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Número 307-308

Serie XXXI

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Juan Fernando Segovia: Julio Irazusta. Conservatismo y nacionalismo en la Argentina

INFORM.ACION BIBUOGRAFICA
Segovia, Juan Fernando: JULIO IRAZUSTA.
CONSERVATISMO Y NACIONAIJSMO EN LA
ARGENTINA (*)
La Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad
de Mendoza (Argentina) nos ofrece una importante contribución
de Juan Fernando Segovia
al estudio del pensamiento politico de
Julio Irazusta, hora hace un decenio desaparecido, y que trae
causa de la tesis doctoral de su autor.
Ir=sta, ciertamente, ha
sido
más conocido en su vertiente historiográfica, y en verdad
que el
grueso de su producción discurrió por esas vías. Por ello,
Segovia, acotando
el objeto de su investigación, pretende resaltar
el aspecto más desfavorecido en los estudios ir=stianos, el que
toca a la conceptualización de la politica. Otra cosa
es que resulte
imposible de escindir el pensamiento
politico stricto sensu del
entendimiento .y visión de la historia: los saberes no constituyen
compartimentos estancos, sino que
-por el contrario-aparecen
profundamente imbricados y estrechamente relacionados en todo
pensamiento verdaderamente original.
En el caso que nos ocupa,
además, no puede resultar de otro modo,
al aparecer como coad­
yuvantes factores como la ubicación de la obra de Irazusta dentro
de una escuela o corriente universal determinada e incluso mili­
tante en un movimiento argentino concreto.
Lo que interesa re­
tener, sin embargo, y en cualquier caso, es que independiente­
mente de esa insuperable integración de los distintos aspectos de
la obra
objeto de consideración, el ángulo desde el que se enfoca
es el de la teoría de la política.
El libro comienza con la presentación de
la vida y formación
intelectual
de Ir=sta ( capítulo I). En primer lugar aparece una
breve. reseña biográfica, perfectamente ajustada . al designio del
trabajo y que
el lector más alejado hubiera deseado más extensa.
Su formación en buena parte autodidacta, su voca.ción literaria,
la importancia de
su contacto con Europa -a través del viaje
que comienza en 1923, prolongándose hasta 1927, y
queJe lleva
a
París, Oxford y Roma-, etc., van abriéndonos las claves del
itinerario iotelectual. Y
así se nos aparece --en la cita inexcusa­
ble de nuestro
amigo el profesor Zuleta Alvarez--en . el centro
de las dos corrientes probablemente
más influyentes de la política
argentioa: la lucha por la iodependencia económica como garantía
(*) Editorial Idearium, Mendoza, 1991, 211 págs.
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de la libertad política y el revisionismo histórico como método
para desentrañar el enigma de la evolución como país. Nítida­
mente
adscritd al realismo político,. la enumeración de sus fuen­
tes e influencias resulta
del mayor interés: Burke, Maurras, los
contrarrevolucionarios franceses del x1x, Benedetto Croce, Santa­
yana, los clásicos (Platón, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino),
The Federalist, etc. En cuanto al pensamiento español, está re­
presentado por Saavedra Fajardo, Balmes, Donoso Cortés, .Menén­
dez. Pelayo y Maeztu. Un elenco .bibliográfico resumido sirve para
completar el primer capítulo.
En los siguientes capítulos, ya. centrado en lo específicamente
político,
sitúa la política como actividad espiritual (capítulo Il),
explaya las relaciones entre política e historia (capítulo III), se
ocupa de las formas de gobierno y los sistemas políticos ( capítu­
lo IV), y ubica y valora
el pensamiento irazustiano (capitulo V).
Unas conclusiones muy medidas
nds permiten acceder a lo más
esencial y nuclear del mismo .. Conforme a ellas, en primer térmi­
no, Irazusta
se adhiere al «realismo» o «empirismo» políticos.
Este no debe entenderse, sino como
la afirmación de la necesidad
de la realidad política experimentada, y supone la colaboración
de razón y voluntad en la operación política, la oposición a
la
ideologización racionalista y la relevancia de las circustancias con­
tingentes. En segundo lugar, lo anterior tiene su correlato en la
postulación de la historia como método apropiado al conocimiento
de
la operación política, pues la política de nuestro autor -se­
gún Enrique Díaz Araujo--está escrita en clave histórica. De
ahí, del análisis político fundado en la historicidad, extrae las
estructuras políticas, concebidas como «empresas comunes», y que
culminan en los «sistemas
políticds · nacionales». Finalmente, en­
cuentra Segovia que «el pensamiento político irazustiano perte­
nece
----desde el punto de vista de las ideas políticas argentinas­
• la corriente original del nacionalismo republicano; su ideario
puede adherirse
----desde tina perspectiva universal-a la men­
talidad conservadora, matizada por algunas notas reaccionarias».
Esta última conclusión, referida a
la influencia de pensadores
como
De Maistre en s.u sistema, nos permite entrar en la expo­
sición
de los problemas que puede suscitar la tesis del doctor Se­
govia. El mismo, con gran honestidad al tiempo que con total
claridad, plantea una serie de dudas en tomo a ciertas afirmacio­
nes de Irazusta
,que admitirían interpretaciones voluntaristas o
idealistas. Vacilaciones que resuelve tratando de salvarle de las
acusaciones de decisionismo o irracionalismo y en
el sentido más
alejado del situacionismo moral. Es cierto, sin embargo, que Gon-
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zalo Fernández de la Mora ha podido subrayar --al lado de la
explicaci6n anterior-la presencia de textos turbadores que per­
mitirían obtener consecuencias distintas, aun cuando tam¡x>CO
compartamos todas las premisas y observaciones de su, como
siempre, inteligente crítica.
En general, el libro de Segovia viene revestido de las notas
de equilibrio, erudición y profundidad que
-en su prólogo--el
ilustre profesor y buen amigo de estas páginas Carlos Ignacio
Massini le ha atribuido.
Siu embargo, desde el ángulo español,
concretamente
4':~de el pensamiento tradicional español, deja un
mal sabor de boca. Pues Irazusta en su obra, y Segovia en su
bri­
llante aproximación a aquélla, manejan categorías más «europeas»
que «hispánicas».
No se malinterprete este j~icio, qµ.e quisiera
resultara en extremo matizado y no tanto constitutivo de reproche
como de desahogo.
En Irazusta -lo recuerda el joven profesor
cuya obra
comento--hay una razón clara para recuperar el ideario
español: «Pertenecemos
-escribe aquél-a la mejor tradici6n
intelectual del mundo, a
la progenie de los definidores de dog­
mas, de evangelizadores de infieles y unificadores del universo;
y, sin embargo, vivimos postrados de admiración hacia los des­
tructores de esos bienes perdidos». Más aún, con referencia a
Maeztu, considera sú «nacionalismo hispánico» de niay9-r provecho
para la Argentina que el «nacionalismo francés» de Maurras. Sin
embargo, y dejando de lado las críticas que pueda suscitar en
nosdtros la terminología :-:~naclonalista» -muy-extendida en el
pensamiento argentiuo--, muchas de las deficiencias o los recelos
que algunos desarrollos irazustianos presentan, provienen de
las
inixturas ideológicas presentes en l()s autores contrarrevoluciona­
rios franceces y de las que carecen los representantes de la genuiua
tradición española. Enfrascado como he estado en los últimos
meses en
el estudio de la obra del profesor Elías de Tejada, me
encuentro en extremo sensible a los estímulos que provienen de
esta_ temática, a cuya elucidación -con cierto maximalismo,_ pero
de razones muy !_,ondas--consagr6 él buena parre de sus afanes.
Hay en la tradición «hispánica»
-y por tanto no simplemente
«española»-un acervo que demasiado a menudo .preterimos en
nombre de aportaciones no desdeñables; iucluso inexcusables de
retener, pero que comportan una carga problemática de la que
carece nuestra límpida ejecutoria intelectual. Irazusta, a pesar de
sus fervientes protestas, se inserta más en la. linea de-pensamiento
del conservatismo anglosajón o lo Burke y de contrarrevolución
racional a lo Maurras que en los
parámetros del puro tradiciona­
lismo hispánico. Incluso la trascendencia que da a Maeztu,
pen-
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sador «en tránsito», lo viene a poner a las claras. Pero ya digo
que esto, evidentemente, no significa tanto objeción -que, de
hacerse,
habría de venir referida sólo al pensamiento irazustiano
o, como mucho, a la omisión de una crítica semejante en
el es­
tudio de Segovia, lo que sinceramente me parece excesivo-,
como reflexión personal. Que ofrezco, en homenaje, al autor de
este libro,
al profesor Ma.ssini y al gran especialista -presente
de mddo permanente en sus páginas-- que es Enrique Zuleta
Alvarez.
Ml: López-Medel y Barcones, Manuel: DERECHOS Y
LIBERTADES
EN LA EUROPA COMUNITARIA (*)
Manuel López-Medel y Barcones, Abogado, que fue Secretario
General
de la Sociedad Española para los Derechos Humanos y
ahora
es Vicepresidente de esta filial de la Sociedad Internacio­
nal con igual objeto -Internationale Gesellschaft für Menschen­
rechte-, nos ofrece en este ensayo una interesante aportación
científica y documental sobre

la protección de
los derechos hu­
manos en la Europa· comunitaria, que ya expuso parcialmente en
la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Coincidiendo con el V Centenario del descubrimiento de
Amé­
rica, la SDEH ( Sociedad Española para los Derechos Humanos),
patrocinaddra de la obra, desea reafirmar su proyección europea
e iberoamericana, facilitando el buen
entertdimiento entre ambos
continentes a través de España, congtatulándose al mismo tiempo
del acercamiento de los
países del Este a la Europa libre y demo­
crática, producido a raíz de la caída del sistema comunista que
oprimía a aquellos.
El autor analiza
los derechos humanos en su trayectoria euro­
pea reciente, no especialmente en su aspecto negativo de violación
de los mismos, sino como ciencia social
de arranque cristiano y
humanista en sus
dimensiones cultural y jurídica, vertientes que
encajan en
los fines de las Comunidades Europeas, del Consejo
de Europa y de
la Conferencia para la Seguridad y Cooperación
Europea.
Después
de una referencia al Papa Juan Pablo II, que en su
visita a Compostela el 9-XI-82 hizo un llamamiento a Europa
(*) &litado por la Sociedad Española para los Derechos Humanos, Ma­
drid, 1992.
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