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Número 337-338

Serie XXXIV

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El resurgir de la historiografía tradicionalista napolitana

CRONICA.S
contrafigura del totalitarismo, en cualquiera de sus formas, ya
dictatoriales, ya. democráticas. No en vano escribió Donoso Cor­
tés que "dad la forma que queráis
a la doctrina católica, y a pesar
de
la forma que le déis, todo será cambiado en un punto y veréis
renovada
la faz de la tietra"».
Gmno VIGNELLI. .
EL RESURGIR DE LA HISTORIOGRAFIA
TRADICIONALISTA NAPOLITANA
A principios de los años sesenta comenzaba a publicarse en
Nápoles una revista que llevaba por subtítulo explicativo de sus
designios «publicación napolitana tradicionalista» y que tomó por
nombre
L' Alfiere. La dirección pronto habría de recaer én la per­
sona de Silvio Vitale, abogado y estudioso napolitano, uno de
los grandes amigos de nuestro llorado Francisco
Elías de Tejada.
Andando el tiempo
lo sería también de quien escribe estas líneas.
Con interrupciones más o menos prolongadas, y con mayor o
menor puntualidad, pero siempre con fidelidad a las mismas
ideas, al día de hoy Silvio Vitale continúa al timón de una
re­
vista ciertamente significada en el plano de los estudios históricos
sobre el viejo reino de Nápoles y bien asentada en los principios
del tradicionalismo católico. Por su parte, mi también viejo amigo
Maurizio Dente, profesor de Historia del derecho en la univer­
sidad de su Nápoles natal
y activo periodista, organizaba hace
cerca de diez años
-prolongando, eso sí, un quehacer muy an­
terior en el tiempo--una Fraternita Cattolica, volcada· no sólo
sobre la teoría y la praxis contrarrevolucionarias in genere, sino
también, en concreto,
con preocupaciones napoÜtanas. Hará dos
años que ambos grupos, junto con aportes individuales no menos
valiosos, convergían en la fundación de una cooperativa editorial,
Il Giglio, destinada a trabajar en el campo de la investigación y
de la reedición de antiguos documentos, en buena parte imposi­
bles de encontrar, de la historia del Reino de las Dos Sicilias y
de la tradición católica europea. Al mismo tiempo que otros
edi­
tores han comenzado a incluir en sus catálogos diversos títulos
de semejante inspiración.
Hasta
el momento dos son las obras que han visto la Ju,:
gracias a esta cooperativa de nuestros amigos napolitanos. La pri­
mera
es La tragicommedia, de Giacinto de'Sivo, en edición de
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CRONICAS
Maurizio di Giovine y de Gabriele Marzocco (Nápoles, 1993).
Noble napolitano, discípulo del humanista Basilio
Puoti, de'Sivo
fue apresado y todos sus
. bienes confiscados en 1860 por rehusar
someterse a Garibaldi. Una vez libre, fundó un periódico, con el
título
-sin duda irreverente para la Italia oficial-de La tragi­
commedia, del que entre el 18 y el 26 de junio de 1861 aparecie­
ron tres números, antes de que fuera clausurado y su director
conducido nuevamente a prisión, de donde saldría poco después
para el exilio en Roma, junto a la corte borbónica, para morir en
1867 tras haber dado a
la estampa una Storia del Regno delle
Due Sicilie. El libro publicado por
Il Giglio reproduce estos tres
números del periódico, que sirven para damos una ambientación
muy sugerente del Nápoles inmediatamente posterior
al plebiscito
garibaldino de
la unidad italiana, de manera que nos hallamos
ante una visión
de Ía unificación de Italia desde el sur anti-risor­
gimental.
Del período inmediatamente posterior, esto es, de su
exilio romano,
es otra obra vuelta a publicar hace poco, esta vez
por un editor. de Rímini, 11 Cherchio, y en edición de Silvio Vi­
tale: I napolitani al cospetto delle nazioni civili (Rímini, 1994).
En este breve ensayo vienen a recapitularse con brevedad las «ra­
zones de
los vencidos» en el proceso político-militar que condujo
a la unidad de Italia. Como escribe Vitale, aunque sólo reciente­
mente la historia ha comenzado a tratar de superar las barreras
del ideologismo
y de restituir a la realidad social, económica y
cultural de los estados preunitarios del Sur su dignidad y pecu­
liaridad, Giacinto de'Sivo, en sus obras,
ya la habla percibido
muy agudamente, por lo que quien quiera aproximarse desde su
raíz a la llamada «cuestión meridional» deberá tomar en consi­
deración estas páginas. (Para completar lo que
se refiere a las
publicaciones anti-risorgimentales, dejaré nota tan sólo de la
apa­
rición de un nuevo libro de Silvio Vitale, I congiurati di Frisio,
Il cherchio, Rímini, 1995, que estudia uno de los aspectos menos
conocidos de la represión piamontesa,
el de los procesos políticos
de depuración en todo
el Mediodía),
El segundo librd estampado por Il Giglio, en edición de Silvio
Vitale,
se contrae a un período anterior, el de la ocupación fran­
cesa de enero de 1799, que tan tenaz resistencia tuvo de la po­
blación. El cardenal Fabrizio Ruffo, nombrado el ocho de febrero
del mismo año vicario general del Reino, desembarcaba en
Cala­
bria, procedente de Palermo, donde se habla refugiado la corte,
en compañía de siete personas, con la intención de reunir volun­
tarios para constituir «un ejército realista y cristiano», que luego
en sólo cuatro meses entraría triunfante en Nápoles. Domenico
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CRONICAS
Petromasi, comisario de guerra del Ejército, anotó cuidadosamen­
te las vicisitudes de esa recluta que logró hacer un verdadero
ejército de un conjunto disperso de campesinos voluntarios, mer­
ced a la capacidad de
orgaruzación militar del cardenal y al en­
tusiasmo religioso
y patriótico de todos. Fue una guerra comba­
tida al grito de «por Dios y por el Rey», contra la democratización
anticristiana de los jacobinos, que debe figurar en el elenco de
la resistencia antirrevolucionaria. La obra de Petromasi ve la
luz
bajo el título Alla ricanquista del Regno (Nápoles, 1994 ).
Esta pequeña crónica no aspira, sin embargo, a dar la noticia
cumplida que el contenido
de los libros que simplemente han
sido mencionados merecería. Ni las disponibilidades de espacio,
ni sobre todo mi falta de competencia, lo permiten. Pero los
desvelos de mis admirados amigos Silvio Vitale, Maurizio
di
Giovine, Maurizio Dente o Marina Carrese, entre otros, creo~
merecían ser conocidos por los defensores españoles de la tradi­
ción católica
y antirrevolucionaria.
MIGUEL AYUSO.
LA CREACION DEL MUNDO Y LA VOCACION
DEL HOMBRE
La ACCE ( «Association des Colloques Culturels Européens»)
fue fundada por el desaparecido Rémy Montagne para fomentar
el encuentro y el debate entre personas de distintos países y de
diferentes disciplinas intelectuales, en el entendimiento
--<1nimado
e impulsado por Juan Pablo TI-de que «el alma de Europa
permanece unida porque, más allá de su origen común, posee
idénticos valores cristianos y humanos». Etienne Montagne --al
frente de toda una familia admirablf>-ha tomado el testigo de
su padre en la
orgaruzación de estos coloquios, con la colabora­
ción inestimable de un grupo esforzado y entusiasta de personas
entre las que no podernos dejar de mencionar a nuestra querida
amiga la profesora Marie-
Jéielle Guillaume. Tras las reuniones
de Cracovia (1991) y Praga (1993), en las que tuvimos la satis­
facción
y el honor de estar junto con un grupo notable de amigos
españoles, hemos acudido de nuevo con agradecimiento e ilusión
al Coloquio que, entre los días 27 de agosto y 2 de septiembre
pasados,
se ha celebrado en Novgorod y San Petersburgo. Dentro
de la común rúbtica de «una cultura para la Europa de mañana»,
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