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Número 311-312

Serie XXXII

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Una feliz fusión cristiana. Conversación sobre América con Jean Dumont

UNA FELIZ FUSION CRISTIANA:
CONVERSACION SOBRE
AMERICA CON JEAN DUMONT
POR
MIGUEL AYUSO y ANDRÉS GAMBRA
Jean Dumont, que vive entre París -donde, después de
cuarenta años, sigue ejerciendo de
editor-y Vejer de la Fron­
tera
-próximo al Archivo de Indias, donde pasa tanto de su
tiempo-, se viene distinguiendo como un historiador de genio
y singularmente como uno de los hispanistas más destacados dd
país vecino. Perteneciente a esa generación de la posguerra euro­
pea, capital en la historia intdectual francesa, conforme va des­
granando su conversación d interlocutor percibe que ha conocido
y tratado a las personalidades más cotizadas de cualesquiera ten­
dencias.
Como si la intelligentzia de su país hubiera sido una
suerte de familia mal avenida.
Sus estudios, construidos siempre sobre las fuentes, tienen
además una gran frescura
y un vigor expresivo casi insuperable,
a veces excesivo. Famoso sobre todo por sus L'Eglise au risque
de l'Histoire
-sorprendentemente d único vertido al español,
en la edición de
Encuentro-y La Révolution fran,aise ou les
pr6diges
du sacrilege, en el curso dd ultimo año ha dedicado a
la historiografía española dos piezas capitales,
L'heure de Dieu
sur le Nouveau Monde y L'incomparable Isabel/e la Catholique,
de los que pensamos ofrecer a nuestros lectores puntual informa­
ción. Con
él conversamos aprovechando su presencia en nuestra
XXX Reunión de amigos de la
Gudad Católica, celebrada en Se­
villa sobre «Las Espafias ultramarinas desde d V Centenario dd
Descubrimiento» y por la que también pasaron· nuestros amigos
Verbo, núm. 311-312 (1993), 185-192 185
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MIGUEL A YUSO Y ANDRES G.A.MBRA
el brasileño Galvíio de Sousa -desgraciadamente desaparecido
meses después--, el argentino Caturelli, el mexicano Muggenburg
y los españoles Calderón Quijano, Castañeda,
Castán Vázquez,
Bethancourt
y Gómez Piñol entre otros.
Pendientes
como están de ver la l¡¡z las actas de dicha Reu­
nión, que confiamos aparezcan en el próximo número de Verbo,
ofrecemos ahora a nuestros lectores -como prólogo de la edición
de dichos estudios--- unos juicios de J ean Dumont.
1. Usted
ha publicado recientemente un libro titulado L' heure
de Dieu sur le Nouveau Monde,
sobre la biografía y obra de cua­
tro eclesiásticos españoles del siglo XVI que dejaron huella en la
América hispana. En la introducción señala que su investigación
se halla concebida en términos que la alejan tanto de la Leyenda
Negra
como de la Leyenda Rosa. ¿En qué medida cabría situar
en esa perspectiva equilibrada
el conjunto de la obra de España
en América?
JEAN DuMONT: La Leyenda Negra y la Leyenda Rosa son
prejuicios que
se basan primero en la ignorancia: en el descono­
cimiento de lo que realmente ocurrió. Y también en generaliza­
ciones sobre
el espacio y el tiempo, y en lo que concierne a los
personajes que participaron en los acontecimientos. Por tanto
ambas leyendas
se disuelven automáticamente cuando se muestra
con precisión, en lugares circunscritos y año por año, lo que
de
verdad sucedió. Y ello a través de la vida de las personas repre­
sentativas de esos acontecimientos ; sin omitir nada de sus caracte­
res, de los actos y de las responsabilidades de esas personas.
Es lo que
yo he querido hacer en mi Heure de Dieu sur le
Nouveau monde, ofreciendo las biografías detalladas y comple­
tas de cuatro personajes representativos de la primera evangeli­
zación del Nuevo Mundo: Jerónimo de Loaisa, religioso domini­
co, virrey de hecho del Perú y primer arzobispo de Lima; Santo
Toribio, simple laico español que advino directamente a la dig­
nidad de arzobispo de Lima ; Vasco de Quiroga, oidor de la segun­
da
audiencia de México y luego primer arzobispo de Michoacán ;
Bemardino
de Sahagún, religioso franciscano que se convirtió en
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CONVERSACION SOBRE AMERlCA CON JEAN DUMONT
el gran etnógrafo de la civilización azteca. Al adentrarse en las
biografías detalladas de esas cuatro figuras representativas, el
lector abandona
el terreno de las leyendas, negras o rosas, para
situarse en el
de los hechos.
Y, puesto que la nación España como persona histórica es el
resultado de la suma de
esas personalidades representativas, le
corresponde finalmente la mención «muy honorable».
La evange­
lización de América, debida en
lo esencial a la nación española,
se
o&ece como la más amplia y hermosa evangelización de la
historia, después de la de los Apóstoles.
2.
La dilección hacia los indígenas de las autoridades y de
la Iglesia españolas. ¿qué opinión
le merece, en sus términos ge­
nerales y al margen de las grandes polémicas de contenido doc­
trioal, el comportamiento del español hacia el indígena amerindio?
}EAN DuMONT: La realidad del Descubrimiento fue confeccio­
nada, en ocasiones, por procedimientos brutales y opresivos, y
por conquistadores criminales.
Lo muestro, junto con el resto de
esa realidad, especialmente en
la personalidad del criminal Nuño
de
Gm:mán, presidente de la primera audiencia de México, pronto
condenado y devuelto como prisionero a España. Porque la dilec­
ción hacia los indígenas de
las autoridades y de la Iglesia espa­
ñolas fue inmediata, general y constante. Y empezó, inmediata­
mente después del Descubrimiento, por esa persona que encarnaba
entonces a toda España como persona histórica:
la reina Isabel
la Católica. Fue ella quien exigió que
los indios fuesen tratados
«amorosamente» (29 de
mayo de 1493 ), que viviesen como «hom­
bres libres que son y no como esclavos» (1501), que fueran
evan­
gelizados sin emplear con ellos «coacción ninguna» ( 1501 ), y
que su conversión al cristianismo fuese «la intención principal»
de la colonización ( 1504
). No se puede ser más cristiano con re­
lación a los indios de lo que con ellos fue Isabel, encarnación
entonces de España: fundando en el
núsmd impulso la libertad
temporal, la libertad espiritual y la vocación cristiana
de los in­
dios.
La mejor prueba consiste en que Paulo III, asunúendo la
defensa de la hbertad de los indios y afirmando su aptitud para
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MIGUEL AYUSO Y ANDRBS GAMBRA
recibir la fe, en 1537, en su bula Sublimis Deus, utilizaría las
mismas palabras de Isabel.
3.
En otros dos importantes libro suyos -L'Eglise au ris­
que de l'histoire y La Révolution fran¡¡aise ou les prodiges du
sacrilege-ha tratado Usted aspectos diversos de la proyección
española en América en relación con los argumentos desarrolla­
dos
por algunos de sus más conocidos detractores antiguos y mo­
dernos:
¿podría considerarse, desde su punto de vista, que el
Descubrimiento y
la Conquista significaron la primera liberación
del indígena americano? ¿Qué juicio le merece a ese respecto la
controvertida figura del Padre Las Casas?
JEAN DuMoNT: Es un hermano de hábito del Padre Las Casas,
el dominico Alvaro Huerga, profesor de la Universidad
Angeli­
cum de Roma, quien hoy califica de «hipel'Cl'Íticas» las tesis liis­
casianas y afirma, incluso, su carácter de «disputa orquestada».
En ese tema también, aun reconociendo el papel hist6rico, mar­
ginalmente
útil, de sus denuncias, es preciso insistir en los hechos.
Los hechos demuestran que el Padre Las Casas se equivocó.
Ni
el sistema de encomienda, ni la colonización española en general,
fueron,
como él pretendió, un obstáculo a la evangelización en
profundidad. Todo lo contrario. Y no fueron en modo alguno
interpretados
por los indios como instrumentos de genocidio y
etnocidio.
El historiador judío francés de La Vision des vaincus, Nathan
Wachtel,
lo observa en el caso de Perú. La cristianización de los
indios demostró tal profundidad que la gran rebelión contra el
poder español, la
de Tupac Amaru II, a fines del siglo XVIII, se
hizo en nombre
del cristianismo. «En una inversión completa de
las
referencias religiosas» de los indígenas en relación a sus oríge­
nes incas, destacaba recientemente Wachtel en la revista parisina
L'Histoire (julio 1991).
Otro historiador francés, el propio director del Instituto de
Estudios Hispánicos
de La Sorbona, Robert Ricard, lo observa­
ba también respecto de México.
En su libro clásico La Conquete
spirituellé du Mexique, destaca que la resistencia invicta y heroica
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CONVERSACJON SOBRE AMERICA CON JEAN DUMONT
a la obra de descristianización violenta de los Sin Dios, de 1925
a 1930, fue sobre
todo la del catolicismo indio, en las fortalezas
de la evangelización del siglo xvr: Jalisco y Michoacán (epopeya
de los
Cristeros).
Y en las Antillas, los propios descendientes de los indios
taínos del primer Descnbrimiento lo proclaman hoy en
la persona
de los gobernantes electos de Puerto-Rico, que
han restablecido
el 5 de abril de 1991 la lengua española como lengua oficial úni­
ca. Ese restablecimiento aspira, precisamente, a «proteger la rica
herencia de generaciones que
han integrado lo taíno, lo africano
y lo español en el modo de ser portoriqueño». Todos esos pue­
blos
se muestran apegados a su liberación por el cristianismo. No
sólo a su liberación espiritual, sino también a su liberación hu­
mana, social. Y no sólo a su liberación de
los sacrificios humanos
masivos (o de la profunda subalimentación entre los taínos), sino
también del peso frecuentemente aplastante de
las sociedades
precolombinas en
sí. La sociedad inca que hacía de sus vasallos
simples «autómatas»
como ha mostrado el especialista Lohman
Villena.
La sociedad azteca cuyo experto, Sahagún, escribe: «Nin­
guna otra nación ha padecido un yugo tan pesado».
4.
La fisonomía social y económica de muchos países hispa­
noamericanos es, en
la actualidad, con sus espectaculares desigual­
dades y altos índices
de subdesarrollo, poco alentadora. ¿Qué
relación media entre tal panorama y la acción pretérita de
Espafia
en América?
JEAN DuMONT: La situación de desposeimiento y de postra­
ción
de los indios de la América Hispana actual no es la herencia
de la colonización española.
Es la consecuencia de la usurpación
de las tierras y de las instituciones indias realizada, después de
la independencia de las actuales naciones de América, por la bur­
guesía y la aristocracia criollas que se apoderardn entonces del
poder. Y escaparon de ese modo al control económico y social
mantenido hasta la independencia en favor de los indios por la
mdnarquía española. Hace
ya cincuenta años que lo demostró de
modo contundente el
gran especialista de las instituciones de la
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MIGUEL A YUSO Y ANDRES GAMBRA
Conquista, Silvio Zavala, al hacer figurar, como anexo a su in­
vestigación de arohivo De · encomiendas y de propiedad te"itorial
(Méxicd, 1940), una muy clara «demostración gráfica» que per­
mite comparar dos círculos que representan
las tierras de las
aldeas indígenas en
las dos épocas consideradas. En el círculo de
la izquierda, ilustrando la situación de la aldea bajo el régimen
colonial español
(encomienda), la propiedad indígena cubre todo
el círculo, y el cenrrd del círculo está ocupado par la aglomera­
ción india, con
sus instituciones propias: caciques, municipalidad,
caja de la comunidad, hospital, escuela,
parroquia ( el encomen­
dero
reside en la ciudad cercana). En el circulo de la derecha,
ilustrativo de esa misma aldea bajo el régimen posterior a la
independencia
(hacienda), la propiedad indígena ha desaparecido
par cdmpleto en provecho exclusivo del propietario de la hacien­
da, cuya propiedad cubre ahora todo el círculo. Y el centro del
circulo figura ocupado exclusivamente
par la mansión del dueño
y la de su intendente; la aglomeración india, desprovista
ya de
instituciones propias, ha sido rechazada a
algún punto exterior
al circulo, en la mayoría de los casos transformada en un puro
campamento suburbial de
peones sin tierras y sin protección social.
Por lo demás, en vísperas de
la independencia, el Perú co­
noció la última edad de dro de sus minas, como lo ha demostrado
recientemente
el profesor de la universidad de Liverpool, J ohn
Fisker. Y, desde la segunda mitad del siglo
XVI, la Nueva España
(México) fue «una sociedad estable,
pacifica y próspera», como
ha escritd el reciente premio Nobel mexicano, Octavio Paz. Así
poes, la herencia que la colonización española ha dejado en
Amé­
rica ha sido, hasta el final, brillante tanto económica como social­
mente. La triste realidad actual es el resultado de responsabilida­
des posteriores.
5. El historiador Juan Manzano y Manzano ha aportado
datds importantes sobre la existencia de un «protonauta» o «pi­
loto desconocido»,
el «protodescubridor» cuyas informaciones
proporcionaron a Colón su inquebrantable convicción en la pro­
ximidad
entre los bordes occiden.tal y oriental del Orbis te"arum.
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CONVERSACION SOBRE AMERICA CON JEAN DUMONT
¿ Qué opinión le merecen tales investigaciones, que potencian el
papd de España en el Descubrimiento?
]EAN DuMONT: La investigación meticulosa llevada a cabo
por Juan Manzano y Manzano de la muy probable existencia de
un primer descubridor español de América, del que Colón habría
recibido «los rumbos y las rutas», no me causa
sorpresa. Se ha
omitido en demasía recordar, en primer término, que en los años
en que Colón, antes de su Descubrimiento, circulaba en aguas
portuguesas (especialmente entre 1470-1480), las flotas españolas
dominaban
esas aguas y el Atlántko entonces conocido. Una flota
española había llegado hasta Guinea pata destruir las factorías
portuguesas y
apresar a su gobernador.
La nueva potencia espa­
ñola, isabelina, no
se hallaba sólo ante Granada sino que estaba
presente también en el Océano. Y en concreto consiguió hacerse
con el control de las Canarias, llamadas a ser la primera etapa
de Colón hacia América. En segundo lugar, debe recordarse que,
desde
el siglo XVI, la existencia de ese «protodescubridor» fue
afirmada no sólo por los cronistas españoles (
Las Casas entre
ellos), sino también por
los eruditos franceses más autorizados.
He señalado dos, hace ya quince años: el que firmó Iahannes
Metellus,
un natural del Franco Condado muy allegado a los se­
cretos de Estado de Felipe II; y el consejero del rey de Francia,
el sabio Antonio du Verdier, en sus
Diverses Legons (1577). En
ese libro francés se encuentra incluso la primera mención del
nombre ( o sobrenombre) español dado a ese primer descubridor
por
los portugueses: Andaluza.
6.
La substitución del concepto tradicional de Descubrimien­
to
por el de Encuentro que propugnan las autoridades comisiona­
das de la celebración oficial del V Centenario: ¿Cuál es su opinión
al respecto? ¿No podría reconocerse en ella una nueva fase en
la configuración de la Leyenda Negra?
JEAN DuMONT: La sustitución de Descubrimiento por En­
cuentro,
en la celebración del V Centenario de la llegada de los
Europeos a América, tal
vez sea un gesto lleno de buenas inten-
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MIGUEL A YUSO Y ANDRES GAMBRA
clones. Pero es impropio porque no ha podido producirse un
encuentro sin un previo descubrimiento. Para ello hubiese sido
menester que los propios indios hubiesen salido al
paso de los
navíos españoles de Colón y que
el Encuentro se hubiese produ­
cido
en medid del Atlántico, tras la búsqueda de los unos por los
otros.
Lo cual incluso las más proclives a menospreciar a los
conquistadores y a
la Iglesia entre las autoridades encargadas de
la celebración oficial no osarían afirmar como una verdad histó­
rica.
Así, pues ¡quedémonos con el Descubrimiento! Y si se insiste
en subrayar
el fructuoso valor humano del encuentro resultante,
debería adoptarse la expresión de un observador de alto rango,
con
la ventaja de no ser ni español ni católico. Ese observador
es
el gran historiador protestante inglés Toynbee que celebró, en
el arte indocristiano del siglo XVI mexicano, «el modeld mundial
de la feliz fusión de dos civilizaciones» (La Religion vue par un
historien, traducción francesa,
París, 1963, págs. 61 y 162-163).
Feliz fusión cristiana: ¿no merecería un nuevo descubrimien­
to,
esta vez por las autoridades de la «celebración oficial»?
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