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Número 333-334

Serie XXXIV

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Freud: ¿qué epistolario?

FREUD: ¿QUE EPISTOLARIO?
POR
]llSÚS MUÑoz, S. J.
El sin duda más reciente se presenta con un .realce de circuns­
tancias que le confieren especial. prestigio. Aparece como «Anexo»
a las
Obras Completas de Freud por Editorial responsable si algu­
na, según su misma denominación: «Sigmund Freud Copyrights
Ltd., Colchester» .(Inglaterra).·
La apreciación por parte del responsable de la «Composición»
del
Epistolario no deja duda. Manifiesta explícitamente en hoja
final, sin paginación,
de su trabajo: «Con este número termina
la colección de Freud Oliras Completas. Queremos manifestarle
nuestro agradecimiento por la confianza e inta-és que ha demos­
trado durante .la publicación de esta obi:a». Advirtiendo que en
hoja precedente se establece
,de manera tiotábletnente llamativa· la
diferencia entre las dos gtandes partes del libro, «A; Obras. Com­
pletas de Freud, tomos 1-20» y «B. Epistolario de Freud, to­
mos 1-Ill», es de notar que las analogías entre ambas partes se
mantienen firmes. Freud aparece como fue, en rin caso escribiendo
para la publicidad, en el otro para la
fatimidad. En ambos casos
autenticidad íntegra. En el primero el testimonio es de la Obras
Completas,
sin duda edición definitiva. El otro aspecto lo. revela
el Epistolario. Cóncreciones sobre éste, a su tiempo.
La lengua internacional de la obra en el original de la · actual
edición, el
inglés, viene a· darle un carácter· como de oficial al
texto
(alemán en su origen), en el ámbito cultural mundial, el de
su
lectura. El mismd carácter manejable de los veintitrés tomos
(

a
diferencia de los tres voluminosos de clásicas ediciones ante­
riores), de paginación corrida
en sus dos respectivas partes en el
Verbo, núm. 333-334 (1995), 375-3&5 .375
Fundaci\363n Speiro

JESUS MUfitOZ, S. J,
original y en las traducciones, favorece notablemente la facilidad
del uso y referencias. Aciertos prácúcos indudables. Riesgos donde
haya ocasión de ellos por el
moúvo que sea, no podrán faltar.
Respecto
de ellos habrá que estar sobre aviso.
Por
su parte el Compositor del Epistolario, consciente de
lo prácticamente privilegiado de esta edici6n de las Obras Com­
pletas,
atiende cuidadosamente a que el anexo no desdiga de lo
fundamental. En «Bibliografía
y Expresiones de gratitud», al final
del tomo
III, se mencionan obras de la mayor importancia res­
pecto de las cartas de Freud. Citemos por ejemplo la de autores
como Marie Bonaparte, Anna Freud y Ernst Kris en la edici6n en
inglés
Origins of Psychoanalysis (Nueva York, 1950), con lamen­
ci6n de cartas ya publicadas en tales obras y ahora reproducidas
en el nuevo
Epistolario. Igualmente las dirigidas al profesor
C. G. Jung, con autorizaci6n del Archivo Jung; y de modo análo­
go otras, con la curiosa informaci6n aislada de que «unas diez
cartas dirigidas a diversos destinatarios, han aparecido en libros y
revistas científicas sin autorización especial».
Realmente todo lo referente al
Epistolario estaría aquí per­
fectamente registrado y sobre todo, por
las menciones explícitas,
lo relaúvo
al Psicoanálisis escrito por Freud en su correspondencia,
ya que lo por él dirigido al público tiene su apropiado lugar en
gran parte fundamental de la obra, los 20 volúmenes de las Obras
Completas.
Como un indicio más de la variedad y riqueza del contenido
epistolar estará bien mencionar
las 93 cartas de Freud a Martha
Bernays, su novia (1882-1886). Ningún aspecto de la vida del
gran Corresponsal queda olvidado.
¿ Una aplicaci6n? El
hecho es hist6rico. Se trata de identificar
una carta de Freud en la que el creador del Psicoanálisis, apenas
expresado el saludo
final, le dice a su confidencial amigo y con­
sultor científico: «te voy a revelar mi gran secreto; no creo más
en mi neuróúca». Así textualmente. ¿Consta en el Epistolario?
¿C6mo hallarla?.
El
caso tiene la novedad, o si se prefiere la mundial actuali­
dad,
de haberse ventilado el pasado bienio 91-92, a supremo nivel
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Fundaci\363n Speiro

FREUD: ¿QUE EPISTOLARIO?
psicológico, de preparación inmediata y celebración del Congreso
de la Sociedad Internacional de Psicología, Secretariado Cientí­
fico.
La publicidad o no del hecho es indiferente. Lo importante
es su realidad.
El interviniente, activo y pasivo, psicólogo español, ya ante­
riormente actuante a ese nivel, ahora reiteradamente invitado,
presentó su «Abstract» (cien palabras, ni una posible más) sobre
«Freud: su gran secreto». Respuesta del Secretario Científico del
Congreso: necesidad de mejorar el texto, según lo indicado
por
el experto. Este, anónimo, pide información sobre lo que pareciera
totalmente desconocidd, como mencionado en el abstract: «exten­
sive letter
of Freud», añadiendo textualmente «(Whoum)». Se
indica también que para completar la información puede agregarse
un «additional document» de considerable extensión.
Naturalmente el así adverrido, que dentro de las cien inaumen­
tables palabras del abstract había encontrado espacio suficiente
para concretar
!ds datos de año, mes y día del mes, de la aludida
«extensive letter of Freud», se pregunta desconcertado si en
la
internacional Bruselas o en la sabia Lovaina, sedes respectivamen­
te administrativa y científica del próximo Congreso Psicológico
Mundial, no habrá algún ejemplar de las Obras Completas de
Freud donde identificar con toda facilidad
el íntegro texto de la
aludida «extensive letter».
Pero aquí el
enigma. Imaginar persona consciente, sin nece­
sidad de ser experto apreciador internacional, que al encontrarse
con
el testimonio personal y datos cronológicos precisos de la
aludida carta, no consulte inmediatamente las citadas Obras, no
tiene sentido. Y claro que con tanto mayor interés y empeño sería
la consulta cuanto
más inverosímil resulta ser lo tan categórica­
mente afirmado. Es absolutamente imposible atribuir a experto
de
la Secretaría Científica de tal Congreso la omisión de la indi­
cada consulta.
Lo sí, en cambio, plenamente verosímil es que la
consulta, para máxima garantía se haya hecho en la edición de
Obras Completas de la mayor actualidad y, por tanto, la pre­
ferible por seguridad
y exactitud.
La concreta actitud del experto puede, por sus palabras, ser
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JESUS MU!JOZ, S. l.
digna de atención. Se inicia indicando la conveniencia de comu­
nicación con persona familiarizada con
el inglés. De toral acuerdo:
elegido como primer colaborador a antiguo alumno, hispano, ahora
en su vigésimo
afio de brillante profesor de Filosofía en la Scranton
University. A la «extensive letter», ya hemos visto, apenas si
alusión. Algo más: ¿el «{Whoum)»? ¿Destinatario? ¿Acaso escri­
to apócrifo?
¿Mas curiosidades y coincidencias, o discrepancias? Que la
edición
Obras Completas -Epistolario ya mencionada sea la más
reciente no es temerario suponerld. Desde luego cita la Standart
de Strachey, ya con varias ediciones.
· Y curiosa coincidencia respecto del «(Whoum)», que la europea
·«S. F. Copyrights, Ltd., Colchester», tiene un índice auxiliar por
orden alfabético de Destinatarios, con la respectiva indicación de
Íecha y página de cada carta. Algo, sí; pero con 93 como las a
la novia
... ¿Qué precisión comparable con la de año, mes y día
del mes, 21-IX-1897? No eludamos,
sin embargo, posibilidad al­
guna. Eso sí, en nuestro Ca.~o el nombre del des.tinatari~, 'lue no
faltó, nada hubiera ilustrado. Nuevo indicio ial vez pJU'adudar
de la «extensive letter».
¿Todo, pues, en el
aire.? De. ninguna manera. Seguridad total.
Veamos. Porque
las circunstancia.s se incrementan a favor .ele que la
consulta fuese al aludido
Epistolario. Alguno posterior a él es
dudoso que lo haya, En. cambio sus ruitecedentes lo recomiendan
en extremo. En su sobria Bibliografía p,¡ede decirse que está con­
tenido junto con lo más reciente lo mejor documentado. De per­
fección consumada lo
es The Stqndart Editíon of the Complete
Psychological
Works of Sigmund Freud, con ediciones desde 1974.
Y ¿algo, precisamente en Epistolario, más antiguo
y autorizado
que Origins of Psychoanalysis, 1950, de Marie Bonaparte, Ái!lla
Freud y Emst Kris? ·¿Posibles más garantías con menos pal~bras?
Idéntica en toda edición· la mención primera, y. en nuestro caso
única de Sigmund Freud Copyrights, Ltd, Es verdad que podría
echarse de menos un detalle lingüístico, porque Freud escribía
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Fundaci\363n Speiro

FREUD: ¿Q.UE EPISTOLARIO?
en alemán. Sin importancia, sin embargo ; de la autenticidad de
las versiones .no hay duda.
Fuerza
es por tanto atenerse a nuestro Epistolari<>, la últi,
ma palabra, como fuente informativa del expertd de la Secretaría
Científica
del citado XXV Congreso de la Sociedad Internacional
de Psicología.
Indice fundamental del
Epist<>lari<> es el formado en una
columna
por la serie de años en que las cartas fueron escritas, a
cada uno de los cuales corresponde en la otra, la página de la car­
ta primera del respectivo año. Nos interesa el año
1_897. ¿Qué
encontramos? No e,dste esa cifra en la enumeración de los años.
¿Qué pensar? ¿No se .conserva carta de ese año? ¿Sería apócrifa
la de
«el . gran secreto»? La respuesta es sencilla. En la Standart
Edition de Strachey, que tenemos a la vista, constan dieciséis car­
tas, además de varios manuscritos, del año 1897, de la página 280
a la 316. Concretamente, la del 21 de septiembre, con su extensa
parte referente a
«el gran secreto» está en las páginas 301 y 302.
La-respuesta a la Secretaría Científica del Congreso lnterna­
cidnal,
nada más sencillo. Los Autores de Origins <>f psychoanaly­
$is no pensaron en presentar la traducción del texto antes que el
original. Como anexo a sus volúmenes de las Gesammente W erke
de Freud publicaron lo que pudiera llamarse el imponente Epis­
tolario
de Freud a F1iess. Cartas como. se dice expresamente
en el subtítulo del volumen
Aus den Anfiingen der Psych<>analyse.
Briefe an Wilhelm Flie¡s. Aus der Jaharen 1887-1902. Enseguida
sobre ello.
Un inciso. -A la Secretaría del Congreso fotocopia de la carta,
en alemán, de Freud, como .«addictional
document». Aceptación
inmediata
_ del abstract.
Multiplicar las pruebas
de_ esa realidad bien puede decirse
que
es tan innecesario como fácil. Tan fácil comd invetosímil, ade­
más
de errónea, la_ negación de esa realidad.
Algún dato; sin embargo, por interesante curiosidad e infor­
mación .complementaria.
El esmeradísimo anotador de la corres­
pondencia de Freud, Homburger Erikson a esa . y tres siguientes
a. ella las llama .das históricas y .heroicas cartas del otoño de 1897»:
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JESUS MU!IOZ, S. /,
En fechas y circunstancias enteramente ajenas a las del suceso,
sustituido el confidencial afecto a Fliess por mutua enemistad y
puesto Freud en manos del segundo y final confidente de su vida,
el berlinés
Max Schur, psicoanalizado por Freud y su médico de
cabecera en los últimos once años y medio de su vida, del que
recibió moribundo en Londres la última inyección, consigna en
su relato histórico de testigo inmediato
Sigmund Freud: Living
and Dying
entre mil hechos los siguientes. Penetrando en lo se­
creto del autoanálisis de Freud por las cartas del mismo Freud a
Fliess, porque «para Fliess, entonces, no tenía secretos», testifica:
«Uno de los primeros resultados importantes de su autoanálisis
(el
de Freud a sí mismo) fue la comprensión de que las «seduccio­
nes» tempranas cometidas por parientes y relatadas por
sus pa­
cientes eran, en la mayoría de los casos, fantasías. Entusiasmado,
se lo comunicó a Fliess el 21 de septiembre de 1897 », obsérvese
la fecha. Como es claro, una más de las alusiones a ella
cOn año,
mes y día. Y el «descubrimiento» sin duda como uno de los tan­
tísimos que iban sustituyendo en Freud
el optimismo del año 96
por
el preocupante realismo de la carta de «el gran secreto». De
ahí otra información del mismo confidente segundo, Dr. Scbur,
bien enterado de todo: «No
es sorprendente que Freud se sintiese
prOfundamente perturbado por la perspectiva de esas cartas cuando
fueron adquiridas de forma inesperada por Marie Bonaparte».
Todo auténtico y sobre lo que el lector, dado el silencio del
«Compositor» de nuestro
E pisto/ario agradecerá alguna infor­
mación. Por nuestra parte ajenos aquí
al gravísimo tema ( del gran
secreto y afines) al que oportunamente hemos de procurar dedicar
la atención debida, lo que sí
nos ha venido a resultar del mayor
interés y trascendencia
es cOmpletar el examen de lo que habría
de ser el fundamental
Epistolario freudiano, como anexo a edición
que pudiera llamarse definitiva de
. las obras de Freud.
Y con respecto a las
Obras Completas, parte primordial de
la nueva publicación de «Sigmund Freud Copyrights Ltd.,
Col­
cbester», bien estará recordar, con relación a la edición española,
lo que acertadamente indica la Editorial de Barcelona «Ediciones
Orbis,
S. A.» al presentar recientemente, 1988, la obra en los ma-
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FREUD: ¿QUE EPIS'I'OLARIO'!
nejables veinte volúmenes, más los tres anexos, y que merece re­
producirse por su verdad y utilidad del lector. «En la presente
edici6n
-se advierte--se imprime con ligeras modificaciones la
edición
ya clásica y prácticamente definitiva de las Obras Com­
pletas de Freud realizada por la Editorial Biblioteca Nueva bajo
la dirección del gran editor José
Ruiz..Castillo». A lo que ha de
agregarse, en cuanto a la exactitud de la versión del original
ale­
mán, la apreciación del propio Freud comunicada en carta 7 de
mayo de 1923, al distinguido traductor, Don Luis López Balleste­
ros y de Torres. Después de aludir a haber aprendido el castellano
por propia cuenta en su juventud para dis&utar en su lengua origi­
nal
El Quijote, continúa: «Gracias a esta afición juvenil puedo
ahora,
ya en edad avanzada, comprobar el acierto de su versión
española de
mis obras, cuya lectura me produce siempre un vivo
agrado por
la correctísima interpretación de mi pensamiento y la
elegancia de estilo. Me admira sobre todo cómo no siendo usted
médico
ni psiquiatra de profesión ha podido alcanzar tan absolu­
to y preciso dominio de una materia harto intrincada y a veces
oscura.
Freud».
La aplicación de tan cumplido elogio a nuesiro Epistolario
tendría lugar en el caso de correspondencia sobre temas «analíti­
cos». Sobre ello no falta algo que tener en cuenta: Y, desde luego,
fatal desencanto el
que las dieciséis cartas de 1897 faltan absoluta­
mente. ¿Hubo otras
más afortunadas para el curioso lector? AJgo
podría esperarse de las que el Epistolorio reproduce, como ya
hemos indicado, a su confidente y consultor científico, elDr. Fliess.
Poca
cosa, en todo caso, para un período de ddce años, en que se
comunicó con él. Pero además, de temas científicos, nada. Dignos
asuntos de familia, como la muerte de
su padre en dos de ellas.
Otras, muy diferentes, exclusivamente sobre períodos de
vacado:
nes en Italia norte y el Insbruck austriaco. Dos líneas de efusión
optimista en una por haber descubierto el
secreto de los sueños.
De gran desarrollo la penúltima, sobre la Cátedra, pero no en Ió
científico sino en los manejos para obtenerla. La triunfante sín­
tesis final no es ajena a lo psíquico por· su humor· irónico, que
alcanza no menos que a los favorecedores al favorecido. «El en-
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JESUS MtJ!íOZ, S. l.
tusiasmo del público ( apenas difundida la futura noticia) es .in­
menso. Están· llegando sin parar felicitaciones y ramos de. flores,
como si su majestad (
el Emperador designan te) hubiera descubierto
de
pronto la funci6n de' la sexualidad, la importancia de los sue­
ños hubiese sido confirmada por el Consejo de Ministros y
la ne­
cesidad de tratar la histeria por medio de la terapia psicoanalítica
aprobada en el
Parlamento por una mayoría de dos terceras
partes»,
. La carta. termina dieendo: «Te rnego que no digas por ahí
lo que en ésta te cuento; Con gracias y saludos cordiales, tuyo,
Sigm.».
El «Compositor» de nuestro E pisto/ario no fue tan discre·
td; y por . él nos enteramos de lo transcrito con todos sus ante­
cedentes respecto
·de la suprema eficacia pata el nombranúento,
de
la intervenci6n ante un «Excelentísimo», el Ministro de Ins­
trucci6n
(todo lo detalla la carta), de una dama cliente dé Freud
y,· según información, curada
por él.
Otra circunstancia reveladora no tuvo en. cuenta nuestro
«Compositor» del
E pisto/ario al informar tan cumplidamente de
las siete escogidas
cartas. de Freud. Y ello es que, con la trans­
cripción de las siete y un ~pita! dato de su Bibliografía, Origins
of Psychoanalysis, nos .manifiesta inadvertidamente que él conoce
perfectamente el legado
epistollir, indefectiblemente original de
Freud
y sólo Fteud, que . «el azar» había puesto en manos de
eminentes y plenamente solventes con
relaci611 al Psicoanálisis.
Conjunto numeroslsimo
de Cortas, además de múltiples ma­
nuwritos, en su máxima parte de. la mayor importancia pata· la
obra
· de Freud en el Psicoanálisis durante años de la mayor tras­
cendencia, manifest'ado por ·él con la máxima sinceridad en Car•
tas y ,sólo' Cartas a su confidencial' anúgo y consultor. científico,
Wilhe!m
Fliess. ¿C6mo absolutamente nada de esto consta en el
Epistolario, edici6n presuntamente definitiva; según el autor
de su «Composición», J. L. F., Sigmund Freud Copyrigts Ltá.,
Colchester? ·
Nuestta pregunta inicial «Freud: ¿qué Epistolario?» está res­
pondida.
El. completo. Y su realización nada· más fácil. Cuanto
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FREUD: ¿QVE EPISTOLARIO?
falta en el Epistolario vols. I-II-111» está hace tiempo prepa­
raclo; sólo.falta ponerlo en su lugar. Tan obvio todo, que ya se
habla
realizado en la primera edición de las Obras Completas ..
Efectivamente, esas siete cartas pertenecen punto por punto
a la
Obra por él citada en versión inglesa Origins of Psicfoanalysis
de donde las selecciona para su Epistolario, sin decir palabra
de
ninguna de las . demás ; como si no existiesen e ilustra, por de­
cirlo así, su proceder indicando
sin más que esas siete cartas .ya
habían sido publicadas. Como su procedencia de la citada .Origin. s .. . . . . .
es, por cualquiera algo ir¡formado, perfectamente conocida desde
hace decenios (en inglés. y en
alemán desde 1950, y desde hace
muchos
años en otras auténticas traducciones), lo que cualqui~r
lector.
de la nota bibliográfica preguntaría al «Compositor del
Epistolario» es por qué en lugar de reproducir sólo esa.s siete
nd reprodujo íntegra la Correspondencia de Freud a Fliess,. tan
igualmente
autentica e infinitamente .más interesan!~ y sobre todo
importante,
que las siete cartas así privilegiadas por él. Ese habría
sido el gran Epistoktrio de las Obras Completas: la edición pri­
mera de lo más valioso de las Cartas de Freud, y nd todo lo
cont;ario, lo hecho pdr nuestro original «Compositor», reprodu­
cir . siete sin importancia, dando por· it¡existente el e:xtraqr caudal por él conocido y, según él, supuestamente ignorado ·uni­
versalmente. ¡Novísimo Epistolario el ideado y «compuesto»
por él!
¿O es que, acaso, el restante lote epistolar no tenla importan­
cia? Unas palabras· sobre ello. Nada
más al ·caso que lo füforoiádo
hada más de treinta años, al ·mundo ct.ilto pdr las tres eminentes
personas responsables de
Li edición original de ese sí excepcional
Epistolario, «Briefe», u; dieron a conocer, como es obvio én
alemán, en · los siguientes términos, según la siempre fiel versión
de
l.ópez Ballesteros y de Torres:
·
«Marie Bonaparte tuvo a cargo para la

edición, mientras que
An'ná Fteud y Ernst Kris efectuaron
la.
selección de las piezas publicadas. Todas son cartas de'Freud
a Fliess. Las cartas de Fliess a Freud nó han sido halladas. El to­
tal de esta correspondencia consta
de 284 piezas de. variada e:x-
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Fundaci\363n Speiro

JESUS MUfilOZ, S. l.
tensión. La selección fue supeditada al principio de publicar todo
lo refetente a
la labor y a las inquietudes científicas de Freud, así
como a
las circunstancias sociales y políticas en las que se desa­
rrolló el psicoanálisis. En cambio fuetnn abreviados u omitidos
aquellos pasajes o aquellas
piezas cuya publicación hubiese sido
incompatible con
la discreción profesional o peisonal».
«El autor del material contenido en este volumen no habría
consentido
la publicación de ninguna de sus partes. A pesar de
las inevitables resetvas inspiradas por
el respeto a la actitud de
su autor,
los recopiladores se consideran justificados al editar esta
correspondencia,
piles, mejor que cualquier otro material dispo­
nible a la sazón, ella amplía nuestras nociones sobre la prehistoria
y
la histora inicial del psicoanálisis, nos permite reconocer deter­
minadas. fases que recorrió el proceso de la elaboración intelectual
de Freud, desde sus primeras impresiones clínicas hasta la for­
mulación
de su teoría ; finalmente nos ofrece un atisbo de los
rodeos y callejones sin salida en que incurrió al formar sus hipó­
tesis
y reanima ante nosotros una imagen del autor durante esos
afios azarosos en los cuales su interés se despalazó de la fisiología
y
la neurología hacia la psicología y la psicopatologia». Firman
«Marie Bonaparte,
Paris; Anna Freud, Londres; Emst Kris, Nue­
va York».
Es natural preguntarse: ¿habría algo tan importante como esto
para el Epistolario de Freud? ¡Lo que nuestro Compositor de
la suprema edición nos ha hecho perdet! Con todo, un momento:
diríase que
el autor de la parte primera de la edición definitiva lo
previó
y se anticipó a subsanar lo que iba a suceder en la segunda.
Efectivamente, precisamente en uno de los índices del anexo
Epistolario, indicador de las grandes partes de la obra de Freud,
según numeración romana corresponde a
las Obras Completas
en sus veinte manejables tomos, se señala expresamente: «Veinte­
CCIV». El contenido del «CCIV» lo constituye el texto íntegro
de
Origins of Psichoanálysis, esto es dento cincuenta y dos Car­
tas de Freud a Fliess, 1887 a 1902, más llumetosos manuscritos
( todos de Freud),
publicados en el volumen anexo Epistolar
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FREUD: ¿QUE EPISTOLARIO?
-«Briefe»-de Marie Bonaparte, Anna Freud y Ernst Kris,
Ed. !mago, Londres 1950.
¿No lo advirtió
el «Compositor» del Epistolario, Ernst,
L. Freud?
Se impone una nueva edición rectificada: Obras Completas
19 vols. Epistolario: l, II, III, IV. S. F. Copyrights Ltd.
Hay que revivir
al Freud auténtico. No sustituirlo por ficcio­
nes o caprichos.
El Epistolario completo, incluido el autobiográfico, espera su
publicación.
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