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Número 307-308

Serie XXXI

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Ángel García-Sanz Marcotegui: Las elecciones municipales de Pamplona en la Restauración (1891-1923)

lNFORMACION BIBLJOGRAFICA.
García-Sanz Marcategui, Angel: LAS ELECCIONES
MUNICIPALES DE PAMPLONA EN LA RESTAURACION
(1891-1923) (*)
Los estudios hist6ricos regionales y locales gozan hoy de un
considerable auge. Se presenran como punto de partida necesario
para los estudios globales y síntesis generales.
Ha pasado el tiem­
po
de las simplificaciones y de la reducción de la ciencia a inter­
pretación. Toda síntesis debe suponer investigaciones previas
mo­
nográficas ceñidas en el espacio y el tiempo, esto es, la microhis­
toria.
García-Sanz nos presenta un excelente estudio de carácter
descriptivo y
empírico que, además de obvias conclusiones, plan-
, tea diversos interrogantes que abren futuras investigaciones. El
autor
profundiza en cada una de las 16 elecciones municipales ce­
lebradas en Pamplona de 1891 a 1922, elecciones cada dos años
salvd en 1907. En este último, las elecciones se aplazaron a 1909,
celebrándose el 2
de mayo y el 12 de diciembre.
De cada confrontación electoral el autor explica las fuerzas
políticas electorales en lid (las que mantienen su presencia, sur­
gen
d desaparecen), esboza muy brevemente sus proyectos políti­
cos, estudia la evolución electoral de cada una de aquellas, .enume­
ra los candidatos propuestos y elegidos, recoge la evolución de
la abstención y deja constancia de la complejidad de
las alianzas
electorales, etc., todo ello con base
en los fondos documentales
sobre elecciones existentes en el Archivo Municipal de Pamplona
y, sobre todo, teniendo en cuenta la prensa Ideal y regional.
Si es sencillo señalar los grupos políticos, más difícil es sinte­
tizar
su importancia social. Según los resultados de García-Sanz,
el sector
más votado e importante es el carlista (luego jaimista);
los republicanos son la segunda fuerza aunque
tras 1915 decaerán
totalmente ; los partidos liberal fusionista y liberal demócrata les
siguen en importancia disminuyendo notablemente tras esta
mis­
tLa fecha; el sector integrista es considerable hasta 1913 inclusi­
ve, año tras el cual disminuye su importancia electoral ;
los inde­
pendientes y los liberal conservadores, presentados como «Defen­
sa Social» en 1909 e independientes en otras ocasiones, son
minoritarios;
los socialistas tienen una implantación social muy
escasa aunque aumentan algo tras 1913 ; y los nacionalistas (
na­
partarras) aparecen en 1911, tienen sus tres primeros concejales
(*) Pamplona, Ed. Gobierno de Navarra, 1990, 177 págs., col. Histo­
ria, núm. 61.
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
en 1917 y alcaruian su éxito electoral en 1920. Los obreros cató­
licos de
«La Conciliación» fracasan totalmente la única vez que
se presentan a elecciones en 1915, a pesar de su relevante fuetza
social y quizás
por su apoliticismo institucional.
Las divisiones existentes entre los libetales no
consetvadores
se manifiestan en las familias «Garciaprietista», «Romanonista»
(ambas en 1915) y Albista (1917).
El sector Mellista, escindido
del Jaintismo,
cteó el Centro Católico Espafiol (1922).
La complejidad de los sectores políticos se complica
al con­
cretar la política de
aliaruias. En síntesis, deducimos que del total
de los sectores políticos, el número de candidaturas osciló de dos
a seis. Su mayor número
se alcaruió tras las elecciones de 1911
inclusives.
Las candidaturas agruparon accidental e indiscrimina­
damente a carlistas, integristas, nacionalistas, independientes y
conservadores por un lado ; y, por otro, a socialistas, republica­
nos, libetal-fusionistas y liberal-demócratas. Según
García-Sarui,
las combinaciones entre ellos fueton múltiples para lograr candi­
daturas católicas (carlistas e integristas, 1895),
«de orden» (car­
.listas, integristas, independientes y liberal-moderados, 1903), blo­
que
democrático (liberal-demócratas republicanos, liberal-dinásti­
cos, 1905), coalición de izquierdas (1915 y con notable éxito),
Aliaruia Foral (carlistas y nacionalistas, 1922), etc.
Aunque las elecciones tuvieron un fuerte contenido ideológico,
el oportunismo político de las alianzas ( creemos que con objetivos
ideológicos) fue, dice
García-Sarui, patente. La panorámica de
esta compleja realidad la muestra el autor de una forma escueta,
documentada y amena.
Es relevante el número de concejales de 1891 a 1922 conta­
bilizados por
García-Sarui: carlistas 102, republicanos 33, libeta­
les 24, integristas 22, conservadores 18, nacionalistas
11 y socia­
listas 2 (vid., pág. 150), aunque «el númeto de votantes de libe­
rales y republicanos fue mayor que el que
se deduce de los puestos
conseguidos» (pág. 152). Los alcaldes elegidos
por el Gobierno
y sin que representen
los sectores políticos en las concejalías,
fueton liberales y
libetal-ronservadores, en perjuicio de los repu­
blicanos y sobre todo de los carlistas.
De todo
ello el lector puede deducir que el auge de los sec­
tores políticos ajenos y abiettamente contrarios a la política de
la Restauración eta evidente
en Pamplona ; sectores aquellos muy
superiores social y electoralmente a los partidos libetal y libetal­
conservador que se repartían en espacio político del turnismo en
el Gobierno de Madrid. El desajuste entre la España real y la
Espafia oficial eta evidente. ·
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lNFÓRMACION :BÍBLidGRAFICA
Los datos citados, desarrollados y justificados eo profundidad
¡, ·gantes finales a resolvet en investigaciones ulteriores que desea-
mos se efectúen. · ·
El trabajo finaliza· con los apuntes biográficos de 18 alcaldes
(8 conservadores ~2 mauristas y 1 datista-'--, 4 libetales, 4 car­
listas
--- Este apéndice refleja las
intetesantes relaciones petsonales de ca­
rácter social, económico e ideológico, existentes entre las élites
político-sociales de Pamplona.
Según los datos ofrecidos por García-Sanz, parece que debe
rr.atizarse mucho su afirmación de que «los centros urbanos fueron
el baluarte del libetalismd, mieorras los rurales lo habrían sido
del carlismo» (pág. 14
). Ni creemos real la ideotificación libera­
lismo-ciudad ni la oposición sistemática ciudad-campo. Máxime
cuando
tras 1915 las fuetzas electorales carlistas, integristas y na­
cionalistas, antilibetales por eseocia, desplazan totalmente a las
restantes· fuerzas políticas.
Como puede observarse, el libro de García-Sanz
es interesan­
tísimo y realmente novedoso en el tema desarrollado y en su tra­
tamiento, no sólo respecto a la ciudad de Pamplona, sino también
en relación con las restantes ciudades de la monarquía.
En 1987 publiqué dos estudios complementarios entre sí so­
bre la vida religiosa del Ayuntamiento de Pamplona en el si­
gld XVIII y durante la secularización llevada a ca.bo por ·el libera­
lismo hasta 1886 (1).
En uno de ellos elaboramos tres listas de
los corporativos anteriores a 1886 en función de
s¡¡ toma de pos­
tura, secularizadora o no, de la institucióo municipal, seculariza­
ción propia de la filosofía liberal.
La elaboración
de dichas listas fue posible porque en las actas
municpiales figuran diversos acuerdos de una variada naturaleza:
unos son desacralizadores, otros frenan el avance de la seculariza­
ción al mantenet las celebraciones religiosas .existentes, y unos
terceros restauran
la vida y las manifestaciones religiosas del pa­
tronato municipal o bien la .colaboración -ya mediante la pre,
senda de los corporativos ya material-del Ayuntamiento en
iniciativas religiosas de las instituciones vecinales. Por otra parte,
(1) GARRALDA AruzcUN, José Fermín: «Revolución liberal y seculari­
zación.
El Ayuntamiento de Pamplona como ejemplo», Madrid, Rev. Ver­
bo, núm .. 253-254 (marzo;,bril de 1987), 261 págs., págs. 411·444; ID. «La
vida religiosa del, Ayuntamiento de Pamplona. Siglos XVIII y XIX», en_ VA­
RIOS, 1887-1987. Centen'ario Hermandad de la Pasión del Señor, Bui:lada,
Ed. C A.N., 1987, 165 págs., págs. 111-163.
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INFORMACI.01'( BIBLIOGRAFICA
desde el 13-V-1871 hasta el 15-IV-1886 figuran los nombres de
los concejales que votan favorable o desfavorablemente a las fun.
clones religiosas munid¡,ales, así como de aquellos
e>tros cuyos
votos no son significativos para efectuar una clasificación ideoló­
gico-política, al poder proceder de uno u
otro sector ideológico.
Enumeramos nuestras tres citadas listas. Una responde a los
concejales de ideología liberal (liberales con votos propia y filo­
sóficamente liberales por desacralizadores y, muy secundariamen­
te, con ·votos compartidos cOÚ los corporativos favorables a las
funciones religiosas pero votos no pro¡,í_amente desacralizadores).
Otra refleja los concejales de mentalidad conservadora en general
o no secularista (liberales-conservadores
y otros, con votos que
mantienen las funciones
religiosas o bien son favorables a ellas
y, secundariamente, con. otros votos compartidos con los corpo­
rativos de ideología liberal pero votos no propiamente desacrali­
zadores
). Por último, una tercera lista enumera los concejales de
adscripción dudosa ( votos desacralizadores con los liberales
y vo­
tos favorables a las funciones religiosas).
Cuantitativamente, entre dichos· concejales, -30 seguían los
liberales o desacralizadores (liberales o voto liberal); 39 no agudí'
zart la secularización, mantienen la situación existente, e incluso
recuperan manifestaciones de religiosidad ( liberales conservadores
y otros); y 6 son dudosos. Este criterio de clasificación, discutido
por algunos, no fue el único posible para conocer «grosso modo»
las tendencias políticas de los_ corporativos municipales; además,
el tema lo requería.
,, P_ues bien, García-Sanz ofrece una informació-n definitiva so­
bre el partido político al que pertenecieron los .alcaldes, conceja­
les
y otras personalidades políticas de Pamplona desde 1891 has­
ta 1922 basándose
en la prensa y documentación electoral.
Si comparamos los resultados obtenidos por 'Gárcía-Sanz
(1990) y los nuestros de 1987, se observa una relevante identi­
dad. Partimos de que la coincidencia entre los políticos señalados
en ambas investigaciones se ciñe a un total de
25 de los 7 5 cor­
porativos recogidos en nuestro trabajo que abarca de 1871 a 1886,
esto es, a un tercio del total, cantidad esta que adquiere cierta
categoría representativa .. Pdr otro lado, y esto es importante, la
coincidencia de ambos trabajos sobre dichos 25 concejales es evi­
dente salvo en dos casos (2).
Esto nos prueba la validez de estu-
(2) Concretemos. García-Sanz nos ofrece datos de 8· de los componen­
tes de ·nuestra lista de voto liberal (desacralizador, donde podían incluirse
republicanos, liberal-fusionistas y otros liberales), entte
los que figuran:
4 republicanos (Agustín Blasco Michelena, Baldomero Navascués Aguirre,
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
diar la tendencia política (no ya el partido político) según la pos­
tura que los protagonistas de la historia tuvieron ante los valores
espirituales.
Dicha coincidencia también muestra que, en el si­
glo XIX pamplonés y al parecer también en general, la polltica
incluso municipal tenla un trasfondo filos6fico y sobre todo reli­
gioso.
La obra de García-Sanz clarifica nuestra afirmación siguiente:
«( ... ) ignoramos si entre los corporativos especificados existe
algún miembro tradicionalista una vez que el Carlismo ( ... ) es
derrotado
en el campo de batalla» en 1876. Ahora sabemos -en
1987 y por falta de fuentes no fue posible--de la existencia de
6 carlistas y de
3 integristas, dos de ellos presentes ya el 3-VII-
1879, aunque retrotraer hasta 1879 la información de García­
Sanz, iniciada en 1891, quizás pudiera originar alguna inexactitud.
Nos queda pendiente conocer la adscripción politice-ideológica
de al
menos los 23 corporativos restantes de nuestra segunda lista
citada (liberal-conservadores y otros), pues debido a
la tesis ge­
neral de la separación teórica y práctica de la España oficial res­
pecto de la sociedad real, en la que tanto insisten los especialistas
de
la época, señalamos que, «al parecer, la mayoría de los corpo­
rativos ( de Pamplona) serán liberal conservadores». Partiendo de
esta suposición, concluimos en 1987
lo siguiente:
«Aunque los conservadores se
opongan a algunos exce­
sos de los progresistas, iniciarán
el camino de la desacrali­
zación, aprobarán
no pocas conquistas de los radicales o
progresistas en
el aspecto religioso y no se esforzarán por
Hipólito Palero y Cuesta, Severo Simavilla), 2 liberales (Luis I!íatta Reta,
Ignacio Navasal
Arto) y

2
liberal-conservadores (seguro Manuel Espa12a y
dudoso Silvestre Goicoechea). También nos aporta datos de 16 de los com­
ponentes de la lista de voto favorable a las funciones religiosas (liberal­
conservadores y otros): 6 carlistas (Pedro José Arraiza Osambela con repa­
ros de independiente, Donato Cumia Aramburu, Tiburcio Guerencliain -y
Larrache, Fermín Idoate y Murillo, Eustaquio Olaso, Francisco Seminario
Izu); 4 liberal-conservadores (Mauro Ibáñez, Juan Moso e Irure o conde
de Espoz
y Mina, José. Obaoos y Félix Ubillos), 3 integristas (Artoro Cam­
pión, José Sao Julián Irure, Martín Sara y García), 2 no h1,era!es demó­
cratas ni fusionistas (Pablo Irurzun y Joaquín Larda), 1 católico antiliberal
(Miguel
García-Tuñón y Elizalde), que se presentará por independiente y
con los liberal-conservadores_. En nuestra lista de dudosos, Garda-Sanz se­
ñala a José Javier Colmenares como posterior liheral-fusionista. Ignoramos
si
el apellido de algunos concejales ( Izu, Mutiloa y Roncal) corresponde con
algunos políticos algo posteriores como Manuel Izu Erro, E. Mutiloa e
Idoate (ambos carlistas} y F. Roocal y Riezu (¿liberal-conservador?).
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA.
restuarar la rica vida religiosa municipal anterior a 1868 y
1836, sino tan sólo algunos aspectos
parciales» (3 ).
Es decir, la labor de los liberal-conservadores (canovistas, etc.)
sería
de freno a la secularización municipal y de limitada restaura­
ción religiosa. Queda, pues,
señalar qué labor corresponde res­
pectivamente a los conservadores y a los tradicionalistas existen­
tes en el Ayuntamiento, o
si ambas se atribuyen a ambos sectores
de una forma indiscriminada. Quede como reto efectuar
un se­
guimiento detalladd del comportamiento de estos corporativos en
las votaciones definiendo bien la materia a votación, y localizar
la tendencia política de dichos 23 corporativos restantes entre
los
que de hecho -ignoramos cuántos en total-hubo carlistas e
integristas.
De tener la misma representación de 1891-1892 es­
tudiada por Garcia-Sanz, los Ayuntamientos de Pamplona de
1874-1886
serian de mayoría tradicionalista. No obstante debe
recordarse que después de la tercera guerra carlista
-o «anticar­
lista» según se
mire-finalizada en 1876, don Carlos por un lado
y el Gobierno de Madrid por otro, tendrán que legitimar
la pre­
sencia electoral de los carlistas en los municipios. ·
JosÉ FERMÍN GARRALDA ARIZCUN.
(3) GAR.RALDA, «Revolución liberal y secularización ... », art. cit., pági­
na 443.
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