrarias a aquéllas malas cualidades
españolas;
. esos «demonios familiares», decía Franco, que nos
con destacó
las virtudes de la generosidad, el valor, el amor y la leal­
tad; todas estas apari,.,en constantemente dignificadas, enalteci­
das,
casi en cada una de las páginas de sus novelas, crónicas, en­
sayos y artículos periodísticos. Desde «La fiel Infantería», hasta
«La gran esperanza», pasando
por «La ventana mira al río», «Cuan­
do los dioses nacían en Extremadura», y el estupendo «Dicciona­
rio para un macuto», uno de los mejores libros que
se han escrito
sobi,e la guerra española 1936-1939, García Serrano cantó todas
y
cada una de aquellas virtudes ; precisamente las que predomi­
naron en su generación: la
de la Guerra de Liberación de España.
Pues
así la entendió García Serrano, como trasfondo de
toda
su obra literaria. y aun de toda su vida. Al final del libro
aquí recensionado, escribe
Jaime Campmany: «La· entendió (la
guerra dicha) como una fiesta de purificación,
casi como un en­
cuentro a muerte entre canciones y esperanzas [ ... ] . Pudo ser
( García Serrano) un deslumbrado o, tal
vez, un iluminado; pero
para ser fanático le sobraba la ternura y el amor y la comprensión
hacia los que defendían
las otras banderas». Sin embargo, pienso
yo que le traté bastante, para ser iluminado o faoático, a Rafael
García Serrano le sobraba la
esperanz,i; pues siempre la tuvo en
su mente y en el corazón, aun en los momentos en los que, paradó­
jicamente, parecía
escribir «con desesperanza». La razón de ello
pudiera encontrarse en un pensamiento
de Fray Luis !le León en
su admirable traducción del
Ubro de los Cantares: «No pierde
(*) Ed. Movierecord-Ediciones, Madrid, 1992, 246 págs., Sebastián El­
cano, 30. 28012 Madrid.
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la esperanza el amor, aunque .no halle nuevas de lo que ·busca o
desea; entonces se enciende más».
Efectivamente, García Serrano fue un gran enamorado de Es­
paña. En sus últimas obras, por ello, campea y sobresale la espe­
ranza, la «gran esperanza», aunque su autor pareciese desengañado
de una España que abondonaba unos valores y unos principios
que, en siglos pasados y aún en este siglo
XX, la hicieron grande
y respetada. Mas el autor no reniega de ella, de España. «A la
Patria
se la quiere con razón y sin razón, como al padre y a la
madre», frase que pudo muy bien hacer suya
García Serrano. De
ahf que tal amor, irrazonado si se quiere así, lo conjugó con la
esperanza en el resnrgir español; y estas son las claves
-el que­
rer y el esperar-de todos sus trabajos literarios ; también en
éste libro.
Comenzó a escribirlo en 1986, e iba a formar parte de una
tetralogía de libros
dé autores · navarros destinada. a conmemorar
el 50.º aniversario del Alzamiento en Navarra. «Una conmemora­
ción
-se dice en el Prólogo de este libro-que no iba contra
nadie y tan solo pretendía dejar un testimonio del porqué, del
cuándo
y del cómo Navarra 'se. alzó y cubrió los frentes de com­
bate'». Y éllo a través de los recuerdos de quien fue delegado
regional de
los tequetés navarros -Antonio de Llzarza Iribarren:
«Memorias de
la conspiración»; de un voluntario, cabo requeté
entonces
--quien escribe estas ]íneas: «En la Primera de Nava­
rra»; del que fue, entonces también, oficial de uno de los famo'
sos Tercios de Requetés y luego maestro de juristas y humanistas,
Alvaro d'Ors:
«La violencia y el orden» ; y, finalmente, el de un
falangista navarro Alférez Provisional de Infantería, luego escri­
tor laureado, Rafael García
Sérrano: «Cantatas de mi mochila».
El material reunido por
el autor para este libro era abundan­
tísimo.
Con el fin de mantener una línea coherente con la conme­
moración del 19 de julio de
1936 en Navarra, en su 50.º aniver­
sario,
y para poder empastar mejor los escritos que García Setrano
destinaba a este volnmen
-'-'-unos completamente terminados y
otros sólo
esbozadós-,- hubo .de abandonarse parte ·de aquel ma­
terial, como se dice en el Prólogo. No obstante, el libro 'recoge
casi todas las canciones del Ejército nacional; de «los nacionales»,
se diría ahora (aunque entonces, y para los dos Ejércitos en cou­
tieuda, uuo fue siempre «el Nacional» y el otro «el Rojo», más
adelante camuflado de «Repüblicano» ). Eh la primera parte, de
las tres
eu que· se divide este libro, además ·de tres trabajos inédi­
tos ( «La cena de los veter.anos», «La marcha de Caesar» y «19-20
de julio de 1936: Una noche en autocar»), García Serrano recoge
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y glosa las que denomina «Las canciones .bisabuelas» y «Las can­
ciones abuelas». Son las canciones de los Tercios viejos (los de
Flandes
y el Milanesado), y las de «la francesada», de )a guerra
de. la Independencia, a las que se añaden, también como «abue­
las», las de las guerras de Africa
y' las, carlistas. Son, casi todas
ellas, canciones
-dirían en la Ribera navarra-«desgarradas» y,
también, «políglotas»;
es decir, con letras en «vola¡,uk», o en
un
«papiamento» europeo que por lo que parece se da bien a los
.solados españoles en todo tiempo, desde el siglo xvr a hoy; y
que, pudiéramos subrayar con García Serrano, tal vez tengamos
que
utilizar dentro de poco en la «babel» auton6míca en que se
nos está convirtiendo España. Pero en aquellos tiempos, hasta
los soldados catalanes soñaron con el rescate de Gibraltar
¡,ara
España. En el sirio puesto a la ¡,laza fuerte por don Antonio Bar­
celó, marino mallorquín, los catalanes le cantaban: «Barceló, In­
glaterra /
Se bol burlá de mi. / Lin declaro la guerra / Li a enta­
blat a
di/ Pero ana asida / Al fort de Gibaltá / Su Magestad
Real / Que tots la aben de serví /
Si la causa es igual / Primer
aben de mori
/».
La segunda ¡,arte del volnmen, la integran las canciones de la
guerra española de 1936-1939.
El origen, el desarrollo y, por
supuesto, la letra de esas. canciones-_que en aquellos añds entona­
ron todos cuantos vivieron en la España nacional, y muchísimos
(
¡y con que emoción y peligro!) de los de «la otra España, la
roja»: El himno nacional; el de Falange Española ( tal vez el de
mayor aliento
poético de todos, al que acompañaba la música,
alegre y guerrera, del Maestro
Tellería); el de Oriamen&; las
canciones de las Banderas. de Falange, de los Tercios de Reque­
tés,. de las Brigadas. navarras y las del Tercio (La· Legión), com­
ponen un friso estu¡,endd, así· como las glosas -llenas de conte­
nida
emoción-de García Serrano a cada una de dichas canciones.
Particularmente entrañables las glosas a las «Canciones
¡,ara la
nostalgia» y
la de los «Villancicos de guerra». Y absolutaliJente
original, ¡,ara mí .a] menos, la «cantata» de don Joaquín Lartegla,
el famoso músico navarro, titulada «Ante la tumba de un reque­
té (Meditación lírica), de la que .se reproduce la música. En esta
¡,arte, algunas de las glosas se han, tomado de otras obras de Gar­
cía
Serrano, sobre todo del «Diccionario ¡,ara un macuto»; otras
son de autores como Manuel
de Góngora, con sU poesía «Las
Brigadas de Navarra»; finalmente,
en algunas, especialmente en las
«Canciones del Tercio», García Serrano recuerda en varios pasa­
jes a Luys Santamarina,· falangista y, antes, legionario de ¡,ró, así
como prosista insigne. (Entre las canciones
de la Legión, se re-
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lNFORMACION BIBLIOGR.AFlCA.
produce también un gracioso pastiche del «Novio de la muerte».
Se ttata del «himno de Lezama-Legui,:amón», nacido en «Las Po­
cholas» y cantado con humor y alegría en el famoso restaurante).
La tercera parte recoge bastantes de los ttabajos periodísticos
de García Serrano en sus últimos años. Como subtítulo, el de
«Recuerdos de un español olvidado». Estos trabajos se agrupan:
algunos en torno a escenas y personas
de la guerra de Liberación
(así, por ejemplo, «Los desfiles», o «Viriato», sobrenombre este
último
de don Carlos Ruiz García, jefe de la Primera Bandera de
Falange de Navarra, una de las unidades más condecoradas del
Ejército nacional);
o, como los ttabajos finales, en torno a Na­
varra, «¡Aquella Esparta de Cristo!», que así la calific6 Eugenio
Montes y
la recalific6 García Serrano. Casi todos los articulos
referentes a
la regi6n navarra se publicaron en El Alcázar entre
los años 1982-1986, año de la muerte del autor. Tal
vez sea en
estos artículos donde brille con más intensidad su deseo de «con­
vertir el
desengañd en motor de nuestra esperanza» ; así como esa
nostalgia buena -la que lleva a ser mejores-de García Serrano.
El articulo final de esta tercera parte se titula «Los últimos pro­
visionales»;
los que quedan de aquella floración de jóvenes -los
Alféreces Provisionales-- de una guerra, en la que tantos murie·
ron,
que libro a España del comunismo atenazador de tantas na­
ciones europeas .. ¿Se entenderían hoy los versos de José María
Pemán que glosan el final del libro y que, puede decirse, sinteti­
zan cuanto escribe García Serrano?: «España me está doliendo /
doliendo. como un
puñal. / El campo no tiene flores ni tiene Dios
la Ciudad. / España, por si te sirve, / mi vida te quiero dar».
Termina el libro: con
la reseña del homenaje que la «Comi­
sión de Navarros en Madrid» rindió a Rafael García Serrano en
mayo de 1983; con un articulo de Campmany, «R.G.S.»; y con un
«Epílogo» de quien escribe esta recensión. El volumen está bien
editado. Entre las
escasas erratas observadas, una mayor: falta la
«Glosa» a los cinco artículos sobre los desfiles militares de las
páginas 169 a 178. Como esta «Glosa» la tuve yo antes de la
edición puedo ttanscribirla aquí mismo. Había de ocupar la pági­
ua 178, en blanco en el libro, y dice así:
GLOSA. Esta glosa a los desfiles militares --desde los de la
niñez del autor hasta
el gran desfile de la Victoria en 1939-en­
cadena en el recuerdo los olvidos de hoy de tantos españoles:
Que las glorias militares forman parte de
la Tradición. Y, pues,
la Tradición
es el desfile, glorioso o triste, de muchos siglos de
la historia
de España, se hacen presentes los versos del poeta
(MACHADO, Manuel: Tradición, «Horas de oro», Valladolid, 1938):
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INFORMA.CION BIBLIOGRAFICA
« ¡Ay del pueblo que olvida su pasado
y a ignorar
su prosapia se coudena!
¡
Ay del que rompe la falta cadena
que el ayer al mañana tiene atado!
¡Ay del que sueña comenzar la Historia
y,
amigo de inauditas novedades,
desoye la lección de las edades
y renuncia
al poder de la memoria!
··················\
··············-····\
············
Nunca nada será que no haya sido.
La palabra es 'volver'. La ingente gloria
descansa en el poder de la memoria.
La verdadera muerte es el olvido.
Recuerda y sigue. No se empieza nunca
ni se acaba jamás. Continuamente
entre ayer
y mañana está el presente.
¡Pobre de aquel que la cadena trunca!»
••••••••••••••••••\
••••••• J.. •••••••••.•••••••.••\

« Vuelve a tu Tradición, España mía
¡Sólo Dios hace Mundos de la nada!»
JAVIER NAGORE YÁRNOZ.
Florentino del Valle, S. J.: SISINIO NEVARES, S. J.,
REALIZADOR Y GUIA EN LA ENCRUCIJADA
SOCIAL .DEL
SIGLO XX (*)
Con motivo del Afio de la Doctrina Social de la Iglesia, y
dentro del plan diocesano de pastoral, · la Caja de Ahorros del
Círculo Católico de Obreros de Burgos, ha publicado una
muy
dudada edición de la encíclica Centesimus annus de Juan Pa­
blo
H, un Manual de Moral Social Cristiana del que es autor
don Gerardo del
Pozo, profesor de la Facultad de Teología, y una
biografía del P. Sisinio Nevares debida a la pluma del también
jesuita, P. Florenrino
del Valle, conrinuador de las tareas apostó-
(*) Publicaciones del Círculo Católico de Obreros y Caja de Ahorros
del mismo~ Burgos, 1992.
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