Índice de contenidos
Número 315-316
Serie XXXII
- Textos Pontificios
- Notas
- Noticias
-
Estudios
-
Voluntad popular, voluntad parlamentaria y confusión de poderes
-
El hombre, ¿un ser compuesto de cuerpo y alma?
-
Bioética y tecnocracia
-
La naturaleza de las cosas y la tradición en la concreción del Derecho
-
La titularidad del poder
-
Actitudes ante las sectas en la segunda mitad del siglo XX en España
-
Mis amigos muertos
-
El marqués de Pombal
-
La política de León XII en el ámbito socio-sanitario y de las obras de beneficencia
-
Arte contemporáneo
-
Desde Taiwán
-
-
Información bibliográfica
-
Alberto Caturelli: La patria y el orden temporal. El simbolismo de las Malvinas
-
Joseph Ratzinger: Una mirada a Europa: Iglesia y modernidad en la Europa de las revoluciones
-
Philip W. Powell: Árbol de odio. La leyenda negra y sus consecuencias en las relaciones entre Estados Unidos y el mundo hispánico
-
Autores
1993
Alberto Caturelli: La patria y el orden temporal. El simbolismo de las Malvinas
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Alberto Caturelli: LA PATRIA Y EL ORDEN TEMPORAL.
EL
SIMBOLISMO DE LAS MALVINAS (*)
Este reciente rrabajo de Alberto Caturelli, distinguido cola
borador de Verbo, se inscribe en la línea de sus reflexiones sobre
las
consecuencias del inrnanentismo tanto en el orden especulativo
como en
el orden práctico. Aunque la obra integra anteriores es·
tudios ya publicados, se presenta de manera orgánica como cuerpo
esrrucrural y cualitativamente más amplio, y que será continuado
por
Metaf!sica del orden Pol!tico, según anuncia el propio Caturelli.
La Patria y el Orden Temporal, que lleva como subtítulo El
simbolismo de las Malvinas, se desarrolla en cuatro partes funda·
mentales:
Ateísmo, orden temporal y «nuevo orden» del mundo;
La patria y el orden temporal; La patria, las Malvinas y el futu·
turo; El
esp!ritu sanmartiniano, el testigo de Cristo y la mediación
de María. Es el mismo autor quien, en el prefacio, explicita las
líneas esenciales de este libro: «En la primera
se considera el
universal fenómeno del inmanentismo ateo en relación con el or·
den temporal y
el actualmente llamado «nuevo orden del mundo» ;
en la segunda
se plantea la necesidad de definir la patria y com·
prender su inserción
tanto en la rradición integral como en la
noción de justicia cristiana.
En la tercera se pone al descubierto
el que es, quizá, el motivo más profundo de este libro: la herida
sangrante, siempre abierta, de las Malvinas y trata de contemplar
nuestra historia y la historia de Iberoamérica desde el punto de
mira de la guerra del Altántico Sur. En el mismo contexto, la
cuarta parte
se detiene en el análisis del sentido de la epopeya
sanmartiniana que nos abre el camino
para la consideración de la
naturaleza del testigo de Cristo y sobre todo, de la presencia
operante de
María en la historia».
En primer lugar, Caturelli va poniendo de relieve la
rafa de
las esrrucruras culturales contemporáneas y, por tanto, de
los
problemas. filosóficos, teológicos, científicos y políticos .actuales.
Dicha rafa no es orra que el inmanentismo que impregna el pen-
(*) Ediciones Gladius, Buenos Aires (Argentina), 1993, 353 págs.
Verbo, núm. 315-316 (1993), 651-673 651
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
samiento moderno y contemporáneo, esto es, la corrupción que
supone la autoposición
de la conciencia y la imnanencia del ser
en ella, que aniquila la
naturaleza contemplativa de la inteligencia
humana absolutizándose el hombre
-siempre finito y contingen
te--en un suicida, homicida y deicida devenir que ha conducido
a la nada de sí
y de toda la realidad. Oocam, Descartes, Berkeley,
Kant, Hegel, Feuerbach, Marx,
Nietzsche, Rusell, Strawson, Wit
tgenstein, Carnap, Lévy-Strauss, Foucault, entre otros, van desfi
lando por las
páginas de esta obra como cohorte pensante de
aniquiladores de la realidad que marchan
a:l son del mal llamado
'principio
de inmanencia', dado que «si todo debe permanecer den
tro de los límites de la experiencia (sensible), de la voluntad
( autosuficiente)
y de la razón, nd es posible ya hablar de misterio
inalcanzable por la 'verificación empírica', por el impulso ciego
de
la voluntad o· la pura razón raciocinante» ; la consecuencia es
lógica: destrucción
de la Teología y muerte de Cristo en las con
ciencias, ausente también de todos los ámbitos de las operaciones
humanas transeúntes; además, creación de una 'teología' horizon
talizada y secularizante, adecuada al mundo actual (Bonhoeffer,
Rahner,
Metz, Barth, Bultmann, van Buren, etc.).
Además, en un co'smos sin Dios y, por tanto, sin creatio ex
niht1o, van restaurándose los mitos precristianos y prefilosóficos
del eterno retorno, de
la circularidad o esfericidad cósmica y de
la eternidad de la materia, quedando el hombre como pequeño
demiurgo extraviado y fuera de sí, sin
patria terrena ni patria
«celeste».
Por último, en el seno de la inmanentización del tiempo his
tórico y políticd ( con fin inmanente al mismo tiempo de la histo
ria), el ideal iluminista del progreso indefinido, desde Turgot a
Hegel, que se estructura, en su fase
más contemporánea de domi
nio tecnológico y electrónico, sobre la «absolutidad de la idea de
igualdad»,
se presenta como el mundialismo del mundo-Uno ( «ciu
dad global» cuya cabeza son los Estados Unidos de Norteamérica
con su mesianismo represor-redentor) en el que
se disuelven las
patrias terrenas y se monta un sistema religioso e industrial auto
iegitimado por
la idea de democracia y con supuestas mitas trans
ideológicas y asépticas que se van encarnando en aquel supra-Es
tado universal,
La perestroika,
las transformaciones políticas en la relación
entre las
dos Europas --occidental y del Este--, y el conflicto
del Golfo Pérsico, son
analizados por Caturelli a la luz de los
ar,teriores principios,
En el contexto de este «nuevo orden» mundial, nuestro autor
652
Fundaci\363n Speiro
INFORAIACION BIBLIOG)UFICA
no. elude la pregunta por el tipo. de espetanZas que pueden alber-
gar los países de Europa Oriental y de Iberoamérica. .
En los primeros parece que el sufrimiento los ha purificado y
cabe, por tanto,
enttever confusamente cierto renacimiento de sus
tradiciones. En cuanto a Iberoamérica, mariana y «esperanza de
la Iglesia», sólo le cabe resistir en las catacumbas espirituales .y
no ceder a la tentación del viejo imperialismo y de su mundo
«corrupto
y aterrador».
Cuando Caturelli reflexiona sobre
la noción de patria, ofrece
la siguiente caracterización: «un todo de orden que se compone
de una comunidad concorde de personas vinculada a un territorio,
que
expresa su naturaleza en una lengua determinada, .constituti
vamente transmisora
de una tradición histórica y cultural, orienta.
da hacia el fin último absoluto que es Dios». Así, en el patriotismo
cristiano el amor a fa patria es ya amor a Dios ; es un solo amor
dirigido al Absoluto personal y a su don que es la patria: «El
patriotismo cristiano, el amar sobrenaturalmente a
la patria no
permanente, amar la patria permanente que espera y el amar la
patria celeste s6lo puede amarla en, desde y con la patria terrena.
De ahí que el patriotismo cristiano sea misional y no sea orgullo
sino humildad
y cuando es dominio sea dominio con sentido tras
cendente comd el patriotismo de Santa Juana de Arco en quien no
se distinguía el patriotismo de su propio ascenso místico en Dios».
Contemplando desde esta perspectiva la gran patria hispanoame
ricana
-con modelo en José de San Martín-Caturelli afírm~ el
designio providencial de restauración católica
de ésta.
La segunda parte de esta obra se ocupa del conflicto perma
nente entre
la tradición y la revolución .. En dicha tensión, la tra
dición
se caracteriza como «momento histórico interior que abre
el futuro
y explica, simultáneamente, el tiempo integral del hom
bre
y de la historia», mientras que la revolución inaugura la plena
autonomía humana tanto en el orden natural comd en el sobrena
tursl: «La historia contemporánea aparece como un inmenso
cam
po de lucha establecida entre las potencias surgidas de la revolu
ción anticristiana
y del espíritu de la anti-tradición». La revolución,
esto es,
la vuelta de lo 'viejo', de la apostasía y de la barbarie, del
desorden que genera el príncipe de este mundo, lucha,
ab intra,
contra sí misma, en una permanente división y en convulsiones
caóticas, mientras que ad extra se enfrenta al orden nacido de la
Cruz, que presenta la absoluta novedad de Cristo, el orden de la
nueva· creación y de la justicia cristiana, transmitido en la Tradi
ción. integral, aquella «que se extiende desde las fuentes de nuestra
653
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BlBLlOGR.AFIC-A:
cultura, Grecia, Roma y España y desde la inconmensurable y
más profunda Revelación Cristiana».
Por lo que se refiere al conflicto de las Malvinas, que abre
la tercera parte del libro de Caturelli, sentimientos y realidades
históricas
se entremezclan con una obligada reflexión sobre la
naturaleza y el origen de la guerra en general y la doctrina de la
Iglesia sobre la noción de
guerra justa: «La histórica recuperación
de las islas Malvinas y demás dependencias del Atlántico Sur con
la que toda la vida hemos soñado los argentinos constituye una
ocasión única para reflexionar
--especialmente en un país de tra
dición
católica-sobre la noción de guerra justa y por lo tanto,
lícita. No porque la guerra sea deseable
por sí misma (nadie puede
pensar esto en su sano juicio), sino en qué sentido una guerra
puede ser justa y por eso, también moralmente obligatoria». El
uso de la expresión 'guerra justa' es, pues, legítimo,
ya que si
toda guerra fuera injusta no existiría .el derecho de legítima de
fensa. Además «es necesario utilizar la expresión 'guerra justa'»,
sobre todo en el conflicto
bélico iniciado el 2 de abril de 1982
por la posesión
de las Malvinas, por el que la Argentina exigía
heroicamente dicha posesión -no el derecho, que es suyo--usur
pada
por Inglaterra y que destroza el corazón argentino desde el
año 1833. «Hasta el último argentino
--escribe Caturelli-está
convencido, con o sin guerra, de que este proceso que comenzó
en 1833 no sólo no ha terminado sino que ha recomenzado, y que
debe seguir rogando por
la victoria». No debe pasarse por alto
que el hecho de las Malvinas e islas
del Atlántico Sur, Tierra del
Fuego y costa de la Patagonia «ofrecen puntos de apoyo para la
navegación de tres océanos y la comunicación con Australia y Nue
va Zelanda y en América, con Chile y todo el litoral marítimo
hasta México».
El 14 de junio de 1982 marca la «sexta invasión inglesa» al
territorio argentino, precedida por las de 1765, 1806, 1807, 1833
y 1845, a pesar de lo cual «es ineludible la obligación
de volver
a nuestras islas».
Si bien desde la perspectiva de la historia y para los ojos de
la Europa geográfica «un remoto país del sur de América del Sur
ha osado levantarse contra el reparto de Yalta», y de
ahí que «era
menester aplastarle», desde el ámbito de la fe debe tenerse la clara
conciencia
de que «jamás es inútil la sangre derramada por la
patria», que es como derramarla por Dios, pues «la sangre del
que muere por la patria es
... redentora, en virtud de su con-mo
rir con Cristo».
El· papel simbólico de las Malvinas es bien patente, pues re-
654
Fundaci\363n Speiro
INPORMACION BIBLIOGR..4FICA
presenta para la Hispanoamérica profunda, para la Tradición in
tegral de Hispanoamérica, hija
de la España misionera, la posibi
lidad de resistirse a la pasividad de sirvientes del mundialismo
secularista y
el crecimiento de su protagonismo en la construcción
del orden temporal cristiano,
qu,, pasa antes por la integración y
y la unidad.
El libro se completa con el recuerdo personal del. patriotismo
cristiano de
Carlo.s Alberto Sacheri -«testigo del Testigo» y
ejemplo de héroe católico, al que arrebataron la vida. peregrinante
el 23 de diciembre de 1974, inaugurándose así su vida eterna:-,
y con una reflexión sobre el papel histórico de la Santísima Vir
gen María como correndentora, «Reina de la ciudad de Dios
.en
lucha y tensión misteriosa con la ciudad del mundo hasta el fin
de los tiempos», y que recapitula el destino histórico de la A):getJ.·
tina y de toda lberoamérica, «alma de una nueva cristiandad ma-
riana». . · ·.
A lo largo de todo el libro, en el que se armoniza el diagnós
tico profundo de
la cultura actual con la esperanza de la única y
auténtica reconstrucción en Cristo, se va poniendo de manifiesto
una
vez más que en toda cuestión política subyace la cuestión
teológica.
Obra
para meditar profundamente, cuyo espíritu católico y
patriótico ha hecho del tema de las Malvinas y su simbolismo
el
motivo central, y que no sólo da subtítulo al libro, sino que tam,
bién merece la dedicatoria:
«A
los caídos
en la guerra aún pendiente
del Arlántico Sur
cuyos sagrados huesos nos esperan
en las Malvinas,
en las islas australes
y
en el fondo del mar.
A los que volvieron
y esperan»
JUAN MANUEL DfAZ TORRES.
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Alberto Caturelli: LA PATRIA Y EL ORDEN TEMPORAL.
EL
SIMBOLISMO DE LAS MALVINAS (*)
Este reciente rrabajo de Alberto Caturelli, distinguido cola
borador de Verbo, se inscribe en la línea de sus reflexiones sobre
las
consecuencias del inrnanentismo tanto en el orden especulativo
como en
el orden práctico. Aunque la obra integra anteriores es·
tudios ya publicados, se presenta de manera orgánica como cuerpo
esrrucrural y cualitativamente más amplio, y que será continuado
por
Metaf!sica del orden Pol!tico, según anuncia el propio Caturelli.
La Patria y el Orden Temporal, que lleva como subtítulo El
simbolismo de las Malvinas, se desarrolla en cuatro partes funda·
mentales:
Ateísmo, orden temporal y «nuevo orden» del mundo;
La patria y el orden temporal; La patria, las Malvinas y el futu·
turo; El
esp!ritu sanmartiniano, el testigo de Cristo y la mediación
de María. Es el mismo autor quien, en el prefacio, explicita las
líneas esenciales de este libro: «En la primera
se considera el
universal fenómeno del inmanentismo ateo en relación con el or·
den temporal y
el actualmente llamado «nuevo orden del mundo» ;
en la segunda
se plantea la necesidad de definir la patria y com·
prender su inserción
tanto en la rradición integral como en la
noción de justicia cristiana.
En la tercera se pone al descubierto
el que es, quizá, el motivo más profundo de este libro: la herida
sangrante, siempre abierta, de las Malvinas y trata de contemplar
nuestra historia y la historia de Iberoamérica desde el punto de
mira de la guerra del Altántico Sur. En el mismo contexto, la
cuarta parte
se detiene en el análisis del sentido de la epopeya
sanmartiniana que nos abre el camino
para la consideración de la
naturaleza del testigo de Cristo y sobre todo, de la presencia
operante de
María en la historia».
En primer lugar, Caturelli va poniendo de relieve la
rafa de
las esrrucruras culturales contemporáneas y, por tanto, de
los
problemas. filosóficos, teológicos, científicos y políticos .actuales.
Dicha rafa no es orra que el inmanentismo que impregna el pen-
(*) Ediciones Gladius, Buenos Aires (Argentina), 1993, 353 págs.
Verbo, núm. 315-316 (1993), 651-673 651
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
samiento moderno y contemporáneo, esto es, la corrupción que
supone la autoposición
de la conciencia y la imnanencia del ser
en ella, que aniquila la
naturaleza contemplativa de la inteligencia
humana absolutizándose el hombre
-siempre finito y contingen
te--en un suicida, homicida y deicida devenir que ha conducido
a la nada de sí
y de toda la realidad. Oocam, Descartes, Berkeley,
Kant, Hegel, Feuerbach, Marx,
Nietzsche, Rusell, Strawson, Wit
tgenstein, Carnap, Lévy-Strauss, Foucault, entre otros, van desfi
lando por las
páginas de esta obra como cohorte pensante de
aniquiladores de la realidad que marchan
a:l son del mal llamado
'principio
de inmanencia', dado que «si todo debe permanecer den
tro de los límites de la experiencia (sensible), de la voluntad
( autosuficiente)
y de la razón, nd es posible ya hablar de misterio
inalcanzable por la 'verificación empírica', por el impulso ciego
de
la voluntad o· la pura razón raciocinante» ; la consecuencia es
lógica: destrucción
de la Teología y muerte de Cristo en las con
ciencias, ausente también de todos los ámbitos de las operaciones
humanas transeúntes; además, creación de una 'teología' horizon
talizada y secularizante, adecuada al mundo actual (Bonhoeffer,
Rahner,
Metz, Barth, Bultmann, van Buren, etc.).
Además, en un co'smos sin Dios y, por tanto, sin creatio ex
niht1o, van restaurándose los mitos precristianos y prefilosóficos
del eterno retorno, de
la circularidad o esfericidad cósmica y de
la eternidad de la materia, quedando el hombre como pequeño
demiurgo extraviado y fuera de sí, sin
patria terrena ni patria
«celeste».
Por último, en el seno de la inmanentización del tiempo his
tórico y políticd ( con fin inmanente al mismo tiempo de la histo
ria), el ideal iluminista del progreso indefinido, desde Turgot a
Hegel, que se estructura, en su fase
más contemporánea de domi
nio tecnológico y electrónico, sobre la «absolutidad de la idea de
igualdad»,
se presenta como el mundialismo del mundo-Uno ( «ciu
dad global» cuya cabeza son los Estados Unidos de Norteamérica
con su mesianismo represor-redentor) en el que
se disuelven las
patrias terrenas y se monta un sistema religioso e industrial auto
iegitimado por
la idea de democracia y con supuestas mitas trans
ideológicas y asépticas que se van encarnando en aquel supra-Es
tado universal,
La perestroika,
las transformaciones políticas en la relación
entre las
dos Europas --occidental y del Este--, y el conflicto
del Golfo Pérsico, son
analizados por Caturelli a la luz de los
ar,teriores principios,
En el contexto de este «nuevo orden» mundial, nuestro autor
652
Fundaci\363n Speiro
INFORAIACION BIBLIOG)UFICA
no. elude la pregunta por el tipo. de espetanZas que pueden alber-
gar los países de Europa Oriental y de Iberoamérica. .
En los primeros parece que el sufrimiento los ha purificado y
cabe, por tanto,
enttever confusamente cierto renacimiento de sus
tradiciones. En cuanto a Iberoamérica, mariana y «esperanza de
la Iglesia», sólo le cabe resistir en las catacumbas espirituales .y
no ceder a la tentación del viejo imperialismo y de su mundo
«corrupto
y aterrador».
Cuando Caturelli reflexiona sobre
la noción de patria, ofrece
la siguiente caracterización: «un todo de orden que se compone
de una comunidad concorde de personas vinculada a un territorio,
que
expresa su naturaleza en una lengua determinada, .constituti
vamente transmisora
de una tradición histórica y cultural, orienta.
da hacia el fin último absoluto que es Dios». Así, en el patriotismo
cristiano el amor a fa patria es ya amor a Dios ; es un solo amor
dirigido al Absoluto personal y a su don que es la patria: «El
patriotismo cristiano, el amar sobrenaturalmente a
la patria no
permanente, amar la patria permanente que espera y el amar la
patria celeste s6lo puede amarla en, desde y con la patria terrena.
De ahí que el patriotismo cristiano sea misional y no sea orgullo
sino humildad
y cuando es dominio sea dominio con sentido tras
cendente comd el patriotismo de Santa Juana de Arco en quien no
se distinguía el patriotismo de su propio ascenso místico en Dios».
Contemplando desde esta perspectiva la gran patria hispanoame
ricana
-con modelo en José de San Martín-Caturelli afírm~ el
designio providencial de restauración católica
de ésta.
La segunda parte de esta obra se ocupa del conflicto perma
nente entre
la tradición y la revolución .. En dicha tensión, la tra
dición
se caracteriza como «momento histórico interior que abre
el futuro
y explica, simultáneamente, el tiempo integral del hom
bre
y de la historia», mientras que la revolución inaugura la plena
autonomía humana tanto en el orden natural comd en el sobrena
tursl: «La historia contemporánea aparece como un inmenso
cam
po de lucha establecida entre las potencias surgidas de la revolu
ción anticristiana
y del espíritu de la anti-tradición». La revolución,
esto es,
la vuelta de lo 'viejo', de la apostasía y de la barbarie, del
desorden que genera el príncipe de este mundo, lucha,
ab intra,
contra sí misma, en una permanente división y en convulsiones
caóticas, mientras que ad extra se enfrenta al orden nacido de la
Cruz, que presenta la absoluta novedad de Cristo, el orden de la
nueva· creación y de la justicia cristiana, transmitido en la Tradi
ción. integral, aquella «que se extiende desde las fuentes de nuestra
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INFORMACION BlBLlOGR.AFIC-A:
cultura, Grecia, Roma y España y desde la inconmensurable y
más profunda Revelación Cristiana».
Por lo que se refiere al conflicto de las Malvinas, que abre
la tercera parte del libro de Caturelli, sentimientos y realidades
históricas
se entremezclan con una obligada reflexión sobre la
naturaleza y el origen de la guerra en general y la doctrina de la
Iglesia sobre la noción de
guerra justa: «La histórica recuperación
de las islas Malvinas y demás dependencias del Atlántico Sur con
la que toda la vida hemos soñado los argentinos constituye una
ocasión única para reflexionar
--especialmente en un país de tra
dición
católica-sobre la noción de guerra justa y por lo tanto,
lícita. No porque la guerra sea deseable
por sí misma (nadie puede
pensar esto en su sano juicio), sino en qué sentido una guerra
puede ser justa y por eso, también moralmente obligatoria». El
uso de la expresión 'guerra justa' es, pues, legítimo,
ya que si
toda guerra fuera injusta no existiría .el derecho de legítima de
fensa. Además «es necesario utilizar la expresión 'guerra justa'»,
sobre todo en el conflicto
bélico iniciado el 2 de abril de 1982
por la posesión
de las Malvinas, por el que la Argentina exigía
heroicamente dicha posesión -no el derecho, que es suyo--usur
pada
por Inglaterra y que destroza el corazón argentino desde el
año 1833. «Hasta el último argentino
--escribe Caturelli-está
convencido, con o sin guerra, de que este proceso que comenzó
en 1833 no sólo no ha terminado sino que ha recomenzado, y que
debe seguir rogando por
la victoria». No debe pasarse por alto
que el hecho de las Malvinas e islas
del Atlántico Sur, Tierra del
Fuego y costa de la Patagonia «ofrecen puntos de apoyo para la
navegación de tres océanos y la comunicación con Australia y Nue
va Zelanda y en América, con Chile y todo el litoral marítimo
hasta México».
El 14 de junio de 1982 marca la «sexta invasión inglesa» al
territorio argentino, precedida por las de 1765, 1806, 1807, 1833
y 1845, a pesar de lo cual «es ineludible la obligación
de volver
a nuestras islas».
Si bien desde la perspectiva de la historia y para los ojos de
la Europa geográfica «un remoto país del sur de América del Sur
ha osado levantarse contra el reparto de Yalta», y de
ahí que «era
menester aplastarle», desde el ámbito de la fe debe tenerse la clara
conciencia
de que «jamás es inútil la sangre derramada por la
patria», que es como derramarla por Dios, pues «la sangre del
que muere por la patria es
... redentora, en virtud de su con-mo
rir con Cristo».
El· papel simbólico de las Malvinas es bien patente, pues re-
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INPORMACION BIBLIOGR..4FICA
presenta para la Hispanoamérica profunda, para la Tradición in
tegral de Hispanoamérica, hija
de la España misionera, la posibi
lidad de resistirse a la pasividad de sirvientes del mundialismo
secularista y
el crecimiento de su protagonismo en la construcción
del orden temporal cristiano,
qu,, pasa antes por la integración y
y la unidad.
El libro se completa con el recuerdo personal del. patriotismo
cristiano de
Carlo.s Alberto Sacheri -«testigo del Testigo» y
ejemplo de héroe católico, al que arrebataron la vida. peregrinante
el 23 de diciembre de 1974, inaugurándose así su vida eterna:-,
y con una reflexión sobre el papel histórico de la Santísima Vir
gen María como correndentora, «Reina de la ciudad de Dios
.en
lucha y tensión misteriosa con la ciudad del mundo hasta el fin
de los tiempos», y que recapitula el destino histórico de la A):getJ.·
tina y de toda lberoamérica, «alma de una nueva cristiandad ma-
riana». . · ·.
A lo largo de todo el libro, en el que se armoniza el diagnós
tico profundo de
la cultura actual con la esperanza de la única y
auténtica reconstrucción en Cristo, se va poniendo de manifiesto
una
vez más que en toda cuestión política subyace la cuestión
teológica.
Obra
para meditar profundamente, cuyo espíritu católico y
patriótico ha hecho del tema de las Malvinas y su simbolismo
el
motivo central, y que no sólo da subtítulo al libro, sino que tam,
bién merece la dedicatoria:
«A
los caídos
en la guerra aún pendiente
del Arlántico Sur
cuyos sagrados huesos nos esperan
en las Malvinas,
en las islas australes
y
en el fondo del mar.
A los que volvieron
y esperan»
JUAN MANUEL DfAZ TORRES.
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