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Número 313-314

Serie XXXII

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Más sobre los derechos humanos

MAS SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS
La hase en que apoyar los derechos del hombre.
«Cuando nuestros contemporáneos buscan una base sobre la
"que apoyar los derechos del hombre, deberlan encontrar en la fe
"de los creyentes y en su sentido moral, los fundamentos trans­
"cendentes indispensables para que estos derechos permanecieran
"al abrigo de todas las tentativas d~ manipulaci6n por parte de
"los poderes humanos». · ·
JuAN PABLO II: Discurso al Cuerpo Diplom,1-
tiCO acreditado en el Vaticano. L'Osservatore
Romano, edición semanal · en lengua española,
año XXI, núm. 4 (1.047), domingo 22 de enero
de 1989.
Los derechos de todos los hombres y todas las sociedades basa­
dos· en la naturaleza humana.
«La solicitud por garantizar los derechos de cada nación y so­
"ciedad constituye una parte muy importante de la conciencia que
"la Iglesia tiene hoy de su misión. También lo pone de relieve el
"hecho de que mi encuentro con los miembros del Cuerpo diplo­
"mático se realiza en uno de los palses que en 1989 se convirtie­
"ron, de algún modo, en una de las etapas del largo camino hacia
"la libertad. De acuerdo con su propia misión de evangelizar, la
"Iglesia asumió la defensa de los derechos de todos los hombres
"y de toda la sociedad humana, derechos basados en la naturaleza
"humana común
11 todos y en la ley natural, derechos que Cristo
"confirmó en su Evangelio.
»Es dificil no subrayar aqui, desde este punto de vista, el pa­
"pel particular de la Iglesia y del cristinaismo en esos pafses y
"sociedades en fos que se produ¡o un cambio profundo.
»No olvidemos que
en esta parte del continente, en algunos
~' casos tras un milenio de ·.presencia en un determinado país, lá
"Iglesia afrontó un reto lanzado por la ideologia del materialismo
"dialéctico y
apoyada por la fuerztí de un Estado totalitario que
Verbo, núm. 313-314 (1993), 243-247 243
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"consideraba todas las religiones como un factor de alienación para
"el hombre. Precisamente aqul la proclamación de las verdades
"elementales sobre
la dignidad humana y sus derechos; la procla­
" mación de que el hombre es el su;eto de la historia y no sólo 'un
"refle¡o de las relaciones
socio--econ6micas', debió unirse indiso­
"lublemente, como
en el caso de la Iglesia polaca, a la defensa de
"los derechos que corresponden a todo hombre y comunidad ci­
"vilizada. Tal servicio se expresaba, entre otras cosas, en el cum­
"plimiento valeroso de la función critica frente al modelo de reta,
"ciones
sociales impuesto forzadamente, en sensibilización de las
"conciencias frente a tas diversas amenazas en la vida pública e,
"incluso, frente a las obligaciones morales que brotaban de ésta
"en el ámbito de la cultura nacional, de la instrucción, de la edu­
" cación o del recuerdo histórico. Precisamente aqul, en esta parte
"de Europa, la Iglesia era con frecuencia la institución más ctclble
"de la vida colectiva, as! como la religión el único punto de refe­
"rencia seguro en una situación de desconfianza y de descrédito
"total
hacia el sistema oficial de los valores.
»El slmbolo de seme;ante actitud
de la Iglesia, unido a las
"aspiraciones de toda la sociedad, fueron algunos hombres de la
"Iglesia, como el cardenal Stefan Wyszynki, el cardenal Jozef Be­
"ran, el cardenal Aloysius Stepinac, el cardenal Jozef Mindszenty,
"el cardenal Frantisek Tomásek, que vive en Praga, y muchos más.
"También lo fue el padre Jerzy Popieluszko -a quien se suele
"llamar
el protector espiritual del mundo del traba¡o polaco-­
"asesinado cruelmente en 1984».
JuAN PABLO II: Dlscurso durante el encuentro
con el Cuerpo diplomático, el sábado 8 de ju­
nio. L'Osservatore·-Romano, edición semanal en
lengua ,española, aiío XXIII, núm. 28 (1.176),
12 de julio de 1991.
Los derechos del hombre más que normas jurídicas son ante
todo
valores.
«Vemos que los derechos del hombre, más que normas ;urldi­
"cas, son ante todo valores. Estos valores deben ser
cuidados y
"cultivados en la sociedad, de lo contrario corren .el riesgo de desa­
"parecer de las leyes. También la dignidad d.e la persona debe
"estar
protegida en las costumbres antes de serlo en el derecho.
"No puedo de¡ar de hablar aquí de la inquietud que suscita el mal
"uso que ciertas sociedades hacen de la libertad, referente a este
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"aspecto, libertad tan ardientemente deseada por otras socieda­
" des». JUAN PABLO. Il: DiSCUISO al Cuerpo Diplomá­tico acreditado en el Vaticano. L,Osservatore
Romano, edición semanal en 'lengua española,
afio XXI, núm. 4 (1.047), domingo 22 de enero
de 1989.
Carácter comunitario de las lil,ertades, derechos humanos fun·
dam.ehtáles que·· deben desarrollarse eii círculos concéntricos
desde la familia.
«Estos derechos pertenecen a la persona, necesariamente in­
" serta en una cotnunidad, pues el hombre es social por naturaleza.
"Por lo tanto, la inviolable esfera de las libertades debe iticluir
"aquellas que son indispensables para la vida de las células de
"base, como
la familia y las comunidades de creyentes, pues es
"en su seno donde se expresa esta dimensión social del hotnbre.
"Corresponde
al Estado asegurarles el reconocimiento ¡uridico
"adecuado.
»A partir de estas libertades y derechos fundamentales, se
"desarrollan,. como en círculos concéntricos, los derechos del hom­
"bre como
ciudadano, como miembro de la sociedad y, más am­
"pliamente, como parte integrante de un medio ambiente que debe
"ser humanizado. En primer término,
los derechos civiles garan­
"tizan a la persona sus libertades individuales y obligan al Estado
"a no inmiscuirse en el terreno de la conciencia individual. Luego,
"los derechos políúcos facilitan al ciudadano su participación acti­
" va en los asuntos públicos de su propio• pais.
»No cabe ninguna duda de que entre los derechos fundamen­
"tales y los derechos civiles y pollticos existe una interacción y
"un mutuo condicionamiento. Cuando los derechos del ciudadano
"no se respetan,
es casi siempre en detrimento de los derechos
"fundamentales del hombre. La separación de los poderes en el
"Estado y el control democrático son condiciones indispensables
"para su efectivo respeto. La fecundidad implicada en la noción
"de
derecho del hombre también se manifiesta en el desarrollo y
"la formulación cada vez más precisa de los derechos sociales y
"culturales. A su vez, éstos son meior garantizados cuando su apli­
"cación está sometida a una verificación imparcial. Un Estado no
"puede privar a sus ciudadanos de sus derechos civiles y pollticos,
"ni siquiera ba¡o el pretexto de querer asegurar su progreso eco­
"n6mico y socitil.
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»También se comienza a háblar del derecho al desarrollo y al
"medio ambiente: con frecuencia se trata, en esta 'tercera gen'era­
"ción' de los derechos del hombre, de exigencias todavía diflciles
"de traducir en términos ;urídicos, violentados durante tanto tiem­
"po, que ninguna instancia .es capaz de garantizar su aplicación.
"De todos modos, ello
muestra la-creciente conciencia que la hu­
,, manidad tiene de su interdependencia de la naturaleza, cuyas
"fuentes,
creadas para todos pero limitadas, deben ser protegidas,
"en
particular mediante una estrecha cooperación internacional.
»A.sí, a pesar de todas las .lamentables deficiencias, se ha ope­
"rado una evolución que favorece la eliminación de toda. at'bitra­
"riedad en las relaciones entre el individuo y el Estado. A este
"propósito,
la Declaración de 1948 representa una referencia que
"se {mpone, pues llama si'n equívocos a todas las naciones a orga­
"nizar la relación de la persóna y de la sociedad con el Estado
"sobre
la base de los derechos fundamentales del hombre.
»La noción de
'Estado de derecho' aparece as! como un requi­
"sito impllcito de la Deplaración universal de los Derechos del
"Hombre
y recoge la .dóctrina católica, según la cual la función
"del Estado
es permitir y facilitar a los hombres la realización de
"los
fines trascendentales para los que han sido destinados».
JÚAN PABLO U: Discursi:, al Cuerpo Diplomá­
tico acreditado en d Vaticano. L'Osservatore
RomanQ, edición semanal en lengua espaiiola,
año XXI, núm. 4 (1.047), domingo 22 de enero
de 1989.
La Iglesia y los derechos humanos.
«Los derechos humanos derivan, por una lógica intrínseca, de
"la misma dignidad de la persona humana. La Iglesia ha tomado
"conciencia de la urgenciá de tutelar y defender estos derechos,
"considerando esto como ·parte de su-misma misión salvífica,· a
"ejemplo de Jesús que se manifestó siempre atento a las necesida­
" des de los hombres, particularmente de los más pobres.
»La
afirmación de los derechos humanos nace en la Iglesia,
"más que como un sistema hist6rico, orgánico y completo, comó
"un servicio concreto a la humanidad: Reflexionando sobre ellos la
''Iglesia ha reconocido siempre sus fundamentos filosóficos j teo­
"lógicos, y las implicaciones furldicas, sociales, pol!ticas y éticas
ncomo aparece en los documentos de su enseñanza sodal. Lo ha
"hecho no en el contexto de una oposición revolucionaria de los
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"derechos de la persona humana contra las autoridades tradiciona­
"les, sino
en la perspectiva del derecho escrito por el Creador en'
"la naturaleza humana.
»La insistencia con que ella, especialmente en nuestros dias,
"se hace promotora del respeto y de la defensa de los. derechos
"del hombre,
sean personales o sociales, se explica no s6lo por el
"hecho de que su intervención, hoy como ayer, está dictada por
"el Evangelio, sino porque de
la reflexi6n sobre los mismos
"surge
una nueva sabidurla teol6gica y moral para afrontar los
"problemas del mundo contemporáneo. En particular, el
dere­
" cho a la libertad religiosa en cuanto que alcanza el ámbito más
"intimo del espiritu 'se revela punto de referencia y, en cierto
"modo,
llega a ser parámetro de los demás derecho fundamenta­
"les'. Hoy, esto lo afirman y defienden
diversas organizacio­
"nes públicas y privadas, nacionales e internacionales .. Por su parte
"la Iglesia
se muestra especialmente solidaria con cuantos son dis­
"criminados o perseguidos a causa de la fe, y trabajan con tesón
"y constancia porque tales situaciones injustas sean superadas».
JuAN PABLO II: Congregación para la educa­
ción· católica. Orientaciones para el estudio -y
enseñanza de la doctrina social de la Iglesia en
la formación de los sacerdotes, el día 30 de di­
ciembre de 1988. L'OS,servatore Romano, edición
semanal en lengua española, alío XXI, núm. 30
(1.073), domingo
23 de julio de 1989.
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