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Número 335-336

Serie XXXIV

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Raimundo de Miguel López

IN MÉMORIAM
RAIMUNDO. DE Mlt;UEL LOPEZ -.
Vitam impendero vero, consagrar la vida a la verdad.
Estas. palabras
del clásico son aplicables al gran amigo Raí,
mundo de Miguel, falleqdo inesperadamente -recién .. regresado
a su casa tras larga estancia hospitalariac,-, en Madrid
el 5 de
mayo de 1995. Familia, Derecho y Tradición, es decir, Verdad,
fueron las constantes de su vida, colmada., de .trabajos y de frutos.
En defensa de ese programa _ de vida y de. verdad: _combatió sin
desfallecer. Constituyó, con su <'SJ>OS•, hijos y nietos, es.a «comu­
nidad privilegiada» que es la familia, llamada a realizar. un pro'
pósito
común de los esposos ,y una cooperación diligente ,de los
padres en la educación de los hijos, en afinidad de
sentimientos,
afectos e intereses provenientes del mismd respeto de las per­
sonas
(Catecismo de la Iglesia Católica, 2206) . .Abogado del Es­
tado, ejercitó en su defensa y administró en su justicia los me­
dios del Derecho, dirigidos al bien común de la nación, fin de
todo Estado. Carlista tradicionalista, _propugnó siempre, de pa­
labra y por escrito, que .en hque alá H;istoria se refiere vale m.ás
continuar que empezar de nuevo.
Honrar, honra; y
nuestro amigo se honró y· hooró.,con.cy en
su.familia, en
su profesión y.en sus ideales tradicionalistas,
«Honor et onus». Su tradicionalismo¡ sus ideas católicas
~identificado
con la doctrina de la Iglesia a través de. los Papas
tanto en el Dogma como en la Moral'-le llevaron, en ocasiones,
a
desempeñar duros cargos, difíciles .. comisiones. Por ejeniplo, en
1975 cuando,
portavoo:. de una gran parte de la. Comisión' Tra­
dicionalista;· se enfrentó cdn D. Carlos Hugo, ya lanzado.hacia
un socialismo de· izquierda, que se. llamó. «autogestionario», ·Asi-
Verbo, núm. 335-336 (1995), 665-668 •665
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mismo, Raimundo de Miguel, al abdicar Don Javier de Borbón
Parma en su hijo mayor, escribió a D. Carlos Hugo una carta
en la que le decía:
«Ningún Príncipe puede ser reconocido como
Rey si antes
no jura la aceptación y respeto a las leyes y fueros [ ...
]. A tal
juramento, ha de preceder la retractación de vuestra anterior
conducta política [ ...
], de manera expresa y pública». Y, en car­
ta posterior, del 10 de julio, repitió sus advertencias: «Puesto
que D. Carlos Hugo no comparte las ideas
tradicionali~tas, se
separa de la continuidad histórica, doctrinal y política que el
Carlismo significa [ ... ] ; y éste (Carlismo) se acepta tal cual es
o se rechaza» [ ... ] . La Comunión está madura para superar la
prueba, ha agotado todos los medios, salvará su honor ante la
Historia».
Así sucedió. La traición a los principios tradicionales por
D. Carlos Hugo y sus seguidores, aunque supuso una escisión
temporal, condujo
al vacío, al fracaso. La Comunión Tradiciona­
lista, con Raimundo de Miguel entre otros, aglutinó en 1986
(Congreso de El Escorial) las demás tendencias: Unión Carlista
de la Regencia de Estella, la Comunión Católica Monárquica y
a los partidarios de Carlos
VIII. Hoy, bajo el nombre de Co­
munión Tradicionalista Carlista, el tradicionalismo superó sus
divisiones. Su lema de «Dios, Patria, Fueros, Rey» -lema de
caballeros como dijo Maeztu-, continúa vivo, en acción.
El tradicionalismo español debe mucho a Raimundo de Mi­
guel. Supo éste actualizar los viejos principios con palabras de
hoy; y servirlos en los cargos que desempeñó en la Comunión
Tradicionalista. Formó y presidió su Consejo Nacional, junto con
el desempeño de la Vicepresidencia en la Junta Regional de
Ma­
drid. Sus ponen<;ias e intervenciones en los Congresos de la Co­
munión, y sus Wormes atendiendo a consultas de la Junta de
Gobierno, fueron muchos. Desde explayar e interpretar
los prin­
cipios hasta las directrices para llevarlos a
la sociedad de hoy.
Sirvan de muestra sus respuestas a dos preguntas cruciales:
«¿qué
es hoy la unidad católica?» y «¿qué acciones políticas han
de llevarse a la práctica en su defensa?».
En contestación a estos
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dos grandes interrogantes _:_que en ocasiones sirvieron para di­
vidir en facciones al Carlismo--, Raimundo, con argumentos ju­
rídicos, históricos y sociales, admirables en su concisión, con­
cluía así:
«La unidad católica
es la declaración pública por parte del
Estado, de que la Religión Católica, única verdadera,
es la .ofi­
cial y que conforme a sus enseñanzas ha de acomodarse la vida y
la legislación de la sociedad española que. la profesa, con la limi­
tación
al orden privado de otros cultos .. Esta definición se apoya
en dos elementos básicos:
uno. sociológico, que el pueblo .,;spañol
sea unánimemente católico; otro dogmático, el sometimiento al
orden privado de ottos cultos. En cuanto a los medios de defensa,
la Comunión Tradicionalista Carlista no puede sostener en el
tiempo presente
la unidad católica como expresión del lema
'Dios'.
La formulación política actual del mismo, habría de ser
de profesión de fe católica ( ahora que tanto se avergüenzan de
hacerlo), de
aceytación del derecho. público .cristiano y de sumi­
sión
al magisterio de Roma, qne ha sido siempre el timbre de
gloria de la C.T.C. y que no puede desconocer sin negarse a sí
misma y caer en
el oprobio» (Informe del 25-IX-1990).
El entendimiento práctico para este
omnia instaurare in
Christo,
le llevó a colaborar intensa y valiosamente en Verbo.
Sus ensayos y artículos en tomo, principalmente, al Poder ( El
Poder: uno o dividido. Sus limitaciones, núm. 285-286, mayo­
junio, 1990; Poder y libertad, núm. 305-306, mayo-junio-julio,
1992), revelan finura jurídica, comprensión cristiana e interpre­
tación católica, de uno de
los temas centrales del Derecho público.
Quedarán vivas y permanentes las consideraciones de Raimundo
de Miguel respecto a que la garantía de la libertad de la persona
frente
al poder del Estado lo constituye el respeto a los derechos
humanos en
el llamado Estado de Derecho; el cual --con pala­
bras de Juan Pablo
II (Discurso al Cuerpo diplomático el 9-I-
1988), citadas por Raimundo, «aparece de esta forma como una
demanda implícita de la Declaración Universal de
los derechos
humanos y
se incorpora a la doctrina católica por lo cual la fun­
ción del Estado consiste en permitir y facilitar a los hombres la
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realización de los fines trascendentales para los cuales están des­
tinados».
Naturalmente
-y así lo repetía nuestto amigo--, partiendo
del concepto del poder y de
la libertad que tiene la democtacia
( tal como
hoy se entiende ésta), habrá siempre una pugna entre
ambos. Por eso, ratificaba, aplicándolos a la situación
espafiola
actual, aquellas palabras de Melo: «(Es) miserable estado el de la
República cuyas riendas arrebatan los malos y los ignorantes ; esa
camina al precipicio; y si alguna vez se escapa, ¿qué más despeño
se le puede esperar que aquél mismo gobierno?» (Gue"a de Ca­
taluña, II, 21).
En sus últimos años, nuestro amigo contempló -como ve­
mos todos nosottos-, el comienzo del despeño de un gobierno
cuyos principios
-cuya falta de principios, mejor-se hallan en
contraposición diaria y constante con los ttadicionales cristianos.
Ya en la paz de Dios
-lci creemos así y rezamos por ello-,
Raimundo de Miguel, hidalgo montañés, caballero espafiol, ju­
rista insigne, Gran
Cruz de la Legitimidad Proscrita, católico
ejemplar, amigo fiel, contemplará
-pues en lo eterno el tiempo
no
cuenta-el resurgir de la España y de la Tradición española,
objeto de su amor constante.
JAVIER NAGORE YÁRNOZ.
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